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En el armario del fútbol español

Foto: Getty.
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Es una imagen conocida por cualquiera que frecuente un estadio, tanto que muchos han dejado de verla. El hincha ensancha el pecho, forma un altavoz con las manos y dirige su voz hacia el jugador:

«¡Maricón!».

Ha fallado un penalti, o quizá se trata de que lo falle. O no ha llegado a un pase. O ha zancadilleado a un contrario, o ha sido zancadilleado y se le quiere acusar de teatralidad. O quizá nada de eso. Tanto da. En el fútbol, el insulto homófobo sirve para todas las circunstancias. Durante un minuto de silencio, mientras rueda la pelota o en el descanso. En el Bernabéu, en el Camp Nou, en la Rosaleda o en Mestalla. No hay normas. Ocurre con impunidad, se repite incesantemente y se corea con la pasión de los himnos. En España, con frecuencia, lo hacen gradas enteras. «Cristiano, maricón», «Negredo, maricón», «Guti, maricón», «Guardiola, maricón». 

Hasta el momento, ningún futbolista español ha declarado ser gay. Pese a que sí lo han hecho otros —Thomas Hitzlsperger en Alemania, Justin Fashanu y Anton Hysen en el Reino Unido o Robbie Rogers en Estados Unidos—, en España sigue imperando la tesis de que en el deporte rey no hay varones homosexuales. Tampoco existe un debate público sobre las causas de esta singularidad, ni si tiene que ver con la frecuencia y la impunidad con la que tienen lugar los gritos homófobos. A lo sumo, en algunos medios se deslizan rumores intentando sacar a empujones del armario a determinados jugadores, muchas veces porque visten de una determinada forma o frecuentan según qué ambientes. Y se acepta que eso no es, de hecho, un ejercicio de homofobia.

Con objeto de profundizar en las causas que perpetúan esta invisibilidad hemos consultado con profesionales de todos los ámbitos y les hemos pedido una reflexión desde su experiencia en los banquillos, los vestuarios y los medios de comunicación. Algunos de los consultados enmudecían, nos colgaban el teléfono o se negaban a «ver su nombre asociado a ese asunto». Sus nombres no constarán. Cedemos el espacio a quienes han querido hablar de lo que casi nadie habla, al menos en público. Un tabú, recordemos, que sufren los afectados. Porque los hay.

***

«En todos mis años de experiencia no me he encontrado ningún caso de homosexualidad. Extraño, pero es así», afirma Jorge Valdano, exfutbolista y exentrenador. «Tanto, que me sorprende no haber sido consciente hasta que me habéis preguntado de por qué no existe ningún jugador español que haya salido del armario. Es realmente llamativo». A Pep Guardiola, actual entrenador del Bayern de Múnich, también se lo parece: «Es curioso que en España, un país en el que la homosexualidad se vive ya con normalidad en todos los ámbitos, ningún jugador haya dado el paso».

Y más con las cifras en la mano. La mayoría de estudios coinciden en señalar que la población homosexual representa entre un 5 % y un 7 % del total, aunque esos números no parecen trasladarse al mundo del fútbol profesional. «Son cuarenta y dos equipos con veinte jugadores. Es decir, ochocientos y pico en total. Pongamos que cada cinco años renuevan plantilla, así que estamos hablando de cerca de quince mil jugadores y exjugadores [desde que comenzó a jugarse la Liga]. ¿Y ninguno es gay?», cuestiona Rubén López, experto en el área deportiva de la LGTB.

En 2014, Hitzlsperger se convirtió en el futbolista de mayor rango que revelaba su homosexualidad, y lo hizo con la intención de que «avanzáramos en el mundo del deporte, no se toma en serio en muchos países y es preocupante». Los dos años transcurridos desde entonces y la escasa movilización que provocó el asunto en España invita a que nos demos por aludidos. A partir de esta revelación, el periodista Michael Robinson trató de encontrar testimonios de futbolistas españoles que pública o anónimamente hablaran del particular. «En ese Informe Robinson no hubo manera de conseguir una declaración de nadie de dentro que ayudase, y rastreamos mucho», explica. «Cuando yo era jugador, en los años setenta-ochenta, el fútbol era un nido de machismo. El tema de la homosexualidad no se hablaba, ni se planteaba; era algo impensable. No se tenía la información ni la conciencia que hay ahora. Por eso me parece acojonante que siga ocurriendo hoy en un país tan tolerante como España. Me hace pensar que las leyes van muy por delante de la sociedad», apunta.

Sin embargo, para el exjugador Rafael Martín Vázquez, la falta de visibilidad gay en el fútbol responde a otras causas: «Si ninguno sale del armario será que no hay gais en el fútbol. Y si los hay, como también hay libertad, me parece muy respetable si no quieren hacerlo público», valora.

En este punto, la pregunta es ineludible: ¿Es el fútbol español especialmente homófobo?

Isaac Lluch, periodista asentado en Alemania, lleva años estudiando el tratamiento que ambas ligas dispensan al asunto y concluye: «La homofobia en el fútbol existe como existe en el resto de la sociedad, es un reflejo de esta». Paco Ramírez, del Observatorio Español contra la LGTBfobia, precisa: «En el fútbol, la homofobia se considera una intolerancia de segunda categoría, como demuestra el hecho de que ni siquiera se quiera hablar de ello. Solo hay que compararlo con el racismo: se siguen produciendo incidentes racistas, pero se habla abiertamente para condenarlo. Con la homofobia, no». Algo que, en su opinión, se evidencia de una forma concreta: «Hoy en día las principales muestras de intolerancia en el deporte son los insultos homófobos que se ven domingo sí y domingo también en los campos».

Como Ramírez, son muchos los que señalan como culpables a los clubes y las instituciones futbolísticas, a los que acusan de amparar la homofobia. En ocasiones, incluso se habla de presiones directas para que el futbolista lo mantenga en secreto. Otros, sin embargo, responsabilizan a determinadas hinchadas; generan un ambiente opresivo e intolerante en el que salir del armario, sencillamente, no es una opción. Por último, están quienes sostienen que la invisibilidad de los homosexuales en el fútbol incumbe también a determinados medios de comunicación. Medios que convierten en deporte, esto es, espectáculo, la vida privada de los futbolistas.

