Música

In memoriam: Chris Cornell

Cornell
Ilustración: Oriol Malet.

La mejor manera de expresar la honda impresión que Chris Cornell provocó en mí como oyente es contar cómo entré en contacto con su música. Nunca he tenido la costumbre de comprar un disco después de escuchar solamente una canción —el dinero no crece en los árboles— pero alguna que otra vez ha sucedido y claro, no siempre se acierta. Sin embargo, con el Badmotorfinger lo tuve claro desde el primer momento, y eso que conocía solamente una canción de la banda. En alguno de aquellos programas musicales que todavía existían en la televisión por entonces vi un grupo del que solamente había oído el nombre, quizá porque lo había visto en alguna revista de heavy metal. El heavy no era mi estilo —me gustaba, y ahora lo aprecio más; por entonces le prestaba poca atención— aunque las revistas eran interesantes porque hablaban de grupos de rock guitarrero de los que sí era seguidor. Supongo que al leer sobre ellos había dado por hecho que Soundgarden era una de esas rarezas metálicas para gente del mundillo. Sin embargo, cuando alguien decidió emitir el videoclip del primer single de su nuevo disco en la televisión española, yo estaba delante de la pantalla. Aquello no eran unas cuantas frases en una revista, aquello era una revelación: los riffs de guitarra en plan nitroglicerina, el bajo aplastante, la batería (¡esa batería!) y, cómo no, la voz sobrenatural del tipo que cantaba.

Aquella voz me dejó boquiabierto. En aquella época, semejante voz era ya un anacronismo; cuando uno pensaba en los grandes vocalistas de hard rock casi siempre tenía que remontarse a cantantes que habían despuntado en los setenta: Robert Plant, Paul Rodgers, Bon Scott, Freddie Mercury, Ronnie James Dio, y todos esos nombres que tenemos en la cabeza. Bueno, a principios de los noventa estaba Axl Rose con su voz raspada a lo Nazareth, estaban Chris Robinson o Corey Glover, estaba Ian Astbury, gente así. Pero lo del cantante de Soundgarden era otra cosa, un fenómeno inesperado. Una voz que se salía de todos los patrones. Lo único que podía uno hacer era escuchar con asombro aquellos berridos sobrehumanos… ¿cómo era posible? Era como si a Brad Delp lo hubiesen conectado a un reactor atómico:

El grupo me impresionó tanto que al día siguiente junté mi calderilla y fui directo a hacerme con el álbum, seguro de que con esa canción de presentación el resto tenía que ser dinamita. Para mi sorpresa, y cuando estaba convencido de que tendría que remover bandejas en las más recónditas tiendas de discos de la ciudad, lo encontré a la primera en un centro comercial; otro signo de que aquel grupo estaba abandonando la penumbra del underground (no mucho después aparecerían actuaciones suyas en películas, con el típico Cornell de aquellos tiempos, que maltrataba su garganta gritando en notas imposibles y se colgaba del entramado del escenario). La dependienta de la sección de discos —una chica rubia que hablaba con voz nasal mientras mascaba chicle, como salida de alguna secuencia en un bar de carretera de película americana—, me miró con ojos redondos como platos cuando pregunté por el disco (¿«Soundgarden»? ¿«Badmotorfinger»?), y tardó lo suyo en localizarlo, porque lo de las bases de datos digitalizadas era todavía cosa del futuro. Cuando llegué a casa puse el disco, feliz ante la perspectiva de poder hacer sonar otra vez aquella canción demoledora. Pero el primer corte del álbum fue otro puñetazo en la cara (¡quién iba a imaginar que con el tiempo lo terminaría versionando Johnny Cash!). Otra vez la misma energía, y otra vez aquella voz.

