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No tiene que ser fácil ser Ojo de Halcón

Ojo de Halcón Disney Marvel Studios
Ojo de Halcón. Imagen: Disney+.

No tiene que ser fácil para Ojo de Halcón ser Ojo de Halcón. Porque aunque eso supone militar en el equipo de los Vengadores, la pandilla heroica más molona de la cultura pop actual, también implica tener que acampar a la sombra de sus compañeros de trabajo. Algo lógico cuando careces de superpoderes y tus colegas de correrías son un playboy multimillonario con armadura de guerra, un dios nórdico, un supersoldado, un monstruo mutante y una espía rusa programada para ser un arma letal encuerada.

Ante dicho escenario, cualquiera acaba asumiendo rápidamente que el segundo plano es el sitio donde le han pintado la plaza de aparcamiento, por muy buena puntería que uno tenga. Y eso es lo que tenía Clint Barton, el personaje interpretado por Jeremy Renner dentro del Marvel Cinematic Universe, hasta ahora: buena puntería y una posición poco interesante dentro de las filas de los Vengadores. Era un rol ubicado en un lugar arriesgado, no ejercía de cabeza de cartel pero tampoco era un Poochie de la vida, sino que vagaba en un extraño territorio intermedio entre ambos puntos.

Tampoco tiene que ser fácil para Renner, un hombre que estuvo nominado en dos ocasiones al Óscar aunque nadie lo recuerde y el protagonista de aquella entrega de la saga Bourne que no le interesa a nadie, es decir, alguien condenado a ser superestrella, pero menos. En la pantalla grande, Ojo de Halcón acostumbraba a ser el último en aparecer en los saraos, y permanecía ausente entre las entregas importantes de Vengadores sin que nadie tuviese la necesidad de justificar dónde andaba metido. Entre el público, el arquero era una diana habitual para la mofa: en Saturday Night Live le dedicaron un sketch, protagonizado por el propio Renner, donde el resto de Vengadores le echaban en cara presentarse con tan solo once flechas, las que le entraban en la aljaba, en una batalla contra cien mil alienígenas. En el mundo real, los niños quieren ser el Capitán América, Iron Man, Thor o el cafre de Hulk cuando juegan en el recreo a hostiarse sanamente, pero nunca se piden a Ojo de Halcón. La nueva serie de Marvel arranca con una niña que quiere ser Ojo de Halcón.

«Me he quedado sin flechas, no tengo más. Así que supongo que he terminado. Bueno, os espero en el coche, cuidaos». Saturday Night Live.

Ojo de Halcón se ideó inicialmente como un posible largometraje, algo que ya figuraba en el contrato de Renner cuando aquel firmó para enfundarse el traje del héroe. Pero el posterior advenimiento de Disney plas propició un volantazo al proyecto, un movimiento ejecutado por un Kevin Feige, mandamucho y muevefichas de Marvel, al que se le ocurrió que sería más productivo convertir las vivencias de Barton en una miniserie de seis capítulos. Una aventura televisiva que utilizaría como cimientos la alabada etapa del personaje en los cómics entre los años 2012 y 2015, cuando Matt Fraction y el dibujante vallisoletano David Aja agarraron el timón de sus aventuras. Al frente de la serie se colocó como showrunner a Jonathan Igla, responsable de producciones como Mad Men o Bridgerton, y para encabezar al equipo de directores se fichó a un Rhys Thomas, que venía de filmar comedia en la serie Documentary Now! y en el mentado Saturday Night Live. Era una jugada inteligente: se aprovechaba un personaje por el cual el público general nunca avivaba las hogueras del hype. Y como realmente nadie esperaba demasiado de aquello, no había mucho que perder si la cosa salía mal, pero sí bastante de lo que aprovecharse si salía bien. Lo cierto es que, a la vista de los dos primeros episodios de Ojo de Halcón, parece que la empresa va por un buen camino.

La serie Ojo de Halcón abre su primer capítulo rememorando la batalla de los Vengadores contra los alienígenas acontecida allá por 2012, pero lo hace utilizando un punto de vista interesante: el situado en las gradas que contemplaron la contienda, con el público neoyorquino como espectadores VIP de la función, con una familia convirtiéndose en víctima colateral del enfrentamiento y con la pequeña de dicha estirpe dispuesta a seguir el camino de los héroes después de verlos en acción. Tras unos títulos de crédito estupendos que, atención, son utilizados en dicho primer episodio como vehículo narrativo, la historia se retoma en el Nueva York posterior a Vengadores: Endgame. Una ciudad en la que Barton intenta pasar unas navidades dignas en familia, mientras lidia con las consecuencias más mundanas de ese universo donde Thanos ha sido derrotado por superhéroes: sufrir hasta en los lavabos el asalto de fans con ganas de atraparle en un selfie, presenciar un musical sobre los Vengadores descacharrante y poco veraz («¿Sabes quién no estuvo allí? Ant-Man»), sobreponerse a la perdida de una amiga, o soportar las secuelas físicas producidas por tanto guerrear.