La grada

«¡Sal del armario, Cristiano, sal del armario!», coreó la hinchada del Málaga durante su encuentro con el Real Madrid el pasado 22 de febrero, dirigiéndose al delantero. Una situación que volvió a repetirse unas semanas después, durante el derbi disputado en el Camp Nou. «¡Cristiano, maricón!» fue el grito que prorrumpió en el minuto de silencio dedicado al fallecido Johan Cruyff.

«Le ocurrió a Butragueño, a Míchel, a Negredo, a Guardiola, a Guti y ahora a Cristiano. Cada cierto tiempo le toca a uno, se le llama maricón ante cuarenta mil personas», recuerda Rubén López. «A lo que más se teme es a la hinchada, no está educada para aceptar a un gay en el terreno de juego».

Todos coinciden en subrayar el gran peso de ciertos comportamientos. «El estadio se convierte en un circo romano en el que todo lo que nadie diría en su entorno tiene cabida», valora Robinson. «El hecho de que sean mediáticos se interpreta como que todo vale. Pagas una entrada y tienes derecho a desahogarte, a decir lo que te venga en gana», apostilla. «Es probable que influya mucho la actitud de determinados aficionados en el campo, la tendencia a buscar debilidades con el fin de hacer daño, de desestabilizar», concuerda Guardiola. «En parte es responsable la impunidad de la grada, esa actitud de pandilla, de masa, que diluye responsabilidades», remarca Valdano.

Al margen de la influencia psicológica que pueda tener en el jugador la presión ejercida por la hinchada, los cantos homófobos en el terreno de juego abren un frente distinto. Las asociaciones y colectivos implicados en la lucha contra esta discriminación certifican que, mientras no se penalicen, esas actitudes seguirán constituyendo un ejemplo muy poco edificante, y será imposible que un jugador gay quiera significarse públicamente: «Cuando hay insultos racistas en los estadios, la Comisión Antiviolencia actúa inmediatamente. Se sanciona a los infractores y se condena públicamente. No ocurre así con la homofobia, y todos esos insultos quedan impunes», denuncian desde la Asociación LGTB. «Se actúa con una rapidez inusitada en los casos de racismo y xenofobia, pero se continúa ignorando que la mayor intolerancia en el fútbol es la homofobia», apoya Paco Ramírez.

El marco legal es claro. Según el artículo 2.1 c) y 2.2 d) de la Ley 19/2007 contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte, hechos como los acontecidos en La Rosaleda o en el Camp Nou son sancionables. El organismo encargado de recoger las denuncias y disponer las sanciones oportunas es la Comisión Antiviolencia, dependiente del Consejo Superior de Deportes. A pesar de la articulación legal, jugadores y árbitros son reiteradamente objeto de insulto con apelativos de tinte homófobo cada fin de semana, y hasta hoy no existe sanción ejemplarizante.

El primer problema al que se enfrenta la Comisión a la hora de sancionar es la propia naturaleza de estos insultos. Se precisan informes adicionales (que elaboran los responsables de la Liga, los propios clubes y las fuerzas de seguridad presentes en los encuentros) para determinar quiénes son los responsables, ya que las grabaciones efectuadas en los partidos no siempre lo reflejan con nitidez. «En 2014, la LFP informó al Comité de cánticos de “Negredo, maricón” en un encuentro entre el Valencia y el Granada. Se archivó, según sabemos», recuerda Rubén López.

Para subsanar esta falta, en 2015 se constituyó el citado Observatorio contra los Delitos por Orientación en Identidad Sexual, apoyado económicamente por los Ministerios de Sanidad e Interior y rebautizado como Observatorio Español contra la LGTBfobia. Uno de sus objetivos es no solo permanecer vigilantes ante los insultos en los estadios, sino forzar la modificación de la legislación vigente para que refleje específicamente la homofobia en la lista de discriminaciones y se diseñe un protocolo contra ella. «Nos hemos reunido con la Liga, con el Consejo Superior de Deportes y con representantes de Ética y Juego Limpio. Pero no se ha modificado nada. No hay ningún compromiso real ni cierto, de hecho hubo un representante que nos llegó a decir que ni siquiera existía homofobia», explican.

Resulta relevante el caso vivido por el árbitro Jesús Tomillero, primer colegiado en salir del armario. Tras sufrir insultos homófobos por parte del utillero —le llamó «maricón» y «comepollas»— en un partido de la Liga Andaluza Sénior, ha acabado sufriendo el escarnio de la Real Federación Andaluza, que le amenazó con sancionarle si seguía difundiendo su caso en medios de comunicación y redes sociales. «Tarde o temprano van a tomar represalias conmigo y no creo que llegue más lejos en el fútbol», nos explica. «En España el tema de la homosexualidad está censurado, me estoy planteando irme a Gibraltar. Entiendo que los futbolistas viven una situación similar, tienen miedo a decir que son gais porque conseguirían que no jugasen más», valora.

No obstante, podría ser que los insultos homófobos a Cristiano Ronaldo supongan un punto de inflexión. En esta ocasión la Liga de Fútbol Profesional sí que ha remitido un informe a la Comisión Antiviolencia detallando los hechos e instándole a fijar sanciones. El Observatorio contra la LGTBfobia asegura que, de no ser así, llegarán al fondo del asunto transmitiendo la denuncia directamente a la Fiscalía, por dejación de responsabilidad de los organismos correspondientes.

Foto: Corbis.
Foto: Corbis.

El club y el vestuario

«¿Si hay maricones en el vestuario? Yo espero que no», dijo Antonio Cassano, delantero del Milan, al inicio de la Eurocopa en 2012. Aunque no ha sido la única manifestación en este sentido, se convirtió en el ejemplo más flagrante del rechazo del vestuario a una orientación sexual concreta. La UEFA, por cierto, le multó por estos comentarios.

Pero entre la mayoría de los consultados en el fútbol español cunde la sensación de que la homofobia campa a sus anchas en la hinchada, pero no en el vestuario ni en el club, y tildan las opiniones de Cassano de caso aislado. Esteban Granero (Real Sociedad), Álvaro Arbeloa (Real Madrid) y Juan Mata (Manchester United) nos dicen que no han conocido ningún caso de homosexualidad entre sus compañeros, pero aseguran que si alguno se significara no supondría ningún problema dentro del vestuario. Se respetaría y se aceptaría.

