Música

El fugaz evangelio de Jimi Hendrix (y 2)

Jimi Hendrix. Foto Cordon Press.
Jimi Hendrix. Foto: Cordon Press.

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Viene de «El fugaz evangelio de Jimi Hendrix (1)»

Tras el artículo anterior, para tratar de entender la sustanciación musical de ese impacto, y por si queda alguien que todavía no se ha sumergido completamente en su obra —una obra que, a mi modo de ver, debería impartirse en las escuelas— haremos una selección de algunos de sus discos. La discografía de Jimi Hendrix es un asunto espinoso para cualquiera que se aproxime a su trabajo, porque además de sus escasos discos oficiales (únicamente cuatro), existen multitud de directos, recopilaciones de rarezas y grabaciones de todo tipo que en muchos casos solo pretenden explotar el filón de su nombre y no ofrecen un producto de calidad. Jimi Hendrix se sentiría mortificado al escuchar algunas de las cosas han llegado a editarse con su nombre, así que citaremos algunos de los discos (y películas) que marcaron un hito, desde sus cuatro álbumes oficiales a diversos discos póstumos que adquirieron especial relevancia en el momento de su publicación. No estarán todos —la discografía oficial, semioficial y pirata de Hendrix es inabarcable— pero creo que sí los básicos. En todo caso, al menos los suficientes como para empezar. 

Discografía oficial

Are You Experienced? (1967)

Su debut discográfico. El primero de los tres álbumes que grabó con The Jimi Hendrix Experience, el trío que formó con los británicos Mitch Mitchell a la batería y Noel Redding al bajo. Dicho de otro modo, la que es generalmente considerada «formación clásica» de las bandas de acompañamiento de Hendrix. Aunque la aportación de Redding como bajista no fue nunca considerada decisiva —Hendrix dijo después que lo habían elegido por su imagen— nadie duda de que Mitchell era, con su anárquico estilo de inspiración jazzística a la batería, el perfecto creador de ritmos para los desvaríos a la guitarra de su líder.

Este álbum de debut fue producido por Chas Chandler, quien tuvo el acierto de permitir que el sonido del grupo vibrara con toda su fuerza primitiva, sin pretender ablandarlo o domesticarlo. Las canciones —incluso las más melódicas— están grabadas con los amplificadores a todo volumen, lo cual se traduce en una resonancia cruda, casi masticable y por momentos incluso brutal, casi más propia de un disco en vivo. El LP contenía unos cuantos de los primeros clásicos de su repertorio: desde la psicodelia ácida y ruidosa de «Purple Haze», «Are You Experienced?», «Manic Depression» o «I Don’t Live Today» hasta el desenfado de «FoxEy Lady» o «Fire».

El disco ha sido reeditado en varias ocasiones y la lista de canciones incluidas puede variar en cada reedición, además de que existe una versión original estadounidense con temas diferentes a la versión británica (que fue la que se vendió en el resto del mundo). Pero en cualquiera de sus versiones: una obra maestra, en la que un desconocido de veinticuatro años ponía patas arriba el mundo de la música e hizo que todos los ojos se girasen hacia él. Y, desde luego, el nacimiento de una nueva era para la guitarra eléctrica. 

Axis: Bold as Love (1967)

Segundo disco de la Experience y segundo aluvión de genialidades. Aunque fue grabado rápidamente para cumplir con el contrato que los obligaba a editar dos álbumes en un año, tiene sin embargo un altísimo nivel de composición, especialmente en cuestión de arreglos, y suena mucho más variado y caleidoscópico que el primer disco. Puede resultar, por momentos, algo más difícil de asimilar para los estrictamente neófitos… aunque una vez el oyente llega a comprender este disco, se da cuenta de que Hendrix es aquí un genio creador en ebullición, capaz de convertir la canción más simple en algo que te sigue sorprendiendo después de cientos de escuchas. Estaba en estado de gracia y su inspiración bendecía cada canción con una varita mágica.

