Entrevistas Sociedad

Jorge Lanata: «Soy liberal porque creo en el individuo frente al Estado. Y soy de izquierda porque miro alrededor. Y alrededor no está todo bien»

Jorge Lanata

Jorge Lanata es el periodista más popular de la Argentina. A los veintiséis años, en 1987, fundó y dirigió Página/12, un periódico de corte progresista que revolucionó los medios por su contenido contestatario y su innovadora estética. El diario fue pionero en denunciar la corrupción del gobierno peronista de Carlos Menem. Luego de la partida de su fundador y con la conversión al ideario kirchnerista, Página/12 intentaría borrar a Jorge Lanata de su historia, perdiendo en el proceso parte de su prestigio.

No hubo medio que Lanata no explorara: no solo fundó y dirigió dos diarios (creó Crítica en 2007, un intento menos perdurable que Página/12) sino que condujo programas de televisión de éxito y relevancia política, escribió libros, dirigió películas, produjo series documentales y hasta actuó en el teatro de revistas.

Desde 2012 Lanata se convirtió en la cara más visible del Grupo Clarín, el multimedios que la expresidenta y actual vice, Cristina Fernández de Kirchner ama odiar. Allí, hoy Lanata comanda el programa matinal más exitoso de la radiofonía argentina, conduce un programa semanal los domingos a la noche en el Canal 13 y escribe regularmente en el diario Clarín.

Su salud ha sido tema de consideración pública: desde sus adicciones hasta el trasplante de riñón que emocionó a buena parte del país en 2015 y del que fue protagonista fundamental Sara Stewart, su segunda esposa y madre de su segunda hija, Lola. La adicción a la cocaína duró diez años y la superó sin contratiempos. Con respecto al cigarrillo, basta decir que Lanata es la única persona del país que tiene permitido fumar en estudios de radio y televisión.

Hoy, casado con la abogada Elba Marcovecchio, Lanata vive en su departamento del Palacio Estrugamou, un centenario y elegante edificio, rodeado de su colección de arte incorporada en los últimos años. Elba, su esposa, vive en otro departamento del mismo edificio.

Siempre calmo y amable, siempre fumando, Lanata aceptó conversar sobre la transformación de los medios en las últimas décadas, sobre su experiencia de vida, su relación con el arte y sobre la muerte.

Desde que arrancaste hace ya cierto tiempo, fueron años muy importantes en términos tecnológicos. Quiero hablar un poquito sobre todo lo que pasó en estos años en el periodismo, desde lo técnico hasta el rol mismo de la profesión.

Hay una cosa, primero, general: yo creo que después de la creación de la imprenta, internet es el invento más democratizador de la humanidad. Así como con la imprenta los libros empezaron a circular entre la gente, hoy estás a un segundo de una biblioteca mundial. Ahora, eso trae una serie de inconvenientes y una serie de ventajas, las dos cosas. En el caso de los medios, yo creo que estamos en una etapa de transición total: todo va a terminar acá [señala a la pantalla]. A mí me parece que el papel va a quedar reducido a una cosa de objeto prestigioso, como uno puede tener un incunable, una cosa así, pero la edición en papel no va a ser más de consumo masivo. Y después, aun cuando está todo muy adelantado, todavía falta mucho. Estamos como en la infancia de Internet. Para mí el mouse va a desaparecer, todas las pantallas van a ser touch screen. Incluso no va a haber ni pantallas, yo creo que la pantalla se va a poder dibujar acá…

En el aire.

En el aire. Lo hemos visto en películas eso y yo creo que eso puede pasar, si es que ya no está pasando en prototipo. Hay varios problemas con el tema Internet que son interesantes. Yo hice hace unos años para Turner unos documentales que se llamaron 26 personas para salvar al mundo: Después publiqué en un libro las entrevistas enteras, porque había algunas que eran interesantes y en la tele aparecían muy cortas. La conclusión de los documentales fue que, en aquel momento, ya hace como diez años atrás, la tecnología superó a la filosofía. O sea que hay cosas que pasan con la tecnología que la filosofía ni siquiera se preguntó. Te doy un ejemplo bien práctico: en un momento la industria del disco entra en crisis, la gente deja de comprar discos porque existen eso que se llaman redes peer to peer que eran persona a persona, que vos podías compartir los discos, entonces nadie los compraba. Y los tipos dijeron: «¿Qué hacemos?». Bueno, la creación de Spotify y de todas las otras plataformas, y la decisión de vender de a un tema es una respuesta filosófica a un tema tecnológico.

Pero hay otros problemas que todavía no se resolvieron. Suponete: en Internet no existe la diferencia entre original y copia. En lo digital, todo es original o todo es copia. Bueno, ¿qué es original? Hoy el NFT es una manera filosófica de intentar definir eso. Después pasó otra cosa, lo que era la internet hippie, del garaje, digamos, se transformó en macroempresas mundiales. Hoy las empresas son más grandes que los países. ¿Cuál es el quilombo que hay con eso? Hacen falta legislaciones mundiales. Y ahí es otro quilombo, porque entonces, ¿qué hacés con Oriente y Occidente? No hay duda de que hacen falta leyes mundiales porque ya hay cosas que no se pueden controlar en cada país. Y los países tendrían que ponerse de acuerdo y poder hacer leyes globales sobre Internet en todos los campos. En el caso nuestro, del periodismo en particular, yo creo que hubo cosas buenas y hubo cosas malas. ¿Qué cosas malas? La introducción del algoritmo en los títulos.