«En el momento en que un futbolista homosexual dé el paso, el primero es el complicado, los demás se darán cuenta de que no ocurre nada. Porque estoy seguro de que en el vestuario se aceptaría, no habría ningún problema», afirma Gerard Piqué, jugador del Barça. «Es posible que el fútbol necesite un poco más de tiempo para normalizarse en este aspecto. Ocurrirá de forma natural, es algo que en nuestra sociedad ya no llama la atención». Concuerda con él Pep Guardiola: «Estoy convencido de que si alguien declarara abiertamente su homosexualidad se aceptaría perfectamente en el vestuario y en el club. Al menos por mi experiencia sé que no tratarían de taparlo si se diera el caso. Se exige que el jugador sea buen compañero y buen profesional, independientemente de su orientación sexual, nacionalidad, religión o raza», opina el entrenador del Bayern. «El vestuario no es homófobo, simplemente no es este un tema de conversación habitual», remarca Valdano.

El contrapunto lo da Javier Irureta, actual director deportivo del Athletic Club: «El fútbol siempre ha sido un deporte muy de hombres, muy de machos. Creo que si un futbolista decidiera dar el paso de reconocer su homosexualidad el encaje natural en el vestuario sería difícil. No estaría bien visto», afirma.

La experiencia de Miguel Ángel López, quien fuera director y fundador de la revista Zero, es bien distinta a la de la mayoría de entrevistados. Se atreve a hablar de la responsabilidad y presión de los clubes cuando uno de los suyos ha amagado con salir del armario. En 2008 se filtró que la cabecera preparaba un reportaje sobre varios futbolistas dispuestos a revelar su homosexualidad en portada, lo que generó una inusitada expectación que se prolongó durante varios meses. Según cuenta, hasta el expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, llegó a preguntarle quiénes eran dichos jugadores. Obviamente, no lo reveló. «Eran seis futbolistas del Real Madrid, el Barça, la Real Sociedad y el Athletic de Bilbao. Se trabajó con ellos durante meses y acabaron echándose atrás por presiones directas de algunos clubes. Algo comprensible: los futbolistas estaban absolutamente decididos, pero el club es el que manda, el que te deja en el banquillo o no te renueva», afirma.

Unas presiones que también llegaron hasta la redacción de la revista: «El entonces jefe de prensa del Real Madrid llegó a enviarnos un documento en el que se afirmaba: “No hay jugadores homosexuales en el equipo, y si los hubiera…”», explica. Del resto de los clubes no hubo una presión tan directa, pero también le trasladaron que no veían con buenos ojos que sus jugadores dijeran públicamente que eran homosexuales.

Los cuatro clubes mencionados, a los que consultamos, afirmaron no saber nada de este asunto.

El que fuera fundador de Zero considera que dentro de los clubes prevalece el don’t ask, don’t tell, y califica al mundo del fútbol como «un sector muy conservador que está instalado en la tónica de la negación y la amenaza, similar al ambiente que se vive en la Iglesia; todos saben quiénes son homosexuales, pero se actúa como si no existieran. Tienen mucho miedo a que se normalice la situación, hay muchos intereses económicos creados. Por eso se fomenta la invisibilidad», apunta.

Sanciones y lucha contra la homofobia

Históricamente, los clubes de fútbol se han esforzado en activar cambios sociales, prestando su imagen para campañas contra el racismo, el trabajo infantil, la violencia de género e incluso la piratería. Los futbolistas, habitualmente, prestan su imagen para causas de toda índole, tratando que su poder mediático multiplique el debate social y el impacto de la iniciativa. Pero contra la homofobia no es así. A título privado algunos clubes han llevado a cabo pequeños proyectos, pero no existe en el fútbol español un movimiento que vertebre la lucha contra esta discriminación, que haga ondear la bandera multicolor.

«A todos se les llena la boca de palabras de tolerancia y normalidad, pero hay muchos frentes abiertos como para generar que haya una cierta normalidad en este sentido», resalta Isaac Lluch. Las asociaciones LGTB estiman que este es otro de los grandes escollos que dificulta que los jugadores gais se sientan respaldados. En concreto, señalan a los grandes equipos: «El Barça firmó un manifiesto contra la homofobia el pasado año, pero no se traduce en nada. Continúan manteniendo un silencio inaceptable e inexplicable en todo lo que tiene que ver con insultos homófobos», dice Paco Ramírez. «Los presidentes de los clubes permiten cosas en sus campos que jamás admitirían en sus otras empresas», afirma Michael Robinson.

Según explican, los equipos líderes rehúsan continuamente no solo promover iniciativas en contra de la homofobia, sino también adherirse o comprometerse con las que surgen desde otros sectores. Denuncian que el año pasado ninguno de los equipos grandes accedieron a participar en la campaña de #LaLigaArcoiris, consistente en que los jugadores usaran cordones multicolor en las zapatillas, en apoyo a la tolerancia sexual. Algo que sí hicieron desde clubes más pequeños, como el Rayo Vallecano, el Leganés, el Racing de Santander, el Guadalajara o el Conquense; clubes que no es la primera vez que se implican en proyectos de esta clase.

Esta falta de compromiso público de los equipos importantes sitúa a España varios pasos por detrás de otros países como Alemania o el Reino Unido. «Para empezar, aquí la cultura del fan está más controlada y concienciada», apunta Lluch desde Berlín. «Habitualmente se ven pancartas contra la homofobia, banderas multicolor en las gradas. Los clubes firmaron la Declaración de Berlín para combatirla. Y, a pesar de eso, se ha acusado a la federación alemana de fútbol de ser tibia; imagina lo que puede decirse de la Liga de fútbol española y de los clubes», apunta.

