Política y Economía

El voto del miedo

Urne pleine dans un bureau de vote a Toulouse, FRANCE - 30/03/2014./LANCELOT_FLC022/Credit:LANCELOT FREDERIC/ SIPA/SIPA/1404050539 *** Local Caption *** 00680842
Fotografía: Cordon Press.

Una sensación de vacío, de abandono, de desamparo. No es tristeza, no es angustia, no es ira. Es más bien la situación de hallarse al borde del precipicio. De soledad absoluta, vinculada a nuestra condición de fragilidad. Cada uno lo vive a su manera, pero tiene elementos comunes. El miedo a la muerte, a la enfermedad, al paro. Está asociado a la pérdida de una —quizás falsa— sensación de seguridad, al descontrol, a la incerteza. La pérdida de la salud, del trabajo, de la casa, de un ser querido, de la vida.

Se trata de una de las emociones primarias y básicas, y tiene una función principalmente informativa. La de avisarnos de que existe un peligro. La de protegernos. El sistema límbico analiza de forma constante la información que recibe nuestro entorno, para identificar las posibles amenazas. A través de la amígdala cerebral, núcleo de estas emociones, evalúa el peligro, y activa la sensación de miedo en el caso que sea necesario. Se producen en este momento distintas reacciones fisiológicas. Aumenta la presión arterial, la velocidad del metabolismo, la glucosa en sangre, la adrenalina, la tensión muscular e incluso se agrandan los ojos y se dilatan las pupilas.

Nuestros cuerpos se preparan para afrontar el peligro. Por esta razón se detiene también el sistema inmunitario, así como las funciones no esenciales. Nuestro cerebro da preferencia a sobrevivir a una amenaza frente a otros procesos cognitivos básicos. Ya se puede tratar de un riesgo físico o psicológico, es en cualquier caso un ataque a un sentimiento de seguridad. Ante la percepción de este peligro nuestro cerebro prioriza la conservación, es decir, se prepara para una respuesta de huida, lucha o paralización.

Por muy desagradable que sea la sensación del miedo, se trata de una información útil que nos permite sobrevivir a un peligro. O, como mínimo, intentarlo. Nos hace alejarnos de él y buscar opciones más seguras. El problema ocurre cuando el miedo supera el riesgo real al que nos enfrentamos. Sigmund Freud hablaba de la ansiedad como un miedo neurótico, que no tiene relación con el objeto de peligro. Esta angustia por un riesgo inexistente, o inferior a la respuesta de nuestro organismo, puede llevarnos incluso al pánico, donde el cerebro se fija únicamente en la percepción de peligro, retroalimentando el miedo, y haciéndonos perder el control sobre nuestro propio comportamiento.

Esta falta de autonomía en la toma de decisiones en una situación de miedo extremo ha sido recogida también en la legislación. El derecho romano fijó en el 79 a. C. la actio quod metus causa, que permite demandar la nulidad de contratos o actos que han sido llevados a cabo bajo la influencia del miedo. E incluso nuestro código penal exime de responsabilidad criminal a aquel «que obre impulsado por miedo insuperable» (Ley Orgánica 10/1995, art. 20.6). Este miedo no tiene por qué ser real, puede ser incluso imaginario. Es decir, la ley considera que en algunas circunstancias en las que actuamos por miedo no somos responsables de nuestras decisiones. Esto es fácil de entender en casos como los de un matrimonio forzado, pero ¿qué ocurre cuando la decisión que tomamos no tiene que ver con nuestro estado civil, sino con nuestro voto?

Existe la creencia de que el apoyo a partidos de extrema derecha, como mínimo en Europa, está muchas veces sustentado en el miedo. El miedo a la inseguridad económica, a la inmigración, al caos. Este puede ser potenciado también por los propios políticos, magnificando los efectos reales de algunos riesgos económicos o sociales. Si nos vamos a los datos, vemos que los partidos de extrema derecha tienden a obtener mejores resultados en épocas de crisis económicas, o tras ataques terroristas. Por ejemplo, tres semanas después de los atentados de París el 13 de noviembre de 2015 el Frente Nacional liderado por Marine Le Pen obtuvo un porcentaje de casi el 28% del voto en la primera vuelta de las elecciones regionales francesas, su mejor resultado histórico, consiguiendo ser la primera fuerza política en seis regiones francesas.