Todo el disco era increíblemente bueno: ¡«Somewhere»! ¡«Drawing Flies»! ¡«Holy Water»! ¡«Face Pollution»! ¡«Searching With My Good Eye Closed»! La clase de álbum, como el Electric de The Cult o el Appetite for Destruction, que iba anunciando el fin de los ominosos ochenta del tecnopop y Madonna. Uno podía escuchar Badmotorfinger y sentir que el disco, un disco de su propio tiempo, estaba a la altura de los clásicos. Yo estaba acostumbrado a escuchar discos de gente que había muerto o había dejado muy atrás sus años más inspirados, pero Soundgarden (como Nirvana, Alice in Chains, Jane’s Addiction o quien se les ocurra) formaban parte del inicio de un fenómeno tan inesperado como bienvenido: el renacer del rock de guitarras que dominó la primera mitad de los noventa, aquella época irrepetible.

Cuando compré el disco no se me ocurrió, ni de lejos, relacionar a Soundgarden con Nirvana, ni con el angst adolescente de la «generación X» —concepto del que ni había oído hablar—, ni con otros grupos de Seattle con los que hoy comparten un heterogéneo saco, pese a que en realidad se parecían bastante poco entre sí, más allá de usar los mismos instrumentos y tocar guitarras fuertes. Sabía, de manera superficial, que Soundgarden llevaban varios años en activo, pero al escuchar aquel disco entendí que no eran una banda heavy al uso. Me resultaba más fácil conectarlos con Black Sabbath y Led Zeppelin, incluso por momentos con Jimi Hendrix, que con Metallica o con Judas Priest. Sí, los riffs metálicos estaban ahí, pero muchos otros elementos parecían venidos de otros lugares, la psicodelia estaba abriéndose camino en su estilo, y la voz de Cornell parecía directamente llegada de otro mundo. En cualquier caso, aquellas canciones no me parecían sinónimo de depresión norteña ni de crisis existencial (por descontado, yo todavía no sabía una palabra de lo que decían las letras), y el Badmotorfinger era para mí un sinónimo de alegría, de energía y de ganas de vivir.

Su siguiente disco, publicado ya cuando el «grunge» era un movimiento pasto de sociólogos y columnistas, fue otra enorme sorpresa. No habían abandonado el rock monolítico, pero varias de sus nuevas canciones tenían ya ese toque melancólico con el que se identificaba lo que venía de Seattle, y que resultó que también estaba en el ADN de Soundgarden. Las canciones lentas del nuevo álbum tenían títulos poco alegres y melodías depresivas, y sin embargo eran tan brillantes e hipnóticas como las descargas tormentosas del disco anterior. La tristeza y la psicodelia iban ganando terreno en la música de Soundgarden, y nunca grabaron otro Badmotorfinger, pero no hizo ninguna falta. Su nueva música era menos potente pero más rica, y no decepcionó a nadie. Mientras que otras bandas potentes suelen patinar cuando se vuelven más melódicas, Soundgarden no perdieron un ápice de su poder por tocar más despacio o por grabar baladas, si es que se las podía llamar así. No es que rechace, no sé, las baladas de Metallica, pero Soundgarden sí llevaban el dramatismo en la sangre. Incluso las canciones más raras podían llegar a obsesionarte (¿quién podía resistirse a algo como «Head Down»?). Como la propia banda, Chris Cornell demostró tener la misma fuerza cantando temas lentos que desgañitándose con sus alucinógenos gritos.

Desde entonces ya nadie en el negocio musical puso en duda que Cornell se había convertido en una de las mejores voces del rock, comparable a los grandes iconos vocales de las décadas anteriores. Su figura, de hecho, eclipsó a las de sus compañeros de grupo, que también tenían mucho talento. El guitarrista Kim Thayil nunca tuvo mucho interés por estar en el candelero y de hecho pasó una buena temporada retirado. El batería Matt Cameron —a nivel instrumental, el más impresionante de la banda nunca estuvo en pósteres o carpetas, pero ha mantenido su prestigio intacto y como sabemos terminó formando parte de Pearl Jam. El bajista Ben Shepherd, responsable de algunas de las canciones más retorcidas y geniales del grupo, tuvo su preceptiva temporada de adicción a las drogas y, aparte de colaboraciones, no volvió al primer plano hasta la reunión de los propios Soundgarden. Cornell fue siempre la estrella. Su nombre bastó, por ejemplo, para hacer grandes a Audioslave: sin él, dudo que los antiguos componentes de Rage Against the Machine hubiesen obtenido tanta repercusión con un nuevo proyecto. Incluso compuso, a medias con David Arnold, una de las mejores canciones de la saga Bond, «You Know My Name» (creyendo él, por cierto, que el tema iba a sonar por el fondo en alguna escena: «Me pareció raro que me pidieran la canción principal, porque soy americano»). La verdad es que, aunque para los de cierta generación Cornell siempre fue el Cornell de Soundgarden —hay mucho de nuestra adolescencia en ello— o el de Temple of the Dog, sus discos en solitario o lo que hizo con Audioslave sirvieron para que gente más joven se familiarizase con su figura. En cualquier caso, y tirando de cliché, podía decirse que Cornell pertenecía a «la realeza del rock». Todo el mundo era consciente de su grandeza. Poca gente podría si quiera intentar imitar los momentos álgidos de Cornell en canciones como esta:

