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Futuro Imperfecto #20: No más gordos con Ozempic, la droga de Hollywood

Futuro Imperfecto 20 No más gordos con Ozempic, la droga de Hollywood
DP.

Ozempic es el nuevo fármaco «milagro» que hace adelgazar sin dietas ni ejercicio, y ya se prevé que su impacto económico y social sea tan grande como en su día lo fueron el Prozac —la pastilla para ser feliz— o la Viagra —para el otro tipo de felicidad—. Llevaba en el mercado desde 2018, pero se ha popularizado durante el último año con el sobrenombre de nueva droga de Hollywood debido a la reaparición, mucho más delgadas, de las dos Kardashian, Kim y Khloé. Ellas llegaron a la fama reivindicando el modelo curvy, que también ha ido ganando presencia en las pasarelas. Un cuerpo femenino no normativo, contrario a la delgadez del arquetipo Barbie. Pronto se extendió el rumor de que lo habían conseguido ayudadas por un nuevo fármaco, y a la misma causa se atribuyó la desaparición temporal de la barriga de Elon Musk. Los protagonistas no confirmaron ni desmintieron los rumores, pero o bien ya habían hecho suficiente efecto, o bien se sumaron a otro fenómeno. Muchos médicos del país habían comenzado a recetar el medicamento Ozempic, indicado para la diabetes tipo II, como adelgazante. A partir de ese momento hubo una explosión de ventas en el mercado negro, muchos preparadores físicos de famosos aseguraron que ellos también lo tomaban, y comenzaron a aparecer de forma regular noticias en medios y redes.

Una investigación periodística publicada el pasado julio, hoy retirada de la revista pero que aún puede leerse en versión de archivo, sugería que el fabricante, Novo Nordisk, había empujado a los médicos a recetar Ozempic para el adelgazamiento. Nueve millones de dólares pagados a profesionales de la sanidad estadounidense en forma de invitaciones a comer, una práctica habitual y legal allí. Con el matiz de que lo normal son un máximo de cuatro invitaciones al año por laboratorio y fármaco, y en este caso los médicos habían disfrutado de más de cien. Encontramos además que justo al final de ese período el fabricante anuncia que, dada la popularidad de Ozempic para adelgazar lanzará al mercado Wegovy, este sí pensado para la obesidad. Ya lo tenía preparado para reducir problemas cardíacos en obesos, pero ahora puede recetarse como adelgazante ya que contiene mayor proporción del principio activo de Ozempic.

Solo que por ahora Wegovy únicamente se comercializa en Dinamarca, Noruega, Alemania y Reino Unido, además de Estados Unidos. El laboratorio no tiene capacidad de producción para llevarlo a más países, pero incluso donde lo venden suele haber desabastecimiento. Y si no se encuentra en el mercado negro se sustituye por Ozempic, más disponible. El resultado de todo lo anterior es haber convertido en pocos meses a Novo Nordisk en la empresa más valiosa de Europa, y cuarta farmacéutica por valor bursátil del mundo. El gobierno de Dinamarca, su país de origen, ha tenido que sacarla de las estadísticas para el cálculo del PIB a fin de tener una imagen fiel de su economía. Con ella incluida el país ha crecido un 1.7%, y sin ella ha decrecido un -0.3%.

Y contado así puede parecer que Ozempic no es tal revolución y que todo es una mezcla hábil de publicidad y estrategia empresarial. Pero realmente estamos ante un medicamento científica y socialmente revolucionario. Logra que el paciente pierda un 14.9% de su peso total, y lo hace porque su principio activo, la semaglutida, funciona como un agonista (estimulador) de la hormona GLP-1 que segrega de forma natural nuestro intestino. Obligando al páncreas a secretar más insulina de la habitual, y haciendo así descender el nivel de azúcar en sangre. Con menos azúcar, el cuerpo encuentra más dificultades para almacenar energía en forma de grasa. Pero es que además el fármaco, gracias a la semaglutida sintética, mantiene durante mucho más tiempo el efecto de la natural. La sensación de estar llenos y no tener hambre, que habitualmente dura unas horas, se prolonga durante días. Por eso las personas que han tomado Ozempic para adelgazar refieren nauseas y asco ante los alimentos, y un total desinterés por comer, potenciando el efecto adelgazador de la insulina extra secretada por el páncreas.

