Ciencias Entrevistas

Alfredo Corell: «Hay un reto por delante, que es poner la inmunología en el lugar que se merece estar»

Alfredo Corell para Jot Down

Cuando todos los caminos apuntan a otra dirección el inmunólogo Alfredo Corell (Madrid, 1963) elige Sevilla como destino. Como si de una pieza de lego de las que utiliza en sus explicaciones se tratase, el azar, una fuerza sobrenatural o simplemente la vida, ha hecho que, contra todo pronóstico porque todo apuntaba a que estudiaría Teología, Corell sea hoy día unos de los mejores inmunólogos de España y, sin duda alguna, el mayor exponente de la divulgación científica de nuestro país en cuanto a COVID-19 y vacunas se refiere.

El ex Vicerrector de la Universidad de Valladolid fue nombrado ‘Mejor Docente Universitario de España en 2018’ en los II Premios Educa Abanca y cuenta en su currículum con numerosos premios y artículos científicos de primer nivel. Pero no son los cargos académicos ni los reconocimientos lo que nos atrapan de Alfredo, es su manera de explicar, su pasión por la ciencia, el amor a su trabajo, la dedicación y el esfuerzo que pone en todo lo que hace y, sobre todo, sus ganas de luchar por alcanzar sus metas, tanto personales como profesionales. 

El destino ha querido que un matemático, una periodista y un biólogo se encuentren hoy en un bar de la Alameda de Hércules.

Lo primero que tenemos curiosidad por saber es en qué tipo de familia, colegio, etc., creció un biólogo consagrado como es usted

Pues mira, nací en una familia obrera de Carabanchel, Madrid, con una madre que se dedica a criarnos, somos cuatro hermanos, la chica es la mayor, yo soy el segundo, y luego tengo otros dos varones por detrás de mí. Mi padre era pescadero, era autónomo, y luego pasó a ser asalariado y tuvimos unos años muy complicados.

Por decirte, no tuvimos ni siquiera un equipo de música, vivíamos en una casa muy básica, muy humilde, y todos conseguíamos estudiar porque teníamos becas. O sea, mis padres no se podían permitir pagar la universidad. Yo, de hecho, para irme a la universidad a estudiar Biología, el año anterior me fui dos meses a Alemania a ganar dinero. Hice el examen de selectividad y me fui en julio y agosto a Alemania a trabajar para ganar dinero por si no me daban la beca. Me la dieron, pero bueno, yo me quería asegurar que podría estudiar.

Así que un poco ese es el contexto en el que estudiamos.  Fui a Alemania con una misión católica española en Frankfurt, fui con un cura y 11 seminaristas. Yo era el único que no era del mundo religioso, de hecho, en el fondo iba a decidir si iba a estudiar Biología o Teología.

Entonces estaba bastante cercano al mundo religioso, había sido muy participativo en catequesis. Luego he pasado a ser completamente agnóstico, con el tiempo me ha desengañado mucho la Iglesia, pero en aquel momento estaba muy metido en el mundo de la iglesia, era catequista, era monitor de Boy Scouts también, y bueno, pues fui a decidir un poco mi futuro profesional: ¿biólogo o teólogo?.

Hablando de Alemania, ¿sabes alemán entonces?

Aprendí alemán exprés, te diré, porque además el cura me obligó a sacarme un interrail y a irme todos los fines de semana. Como yo no tenía obligaciones, digamos, religiosas, me obligó, me dijo que yo no podía estar ahí todos los fines de semana cantando en el coro en misa. Y me saqué un interrail y fui recogiendo cada fin de semana un gran número de ciudades de Alemania. Visité Berlín con el muro todavía, visité Colonia, Frankfurt, por supuesto, visité Múnich, visité Hanover, visité todas las ciudades y aprendí alemán.

Pero me vine tan enfadado con aquel país que -en un arrebato adolescente- lo olvidé como en dos meses. Con la misma rapidez con la que lo aprendí dejé de saberlo. Entonces hoy te puedo decir una frase, la primera de mi curso de alemán es que ‘heute ist Montag, aber oma ist nicht da’. Y no me acuerdo de más.

¿Qué significa?

Hoy es lunes y la abuelita no está.

¿Y por qué ese rechazo al país?

Pasaron varias cosas. Descubrí que la Alemania que yo visité era xenófoba, no, lo siguiente. Era racista, xenófoba, de hecho, yo como español estaba en un segundo grupo social que podíamos entrar a determinados sitios y pubs, que éramos los italianos y los españoles, y los portugueses y los griegos. Básicamente, así como los más mediterráneos, los más latinos, teníamos acceso a un segundo tipo de locales. Los primeros eran sólo para los alemanes, los franceses y los ingleses. Y los terceros eran para los turcos, que estaban completamente marginados.

Eso por un lado y por otro, era un país tan extremadamente caro que el poco dinero que gané se fue. O sea, yo me volví a España con poquísimos ahorros para lo que yo pretendía, que era sacar dinero para pagarme la universidad.

Y luego me enfadé un poco por su forma tan cuadriculada de ser. Recuerdo que yo iba a trabajar,

yo trabajaba en un negocio que no había visto en España que era una empresa llamada de transformación del papel. Recogíamos restos de rotativas, restos de distintos tipos de papeles pintados, se cortaban, se pesaban, se empaquetaban y se revendían. No sé para quién, pero yo me dedicaba a pesar y a empaquetar el papel. Entonces yo recuerdo que iba en bici y alguna mañana que llovió mucho y que no podía ir en bici o que se me pinchó un día la bici, tuve que coger el autobús y llegué diez minutos tarde. Le dije al encargado que me quedaría esos minutos después y me descontaron de la nómina diez minutos. Les dio igual que yo me quedara esos minutos, me lo descontaron de la nómina igualmente.

Entonces, un poco todo esto me hizo salir de Alemania como un poco enfadado. Como decir, bueno, qué país tan raro, ¿no? Y bueno, y con la misma velocidad con la que aprendí, porque yo llegué a hablar con militares y con policías por debajo del muro. Yo no llevaba pasaporte, no iba preparado, entonces iba con el DNI y para poder pasar por debajo del muro a Alemania del Este tenían que hacerme un salvoconducto y tenía que pagar un montón de marcos en aquel momento. Y conseguí explicarme con los policías en alemán, aunque fuera muy rudimentario.

Pero luego, insisto, mi experiencia no fue bonita y lo olvidé.

Sin embargo, en Londres sí pasaste un tiempo como postdoc ¿Qué diferencia encontró entre ser científico en Londres y científico en España? ¿Te acogieron mejor que en Alemania?

Bueno, Londres para mí fue balsámico porque fue un postdoc tardío.  Voy a ser muy sincero, yo me voy del Hospital 12 de Octubre de Madrid porque me echan. Mi jefe entonces, o mi ex jefe, le dijo al director del laboratorio de Londres que yo iba con todos los gastos pagados. Era mentira. Yo no llevaba un duro. Yo acababa de comprarme una casa en Madrid, tenía una hipoteca recién hecha y me iba a una ciudad -sin dinero-  que valía el triple de lo que valía vivir en Madrid.

Mi abuela vivía entonces todavía y me pasó los primeros meses algo de dinero para sobrevivir en Londres hasta que yo pedí una beca de ampliación de estudios de aquí del Ministerio de Sanidad y me la concedieron, pero cuando ya llevaba tres meses en Londres. Un amigo de Madrid asumió durante varios meses el pago de mi hipoteca, hasta que yo pudiera reflotar económicamente.

Esos tres primeros meses fueron terribles. Allí me acogió en su casa el subdirector del laboratorio y no sólo me acogió en su casa a dormir, sino que comía con él y me llevaba en coche de su casa al laboratorio y del laboratorio a casa.

Yo me pasé tres meses sin dinero para vivir en Londres, todo esto porque mi ex jefe me echó del laboratorio y le dijo al de Londres que iba con todo absolutamente pagado. ¿Para qué? Para que me acogiera y no pudiera poner ninguna pega. Llamó a varias empresas comerciales de las que nos suministraban productos de laboratorio de investigación y les dijo que me pagaran y que a cambio él les compraría más.

