Historia Arte y Letras

Covadonga is not Spain

Don Pelayo en Covadonga por Luis de Madrazo, 1855
Don Pelayo en Covadonga, por Luis de Madrazo, 1855.

La cordillera Cantábrica, para aquellos que la hayan visitado alguna vez, suele ser un paraje encantador. Para el turismo sin duda, pero algo menos para la vida cotidiana si uno es mínimamente urbanita. Regiones abruptas y de economía pastoril, a comienzos del siglo VIII muchos de sus dispersos habitantes se agrupaban en organizaciones poco más que tribales, con retoques romanos, y desconocían los placeres de las sociedades jerarquizadas, el urbanismo o los grandes señoríos agrícolas con sus relaciones de servidumbre. Un panorama poco atractivo para los invasores musulmanes, sin autoridad visible con quien pactar su dominio en una zona geográficamente no muy agradable para ellos; encajada entre el Atlántico y las llanuras yermas y agrestes del valle del Duero, el clima húmedo de las montañas cantábricas no era muy del gusto de los ocupantes beréberes, que se conformaron con establecer algunas guarniciones al norte del río desde donde cobrar impuestos o repartir esporádicas collejas. Así, las crónicas musulmanas hablan de pasada de choques armados con exiguos grupos de montañeses, a los que llaman «asnos salvajes». Entre ellos el de un tal Pelagius, formado por unos treinta guerreros, barbudo arriba, barbudo abajo.

Mientras tanto, hacia el oriente, en los Pirineos se da un escenario similar —zonas montañosas de población agropastoril romanizada a medias—, pero que en realidad es algo distinto. Tras el éxito arrollador de la conquista, los victoriosos nómadas tratarán de hacer lo que venían haciendo desde que salieron de Arabia: continuar las campañas de saqueo. Los musulmanes, siempre en movimiento, lanzarán sus ataques a través de la cordillera pirenaica… para toparse con la superpotencia europea del momento: el Imperio carolingio. La estrepitosa derrota de Poitiers en 732 marca el final de la expansión islámica; a partir de ese momento, los Pirineos se convierten en la zona de fricción de dos potencias mundiales. Empotrados entre carolingios y musulmanes, los habitantes de la zona pactarán o guerrearán a conveniencia para mantener un difícil equilibrio. Estamos hablando de zonas cercanas al valle del Ebro que, a diferencia del Duero, es en aquella época una zona muy fértil rebosante de población hispanogoda. Allí la presencia islámica no será precisamente pequeña.

Se impone pues para los musulmanes un cambio de política y arraigar definitivamente en la península. Esto implica proceder al reparto de las tierras, ahora ya sí para su explotación y no el simple cobro de un impuesto. Los árabes procedieron a dejar a los beréberes —a quienes menospreciaban— las peores zonas, entre las que se encontraban las del valle del Duero; con una bajísima densidad de población, contaba con unas cuantas aldeas, las antiguas villae romanas desmanteladas y apenas un par de «ciudades» de consideración (no más de unos cientos de habitantes en un recinto romano semiabandonado). Así que enseguida estallaron las sublevaciones, y los beréberes desmantelaron las guarniciones y las abandonaron, bajando a Córdoba a protestar espada en mano.

Esto dio un respiro a nuestros amigos astures. Poquito a poco, algunos campesinos-pastores montañeses empezaron a asomar el morro fuera de las alturas, y pequeños grupos de población ocuparon zonas del valle del Duero. Mientras tanto, en los Pirineos, el emperador Carlomagno decidió crear una zona tapón militarizada entre su reino y el Ebro, a cargo de condes designados por él, para evitar ver aparecer más cordobeses por sus tierras. Y así, de esta forma tan humilde y tan poco gloriosa, es como comienza la mal llamada Reconquista. Y ya está. Entonces, ¿qué pasa con esos miles de cristianos visigodos que, según nuestros profes del cole, corrieron a refugiarse en las montañas? ¿Y lo de la cueva de Covadonga, la Reconquista, el gran Pelayo y todo eso de la cruzada contra el infiel y en última instancia, la propia «idea de España»?