En las recomendaciones.

Claro, esto de que el algoritmo sea el que titula y no las personas. Yo entiendo que Google tiene una manera de indexar que le resulta más cómodo que se titule con algoritmo, pero nosotros como periodistas no podemos estar sujetos a un algoritmo para titular. Tenemos que titular como sabemos titular.

Pará, estás hablando de títulos de noticias.

De títulos de noticias.

¿Eso sale por algoritmo pero en dónde? ¿Si buscás en Google?

No. A vos te piden, suponete, yo voy a poner «robaron una casa en Belgrano». Y a mí el algoritmo me dice que tengo que poner primero Belgrano, después casa…

Ah, para que esté indexado.

Entonces el título termina siendo: «Casa incendiada…».

Para que en las búsquedas aparezca primero.

Para que en las búsquedas aparezca primero. Y no, hermano. Somos periodistas, no tenemos que depender de un algoritmo.

Claro, es muy monstruoso eso.

Yo leo todo el tiempo en pantalla, no leo más papel hace años: las correcciones son horribles, el estilo es inexistente, se escribe realmente muy mal. Y todavía se está tratando —ahora, recién, pero no del todo— de aprovechar la tecnología en la nota, porque vos en la nota tenés todo, podés tener archivo fílmico, grabación, todo en la misma nota. Y solo se usa un link. Y yo creo que podrían ser mucho más enriquecedoras, que en eso todavía estamos aprendiendo cómo es. Me parece que lo primero que desaparecieron fueron las revistas, porque era obvio: lo más parecido a una revista es Internet, entonces las revistas desaparecieron.

Jorge Lanata

Además, la periodicidad es una cosa que dejó de existir. La idea de que aparecés cada tanto tiempo.

Sin embargo, todavía hoy, cuando hay una primicia mundial en Internet, como cualquiera de los leaks, como los Wikileaks o los Panama Leaks, se apoyan en los diarios. ¿Por qué? Porque los diarios todavía siguen teniendo una credibilidad que todavía Internet no tiene.

Sí, la confirmación es que una noticia la levanta un diario.

O la dan con el diario. Dan a conocer la filtración con un grupo de medios.

Sí, Washington Post, The Guardian, etc.

Eso habla también de que no es todo tan lineal. Y después, pasa otra cosa que es interesante: hoy las personas pueden ser iguales a las instituciones. Una persona sola puede ser el New York Times, que tiene, no sé, 200 millones de views y la persona tiene 300 millones de views. Y es un tipo. Eso es increíble, eso no había pasado nunca en la vida. A mí me parece muy interesante.

Esto que decís, y eso que decías antes respecto del poder que tienen las empresas que se convierten en redes, me abre el capítulo de la libertad de expresión, porque ahora la expresión no es en la prensa, en los canales de televisión sino en Twitter. Hay una cosa nueva ahí, me parece, que es el hecho de que Jack Dorsey o ahora Elon Musk pueden decir en Twitter «yo no quiero que esté fulanito» o la gente que dice tal cosa porque es «mi territorio». Pero hoy Twitter es la prensa. Entonces, cuando echan a Trump, por ejemplo, hace falta ni que le caiga simpático a uno para sentir que hay algo ahí que no está funcionando bien.

Por eso yo te hablo de las leyes mundiales, porque si hubiera leyes que controlaran a las empresas —no que las sometan, pero que les den algunas reglas de comportamiento—, eso capaz no pasaría. Si a mí me censuran en Canal 13 es un escándalo, y podrían hacerlo, porque es Canal 13, y me paga, y es privado, pero es un escándalo. ¿Por qué sería un escándalo? Porque los diputados putearían, porque la gente putearía, porque el Estado de alguna manera se metería. Cuando yo digo que hacen falta leyes mundiales, también estoy hablando de eso: las leyes mundiales no podrían permitir que todo sea tan discrecional.

Sí, en las redes se está jugando algo del rol de las libertades.

Bueno, sí, claro. Y después hay otra cosa, que hay un tipo de censura más sutil que tiene que ver con la cancelación. Está muy pegado a las redes. Básicamente, son las redes las que empiezan a cancelar. Vos te encontrás con casos increíbles, que se viralizó una cosa que por ahí era un error y al tipo le cagaron la vida. Estoy haciendo hace un par de años documentales para Disney, para Nat Geo, y uno es sobre cancelación. Uno de los casos que hicimos de cancelación lo grabé en Estados Unidos y es así la historia: un tipo, hijo de mexicanos, residente en Texas, que va en la camioneta a su trabajo. El tipo está manejando la camioneta, saca la mano por la ventanilla y en la ventanilla junta los dedos y tamborilea mientras va manejando. Un tipo lo fotografía y lo cuelga. Resulta que ese era el gesto del Ku Klux Klan, y esto pasa en el momento que matan a George Floyd. Eso fue a las nueve de la mañana. A la una de la tarde el tipo llega al laburo: lo habían echado. La foto se había viralizado en todo el Estado. Tres días después, era un tema nacional. Al tercer día, el que saca la foto dice «bueno, a lo mejor me equivoqué». Olvidate, ya era tarde. El tipo no tuvo laburo nunca más.

Es tremendo.

¿Me entendés? Un pobre pibe mexicano que ni sabía qué era el Ku Klux Klan.

