Ciencias Entrevistas

José Antonio Lorente: «El área forense consiste en tratar de sacar la máxima información posible de la mínima cantidad de muestra disponible»

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José Antonio Lorente (Serón, Almería, 1961) llega apresurado de su anterior reunión y nos recuerda con amabilidad que en una hora tiene su siguiente compromiso. Acto seguido, mientras se afloja la corbata, nos invita a entrar en su despacho de director científico del Centro de Investigación de Genómica e Investigación Oncológica, GENYO. En su mesa se apilan cientos de papeles, eso sí, perfectamente organizados en montones, mientras las paredes nos devuelven fotografías que recuerdan sus innumerables viajes. Este médico y catedrático de la Universidad de Granada ha sido pionero en la aplicación de las técnicas de ADN en el campo forense, lo que le ha llevado a colaborar con el FBI norteamericano o a estudiar los huesos de Cristóbal Colón. Pero lo que cuenta con mayor emoción son dos proyectos pioneros concebidos por él y que ahora se utilizan en todo el mundo; el Programa Fénix, que ha permitido la identificación de más de mil cadáveres anónimos, y el Programa ADN-Prokids, que ha conseguido devolver a sus familiares a más de mil cuatrocientos niños robados. Actualmente compatibiliza su cargo en el centro GENYO con la dirección de la estrategia de innovación e investigación en salud de la Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía. Su dilatada trayectoria en el campo de la investigación y su experiencia en la gestión de la misma le hacen ser muy crítico en cómo concebimos la ciencia y la investigación en nuestro país, y piensa que tenemos que multiplicar su presupuesto para no perder competitividad a nivel mundial.

Estamos en el Centro de Investigación de Genómica e Investigación Oncológica, GENYO, formado por la farmacéutica Pfizer, la Junta de Andalucía y la Universidad de Granada. ¿Cuáles son las ventajas e inconvenientes de tener un centro de este tipo, con tres socios, en comparación con los centros habituales?

Se notan más las ventajas. Los inconvenientes son los propios de todas las sociedades, de todos los centros donde hay varios socios. Cuando tienes tres, cuatro o cinco socios, a veces cada uno tira para un lado, cada uno puede divergir en algún tipo de intereses y puede haber problemas. Sin embargo, lo bueno que tiene Pfizer para nosotros, como centro, es que apoya muchos  tipos de investigación, que puede ser muy aplicada, o  estar muy relacionada con el desarrollo de nuevos fármacos, con nuevas dianas… Y además transmite un impulso muy ejecutivo en todas las reuniones que tenemos, en todos los consejos rectores, que son dos al año, en todas las reuniones o cuando vienen a hacer actividades. La parte que veo es la positiva. Pfizer no es en absoluto un socio problemático, todo lo contrario, su interés ha sido siempre promover, ampliar y dar más. En ese sentido siempre te marca una diferencia en relación con lo público, que yo no digo que se haga sistemáticamente, pero con Pfizer trabajas con un componente de rendimiento de cuentas más permanente.

Son muy ejecutivos, pero ¿son intervencionistas? ¿Dirigen de alguna forma la política científica?

No, no, en absoluto. La política científica de GENYO, en cuanto a hacer una investigación que sea lo más traslacional posible, que sea aplicable, que sea útil al médico y al clínico, está en el estatuto fundacional, en el convenio que da vida a GENYO. Lo que ellos hacen es financiar algún tipo de investigación puntual, igual que lo hacen otras farmacéuticas que son competencia directa de Pfizer, como Roche, GSK… Mi grupo, por ejemplo, es el que más trabaja con Pfizer, pero también con competencia directa de Pfizer, y nunca jamás ha habido ningún problema. Ellos sí que son intervencionistas, pero con los proyectos que financian, que son los proyectos que a ellos más les interesan.

Está bien que la empresa farmacéutica participe desde el principio en la investigación más básica, según tu punto de vista.

Sí, sí, totalmente, yo creo que está muy bien. Hay que tratar de romper esa idea de una farmaceútica con unos intereses un tanto espurios y oscuros, que tantas veces se critica. Porque eso puede darse, yo no lo niego, hay veces en las que se actúa de esa manera, pero otras veces están claramente implicados en el desarrollo y en el apoyo de toda la investigación, desde la básica hasta la traslacional. La experiencia con Pfizer es inmejorable, y lo fue desde el principio. Yo los fui viendo como unos socios muy colaboradores, y así llevamos mucho tiempo. La inauguración de este edificio fue el 12 de noviembre de 2010, el 12 del 11 del 10, y yo pensé que era como una cuenta atrás hacia el futuro. Aunque GENYO como tal se constituyó en el año 2008, cuando se firmó el convenio, y empezamos a trabajar en el CIBM (Centro de Investigación Biomédica). Así que Pfizer lleva con nosotros más de diez años y nunca jamás ha habido un problema, una pega, ni una falta de apoyo.

Y por otra parte es un centro de genómica. ¿Se hace solo genómica o tenéis otras líneas de investigación no relacionadas con esta disciplina?