Pues sencillamente, que la mayor parte de todas esas creencias es falsa. Se trata de un mito puro y duro, fabricado a posteriori. La inmensa mayoría de los cristianos hispanogodos se quedó dónde estaba, en el antiguo reino de Toledo y actual Al-Ándalus. Tanto es así que la máxima autoridad eclesiástica siguió siendo el arzobispado de Toledo durante un par de siglos más. Nadie, excepto algunos personajes del bando nobiliario perdedor en las guerras internas visigodas o los que ya poseían condados en el norte, se refugió allí. El reino de Asturias, posteriormente reino de León, el nacimiento de la involuntaria «reconquista», son productos fundamentalmente astures. Los condados de los valles pirenaicos no estaban pensados para expandirse hacia el sur; se trataba de zonas de control militar, en manos de condes francos o autóctonos. La responsabilidad de la primera extensión de los reinos cristianos del norte, de la España medieval, y de lo que vendría después, recae en esos montañeses medio asilvestrados con exceso de vello y fuerte olor corporal. Muy probablemente, el legendario Pelayo no fue sino un pequeño caudillo cantábrico, y sus hombres ofrecieron la misma resistencia a las tropas musulmanas que sus antepasados habían ofrecido a las de Leovigildo.

¿Qué es lo que hace que esta gente de las montañas, que durante siglos no ha bajado al valle más que a robar o saquear esporádicamente, se instale en las zonas abandonadas por los invasores? Al colapsar el Imperio romano, y después, con la crisis del reino visigodo, el poder del Estado desaparece, dando paso a multitud de mustios poderes locales. Cada uno de estos, ya sean duques (dux), condes (comes), magnates, obispos, clérigos, propietarios de tierras o bandas de matones con espada, tratarán de imponer su dominio a la masa de población rural que tienen a mano en la medida de sus posibilidades. Pero esta desarticulación del Estado no es solo política, sino también económica: las ciudades pierden su papel recaudatorio y comercial, los circuitos internacionales de exportación desaparecen, y el modelo económico pasa a ser de tipo local y autárquico. Cada región produce lo necesario para sobrevivir y punto. Así que estos personajes de mayor o menor importancia tratarán de erigirse en el mandamás de un territorio y controlar la producción de los campos, las aldeas, los rebaños, los hornos alfareros, herrerías o molinos de los alrededores. Hablando en plata, desde el siglo VI al IX robarán, extorsionarán, amenazarán, intimidarán y agredirán a quien haga falta —generalmente, a las comunidades campesinas— para dominar una zona concreta. Esto es, de forma resumida, lo que en finolis se llama «proceso de feudalización». Que ya había comenzado por todo el reino de Toledo y si bien se verá interrumpido por la imposición de un nuevo gran estado centralizador, el emirato de Córdoba, en el norte continuará como si tal cosa, eso sí, a menor escala.

Porque en el fondo, los montañeses astures, cántabros o vascones no son los mismos que aquellos a los que Augusto procedió a hinchar a guantazos en el siglo I d. C. Muy lenta y parcialmente se han romanizado y han recibido también influencias germánicas, las suficientes como para que sus poderes locales traten de abusar de ellos de forma similar al resto de la península. Las humildes gentes que bajan a repoblar el valle lo hacen, por tanto, huyendo de la presión de los señores. Solo así se explica que precisamente ahora se produzca este desplazamiento, y que haya grupos de personas que prefieran vivir en una zona más peligrosa, —al estar expuesta a razzias islámicas—, que en la seguridad de las montañas. Esta primera expansión, libre, espontánea y privada se ve seguida por una segunda: detrás de ellos vienen las elites del reino a proceder a su encuadramiento político-social y tomar posesión oficial del territorio que cultivan sus súbditos. A ver si os pensabais que ibais a escapar tan fácilmente. En el Pirineo ocurre exactamente lo mismo, pero la expansión es más lenta y tardía, porque los montañeses y sus señores se encuentran las zonas del valle del Ebro densamente ocupadas.