El fármaco evita que nuestro organismo haga aquello para lo que le preparó la evolución, engordar. Nos hemos adaptado durante millones de años a la carestía de alimentos propia del medio natural, y ahora que tenemos neveras y armarios repletos es muy difícil estar delgados. Para acabar de empeorarlo, algunas personas tienen una genética mejor adaptada a la carestía de la naturaleza, lo que significa que en ellos la dieta y el ejercicio hacen mucho menos efecto. Les cuesta muchísimo adelgazar, lo que lleva a la idea de que este medicamento milagro arreglará por fin el problema. Aquí está la promesa real de las semaglutidas, pero también la trampa provocada por su popularización. Si no modificas tus hábitos alimentarios y estilo de vida, tendrás que inyectarte Ozempic o Wegovy una vez a la semana durante el resto de tu vida, y cada vez en mayores dosis. Cuando lo dejes, si no has cambiado tus hábitos, sufrirás el efecto rebote.

Además los científicos han encontrado algo que no preveía la investigación inicial. Mientras las semiglutidas naturales solo alcanzan ciertas áreas del cerebro, las sintéticas llegan a muchas más, y eso podría explicar la reacción extrema de algunos pacientes, coger asco a la comida. Pero quizá también la aparición de depresión o trastornos psiquiátricos en diabéticos tipo II recetados con Ozempic como tratamiento de por vida. Apenas estamos en las etapas iniciales de algo muy prometedor, y esto último no invalida al medicamento, se prevé que si se confirma se incluya como efecto secundario en el prospecto.

En realidad donde radica el valor de las semaglutidas es en el tratamiento de la diabetes tipo II. Debido a la obesidad y al sedentarismo, cada vez más personas la padecen en todo el mundo, y se calcula que en 2035 la mitad de la población mundial será obesa, y un tercio tendrá obesidad mórbida. Esto último ya ocurre en EE. UU., con Francia, Italia e Inglaterra en los primeros puestos mundiales de obesidad, y España como cuarto país europeo con más sobrepeso. Por eso el mercado ha recibido tan bien las noticias de Novo Nordisk y ha aumentado tanto en valor: puede que en el futuro la vida de muchas personas dependa de un tratamiento de por vida con fármacos como Ozempic.

Además esta es una carrera de todas las farmaceúticas, donde otra de las importante, Lilly, ya ha logrado que su propio medicamento para adelgazar consiga una reducción del 22.5% del peso corporal, lo que le equipara al método de adelgazamiento más eficaz, la cirugía bariátrica (reducción de estómago). Está en la fase 3 del ensayo clínico, si pasa a la 4 está previsto que pueda adquirirse en 2026. Los endocrinólogos de las principales universidades y centros de investigación españoles coinciden que en pocos años tendremos este y otro tipo de medicamentos denominados triagonistas. Capaces de estimular la producción de varias de las hormonas que ayudan a no engordar o adelgazar, no solo la GLP-1 como Ozempic, también la amilina, el glucagón, y la GIP. En este caso los porcentajes de adelgazamiento podrían incluso superar la reducción del 25% del peso corporal. O lo que es lo mismo, una persona de 90 kilos pasaría a pesar solo 67.5 en pocos meses, y el resultado estaría asegurado.

Aunque en esta promesa hay un interrogante económico. Ozempic está disponible en España, una dosis con receta cuesta ciento treinta euros, por tanto quinientos veinte euros al mes para seguir el tratamiento. Para pacientes diagnosticados con diabetes tipo II y cubiertos por la Seguridad Social el coste es mucho menor, cuatro euros por dosis, pero aquí el objetivo no es adelgazar sino impedir que desarrollen diabetes tipo I y sufran los problemas derivados de la obesidad, ya que engordan aunque coman poco. El equivalente para adelgazar, Wegovy, es aún más caro, en EE. UU. sin seguro cuesta doscientos treinta dólares por semana. Y todo ello indica que los medicamentos para adelgazar no van a ser baratos, aunque quizá en los sistemas de sanidad pública pueda estimarse cuánto cuesta tratar los problemas cardíacos, óseos y de otro tipo de los diabéticos tipo II y las personas obesas. Y si tratarlos con estos agonistas compensa en el largo plazo. Es innegable que el número de obesos va a aumentar, porque en la mayoría de países occidentales encontramos que los alimentos procesados y ultraprocesados son o comienzan a ser más baratos que los frescos. Consumidos cada vez en mayor proporción por las rentas bajas, es también en ese segmento de población donde aparece más la obesidad.

