
Si te duele algo externo, no es eso lo que te perturba, sino tu juicio sobre ello.
Y tienes el poder de revocar ese juicio ahora mismo.
(Meditaciones, Libro VIII, 47)
Amigas, amigos, lectores masoquistas que a pesar de tener un espíritu crítico cultivado en nuestras estupendas universidades públicas han tenido la infeliz idea de buscar sentido en la última moda de autoayuda disfrazada de filosofía: Marco Aurelio y sus Meditaciones, este artículo es para vosotros. Sí, porque parece que el nuevo mantra del coaching empresarial y del influencer con ínfulas de filósofo es que uno debe abrazar el estoicismo como si se tratara de un bálsamo para las neurosis modernas. Ya sabéis, los mismos que antes recomendaban ayunar para alcanzar la iluminación ahora recitan las Meditaciones entre reels de Tiktok y fotos instagrameras de su desayuno con chía y aguacate. Si Epicuro levantara la cabeza, se la volaría con una recortada.
El malentendido comienza con la imagen que se ha construido en torno a Marco Aurelio. Al parecer, ha pasado de ser el último de los «cinco buenos emperadores» —lo que, teniendo en cuenta la competencia, tampoco es para sacar pecho— a convertirse en una especie de gurú del crecimiento personal. Y todo porque escribió un diario privado en el que intentaba convencerse de que la vida no era tan miserable como parecía. Por algún motivo, ahora se nos presenta a Marco Aurelio como un asceta de la fortaleza mental, un precursor del mindfulness con paludamentum, un precursor del «sé tú mismo» con ejército y con la capacidad de decidir quién vivía y quién moría. Si eso no es ironía, que baje Séneca y lo vea.
Si uno se permite el lujo de escarbar bajo la pátina dorada con la que el tiempo y los entusiastas del desarrollo personal han revestido a Marco Aurelio, pronto descubre que su fulgor no es el de un sol naciente, sino el reflejo tardío de una llama ajena. No fue él el artífice de la fortaleza estoica, sino apenas un eco, un discípulo aplicado de Epicteto, el esclavo lisiado que, en un giro perverso del destino, terminó sus días instruyendo a los poderosos en el arte de sobrellevar su propia insignificancia sin alzar demasiado la voz. Su enseñanza no prometía redención ni transformación, solo una aceptación férrea del implacable devenir: «No pretendas que las cosas ocurran como tú quieres». Acepta, sométete, respira hondo y sigue caminando.
Este mensaje ha sido reciclado, convenientemente, en el siglo XXI para que el asalariado medio lo asuma con una sonrisa mientras aguanta sueldos de miseria y una inflación que parece diseñada por Escher. ¿Qué más da que la sociedad sea injusta si puedes practicar el estoicismo y sentirte espiritualmente libre mientras te explotan? Un hallazgo maravilloso para los departamentos de recursos humanos del mundo, que han encontrado en Marco Aurelio el coach ideal: no pide aumentos, no exige derechos, y, lo mejor de todo, enseña a sus seguidores a convencerse de que la culpa de su sufrimiento es solo suya por no aceptar la realidad con la suficiente serenidad.
Y ojo, que este humilde y provocador articulista no está en contra del estoicismo. Javier G. Recuenco y Guillermo de Haro han conseguido en El pequeño libro de la filosofía estoica lo que la mayoría de los seguidores contemporáneos de Meditaciones de Marco Aurelio ni siquiera intentan: una aproximación rigurosa, con perspectiva histórica y sin caer en la caricatura de la autoayuda. Mientras que el estoicismo ha sido secuestrado por entusiastas de LinkedIn que lo reducen a frases motivacionales sobre la resiliencia en el entorno corporativo, este libro se detiene a explicar por qué el estoicismo no es un simple manual para aguantar el chaparrón, sino una herramienta filosófica para enfrentarse al mundo con lucidez.
En lugar de transformar a Marco Aurelio en un coach emocional con laureles imperiales por la apropiación indebida de los publicistas que saquean la historia de filosofía para vender productos ideológicos, Recuenco y de Haro recuperan la raíz filosófica del estoicismo, su conexión con la incertidumbre y su utilidad para comprender, más que para simplificar, el caos de la existencia. No venden humo, no prometen que el estoicismo hará de nadie un CEO de éxito ni que con disciplina y control emocional se resolverán todos los problemas. Su propuesta es más honesta: entender el estoicismo en su contexto y examinar por qué sigue despertando interés en una época que, más que nunca, necesita pensamiento crítico y no placebo filosófico enlatado.
El estoicismo original era radical en su aceptación del destino, en su creencia de que la verdadera libertad consistía en no resistirse a lo inevitable. ¿Tienes hambre? Acéptalo. ¿Te han degradado en el trabajo? Acéptalo. ¿Te han partido una pierna? Acéptalo también. Y así, en un hermoso círculo de aceptación que, por algún motivo, a los poderosos les pareció fascinante. No es casualidad que Marco Aurelio, el emperador más poderoso del mundo conocido, decidiera que esta filosofía era la ideal para gobernar su propia ansiedad imperial. El estoicismo era perfecto para justificar el orden establecido: no luches, no cuestiones, solo acepta. La vida es dura, el poder es arbitrario, los dioses son indiferentes y tú no puedes hacer nada al respecto. ¡Qué consuelo!