Son varios los estudios que demuestran que tras ataques terroristas los ciudadanos son más proclives a dar su apoyo a políticas autoritarias a pesar de que estas recorten las libertades civiles, o a intervenciones militares. Los atentados aumentan también la preferencia por votar a partidos de derecha. En términos generales, en una situación de incerteza, la disyuntiva izquierda-derecha pone a la izquierda a aquellos más dispuestos al cambio, a asumir riesgos, y a la derecha a los más proclives a la estabilidad y a la necesidad de un orden. En este sentido, los votantes pueden dar su apoyo al conservadurismo político cuando este les sirve para «reducir el miedo, la ansiedad, la incerteza; para evitar los cambios bruscos y la ambigüedad». En un contexto de miedo, de cambios imprevistos, los ciudadanos pueden mostrar un apoyo mayor hacia los partidos de derecha.

Para entender el impacto del miedo en nuestro comportamiento político podemos ayudarnos de la teoría de la inteligencia afectiva, que analiza cómo las emociones afectan a los juicios políticos en escenarios electorales. Las estrategias por las cuales tomamos decisiones se basan en dos sistemas: el de disposición individual y el de vigilancia. El sistema de disposición está relacionado con nuestros hábitos, nos permite actuar en situaciones que nos son familiares. Lo eficiente en este contexto es seguir lo que nos dice la costumbre, no perder tiempo y energía en buscar nueva información. El sistema de vigilancia se activa cuando nos encontramos en una situación amenazante, a la que no estamos habituados. En este caso reconsideramos nuestras decisiones, buscamos más información.

El miedo aumenta nuestras percepciones de peligro, por lo que genera un comportamiento más adverso al riesgo. Nuestro sistema límbico nos lleva a querer huir de ese peligro, buscar nueva información, que en un contexto político se traduce en seguir más a los medios de comunicación, intentar aumentar nuestro conocimiento político. Los medios tienen, por tanto, una doble función. Por un lado nos permiten tener más información sobre las respuestas de los distintos candidatos ante la situación de incerteza, pero por otro lado pueden convertirse en un maximizador del mensaje de miedo más allá de los directamente afectados. La historiadora Joanna Bourke, autora de El miedo: una historia cultural, considera que los medios de comunicación se han convertido en el principal transmisor del miedo. Analiza por ejemplo el caso de la retransmisión radiofónica de La guerra de los mundos de Orson Welles, que consiguió en 1938 desatar el pánico colectivo en EE. UU. Pone como condición, sin embargo, la existencia de una sociedad crédula que se deje llevar por el miedo difundido por los medios de comunicación. Una relación similar puede existir entre el total de muertos por ataques terroristas, y la cobertura que los medios dan de los mismos, predictor mucho mayor de la preocupación social que existe sobre el terrorismo.

Los miedos de una sociedad son producto de su tiempo, ya se trate del temor a la sequía, a la guerra, a los que vienen de fuera o al cierre de fronteras. El miedo puede ser usado como arma para dominar, como mecanismo de control. El miedo lleva a pactos políticos impensables en periodos de certidumbre, y es un elemento común de muchos acuerdos, ya sean uniones económicas o políticas, que busquen la no agresión entre mercados o países.

Como votantes, el miedo tiene un papel fundamental, nos impulsa a no dejarnos llevar por la costumbre, a buscar más información, a protegernos. Sin embargo, ya lo dijo Franklin D. Roosevelt en plena Gran Depresión, «a lo único que hay que temer es al propio miedo». A diferencia de un mal matrimonio, o de un acuerdo comercial, hoy en día la ley aún no nos permite eximirnos de nuestra responsabilidad al votar cautivos del miedo.

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24 Comentarios

  1. Maestro Ciruela

    La moral y la ética son un lujo que solo podemos darnos cuando las mínimas condiciones materiales o al menos, la supervivencia, están aseguradas. Teniendo en cuenta esto, nadie debiera rasgarse las vestiduras si un partido pacta con el mismo diablo para seguir con vida porque aunque este hecho pueda repugnarnos, la realidad es muy tozuda y nos muestra siempre que en una situación límite, cualquier humano que no acepte suicidarse, acabará haciendo lo que sea para que los suyos y él mismo, sigan respirando.