«El problema es que no hay un modelo ni un protocolo de LGTBfobia en el deporte», aduce Rubén López. En Francia existe desde 2009 y en el Reino Unido ha llegado a presentarla el propio David Cameron. El año pasado, la Asociación Inglesa de Futbolistas reconoció que estaban tratando ocho casos de jugadores homosexuales a los que se asesoraba. En la Bundesliga, tras el testimonio de Hitzlsperger, la canciller Angela Merkel animó a salir del armario a los jugadores, y su federación envió un memorándum a los clubes titulado «Cómo hacer frente a la salida del armario en el fútbol» para encaminar los esfuerzos en la misma dirección. Algo que en el ámbito español no existe. En 2014 el grupo de Izquierda Plural llevó al Congreso de los Diputados una proposición no de ley para instar al Gobierno a elaborar un documento similar al de la Bundesliga y hacer frente a la invisibilidad de los deportistas gais. La propuesta fue rechazada con los votos del Partido Popular.

Los medios de comunicación

Las novias de los jugadores son noticia. Sus cambios de imagen también. Las noches de fiesta se reseñan hasta el desuello, y sus movimientos en las redes sociales generan más titulares que su actuación en el terreno de juego. Sus crisis de pareja, sus vacaciones o cualquier otro detalle extradeportivo abarrotan horas de televisión y hacen correr ríos de tinta, difuminando la línea entre vida privada y pública.

Todos coinciden en señalar a ciertos medios de comunicación como otro de los focos de presión sobre el jugador. Michael Robinson hace examen de conciencia sobre este particular: «Hablar de la vida privada de los futbolistas es también deporte para determinados medios, lo que más vende es la intimidad del futbolista. Hay insinuaciones o insultos directos. Lo importante es vender y lo que vende son los rumores. Rumores que abren programas deportivos. Esto es una presión añadida al tipo que se plantea salir del armario. Piqué, por ejemplo, ocupa ahora más programas o páginas de periódico por el Periscope que por su juego». Guardiola también es crítico con el papel desempeñado por los medios: «Del mismo modo que pesa la actitud de determinados aficionados, pesa la presión mediática, especialmente cuando se trata de un asunto extradeportivo», añade.

El rumor es constante, alimentado por los detalles más peregrinos. Una fotografía de dos delanteros en actitud cariñosa, una ruptura sentimental no aclarada, un gesto imperceptible en el campo. Todo es válido para especular. «Cuando surge este debate, ni sale el club a denunciarlo ni tampoco hay un debate serio en los medios de comunicación españoles. Se tiende a la frivolidad», admite Lluch. «Lo único importante es descubrir quiénes son los jugadores homosexuales, cuántos son, revelar sus nombres. Se desvía el foco de lo importante. Esto no promueve tolerancia, ni el respeto a la intimidad y la dignidad para las personas que pueden encontrarse en una situación así», valora.

El periodista Diego Torres apunta cómo, por la combinación de todos estos factores, el ocultamiento de la homosexualidad del jugador se ha convertido en algo inherente a la profesión: «Los futbolistas de élite están en un nivel estratosférico, en una burbuja aislada del resto. Desde pequeños están mentalizados, viven en ese ambiente de masculinidad, de machos. Si se retiran y han triunfado, tienen una fortuna y pueden vivir una segunda vida, son aún jóvenes», explica. «Ocultar la condición sexual podría ser un sacrificio más de los que exige el deporte a este nivel», aventura.

***

El 17 de mayo se celebra el Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia. En esta fecha (1990) la OMS retiró la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales.

El Día Internacional contra la Homofobia en el Fútbol se estableció el 19 de febrero, fecha de nacimiento de Justin Fashanu. Fue el primer futbolista profesional en salir del armario. Ocho años después de dar el paso se ahorcó.

En 2009, una encuesta de YouGov desveló que un 90 % de los aficionados ingleses aceptarían sin problemas que los futbolistas gais hicieran pública su condición sexual. No existe sondeo equivalente sobre nuestro país, pero la sensación tras los testimonios recabados es prácticamente idéntica: nadie pone impedimentos, nadie manifiesta ningún problema, apelan a un clima de aceptación, respeto y tolerancia.

Y el hincha con mejor garganta volverá esta semana al estadio.

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54 Comentarios

  1. Pingback: En el armario del fútbol español

  2. Tomás Guerrero

    No me creo que no existan homosexuales en el fútbol ni que lo que dicen los entrevistados de que no conocieron a ninguno sea cierto (es irónico pero parece más sensato que lo ocultan para evitar que circulen rumores). Me creería que existan, por razones culturales, en un porcentaje menor que en otros ámbitos, pero no que no haya ninguno. Cuando jugué en la segunda división b la mayoría de mis compañeros sabían o sospechaban que yo era homosexual, pero se fingía no saberlo (yo tampoco dije nunca nada) o el trato de algunos compañeros era bastante áspero (aunque quizá por otros motivos, qué sé yo). No se creen ni ellos (los entrevistados) que se tomaría con naturalidad en los vestuarios. Generalmente no se toma con naturalidad en ningún ámbito, no sé por qué sería distinto en el fútbol. De hecho tengo razones de peso para creer que sería peor.

  3. A lo mejor me tiráis todos piedras a la cabeza. Avanzo que no tengo ningún conocimiento científico sobre el tema, pero dado que el lesbianismo es mayoritarío en el futbol femenino, no podría ser que hubiera pocos futbolistas gays por algo relacionado con la tostesterona?

    PD: lanzo la pregunta al aire

    • De verdad crees que la homosexualidad (masculina o femenina) tiene que ver con el nivel de testosterona en la sangre??

      • Acaso no es cierto que en el fútbol femenino la inmensa mayoría de jugadoras son lesbianas?

        • Tte. Ripley

          Manuel: en un primer momento quizás lo fueron, pero a medida que gracias a ellas han ido visibilizando el fútbol femenino, cada vez se apuntan a jugar más chicas. Con lo cual es posible que a día de hoy ya no sean mayoría.

        • Manuel, la única certeza es tu ignorancia y tus ganas de abrir polémica (en este tipo de foros, porque entiendo que en la vida real poco caso te harán).

    • Hay equipos de futbol de gays, y créeme, hay mucha testosterona.

  4. No nos miremos tanto en el ombligo del fútbol español, esto pasa en todos los deportes y en todos los países ¿cuántos gays declarados hay en la NFL o la NBA? O en el tenis, o la natación, o el atletismo.