Entonces las empresas me dijeron que lo que podían pagarme eran billetes de Londres-Madrid y Madrid-Londres que no me podían pagar en especie. Y claro, a mí no me interesaba irme a Londres para estar todos los fines de semana viniendo a Madrid, eso a mí no me resolvía la vida. Yo tenía que comer y pagar un alquiler en Londres. Eso se consolidó y se tranquilizó cuando ya conseguí la beca de ampliación de estudios, que eran muy buenas, pero claro, tardé tres meses.

Así que el inicio en Londres tampoco fue tan bonito, pero fue balsámico porque supuso el final de una etapa que fue muy mala en el Hospital 12 de Octubre.

A este hombre se le fue completamente la cabeza. De hecho, luego finalmente le echaron del hospital. Y bueno, yo era su mano derecha y pasé de ser su mano derecha a ser su demonio. Y me machacó, me machacó literalmente.

Y eso que había estado muchos años trabajando después de acabar la licenciatura allí en el Hospital 12 de Octubre

Sí, sí, yo de hecho empecé en el Hospital 12 de Octubre estando en cuarto de carrera. Estando en biológicas, mi sueño era ser genetista. Llegué porque me gustó mucho el ADN cuando me lo contaron en el cole, pero el profesor de genética de la Complutense me hundió en la miseria porque fue nefasto. Había escrito un libro que era un ladrillo tremendo que había que comprar para estudiar la genética. Y nada, me desencantó la genética completamente. Con lo cual yo lo decidí durante la carrera, que en ese momento había tres ramas: biología fundamental, zoología y/o botánica. No había otra.

Opté por la biología fundamental, que era un poco más la de básica, la de laboratorio, y yo la iba a enfocar a la genética a base de optativas. Entonces cambié de criterio y las enfoqué a la bioquímica. 

En tercero de carrera ya había muchos compañeros míos que se estaban posicionando en distintos laboratorios para hacer la tesis después así que yo fui a ver a Margarita Salas. La tenía idolatrada y le pedí entrevista. Me recibió y me pidió el expediente. Se lo conté y me dice “mira Alfredo ahora mismo con tu expediente tienes una media de notable, un 2 (así se medía en la universidad un notable correspondía a un 2) pero con eso no te aseguras una beca de doctorado tienes que tener un 2.5 como mínimo para asegurarla.  Así que yo que tú no entraría a trabajar en ningún lado y me dedicaría a subir el expediente”. Fue muy amable, fue encantadora, pero me dijo aquello.

Ante esta negativa, pedí a los de Bioquímica de la Complutense también que me cogieran ellos para la tesis y ellos tenían un filtro por el cual, si no sacabas en bioquímica de segundo una matrícula de honor, no podías entrar. Entonces ya se acabó. Yo había sacado sobresaliente sin opción a matrícula de honor, con lo cual no podía entrar.

Y entonces el catedrático de Bioquímica, José Gavilanes, que me quería mucho, a pesar de todo esto, me quería mucho y yo me llevaba muy bien con él, me dijo que se estaba abriendo el laboratorio de inmunología en el Hospital 12 de Octubre y que estaban buscando gente, que si me interesaba. Mandé el currículum, me entrevistaron, me cogieron y empecé en el laboratorio de lo que se llamaba en aquella época “meritorio”, que no cobrabas nada, echabas todas las horas del mundo y no cobrabas absolutamente nada. Ni un compromiso del hospital para que luego te cogieran, ni nada. A pesar de lo cual, durante todo cuarto y todo quinto de carrera, trabajaba en el hospital por las tardes y los fines de semana. Saqué todas las asignaturas de cuarto y todas las de quinto, con matrícula de honor, todas, con lo cual mi expediente pasó a casi un 3 de media, del 2 que tenía inicialmente. O sea que se cumplió lo que me pedía Margarita Salas, pero sin dedicarme solo a estudiar.

El hecho de empezar en el laboratorio, y la inmunología que para mí era una desconocida, me espoleó, me gustó mucho y me mejoró el expediente. Entonces, por eso me dediqué a la inmunología también.

Alfredo Corell para Jot Down

Bueno, pero antes de eso, ¿por qué la Biología? Porque dijo que tenía dudas entre Teología y Biología.

Lo previo, previo, es que yo recuerdo a un profesor de sexto de EGB que de pronto un día pone una figura de proteínas y del ADN. Y no la proyectó, porque en esa época no se proyectaba, no sé si lo dibujó en la pizarra o nos lo enseñó en un libro. Y cuando nos contó aquello de la proteína y el ADN como las moléculas de la vida, yo dije “yo quiero saber de eso”.

Eso fue en sexto de EGB, de eso me acuerdo perfectamente. Y a este profesor, que se llamaba don Nicolás, yo le invité a mi comunión. O sea, era un profesor al que yo adoraba porque me dio varios cursos enteros. Aparte del de sexto, probablemente me daría séptimo. Entonces, para mí eso fue la inspiración de la Biología. ¿Por qué dudé luego en la Teología? Pues muy probablemente dudé debido a mi orientación sexual.

Ha habido una época en la que en España ser gay estaba muy mal visto y una de las maneras de obviar este problema y de evadirlo de alguna forma era hacerte sacerdote. Eso unido a mi pasión por la docencia, que yo en ese momento la desarrollé con ser monitor de Boy Scouts y con ser catequista de comunión, pues bueno, probablemente me llevó a una pequeña confusión que no fue tal. O sea, yo en el fondo cuando iba a Alemania, estaba ya decidido a hacer Biología.

Hubo una anécdota muy bonita porque yo hice el examen de selectividad y me fui a Alemania. No me dio tiempo a llevar la papeleta a biológicas, y se la dejé a una amiga para que me registrara la solicitud en la Complutense. Bueno, yo solicité las dos, Complutense y Autónoma. A mí me gustaba más la Autónoma, que creía que tenía más nivel, pero no me aceptaron inicialmente y luego me concedieron el traslado a la Autónoma tres meses después y ya me pareció tarde y no me fui. O sea que finalmente hice la carrera entera en la Complutense.

Pero a lo que iba es que mi amiga cuando llevó la papeleta para inscribirme para hacer Biología, le dijeron que se había equivocado, que esa papeleta era para Medicina. Y dijo ella que no. Y le dijeron sí, sí, tiene nota para entrar en Medicina y dice ella, ya, pero mi amigo no quiere hacer Medicina, quiere hacer Biología.

Yo tenía en la selectividad de aquel entonces un ocho y pico y con esa nota entraba sobradamente en Medicina en aquel momento, y no estaban acostumbrados a recibir esas notas en Biología. Esa fue la anécdota.

Tras un año en Londres regresa a España ¿cómo fue la vuelta?

Estando yo viviendo en Londres y trabajando en Londres salió la oposición a titular de la Universidad de Valladolid. Fui a Valladolid a hacer la oposición, la gané, hubo un recurso, aquello se retrasó tres o cuatro meses con el recurso, con lo cual esos tres o cuatro meses yo seguí viviendo y trabajando en Londres, y luego dio la casualidad de que la asignatura que yo iba a impartir en Valladolid, cuando ya tomé posesión, era del segundo cuatrimestre, con lo cual me pude alargar todavía otros tres o cuatro meses más hasta diciembre de 1999. Así que estuve de diciembre del 98 a diciembre del 99 de estancia en Londres. Cuando yo ya había ganado la oposición, mi director del instituto, que entonces ya sabía la situación en la que yo había ido a Londres, me ofreció un contrato de senior-scientist en la Fundación Antony-Nolan, que supondría haber ganado el triple de lo que ganaba en España y tener un estatus de una vida holgada en Londres, que era mucho decir, pero me lo ofreció una vez que yo ya había ganado la oposición de Valladolid. De esas ofertas que en la vida he dicho “NO” ésta es una de ellas. Así he tenido tres o cuatro y dices, no sé si hice bien o no. Me podía haber quedado en Londres con un estatus maravilloso, pero decidí venirme y lo que hizo él fue, durante tres años más, me contrató, al menos un mes al año como asesor de lo que en ese momento eran los brotes de lo que hoy en día se conoce como la secuenciación masiva del ADN.