No se hace solo genómica, se hace también trascriptómica, epigenómica… Y luego se hacen otro tipo de tecnologías dentro de las grandes áreas de trabajo, como por ejemplo en cultivos celulares, donde se trabaja con modelos que no tienen un gran análisis genómico detrás de ellos, con diferentes tipos de células, de antígenos y anticuerpos, y con técnicas muy complejas pero que no se basan en la genómica en absoluto. Luego hay otro grupo centrado en desarrollos celulares de modelos animales como el pez cebra, y que usan mucho la microscopía. En general es raro el grupo en sí que no utiliza la genómica en GENYO. Lo que si hay es un 100% del estudio del ADN, pero no tiene por qué ser con técnicas genómicas en cuanto a biología molecular, pero sí de expresión del ADN.

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En principio existen dos aproximaciones en los estudios genéticos, aquellas que son intervencionistas y modifican el ADN y aquellas que tan solo lo analizan, como es el caso de la medicina forense, que es tu campo de especialización. Respecto al primer grupo, y vistas las últimas noticias sobre la modificación genética de dos hermanas chinas mediante la tecnología CRISPR, ¿qué opinión te merece este experimento?

A mí me parece que todo lo que sea un avance científico, si tiene una aplicación positiva y está regulado, pues bien, pero todo avance científico descontrolado puede llevar a problemas éticos muy importantes. Habría que reflexionar sobre esto, porque no es solo la aplicación inmediata que pueda tener, sino que en nuestra sociedad el fin no justifica los medios. Yo tampoco he leído muy a fondo este estudio, no más a fondo de lo que se lee en las noticias, donde aparecen cosas totalmente contradictorias. Y yo creo que una parte del futuro, para bien o para mal, va por este tipo de actuaciones. Pero lo que no puede ser es que de pronto te aparezca una noticia así, porque aunque no haya una ley mundial que te lo prohíba, sí que hay un consenso en la comunidad científica que te dice que hay que tener mucho cuidado. Y que de pronto te salte alguien diciendo que ya lo ha hecho no lo veo bien.

¿Tú crees que realmente se ha hecho el experimento?  

Esa es también la otra pregunta.

No hay artículos científicos. Sin embargo, de la clonación, que lleva muchos más años desarrollada, no tenemos noticias de que se haya realizado en ningún ser humano.

Y yo creo que se habrá intentado hacerlo desesperadamente en algunos lugares. Pero lo mismo no, aunque tiene que haber gente por ahí en un sótano escondido, es un decir, intentando clonar. Y lo otro, pues vete tú a saber si se ha hecho, además viniendo de un país críptico como es China…

Con unas normas éticas difusas, por decirlo de alguna forma.

Adaptables.

Decíamos antes que tu trabajo fundamentalmente ha sido la genómica forense, por lo que tu carrera se ha centrado en la lectura del ADN, pero desde diferentes aproximaciones.

Yo empecé ahí, me siento analista forense totalmente, y de ahí fue luego justamente una derivación, una extrapolación, una exploración y un perfeccionamiento de las técnicas en el área forense, lo que me llevó a la parte médica y clínica. El área forense consiste en tratar de sacar la máxima información posible de la mínima cantidad de muestra disponible, o en casos donde las muestras tienen mucha cantidad pero la calidad no es buena, donde hay mucho ADN pero está hecho pedazos, o está contaminado. Para extraer información de ahí lo primero que hay que pensar es en un plan de biología molecular. Tú haces una cosa y si no sale, antes de volverlo a repetir tienes que pensar qué vas a cambiar, porque si lo repites exactamente igual te va a salir lo mismo. Tienes que pensar qué tienes que cambiar para que no te salga lo mismo, qué tipo de contaminante hay…

Por ejemplo, para sacar información de esta mesa, porque el asesino en serie de la esta película ha estado apoyado en ella, hay que sacar esas células y decir de quién son. Eso es lo forense, pero ¿qué pasa en la clínica? Cuando yo desarrollé la parte forense en la antigua Facultad de Medicina, bajaba a la cafetería y hablaba con mis colegas. Nosotros publicábamos trabajos científicos buenos, hacíamos cosas que salían en la tele, y mis compañeros me decían «oye, José, vengo de un congreso en no sé dónde y he visto un gen que es el BRCA, pero es que nosotros tenemos unas muestras que son muy pequeñas porque son de una biopsia, pero si pudiésemos ver…». Y era la misma limitación que la forense. Claro, el problema para un clínico es el que teníamos cada día los forenses, que tenía ahí un trocillo de parafina o una muestra congelada o metida en formol o cosas de estas. Y ellos me decían «si nosotros pudiéramos trabajar con muestras de esta familia, de esta paciente que ha fallecido…». Y yo les decía que tenía a gente muy buena en los laboratorios, los equipamientos, pero lo que no tenía era dinero para hacerlo. Entonces empezó un grupo a colaborar progresivamente y así empecé yo en el campo clínico. No hacía tanto el análisis genómico clásico de cuando te mandan cinco mililitros de sangre y ahí lo analizas todo, sino en muestras complejas, y eso ya me llevó a trabajar en cosas pequeñas, con células tumorales circulantes, con biopsias líquidas, especializándome en sacar mucha información de lo pequeñito. Pero sí, mi origen es el forense.

Lo más complicado que has hecho técnicamente es la identificación de los huesos de Colón en un trabajo en colaboración con Miguel Botella, al que también entrevistamos en Jot Down. ¿Es así?

Bueno, hemos hecho cosas más difíciles, es decir, hemos trabajado con muestras en peores condiciones, lo que pasa es que las de Cristobal Colón tenían otra dificultad, que no es solamente la dificultad intrínseca del caso, sino también la repercusión que tiene ese caso.

Mediática.