  5. Yo separaría los insultos a Míchel de los demás: Michel manoseó los genitales a un rival con el propósito de que el otro se revolviera y lo expulsaran. El público le tomó la matrícula para insultarle sin piedad, durante años, diciéndole homosexual, pero en realidad le estaban llamando deshonesto. Cosas de la «cultura» de grada.
    Desde hace un año y medio, por cierto, no se puede insultar de forma «coral y organizada» bajo pena de multa al Club. El nivel de insultos en el fútbol ha bajado mucho desde aquella medida. Por ejemplo, Cristiano Ronaldo, a causa de sus viajes a Marruecos, sería insultado de manera mucho más constante y ruidosa de haber sucedido antes.

  6. Que existen es un hecho. Sería como decir que no hay futbolistas con ojos azules o con pecas. Pero está claro que el precio que se paga por anunciar a las claras tu orientación sexual es muy alto: el caso de Martina Navratilova en el tenis femenino es ejemplar en el buen y en el mal sentido, pues le echó un buen par de narices, eso es lo bueno, pero ha sufrido (sigue sufriendo) un machaque tan tremendo, con agresiones y amenazas de muerte a mansalva, que se entiende que a más de uno y de una se le quiten las ganas.
    La comprensión social, en este caso su falta, explica muchas cosas pero diría que en buena medida ciertos medios de comunicación ayudan bien poco al asunto. Si, como se apunta en el artículo, la vida privada de los deportistas de élite, en especial los futbolistas, es hoy la comidilla de las revistas y los programas de cotilleo, y eso a nadie parece importarle (es más, a muchos les encanta), entiendo perfectamente que muchos y muchas se lo callen. ¿Es el «don’t ask, don’t tell»? Puede ser, por supuesto, pero me inclino más bien por el «leave me alone»: a nadie le incumbe mi vida privada y si para salvaguardar esa esfera lo mejor, o lo menos malo, es callarme, pues me callo.
    No digo que sea la mejor opción pero entiendo a quien tome esa decisión.
    En otros ámbitos de imagen particularmente de macho machote las cosas, al menos en apariencia, han ido mejor. Un caso famoso en su día fue el del cantante de Judas Priest, Rob Halford, The Metal God, para los fan del género heavy, que durante años mantuvo en secreto su homosexualidad en un mundillo en el que era, y es, de rigor ir de macho castigador, poco más o menos, y donde las glorias sexuales de una serie de personajes se contaban y se siguen contando como timbre de honor: la nómina de folladores legendarios es amplia, desde Gene Simmons a Bon Scott, pasando por David Coverdale o Lemmy Kilmister, por citar sólo algunos de los casos más nombrados. Halford lo pasó particularmente mal, no acabó suicidándose de milagro pero, por suerte, para cuando decidió decirlo públicamente a finales de los 90, diría que a la mayoría de los fans de Judas y del heavy en general les/nos importó bien poco. De hecho, para cuando lo anunció era ya más bien un secreto a voces y, francamente, es en lo último que piensas cuando vas a sus conciertos. Además, la estética hoy considerada heavy, con cuero y tachuelas, fue Halford quien la impuso, sacándola justamente de los ambientes gays de Londres de los 70 y fue una forma de decir pero sin decirlo cuál era su orientación. Llegados a ese punto, ¿vamos los heavies a renunciar a esa estética y a la segunda mejor voz del género (la primera es y será por siempre Ronnie James Dio)? ¡¡Venga ya, hombre!! Que sea lo que le dé la gana, es su vida.
    Parece que el mundo de la farándula es algo más permisivo en ese aspecto y nadie deja de maravillarse con la calidad actoral de un Derek Jacobi o un Ian McKellen, públicos y notorios homosexuales. Bueno sería que el mundo del deporte tomara ejemplo.

  7. JuslibolLord

    Por comparar, en un deporte bastante más de «machos» que el balonpie.

    https://www.youtube.com/watch?v=tUoHcwR6FwU El anuncio que Guinness (versión larga) preparo para el mundial de Rugby del año pasado, con Gareth Thomas, uno de los mejores jugadores de la historia de Gales, y homosexual, hablando de su experiencia. Los pelos como escarpias, el día que vea algo parecido con el fútbol en cualquier país hablamos. De momento el fútbol no es un deporte de machos, es un deporte de gañanes.

  8. Arcimboldo

    Me ha encantado la opinión de Martín Vázquez. Fíjate que con el bigotillo que se dejó en Turín tenía un aire a Freddie Mercury.
    «… ninguno de los equipos grandes accedieron…»–> sujeto en singular (ninguno); verbo en plural… Suspenso!!!

  9. Hay falsedad en España , y los gays que no son tontos lo saben. En España los tolerantes y los demócratas, miran si alguien les ve para dejar de serlo porque lo unico que importa es el vil metal . La gentuza que es mucha es ignorante de cualquier civilización y vaga ademas y envidia a aquel que por ser mejor haya destacado y quiere maleficiarle al máximo y eso el futbolista gay lo juna de antemano absteniendose de salir del armario por precaucion.

  10. Está claro que hay homosexuales en todos los deportes, todas las profesiones, todas las religiones y todas las razas. Cuando naces nadie te pregunta si quieres ser blanco, si quieres ser ciego, si quieres ser gay o si quieres ser macho, para así encaminar tus gustos y tus aficiones en base a ello.
    Pero si los hay en el campo y en el vestuario, bien sean jugadores, árbitros, masajistas, médicos, asistentes, etc …. está claro que hay muchos más en las abarrotadas gradas, donde por cierto, tampoco se hacen visibles, y no es que para ello hayan de ir con banderas gays, de Drags, o en plan fashion victims ….. Cuando en las gradas sea algo natural y normal, también lo será en el campo. Hay muchos «maricones» y «bolleras» a los que les gusta el fútbol y muchos otros deportes al igual que hay muchos heteros a los que les gusta la moda, el ballet, la ópera y las actuaciones de Drag Queens. Los gustos y las afliciones no tienen nada que ver con lo que haces en la cama ni con quién. Los clubs podrán manipular a los jugadores, pero jamás podrán manipular a la afición.