El laboratorio Antony -Nolan era un centro de donantes de médula ósea y de cordón umbilical, el más grande del mundo a nivel privado, tenían que hacer muchos tipajes de muchas médulas y muchos donantes de cordón, por lo que necesitaban hacer secuenciación masiva. Y bueno, yo era un experto en secuenciación automática y puse en marcha la secuenciación masiva allí. Acudí dos o tres años a hacer una asesoría externa y me pagaban muchísimo por dar apoyo al desarrollo de la secuenciación.

Justo de eso te queríamos preguntar, de la secuenciación. Fue en 1991 cuando secuenciaste uno de los primeros genes humanos en España, aquí en Sevilla, unos años más tarde, se secuenció la bacteria Halomonas titanicae, que es un microorganismo encontrado en el casco del Titanic. ¿Cómo fue esa época en la que tanta gente trabajaba en secuenciar genes?

Pues fue bonito porque yo viví el paso de la secuenciación radiactiva, manual, a la secuenciación automática fluorescente. Cuando vives esos saltos tecnológicos es maravilloso. Cuando la gente ahora dice, hago una PCR y meten unos reactivos en un tubo, en una máquina, y no saben lo que es una PCR. Cuando yo la PCR las hacía con tres baños de agua, de tres temperaturas, con un tanque de hielo, e íbamos haciendo marcas en los azulejos. Eso era divino, no tenía nada que ver con la máquina de ahora.

Cuando ves esos saltos comprendes la ventaja de esa revolución tecnológica. Yo creo que cuando ya la tienes hecha, pierdes un poquito ese sabor. Y en la secuenciación pasó eso, yo pasé de hacer los geles aquellos larguísimos radiactivos, a hacer los geles fluorescentes, y además probé dos secuenciadores, el que tenía solo una fluorescencia y luego el que tuvo ya las cuatro fluorescencias de cuatro colores que fue una revolución mayor todavía.

Hoy en día incluso está mal visto, quedarse una noche de sábado en el laboratorio hasta las diez de la noche sin embargo yo recuerdo quedarme hasta las doce de la noche, y los fines de semana ir a trabajar para avanzar más y sacar más genes. Tengo un montón de genes en los bancos de secuencias de aquella época, sobre todo, genes humanos. De hecho, probablemente el primer gen humano automático se secuenció en mi laboratorio.

Es muy bonito porque el Hospital 12 de Octubre está ahora celebrando su 50 aniversario y ha puesto un timeline de los descubrimientos o de las contribuciones del hospital a la historia de la sanidad y en el panel del año 91 pone el descubrimiento de un gen nuevo del sistema de histocompatibilidad, que es mi tesis doctoral. Aparecer citado como uno de los logros del hospital en ese año es para mí un orgullo, es muy bonito. Además, me acuerdo, el primer secuenciador llegó al Hospital 12 de Octubre de Madrid el 8 del 8 del 88. No se me olvidará jamás esa fecha porque es imposible, salimos en el telediario de las 3, que lo llevaba Mariñas, que era el único telediario que había en ese momento, y salí ahí en el telediario, la primera vez que aparecí en televisión fue usando el secuenciador de ADN.

En 1988 llega el equipo, pero no sería hasta 1991 cuando se secuenció el primer gen ¿correcto?

Desde el 88 estábamos secuenciando nosotros genes que ya se conocían, pero la aportación de secuenciar un gen nuevo, eso ya es el tema de mi tesis, que es el gen de HLA-DRB6.

¿Fue en esta época cuando le llegaron otras ofertas importantes a las que dijo que no?

Bueno, una ya te la he dicho, que es la de Londres, y otras dos sí que llegaron en esos años en los que hice mi tesis y la leí.

Al poco tiempo llegó a visitar el laboratorio uno de los científicos de Harvard que más trabajaba en este mismo tipo de genes, Jack Strominger, en los genes de histocompatibilidad, los de trasplantes de órganos, que son los que yo he trabajado. Entonces él llegó, visitó el laboratorio, nos dio una charla y bueno, pues le fuimos contando lo que cada uno habíamos hecho. Cuando vio mi trabajo me ofreció irme a Harvard a hacer una estancia postdoctoral.

Esa sería la segunda oferta internacional a la que renunció

Bueno, esa fue laprimera, de hecho. A nivel temporal, ese fue el primer no.

¿Por qué dije que no ahí? Por el mismo motivo que el segundo no que te diré a continuación, porque llegaron los dos juntos.

Porque yo había empezado a trabajar en el equipo de trasplantes y me sentía tremendamente útil a la sociedad. Cuando tú hacías un tipaje de un trasplante y se ponía ese riñón, ese corazón, ese hígado y salvabas vidas, para mí eso era una inmediatez, una satisfacción total que la ciencia nunca me había dado como investigador básico. En cambio, ahí como clínico, trabajando en el equipo de trasplantes, me sentía súper útil.

¿Conoce a Rafael Matesanz?

Sí, puso en marcha la ONT, que ha sido en el fondo el motivo por el que estamos el número uno en trasplantes del mundo. Ha hecho un trabajo muy bueno.

Hay detalles así en la vida que no se olvidan. Una noche, salía yo de una guardia de trasplantes de hígado, y de pronto pongo la radio en el coche de vuelta a casa y estaba el programa ‘Hablar por hablar’ con Gemma Nierga. Llama un señor que a su hijo le acaban de poner un hígado en el Hospital 12 de Octubre de Madrid y que está agobiadísimo por cómo va a salir. En ese momento paré el coche y llamé. Entré en directo en el programa diciendo que yo estaba en el equipo que había hecho ese trasplante, que se quedara tranquilo que estaba en buenísimas manos. El cirujano que hacía los trasplantes era Enrique Moreno, que ha sido probablemente uno de los más fuera de serie en cirugía de hígado en España.

Eso me hizo sentir muy útil.

La segunda oferta que rechacé llegó en esos meses también.

El primer secuenciador automático de ADN había venido a España. La empresa se llamaba Applied Biosystems y aquí en España había entrado de manos de otra que la distribuía, pero aspiraban a instalarse en Europa. Básicamente era una empresa americana. Y nada, me propusieron un puesto de director técnico del secuenciador de la instalación en España. Era un trabajo con muchísimo dinero de por medio. Pero también dije que no.

Harvard, Applied Biosystems y luego Londres ¿algún NO más?

Sí, hay un cuarto NO que tiene mucho que ver con por qué estoy en Sevilla, pero eso lo dejamos para el final de la entrevista (risas).

Por supuesto. Hemos hablado de los orígenes de su investigación, pero uno de los últimos artículos que ha publicado y que hemos leído, versa sobre la presencia de genoma de dos virus, en concreto la viruela del mono, mayoritariamente en personas homosexuales y de COVID-19 en cuartos oscuros de discotecas de ambiente de Madrid ¿Puede hablarnos de esta interesante investigación?

Esa investigación ha sido muy bonita, aunque creo que esta va a ser la primera publicación que se haga eco de esto porque todavía no se le ha dado difusión.

Ha sido una colaboración entre el colectivo LGTBI de Madrid y el Centro Superior de Investigaciones Científicas. A mí me llamaron del CSIC por mi proximidad con el colectivo LGTBI y me dijeron que no se ha medido nunca estos virus en locales de hostelería y que, en concreto en los lugares en los que se prevé que haya más incidencia son aquellos locales que visitan las personas infectadas, en ese momento el 98% son varones que tienen sexo con hombres, pues que lo suyo sería hacer la investigación y tomar las mediciones en Chueca. Esa llamada creo que fue cuatro días antes del Orgullo del año 2022.

Y nada. La investigación consistió en meter dentro de los locales una bomba de succión de aire que iban conectada a un filtro. En primer momento querían meter unas bombas muy grandes que eran muy difíciles de camuflar y de que pasaran desapercibidas, así que hablé con el investigador principal y finalmente metimos una bomba un poquito más pequeña, que no hay que enchufarla, que tiene batería, y que se podía camuflar detrás de una botella de licor. 

Problema, el caudal que aspira de aire es más lento y entonces habría que tenerla más horas.