Su muerte ha sido un shock. Mientras escribo estas líneas la policía de Detroit acaba de dictaminar que ha fallecido a causa de suicidio por ahorcamiento. No puede decirse que era algo esperado. Es verdad que sabíamos que su carácter tenía rasgos depresivos; ya en los noventa, siendo joven, guapo, famoso y con dinero, Cornell habló abiertamente de sus pensamientos suicidas. También es verdad que algunas de sus canciones, por su contenido, producen escalofríos cuando las escuchamos ahora (en particular la aterradora letra de la por otra parte bellísima «The Day I Tried To Live»). Quienes, por suerte para nosotros, no tenemos esos problemas, no entendemos por qué una persona que lo tiene todo puede quitarse la vida, pero sabemos que ocurre y que hay sufrimientos muy severos detrás. Pero no lo esperábamos. El suicidio de Kurt Cobain también fue un shock en su día, pero en su caso pilló desprevenido al mundo porque casi nadie había querido ver los más que notorios síntomas; mirándolo de manera retrospectiva, la actitud cada vez más apática de Cobain, sus entrevistas e incluso sus letras eran claros signos de alarma. Quizá es que queríamos creer que Cornell parecía haber superado lo peor, porque no aparecía regularmente con la mirada perdida en el infinito como Cobain, y ha sido bastante activo todos estos años, sin dar mucha muestra de estar viviendo a desgana. Sí, ha tenido problemas con sustancias, pero esto es tan común en el negocio que difícilmente es noticia. A sus cincuenta y dos años, cabe admitir que tenía buen aspecto. Como Prince, aún se encontraba en muy buena forma, todo parecía normal en sus actuaciones (ya pueden verse grabaciones que hizo el público de su último concierto, ofrecido horas antes de morir). O es que sus problemas, cuales fuesen, no saltaban a la vista. Las enfermedades emocionales no tienen piedad. Todo lo que nos queda es lamentarlo y, quienes tenemos más suerte que ellos, agradecer que esas cosas no nos sucedan a nosotros. Eso sí, esta canción se hace difícil de escuchar ahora mismo, la verdad.