El terror de estar haciendo lo incorrecto en un determinado momento sin tener la menor noción.

Y ahí, en eso, en la cancelación, tienen mucho que ver las redes también, porque hay una cosa de imponer un discurso único que es fatal, y las redes ayudan a imponer un discurso único. Y, de hecho, la elección de Trump fue una muestra de eso. La grieta posterior también. Y hay un sesgo en la gente que, por más que vos les muestres que no es así lo que creen, siguen creyendo igual. Bueno, los kirchneristas son un buen ejemplo de eso.

¿Cómo la pasaste en estos dos años de pandemia?

Yo laburé todo el tiempo. No me exponía, estaba mucho acá adentro, pero nunca estuve paranoico, nunca tuve COVID hasta hoy, nunca [Luego de la entrevista, Lanata se contagió de su flamante esposa pero sin sufrir consecuencias importantes a pesar de ser grupo de riesgo]. Tengo las tres vacunas, pero antes tampoco tuve. El poder tiene muchas maneras de mantenerse y una de las maneras es el miedo. Yo creo que muchas de las cagadas que se mandó el Gobierno tuvieron que ver con ese miedo que produjeron en la gente. Y desde ese punto de vista me parece bastante irresponsable porque realmente se la hicieron pasar mal a muchas personas. Yo creo que en algún momento se exageró un poco el tema del COVID.

Jorge Lanata

Y, al mismo tiempo, se inocula un miedo que después es muy difícil de sacar. Ves tipos manejando solos el auto con barbijo.

El otro día vi una nota, no sé en qué diario, que mostraban chicos en el colegio, que ahora no tienen que ir con barbijo, todos con barbijo. Increíble.

Y además ahí hay una cosa de la asimetría: el mensaje que indica que te tenés que poner el barbijo tiene una intensidad, el mensaje de que no es obligatorio no tiene la misma intensidad. Entonces, claro, el miedo no se va nunca.

Yo creo que el Gobierno aprovechó eso para ser discrecional en muchas cosas. Básicamente, en cómo gastaron la plata, por ejemplo.

Hay una cosa interesante que es que esto más o menos pasó en todo el mundo. ¿Tenés una idea de por qué pasó eso, por qué el modelo muy restrictivo de China fue adoptado por Europa, Estados Unidos?

No fue exactamente igual. En Estados Unidos fue más liberal.

Muy federal también.

Muy federal, en Nueva York sí fue un poco más restrictivo, pero en Miami era un quilombo. La gente salía igual.

¿Estuviste en Miami?

Sí. Estuve grabando. La gente salía. En algunos lugares te obligaban a usar barbijo. Entrando a un negocio, por ejemplo. Pero por la calle nadie usaba barbijo. Estaba mucho más liberado. Yo en Europa no estuve, no sé bien cómo fue. Sé que Francia fue duro, en España menos. Yo ahí creo que dependió de cada país.

Vos fundaste uno de los diarios más importante de la Argentina que fue Página/12, que ahora está convertido en otra cosa. Pensaba que, por un lado, era muy obvio que ese diario había cambiado para ponerse en función de un grupo político. Pero también pensé, y me gustaría saber qué opinás al respecto, que también nosotros cambiamos, que vos no pensás lo mismo que pensabas en la época que dirigías Página/12.

Claro que no. Mejor. Es bueno eso. Mirá, hay un texto de Brecht, en un libro que se llama Historia del señor Keuner, que dice que el señor Keuner va caminando por la calle y se encuentra con un tipo al que no veía hace treinta años y le dice: «Usted está igual». Y el otro se desespera: «¿Estoy igual? ¿Estoy igual que hace treinta años?». Desesperado.

Claro, es una mala noticia.

Yo cuando armé Página/12 tenía veintiséis años. Hoy tengo sesenta y uno. Perdón por decir esto, pero yo creo que soy más inteligente hoy que antes, porque leí muchas más cosas y porque aprendí muchas más cosas, y tengo más experiencia. Tengo más sensibilidad por consecuencia de lo anterior: cuanto más leés, más sensible sos. En buena hora que soy distinto. Yo sería un tarado si fuera un tipo de sesenta y uno con la cabeza de un chico de veintiséis. Ahora, eso no quiere decir que haya sido feo tener veintiséis. Tener veintiséis estaba buenísimo. Primero, porque eras inmortal. Yo creo que uno después de los cincuenta deja de ser inmortal, pero hasta los cincuenta uno cree que es inmortal. Después, porque tenés una fuerza para patear las puertas que en otras épocas de la vida no las tenés. Yo hoy no armaría un medio. Y he armado un montón, pero hoy no armaría un medio. No tengo ni las fuerzas ni las ganas. Es una cosa muy grande tener trescientas personas a cargo, es un quilombo. Y es mucho lo que dejás: tu vida, por ejemplo. Hoy yo no haría eso. Pero en su momento sí: la juventud te sirve para eso. Pero es obvio que la experiencia sirve, es obvio que los años no pasan en vano.

¿Y qué pensás que cambiaste vos? ¿Qué incorporaste en ideas políticas respecto de lo que vos pensabas?