No es lo mismo retocarle la nariz a cualquier persona, a ti o a mí, que hacérselo al Brad Pitt de turno. A lo mejor técnicamente no es tan difícil, pero no es lo mismo el caso. Cuando tú estás en un contexto determinado eres consciente de la importancia de lo que estás haciendo porque estás, por ejemplo, a punto de publicar un Nature, o por la repercusión sobre la historia, o sobre la sociedad. En ese sentido sí, es el caso más complejo.

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¿Fuisteis capaces de sacar suficiente ADN para hacer las determinaciones?

Sí, el proyecto de Cristóbal Colón tiene, tenía desde el principio, y sigue teniendo, porque no se ha acabado, dos fases. Por un lado, la de intentar identificar los huesos de Cristóbal Colón en las dos tumbas oficiales que tiene, la de Sevilla y la de Santo Domingo en República Dominicana, que es donde dicen que están sus restos. Y la fase dos era  tratar de saber algo sobre sus orígenes, que mayoritariamente se acepta que son italianos. Yo no lo dudo, porque como médico no tengo conocimientos para saber si era italiano o no, probablemente lo fuera, pero hay otros muchos historiadores con teorías con cierta solidez que te dicen que no, que era de allí, o que era de aquí. Así que la fase uno tenía dos subfases; 1A y 1B. La 1A era los huesos de Sevilla y la 1B los de República Dominicana. Los de Sevilla sí los pudimos analizar y comparar con los de sus hijos Hernando Colón y Diego Colón. En el ADN que obtuvimos había una coincidencia, con lo cual supimos que era Cristóbal Colón. Esto con el grave problema que había en Sevilla, que era que faltan un montón de huesos, teníamos trescientos gramos o por ahí, pero faltaban muchísimos huesos. En República Dominicana estuve varias veces reunido con las más altas personalidades políticas, culturales y eclesiásticas. Una de esas veces estuve junto con el historiador jefe del grupo, que es Marcial Castro, la persona que promovía la investigación, y al final no nos dejaron, nos autorizaron pero luego cancelaron, pospusieron hasta nueva orden, y de eso hace ya catorce años.

La fase 2 consiste en descrubrir los orígenes y es en lo que estamos trabajando justo ahora. Se ha atrasado tanto porque empezamos en el año 2003, con la exhumación en Sevilla, pero la tecnología forense actual, la tecnología genómica general de análisis genético no permite, o no permitía hasta ahora, el analizar con garantía suficiente el ADN. Partes de la base de que podías tener una cantidad pequeña de ADN y si no te sale una cosa, repites, pero a nosotros con Colón solo nos dejaron coger, lógicamente, tres o cuatro huesecillos, porque no te ibas a quedar con todo el esqueleto de Cristóbal Colón. Lo demás se devolvió a Sevilla y no se va a volver a tocar en no sé cuántos lustros, tiene que haber una razón muy justificada para que te dejen abrir los huesos y hurgar y sacar ADN. Yo soy consciente, como coordinador del proyecto y como director científico del mismo, de la importancia que esos huesos tienen y que valen su peso en platino o en esmeraldas, o en diamantes, que es lo más valioso del mundo en este momento. Cuando tienes tres huesos, o tienes una tecnología muy sofisticada o muy actualizada, y actualizada significa de un rendimiento moderno, que ofrezca una información muy completa que se pueda utilizar con garantías de éxito, o deja los huesos guardados y no los toques. Ya hay una tecnología de ese tipo, y yo creo que pronto ya podremos meterle mano y sacar mucho más ADN, mucha más cantidad, mucha más calidad. Por lo tanto podremos tener mucha más información de la que obtuvimos en la fase inicial, donde simplemente era una comparación, y tratar de saber algo que nos pueda aportar datos para compararlos con lugares geográficos, con cosas de ese tipo.

¿Por comparación de SNP?  

Sí, sí, con genotipados de ese tipo.

Y eso te permitirá ubicarlo en una zona.

Ubicarlo geográficamente en una zona. Aunque toda la zona mediterránea tiene muy mala pata, porque de Valencia para arriba, Castellón, Barcelona, Gerona, todo el sur de Francia, la Provenza, la Liguria, y toda la parte de Italia, la Lombardía, la genética es muy similar… Pero hay teorías que se pueden estudiar y que yo llamo finalistas, teorías específicas, de que Cristóbal Colón era hijo de fulanito o menganito, de que es descendiente de los reyes de Portugal, de Galicia, alcarreño de Guadalajara, hijo del príncipe de Viana, o que en teoría era mallorquín… Y luego hay otras teorías donde no te pueden ofrecer un familiar para comparar. Porque te dicen que Colón era un judío catalán y que cambió su nombre porque no era conveniente ir por ahí diciéndole a los Reyes Católicos que era judío, y que era hijo de una acaudalada familia de Barcelona, y teorías de que era valenciano, de esas hay un par de ellas. Miras detalles de las personas que han escrito los libros y lo ves todo muy coherente, pero a mí me falta la visión global. Y yo tampoco puedo tenerla, porque yo no soy historiador, pero sí es una cosa curiosa.

Y también en el campo de la genética forense, tú has puesto en marcha el programa Fénix. Cuéntanos en qué consiste.