Ahora bien, ¿cómo es posible que este mensaje, diseñado para resignar a los esclavos y emperadores por igual, haya sido transformado en una herramienta de autoayuda? Fácil. Se ha pasado por la trituradora de la positividad tóxica. Los modernos entusiastas de Marco Aurelio han eliminado la parte en la que la resignación era el punto final de la reflexión. En su lugar, han insertado una especie de estoicismo de gimnasio, donde la disciplina personal se convierte en una herramienta para alcanzar el éxito. Lo que Epicteto veía como un camino de aceptación de la impotencia ante el destino, ahora se vende como un método para ser más eficiente en el trabajo y menos quejica ante la explotación. Los estoicos originales habrían vomitado ante tal tergiversación.
Pero no se preocupen, que la cosa empeora. Porque el estoicismo de Marco Aurelio, en esta versión de supermercado, ya no es una filosofía, sino una actitud de vida optimista con citas sacadas de contexto y mezcladas con eslóganes motivacionales promovidas por el esnobismo de los que por ignorancia voluntaria han perdido la capacidad de raciocinio y se someten a los dictados dominantes. «Controla lo que puedas y acepta el resto» se ha convertido en una frase perfecta para ilustrar camisetas en congresos de emprendedores, justo al lado de «El éxito es cuestión de mentalidad» y «Si puedes soñarlo, puedes hacerlo». Es decir, una reducción grotesca de un pensamiento que, en el mejor de los casos, era una forma elegante de rendirse ante la inevitabilidad del sufrimiento.
Lo más divertido es que, cuando uno lee realmente el primer diario espiritual de Europa, lo que encuentra es a un hombre que está tratando de convencerse de que todo tiene sentido mientras lidia con la peste, las guerras y la certeza de que su hijo Cómodo es un inútil absoluto que arruinará el Imperio en cuanto él muera. No es un libro de autoayuda, es un ejercicio de autoflagelación mental. Marco Aurelio se repetía que debía ser fuerte, que no debía dejarse llevar por las pasiones, que debía recordar que todo es efímero. Y lo hacía porque, en el fondo, estaba aterrorizado por la vida que le había tocado vivir. ¿Suena a alguien que haya alcanzado la paz interior? No lo parece mucho.
Así que la próxima vez que alguien les asegure que Marco Aurelio puede mejorar su vida, pregúntenle si estaría dispuesto a aceptar una rebaja salarial en nombre del estoicismo. Si, después de eso, sigue entusiasmado con la filosofía del emperador, quizás estemos ante un auténtico discípulo del viejo Marco. O, más probablemente, ante un directivo de recursos humanos con talento para disfrazar el control ideológico de desarrollo personal. Y no olviden, queridos y pacientes lectores, que la perspectiva desde la que Marco Aurelio escribió sus Meditaciones pertenece a un emperador del siglo II, no a un asalariado de la era industrial.
Mezcla usted churras con merinas, con evidente afán de arrimar el ascua a la propia sardina ideológica marxista-materialista. Todo un logro escribir así sin rubor. Reduccionismo interesado. Mi enhorabuena.
«Reduccionismo interesado» le dijo la sartén al cazo en el comentario más reduccionista que se podía hacer.
Ni quito ni pongo rey… pero podía ser que fuera la propia sartén, la que le dijera al mango…para que tú sirves???
Qué buen artículo. No soy el único que está hasta los mismísimos de la última moda, el estoicismo.
Es un artículo provocador y muy bien escrito, qué duda cabe. Es cierto lo que dice, en tanto la apelación al pensamiento estoico parece ser la moda que sustituye hoy al «mindfulness». Sin embargo, eso es solo una parte de la verdad. Lo cierto es que vivimos en una época de incertidumbres, donde no sabemos qué es cierto y qué no. He leído a Séneca (las diez primeras Epístolas a Lucilio son muy buenas; luego se repite), a Epicteto y a Marco Aurelio, y los seguiré leyendo, pero al final lo que queda es el llamado a la resignación. Epicteto es muy claro: si no lo controlas, no es tuyo. Acéptalo y ya. El estoicismo está de moda porque nos enseña un método para mantener la serenidad mientras a nuestro alrededor se derrumban las certezas.
Hasta hoy, yo he releído con frecuencia (es uno de mis libros de cabecera) los «Pensamientos para mí mismo» (el verdadero título del libro) de Marco Aurelio (en la traducción integral francesa de Barthélemy-St. Hilaire publicada en 1876, que tiene 527 páginas), y ello porque, como Goethe, Leopardi, Schopenhauer, Tolstoï, Simone Weil o Cioran, entre muchos otros lúcidos, lo admiro mucho. A partir de ahora, y tras la lectura del artículo de Hipólito Ledesma, Marco Aurelio dejará de ser para mí uno de los rarísimos seres humanos que poseyendo un poder absoluto, ha logrado ser a la vez uno de los espíritus más clarividentes que han existido.