Esto último es destacable porque Ojo de Halcón introduce en la historia un concepto que formaba parte de los cómics, pero que se había olvidado a propósito en el cine: la sordera del héroe. Representada aquí con un audífono, y justificada mediante un burlesco y fugaz montaje de las explosiones que el pobre Barton se ha tenido que comer en las películas previas. En un momento dado, las felices navidades del héroe se ven saboteadas por la aparición de un traje de Ronin vestido por una joven Kate Bishop (Hailee Steinfeld), una chica que demuestra una destreza envidiable a la hora de disparar con el arco y meterse en problemas.

Ojo de Halcón ha resultado ser una sorpresa de lo más competente. Sabe alejarse de la épica desaborida que la formula Marvel luce últimamente, culpable de petardos como el de Viuda Negra, y en su lugar opta, con muy  buen juicio, por descender hasta pie de calle para contar algo con otro tono. Tiene ritmo y a una pareja protagonista formada por un mentor y una alumna, Renner y Sreinfeld, que funcionan con cierta química y bastante gracia. Apuesta por la comedia en diversos frentes, desde la física hasta la consciencia autoparódica, «Tu problema es el branding», le espeta Bishop a Barton antes de señalarle su rol de segundón. Sus cuarenta y siete minutos por capítulo se meriendan en un suspiro. Y también tiene a Ojo de Halcón irradiando vergüenza ajena al participar a regañadientes en una partida de rol en vivo. Es cierto que actores tan eficaces como Vera Farmiga o Tony Dalton rematan aquí sus interpretaciones secundarias como quien se pone un sombrero, pero también lo es que sus papeles no les permiten mucho más, al no estar escritos con algo de margen para el lustre. Las escenas de acción tampoco son nada del otro mundo, y quizás sí que ahí ciertas dosis de espectáculo le hubiesen sentado bien al programa.

El plot twist no oficial, revelado ya durante el primer episodio, es que esta es una serie de Ojo de Halcón en el que el protagonista no es ese Ojo de Halcón. Porque sus dos capítulos iniciales no anuncian tanto las aventuras de Clint Barton, como anticipan una historia de orígenes destinada a introducir a una nueva heroína, Kate Bishop, en el universo Marvel. En la pequeña pantalla, los devenires de los personajes de Renner y Steinfeld comparten peso y metraje. El resumen es que Ojo de Halcón es un secundario hasta en la serie que lo anuncia como protagonista. Definitivamente, no tiene que ser fácil ser Ojo de Halcón.

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8 Comentarios

  1. Es falso que Ojo de Halcón no le interese a nadie. Algunos nos interesamos por esos tipos que, siendo más bien del montón, acaban liados en batallas de gigantes. Como el bueno de Barton o Green Arrow en la competencia.
    Ni siquiera son grandes detectives como Batman. Su única arma es la puntería y se las tienen que arreglar con eso. Es reconfortante en cierto modo.

    • Añadir que el personaje de «Daryl Dixon» de «The Wlking Dead» ha contribuido en buena medida a la popularidad del arquero/ballestero, por no comentar, además el papelón estelar que cumplía en «Prophet», el personaje carismático de Crysis 2 y 3. Una lástima que Crytek diera de baja el juego allá por 2013. Sin embargo, no pasó desapercibido para los desarrolladores de Techland, pues terminó formando parte en las (actualizaciones) del ajuar de «Kyle Crane» en el juego de mundo abierto de «Dying Light». Era una arma que se echó de menos en el título mítico «Far Cry 3».

      • A mi me parece un pastiche muy en la línea marvel y metoo. El eje se centra en una pobre niña rica que va de tío sin ser tío, porque es lo que se lleva. Si en lugar de una panoli, se tratara de un cayetano, se alzarían voces por su pijerío y el tema de a ver quién la tiene más larga. No falta ni el perro adoptado. Cliché tras cliché.

  2. El Hawkeye de Fraction y Aja es una obra maestra y la serie claramente está inspirada en él, tanto en tono como en personajes (la mafia del chandal) y ambientaciones (el apartamento de la chica), y por supuesto los créditos.

    De Kate Bishop también publicaron una serie muy buena en 2016 creada por Allan Heinberg y Jim Cheung.

    A mí la vena cósmica e hiperbólica de Marvel me cansa ya mucho, prefiero cuando las historias tienen escalas más humanas.

  3. Cuando casi la mejor serie que puedes ver trata de un personaje márvel, algo chungo está pasando en Hollywood.

    • Ostras… pues mira que hay series buenas, es cosa de rebuscar un poco, no todo tiene que ser Hollywood…

  4. No daba ni un duro la verdad, era la serie que menos hype me daba del UCM y la verdad que junto con What If? creo que es la que mas me está gustando, esta bien ya ver una historia muy de calle, obviamente sin todo el contenido ya mas adulto la serie recuerda mas a la producciones de Netflix (Daredevil, Jessica Jones, etc) por su tono mas realista cosa que se agradece mucho.

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