El programa Fénix fue el primero del mundo que se hizo en ese sentido. Publicamos un artículo en Science, bueno, no era un artículo, era una carta. Lo mandamos a Science, y nos faltaban datos para ser un artículo, pero  quería darle publicidad para que quedara marcado que la primera vez que se hizo fue en España. Me dijeron que les encantó el tema, pero que no daba para un artículo en Science, y que cuando tuviera más datos pues que ya lo mirábamos. Pero no era una investigación, éramos los primeros y consistía en identificar los miles de cadáveres que hay sin identificar enterrados en todos los cementerios de todo el mundo, incluida España, y en todos los países hay esos problemas. De manera específica dejamos aparte, porque ya se empezaba a hablar de programas especiales, a las víctimas de la guerra civil española, de la memoria democrática, o la memoria histórica. Por ejemplo, en Andalucía todos los análisis los estamos haciendo en mi laboratorio forense en la Universidad de Granada.

Dejando aparte esto casos, porque tenía un tratamiento especial, estudiamos casos modernos de la gente que se ha perdido estos últimos cinco, diez, quince o veinte años, desapariciones de personas con un perfil de riesgo alto, como por ejemplo chicas jóvenes que nunca han tenido un problema en su casa y salen con las amigas a tomar algo y la chiquilla se despide de todas las amigas hasta mañana, y luego no aparece. Eso, las posibilidades de que esté viva… Nosotros teníamos dos realidades; una era los cuatro mil y pico cadáveres sin identificar, enterrados, que la gente se cree que se meten en fosas comunes con todos los huesos juntos. Y no. Cuando un cadáver no se le identifica después de la autopsia se le entierra, se le mete en su nicho, en su féretro, en su ataúd, y en vez de ponerle un nombre se le pone el número de las diligencias previas de la investigación en las que el juez da la orden de que se entierre el cuerpo de identidad no conocida. No están por ahí en montones, están en zonas del cementerio donde si vas y preguntas, te identifican y luego te enseñan el cadáver. Un hecho real es que había casi cuatro mil de estos cadáveres, y otro hecho real absoluto eran las miles de familias buscando a sus seres queridos desaparecidos hace mucho tiempo, de los que no sabían nada, de los que la gran mayoría están vivos, por suerte, gracias a Dios, llámalo como quieras, están vivos, pero hay otros que están muertos.

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¿Cuatro mil en España?

En aquel momento había cuatro mil cadáveres no identificados, enterrados a lo largo de los últimos, en aquel momento, treinta años. Ahora son más de treinta.

¿En España solo?   

En España solo, porque si miras en todo el mundo son muchísimos más. Divides cuatro mil entre treinta años y no parece mucho; pero lo es, es mucho. Y, claro, en España era una época pico, mala, acuérdate de que había un montón de muertes en las pateras, así que en toda esta zona sur llegaban cadáveres no identificados un día detrás de otro. Hubo un pico de cadáveres de personas que trataban de llegar ilegalmente por el tráfico o por la trata de seres humanos. Y haces un balance y piensas, a ver, si le haces un ADN a todos los huesos que están sin identificar, esa es la teoría, y haces el ADN a todas las familias de todos los desaparecidos que quieran colaborar… Para los huesos le pides permiso al juez para que te deje hacerlo, a las familias voluntariamente, y le dices «mire usted nos dijo que su hermano, su hijo, su padre, se perdió hace veinticinco años, y no sabe nada de él, pues deme ADN porque si está muerto lo podremos identificar». Y había gente que decía que sí y gente que no, la mayoría decían que sí pero tampoco de una forma masiva. Darnos el ADN para ellos era reconocer que estaba muerto, y claro, eso es duro de asumir, quieres mantener la esperanza. Así que se puso en marcha, y cuando se aumentó el tamaño de la base de datos se aumentaron las identificaciones y ya se ha identificado a más de mil cadáveres de esa manera.

El FBI, para el que había trabajado, se puso en contacto conmigo y les expliqué lo que estaba poniendo en marcha; ellos generaron su programa y ahora más o menos casi todos los países tienen, mucho menos de lo que sería necesario, pero tienen esta herramienta de investigación criminal, aunque por ejemplo identificar a los violadores libres son casos más urgentes. Si por un lado pasa algo en Granada o en Valencia y por ejemplo agreden a dos chicas y por otro lado tienes tres huesos que analizar que llevan en el cementerio desde hace no sé cuánto tiempo ¿qué es más urgente? La urgencia siempre es el día a día. O sea, ¿tú cuándo puedes leer a gusto en tu casa? Pues un sábado por la tarde que estés solo. A la policía muchas veces le pasa lo mismo. Las bases de datos de personas desaparecidas en todo el mundo son un porcentaje mínimo de lo que tendría que haber.

¿Y cómo acabas trabajando en el FBI?

Estuve allí de posdoctoral un par de años. Estudié Medicina en Granada, me licencié en Granada, tuve una beca, hice mi tesis doctoral aquí. A mí me gustaba la medicina legal y mi jefe y maestro, que ahora ya es profesor emérito, fue el profesor Enrique Villanueva, discípulo de un ilustre valenciano, el profesor Juan Antonio Gisbert Calabuig, que es el gran padre de la medicina legal moderna española. Yo procedo de ahí, mi jefe procede de ahí, soy nieto científico del profesor Gisbert. Yo hice aquí la tesis sobre patología forense y tenía claro que me gustaba no la medicina forense práctica del día a día, pero sí la investigación, la docencia, la universidad, en esta área. Mi tesis no tenía nada que ver con el ADN, porque en aquella época no había ADN forense, pero cuando yo estaba haciendo la tesis, sobre todo al final, el ADN forense empezó a usarse y mi jefe, que era una persona muy buena, con una visión global, me dijo «esto tiene un futuro enorme, pero en España no hace nadie nada y en el resto mundo sí, puedes irte a Alemania, a Inglaterra o a Estados Unidos», que eran los tres únicos sitios que estaban avanzando. Y me dijo «yo sé que tú eres de espíritu viajero y aventurero y tu novia (que es mi actual mujer) también, pero os tenéis que ir por ahí varios años, si no esto no se aprende. Ahora, yo te puedo decir que como entres en ese campo y lo hagas bien, tienes vía libre para investigar toda tu vida».