Cómo ha muerto es lo de menos, excepto para lo que él haya padecido en vida y para sus familiares y amigos. Es inútil buscarle un sentido al suceso; si se ha suicidado, es obvio que estaba mal, que estaba sufriendo una enfermedad terrible y que nadie ha podido hacer más por ayudarle. Para quienes no lo conocíamos excepto a través de su música, lo que se ha perdido es una de las últimas voces mágicas e inimitables del mundo. Alguien que podía ponerte los pelos de punta con sus interpretaciones, que podía berrear como un endemoniado o susurrar como un fantasma, que sabía cómo transmitir, cómo traspasar la barrera del soporte físico de una grabación para dejar una huella imborrable en el oyente, y que ya de paso era un más que aceptable guitarrista rítmico y un muy buen compositor (y sus inicios fueron ¡como batería!). Todos querríamos pensar que existe algún tipo de justicia universal y que la gente con talento debería vivir una larga y próspera vida, no porque sean mejores personas que los demás, sino porque contribuyen a hacernos felices y querríamos que tuviesen su justa contrapartida por ello. Yo he sido feliz muchas veces escuchando a Cornell y, por lo menos hasta el día de hoy, ni siquiera sus canciones más tétricas me producían otra cosa que puro disfrute. Lo de escuchar música para sufrir o para estar triste es algo que no va mucho conmigo, pero a veces uno se da cuenta de que esa música triste esconde una tristeza verdadera. De repente nos hemos dado cuenta de cuánto dolor podía haber a veces detrás de esa oscura poesía. Pero supongo que Cornell, como casi cualquier músico, quería hacer disfrutar a su público, no hacerlo sufrir. Sí, va a ser inevitable que determinadas melodías tengan un sabor amargo durante un tiempo, pero después del luto queda el recuerdo: era una de las voces más especiales del planeta, un músico entregado y alguien que se tomaba muy en serio esa maravillosa profesión de crear música, sin la que el mundo merecería un poco menos la pena. Es duro que alguien tan grande haya tenido un final así, pero ya no podemos hacer nada al respecto, salvo rendir homenaje y decir que, aunque siempre se cubre de elogios a los difuntos, Chris Cornell merecía de verdad todos esos elogios. Quién sabe, quizá ahora esté en algún lugar cantando esta canción junto al hombre que la escribió; a veces es verdad que los mejores se van antes de tiempo.

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42 Comentarios

  1. Excelente artículo. Pero hombre, despachar a Audioslave con dos líneas. ¡Tom Morello! ¡Tim Commerford! ¡Brad Wilk!

  2. Me da hasta un poco de vergüenza admitirlo, porque obviamente no lo conocía personalmente, pero ayer cuando me enteré me eché a llorar, me pilló de sorpresa la noticia y aún más lo visceral de mi reacción, porque siempre he sido ajeno a la idolatría, pero este que se nos ha ido ha moldeado mis emociones desde hace más de 20 años, ha creado un lenguaje propio y en mi opinión incomparable con nada anterior ni contemporáneo, y siempre destilando profesionalidad, inconformismo y curiosidad. Era mi artista preferido, el que más respetaba, y hoy estoy de luto.

    Descanse en paz.

  3. «se colgaba del entramado del escenario» eso lo hacía Eddie Vedder, no Chris Cornell. Lo puedes ver en Pearl Jam Twenty.

    • El Vedder lo hacía más a menudo, de una forma seguramente más «natural», pero el Cornell en alguna ocasión tenía salidas de esas, sobre todo en la era pre-badmotorfinger. De todas formas creo que se entiende la intención de quien escribe al describir (acertadamente creo) al artista.

    • mírate la película de singles

    • Un poco tarde, pero parece que no has visto la actuación de Soundgarden en la película Singles, donde Chris no deja de cantar de forma increíble mientras literalmente cuelga de los soportes de la iluminación… Mítico. A lo mejor Eddie Vedder sólo imitaba a su mentor LOL

  4. Una gran reseña, que me ha hecho redescubrir canciones que llevaba tiempo sin escuchar: me ha encantado especialmente «The Day I Tried to Live»…

    Descanse en paz, Chris…

  5. I’m looking California
    And feeling Minnesota…

    • Luiyiboll

      Descubrí el Badmotorfinger en el 93 en mi estancia en Minnesota. Lo escuchaba todos todos todos los días. Aún me pone los pelos de punta.
      Sobrehumano.