¿Cómo marida esta realidad tan sosa con el flamante mito reconquistador y sus fanfarrias patrióticas? Pues básicamente, por una necesidad que a lo largo de los tiempos ha tenido cualquier elite, sobre todo las recién llegadas que se alzan con el poder en un momento dado: la de legitimarse. Una vez establecido el dominio sobre cualquier población, territorio o recursos, sobre todo si se ha hecho de manera poco ortodoxa (llámenle ilegal o irregular si quieren), como es el caso que nos ocupa, las clases dirigentes proceden a buscar la forma de otorgarse a sí mismas un presunto derecho a hacer lo que han hecho, que generalmente se ubica en un remoto pasado, si puede estar relacionado con el Imperio romano, mucho mejor. Esta mecánica se ha empleado desde siempre y aún se usa hoy día; de hecho, es la base del nacionalismo.

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Mapa de España en la Edad Media durante la ocupación musulmana. Imagen: Enciclopedia Ilustrada Segui. (Ken Welsh / Design Pics)

La propia Asturias no había constituido reino hasta principios del siglo VIII; se considera a Pelayo el primer rey… ¿de dónde sale su autoridad? Posiblemente fuese elegido por alguna asamblea de nobles al estilo germánico. O igual ni siquiera eso, quizá alguno de sus sucesores, al proclamarse rey, remontó a Pelayo el origen de la corona. Los reyes astures necesitaban legitimar esta «novedad» de alguna forma, esgrimir un motivo inapelable a los ojos de sus inferiores. Por supuesto, no toda la aristocracia aceptó este estado de cosas, y los primeros aspirantes tuvieron que reducir a los rebeldes o a otros posibles candidatos a leche limpia. Pero la nobleza también necesitaba legitimar el robo generalizado que cometía, encontrar su propia legalidad. Aceptar al rey y su derecho a perpetuar a su estirpe en el poder, suponía legitimarse ellos mismos y al contrario: el rey, reconociendo a la nobleza que le es fiel, le otorga legitimidad. El espaldarazo definitivo en este sentido lo darán, siglo y medio después de la olvidadísima escaramuza de Covadonga, unos personajes absolutamente trascendentales. Les presento a los autores intelectuales del mondongo: los clérigos mozárabes leoneses del siglo IX.

Córdoba, 850. Los cristianos son tolerados en Al Ándalus, pero hete aquí que el pujante desarrollo cultural árabe y su política de inmersión cultural va a ir arrinconando la herencia hispanogoda; cada vez más cristianos adoptan el árabe, leen libros árabes y hasta se visten como ellos. Eulogio, un obispo un poquito conservador, brama airado contra este estado de cosas y llama a los cristianos a la desobediencia. Los anima a blasfemar en público contra Mahoma y Alá, lo que supone condena a muerte automática: son los mártires de Córdoba. El emir, espantado, reúne a los próceres de la Iglesia y les pide que ordenen a Eulogio detener esa barbaridad. Este se resiste a hacer caso al arzobispo de Toledo, así que el emir se enfada bastante y la cosa acaba con un buen puñado de ejecuciones (entre ellas la de Eulogio, pero a cambio hoy en día es santo) y la huida de los recalcitrantes a los reinos del norte, donde se instalarán en la nueva capital astur, la ciudad de León. Bien por haberse rebelado contra el poder del emir, por sentir amenazado su modo de vida o porque no quieren pagar impuestos, los refugiados mozárabes abundarán por el reino durante el siglo IX, entre ellos los mencionados clérigos.

El prestigio de estos monjes leoneses es enorme, al fin y al cabo, no son solo eclesiásticos ilustrados, sino que ellos sí descienden de los visigodos auténticos y, por tanto, pueden otorgar esa buscada legitimidad. Cosa que harán encantados a cambio de arrimar la cebolleta al poder; en esta época es cuando empiezan a aparecer las crónicas, como la Rotense o la Albeldense, donde se glosan las grandes victorias imaginarias de los sucesores instantáneos de los visigodos. Pelayo pasa a ser un noble godo, Covadonga una gran batalla, se mencionan unas cuantas victorias inventadas, apariciones de santos, providencias divinas… todas bien conocidas por quienes iban al cole durante la dictadura y el posfranquismo, tomadas como verdaderas sin discusión posible. La realidad es que hasta mediado el siglo IX y desde 718, supuesta fecha de la supuesta batalla, ninguna fuente cristiana habla de nada de esto y la única mención a Pelayo es musulmana. Por último, gracias a este pack de invenciones neovisigóticas, los reyes asturleoneses «heredarán» no solo el derecho a gobernar lo que ya tienen, sino de rebote un etéreo derecho y deber de expulsar a los musulmanes (esos infieles sinvergüenzas que han echado a los pobrecitos monjes de Córdoba) de España.