Él tuvo la visión de que esto sería una revolución absoluta en el campo de la identificación humana. Así que nos fuimos a Alemania, porque yo chapurreaba el alemán. Me fui con mi esposa, ella sabía alemán también, a Heidelberg primero durante cuatro meses y luego a Münster durante año y pico, y allí aprendí esa tecnología. Los alemanes, que tenían mucha pasta, y siguen teniéndola, invitaron al jefe de investigación del FBI a un congreso en Colonia. Me acuerdo perfectamente, eso era octubre o noviembre del año 90. Había una mesa con todos los profesores y el invitado de lujo, y uno de los jefes alemanes no pudo quedarse a cenar y tuvo que irse. Entonces me llamó mi jefe y me dijo «tú que sabes muy bien inglés, siéntate al lado del americano y le das palique». Y hablamos de un montón de cosas y así conocí al que era jefe de investigación del FBI, y estuvimos conversando con anécdotas típicas y tópicas, de España, de Alemania y de Estados Unidos, pero también estuvimos hablando mucho de ciencia y yo tenía una visión muy clara del futuro, y veía que el futuro era la PCR. En esa época lo hacíamos todo por southern blotting, por hibridación… Y la PCR estaba empezando, con Kary Mullis, y a mí eso me gustaba. A este le gustó mi visión y me preguntó si me iría a trabajar con él.

¿Te lo pidió él?

Me lo pidió él. Y le dije que sí, pero que primero tenía que ir a España y montar el laboratorio de ADN. Y luego le dije que yo no era policía, era médico. Y me dijo que bueno, que le venía bien que tuviera que ir a España y trabajar un año y montar el laboratorio, porque él primero tenía que convencer a su jefe para que un médico se metiera en la academia del FBI. Y durante ese tiempo preparamos un proyecto de investigación y pedimos una beca. Así que vine aquí, monté el laboratorio, se lo dije a mi jefe, y pedí una beca del Comité Científico de la OTAN. Me dieron una beca estupenda, aún siguen dándola, y aunque era muy competitiva hicimos un proyecto atractivo, científicamente sólido. Yo tenía ya para mi edad un buen currículum, y además me iba al FBI, que no está asociado con la OTAN, pero sí que tiene que ver porque son los dos de seguridad y fue una cosa que ayudó.

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¿Y cómo es trabajar dentro del FBI?

Pues es curioso, porque estuve en la academia del FBI, que está en Quantico, en Virginia. Virginia es un estado gigantesco. Pues en medio de Virginia está la base de los marines, que puede tener la extensión de la provincia de Granada entera, totalmente vallada, donde la mayoría del territorio son campos para entrenamiento militar. Y exactamente a seis millas y media, que era lo que nosotros hacíamos para ir a comer, hay una serie de edificios modernos: la academia del FBI. Consiste en edificios de aulas, de entrenamiento, campos de deporte y luego lugares de residencia… Y claro, introducirte en un ambiente así… Yo hacía investigación, no estaba con casos reales, nosotros estábamos desarrollando todas las técnicas que hoy en día es lo que se usa de los STR. Ese era el objetivo de mi jefe y de mi beca, e hicimos publicaciones que fueron las primeras en el mundo en su campo, y con los ingleses y los alemanes se formó un grupo de trabajo. El ambiente era muy curioso. Allí se formaba a agentes del FBI, los entrenan en cuatro meses y los seleccionan. Aquí en España los que aspiran a inspector de policía ya son todos graduados, licenciados, tienen conocimientos altísimos, con idiomas, hasta con doctorados. Cuando aprueban las oposiciones, que son un follón de pruebas físicas, psicotécnicas, de cultura, de examen tipo test, casos prácticos … entonces los mandan a Ávila a una academia y allí les enseñan cosas que una persona normal no sabe: técnicas de lucha, defensa, armas de fuego… Pero en el FBI a los cuatro meses los pasaban a agente en prácticas, a la operación, y a los más despistados los ponían a hacer cosas de papeles, o a hacer interrogatorios, y luego poco a poco los van pasando a frentes más duros.

Allí estaba también lo que ellos llaman la National Academy, donde iban policías de todas las oficinas de sheriff de todos los estados a hacer cursos específicos de dos semanas, cuatro semanas, doce semanas, que era lo habitual. También iban policías del resto del mundo, porque había cuatro sesiones al año de tres meses cada una de la Academia Nacional Internacional. Yo he conocido policías españoles y guardias civiles, mossos d’esquadra, ertzaina no llegué a conocer… Era una gente que de una manera directa o indirecta se han visto comprometidos en situaciones de peligro, que han tenido compañeros víctimas de acción criminal… Y cuando están en contacto con compañeros son gente muy abierta, muy relajada. Entre los valores que yo aprendí allí, por ejemplo, está el estado físico, el comer bien, el entrenar… La gente del FBI tenían el lema de «mens sana in corpore sano» y era un lema gigante que estaba en varios sitios, y era como una obligación para ellos, porque sabes que poder correr doscientos metros te puede salvar la vida. Esa parte me gustaba mucho, tanto como el confiar plenamente en tu equipo y en tus compañeros. En todas las profesiones tienes que confiar más o menos en la gente que tienes cerca de ti, pero desde el punto de vista policial tienes a un tipo en el que estás depositando tu confianza y que te puede salvar la vida y viceversa.