Mirá, en algunas cosas… respecto de la política, yo siempre tuve una definición general que eso sí no lo cambié. La otra vez me mandaron —está en YouTube— un video de la década del 90 en el cual el periodista Mariano Grondona me hace una nota a mí cuando yo tenía 26 años. Él hablaba conmigo como que yo era un tipo de izquierda. Y yo le digo al aire: «Mire, Mariano, yo no soy de izquierda». Me dice: «¿Usted qué es?». Le digo: «Mire, yo soy un liberal de izquierda». «¿Qué quiere decir un liberal de izquierda?», me dice el tipo. Le digo: «Mire, yo soy un liberal porque creo en el individuo frente al Estado. Y soy de izquierda porque miro alrededor. Y alrededor no está todo bien». Yo soy eso. Y yo hoy seguiría diciendo eso. Yo nunca estuve en ningún partido, nunca me afilié a ningún partido. Me parecería insoportable afiliarme a algún partido.

Yo detesto que me digan qué tengo que pensar, ya sea un partido, el INADI [Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo], el Gobierno, quien carajo sea. Esto que te mandan a hacer cursos, que vayan ellos a hacer los cursos. Yo quiero pensar tranquilo y, en todo caso, equivocarme, pero equivocarme por mí mismo. No es tan distinto… Yo siempre voté a los socialistas. Siempre los voté pensando que iban a perder, porque realmente si pensaba que iban a ganar no los hubiera votado…

Jorge Lanata

Cuando decís socialistas te referís a los socialdemócratas, no al trotskismo.

No, socialistas. Y después, ¿a quién voté? Ah, bueno, en el 83 voté al peronismo. Eso fue increíble. Yo voté a Lúder en el 83, porque yo escribía mucho en los bares. Ahora ya no puedo andar tanto por los bares, pero iba a pizzerías y había una en Constitución que yo siempre iba a escribir. Y yo vi pasar las dos marchas al Obelisco: la de Alfonsín  [del partido Unión Cívica Radical] y la de Lúder [del peronismo]. Yo estaba ahí escribiendo, vi pasar la de Alfonsín, eran todos chicos con camisas chetas, cuentaganado y zapatitos de marca. Y después vi pasar la marcha de Lúder. Y yo dije: «Yo tengo que votar a los negros. Yo no puedo votar a Barrio Norte, yo tengo que votar a los negros. Yo soy de Sarandí. No voy a votar a Barrio Norte». ¡Y voté a Lúder! ¡Un idiota!

O sea que ese criterio no era bueno, el criterio de la ropa de la gente.

[Risas] No, no, no. Terrible. A ver, yo creo que hay tipos que son ecológicos en la política argentina. ¿Qué sé yo? Lilita Carrió es ecológica, es como que siempre tiene que estar, es la que hace parte del equilibrio. Y después, creo que este país hay que pensarlo para treinta años y no para cinco. Todos los que pensamos que va a estar mejor en cinco estamos equivocados. Venga el gobierno que venga. Hay que pensar que hay mucho que cambiar, hay mucho que laburar. Todavía yo por lo menos no vi un líder que pueda hacer eso.

Es muy interesante que en ese video con Grondona hayas usado la palabra liberal, que en la política argentina es tan poco prestigiosa. Es muy audaz para la época.

Sí, pero en ese momento, antes de eso, habíamos armado una cooperativa de trabajo y habíamos comprado la revista El Porteño, que la dirigía Gaby Levinas. Gaby Levinas era un liberal también, pero un liberal en el sentido perfecto de la palabra. En El Porteño escribían las Madres de Plaza de Mayo, pero también podía escribir gente de derecha, podía escribir cualquiera. Bueno, James Neilson, del Buenos Aires Herald, ¿qué era?, ¿un tipo de izquierda? No. En el caso de Página, en los primeros años de Página, y está en la colección, escribía todo el mundo, porque la idea de Página era que no hubiera editorial. Página creo que fue el primer diario en Argentina que no tenía editorial diario.

Qué buen dato.

¿Viste que todos los diarios tienen editorial? Yo dije: «Yo no tengo algo para decir todos los días. No se me ocurre qué decir, distinto, todos los días». Entonces yo dije: «Voy a hablar cuando pueda decir algo». Entonces hacía un editorial cada tanto. 

Y eso lo mantenés en la radio.

Por supuesto.

En radio, ponés cualquier programa y arranca con un editorial.

Son gente con muchas ideas.

En Página/12 los editoriales fueron las tapas.

Sí, lo que pasa es que ahí, sin darnos cuenta, nosotros hicimos una cosa: logramos que la forma fuera tan importante como el contenido, cosa que hasta ese momento no se pensaba. Nosotros podíamos hacer un fotomontaje y una nota en serio juntas y que uno no afectara la credibilidad de lo otro. Si quizás algo quede de Página, sea eso.

¿Y esa era una idea tuya o algo que conversaste en grupo?

Página fue un quilombo increíble. Nosotros teníamos una oficina en Montevideo y Lavalle. Seríamos sesenta personas. Pensábamos que podíamos hacer el diario ahí y nunca se hizo ahí. Nos fuimos después a otra oficina en Perú y Belgrano en un piso 12. En ese momento, cuando hacíamos los números cero, estaba el papa en Buenos Aires. Un papa, no me acuerdo cuál. Y por donde pasabas, pasaba el papa. «Voy para allá» y pasaba el Papa…

Como si fuera un piquetero.

Fue así cuatro días o cinco. Entonces, el día que el papa se fue me dan una foto para hacer la tapa, que era el papa saludando así en la escalerita. Y el título fue: «Al fin solos». Y ese fue el primer título, que nunca se publicó.