    • En el Cádiz se ha creado la primera peña homosexual, visibilizada y cómo no, respetada. Comparte grada con los ultras de su equipo

  11. Este tipo de cosas no las entiendo… Es tan falto de interés saber si hay homosexuales en el fútbol, como saber si hay musulmanes, adictos a la Fanta Naranja o coleccionistas de sellos. Se intenta vender como un intento de normalización lo que en verdad es puro morbo. Realmente no interesa saber si en el vestuario del equipo X hay gais, sino quienes son. Pues mire, no. Los gais están ya muy normalizados, no son bichos raros y no necesitan que nadie les empuje a salir del armario. Es su opción el salir o permanecer en él.
    Toda esta vaina de presentar supuestas entrevistas de gente famosa diciendo «pues debe haberlos», «estadísticamente seguro que hay», etc, me parece repulsiva e insultante para ese colectivo. Parece que están hablando de marcianos. Saludos cordiales

    • Claro que a los gays si nos interesa, nos interesa mucho que por culpa de la aficion o de el club un futbolista que va descubriendo que es gay justo en la etapa donde se forma en un club, no pueda vivir libremente su vida por miedo a que nunca mas lo contraten.
      A ver, haga un pequeño ejercicio mental, imaginese cualquier jugador de primera de esos que ganan millones hubiera salido del armario en su adolescencia y viviera con tranquilidad su orientación sexual, ¿ud piensa que hoy día tendrían trabajo? quizas si, pero no ganando lo que gana un casillas.

      » su opción el salir o permanecer en él» ,
      no deberia existir ningun armario , pero para muchos niños y adolescentes gays, la edad a la que construimos nuestro armario al interiorizar las primeras injurias, el armario es seguridad. Para un chico jugando al futbol salir de el ni siquiera es una opcion a no ser que quiera sacrificar su carrera.

      • Si, la cuestión esta normalizada, por eso han amenazado de muerte a varios futbolistas por ser gays, sobre todo vete a muchos pueblos, donde esta mas normalizada todavía, da mucho morbo, y si es musulmán y le gusta la fanta de limón ya ni te cuento.

  12. Cucho Cat

    El fútbol es un deporte de hombres, por eso no hay gais en el fútbol español.

  13. Valerio Ruiz

    Muy buen artículo. Al hilo del tema, el otro día leí una obra de teatro que trata sobre la homosexualidad en el fútbol precisamente. Se llama «Solos en la cumbre», de Olga Mínguez Pastor. Está muy bien, la podéis ver aquí: http://www.edicionesirreverentes.com

  14. Pues mucho más grave que llamar a alguien maricon es gritarle que se muera. A ver si nos movilizamos más en contra de eso.

  15. Si quieren conocer un jugador de futbol gay esta wilson oliver uruguayo mi compatriota:

    «La reacción del club no fue directa, no me dijeron:
    “eh! tu eres gay y no vas a seguir en el club”,
    pero¦ ¡tenemos un problema, hay un gay en la plantilla!.
    Para librarse de mí, me cedieron a otro equipo, el Tanque Sisley, que era como una sucursal de reservas del Nacional, allí no llamaría tanto la atención. Lo importante para el equipo en ese momento era venderme lo más rápidamente posible y obtener una buena cantidad de dinero, pero claro, todo el mundo sabía en ese momento que era gay. Con 20 años soy un capital incremental con un gran futuro, ¿tú me dejarías libre?»

    » Juego otro año, el último, en la segunda división de mi equipo, el Villa Española, en el cual hago un buen juego. Pero por aquel entonces ya era Vox Populi que era gay y todo el mundo me gritaba en la cancha, fue horrible, mi nivel anímico empezó a bajar rápidamente. Decidí que en poco tiempo iría dejando el fútbol, porque era tanta la hostilidad por parte de la gente, sobretodo de los contrarios o gente que me encontraba en la calle, que me hacía pasar malos momentos. »

    http://www.audaf.com.uy/wilson-oliver-la-sinceridad-de-un-futbolista/

  16. Luis Martínez

    Creo recordar que a finales de los ochenta, un futbolista alemán que jugaba en el Espanyol era declaradamente gay y salía por Barcelona por las zonas ambiente. No era algo que se airease demasiado pero tampoco se ocultaba (yo lo leí en la prensa). Y no tuvo ningún problema ni con la grada, ni en el vestuario. Hablamos de hace más de veinticinco años. No recuerdo el nombre, algún wikipedista quizá pueda decirnos. Sin embargo, nada desde entonces.

  17. Blueberry

    Es evidente que la condición sexual forma parte del derecho a la intimidad y el dato de ser homosexual forma parte del derecho a la protección de datos. En este sentido lo que declara Rafael Martín Vázquez, «Si ninguno sale del armario será que no hay gais en el fútbol. Y si los hay, como también hay libertad, me parece muy respetable si no quieren hacerlo público», tiene toda la lógica del mundo. Por cierto, que cuando era jugador Martín Vázquez, también sufría frecuentes agresiones homófobas desde la propia grada del RM. Muy probablemente en el fútbol haya una proporción de homosexuales como en el resto de la sociedad. Pero si no desean darlo a conocer, no solo están en su derecho, sino que además hacen bien, porque será señal de que verdaderamente hacen lo que quieren hacer. Realmente, de entre los homosexuales de nuestro propio entorno, hay algunos a los que conocemos porque los conoce todo el mundo ya que ellos lo manifiestan abiertamente, a otros los conocemos unas pocas personas porque nos lo han comentado en confianza, y habrá algunos de quienes ni siquiera sospechamos que lo sean porque no desean que se sepa. Todas estas conductas son igualmente legítimas.
    Las agresiones verbales, en el fútbol y en cualquier parte son inaceptables, y allí donde puedan ser sancionadas, deberían sancionarse.
    Creo que esta clase de actitudes militantes parten de un error de enfoque. Creo que se confunde el que algo sea perfectamente legal y sea perfectamente respetable desde un punto de vista moral, con que a socialmente tenga que agradar a todo el mundo. Obviamente habrá a quien no le agrade la homosexualidad como puede no agradarle la música flamenca o puede no agradarle ver la fórmula 1 por la TV. Muchos futbolistas llevan tatuajes muy notorios que supongo son bien apreciados por sus seguidores. Sin embargo, si fuesen a buscar trabajo en un banco o se presentasen a unas oposiciones de registradores de la propiedad, dudo que a sus interlocutores les agradasen tanto. Por el contrario, lo homosexual no solo está claramente integrado en el mundo del “show business” sino que incluso es un valor positivamente reforzado. Lo que pretendo dar a entender es que cada ámbito social determina sus preferencias, y éstas, en realidad pueden ser, discriminatorias de facto en algunos casos. Aunque no debería ser así, la realidad es ésta, y no confío mucho que pueda cambiarse, aunque sería lo ideal.