Son mundos muy diferentes al que pueda haber en un hospital, y además era una convivencia en grado de internado, con lo cual vi pasar por ahí promociones enteras unas detrás de otras, vi pasar a algunos que volvieron al año siguiente a hacer algún tipo de práctica. Yo era el único médico que había allí, a mí me decían «Doc», que es una cosa muy americana, y «José» los que me conocían más. Por las noches, después de cenar íbamos a la cafetería, que era gigante, era el típico bareto con mucha madera del oeste americano, en medio de la academia, con los pitcher de cerveza y las alitas de pollo, en un ambiente muy relajado. Entonces yo pasaba consulta. Venían americanos o el tío de Hong Kong, o el de Japón, o el de Indonesia o el de China, «que me duele por aquí…». Porque en la academia no había médico. Eso sí es cierto, por la mañana pasaban consulta dos enfermeras o enfermeros y por la tarde había uno, y a seis millas estaba el hospital gigante de la base de los marines, con lo cual, en caso de emergencia, que alguna hubo, venía una ambulancia y se lo llevaban. No faltaba asistencia sanitaria, pero lo más banal del día a día me lo preguntaban a mí. Así que yo conocí a gente de todo el mundo que luego me sirvió mucho, no tanto para el Fénix, porque era una cosa más española y pude exportarla a otros países, como para el desarrollo de otros programas como el que más me gusta, el DNA-Prokids.

De este quería yo que habláramos.

Cuando empecé a poner esto en marcha… Cuando el FBI le dice a la guardia civil que le mande uno de sus agentes, entre tantos y tantos años… Solían ser agentes con grado de capitán, o un inspector de policía para acá o a los mossos, o la Royal Thai Police… Esas policías mandan a gente muy buena. Así que los policías que había allí en la academia internacional del FBI era gente de mucho nivel. Y ¿qué les pasó a esa gente? Estamos hablando del año 92-93. Yo soy del 61, por lo que en el 92-93 tenía treinta y uno o treinta y dos años, y ellos era un pelín mayores que yo, la media estaba entre los treinta y cuatro y treinta y seis años. Y muchos de ellos han evolucionado en sus carreras profesionales, han llegado muchos a generales, a jefes, a ministros. Y a mí todos me conocían. Cuando ellos en sus países empezaron a instalarse —te estoy hablando de algunos países de Europa y muchos de Latinoamérica, otros de África, muchísimos de Asia—, cuando ellos empezaron a instalar laboratorios de ADN…

Te llamaron.

Se acordaban, «tú eres el doctor», me decían. Recuerdo llegar a mi despacho por la mañana y ver los rollos de papel de fax de policías, de la Royal Thai Police de Tailandia, de Brunei Darussalam, de Hong Kong, de Brasil, de Chile, policía federal de no sé dónde. Muchas veces eran saludos, pero otras eran peticiones porque querían montar un laboratorio y pedían asesoramiento, me mandaban los planos y me decían «vente por aquí». Siempre he hecho esto de manera desinteresada, y en esa época empecé a viajar y desde entonces llevo viajando. Diez o doce veces al año cruzo un océano para un lado o para el otro. Eso es una vez al mes de media. Este año han sido once veces, el otro día lo miré, a las Américas o a las Asias. A África viajo muy poco, porque no tenemos ni tiempo ni dinero para apoyarles, lamentablemente. Y en Europa ni lo cuento.

El proyecto de Prokids es un poco hacer lo mismo que hacías con la identificación de cadáveres, pero con niños.

Sí, exactamente, la metodología es la misma. En este momento hay, según las Naciones Unidas, aproximadamente dos millones de niños en el mundo que están perdidos, dos millones de activos. Ojo, «niño» para Naciones Unidas vía Unicef es todo aquel menor de dieciocho años. La curva no es una curva gaussiana, es una curva de distribución hacia un lado, unidireccional. La mayoría de niños desaparecidos son niñas a partir de los catorce años, y ya sabemos para qué: explotación sexual. Pero también hay decenas de miles de niños muy pequeñitos que se han perdido, y que están en explotación laboral, explotación sexual, mendicidad, niños soldados, adopciones ilegales… Así que tienes miles de niños perdidos, y de esos miles de niños han aparecido algunos abandonados o en situación de abuso y las autoridades de esos países los han cogido y los han metido en orfanatos y en casas de acogida, pero no saben quiénes son.  Algunos niños son muy pequeños y no pueden hablar, y otros que se perdieron muy pequeñitos ya no se acuerdan de dónde vienen, pero tienen un nombre formal. Si encuentran a una niña el día de santa Lucía, que me parece que es el 13 de diciembre, a la niña le ponen de nombre Lucía y le dan unos apellidos estándar. Antes era todo Expósito. Ahora son unos apellidos de tipo estándar para que tenga una identidad civil. Entonces se le inscribe en una parte especial del registro civil, pero esa niña no es Lucía… Esa niña tenía un nombre de verdad y sus padres unos apellidos que eran diferentes. Esos niños están ahí y están controlados por las autoridades. Y, como en Fénix, tienes miles de familias, madres, padres, abuelitos, abuelitas, buscando a su nieto, a su hijo que se lo han robado. Además me acuerdo perfectamente de Paco Lobatón cuando hacía el ¿Quién sabe dónde? famoso., con el que colaboré también.