¡Qué pena!

Lo gracioso era la reacción… Nosotros laburamos con alguna gente joven y con otra gente mayor que nosotros cuando empezamos, y a los mayores les daba vergüenza ese tipo de tapas, no querían. A los diagramadores yo les decía esto: el diario tiene que ser ordenado y claro para leer. Entonces, tenemos que poner una noticia grande arriba, una mediana y una chiquita. Y a los costados, pirulos con noticias chiquitas. El diagramador decía: «Pero eso es la escalerita. Yo no voy a hacer una escalerita». 

El tipo tenía un manual. [Risas].

Yo era un caradura porque nunca antes había hecho un diario y muchas de las cosas que se me ocurrían eran porque no tenía ninguna experiencia. No tenía los prejuicios de formación. Incluso, hasta la estructura de la nota. En Página, en general, empezaba con un dato de color. O sea, en la cabeza era mejor que hubiera un diálogo. En general, en las cabezas no se hacía así. Y no se hacía pirámide invertida: terminaba con un remate, como las notas de revista. Era distinto. 

Jorge Lanata

¿Era una idea tuya que vos bajabas a la redacción?

Éramos Ernesto Tiffenberg y yo. Ernesto era más formal. Ernesto venía de México. Era, de alguna manera, como mi cable a tierra. A mí me servía para equilibrar un poco el delirio, pero nos complementábamos muy bien. Y de hecho, cada noche, hacíamos veinte o treinta títulos de tapa. Todas las noches.

Y todo esto es pre Internet.

Sí, claro. No había Internet, no había nada.

Quiero decir: no tenías una computadora para probar diseños.

No teníamos computadoras. El diario se informatizó varios años después.

Muy heroico eso.

Uno de los motivos para creer en Dios es que los diarios salen [risas] Que toda esa gente se ponga de acuerdo, escriba y logre que a las 12 de la noche eso vaya a la imprenta, es un milagro.

Es un milagro y sucede 360 días al año.

360 días al año. Y que eso después lo lean en Jujuy o en Tierra del Fuego. No, un delirio. El diario es una gran experiencia. Es muy lindo un diario.

¿Y cómo era manejar esa troupe de gente? Tenías chicos muy talentosos y jóvenes.

Tenía tipos talentosos, tenía jóvenes, tenía tipos que yo había leído y que para mí era increíble.

Tomás Eloy Martínez, por ejemplo.

Tomás Eloy. Mi asesor editorial era Osvaldo SorianoHoracio Verbitsky, Miguel Bonasso, Juan Gelman, Eduardo Galeano… Tuvimos a todos. Para mí era increíble. Yo era el jefe de esos tipos. Era un delirio.

¿Y te prestaban atención? ¿Cómo les afectaba el hecho de que vos fueras un pibe?

Sí, me daban bola.

Había algo que vos tenías que daba autoridad.

No sé por qué, pero me daban bola. Y aparte porque eran tipos muy profesionales. O sea, donde había que hacer la venia se hacía la venia. No tenían un periodismo hippie. Eran periodistas. Verdaderamente periodistas.

Una cosa que llama la atención de tu carrera periodística es que la gente que trabajó con vos y que apareció gracias a tus emprendimientos después tuvo relevancia en los medios.

Yo te doy la que yo creo que es mi explicación: yo veo en ellos algo que ellos no ven, pero que ellos tienen. Entonces mi trabajo es lograr que ellos sean lo más ellos que puedan. Lo más libres que puedan dentro de lo que ellos son. Entonces, cuando armo el equipo, trato de trabajarlo así. Entonces, el tipo de preguntas que les hago, o en qué momento los hago aparecer o el perfil que les trato de dar o el personaje que les invento. A veces les invento un personaje, un seudónimo. Tiene que ver con lo que yo veo en ellos que ellos pueden explotar, y entonces ellos lo hacen, y en general les ha ido bien. Laburamos con buena gente. Para mí, aunque hayan dejado de laburar conmigo, yo siempre sigo diciendo que son mi gente porque ya son un montón. Armamos un montón de gente.

Es como si vos fueras un diario.

Claro. Es que lo que pasa es que por el diario pasó mucha gente y por las revistas que hice también.

Después la radio, la tele. Hiciste muchas cosas y siempre aparecía alguien…

Tiene que ver con poder ver en el tipo. «Mirá este tipo: puede hacer esto, lo puede hacer bien, tiene capacidad de observación, sabe mirar». Si ya alguien sabe mirar, está gran parte del camino hecho, porque no se puede enseñar a saber a mirar, saber mirar es intuitivo. A veces también los editás. Yo ahora menos porque me rompe las bolas, aparte escriben como el orto. Pero tratás de ayudarlos a editarlos. Los chicos no saben hacer cabezas, yo no lo puedo creer. Agarrá un diario cualquiera: ¡no saben hacer cabeza! Una boludez: la cabeza es la parte más importante de la nota, que es la que va arriba. A veces la parte más importante de la nota la ponen en el cuarto párrafo. Vos decís: «¡hijo de puta! ¡va arriba!». De paso te cuento una definición que está buena: ¿qué es una cabeza? Una cabeza es lo que vos le contás a un amigo cuando llegaste de viaje. Lo primero que le contás. Eso es la cabeza. Te encontrás con el tipo y es lo primero que le decís, porque eso es lo que el lector va a querer ver, es lo que lo va a atrapar. 