Sigue habiendo canciones guitarreras como en el primer disco, pero más compensadas por otros muchos registros. Este es un trabajo donde abundan los matices. Tan pronto escuchamos las guitarras furiosas de «Spanish Castle Magic» como la belleza poética, delicada y cristalina de «Little Wing» o «Castles Made of Sand», o un sonido casi jazzístico en «Up From the Skies», o el cuasi-funk de «Little Miss Lover», o el épico dramatismo melódico de «Bold as Love». Trece canciones (doce, si descontamos como «canción» la ruidosa intro, «EXP», en la que Hendrix se dedica a imitar con la guitarra el sonido del tráfico y de naves espaciales volando) que no tienen desperdicio, y que están constantemente salpicadas de pequeños detalles que evidencian sus enormes dotes como compositor, guitarrista, cantante sui generis y finísimo arreglista.

Hay una canción compuesta y cantada por Noel Redding, «She’s So Fine», que es previsiblemente la única «floja» del disco, aunque —cómo no— el tema sube varios escalones en cuanto llega el momento del solo de guitarra de Jimi. Segundo disco, segunda obra maestra inmortal. 

Electric Ladyland (1968)

La obra magna de Hendrix —al menos en cuanto a tamaño y variedad— y el tercer y último trabajo con la Experience. Tercer disco, tercera obra maestra. Un disco doble con más canciones y mucho más lugar para la experimentación que en los dos primeros trabajos. En su día algunos lo tildaron de «pretencioso», pero lo cierto es que Hendrix —que aquí ejerció también como productor— se estaba adelantando al rock progresivo y al monumentalismo grandilocuente que en los setenta cultivarían bandas como Pink Floyd o Led Zeppelin. Resulta imposible englobar este doble LP bajo una única etiqueta, porque es todavía mucho más variado que el Axis: Bold as Love y aquí, sencillamente, hay de todo: rock, blues, jazz, soul, psicodelia, baladas, sonidos crudos, sonidos delicados, sonidos atmosféricos, partes sencillas, partes complicadas…

Electric Ladyland fue el «tour de force» definitivo de The Jimi Hendrix Experience, cuyas tensas sesiones de grabación —marcadas por el perfeccionismo obsesivo y las ansias de probar todo experimento posible de Hendrix, mientras los demás perdían la paciencia con él— dinamitaron el ambiente interno del trío y precipitaron la ruptura de la banda, pero dejaron como resultado un majestuoso legado, que cerraba magistralmente una trilogía grandiosa. Como los dos anteriores álbumes, la clase de disco que vivirá durante siglos. Una nueva demostración de que la música de Jimi Hendrix es infinita.

Band of Gypsys (1970)

Tras la ruptura de la Experience y de que los organizadores de Woodstock sabotearan la banda multiinstrumental que lo acompañaba en su actuación —más adelante comentaremos este hecho—, Hendrix decidió volver al formato de trío, pero esta vez formando un grupo compuesto íntegramente por negros (y norteamericanos), para buscar unos sonidos más afines al soul. Se reunió con su antiguo amigo del servicio militar, el bajista Billy Cox, y con el batería y cantante Buddy Miles, en su nuevo combo de corta vida, los Band of Gypsys.

Con poco tiempo de preparación, dieron un concierto en la legendaria sala Fillmore East de Nueva York durante la velada de Año Nuevo de 1970, con un repertorio que contenía diversos temas nuevos escritos y cantados a medias por Hendrix y Miles, varios de los cuales se editarían en este su cuarto y último LP oficial. El resultado fue un disco en directo que no dejó nada contento a Hendrix y supuso el inmediato fin del experimento Band of Gypsys, porque pensó que la química no había funcionado como debía, aunque los tres músicos eran evidentemente talentosos (un vistazo a la discografía en solitario de Buddy Miles puede resultar muy ilustrativo).

Pero lo cierto es que, aunque la cosa no salió exactamente como Hendrix había previsto, hay unos varios grandes momentos en el disco. Ya sea su guitarra imitando el sonido de un bombardeo en el blues psicodélico «Machine Gun» o los pegadizos riffs y melodías de «Who Knows» y la grandiosa «Message to Love». Una fantástica grabación en directo, que se ha revalorizado con el tiempo y que incluso con sus irregularidades resulta altamente recomendable pese al poco aprecio que Hendrix sentía por ella.