Localicé a personas influyentes de allí, de Madrid, que me pusieron en contacto con cinco locales y conseguimos poner en una cafetería que tenía dos plantas, en tres pubs de una única planta y en un cuarto oscuro que tenía también dos plantas. ¿Qué me faltó que yo hubiera querido? Una sauna y una discoteca. Toqué estos locales, pero con el poco tiempo que tenía para hacer las mediciones, que eran solo cuatro días, no lo logré. Entonces, bueno, pues me dediqué durante cuatro días a poner estos dispositivos como a las 7 u 8 de la tarde y recogerlos cuando el local cerraba a las 3 o las 4 de la mañana. Estaban aspirando durante 7- 8 horas.

Luego estos filtros yo los ponía en un líquido de preservación y se llevaban al CSIC, donde en el CSIC ya hacían el análisis tanto del virus de la viruela del mono como del COVID-19. Curioso es que el COVID tampoco se había podido medir en locales de hostelería. Sí que se había medido en otros locales como colegios, como hospitales, pero lo que es en sitios de restauración, no había ese dato.

La verdad es que me encontré a unos dueños de los locales muy colaboradores. Tan solo hubo dos que rechazaron participar pensando que si salía su nombre se iban a quedar marcados, que yo los nombres no los he publicitado, pero lo quiero hacer para justo lo contrario, para que la gente sepa que son locales que se preocupan mucho por la salud de sus clientes, que regeneran el aire, etc.

De hecho, a raíz de este estudio, en el que también mediamos la concentración de CO2, uno de los locales que participó mejoró sus instalaciones, porque le dijimos que no estaba tan mal ventilado lo que pasaba es que durante esas ocho horas a veces se echaba humo carbónico, con lo cual eso saturaba el medidor de CO2 muchísimo.

Las mediciones las hicimos el Día del Orgullo, que para mí fue un horror, porque la policía no me dejaba acceder a la zona acordonada de Chueca. Yo llevaba un salvoconducto del CSIC diciendo que estaba investigando y mi tarjeta de profesor en la Universidad de Valladolid, y aun así la policía, en uno de los controles, no me dejaba acceder hasta que un policía me vio, me reconoció de la televisión y le preguntó al compañero qué pasaba. Y dice, “este señor pretende entrar”. Y les respondió “este señor lo que quiera. Así que déjale entrar ahora mismo, que viene a investigar, que no viene a pasar el rato”. Total, que, si no me llega a reconocer un chaval, un policía joven por el tema de la tele, no me dejan pasar, a pesar de todo. Porque claro, para ellos sonaba increíble que a las 2 de la mañana alguien pretendiera entrar a un local, no a beber, sino a tomar una muestra. Pero bueno salió muy bien.

Tras recoger las muestras y analizar los filtros se detectó virus de la viruela del mono en el ambiente. No significa esto que sea contagioso en el aire, una cosa no es consecuencia a la siguiente. Lo que queríamos es ver si en el aire se podía quedar y por lo tanto transmitir. Otra cosa es que ese virus que esté en el aire suspendido tenga capacidad de infectar, que probablemente no la tenga. Esa es otra investigación que ya se está haciendo.

Por otra parte, vimos cómo el COVID evolucionaba, cómo se daba más o menos la incidencia en España y el de la viruela también. El máximo punto del virus de la viruela que estaba en todos los locales en la muestra de agosto, la Virgen de Agosto, coincidió con el máximo en España de casos de viruela del mono declarada.

En 2023 hemos hecho también otros dos puntos de control puesto que hubo un repunte en algunos países, en Tailandia y en Centro Europa, me pidió el investigador que hiciéramos otro par de puntos en la Semana del Orgullo. Un día de mucha afluencia y un día de menos clientes.

Se repitieron y en este caso no se ha visto en España ese repunte. Con lo cual, bueno, yo creo que han sido unos datos muy buenos que han demostrado algo que hasta entonces no se sabía y es que se podía encontrar el virus en el aire.

Además de los datos, esta investigación ha puesto de manifiesto que, si buscas la manera, la sociedad civil puede colaborar con los científicos en muchas ocasiones.

Alfredo Corell para Jot Down

¿Para publicar tuvieron problemas?

No, porque además el investigador principal, que es Antonio Alcamí, tiene un currículum en virología excepcional y lo mandamos a Lancet Microbe, que es una de las revistas de más impacto en infecciosas. Sí que hubo problema en cuanto a la extensión. Hubo que hacerlo en formato carta, más corto que un artículo completo, y eso nos obligó a reducir las palabras y los datos muchísimo y a ponerlo casi todo como material suplementario. Son cosas que tiene a veces la ciencia, que quieren que sea lo mínimo. Y entonces, bueno, pues eso sí, pero no hubo problema. Fue la primera revista a la que se mandó y en la primera se aceptó.

El problema ha sido más bien la divulgación.

¿Por qué no se ha difundido esta investigación?

Antonio Alcamí en ese momento no fue lo suficientemente ágil para dar la noticia al CSIC, con lo cual el gabinete de prensa no lo publicitó.

Creo que es importante que se dé a conocer porque al colectivo LGTBI le va a interesar y porque me parece una investigación original y distinta que puede marcar muchas líneas. También es relevante destacar que involucra una colaboración científico-civil, en este caso con un colectivo concreto, pero con la sociedad civil al fin de al cabo, para que pueda abrir caminos a muchos otros investigadores.

Con todo el acoso que ha sufrido, que desde aquí condenamos rotundamente, por su orientación sexual ¿Cree que este tipo de estudio podría echar más leña al caldero y por eso no tiene la divulgación necesaria?

No, yo creo que no. Un fallo de coordinación entre los investigadores y el Gabinete de prensa del CISC y ya está. No creo que haya ninguna intencionalidad más allá de esto, no lo creo. Al revés, otra cosa que también me ha sorprendido es que yo me puse en contacto con algún medio periodístico LGTBI y como son medios privados, pues tampoco le vieron el interés. Es decir, que es una cosa como muy pública que debe aparecer en los medios generalistas.

Yo había pensado sacarlo en una revista de inmunología y hacer un reel o una noticia en Instagram, pero al final esta es la primera publicación en la que se va a mencionar este estudio, que yo creo que es muy relevante porque tiene muchas implicaciones de futuro. Y seguro que no la última, seguro que no.

Tras abordar su faceta investigadora, y teniendo en cuenta que en su plan de vida estaba ser biólogo de laboratorio ¿Cómo se pone al frente del aula? En sus comienzos, de hecho, como docente, algunos alumnos protestaron diciendo que no se enteraban muy bien de sus clases. ¿Supuso esa crítica del alumnado un cambio decisivo en su trayectoria y en su forma de enseñar?

Totalmente. Yo aprendí muchas técnicas de educación no formal en mi época de monitor scout. Hice muchos cursos y aprendí a manejar grupos grandes de personas para conseguir una dinámica y una información final. Tenemos muchas herramientas, pero todo eso se quedó ahí en un trastero.

Yo me voy a Londres y a la vuelta de Londres regreso como docente, como profesor universitario. En la Complutense de Madrid había montado todas las prácticas de laboratorio de todos los grados que impartían inmunología, cosa, por cierto, por la cual jamás se me dio ni un solo reconocimiento ni siquiera me dieron el reconocimiento luego de años trabajados. Porque lo hice todo como favor a mi ex jefe. Son años que a nivel profesional no me han servido, pero sí que me sirvieron como aprendizaje.

Y como digo, la vuelta de Londres fue de cabeza a la docencia. Yo venía en ese momento con un currículum a nivel investigador muy fuerte, de uno de los mejores centros privados de mi campo y regresé creo que con la cabeza muy alta, muy inflada. Probablemente pretendí que los estudiantes de medicina supieran la misma inmunología que yo sabía. Y claro, pues me equivoqué. Me equivoqué totalmente.

Y me duró aquel equívoco semana y media, más o menos. Llegó el jefe de estudios, que era muy educado, muy amable y me dijo, mira Alfredo, no sé qué ha pasado, pero es que esta asignatura (la inmunología) era la María. No la María de segundo, era la María de la carrera. Y estas cosas los alumnos se las van contando unos a otros, año tras año. Entonces de pronto los de ese año se encuentran que ha llegado un loco nuevo, que no es el de siempre, y que ha dejado de ser la María, que hay que estudiar y que es muy difícil, además.  Entonces Pepe Eiros me dijo, mira, habla con ellos, a ver, porque me están diciendo que es que no se enteran de nada.