  6. Gracias por este artículo

  7. Excelente texto. Has descrito palabra por palabra cómo yo también descubrí a Soundgarden, y cómo desde el primer segundo de aquel video quedé absolutamente hipnotizado por su voz y sus composiciones. No hay que olvidar que muchas de las melodías de los discos de Soundgarden son también obra suya.
    Soy guitarrista de los de barrio, de los que se juntan con 4 más y arman un grupo para divertirse y dar algún bolo si cuadra. Para mí ha sido una influencia de tal calibre que hubiera sido imposible que me hubiera tirado ya 25 años tocando la guitarra sin buscar esas composiciones, imitarlas. Todos los medios se centran en recordar los mismo temas de Soundgarden (ojo que no son malos, sino temazos: black hole sun, spoonman, fell on black days), o mencionar a Audioslave (muy por debajo de Soundgarden), o el tema de James Bond (únicamente un reflejo comercial), en cierto modo me alegro, porque es como si sintiera que Limo Wreck, 4th of July, Cold Bitch, Gun, head down, like suicide, mailman, new damage, loud love, nothing to say, searching with…,preaching the end of the world, follow my way, sweet euphoria, steel rain, seasons, sunshower…las que has comentado en el artículo, y tantas otras … se quedan para los que verdaderamente hemos apreciado su dimensión como artista, como si la mejor parte de la tarta fuera para nosotros.
    D.E.P

  8. Otra canción premonitoria y de poner en un altar, es «Blow up the upside World» , de mis favoritas de estos monstruos que eran los Soundgarden

  9. Simplemente gracias………………RIP

  10. Y en lo que comentas de que sentía por dentro?, lo entiendo perfectamente, yo pase 5 años con antidepresivos y aun teniendo todo me quería morir, eso ahora lo veo como una mala película que vi y trato de vivir día a día, pero cuando pasan cosas como estas me deprimen demasiado y busco en el cielo una respuesta, pero esta nunca llega, y cada vez que miro al suelo las preguntas se multiplican.
    «El día que intente vivir» ….. es un hoy permanente…….excelente tributo Emilio de Gorgot………

  11. Gracias Chris…RIP

  12. Qué buen artículo…sin fanatismos, visto desde la perspectiva de alguien que como muchos de nosotros, admiró y valoró su talento. Una gran tristeza su partida. Pero como dicen por aquí, nosotros nos llevamos la mejor parte, y sera hasta que nos toque a nosotros dejar esta realidad. Descanse en paz.

  13. Enhorabuena por tu artículo, amigo. Creo que expresa a la perfección lo que suponía Chris Cornell / Soundgarden para muchos de nosotros.
    Cierto es que lo sel suicidio nos ha pillado a todos con el pie cambiado, pues a estas alturas de la película nadie habría imaginado un final así para el bueno de Chris; a lo mejor tiempo atrás sí podíamos haberlo advertido como posibilidad…sobre todo a finales de los 90…

    Yo, el año pasado, cumplí una de mis grandes ilusiones viéndolo en directo en la que fue su única fecha nacional en el Liceo de Barcelona. Lo que allí se vivió aquella noche fue tan sobrecogedor que perdurará por siempre en nuestra memoria como uno de los conciertos más especiales de nuestra vida. Si tuviera que destacar solo uno de los momentos del show sería «when I’m down» de su primer disco en solitario cantado de una forma magistral. Momentazo. Pero fueron tantos y tantos otros…Temple of the dog, Soungarden, Audioslave…DEP Chris, gracias por tu música, Say hello to heaven!

  14. Feldestein

    Cuando me enteré de la noticia no me lo creía, y realmente me quedé jodido por un rato. Por los motivos que cuentas en este homenaje y también por los que detallan otros comentaristas.

    Era uno de los grandes, sin duda, y a mí también me marcó Badmotorfinger. Siento mucho que se haya ido, y siento especialmente que haya sido por este motivo. A veces la música más oscura nos puede ayudar a vivir, pero no podemos olvidar que surge de profundidades que no pueden ser holladas y salir indemne. Nos gustaría que fuera así pero a veces hay tragedias, como la de Chris, que nos recuerdan que el dolor tiene sus propia reglas y servitudes.

    Genial artículo, de verdad. Muchas gracias.

  15. Un bellísimo homenaje, Emilio. Sin duda, Soundgarden y Chris fueron muy especiales para toda una generación. Por suerte, aún nos quedan sus canciones, aunque difícilmente sentiremos lo mismo cuando las escuchemos… Gracias.