¿Qué cosa es esto de España? ¿Es un pájaro, es un avión, es Superman? ¿Existe desde siempre, como creían los historiadores de los yugos y las flechas? Para desgracia de nacionalistas periféricos, que se cuidan muy mucho de enterrarlas, las menciones a «Espanna» o «las Espannas» no son raras en los textos medievales y se pueden rastrear al menos hasta san Isidoro, obispo en el siglo VI. ¿Quiere decir esto que los antiguos ya «se sentían» españoles o que tenían en mente fundar una nación unificada llamada España? ¿Que los de la sotana y el alzacuellos estaban en lo cierto y España es una unidad de destino universal? No, en absoluto. España es sencillamente otra idea de legitimidad.

Los visigodos ocuparon a lo largo del siglo V el territorio que el emperador romano Diocleciano englobó en la «diócesis de las Hispanias», así en plural, porque incluía las provincias Bética, Tarraconense, Lusitania y Tingitania. Es decir; toda la península ibérica y la actual Marruecos —vean cuán resistentes son estas ideas, que hasta el siglo XX aún se consideraba que era zona natural de expansión hispana—. Pero esta ocupación no es completa: pasa más de un siglo hasta que Leovigildo tiene aproximadamente derrotados o sumisos a suevos, vascones, bizantinos, cordobeses y rebeldes diversos. El monarca necesita legitimar su derecho a someter toda la península a los visigodos (poder otorgado por el emperador romano), y por eso el título real lleva inherente un dominio sobre Hispania/Espanna, fabricado por «intelectuales del régimen» como Isidoro. Este es el que hereda en el siglo IX el rey de Asturias, Alfonso III, concedido y consagrado por los monjes exiliados y que a lo largo de toda la Edad Media se irán pasando en cadena prácticamente todas las casas reales de todos los reinos peninsulares, por matrimonio o descendencia, para hacerlo valer cuando les rote, cuando puedan o cuando llegue el momento. Por ello en unos cuantos textos medievales no se les cae la cantinela de la boca; la «idea de España» representa ese hipotético derecho a dominar toda la península, y resurge cada vez que parece que un poder está en disposición o en condiciones de imponerse por encima del resto (Sancho el Mayor, el intento fallido de matrimonio-unificación entre Alfonso y Urraca…). Finalmente, es la legitimidad abstracta que Isabel y Fernando harán valer cuando unifiquen en sus personas sus reinos, porque es algo que nadie está en condiciones de refutar (nadie de los que cuentan, es decir, nobleza e Iglesia), que es lo bueno de las cosas abstractas.

Los condados pirenaicos en principio no necesitaban fabricarse una legitimidad, puesto que se la otorgaba el emperador carolingio, descendiente oficial y autorizado del Imperio romano —de manos del papa—, por lo que allí el ideal neovisigótico no tuvo ninguna repercusión. Pero al irse el imperio carolingio a la porra irán por libre. En el caso catalán, tras la unificación en 1137 de Aragón y Cataluña, ahora ya hecha Principado y no revuelto de condados, las casas reales y la nobleza se irán contagiando la matraca y extendiendo su derecho a conquistar tierras que sus tatarabuelos no habían olido en su puñetera vida. No es una casualidad que en el siglo XII aparezcan sospechosamente otras «Covadongas» como San Juan de la Peña, relatos míticos calcados del asturiano y utilizados por la nobleza para imponer derechos adquiridos por su cara bonita (en el caso navarro, el derecho a elegir al rey) o lo que es lo mismo, por el poder de sus rentas y su ejército personal. Es por esta continuidad legitimista de siglos que, cuando los Reyes Católicos comienzan a vertebrar un estado sobre esta idea, no pilla a absolutamente nadie por sorpresa allá por finales del siglo XV.