Discografía póstuma

The Cry of Love (1971)

Fue durante años lo más parecido a un álbum póstumo «semioficial» de Jimi Hendrix que podíamos escuchar. El guitarrista zurdo murió en 1970, dejando una serie de canciones grabadas —en ocasiones sin terminar— que teóricamente iban a formar parte de su siguiente álbum, el cual probablemente iba a titularse o bien First Rays of the New Rising Sun o bien Strate Ahead. Tras el fallecimiento de Jimi, el batería Mitch Mitchell —que había vuelto a su banda de acompañamiento tras la separación de Band of Gypsys— y el ingeniero de sonido Eddie Kramer —responsable de las mezclas en los discos clásicos de la Experience— se encargaron de compilar varias de aquellas canciones y dejarlas listas para su edición.

Lo que podría haberse convertido en un gran error (la explotación póstuma del trabajo de Hendrix sin su supervisión directa) terminó produciendo un disco verdaderamente mágico. Mitchell y Kramer hicieron un trabajo exquisito, respetando escrupulosamente lo que el guitarrista había dejado grabado, sin añadir nada innecesario, sino solamente lo mínimo para terminar los temas que aún estuviesen inacabados. El sonido del disco es más uniforme que los dos últimos discos en estudio de la Experience, con menos lugar para las guitarras furiosas, la experimentación marciana y la psicodelia ácida, y con más espacio para las melodías y orientación más soul. Pero eso no significa en absoluto que The Cry of Love sea monótono o falto de matices. Aunque no sabemos cómo hubiese sonado de haberlo terminado el propio Hendrix, sí sabemos que las canciones incluidas son casi invariablemente una verdadera maravilla: «Angel», «Drifting», «Night Bird Flying», «In Front the Storm»… Imprescindible, salvo que uno prefiera adquirir la nueva reconstrucción del disco póstumo de Jimi editada en 1995, que comentaremos un poco más adelante, y que es básicamente lo mismo que este disco, pero más completo y con más canciones.

Rainbow Bridge (1971)

Una nueva tanda de grabaciones que Jimi dejó a medias tras su muerte, pero en este caso editadas como banda sonora de la película hippie RainbowBridge, un documental algo bizarro que contenía algunas apariciones del propio Hendrix, bien dando un concierto en directo o bien hablando ante la cámara. Las canciones siguen la onda de The Cry of Love, no en vano pertenecen por lo general a las mismas sesiones y fueron también mezcladas por Mitchell y Kramer, con resultados también bastante buenos. Contiene algunos de los clásicos del Hendrix tardío y más «soulero», como «Dolly Dagger», aunque también hay canciones con la psicodelia característica de trabajos anteriores, como «Look Over Yonder» o «Room Full of Mirrors», además de contener una balada muy típicamente hendrixiana, y conmovedora, como resultaba habitual cuando Jimi cultivaba el género baladista: «Hey Baby». Muy recomendable.

War Heroes (1972), Crash Landing (1975)

Al igual que los dos anteriores discos, contienen más material de sus últimas sesiones de grabación en estudio, rescatado póstumamente para el público. No son tan deslumbrantes como The Cry of Love, pero el nivel es bueno y, como suele suceder con el trabajo de Hendrix, contenían algunas canciones notables a las que no se podía acceder de otra manera. Eso sí, las remezclas empezaron a despertar ciertas críticas en su tiempo, especialmente en el caso de Crash Landing, porque al parecer se habían usado más músicos de sesión de los deseables y la obra original de Hendrix podía haber quedado un poco desvirtuada. Con todo, interesantes para los coleccionistas más «completistas».