    • Blueberry, totalmente de acuerdo. Lo has clavado, en especial el último párrafo.

    • – «Pero si no desean darlo a conocer, no solo están en su derecho, sino que además hacen bien, porque será señal de que verdaderamente hacen lo que quieren hacer.»
      – Falso. Si tuvieras algo de experiencia en entornos con homosexuales sabrías que la mayoría de la gente que no lo manifiesa abiertamente es por el miedo a no sentirse aceptado. No es porque sea una decisión libre.

      – «Obviamente habrá a quien no le agrade la homosexualidad como puede no agradarle la música flamenca»
      – Comentario incoherente y en mi opinion bastante absurdo. La homosexualidad no es un arte, ni un espectáculo, ni un trabajo que se consiga en base a la práctica. El comentario podría ser más coherente sería algo así «… como puede no agradarle la raza negra». Ahí sí estás comparando 2 matices similares en una persona, y ahí sí que se entiende como lo que es… una barbaridad.
      La gente que plantea estos símiles esconde una homofobia que no desean manifestar abiertamente por no estar bien vista en la sociedad. Es el equivalente conversacional a «yo tengo muchos amigos gays».

      Me parece impresionante que haya quien aún se crea eso de «yo a los homosexuales los respeto, pero es que a mí eso no me gusta» o «que se casen si quieren pero que no lo llamen matrimonio». Vaya ejemplo de tolerancia.

      Con cada una de esas frases que vayáis a argumentar cambiar «homosexual» por «pelirrojo». Ahí probablemente puedas ver si dicha frase tiene connotaciones homofóbicas o no.

      Saludos a todos. Bueno, a todos no. A los pelirrojos paso.

      • Totalmente de acuerdo con tu comentario, excepto dos cosas que no entiendo:

        1) «La gente que plantea estos símiles esconde una homofobia que no desean manifestar abiertamente por no estar bien vista en la sociedad.»

        ¿La homofobia no está bien vista en la sociedad? Si siempre nos estamos quejando de que aún está muy extendida y aceptada, ¿por qué ver homofobias ocultas si se pueden manifestar abiertamente sin problemas?

        2) Es el equivalente conversacional a “yo tengo muchos amigos gays”.

        ¿Decir que tengo amigos gays es homófobo? Y si realmente los tengo, ¿no lo puedo decir porque es ofensivo?

        No veo motivos para encontrar intenciones ocultas, cuando realmente basta con ver las conductas y las declaraciones explícitas. La búsqueda de intenciones recuerda un poco a la policía del pensamiento y crea cierta esquizofrenia. Por ejemplo, si tengo amigos gays y lo tengo que ocultar, porque manifestarlo sería un signo de homofobia encubierta.

      • Y sí, tengo un amigo pelirrojo. Lo digo y no veo cuál es el problema.

  18. Es bastante revelador que los que hablan de deportes de «hombres o machos» o cualquier topicazo o chorrada que reafirme y dé tranquilidad a su propia «hombría» sean básicamente, como JuslibolLord dice, unos gañanes. El nivel de tolerancia e hipocresía institucional del fútbol con la homofobia y el sexismo es apabullante. Pero hay pocas aficiones que provoquen el nivel de vergüenza ajena que provoca la futbolística.

  19. Nunca se sabrá si callan porque quieren o porque prefieren no enfrentarse a las consecuencias durante sus años de vida en activo, postura igualmente respetable. Hablando de deportes de machos, pocos como el rugby, donde también los británicos parecen ir por delante: Gareth Thomas, internacional galés con más de 100 apariciones a nivel internacional, jugó sus 2 o 3 últimos años ‘fuera del armario’ con el respaldo oficial de compañeros, rivales y organismos. Lo que tuviera que oir en las melées probablemente sería otra cosa.

  20. Se me ocurre que los únicos que tienen la opción real de salir del armario sin mayores consecuencias son los jugadores consagrados, que para alguien que está empezando sería un suicidio. Entraría en la categoría de problemático. No lo veo muy recomendable

  21. Volviendo al rugby, mirad el caso de Nigel Owens, Es uno de los mejores árbitros del mundo, y declaramente gay…

    https://en.wikipedia.org/wiki/Nigel_Owens

  22. oselillo

    Hay medios de comunicación que se regodean directamente de este tema. Cuando surgieron rumores sobre la homosexualidad del futbolista Javi Navarro, en la versión web de Marca escogieron una nada inocente foto para ilustrar las noticias relacionadas con dicho jugador http://estaticos01.marca.com/imagenes/2013/10/02/futbol/equipos/getafe/1380701015_extras_noticia_foton_7_1.jpg

  23. Con el tema de las «fobias», y muy especialmente con la homofobia, se practica mucho lo de «el todo por la parte». Aparece un energúmeno homófobo, y eso convierte en homófoba a toda lo sociedad. Un homosexual recibe una negativa, y automáticamente es un caso de homofobia (aunque la negativa llegara por otros motivos que nada tienen que ver).
    Y esto también es muy injusto.
    No hace mucho apareció un artículo en Hipertextual donde la autora afirmaba que aunque España era, según no sé qué estudios, el país con mayor aceptación de la homosexualidad ¡de todo el mundo!, pues resulta que sigue siendo un país homófobo. Me sentí muy enfadado con el artículo, porque me pareció victimista e injusto. Al menos en mi tierra, Andalucía, siempre he tenido la sensación de vivir en una sociedad muy tolerante donde, por desgracia, hay individuos homófobos que no representan a nadie más que a sí mismos (sobre todo en ambientes rurales, que siempre tardan más en adaptarse a los cambios). Ellos no convierten en homófoba a toda la sociedad. Me duele que me metan en un saco donde ni merezco ni quiero estar.
    Con el fútbol, que es un cristalino reflejo de la sociedad, ocurre lo mismo. La gran mayoría de aficionados no le van a dar importancia alguna, aunque siempre habrá imbéciles que gritan mucho. No podemos darle tanto protagonismo. En España, los futbolistas gays tendrán que dar el paso, si quieren comprobar qué ocurrirá. Estoy convencido de que recibirán más apoyos que insultos, pero no lo sabremos si no lo hacen. Respeto que no se atrevan a hacerlo. Pero mientras ninguno lo haga, no acepto que, con actitud victimista, las asociaciones LGTB nos acusen a todos de homófobos en base lo que ellos imaginan que ocurriría.
    Una flor no hace primavera. Un homófobo no hace a una sociedad homófoba.