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La batalla de Las Navas de Tolosa (1212). (DP)

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24 Comentarios

  1. … Para desgracia de nacionalistas periféricos, que se cuidan muy mucho de enterrarlas, las menciones a «Espanna» o «las Espannas» no son raras en los textos medievales y se pueden rastrear al menos hasta san Isidoro, obispo en el siglo VI…

    Justo debajo de un mapa donde aparece el nombre árabe Jalikiya, traducido como “Reino de León”. Los nacionalistas de todos lados, incluidos los no nacionalistas pero españoles y muy españoles, cambiando todo.

    • Mapa publicado en una enciclopedia publicada entre Barcelona entre 1900 y 1935, no precisamente sacado de una biblioteca califal.

      • La referencia a Jalikiya tiene su origen en crónicas árabes y servía de definición de todo el norte peninsular. El motivo es obvio. Que aparezca traducido sistemáticamente en la historiografía española como León o Castilla es otro debate que enlazaría muy bien con el contenido de este artículo: ver en la reconquista el nacimiento de España.

    • Para desgracia de los nacionalistas centralistas, esa Espanna fue, es y será la suma de muchas.

  2. Aunque fuera verdad el contenido del artículo (tiene puntos a debatir como la supuesta romanización superficial de la actual Asturias, que sus habitantes eran brutos poco refinados), al final existe España y se constituyó contra el Islam y a pesar del Islam.

    Incluso podemos utilizar toda esta corriente de descalificación para hacer la reconquista algo más grandioso, tuvo unos orígenes muy humildes y al final se proyectó la Hispanidad sobre buena parte del mundo.

  3. La Historia de España está tan cargada de mitos y medias verdades como la información que nos ofrece este articulista para fundamentar su punto de vista. Es tan rica y compleja la historia de España que cualquier gurú que nos intente engatusar a la audiencia de tal o cual cosa, errará.

    Este señor no nos cuenta, por ejemplo, la influencia tan notable que tuvieron los mozárabes que huyeron del sur de España al reino de Asturias (cuyos palacios, Iglesias..etc de los s. VIII Y IX eran una continuación natural de la arquitectura visigoda que se estilaba en Toledo, Zaragoza, Mérida..años antes) en la formación política y propagandística del reino Cristiano.

    Y, por Dios, no más rollos mitológicos de que qué buenos eran esta gente que destruyó la organización política más prometedora de la Europa postromana. ¡¡Por favor!!. Que ya hemos tenido suficiente con la historia falseada romántica como encima ahora aguantar esta otra igual de falsa.

    • Alejandro García

      «Este señor no nos cuenta, por ejemplo, la influencia tan notable que tuvieron los mozárabes que huyeron del sur de España al reino de Asturias […] en la formación política y propagandística del reino Cristiano.» Caballero, el artículo va precisamente de eso.

  4. Covadonga is not Spain….
    Hispania llevaba siendo Hispania en el siglo VIII cuánto ? Diez siglos? Así que de acuerdo.
    Cualquiera que se haya pasado por Covadonga y tenga un cociente intelectual normal se dará cuenta de que no es precisamente un enclave estratégico, ni un lugar dado a ser escenario de una batalla decisiva. En una palabra. Por Covadonga no se pasa. Hay que ir. Así que a ver quien se cree que el invasor musulmán se va a liar en un gran batalla con una banda de montañeses (por fuerza no muy numerosos que habría que ver la población de la zona en aquella época) pilosos, malolientes y con una mala hostia legendaria (ponemos a Augusto por testigo). Más bien lo que pensarían es ahí os quedáis que el tiempo es el que es (con el cambio climático ya no llueve lo que llovía hace 40 años, pero hace doce siglos aquello debía de ser para verlo), y nos vamos más al sur y ahí queda la meseta despoblada de tapón, salvajes del demonio.
    Y claro pasan los años y la Peña se viene arriba y va moviendo las fronteras y si quieres crecer hay que mover la capital más al sur que las dichosas montañas son un coñazo en invierno (hay momentos en los que lo son hoy día) y pasito a pasito los moros acaban al otro lado del estrecho.
    Los mitos son mitos. Todos los países los tienen y lo que no me acabo de explicar es porque aquí le damos tantas vueltas a las cosas. No hay que mortificarse tanto.