Ahora tu centro, por lo menos lo que uno de afuera ve, es la radio.

Sí. Yo estoy muy cómodo en la radio porque yo empecé a trabajar a los 14 años en la radio. La radio es mi casa.

¿A los 14 años qué hacías?

Trabajaba en Radio Nacional. Trabajaba en el informativo. Para mí la radio es mi casa. Yo hago cualquier cosa en la radio. Me encanta la radio, me encantan los silencios en la radio, los climas. ¿Viste que hay momentos particulares que se generan en la radio? Yo los llamo «momentos en los que no te terminás de bajar del auto». ¿Viste que te estás por ir? Esos momentos yo los llamo «momentos de radio en estado puro», que en el fondo son dos personas hablando, es un básico, es un jean y remera. Dos personas hablando. Es linda la radio. Es agotador hacer cuatro horas todos los días, pero la radio es linda. Yo he hecho radio a la noche también, con Hora 25 en Rock&Pop hace muchos años. Todavía hoy hay gente que me habla de ese programa. A mí me gusta.

Desde siempre, desde antes que fuera «obligatorio» y una cosa de deber ser, vos tuviste muchas mujeres en tus equipos.

En Página eran mitad y mitad.

¿Y esa era una cosa que pensabas o que te salía natural?

No, a mí me sale naturalmente porque no me importa qué sean. Me importa que sea buena o que sea mala. Es por lo mismo que yo nunca quise hacer un suplemento femenino en el diario, porque si el tema es interesante también le interesa a los hombres y si no, no le interesa a nadie. Y hoy en la radio tenemos a un montón de chicas laburando. Yo para laburar, en el trato, me siento mejor laburando con minas que con tipos.

Pero tampoco sería un criterio para elegirlas.

No, para nada. Es más, también pasó una cosa con Página que todavía pasa hoy: nosotros tenemos más público femenino que masculino. Siempre. El diario era así, la televisión es así, la radio es así. Tenemos más público femenino que masculino. Lo que pasa es que yo creo que las mujeres son las que llevan adelante el consumo, no los tipos. Entonces, es como que es lógico que haya mayoría de mujeres escuchando. 

Jorge Lanata

Es impresionante este living con todas estas pinturas y objetos de arte. ¿De dónde sale tu interés por el arte?

Mi interés por el arte deriva de una historia personal. A mí me trasplantaron del riñón hace unos años. Hace ya seis o siete. Y fue una operación complicada. El riñón trasplantado te lo ponen adelante. Y no te sacan los otros. O sea, yo en un momento tenía tres. Ahora me sacaron uno. Y te lo abastecen con la vena de la pierna izquierda. Entonces, como yo tengo, aparte de todo, diabetes, los tipos pensaban que podía llegar a tener problemas en la pierna izquierda y que no iba a llegar sangre al riñón. Hicieron una reunión con todos los médicos una semana antes de la operación y todos me dijeron que existía una posibilidad de que tuvieran que cortarme una pierna. Y yo pregunté cuánto. Y me dicen que alrededor de un 30%. Y yo digo: bueno, hagámoslo igual. Es así. O sea, yo llegué a la operación pensando «acá capaz me cortan una gamba». Más allá de todo lo fuerte que fue la historia, fue muy increíble. Bueno, fue tapa de Clarín.

[Lanata se refiere a la operación de trasplante de riñón que se hizo en 2015. Su esposa de ese momento, Sara Stewart, donó uno de los suyos a un joven y la madre de este le donó a Lanata. Fue el primer trasplante cruzado entre cuatro personas que se realizó en América Latina].

Fue increíble, lloramos todos con eso.

Yo lloraba como un pelotudo. 

Increíblemente emocionante.

Yo salí de ahí con una sensación… Yo no la termino de explicar bien, pero yo necesitaba ver belleza. Yo me siento frívolo diciendo esto, pero no es frívolo. Necesitaba ver belleza. Y como tenía que estar cerca de un mes acá sentado, me puse a estudiar pintura. Y leí, leí, leí. Todavía hoy lo hago. Sigo estudiando. Empecé a comprar cuadros. Compré cuadros que yo los veo hoy y son horribles [risas]. Me estafaron, me vendieron cuadros falsos, todas las porquerías posibles me pasaron. Hasta que ahora, siete años después, tengo una colección que realmente está muy bien. Tuvo que ver con eso. Y entonces, a partir de ahí, me empecé a relacionar con gente que sabe de verdad. No hay muchos periodistas que sepan, pero con algunos que saben, con algunos artistas, me empezó a interesar conversar y aprender. Y entonces empezó a ser como parte de mi mundo.

Incluso pusiste un columnista que habla sobre arte contemporáneo en la radio.

Claro, Gabriel Levinas. En un momento, estando yo casado con Sara por ejemplo, todo el mundo corría y nadie había hecho una columna de running en un programa de radio mainstream. Hicimos la primera columna de running con Santiago García porque Santiago corría con Sara. Y yo veía esa cantidad de gente corriendo y digo «a alguien le va a interesar». A partir de ese momento está la columna de running. Y con la columna de arte pasó un poco eso. Es como que lo que a mí me rodeaba hizo que se trasladara a la radio.