En nuestra alimentación actual hay además un componente histórico y cultural que podemos atestiguar mirando un tipo de fotografía, la instantánea, la del álbum familiar. Antes de los años ochenta las fotografías rara vez muestran personas gordas, y son todavía más inusuales en las de blanco y negro, más antiguas. La década del cambio, los años ochenta, no es casual, quienes crecieran en ella recuerdan con nostalgia bollos como la Pantera Rosa, el Tigretón, el Bucanero, o el Bollycao, que por entonces eran de nueva aparición. La comida prefabricada era una novedad, y pareja a su popularización y adopción por las nuevas generaciones se ha ido incrementando el aumento de la obesidad en los países desarrollados. No solo por los bollos, también por las pizzas y precocinados, la antes llamada comida basura. Deberíamos comerlos poco, muy poco, o no comerlos en absoluto. Pero estamos en el siglo XXI, donde se nos promete la cura mágica gracias a la tecnología de la sequía, el cambio climático, el uso de combustibles fósiles, hasta del trabajo aplicando la inteligencia artificial. Estamos desarrollando una mentalidad social donde es mejor tener una inyección para estar delgados que renunciar a ese bollo de la infancia, capaz de disparar tanta dopamina en nuestros cerebros como un orgasmo.


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4 Comentarios

  1. Eso es futuro perfecto.

    • Martín Sacristán

      Hasta que caes en la cuenta que el tratamiento cuesta la mitad del salario mínimo interprofesional, y en eso coincide con la mayoría de avances médicos recientes. Avances médicos sí, pero solo para los pudientes.

  2. Y ahora que voy a hacer yo?, ¿de qué me vale entrenar y tener un físico cojonudo a los 48 años, si cualquiera puede tenerlo?. Espero que tenga algún tipo de efecto secundario y que se caiga el pelo o las uñas, o las dos cosas.

  3. Anónimo García

    La ‘burrémia’ humana no deja de sorprenderme (a cual más esperpénticos comentarios y respuesta, incluso del autor del artículo):
    -Ar (mi respuesta y consejo): Sí, tan perfecto como falso y artificial. Aunque está de mostrado que lo falso y artificial no es tan malo si te satisface a tí o a cualquier otro (mientras gastes tu esfuerzo y dinero en esas cosas para enriquecer a otros no hay problema). Tú a lo tuyo, mientras no te falte para alimentarte irás bien.
    -Martín Sacristán (mi respuesta): «Avances médicos sí, pero solo para los pudientes» El Ozempic no es un avance médico, es otro mata-neuronas para aquel que busca la admiración y el subvencionado de los demás (para los que ganan e invierten mucho dinero con su imagen). Estar sano es gratis, tener una buena imagen ya cuesta algo más, desear un cuerpo 10 ya resulta una tontería si no vives de él, y si tienes un cuerpo «normativo» (si eres un ‘crako’ o un ‘feto malayo’) resulta ridículo matar tu salud física y mental por querer ser algo que no eres para, además, no ganar un duro (la ‘simple’ admiración de los demás no pagarán tus facturas ni te harán vivir un cuento de hadas, a no ser que tú mismo te lo creas y ni así).
    -RVG (mi consejo): «¿de qué me vale entrenar y tener un físico cojonudo a los 48 años, si cualquiera puede tenerlo?» pues deja de entrenar y te empiezas a ‘chutar’ la droga esa (perdón, quise decir fármaco). Y si para ti es muy caro, pues entrena más duro para tener un cuerpo envidiable o único (hasta que saquen otra droga que consiga un cuerpo como el tuyo sin entrenar). Tú a lo tuyo también, que estar sano (física y psicológicamente) es lo de menos…

    Vamos maaal, muy maaal.

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