    • Lareon Falken

      Hermosa visión desmitificadora la que aporta. Así que ahora ahondaré de forma ligera en su argumentario.
      Es bien sabido que cuando a Trajano le dio por darle la vuelta a la tortilla en la relación de Roma con Dacia, le llevó 3 años someterla militarmente, mientras que la toma de la península Ibérica empieza en las segundas guerras púnicas y lleva 100 malditos años.
      Unos tipos malencarados, malolientes, pilosos y con poco aprecio por los pueblos vecinos (ya no digamos con los antepasados de los turistas italianos) hicieron sufrir y sangrar como nadie a la potencia militar más grande de su época. Y 700 años después, esas batallitas de la mili no solo seguían vivas en la memoria de sus descendientes, sino que además la romanización les había enseñado un concepto nuevo: las lindes.
      Así que todos sabemos que, cuando aún hoy se siguen produciendo muertes por sachazo en la cabeza (o golpe de azadón) por un marco movido, que no sería cuando hay miles de Km cuadrados sin dueño aparente… Que se empieza moviendo el marco unos metros en Covadonga, y es que al final lo pones en Melilla (en 1497).

  5. Me gusta que recupere los artículos que tenía en su antigua página, que buscarlo por _Internet Archives_ puede ser muy jodido. Ojalá y no demore en resubir la saga de los Borbones que nunca he podido terminar de leer (y no sé si es porque no la terminó o porque, cómo digo, soy torpe para navegar por los susodichos _Internet Archives_).

    • Alejandro García

      En ello estoy, aunque tienes buena memoria, no la terminé, quedó justo en Fernando VI. Alguna cosita más aparecerá por aquí.

  6. José Ramón Menéndez

    Sinceramente, observo que muchos comentarios que haces no son ciertos. Para escribir un artículo histórico deberías de investigar más la historia del Reino de Asturias. Por suerte se conservan bastantes crónicas antiguas asturianas y sobre todo en Liébana. Cuando se realiza una crónica histórica, lo primero que se debe hacer es ser historiador e investigador.
    Lo siento, perno estoy de acuerdo contigo en muchos puntos que tú afirmas en este artículo.

    • El Apocalipsis del Beato de Liébana como resistencia al poder musulmán en Córdoba y al poder cristiano en Toledo que acepta la sumisión al Califa. Interesantísimo.

    • Alejandro García

      ¿Quién le ha dicho que no soy historiador?

  7. Sería interesante especular sobre cómo esos monjes cordobeses emigrados a León tenían conocimiento de la pachanga de Covadonga y del tal Pelayo acontecida unos cientos de años antes y solo mencionada de pasada en algunas crónicas árabes. Muy populares debían ser para que las leyeran esos mojes. Y, siendo así, que les hizo pensar que una batalla y un personaje desconocido, un “asno salvaje”, podía legitimar a los reyes leoneses.

    Hablo de especular porque no deja de resultar interesante el empeño de algunos por combatir leyendas que, precisamente por serlo, somos conscientes de su carácter fabulado, exagerado, etc. y dar por conocimiento comprobado una versión alternativa sobre la que no hay registro alguno, ni tan siquiera, de carácter legendario.

    Curioso, también, que esos reyes asturleoneses gobernases 200 años sin que nadie les cuestionase su derecho a hacerlo y, sintieran, tan repentina necesidad de legitimar no ya sus propósitos “políticos” de ¿re? conquista, si no sus orígenes, ante un pueblo que pintaba entre poco y nada. No sea que les hubieran montado un 15M por intentar expulsar o hacerse con la tierra de los, posteriormente tan denostados, invasores, perdón, migrantes musulmanes.

    Por otra parte, para que el mito, la leyenda arraigue, debe tener cierta base popular. Sin esta carecería de fuerza para cumplir con su propósito. Estoy deseando leer un articulo “demostrando” que Rómulo y Remon no existieron, ni fueron amamantados por una loba, ni, por tanto, fundaron Roma, así que esta fue una pura invención.

  8. Albertinho

    En la Judea del siglo I aparece un judío predicando otra modalidad del judaísmo y es ajusticiado.