Jorge, me interesa esto, que tiene relación con esta historia increíble que acabás de contar. Como dijiste vos, uno llega a los cincuenta y empieza a pensar en la muerte. Vos la desafiaste a lo largo de toda tu vida. ¿Cómo lo vivís? ¿Cómo vivís tus miedos? ¿Qué miedos tenés? ¿Cómo vivís tu época de las adicciones?

No, bueno, lo de las adicciones pasó hace mucho. Yo durante diez años tomé merca. Un día dije «se acabó». Hice un tratamiento y se acabó. Y nunca más.

Pero bueno, fumás como un escuerzo.

Y sí. No es que dejé de ser adicto. Fumar es lo único malo que hago, todo lo demás es normal. Respecto del tema de la muerte y el tiempo, y todo eso, yo estoy tranquilo ahora. No pienso morirme por un tiempo. Me sobrepuse a muchas enfermedades, lo cual en el fondo debe querer decir que tengo buena salud.

Cada vez que tenés un problema de salud digo: «Lanata tiene una salud de hierro».

Claro, porque si estoy tan hecho mierda y estoy vivo. A pesar de que tengo mucho vértigo, porque laburo demasiado. Vos pensá que estoy en la radio, en la tele, en el diario y en los documentales. Es mucho. Tengo que gradualmente ir dejando algunas cosas y lo voy a hacer. Estoy tranquilo. Esa etapa de perseguir, perseguir, perseguir ya está, ya fue. Afortunadamente soy mucho más de lo que pensé. Yo cuando era chico vivía en Sarandí, en un barrio de clase media baja en el Gran Buenos Aires. Yo quería ser redactor de la revista Siete Días y vivir en el centro. Alquilar un departamentito en el centro. ¿Podés creer? 

Vos pensabas en un ambiente modesto cerca del Obelisco y terminaste en el Palacio Estrugamou.

Y eso fue a los dieciocho años. O sea que de los dieciocho para arriba fue todo gratis.

Jorge Lanata

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25 Comentarios

  1. Sandro Lenart

    Bue, lo último que les faltaba para que los latinoamericanos les perdiéramos el respeto por el ejercicio del periodismo Ni una cosa ni la otra, ni, hace tiempo, periodista. Este tipejo es un mercenario del poder del establishment económico neoliberal y la patria conservadora argentina. Uno de los grandes culpables de envenenar mentes y poner al país en la situación en la está, gracias a inventar y sostener operaciones periodistico-judiciales en contra de los gobiernos populares argentinos y latinoamericanos. No merece ni un cuadro en la contratapa de un pasquín gratuito de metro. ¡Asco de delincuente de la palabra! Como se nota que el efecto OTAN de «cuidemos nuestros privilegios como países centrales» está calando fuerte, incluso en aquellos que alguna vez tuvieron algún minimo principio como prensa critica e idependiente; de lo contrario no debió ni dudarse en no publicar esta mierda. Sigan por ahí que van bien… Ya les va a tocar «su Putin» a Ustedes tambien, JotDown ;)

    • rayvictory

      Sandro, ….deja el Larios….

    • celsiuss

      sandro … fanatico detected… la perdicion de latinoamerica…. fanaticos de politicos corruptos … por eso siempre seremos el 3er mundo.

      • Sandro Lenart

        Derechoides amarillos argentinos apatridos detected… Claro, porque el departamento de U$D 2 Mi de este personaje en Miami se compró con su «enorme talento investigador» actual (haciendo show e inventandole cuentas offshore a CFK y otros, con dinero «robado», que jamás encontró en ningún sitio), y no con su trabajo armando causas vía medios, contra tipos que ni fueron citados a declarar ni nunca se les halló nada, en favor de desprestigiarlos y hacerlos perder elecciones para meter de presidete al más grande delincuente empresarial de todos los tiempos en Argentina, y así -vía sus «gestiones» favorecer a ese mismo grupo de medio para el que opera con fusiones fraudulentas, reparto de espectro y sosten y ampliación de tarifas monopolicas. Quédense ahí afuera nomas… para descarte cívico, ya tenemos medio país con la cabeza hueca para exiliar. Y así lo mismo de la sucia derecha en toda Latinoamérica… asco de yuppies que nacieron ayer y no entienden nada de nada, o viejos chotos gorilas históricos, defensores de lo indefendible. Habrá Latinoamerica (y mundo) para todos, con libertad de visión multipolar y neoliberalismo y derecha financiera bajo control en su expansión, o mejor que no quede nada. Hasta la última bomba, la ultima bala y la última gota de sangre. ¿Saben que la sociedad para tres tipos a la que Ustedes represetan es demasiado cómoda, floja y en última instancia cobarde, no? ¿Saben que a la larga no pueden ganar? Acostumbrense. Detras de cada uno de nosotros que dobleguen, vendrán. miles más. Suerte con eso de pensar como «la mayoría» La van a necesitar ;)

        • Sandro, por lo menos cortá el Fernet con Coca-Cola, que parece que lo cortaste con la otra coca.

  2. Andrea Moss

    «Luego de la partida de su fundador y con la conversión al ideario kirchnerista, Página/12 intentaría borrar a Jorge Lanata de su historia, perdiendo en el proceso parte de su prestigio.» ¡Anda, como El País, que ahora es más de derechas que el NO-DO!

    • rayvictory

      Supongo que es ironía. Porque el armenio-presidente que quiere recuperar sus 300 millones invertidos lo ha hecho un panfleto de Pedro Sánchez infumable. Sólo lo quedan las firmas, y cada vez menos. Una pena para España.