  16. Grande Emilio de Gorgot. Cornell se merecía una despedida como la que le has escrito. Y los que nos fumamos nuestros primeros porros con él reventando los cascos del walkman o nos levantamos con el cuello dolorido después de una noche en el bar que ponía el Badmotorfinger también, (por tremendamente tópico que suene todo esto, pero si fue así qué cojones vamos a decir). Gracias Emilio de Gorgot.

  17. David Fdez.

    Yo creo que Cornell, y Soundgarden, jamás superaron ese monstruo sónico que es Badmotorfinger, cuyas cuatro primeras canciones son una sucesión a la altura de las mejores que se hayan grabado. Y no sé, aparte del shock que nos causa una muerte tan inesperada (para la propia familia lo ha sido, según se va sabiendo), duele pensar que algo tan excelso como eso nunca se repitiera. Sí, vino el éxito, pero no algo tan grande e impresionante.

  18. Recuerdo cuando en aquellos pocos meses del año 91 descubrí todos esos discos que me cambiaron el ADN, incluido el Bamotorfinger…mi tema favorito de siempre es Slaves and Bulldozers…a mi no me dice nada el heavy metal, pero esto era muy diferente…era brutal, intenso, psicotico, paranoide, enérgico, psicodélico…justo lo que se necesitaba a los 19 años…
    Yo recomiendo que busquéis en you tube la película Motorvision, ahí se ve a Soungarden, y por supuesto a Chris Cornell en su máximo esplendor

  19. Excelente y sentido, creo que Chris no estaba donde queria estar, busco cosas que no encontró. Aun estoy en shock …

  20. Javier Serrano

    No era de mis artistas más seguidos pero le tenia un respeto enorme por ser capaz de ponerme la piel de gallina y por el estilazo que tenia. Un superclase!!!…deja una obra maravillosa y algunos temazos eternos……descanse en paz y todo el consuelo y paz a los que más le querian….

  21. Joder Emilio, no me hagas eso, no puedes hacer una lista de vocalistas de rock y dejarte afuera a Steve Marriott. No me confundas Emilio, después de tu maravilloso artículo sobre Steve, de todas las personas tú eras el único que yo pensaba que jamás se olvidaría de él.
    Que no se vuelva a repetir, tú recuerda para la próxima: conjunto selecto de vocalistas de rock con número de integrantes distinto de cero, tiene que figurar Steve Marriott.

  22. La primera vez que visité España, una chica que me acompañaba y con quien estudiaba en Sevilla, era gran aficionada de Soundgarden. Me acuerdo de ella con sus auriculares en el autobus desde Pamplona a San Sebastián. Qué raro que esto sea el recuerdo que me trae la muerte de Chris Cornell. Para mí siempre asociada con España.

  23. Diego Laranjo

    Buen artículo sobre uno de mis ídolos de juventud que nunca morirá!!! Parece que es cuestión de Karma pero supe de la noticia escuchando en el coche El grandioso Badmotorfinger y no me lo podía creer!! Llevo estos días en shock y cada vez que escucho esas grandiosas canciones se me pone la piel de gallina pensando que ya no estás. No pensé que era una persona de idolatrar a estrellas del rock pero creo que Chriss me ha marcado de tal manera que no he podido resistirme a la tristeza se su marcha. Descansa en paz Chriss

  24. Cuando leí ayer la noticia de su fallecimiento, sentí un vuelco. Recordé mis años de universidad escuchando a PJ, AIC y Soundgarden mientras estudiaba hasta tarde. Layne Staley se fue hace años, solo e incapaz de superar lo q le atormentaba. Se veía venir. Lo de Cornell me ha dejado fría. Hacia lo q quería con esa voz portentosa. Pensaba q había ganado la batalla q libraba contra sus propios demonios y q nos acompañaría durante más tiempo para regalarnos su talento. Se ve q no. No sé lo q tardaré en poner un cd de Soundgarden, Audioslave o Temple of the dog. No me siento capaz, pero lo haré. Rest in Peace, Chris. Thank you for the music and the memories. I hope your demons have been set to rest.Listen, hear he is inside
    One who lives while others lie
    I close my eyes and walk a thousand years
    A thousand years that aren’t mine, hey
    It seems he’s near me when I walk
    One who loved what love denied
    He lives these years that I walk blind
    All these years can not be mine

