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Cuando la mente se manifiesta

Cuando la mente se manifiesta
Marta Xargay, en un partido con la selección española de baloncesto. Foto: Cordon. mente

Utópico deporte de élite. Es complicado no admirar y desear la vida soñada de un deportista: éxitos, riqueza y prestigio social. Sin embargo, el deporte de alto rendimiento exige una capacidad de entrega, trabajo y esfuerzo al alcance muy pocos; la competitividad está a la orden del día así como la estabilidad emocional. La mercantilización del deporte convierte al jugador en un producto y a veces lo lleva no solo a sus límites físicos sino también a los psicológicos, pudiendo provocar serios problemas de salud mental.

Hace unas semanas se disputaba en la capital madrileña la Copa del Rey de baloncesto. Sin público, sin ambiente y con mascarillas. Pero aun así, una Copa del Rey. Para los amantes del baloncesto, supone una cita anual con la verdadera esencia del deporte. Siete partidos en cuatro días. Cruces entre los gigantes y los apocados. Época de sorpresas y, sobre todo, festejo. Entre los triunfadores del torneo, Álex Abrines. El balear era noticia por sus insólitos números: 8 de 8 triples sin fallo. Batía de esta manera el antiguo record del croata Damjan Rudez. Parecía que «Lobezno» había vuelto a las andadas, porque no siempre fue así. 

En febrero de 2019 saltaban las alarmas al otro lado del atlántico. El escolta español abandonaba los Oklahoma City Thunder a mitad de temporada. En aquel momento se puntualizó como «problemas personales». Cinco meses después, Álex publicaba un vídeo en sus redes sociales: «Querido amigo, la que me has liado. Tanto tiempo juntos, y ahora me haces esto. Nos conocemos desde que no sabía ni caminar.  Años y años de una amistad inquebrantable, hasta que hace unos meses todo se rompió en mil pedazos porque empezaste a darme miedo. No te podía ni ver. Incluso llegué a odiarte. Vernos era poco menos que una obligación. A la más mínima oportunidad te esquivaba. Solo quería huir de ti y de todo lo que te rodea. Pasé mucho tiempo diciéndome a mi mismo que todo esto no podía ser verdad. Que no tenía sentido, que debía de volver a ser el que era. Por eso pedí ayuda a los míos, y recurrí a los mejores profesionales para recuperar la felicidad que sentía cada vez que estábamos juntos». 

El español estaba sufriendo una depresión que le impedía hacer su trabajo. Con este vídeo anunciaba que la había superado y que volvía a las canchas. No había mejor destino para el alero mallorquín  que el club donde creció: el Futbol Club Barcelona. El día de su presentación con el club blaugrana hablaba por primera vez en público de su enfermedad: «Somos jugadores dos o tres horas al día, pero después puedes pasar momentos que son difíciles. La gente debe saber que están pasando estas cosas y se han de tomar medidas preventivas para que no vuelvan a suceder. Además del fisioterapeuta, debe haber una persona dedicada a la salud mental, porque también es importante». 

Para Marta Xargay, jugadora internacional de baloncesto, «fue un alivio dejar el baloncesto». El pasado 29 de octubre la escolta catalana ofrecía una entrevista en Newtral a la periodista Mamen Hidalgo, donde explicó los problemas psicológicos que sufrió derivados del deporte de élite. Situada entre las mejores jugadores del país, Xargay ha conquistado una Euroliga y dos ligas. Una fija en las listas de la selección, ha contribuido a siete medallas. Pero la utopía del deporte es esto. Pensar que el éxito significa felicidad. Con veintinueve años, época de plena madurez de los deportistas, Marta decidió colgar las botas. La ansiedad se había convertido en su peor enemigo. 

En su salto a las grandes ligas europeas aparecieron los primeros coletazos. En Rusia, jugando para el Dynamor Kurks en el año 2018, vivió en primera persona la soledad y desamparo que se siente con una enfermedad mental: «Sé que no estuve a la altura, pero no pude salir del bucle negativo. Solo pensaba en que pasara el partido y en que me dieran días libres para no ir al pabellón, porque era pisarlo y sentirme mal. Luego iba con la selección y jugaba mejor que nunca, era la Marta de siempre. ¡Era todo mental! Ahí te das cuenta de que no somos invencibles. Aprendí mucho, al menos a nivel mental es una etapa que me ha fortalecido». 

El 27 de mayo de 2020, la cuenta del Spar Girona (su equipo actual en aquel momento) publicaba un vídeo donde la propia Xargay se explicaba: «Os quiero decir que he tomado la decisión de tomarme un tiempo para mí. Si esta situación que hemos pasado (COVID-19) me ha enseñado algo, es a valorar las pequeñas cosas como la familia o la salud, y pensar más en mí. Y ahora mismo es lo que necesito. Quería gradecer al club por entender mi decisión». 

Uno de los casos más afamado fue el de Andrés Iniesta. El histórico mediocampista del Fútbol Club Barcelona llegó a revelar uno de los peores años de su vida debido a una depresión. Con veinticinco años, tras haber ganado por segunda vez la Champions League, Andrés se encontraba inmerso en una enfermedad que, más allá de mejorar con el tiempo, se agravó con la muerte de su gran amigo Dani Jarque: «De repente, uno empieza a encontrarse mal. No sabe por qué motivo, pero un día está mal. Y al siguiente, también. Y así, día tras día. No mejoras. Y el problema es que no sabes lo que realmente te está pasando. Me hacen un montón de pruebas. Todas salen perfectas. Pero mi cuerpo y mi mente se desencuentran, se alejan. Nada produce mayor congoja que no saber qué es lo que te está pasando. La bola se va haciendo más grande. Te encuentras mal y la gente que te rodea no lo entiende. Y el Andrés que todo el mundo conoce se va quedando vacío por dentro. Eso es duro, muy duro». 

Mitificamos el mundo del deporte de una manera enfermiza. Durante toda la historia, los trastornos mentales han sido un tema tabú en este entorno. Idolatramos a seres humanos por el simple hecho de que nos hacen disfrutar y olvidarnos de nuestros propios problemas. Estos episodios han conseguido acercarnos un poco más a la mera realidad: son humanos. Que los deportistas traten con naturalidad algo que ocurre a diario en el mundo es el primer paso. Utópico deporte de élite. 

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2 Comentarios

  1. Sé muy bien de lo que habla el artículo.
    Yo tras ganar 10 veces consecutivas el concurso de mi urba de consumo de alcohol, no pude con la fama y me introduje de lleno en la alcoholemia.

  2. No es tan complicado de entender : son chicos jóvenes , adulados permanentemente y con un escaso bagaje intelectual. Se miran constantemente al ombligo porque se aburren…. Y no le gusta lo que ven .En los países en los que se se pasa hambre no hay depresiones , ni infartos ….eso si, la gente vive 20 o 30 años menos

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