
La ciencia ficción está plagada de ordenadores malvados con nombres curiosos y conexiones subliminales. El más conocido es HAL, computa dor de la nave Discovery de la celebérrima película 2001: Una odisea del espacio. Hay quien sostiene que la palabra HAL es una variación intencionada, mediante un corrimiento hacia atrás en el abecedario, de IBM, sin embargo este origen del nombre ha sido negado tanto por Arthur C. Clarke como por Stanley Kubrick. Incluso en 2010: Odisea dos el personaje de ficción doctor Chandra, creador de HAL, declara que «a estas alturas, cualquier idiota debería saber que HAL significa Heuristic ALgorithmic».
En Juegos de guerra también hay una supercomputadora que además es el germen de toda la trama, su nombre oficial es WOPR (War Operation Plan Response) y su objetivo es provocar una guerra termonuclear, a pesar de haber sido bautizada intencionadamente por sus creadores con el nombre de la más famosa de las hamburguesas. Lo curioso de WOPR, además de las lucecitas que la decoran, es que también tiene un nombre de pila para los amigos y seres queridos: Joshua. Si tenemos en cuenta que la chica guapa se llama Jennifer, más de un avispado lector podría pensar que una de las guionistas de la película fue Omaíta.
Bromas aparte, Juegos de guerra es la película que despertó la fascinación por la informática en muchos adolescentes de la generación de los 70. David, el protagonista interpretado por Matthew Broderick, es un joven estudiante aficionado a los sistemas telefónicos e informáticos que, a modo de explorador de nave Heeche, se conecta mediante un módem antediluviano a los primeros ordenadores en red utilizando algo tan básico como llamar a todos los números de una zona hasta encontrar sistemas que le respondan. Después de cambiar sus calificaciones académicas en el ordenador del colegio de forma remota, acaba encontrándose casualmente con WOPR, el supercomputador hamburguesa que, como es de esperar, le solicita una contraseña.
La búsqueda de la palabra clave por parte de David y Jennifer, que a estas alturas ya está fascinada con el chico, se centra en encontrar información relativa al profesor Falken, el programador de la IA de WOPR, desaparecido después de la muerte de su mujer y su hijo en accidente de tráfico. ¿Y se imaginan cuál es la palabra clave? Sí, en 1984 se usaban las mismas técnicas que ahora para romper contraseñas, recuerden: ingeniería social. Tras acceder a WOPR, ahora Joshua, David se encuentra con un menú de juegos de estrategia que comienza con el simplón tres en raya (Tic Tac Toe en inglés) y acaba en la muy sugerente guerra termonuclear. Y llegados hasta aquí, ¿qué juego creen que es el elegido por el chico para divertirse? Está claro. El inconveniente es que Joshua no distingue el juego de la realidad. Y así, como quien no quiere la cosa, en la película se produce una escalada armamentística que irá de DEFCON 5 a DEFCON 1 para deleite de los milikofrikis.
A partir de aquí todo es una carrera a contrarreloj que, a pesar de la tensión, incorpora momentos cohelianos, como ese en el que el reaparecido profesor Falken le dice a los desesperados chicos que es una tontería evitar el holocausto, ya que dará paso a que una nueva especie domine la tierra «seguramente las abejas». No debían conocer a las avispas asiáticas en EE. UU. por aquella época.
El contexto de la película es muy real, se dice que inspirado en el famoso hacker Kevin Mitnick, cuyas incursiones costaron millones de dólares al gobierno norteamericano y al FBI, obligándolo a mudar sus centros secretos de comunicación a sitios inaccesibles. La ingeniería social fue el método más utilizado por Mitnick para acceder a los sistemas informáticos de manera ilegal durante su carrera como criminal informático. Kevin accedió por módem al North American Air Defense Command (NORAD). Una vez conectado, tomó el control del programa de rastreo de llamadas con el que el sistema identificaba a los usuarios remotos, de tal forma que no pudieran localizarle. En Juegos de guerra gran parte de la acción se desarrolla en NORAD, cuyo decorado fue el más caro de la historia en su momento —costó un millón de dólares—, y dado que los productores nunca tuvieron acceso al verdadero centro de mando de la defensa aérea, no les quedó más remedio que imaginárselo, descubriendo tiempo después que el verdadero NORAD no era tan elaborado como el de la película.
La película, vista más de cuarenta años después, no pierde intensidad ni dramatismo, y el guion se mantiene coherente, además de que con el paso del tiempo es una auténtica joya remember. Los apasionados del retrogaming disfrutarán con la escena en la que David está jugando al icónico shooter Galaga, cuya preparación le costó dos meses de práctica a Broderick —menudo juego cabrón—. Y cómo no sentir una punzada en el estómago cuando Jennifer, protagonizada por Alice Sheddy, conduce pelo al viento una Derbi Variant con esa sonrisa que enamoró a toda una generación de adolescentes.











Hola. Eso de «‘helarte’ de la intrusión» ¿no será una errata?
Yo creo que es un juego de palabras.
Ahora bien lo de Alice, en lugar de Ally (diminutivo de Alexandra), no lo tengo tan claro
A mí lo que me ha gustado es el guiño de mencionar a la nave Heeche. Lo de IBM-HAL, siempre se ha dado por hecho que era así. He visto 2010 varias veces pero no recuerdo que lo aclarara el dr. La revisitaré.