Claro, aquello me dejó preocupado. Pero fui a hablar con los alumnos. Era una delegada y un delegado y me junté con los dos.

Bueno, ella, a la que adoro hoy en día, es una chica a la que quiero muchísimo, Malena, me dijo, “es que no sé qué pretende, es que no nos enteramos de nada, es que no se entiende nada”.

Y yo decía, pero bueno tan mal explico. Y me fui a casa hundido.

Eso era un jueves o un viernes y ese fin de semana me dediqué a reflexionar. Y a decir, bueno, a ver qué hago con esto que de pronto me dijeron que no se enteran de nada. Y entonces desempolvé un poco todos mis aprendizajes de la época scout. Y dije, bueno, pues hay que probarlo. Tengo que poner otro tipo de métodos en el aula que me ayuden. Tengo que bajar también mis expectativas a nivel de los contenidos que estoy impartiendo, está claro. Pero además de eso, pues quiero algún método que realmente sea de impacto, ¿no? Y ahora mismo, tal y como está el curso que he empezado y los tengo a todos en contra, quiero algo que sea de mucho impacto y que se relaje el aula. Y entonces hice una dinámica de role-playing en la que junté a los dos cursos, eran unos 160 alumnos, 80 por aula.

Y ese día les junté a todos los alumnos en una misma aula que era gigante, en el Paraninfo que es tipo anfiteatro, y los convertí en una célula. La parte de delante era la membrana, la parte de dentro era el núcleo y entre medias el citoplasma.

Les fui asignando roles.

Cada alumno de la clase tenía un papel; un enzima, una proteína, un ácido nucleico, un lípido, el antígeno, el anticuerpo, los receptores… Repartí todos los papeles y escenificamos qué es lo que pasaba cuando una célula de las defensas reconocía el antígeno.

Y bueno, pues tardé más en explicarles cómo íbamos a hacer el role-playing que luego lo que duró realmente la actividad.  Cuando lo hicimos, se levantaron todos de golpe y empezaron a aplaudir. Y claro, en 15 minutos habían aprendido lo que llevaba yo cuatro días intentando explicar en la clase en el formato convencional, que era todo transducción de señales bioquímicas dentro de la célula.

Fue un aprendizaje muy bonito para todos, para ellos y para mí. A partir de ese momento  cambió también la percepción de ellos sobre mí, mis dinámicas en clase y ya no fue la última, hice muchas más.

De criticado a obtener en 2018 el Premio Educa Abanca

Bueno, eso fueron bastantes años después, 18 años después. Es un premio muy bonito, siempre lo recordaré porque solo lo puedes obtener si te propone un estudiante. No te puede proponer ni tu universidad, ni tu escuela, ni tus compañeros, ni auto proponerte.  Es un premio que solo te nominan si te presentan los estudiantes. Ellos te proponen y la organización te avisa por si aceptas participar. Si aceptas, tienes que mandar toda la información. Y diré que piden una información más exhaustiva que ANECA (la agencia de calidad universitaria española), lo que solicitan para baremarte es espectacular.

Porque, además, ANECA se centra más en cuestiones más formales, quizá más académicas, más científicas y tal, y aquí hay de todo, de hecho, pasé muchísimos días preparando aquella documentación.

Y, bueno, pues luego salió que estaba entre los diez primeros y luego ya se publicó que había ganado. La verdad es que es un honor y un orgullo porque son unos premios que, insisto, nacen de los estudiantes. Y, además, luego me enteré de que me había propuesto hasta estudiantes virtuales, gente a la que yo no le había dado clases, sino que habían estudiado con mis materiales en YouTube.  Y, bueno, pues esta gente me había propuesto sin haberlos tenido yo metidos en mi aula. Eso también resultó muy reconfortante.

Entre esos materiales didácticos hay alguno estrella como son las inmunopíldoras

Las inmunopíldoras las empecé a gestar en el curso 2013-2014, o sea, hace ya diez años, y el origen es doble. Por un lado, me servían para reforzar lo que he dicho en clase, no había material docente bueno en español hace una década y menos en formato audiovisual, y por otro lo hago para acompañar a mis estudiantes. Que lo tengan de refuerzo por si no han entendido alguna cosa o si no han ido a clase, que lo puedan ver en internet.

Y también a mí me servía para detallar algún concepto que en clase no te daba tiempo, 50 minutos vuelan y en la inmunopíldora, que no voy con esa presión, lo hago.

Pero, no es fácil. No es coger una clase y decir, hala, fragmento en cinco trozos de diez minutos. No. Me llevó mucho tiempo porque yo pretendía que cada píldora fuera autocontenida, que no hubiera una segunda parte, una continuación, sino que fueran conceptos que empezaran y acabaran. Y eso ya te hace estrujarte un poquito la cabeza.

No son todas de la misma longitud, busqué todo tipo de metáforas visuales posibles. Cuanto más audiovisual mejor, más que palabras. Y … Lo cuelgas en YouTube. Y claro, cuando lo cuelgas en YouTube ya dejan de ser tus materiales y como en español no había, pues se convirtió en la enciclopedia audiovisual de referencia más vista en nuestro idioma, aunque, probablemente en muchos otros idiomas también, pero en español seguro. Ahora mismo casi todas las píldoras donde más las reproducen es en México.

Píldoras tan duras como es la dedicada al sistema de complemento, por ejemplo, tiene más de 300.000 reproducciones cuando a lo mejor una charla más divertida, pues tienes 100.000, ¿no?

Y luego hice una cosa que me ha ayudado a que las píldoras se vean casi enteras y es que hago un índice apenas desarrollado al inicio, al arranque. El índice prácticamente es imperceptible porque realmente el índice detallado está al final de la píldora, cuando acaba. Y luego, más allá del final de la píldora, están las preguntas de evaluación. De modo que les pido que reflexionen. Si son capaces de contestar esas preguntas que les estoy haciendo, significa que han entendido el contenido. Pues bueno, ese ejercicio les gusta, y, además, como en el caso de mis estudiantes, se podían encontrar estas preguntas en el examen y lo sabían. Eso hacía que se vieran prácticamente enteras. Entonces bueno, han funcionado muy bien. 

La colección está como a la mitad y estoy al habla con los servicios de audiovisuales de la Universidad de Sevilla a ver si puedo hacer aquí la segunda mitad.

Hablamos de investigación, hablamos de docencia ¿Qué es la divulgación para Alfredo Corell?

La divulgación en mi trayectoria es lo último que ha llegado. Digamos que el inicio de mi trayectoria profesional es la investigación, con mi tesis doctoral, luego pasé a la parte más asistencial con la parte de los trasplantes que fue una segunda etapa muy bonita. La tercera ha sido la etapa docente, sin duda, y la cuarta y última, la etapa de divulgación.

Entre medias, no ajena a las cuatro, está la gestión porque a la gestión estamos obligados. Estando en Valladolid monté el sistema de garantía de calidad para todo el diagnóstico de inmunología de España. La Sociedad Española de Inmunología lo sacó a concurso, yo lo gané y se montó en la Universidad de Valladolid. Lo estuve coordinando durante cinco años, luego vimos que no soportaba una situación tan académica, quiero decir que por ejemplo en Semana Santa se cierra y no puedes coger muestras ni mandar un mensajero y ese tipo de cosas son imposibles.

La universidad tampoco entendía muy bien el tema de que alguien se ponía de baja y era necesario cubrirlo para no dejar de mandar muestras a los laboratorios.

Entonces hubo dos o tres desencuentros gordos que hacían que el encaje en la universidad fuera muy complicado por lo que decidimos ponerlo de nuevo en concurso y que lo llevara a un centro asistencial. De hecho, sigue en Valladolid, el Centro de Hemoterapia de Castilla y León, y lo lidera Carmen, a la que yo contraté y formé para esta iniciativa.

Pero bueno, ese momento de gestión para mí fue brutal también.

Decía que la gestión ha sido equivalente porque también monté congresos de inmunología y he sido vicerrector de la Universidad de Valladolid. La gestión ha sido un permanente a todas estas etapas que han sido la investigación, la asistencia, la docencia y digamos la última, yo considero, es la comunicación o la divulgación.

Y la divulgación llega fundamentalmente de la mano del FECYT (Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología). 