First Rays of the New Rising Sun (1997)

Después de la controversia creada por los excesivos «retoques» con los que el productor Alan Douglas había mancillado las grabaciones póstumas de Hendrix, los familiares del guitarrista recuperaron el control de los derechos a mediados de los años 90 e hicieron que Eddie Kramer intentase reconstruir de la manera más fiel posible aquel quinto disco que Jimi no llegó nunca a editar. Es decir, que realizase una versión ampliada de The Cry of Love con las canciones que se habían repatido en otros discos póstumos y alguna otra que faltase editar, por decirlo de manera simple. El resultado fue muy, muy bueno.

Aunque parece patente que algunas canciones están incompletas, o que algunos pasajes quedaron a medias, y aunque siempre resulta difícil suponer cómo hubiese terminado el disco alguien tan creativamente imprevisible como Hendrix, lo cierto es que First Rays of the New Rising Sun ha sustituido a The Cry of Love como la versión más fidedigna de aquel disco que Hendrix estaba grabando cuando falleció en Londres mientras dormía. El nivel de los temas, ya lo decíamos, es apabullante. Una obra maestra que está sin terminar… pero en la incógnita de lo que no podemos escuchar radica buena parte de su magia. El primer disco póstumo que cualquiera debería adquirir, junto con el BBC sessions.

Radio One (1988)

Los muchos discos en directo no oficiales de Hendrix que se han editado a lo largo de los años tienen a menudo dos problemas: uno, frecuentemente fueron grabados con pocos medios y un sonido a menudo pésimo. Y dos, en muchas ocasiones Hendrix estaba más pendiente de dar espectáculo que de sonar bien, o sencillamente estaba demasiado colocado, así que el resultado no siempre es bueno. Pero Radio One, grabado cuando aún existía la Experience, es precisamente todo lo contrario. Tiene un sonido perfecto (no en vano es un «directo en el estudio» grabado en las instalaciones de la BBC) y un Hendrix en plenas facultades ofreciendo lo mejor de su talento. ¿El resultado? No hay palabras. Un álbum doble repleto de interpretaciones apoteósicas de temas propios y ajenos, incluyendo algunos de sus mejores blues, una explosiva versión del «Day Tripper» de los Beatles y la mejor versión que Hendrix hiciera del instrumental «Drivin’ South» de Curtis Knight, que supone una de sus más apabullantes exhibiciones como guitarrista y una de las exhibiciones de guitarra eléctrica más poderosas de todos los tiempos. 

BBC Sessions (1998)

O lo que es lo mismo, las canciones del Radio One sumadas a otras apariciones en la BBC de la misma época. Es decir, una buena manera de obtener el Radio One —que aporta casi todo el mejor material— con algunos interesantísimos extras. Es, pues, un disco total y absolutamente imprescindible.

Videografía

Live at Monterey (o Jimi plays Monterey)

Filmación del grandioso concierto de The Jimi Hendrix Experience en el Monterey Pop Festival, que convirtió a Hendrix en una estrella internacional, y que suponía el retorno triunfal a su país natal tras su debut discográfico en Inglaterra. Una demostración de fuerza, carisma, espectacularidad y aquella facilidad suya para interpretar las canciones de cualquier artista (Dylan, B. B. King, Howlin’ Wolf) llevándoselas a su terreno, finalizando con la famosa secuencia en que prende fuego a su guitarra y después, usándola a modo de hacha, la emprende a golpes con todo lo que encuentra en el escenario. Para muchos, el mejor concierto filmado de Jimi Hendrix, y con toda seguridad una de las actuaciones más apoteósicas del siglo XX. Impresionante de principio a fin.

Live at Woodstock

Muy distinto a su concierto en Monterey: un Hendrix más calmado, menos comunicativo y mucho menos exuberante, simplemente centrado en tocar, que ya no da tanto espectáculo ni le prende a fuego a nada, pero que por contra utiliza su guitarra de manera más virtuosa. Otro concierto imprescindible, que contiene uno de sus momentos más legendarios: la interpretación del himno estadounidense, durante el cual simula con su guitarra los sonidos de las bombas de Vietnam. A Hendrix no le satisfizo esta actuación, especialmente porque los encargados del festival bajaron el volumen a varios de sus músicos de acompañamiento (un segundo guitarra, percusionistas, etc,) para que todo sonase a power trio, el formato en el que Hendrix era más conocido, y para que no hubiese instrumentos extra que «tapasen» su guitarra. Naturalmente, aquella medida disgustó tremendamente a Jimi y además fue quizá en detrimento del sonido general… pero, con todo, un concierto repleto de grandes momentos y sobre todo de algunas lecciones de guitarra imposibles de olvidar. 