    Tras su muerte, aparecen seguidores de su mensaje y lo elevan a la categoría de nueva religión. A partir de ahí buscan legitimar su nueva religión con la prédica de este judío, empezando por culpabilizar al judaísmo y absolver a Roma y acabando por montar el Vaticano sobre la tumba de Pedro, para así literalizar una supuesta frase de Jesús sobre su futura Iglesia. Todo acabaría 300ypico años después con Constantino y Nicea, todo atado y bien atado.

    ¿Negamos entonces el carácter histórico de la religión cristiana?¿Porque sus orígenes sean turbios? ¿Porque sus creadores y fomentadores buscaron legitimarlo de cualquier modo? Precisamente eso es más real que cualquier sesudo ensayo que podamos publicar, esto es, que la religión cristiana se fabricó y triunfó.

    Pues lo mismo con la Reconquista, que se tardase más, que los orígenes sean míticos (porque nadie cree hoy que Pelayo estuviera en Guadalete por ejemplo, o que Rómulo y Remo y la loba) o que hubiera interesados en legitimarse no invalida el hecho histórico en sí, justamente lo contrario.

    Los astures nos tendrían la idea de Reconquista cuando bajaron al sur…¿y? ¿sabían los constructores de la catedral de Chartres o Notre Dame que estaban iniciando el Gótico?¿Entonces estas catedrales no son góticas porque sus creadores no tenían asimilado ese concepto?

  9. Tonterías

    Don Pelayo si existió era un noble cordobés, compañero de don Rodrigo, vencido en la batalla posterior a la de guadalete y escapado al norte para evitar la vengan a de los vencedores toledanos y sus amigos africanos. Lustros después cuando la,guarnición arabe de Gijón se aburre de estar en un sitio aislado y sin ningun atractivo se vuelven al sur y algunos les tiran unas piedras, eso es Covadonga como mucho.

  10. Rigodón del Rio

    Solo unas palabras como asturiano a este artículo «según nuestros profes del cole» no, Claudio Sanchez Albornoz documenta la Batalla de Covadonga en «Orígenes del Reino de Asturias» -Para Vd. son tres tochos- que duró 200 años. Este Reino fue capaz de desarrollar un arte singular que viene como un aparte en todos los libros de Historia y una de las mayores campañas publicitarias de la Historia «El camino de Santiago». «Pelagius» sería un atorrante pero constituyó un reino basándose en la legitimidad del anterior Reino Visigodo y tuvo éxito en ello. Los demás, bueno, los demás obtuvieron su legitimidad de la servidumbre a un tercero y puede intentar desmontar la historia con historietas de nuevo cuño, pero la leyenda, desmontar la leyenda ya es muy complicado….Alejandro…estudia.

  11. Antón Seisdedos

    Tú por Asturias no vengas….Eso pasa por estudiar mucho, que al final no hay principio. Si lo que quieres transmitir es que España es un artificio, pues bien…ya está.
    Por cierto. ¿Puedes decirme algún país cuya realidad existiese cuando….cuando….Eva le dio a comer la manzana a Adán?.
    A veces el mito la mejor forma de explicar las cosas.
    En una conferencia que oí a José Hierro, contó una anécdota de otra conferencia que dio él (o alguien conocido suyo,…no recuerdo) en China y que deriví hacia los Evangelios cristianos y los milagros de Jesucristo.
    Contó como Jesús resucitó a Lázaro después de unos pocos masajes a su inerme cuerpo….y el que estaba al lado de Hierro en la Mesa dijo…¿No me lo creo!,
    Hierro (o su conocido real o imaginario) le contestó:» Pues si te digo como sucedió en realidad…»
    En fín, que el hombre, como especie, avanzó desde no se sabe qué, creando redes sociales y, la más compleja de todas es el Estado que, con sus imperfecciones ( las que se quieran), es aceptado por las mayoría. Ni siquiera las organizaciones internacionales han superado el modelo organizativo y aceptación social del Estado.
    Si el artículo quiere decir que España es un invento, perfecto, y si además se quiere decir que es un invento de los vencedores, pues también perfecto
    Que hay otras opciones, también….Pero, ¿qué tiene que ver eso con que a los árabes, cuando tiraban flechas en la battalla de Covadonga a las huestes de Pelayo (que cargaba con la Cruz de la Victoria), la Virgen hizo que volvieran y mataran a los arqueros que las habían lanzado?