Todos estos avances en la docencia, como decías, los meto en un paquete que llamo Inmunomedia. Los vídeos, el uso de redes sociales con los estudiantes, los apuntes de inmunología, etc., lo meto en este contenedor y vamos dando respuestas a objetivos que nos vamos marcando. Y esto es mi proyecto de innovación docente año tras año en la Universidad de Valladolid.

Un año damos el paso y pedimos un nuevo objetivo que es el de salir con la inmunología a la calle con los estudiantes. Y entonces pido dinero a FECYT y me lo conceden para hacer esto. Y lo que hacemos es una cosa muy parecida a Ciencia en el Bulebar (ciclo de charlas divulgativas en bares organizado por la Universidad de Sevilla), pero con estudiantes.

Yo lo llamo ‘Tus defensas salen de cañas’.

Y salimos los días 29 de abril de cada año con motivo del Día Internacional de la Inmunología. No participan todos los estudiantes, pues tenía 180 de Medicina y unos 60 de Enfermería, sino que participan los que quieren sacar matrícula de honor en su asignatura, y preparamos una píldora divulgativa de inmunología. De alergias, de trasplantes, de enfermedades, de terapias, de lo que cada alumno quería, y salíamos una tarde a un pub y lo contaban en vídeo.

En nuestro caso no se hacía el monólogo en directo, sino que se proyectaba el vídeo grabado y luego el estudiante se ponía a disposición de los asistentes para contestar preguntas. Llegamos a celebrar seis ediciones y se paró por la pandemia. De hecho, el año 20 estaban ya preparándose los vídeos y lo que hicieron los chicos es grabarse en casa y los colgué en internet.

Aspiro a montarlo en 2024 por primera vez en Sevilla, con los estudiantes en este caso de segundo de Biomedicina de la Universidad de Sevilla. Estoy todavía buscándole el título, pero estoy pensando en algo así como ‘Tus defensas y olé’, o algo así.

Hicimos un previo el año pasado en Alicante, en colaboración con la Universidad de Alicante, y allí lo llamamos ‘El tardeo de tus defensas’ y la verdad es que funcionó muy bien. Con los estudiantes de Biología y en este caso fueron monólogos en directo y se nos llenó el pub. Los monólogos fueron razonablemente buenos a pesar de que los preparamos en tiempo récord.

Entonces bueno, estoy buscando el encaje de fechas porque quiero que sea lo más próximo al Día Internacional de la Inmunología, con la Feria de Abril es complicado, pero quiero que sea en esa fecha para que tenga un poco su sentido y hacerlo con los estudiantes que están en este cuatrimestre conmigo. 

Alfredo Corell para Jot Down

Estamos convencidos de que hay que valorar e incentivar dicha labor, sacar la ciencia y la investigación al gran público, pero ¿cómo crees que se podría valorar estos méritos de manera oficial? ¿Cómo se podría reconocer en la ANECA?

Han salido unos sexenios de transferencia, que por cierto te diré que el primero que pedí me lo denegaron. Bien es verdad que en ese momento yo no había tenido el recorrido que he tenido posteriormente en medios de comunicación, pero sí que tenía un número notable de artículos, de colaboraciones para montar el control de calidad, contraté a un montón de gente durante años captando fondos privados, es decir, que gestionaba este tipo de cosas.

Pero tenemos un problema con la divulgación a muchos niveles.

Los propios compañeros muchas veces no la estiman lo suficiente porque la consideran una ciencia de segunda división. Las autoridades tampoco la ponen en valor a veces. Y bueno, en este caso el que haya una Unidad de Cultura Científica en la Universidad de Sevilla es sinónimo de que al menos hay algo de interés por parte del Rectorado. Con lo cual, eso es bueno.

Tercero, los propios medios de comunicación que podrían dar muchísimo impacto a todas estas acciones no lo dan. Durante la pandemia sí que nos han dado voz a los científicos, pero fuera de la pandemia los programas divulgativos se cuentan con los dedos de una mano tanto en televisión como en radio. Y en cambio yo creo que los ciudadanos tienen cada vez más claro que la ciencia no es que sea interesante, es que es imprescindible en su vida. Y que tiene que haber una ciencia ciudadana, hay que saber más de ciencia.

En este momento, por ejemplo, con todo el tema del cambio climático que es un gran reto por delante que tenemos, están todos los científicos involucrados en el campo posicionados en contra de que no haya gestos por parte ya de los gobiernos de las naciones más importantes para parar el calentamiento global. Entonces, para mí es imprescindible ponerlo en valor, lo que no sé es cómo lo vamos a conseguir porque creo que los ciudadanos están cada vez más proclives, pero si al final las instituciones no lo ponen en valor, llegarán gente de modo autónomo que lo hará. Es decir, si no se aprovecha el momento…

Y lo más grave de todo esto no es que haya gente autónoma que lo haga, que habrá algunos que lo hagan y muy bien y puedo poner nombres, sino que haya gente que a lo mejor sean pseudocientíficos y se apropien de un territorio que la gente demanda. La gente quiere saber.

Hay que tomar las riendas y ser protagonistas en la divulgación por parte de las instituciones académicas. 

Es cierto que es difícil evaluar la divulgación porque no es lo mismo el que tiene un currículum como el suyo, de medios de comunicación, de vídeos en Youtube, de miles de píldoras, que dar una charla un día en un colegio.

No cuenta todo lo mismo, por supuesto, pero si no ponemos un baremo de la parte de investigación tampoco pondría valer lo mismo. Llevar un póster a un congreso no es lo mismo que ser el primer autor de un artículo científico de primer impacto, de un Q1, pero nos hemos puesto de acuerdo en cómo valorar cada uno de estos méritos.

La cuestión es ponerse de acuerdo y valorar las distintas actividades de divulgación para poder puntuar a un candidato y que esto le cuente también a la hora de acceder a una plaza.

Siguiendo con su labor como divulgador y saltando a la parte más personal y social de esta entrevista, fue una de las caras más reconocidas en la pandemia

gracias a sus explicaciones cercanas y rigurosas sobre el COVID-19. Le llamaron de multitud de medios de comunicación y colaboró prácticamente con todo aquel que le pedía un consejo sobre vacunas y medidas de prevención. Por curiosidad, ¿recibió alguna llamada oficial del Gobierno de España para que les asesorara?

No. 

¿De manera oficial no?

No, de manera oficial ni extraoficial.

Contaban con usted en todos los medios de comunicación, pero no formaba parte del comité de expertos que tomaba las decisiones

Bueno, es que comité de expertos hubo alguno al inicio, pero luego la mayor parte del tiempo el comité de expertos era el equipo técnico de Fernando Simón. Y luego sí que hubo subcomités de expertos en los que reclamé no estar yo particularmente, sino que hubiera un inmunólogo como en el subcomité asesor de vacunas. Pero a fecha de hoy sigue sin haber un inmunólogo.

Se cometieron errores tremendos que además a mí me hicieron posicionarme muy difícil en contra de lo que estaban dictando las autoridades sanitarias. Por ejemplo, cuando se indicó la tercera dosis de vacuna, en ese momento el comité asesor de vacunas decía que si tú acabas de salir del COVID te podías inmediatamente inyectar la tercera dosis de la vacuna. Eso es una aberración. Al final corrigieron y dijeron que no, que tenían que dejarse pasar cinco o seis meses, que es lo suyo.

Pero, claro, te pone en una tesitura en la que estás diciéndole al ciudadano lo contrario que le indica la autoridad sanitaria. 

Hubo dos momentos así en la pandemia, ese fue uno y el otro fue, sin duda, cuando se dejó de poner AstraZeneca a mujeres por debajo de 60 años y se conservó para personas por encima de 60 años y no había evidencias científicas de que la segunda dosis con Pfizer fuera a funcionar mejor. Decirle a la gente que lo mejor que podía hacer es ponerse AstraZeneca, eso fue también un momento durísimo. Porque estabas diciendo de nuevo algo que no era lo que estaba recomendando la autoridad sanitaria.

No me dolió decírselo por ejemplo a mi propia hermana. Mi hermana se había puesto la primera dosis de AstraZeneca y cuando ella me preguntó yo le contesté que con los datos que teníamos en la mano, lo mejor es que te pongas la segunda dosis de AstraZeneca por mucho que hay un riesgo mínimo de los famosos trombos, porque lo había eso no se puede negar, pero era muy bajo.