Jimi Plays Berkeley

Un fantástico concierto, con interpretaciones muy intensas de varios temas, algunos de los cuales no son habituales en su discografía —como esa versión del «Johnny B. Goode» de Chuck Berry—, con algunos interesantes planos de cámara (aunque incluyendo algún desvarío de realización muy de la época) y con un sonido muy bueno, por momentos atronador. Fantástica filmación.

Live at the Atlanta Pop Festival

Otro buen concierto, con un Hendrix que, como en Woodstock, de nuevo aparece cerrado en sí mismo y ya no realiza los numeritos espectaculares de los tiempos de Monterey, pero que tampoco los necesita. Aunque baste verlo para entender que su consumo de drogas ya se había disparado en aquella época, poco de ello (algo, para ser francos, pero poco) se trasluce en su música. Su forma de tocar sigue siendo única y original, y como en cada concierto, los temas siempre aportan matices nuevos. Mención aparte para Mitch Mitchell, que siempre fue el complemento perfecto para la guitarra de Jimi, y que en este concierto estuvo especialmente soberbio aunque no siempre se le escuche lo suficiente por debajo del volumen de la guitarra y además la cámara lo ignore abiertamente. Otra gran filmación.

Live at the Isle of Wight Festival 

Uno de los últimos conciertos en vivo de Hendrix —y la última actuación de gran envergadura— celebrado dos o tres semanas antes de su muerte. Hendrix no aparece especialmente feliz con los problemas técnicos que aquejan al sonido durante su actuación, pero aun así, pese a lo irregular, es otro gran concierto y como de costumbre está lleno de esos momentos de imaginación instrumental deslumbrante con los que el guitarrista perlaba sus interpretaciones. Entre los principales alicientes, la oportunidad de verlo tocar algunos temas de lo que iba a ser su nuevo disco, ese que nunca llegó a terminar, o el aliciente habitual de saber que nunca interpretaba la misma canción de igual manera dos veces en directo, así que siempre hay algo que descubrir. 

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4 Comentarios

  1. RODRIGO HERNÁNDEZ

    …y el Live in Maui?

  2. Hola Emilio
    Me ha gustado mucho tu «fugaz evangelio».
    Has comentado que Jimi era alto; el dato físico diferenciador son sus manos muy grandes. Son una leyenda entre todos los guitarristas, algo así como la medida patrón.
    No has comentado que cuando empezó a tener dinero se compró, con su manager, una «discoteca» The Generation, pensando en reabrirla como club y, al cabo de muchas obras, acabó siendo «su» estudio de grabación «Electric Ladyland». Él la utilizó poco pero grandes músicos han grabado allí buscando el «efecto Hendrix».
    Ha raíz de su «último renacer» muchos compañeros comentan sobre Jimi; para mi, de los más apreciables es Billy Gibbons (pre-ZZ Top), fueron compañeros de gira en el 68.
    Un saludo, Manuel.

  3. joaquinillo

    Surge una pregunta. ¿Qué habría sido del artista si no hubiera muerto tan joven? ¿Habría publicado 132 discos de estudio, en todos los cuales habría revolucionado el arte de la guitarra?¿Merecería la pena tal cosa? ¿O sería un patético anciano que como tantos otros rockeros se vería obligado a arrastrarse por los escenarios quemando su guitarra nº 2109 para así poder pagar las pensiones de sus 32 ex-esposas y sus 735 hijos reconocidos?

  4. Almirante Stargazer

    Que molón todo. Hendrix tocando yntu escribiendo

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