Gracias Hipólito.
No me resigno a aceptar que resignar y aceptar sea lo mismo, o tal vez sea ¿a la vicecontra?
¿Qué significa «a la vicecontra», expresión que no está en ningún diccionario?
Hola. Es aqui la reunion de poposos sabelotodos anonimos?
¿Qué significa «poposo»?
(«Aquí», «reunión» y «anónimos» se acentúan).
«No es la realidad, es el sistema económico.» Karl Marx.
Que despropósito de artículo. El autor no ha entendido nada. Para vendernos el libro de sus colegas no hace falta calumniar una corriente de pensamiento sin comprenderla. Como diria Averroes, permítanos que leamos directamente a Marco Aurelio en lugar de a sus colegas escritores y ya nosotros nos formamos una idea con nuestro pensamiento critico. Gracias
Cuanta razón…el querés despachar de esa forma una de las obras más importantes de la filosofía solo porque cuatro ineptos la tomen de base para aumentar sus followers o darse una pátina de ilustrados (que en efecto los hay), sin contextualizarla y, me temo, sin haberse molestado en leerla solo retrata al autor…así nos va si este es el nivel intelectual medio-alto en el que nos movemos…
Te cito, Enrique: «Para vendernos el libro de sus colegas no hace falta calumniar una corriente de pensamiento sin comprenderla»
¿No será este furibundo artículo de HL otra rocambolesca vuelta de tuerca en ese curioso afán de emplazar productos entre las líneas que ofrece como materia de análisis?
«La mediocridad se reproduce» (Ley de Heymann) :-P
No sé qué es lo que andan escribiendo en LinkedIn sobre el estoicismo, y confieso ser bastante neófito respecto a esa corriente filosófica.
Ahora bien, hasta donde da mi capacidad de comprensión, el estoicismo bien entendido no significa «acéptalo todo tal como es», sino más bien «concéntrate únicamente en aquello que puedes cambiar», diferencia no menor, y que, en mi caso particular, me ha traído grandes beneficios y cambios concretos en mi vida desde que lo he implementado en mi día a día.
no has entendido nada
El artículo busca lo que busca.
Se han comentado aquí varios principios del estoicismo. Yo voy a hablar sólo de uno que me ha ayudado muchísimo en el trabajo. Se trata de cómo reaccionar a lo que podemos considerar amenazas, insultos o simplemente el malestar causado por lo que los otros digan o hagan. El estoicismo dice que no es lo que suceda si no cómo reacciones a lo que sucede. Esto me ha ayudado a entender a los/las gilipollas y a cualquier autor de artículos como este. Es decir, que creemos que alguien dice 400 tonterías por minutos, bueno, por más que nos enfademos no va a cambiar, déjalo estar. Ya tienes un problema menos.
Funciona con jefes, hijos de jefes, compañeras, idiotas, etc.
Una cosa más. Me hace mucha gracia que el autor hablé de Cómodo así. A que todos adivinamos por qué tiene esa idea del hijo de M.A.?
Pingback: Análisis crítico de la apropiación moderna de ‘Meditaciones’ de Marco Aurelio: ¿Filosofía o herramienta de conformismo? - Hemeroteca KillBait
¿En qué pasaje del estoicismo te dicen que te tengas que resignar o someter?
Lo que dice es que tienes que aceptar la realidad como te ha venido, no que esta realidad sea inmutable.
¿Qué es lo contrario de aceptar que tienes hambre, se te ha roto la pierna o te han degradado del trabajo? Negarlo, y mientras lo niegues ni vas a buscar comida, ni te vas a cuiar la pierna ni vas a mejorar tus posiciones laborales. En cambio, una vez que lo reconoces puedes ser valiente y responder ante ello. La valentía es una virtud estoica, no la resignación ni el sometimiento.
¿En qué pasaje del estoicismo te dice que debas aceptar la injusticia? La justicia es otra virtud estoica, que llevó a más de un estoico incluso a la muerte.
¿Dónde dice que tengas que aceptar una rebaja salarial en nombre del estoicismo? Séneca fue el hombre más rico de su tiempo.
¿Qué es la paz interior? ¿El anular tus conflictos o el reflexionar sobre ellos? El maestro no lo sabe ya todo, el maestro tiene actitud de aprender. Por eso puedo empatizar con Marco Aurelio en buscarle el sentido a la vida a pesar de los sinsabores aunque yo no sea un emperador del imperio romano, ni un esclavo liberado, ni un magnate.
El columnista no es humilde mientras resume el estoicismo a comentarios random de internet y reconoce que la gente que no está de acuerdo con su postura simplemente es tonta (¿¿han abandonado por voluntad propia la capacidad de raciocinio??)
El estoicismo por supuesto tiene sus limitaciones. Te da herramientas para vivir basadas en las virtudes estoicas a saber: sabiduría, valor, disciplina y justicia. No te habla de procesos sociológicos, ni de reflexiones más profundas ni del entrelazamiento cuántico, pero reducirlo a «cómete todo lo que te echen» es quedarte en los tópicos sin haber entendido nada.