    • No. Pero una sociedad que hace oídos sordos a conductas homófobas y no las sanciona ni recrimina sí se convierte en una sociedad homófoba.

  24. Lito Martí

    Sin ir más lejos, ahi está el caso del árbitro de segunda B, un chaval de apenas 20 años, que ha decidido tirar la toalla y dejar el arbitraje por la cantidad de insultos que sufría en cada partido. (http://www.sport.es/es/noticias/futbol/arbitro-reconocio-gay-retira-5122749)
    Y eso que él asegura que le apasiona el futbol y su trabajo. Triste, muy triste, pero como diría Serrat, «lo que no tiene es remedio».

  25. ¿Que se puede esperar de futboleros?, intolerancia, fascismo y cretinismo.

  26. El futbol y que nadie se llame a engaño, cumple una función mucho más amplia que la meramente lúdico-deportiva. Es una de las vias de escape para la olla a presión social que ya desde la época romana se reflejaba en el circo. La chusma debe encontrar un desahogo como sea para las angustia perenne que debe aguantar sólo por el mero hecho de haber nacido. Además, sin pedirle permiso previo para hacerlo ni información precisa para lo que se le venía encima Por eso, en un campo de futbol se oyen y se seguirán oyendo esas barbaridades y eso es un precio baratísimo – recuérdese que en los estadios ha muerto mucha gente- para lo que podría llegar a ser.

  27. Lo que no entiendo del artículo es esa especie de saña con España y su Liga. Ojo, en Alemania ha salido un futbolista diciendo que es gay (y cuando se retiraba), en Inglaterra no recuerdo ninguno en los últimos años. En Francia, niguno. Y el ejemplo del rugby como superior moralmente porque ha salido del armario un jugador (también cuando se retiraba). Y todo eso con los manifiestos de apoyo y tal.
    Vamos, que el problema no es cosa de España ni estamos peor que los demás. Y he dicho la palabra problema porque creo que lo es en la medida en que un señor «siente» que no puede hablar libremente sobre su orientación sexual. Ojalá pudiera hacerlo. Pero, insisto, igual en España que en el resto de Europa, y con miles de años de ventaja sobre cualquier otro país o región del mundo.

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  29. Pingback: Homosexualidad en el futbol | TABÚ es

  30. Creo que nadie toca el tema clave aquí y en mi opinión es que muy fuerte mentalmente tiene que ser un chico para ser gay y llegar a primera división, si creéis que hay homofobia en primera división deberías saber lo que es un vestuario de fútbol base de cualquier país avanzado del mundo.
    He jugado en todas las categorías inferiores y hoy en día soy entrenador y creo que aún nos falta mucho para llegar a aceptarlo a esos niveles, a no ser que hablemos de un niño con una personalidad apabullante, caso extremadamente difícil.

    Dicho de otra manera: un talento como Messi, gay, probablemente abandonaría antes. De ahí que no haya fútbolistas profesionales gais.

  31. Hay una cosa que no se trata y a mi me sorprende. La homosexualidad es un tema sexual. Yo como hombre heterosexual no entro a un vestuario de mujeres(por las que puedo sentirme potencialmente atraído sexualmente) por su intimidad, y estoy seguro que aunque les garantizara que me iba a duchar con ellas de forma profesional, es decir entrar, ducharme, secarme, vestirme e irme no se me permitiría. Un hombre homosexual en un vestuario con otros hombres(por los que puede potencialmente sentirse atraído sexualmente) está violando esa intimidad exactamente igual que en el caso que os expongo anteriormente. Soy el único que lo entiende así?

    • No entiendo la relación sentirse atraído – violar tu intimidad. ¿En qué reside tu intimidad, exactamente? ¿Los hombres heterosexuales que te ven ducharte desnudo no violan tu intimidad porque no te consideran atractivo?
      Si crees que nunca te has cambiado o duchado en un vestuario, ya sea de una piscina pública, gimnasio, etc, en presencia de otro hombre homosexual, vives en los mundos de Yupi.

  32. Pues yo pienso que los insultos que vienen desde la grada, en su mayoría, no tienen que ver con un pensamiento concreto de homofobia, racismo…. etc etc.

    Se trata de desestabilizar al jugador del equipo rival para hacer todo lo posible que tu equipo gane.

    Si voy al campo, y a un jugador de fútbol le grito: «Cristiano, qué malo eres», «Alves, no das pie con bola» no le entra ni frío ni calor, pues esos cánticos no le resultan ofensivos, en cambio, si yo le grito «Cristiano, Maricón», «Alves, eres un mono» sé que le voy a desestabilizar (o por lo menos lo creo) y voy a beneficiar a mi equipo. Luego, cuando termina el partido, no pienso que uno sea un maricón, o el otro un mono.

    Por supuesto que habrá homófobos y racistas en el fútbol, pero esa generalización que suscita este artículo creo que es errónea.

  33. Estadísticamente es imposible que no haya homosexuales, aunque a mi parecer podría haber muchos bisexuales, pero éstos últimos intentarían exprimir su lado heterosexual para ir saliendo del paso, y si hubiera algún encuentro homosexual sería casi como un secreto de Estado.

    Es increíble como el factor cultural de la especie humana es capaz de anular de esta manera la naturaleza propia del hombre y la mujer y sus distintas orientaciones sexuales.

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