Estaba claro que, bueno, no solo el gobierno de España, sino que los gobiernos europeos decidieron no afrontar ese riesgo y decidieron de modo unilateral suspender la dosis.

Con el paso del tiempo, no con el estudio inicial que se hizo que estaba mal diseñado y se hizo para salir del paso, hemos sabido que las personas que combinaron dos vacunas distintas tuvieron mejor reacción y tuvieron mejores defensas, o sea que la combinación Astra-Pfizer a la postre funcionaba mejor, pero en ese momento no lo sabíamos.

Habrá quien piense que se ha hecho rico visitando tantos platós de televisión

Pues lamento decir que en la mayoría de las intervenciones públicas no recibí ninguna compensación económica, incluso a veces me llegó a costar dinero al tener que desplazarme a distintas ciudades, y en las que sí que me pagaron fueron cantidades que me daban prácticamente para cubrir dietas y transporte.

¿Pero detrás de cada intervención hay horas de preparación?

Claro, hay horas de trabajo por una parte de los que han hecho la investigación de laboratorio y por otra parte de lectura mía para entender todos estos datos. 

Yo me recuerdo en la pandemia trabajando, como he dicho, al 400% de mis capacidades. Siempre he sido una persona que ha trabajado muchas horas y me recuerdo a una velocidad que me daban las 2 y las 3 de la mañana estudiando y a las 7 de la mañana estábamos a pleno rendimiento para estar al día. A lo mejor si lo piensas ahora con distancia, si voy a entrar por Skype con Ana Rosa Quintana y me va a preguntar de tal cosa pues quizás no hace falta estar a la última para esa entrevista, pero a mí me gustaba estarlo, me gustaba estarlo porque creía que era lo que tenía que hacer. 

¿Qué opina entonces sobre que no se pague el conocimiento, el trabajo y el tiempo de los científicos mientras hay contertulianos que cobran miles de euros? 

Me parece muy mal porque es un trabajo que se sale de tus competencias diarias habituales, es un trabajo extra. No es que sea mi trabajo estar al día de todo eso, no, para nada.

Y vivimos una época en la que, por ejemplo, los canales que me pagaban lo hacían a través de un convenio Universidad-Empresa, lo que antes se llamaba el artículo 83 y ahora con la nueva LOSU es el artículo 60.

Por ponerte un ejemplo, yo iba a Madrid con RTVE y Telemadrid una vez a la semana y a veces combinaba esas dos intervenciones porque con lo que sumaba, con lo que me pagaban las dos cadenas, no pagaba mi desplazamiento y hotel. No me llegaba, con la suma de las dos, no me llegaba al hotel y al desplazamiento, es decir, a mí esas intervenciones en la televisión pública española y en Telemadrid me costaban dinero de mi bolsillo. Bien es verdad que el convenio con La Sexta Noche y el convenio con Horizonte te pagaban el desplazamiento y la estancia en el hotel, y luego te pagaban por la intervención en el programa, no era una cosa estratosférica, pero bueno, por lo menos no perdías dinero. Pero esas son las únicas. 

Si eso lo ponemos en conjunto, del total de las intervenciones por Skype en las tertulias de Ana Rosa Quintana, de ‘Espejo Público’ de Susana Griso, de “Cuatro al día” con Joaquín Prat, en ‘Ya es mediodía’ y ‘Ya son las 8’ con Sonsoles Ónega, el programa ‘Todo es mentira’ de Risto Mejide o ‘Más vale tarde’ de La Sexta. Todas las noticias de los telediarios de la 1, de la 3, de la 4, de la 5, de la 6, yo te diría que el 95% de mis intervenciones han sido gratis.

Que de rico nada.

Y las que ha cobrado, la universidad se queda con un porcentaje

Y las que he cobrado, en el caso de la Universidad de Valladolid se queda un 15% y la Universidad de Sevilla un 10%.

Ya sabemos que Alfredo Corell no es rico, pero sí que es mucho más que científico, que docente, que divulgador, que biólogo y que inmunólogo del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla ¿Cuáles son sus aficiones, además de ser un amante de la saga de Star Wars?

Pues mira, sobre todo me gusta muchísimo viajar.

Y es una costumbre que he perdido con la pandemia como nos ha pasado a tantos y a tantas españolas u otros ciudadanos del mundo. Mi último viaje prepandemia internacional bonito fue a Nueva York, en 2019. En el año 20 teníamos previsto ir a la Toscana, nada menos, que es donde se estaba cociendo en el norte de Italia el tema COVID antes de que llegara a nosotros, con lo cual se suspendió aquel viaje y después de la pandemia, viajes internacionales de placer, de disfrute personal, acabo de hacer el primero este año, en el 2024 a Estambul. Han sido cuatro días, pero para mí ha sido maravilloso recuperar un poco esa costumbre olvidada porque todos los viajes entre medias han sido por trabajo, tanto nacionales como internacionales

Así que, si tuviera que señalar una afición fundamental, ese sería una, sin ninguna duda. Otro hobby, como has dicho, es el cine y las series de ciencia ficción. Dentro de otras muchas que me gustan, pero sobre todo me encanta la ciencia ficción y me gusta cómo se destruyen países y cómo hay distopias que resolver, y cuando la ciencia, bien cocida en estas series, también ayuda a resolver cosas. Me gusta mucho.

Y bueno, Star Wars es una de las sagas, pero El Señor de los Anillos es otra de las que he visto enteras. Harry Potter me ha encantado, toda la saga entera de la magia. Y de series distópicas, pues te diría que probablemente una de las que más me ha gustado es la The Lost, la de Perdidos. Para mí ha sido una de las series que marcan un antes y un después. De hecho, haciendo un poco de spoiler, te diré que de todas estas series estoy cociendo un libro divulgativo para jóvenes, o para niños y jóvenes, que va a ser una historia gráfica y explicando cómo funciona la inmunología a base de una situación distópica, Pero bueno, no voy a adelantar mucho más para que quede ahí…

Precisamente, hasta que llegue su libro, ¿qué título nos recomendarías para iniciarse en la inmunología?

Que me marcó y lo recomendaría hay dos muy actuales, bueno, tres, podríamos decir tres.

Hay uno que se llama Inmune de Philipp Dettmer, que tiene unas ilustraciones maravillosas. Luego está Immuno Power, de África González, que es una amiga y catedrática de inmunología de la Universidad de Vigo, quizá este, siendo muy bonito, tiene un tono un poquito más subido de nivel y te exige un mínimo de conocimiento, pero es muy bueno.

Y luego están En defensa propia: Aventuras y desventuras del sistema inmunológico, que es de Fernando Fariñas, un malagueño al que también admiro mucho.

Y un libro que recomendaría para un domingo de lluvia o para llevar en la mochila durante un viaje que no tenga que ver con la inmunología

Bueno, pues depende la edad. Yo para chavales y adolescentes recomendaría algo de Enid Blyton, como Los cinco o los siete secretos. Para mí son libros que aúnan valores que me gustan mucho como la amistad, el compañerismo, la generosidad y a la vez la aventura. Gente que es innovadora, que se reta a sí misma. A mí eso me gusta mucho y Blyton lo dibujó muy bien en sus libros.

Para gente un poquito más crecida pues igual les diría La historia interminable de Michael Ende,

para que nunca dejen de ser niños y siempre la fantasía ocupe un lugar en su mente porque yo creo que nunca hay que dejar de ser niño.

Y ya para gente más adulta, pues igual El señor de los anillos porque no me voy a salir de este universo mágico. Creo que estos son libros que se pueden disfrutar a cualquier edad y El señor de los anillos también es una muestra tremenda de la camaradería, de la cooperación, en este caso entre especies, como son las distintas razas que hay en este mundo de los anillos, los hombres, los elfos… Recuerdo que los alumnos de Medicina me hicieron despedirme de ellos con una frase de Gandalf a los hobbits.

Y siguiendo con tus gustos, una batería rápida de preguntas ¿Es de los que pone música en el laboratorio cuando estás investigando?

He tenido momentos en los que sí, ahora quizás tiendo más al silencio, pero en cambio cuando estoy escribiendo necesito un poco de música de fondo.