  12. Fernando Martínez García

    Qué manía con el «Rey Pelayo», que seguramente fue un bandolero de poca monta que simplemente pasó a cuchillo a varios musulmanes, le dio las gracias a la virgen y de ahí a la historia. Tanto inflar la historia por orgullo patrio es sencillamente absurdo.

  13. En esto se aprecia una morofilia y una asturiafobia bastante patente…

    1º La feudalización en el norte de España fue extremadamente escasa y no fue comparable a la imagen típica que tenemos en mente, mas bien entre vasallajes entre nobles, por el simple hecho que si vamos a los registros de población que se conservan desde el primero hasta el ultimo que recoge, si las personas son nobles o no a finales del XVIII, nos encontramos en la actual Asturias una mayoría de la población que es noble, en el ultimo censo cerca de un 90% (La nobleza era el pago por participar en batallas). Recuerdo un censo del Concejo de Ponga, que marcaba poco mas de 100 habitante de ellos aproximadamente 90 nobles, basicamente nos dice que habia una familia, como mucho 2 que no lo eran.

    2º En algunos textos antiguos del reino de Asturias se clasifica a los visigodos de invasores, (el cambio de actitud es una muestra mas de la influencia mozarabe)

    3ºGermanizacion mas bien nula, sobre todo en el oriente. Los tres primeros lugares cristianos construidos en España estan construidos en lugares de culto paganos

    4º La monarquia española se proclama, por el mero hecho que tiene su origen en la eleccion de un lider militar y por ello viene toda la antigua tradiccion de las juras y demas. Don Pelayo fue proclamado princeps en el repelao (Hasta el nombre del lugar…) de los cristianos y los astures. La eleccion de caudillos militares, a los que se cedia el poder politico usualmente disperso en tiempos de conflicto, es una constumbre de origen ya preromano

    5º La idea de unificar la penisula para hacerla un fortin a salvo de invasiones es romana

    6º El territorio de los Astures abarca a ambos lados de la cordillera desde tiempos preromanos

    7º Lo que provoco que se empezara la gente a trasladar al sur fue la sobrepoblacion, hay restos de cultivos en zonas de alta montaña muy poco actas para ello

    8º En el oriente de Asturias te encuentras restos romanos hasta en las construcciones modernas, además de existir una red de caminos bastante importante, otro tema es que no existan villas y ese tipo de asentamientos, no en vano tuvimos legiones rodeandonos durante practicamente toda la epoca imperial, asi que la zona no debia de ser muy segura para los ciudadanos romanos.

    Otro fallo mas los vascos fueron aliados de los romanos desde practicamente su llegada hasta el final, no se llegaron a enfrentar militarmente a ellos mas que como ayuda en las guerras civiles de estos, asi que Agusto no toco ni un pelo a los Vascos, de hecho entre otros el les entrego parte de lo que es el Pais Vasco actual por su ayuda y lealtad

  14. Antón Seisdedos

    ¿Alguien podría explicarme porque el porcentaje de participación de votantes en las elecciones generales (Congreso y Senado) son siempre más altas que los porcentajes de participación en las elecciones de cualquier comunidad autónoma?

    • A. Más españoles que X
      B. Tan españoles como X
      C. Más X que españoles
      D. Sólo españoles
      E. Sólo X

      Porque A+B+C+D es superior a A+B+C+E

  15. España, salvo que sea otra invención del franquismo, recibe su nombre de los fenicios por los metales que encuentran, cosa que no pasa en el norte de Africa. O a lo mejor los fenicios también le da en nombre a toda la zona por extensión, pero me parece poco creíble. La biblia, en Hechos, habla de viajar a España, y a lo mejor se referían también a viajar a Fez, pero lo dudo bastante. En resumen, el intento más de demostrarnos que España no existe ni existió nunca y, la verdad, es que aburre.
    Por lo demás, interesante forma de presentar esos momentos tan turbios de la historia y siempre se agradece un punto de vista crítico, pero, por favor, evite las tendencias, tan propaladas por un cierto sector ideológico, tendentes a minusvalorar una historia que genera envidia en los no españoles como he comprobado personalmente y que debería llenarnos de orgullo por sus consecuencias tan universales. No todo fue tan malo, sobre todo por comparación.

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