      • Saltapatrás

        Lo de «insensato sin escrúpulos», de los gloriosos tiempos del sanchista Antonio Caño, ya tal.

  3. «Lanata se contagió de su flamante esposa»… JotDown ¿su flamante esposa? Parece una afirmación de barra de bar, con cierto vocabulario, pero barra de bar. De ciertos «periodistas» de ciertas cadenas uno se esperaría una cosificación así, pero… ¿JotDown?

    • rayvictory

      ¿cuál es el problema de «flamante»?….¿en qué barra de bar paras? (desde luego en los españoles no).
      Si esa es la única queja a la entrevista (que está muy bien) y a Jot Down (que también está muy bien)……

    • De ciertos “periodistas” de ciertas cadenas uno se esperaría una cosificación así, pero… ¿JotDown?

      ‘Jot Down’: un medio con las colaboradores como Félix de Azúa, Juan Abreu, José Antonio Montano, Tsevan Rabtan, Jorge Campos, Marcos Pereda y demás ralea. ¿Cabe esperar otra cosa?

      • Caballero, con todo respeto: habiendo cientos de medios periodísticos y culturales que seguramente lo colman, ¿que hace leyendo la JotDown?
        Seguro que el diario Público y Página/12 comulgan más con sus férreos y ciertos y justos principios.
        Es solo una sugerencia.

    • De ciertos “periodistas” de ciertas cadenas uno se esperaría una cosificación así, pero… ¿JotDown? ‘Jot Down’: un medio con colaboradores como Félix de Azúa, Juan Abreu, José Antonio Montano, Tsevan Rabtan, Jorge Campos, Marcos Pereda y demás ralea. ¿Cabe esperar otra cosa?

  4. Queridos lectores y lectoras, sepan que buena parte de las personas que vivimos en Argentina coincidimos en que este personaje es peor que una rata. Quizás por eso le «va bien», produce y vende, crisis tras crisis.

    • Gallego Rey

      Eso no pasa de ser un simple ad hominem. Cualquier persona que trascienda dentro de su sociedad va a tener detractores, incluso siendo la más bella persona.

  5. Mala eleccion jotdown,
    Muy mala elección.

    Lo unico que se me ocurre es cambiar e titulo de la nota a : Jorge Lanata: entrevista con el diablo.

    Saludos desde Argentina

    • Gallego Rey

      Una de las cosas por las que leo Jot Down es por su pluralidad a la hora de ofrecer entrevistas con personaje de todo tipo e ideologías. En la misma entrevista se habla de la cultura de la cancelación como lo que es: un mal. Pero parece que a usted le parece correcto que solo se entreviste a quien usted diga y se cancele a quienes no digan lo que usted quiera oír. En todo caso, puede usted usar esta sección de comentarios para aportar argumentos en vez de para insultar al entrevistado.

      • Yo no insulté a nadie. Cuando se habla de politica, los lectores merecemos que nos traten con respeto. Y entrevistar a este impresentable «periodista» es una falta de respeto.

  6. No sé a qué país se quiere parecer Argentina, ¿España? ¿Reino Unido? ¿Australia? ¿Suecia? ¿Cuba? ¿Venezuela? ¿México?

    Pregunten a la mayoría de la población del país que hayan elegido qué opinan de CFK.

    De cualquier manera, es de admirar cómo fueron capaces de convertir aquello en un shithole, de verdad.

  7. Juancho Talarga

    Pensaba dejar.mi opinión sobre el nefasto Lanata, pero mejor también darle su cuota al impresentable de Noriega, cuyo mayor logro fue ser el patiño de Roberto Pettinato en la TV (casi perdiendo su dentadura postiza en vivo y en directo) pero que en su cuenta de Twitter se cree con la capacidad de opinar hasta de cómo evoluciona un virus.

  8. Pregúntenle a cualquiera de los ex miembros del staff de Página/12 a ver que opina de Lanata hoy. Y a los ex empleados de Crítica.
    El Breaking Bad del periodismo argentino. Y Noriega le va en saga.

  9. Pelayo Somiedo

    Este es Gustavo Noriega en Twitter:
    Mi opinión de los españoles (incluyendo a los catalanes): ?. Consíganse una vida. 3 octubre 17
    El único español que me cae bien es gallego, justo a ellos los queria dejar arafue.
    Tres años de una mariconada de los directores españoles: http://t.co/bnUwGub. Boyero es el peor crítico del mundo pero lo banco en esta 13 septiembre 11

  10. Mohamed Alí (el enorme Cassius Clay) dijo con tino: «el que a los 50 años piensa igual que a los 30, ha tirado 20 años de su vida a la basura.
    Simplemente genial».
    Y se aplica al personaje Lanata, tan amado como odiado. Demonizado por libre pensador, por animarse a «traicionarse» (¡Que hermoso concepto!).
    Si Picasso no se hubiese «traicionado» hubiera muerto pintando los horribles bodegones de su juventud.
    Pero buè, queselevaser, Argentina seguirá por siempre así: de Guatemala a Guatepeor, de Guatepeor a Guatemala.
    De los horribles «Macris», a los horribles «K», en un ciclo destructivo sin fin.
    Argentinos, escuchen…huyan cuanto antes.

  11. Pingback: El valor de marca en los diarios impresos | García Media

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