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¿Cuántos niños habéis identificado con Prokids?   

Pensé que había que hacer lo mismo con Fénix pero con vivos, que es mucho más bonito, y además con un mensaje preventivo, porque mandas un aviso a los criminales. Porque así robar un niño y darlo en adopción ilegal ya no iba a ser tan fácil. Si se hiciese sistemáticamente se acababa el cachondeo. Eso me surgió en Perú, recuerdo además perfectamente cómo me vino la idea. Iba en un coche hablando con Jorge Hau, ahora ya coronel, que era el jefe del laboratorio de ADN. Íbamos desde el aeropuerto hasta Callao, a lo que es el centro de Lima. Son treinta kilómetros y hay muchas zonas de autopistas, y en una avenida más o menos grande, de noche, el coche se paró y se acercaron niños a intentar limpiar cristales. Y de pronto digo «Jorge, ¿y todos esos chiquillos?», y me dice «están con los padres, que están bebiendo cerveza, esto es un desastre, la pobreza, la injusticia…». Y le pregunto «¿pero todos están ahí con los padres?». Porque había niños pequeños, chiquillos de cuatro años con bebés de seis meses en brazos. Y me dice «hay algunos que no, hay algunos que están abandonados, nosotros algunas veces los cogemos, pero se escapan, es un desastre, no sabemos quiénes son». Yo no le dije nada, pero a partir de ahí lo pensé. Luego hicimos un estudio piloto en Guatemala, lo extendimos a México y en el otro lado, en Asia, lo hicimos en Sri Lanka y en Filipinas. Consistía en tomar el ADN a los niños, y cuando venía una madre a buscarlos se le hacía de forma sistemática, y empezamos a ponerlo en marcha y hoy en día tenemos ya más de mil cuatrocientas identificaciones en todo el mundo. Lo más importante es que cada país tiene el suyo propio, porque DNA-Prokids es el nombre global del programa, pero cada país tiene el suyo propio, cada país tiene su base de datos y hace las cosas de la manera que cree oportuna con respecto a su legislación. Pero es lo mismo, es coger muestras con consentimiento del tutor legal del niño, cada cual el que sea, del niño y de los padres.

Y fruto de este proyecto te llamó el papa.

Efectivamente.

¿Y cómo te llama un papa?

Creo que hemos llegado a enterarnos de cómo fue. En el año 2013 me invitaron a una reunión de la Federación Iberoamericana de Entidades Médicas, que es la unión de todos los colegios de médicos. En España tenemos la Organización Médica Colegial, donde están todos los colegios de médicos. En cada país hay una cosa equivalente. Tuvimos una reunión en las islas Azores y yo fui a presentar DNA-Prokids invitado por el colegio de médicos de España, y hablé de cuál es el papel que tiene que jugar el médico en la prevención del tráfico de menores, porque no tiene porqué pero el médico puede intervenir. El médico tiene que controlar que la partida de nacimiento esté bien hecha, el médico tiene que controlar la identidad de la madre y la identidad del niño, no puede firmar a la ligera, luego en casos de adopción debe aconsejar a los padres y madres que van a adoptar para que sigan los cauces legales, en los países en los que se donan niños el médico tiene también un papel muy importante de control.

Entonces allí estaban los argentinos, el colegio de médicos de Argentina, vamos a llamarlo así, y les gustó mucho y escribieron muchos tuits. Por lo visto el papa había tenido relación con los médicos. Cuando vio esto, que en Twitter se hablaba de la tecnología al servicio de los niños, saltó la chispa y le dijo a monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, el arzobispo presidente de la Academia Pontificia de la Ciencia, que localizara al médico que lo estaba haciendo para hablar con él. Entonces el Vaticano me contactó, estuvimos hablando, el monseñor vino a dar una conferencia a Jaén, nos pusimos en contacto, me invitaron a mí, y estuvimos cenando después de la conferencia. Él llegó una tarde y se fue a la mañana siguiente, le estuve explicando y dijo que la mejor manera de darle la máxima relevancia era ir a ver al Santo Padre. Él organizó un simposium en la Academia Pontificia de la Ciencia en la que estuvo el papa, y llegamos a conclusiones, y entre esas conclusiones aparece que cuando sea necesario debe cogerse el ADN para identificar a los menores. Porque claro, el problema es que es tan fácil robar a un niño… Hasta en España. Es que las partidas de nacimiento que te dan en España siguen siendo un trozo de papel, y tú como padre vas al juzgado y como mucho puedes demostrar que en el libro de familia el nombre que pone de la partida de nacimiento es el de tu mujer, pero no hay nada, ni las huellas dactilares ni nada.                    

José Antonio Lorente para JD 7

Eres director de estrategia e innovación e investigación de la Consejería de Sanidad de la Junta de Andalucía. Quiero que me valores la situación en política científica que está viviendo este país en los últimos tiempos. Vamos, que si crees que hay brotes verdes en la ciencia en España.