  25. Buenísimo artículo. Gracias.
    Chris, la Generació X, tus criaturas, no te olvidaremos nunca.

  26. El rock nunca ha muerto

    Alguna vez he leído por ahí que en los años noventa no se hizo buena música. Y puede ser verdad porque sinceramente, no tengo ni pajolera idea de música. Lo que si sé es que toda la música que escuché en mi adolescencia, como la de Soundgarden, la sigo escuchando ahora. Es más, la música que escucho ahora, la de las bandas más o menos actuales, no provocan en mí las mismas sensaciones que en aquellos años. Seguramente se deba a que escuchar esa música me lleva atrás en el tiempo. Los ídolos se van, pero siempre quedarán sus obras, y la voz de Chris Cornell me llevará siempre atrás en el tiempo.

  27. «Fell on black days», la historia de mi vida. Maldita depresión.

  28. Para mi su mejor disco siempre será Louder than Love, con ese aura obscuro y pesado que tenía, tres veces me lo compré y tres veces rayé el cassette de tanto escucharlo en mi walkman autoreverse… Una lástima que, al parecer, nadie se acuerda de ese discazo…

  29. Gran artículo. Después de Like a Stone….alguna pista daba. El badmotorfinger me recuerda a Kyuss, en todos los aspectos. Otro grande se nos va….

  30. Excelente artículo, pero no se dice ni una palabra del Euphoria Morning cuando se habla de su carrera en solitario. Es un absoluto discazo, compuesto en un momento muy difícil para él ya que un tiempo atrás su amigo íntimo, el cantautor Jeff Buckley, murió ahogado. Es de justo antes de la formación de Audioslave y Cornell llegó a admitir que Morello, Wilk y Commerford salvaron su vida (estaba muy deprimido y pensando en suicidarse). El disco es un tributo a Buckley y concretamente el tema Wave Goodbye habla de cuánto le extraña. Cornell se la dedicó a su amigo muerto y nosotros ahora se la podemos dedicar a él mismo. Nada más enterarme de la noticia me la puse mientras leía la letra y automáticamente se me pusieron los pelos de punta y se me hizo un nudo en la garganta.

  31. A mí me da mucha pena también, poruqe Cornell me recierda al instituto. Bueno, no estemos tan tristes. Si queréis una voz magistral y unas guitarras infernales, siempre nos queda Rival Sons!!

  32. Me ha encantado tu artículo, estoy de acuerdo con muchos de los recuerdos e ideas que has plasmado.
    Yo me acuerdo perfectamente del Badmotorfinger, lo escuché entonces con mis 15 años y me quedé con la boca abierta. Poco después descubrí Temple of The Dog, que es uno de los discos que he escuchado más en los últimos años. Me asombra todavía hoy la interpretación vocal de Chris en temas como «Say hello 2 heaven», y la música pone la piel de gallina.

    A finales del año pasado, cuando vi videos de los conciertos de la gira 25 aniversario de Temple of the Dog, pensé que la iniciativa de Chris para homenajear a su colega Andrew Wood fue hermosa, y que poder recordar en vivo los temas con los mismos colegas tantos años después era una auténtica gozada. Lástima que nunca los he visto en vivo…

  33. Aussiebolo

    Llevo una semana escuchando nada más que música suya y todavía no creo que se ha ido para siempre……. «No one sings like you anymore»…..DEP.

  34. Muy buen artículo, lo único que me parece desacertado es minusvalorar a los exmiembros de RATM y a Audioslave, cuando por ejemplo guitarristas con el talento y la personalidad de Tom Morello se cuentan con los dedos de una mano

  35. excelente texto.