¿Y qué música es la que escucha?

Pues mira, me pongo por un lado música de cine, por ejemplo, Ennio Morricone me gusta muchísimo. Me gusta mucho John Williams, todos esos tipos de bandas sonoras así solo con música me encantan.

Y luego tengo yo una lista de Spotify, que también me la pongo mucho que la llamo ‘música de ascensor’. Y llevo como tres años haciendo stories en Instagram y poniendo un trocito de esa música de ascensor que se la dedico a alguien. 

¿Algún número favorito o alguna superstición?

El siete y el verde.

¿Fobias?

A algunos insectos, le tengo muchísima fobia a las cucarachas no las aguanto. Las arañas me dan pánico y así animales un poquito más grandes, los murciélagos me ponen también muy nervioso. 

El agua nunca se me ha dado bien, de hecho, mi hermana me recuerda que cuando íbamos juntos en el cole a la piscina, el monitor me buscaba, yo me escondía en los vestuarios y corrían mi hermana y el monitor detrás de mí dando vueltas a la piscina para meterme. O sea que al agua le tengo un poco de fobia, pero bueno, así de mayor ya el mar lo voy llevando.

¿Sitio preferido de Valladolid?

El Pasaje Gutiérrez, sin ninguna duda. Es una calle interior al estilo de una galería milanesa o belga. Es un sitio muy desconocido y para mí muy bonito.

Y de Sevilla, ¿un bar que recomiende?

De los que conozco pues hasta ahora te recomendaría ‘El Bosque Animado’ en la Alameda, pero es porque casi es como mi sucursal. Una vez a la semana, entre semana, quedo con un amigo allí a tomar una caña y ver cómo nos va la semana, entonces para mí es como un lugar de referencia.

¿Un mensaje bonito que le marcara durante la pandemia?

Me han llegado muchos, pero uno muy bonito que me hizo mucha ilusión, me emocionó de hecho, me lo mandó un exalumno mío de medicina que ahora mismo no sé dónde está, pero que tiene una hija, y me decía “Alfredo, manda narices, que mi hija antes quería ser bailarina y ahora me dice que quiere ser inmunóloga desde que te ve en la tele”. Y eso me emocionó porque una niña de pocos años que me habían visto en la tele, pues con los muñecos y tal, ahora quería ser científica.

Luego me han llegado muchos mensajes de agradecimiento de familias y tal, pero ese es muy distinto, porque habla de generar vocaciones, ¿no? Y me parece muy interesante.

¿Un momento dentro de la vorágine de la pandemia?

En el 2020 yo me autoconfiné desde enero hasta el 6 de marzo, porque el 6 de marzo tuve mi examen de catedrático en Valladolid y concatené los dos confinamientos. Pero si me tengo que quedar con un momento, es cuando me propuso el Rector de Valladolid, Antonio Largo, para ser Vicerrector. Creo que fue el reconocimiento a mucho trabajo bien hecho

A la vez que era un inmunólogo en la Junta Directiva de la Sociedad Española de Inmunología, y por eso estuve en todos los medios en ese momento, era el encargado de la docencia online de la Universidad de Valladolid. Pues imagínate la que me cayó.

Trasladar toda la docencia presencial a online de la noche a la mañana, pero funcionó muy bien.

Construí un equipo de choque maravilloso, nos coordinamos muy bien las cuatro universidades públicas de Castilla y León, hicimos piña, nos ayudamos las cuatro mucho. De hecho, el artículo que más se va a citar en mi vida profesional es un artículo de docencia online, más que de inmunología. Nos juntamos las cuatro Universidades; Salamanca, León, Burgos y Valladolid e hicimos un artículo de un protocolo para examen online, cómo hacerlo, cómo abordarlo con lo que teníamos, sin hacer malabares. Ese artículo, en dos años, tiene creo que dos mil impactos, frente a otro en el The New England Journal of Medicine, que es el mejor artículo de mi vida, que tiene 250.

Es decir, pasaré a la historia probablemente, o se me reconocerá más, por esa contribución que por la inmunología. Y esto es curioso.

Tanto ese momento, como el día en el que ese reconocimiento me llega por parte del Rector y me propone ser Vicerrector, fueron muy bonitos. Esa propuesta de ser Vicerrector supuso a la postre que se retrasaran dos años mi venida a Sevilla.

Hace poco un amigo me dijo que ya no usa la frase “esperemos que el año que viene sea mejor” que se pronunció tanto en la pandemia, que ahora afronta cada día el presente ¿Es usted de los que disfruta el ahora o de los que vive planeando el futuro?

Me gusta mucho más el ahora, más que planear el futuro. A veces llego tarde, porque se me echa el tiempo encima y no he planeado lo suficiente, y vivo en ese sentido muy al minuto.

También me reconozco como muy creativo. Me gusta mucho parir una idea, parir un proyecto. Igual ya el desarrollo lo cedo, no me importa tanto cederlo y que lo capitaneé otro. Pero lo que es el pensarlo, el idearlo, el crearlo y el plasmarlo y ver cómo se convierte en realidad, me encanta. Ese momento para mí es maravilloso.

Un objetivo para alcanzar, ya que estamos hablando del futuro y del presente

Un objetivo para alcanzar es que la inmunología tenga en Sevilla el sitio que se merece, que no lo tiene de momento ni de lejos. Al menos en la parte universitaria, la parte hospitalaria sí. La parte universitaria es un área que es muy minoritaria. Entonces para mí es un objetivo generar un poco de escuela y que haya inmunólogos en Sevilla.

Toca ahora ese cuarto NO que dejamos para el final de esta entrevista

Bueno se trata de mi traslado a Sevilla. 

Cuando se empieza a gestar que me quiero mover a Sevilla o al sur yo estoy casado con un jerezano. Entonces, bueno, pues queríamos movernos hacia Andalucía, pero sabía que era muy difícil porque inmunólogos en España somos muy pocos y era muy complicado.

En ese camino me ofrecen el mejor puesto de inmunología de España en el Hospital Clínic de Barcelona. Que no está al sur, precisamente. Está en Barcelona.

Y tuve que decir tres veces, no una ni dos, sino tres veces que no.

La persona que me lo propuso, que además es un inmunólogo maravilloso, es uno de mis amigos en la inmunología, me propuso hasta en tres ocasiones encargarme de la inmunoterapia del cáncer con las células CAR-T, que es una cosa en este momento absolutamente puntera y que el Hospital Clínic de Barcelona es el único en España que las fabrica y de los pocos de Europa.

Si hubiera estado solo habría dicho que sí a la primera con los ojos cerrados, pero era un proyecto de pareja. Entonces dije que no a Barcelona.

Y la historia personal ha querido que en el camino a Sevilla esta pareja decidiera dejarlo. Entonces me he venido solo finalmente a Sevilla, con lo cual tuve que tomar esa decisión también, si a pesar de que ya no era el plan de los dos, era un plan mío solo, lo llevaba adelante o no.

Y seguí, seguí adelante por una cosa.

Porque fíjate, en Valladolid, la ciudad de Valladolid me siento muy querido. En la Universidad de Valladolid me siento… no querido, me siento queridísimo. De hecho, me acaban de comunicar esta semana que me han concedido un premio a toda una vida por la divulgación científica. Como te digo en lo que es la Universidad en sí y la ciudad me siento queridísimo, pero en la Facultad de Medicina me he sentido muy machacado, muy vigilado, muy acosado y muy maltratado durante muchos años. Para mí terminar la carrera profesional en un sitio en el que te han tratado tan mal, no me apetecía.

Perdí la oportunidad de Barcelona, pero Sevilla es una gran ciudad y, como decía, hay un reto por delante que es poner la inmunología en un lugar que yo creo que se merece y que debe estar.

Sí, sí, sí, yo soy una persona de retos, nunca he tenido el ambiente a favor y fácil. Siempre he sido de desenvolverme en entornos hostiles.

Y no hay nada como hacerle una propuesta para obtener un ‘no’

Totalmente.

¿Una frase para acabar esta entrevista?

¿Una solo? Pon un inmunólogo en tu vida.

Alfredo Corell para Jot Down

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Un comentario

  1. Entrevista muy interesante.

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