Desde el punto de vista político no te lo puedo valorar porque no soy político. Soy muy crítico en público y en privado, entonces lo voy a ser aquí en público. España no se cree la ciencia, ni su importancia ni su trascendencia. España se cree el fútbol. España, en un momento determinado, se cree el fútbol. Parece una tontería, pero ya verás. España en el fútbol llegaba a octavos de final y luego a tomar por saco. España se da cuenta de que eso no es solo fútbol, sino que es un negocio impresionante, que mueve cientos de millones de euros. Me pongo en la cabeza de Florentino Pérez en sus primeras épocas, o de Jose Luis Núñez, que murió hace poco. Entonces empiezas a fichar jugadores y a promocionar la liga española, y ahora es la mejor liga del mundo. Tú vas a Tasmania en el sur de Australia, tú vas a la ciudad más perdida de China, o de Chile, o de Canadá, y dices Real Madrid, Atleti, Barcelona, hasta el Valencia, y se conoce. El fútbol se ha vendido, la selección española han sido campeones de Europa, campeones del mundo… Es un negocio impresionante, se invirtió a medio plazo y se recogió los beneficios.

La ciencia no se la cree nadie, se invierte lo mínimo necesario, porque obligará la Unión Europea a que tal porcentaje del PIB se invierta en I+D+i, pero el político medio es incapaz de entenderlo. Porque no consiste en lo que se ha hecho ahora, que son brotes verdes fuertes, a ver lo que dura. En 2018 se ha aumentado un 15%, pero es que no es el 15 o 20%, debe ser el 200 o 300 %, duplicar o triplicar, porque con ese dinero, por torpe que seas o seamos los científicos, si tú metes dos veces más, el doble en investigación científica, en proyectos, en contratos, en menear la economía a esos niveles tan competitivos… Hemos demostrado que vamos sobradamente, que tenemos capacidad de competir. Si poco a poco vamos forjando una cultura de innovación… Lo puedes hacer fácilmente con el doble de dinero, quizá no consigas el doble de resultados, pero sí lo consigues en publicaciones, en cantidad y en calidad, y en posicionamiento y en contratos y en liderar equipos internacionales y atraerlos. Tenemos las infraestructuras, tenemos a gente muy buena, está demostrado que el científico medio español está en el top ten.

La cuestión es que no nos lo creemos, y la ciudadanía tampoco.

Los científicos tendremos mucha culpa en no saber divulgar, en no saber apoyar. Luego tenemos divulgación, a veces muy mala, cuando se trata de vender de forma desproporcionada nuestro trabajo. O a lo mejor no, porque generamos noticias que a la larga se vuelven en contra, porque cuántas veces has leído tú en los tres últimos años que se cura el cáncer de páncreas porque alguien lo hace en un ratón, o estudia un gen. El español medio no se cree la investigación y no se la cree el político. Para mí lo malo es que no se lo crean los políticos. El español medio, a través de su voto elige, en eso estamos de acuerdo. Pero al final la camarilla de políticos es cinco o diez mil personas en toda España. Y tampoco se lo creen los que llegan desde fuera. Tú llegas desde fuera con un perfil tecnocrático e intentas mejorar las cosas, pero la burocracia que hay es impresionante. Por eso con el tema de investigación en España soy muy crítico. Además, es tan fácil duplicar el presupuesto, es tan poco, es tan mísero el presupuesto de investigación…

Además creo que se esconden los números, hay mucho I+D+i escondido que va a asuntos militares. Si te fijas en nuestra área, biociencia o biomedicina, por ejemplo, es una miseria duplicar eso. Claro que tiene un coste, a lo mejor consiste en que el AVE no entre soterrado en Granada o que se retrase cinco años o que la autovía que entra en Valencia desde no sé dónde, en lugar de cuatro carriles tenga tres, yo qué sé. Pero, ¿qué es lo que pasa? Que ya estamos llegando tarde, la carrera ya ha empezado y los países con competencia directa de toda la vida nos han superado, como Alemania, Francia, Inglaterra o Italia, Canadá, Estados Unidos, Japón… Pero también países emergentes que están invirtiendo lo más grande, porque yo voy por ahí y lo veo. China, al margen de las barbaridades que puedan hacer, Singapur, que han levantado un imperio alucinante, Hong Kong… Pero es que luego está India. India está invirtiendo muchísimo, India tiene mil doscientos millones de personas, como China que tiene universidades potentísimas, China tiene gente por todo el mundo, e India hace ya un montón de servicios telemáticos desde allí.

España todavía sigue teniendo un buen coche, pero los otros, aunque sean más malos, nos llevan medio circuito de ventaja y no los vamos a pillar. Esto es el pan de lo que resta del siglo XXI, y es el pan del siglo XXII. Soy muy crítico, creo que se ha hecho un gran esfuerzo, por ejemplo desde Andalucía, pero la estrategia es la estrategia, no es tomar decisiones ejecutivas. Veo cómo la gente que hay ahora mismo trata de sacar el máximo partido posible a los presupuestos que hay, captar más dinero de no sé dónde, porque se creen esto. Pero si desde arriba no se lo creen,  entonces no funciona. Hemos mejorado un poquito, pero hay muchísimo más que mejorar, todo lo que sean brotes verdes es bueno, pero esos brotes luego no puede ser que no duren.

José Antonio Lorente para JD 8

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Un comentario

  1. Muy interesante la entrevista. Que maravilla de persona

Responder a Miguel Cancel

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