  36. Además de rendir mi pequeño homenaje a uno de los más grandes,también me gustaría romper una lanza por su proyecto más infravalorado,esto es,por Audioslave…vale,Soundgarden fueron únicos y grandiosos pero no acierto a comprender el porqué mucha gente se empeña en minusvalorar lo que llegaron a conseguir al unir sus talentos esos cuatro monstruos,sobre todo cuando nadie daba un duro por la mezcla del estilo dramático y melancólico de Cornell y el rap hard rockero de los ex-RATM,estaba claro que a priori mezclaban tan «bien» como el agua y el aceite;y sin embargo los tíos se descolgaron con un pepinazo que para mi aún a día de hoy es uno de los mejores discos de debut de la historia del Rock,hala,ya lo he dicho…no quiero entmrollarme más porque esto pretendía ser un humilde recordatorio del talento de Chris asi que finalizo haciendo una recomendación a quien lea esto:el debut de Audioslave será recordado en años posteriores por trayazos como «Like a stone»,»Cochise» o «I am the highway»pero probad a tumbaros en la cama,apagad las luces,poneos un buen par de cascos y dadle al play en la penúltima canción. ..si si,esa de la que nadie habla nunca,»Getaway Car»…nunca (y digo nunca)he estado más cerca de comprender lo que es que alguien haga música (arte en definitiva)de su dolor,es como si Chris se arrancase su corazón lleno de tristeza y pesar,como si metiese en sus melodías nostalgicas toda la pesadumbre de su alma y te dijese,»toma,ayúdame a sobrellevarlo,yo solo no puedo con todo este dolor infinito que no me cabe en el pecho»…
    DESCANSA EN PAZ CHRIS.

  37. Pablo Iván Serpico

    Nunca fui fan de Chris Cornell ni de sus bandas cuando él aún vivía, claro que había llegado a escuchar algunas de sus canciones como Like A Stone de Audioslave que fue muy popular por el año 2002 cuando aún era adolescente y me había gustado mucho en aquella época. Dicha banda era un híbrido creado a partir de los restos de Rage Against The Machine y Soundgarden. También lo conocía previamente por su participación como solista en el soundtrack de Casino Royale con la canción You Know My Name, un genial tema de rock que apareció en una de las mejores películas de la franquicia de James Bond. Lo último que escuché de Chris fue su sencillo de 2015, Nearly Forgot My Broken Heart que me gustó de inmediato cuando lo oí en la radio, pero no fue sino hasta su muerte que comencé a escuchar conscientemente su música y pude valorarlo en su justa medida. El día de su muerte mientras escuchaba la radio programaron Say Hello 2 Heaven de Temple Of The Dog para rendirle tributo y me impresionó bastante ya que nunca la había escuchado en mi vida, una canción solenme pero inmersa en el espíritu del grunge, adecuada para despedirlo. El mismo día por la noche en otro programa de la misma emisora sonó Black Hole Sun de Soundgarden, una banda que desconocía por completo (al igual que Temple Of The Dog) y me voló la cabeza, era melódica y estridente al mismo tiempo, como una “combinación de Black Sabbath y los Beatles”, en palabras de Dave Grohl, a partir de ese momento una atracción inminente me enganchó a su música, tuve que repasar toda su discografía y descubrir sus discos con Soundgarden, Temple Of The Dog y Audioslave, también las canciones que escribió para películas y sus discos en solitario. Quedé impresionado ante tanta buena música que nos regaló, fue un descubrimiento emocionante y triste a la vez. Cuando crees que ya has escuchado todo y ya nada nuevo puede emocionarte, sólo debes mirar al pasado y descubrir a todos estos grandes artistas. Sin duda Chris Cornell era un músico talentoso y honesto, un cantante apasionado con una voz privilegiada, en cada uno de sus proyectos se podía notar su sensibilidad y melancolía aunque a veces fuera disfrazada de furia, uno podía ver a través de su alma y sentir toda la tristeza y dolor que le agobiaban, es una pena que haya decidido suicidarse pero ahora creo comprender un poco el significado de sus canciones. Escuchar Call Me A Dog, Black Hole Sun, Can’t Change Me o Like A Stone es sentirse conmovido, particularmente su último sencillo lanzado meses antes de morir, The Promise, es una canción que eriza la piel y una hermosa despedida. Descanse en Paz Chris Cornell. Voice Of Our Generation And An Artist For All Time.

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