    • Nuestra propia historia contradice esa cínica afirmación con la que empiezas a disertar. Siempre percibiremos que todo afecta de un modo u otro a nuestra supervivencia, y aun así hemos tomado decisiones basadas en el deber, y no en la conveniencia propia, en cualquier etapa de nuestra existencia como especie. Otra cosa es cómo justifique cada uno su concepto del deber, pero eso es irrelevante si sólo hablamos de moral o ética, como tú haces.

      Aparte, que lo de mezclar la supervivencia de personas y partidos polñiticos suena a broma. Un partido no vive, que dijo Perogrullo.

      • ¿Si Rajoy volviese a ser presidente del gobierno seguirá Jorge Fernández Diaz como ministro de interior ? dicen que puede ser
        embajador en el Vaticano ,uffff muchos en la Santa Sede ya
        están pensando en colgar los hábitos………………..

  2. Pues el 11M en España refuta s
    La teoría. En el voto por correo ganó el PP

  3. El miedo puede originarse en los discursos de quienes quieren explotarlos para beneficio propio, algo muy común en los partidos izquierdistas. Se inventan peligros para asustar a la gente y hacerles creer la urgencia y la necesidad de que políticos falsos de izquierda los salven de ese peligro.

    El miedo también puede originarse en hechos recientes –sean desastres naturales o tragedias humanas– que muestran la fragilidad de nuestras vidas, de lo que hemos heredado. Este segundo miedo es explotado por políticos de derecha y de izquierda y de todo tipo para presentarse como salvadores. No es exclusivo de la «extrema derecha» (expresión absurda usada por los izquierdistas para justificar su odio por quienes son un obstáculo para sus intenciones).

    Por lo anterior, este post me parece grotesco.

    • Pues yo creo que usted está totalmente equivocado. Los partidos de izquierda no usan el miedo para llegar al votante, al contrario. Los partidos de izquierdas intentan mostrar (o exagerar, dependiendo de la percepción), los problemas de la sociedad actual, y se proclaman a ellos mismos conocedores no sólo de los problemas, sino también de las soluciones.
      Mientras la derecha inculca el miedo a un cambio, la izquierda intenta mostrar esperanza que un futuro mejor (repartido) es posible.
      Pero al final todo se resume en la descripción que hace O.Wells en 1984.
      Ya que no se trata de una distribución horizontal, sinó vertical. Donde conviven los altos (derecha), los medios (izquierda) y los bajos (el pueblo). Y el 99% de las veces el único objetivo de los medios es llegar a la clase Alta y sus promesas y soluciones sé diluyen por el camino.

  4. Raul Gonzalez

    El miedo es la antesala del peligro. A veces el peligro se materializa, otras no. Pero cuando dices miedo al de fuera las cifras nos arrojan que estamos siendo sustituidos por ellos, y por ende, veo racional azuzar nuestro miedo de forma que nuestras sociedades se preparen para sobrevivir. Y si no,la segunda ciudad mas grande de Un dejara de ser inglesa: El 57% de los alumnos de primaria y el 52% de los de secundaria proceden de familias británicas no blancas.

    • Y llegaron los neonazis a Jotdown!

    • Lo que no es de recibo es utilizar a las personas «no blancas» como mano de obra barata, exhibiendo además ante ellas nuestro estupendo estilo de vida al que no pueden acceder, y cuando ya no hacen falta decirles «hala, volveros a vuestros tristes lugares de origen». Las personas no son mercancía.

    • Ese «nosotros» y «ellos» tan blanco e ignorante es penoso. El color de la pigmentación de las personas debería ser el menor de los problemas.

  5. Hemos permitido que el miedo y la inseguridad se impongan sobre nuestro diario vivir. Esta imposición que -según los contextos sociales- transita de ida y vuelta entre un temor «real» ( muy justificado) del ciudadano y el riesgo ( por sentirnos vulnerables en lo laboral, familiar, y no saber cómo responder a los embates de espacios públicos -en donde- el abuso e impunidad han degradado soterrada y groseramente la palabra «participación», entendida como «vida política» en comunidad. Lo que tenemos -eso sí- es un «desamparo» emocional que abanica a una legión de imbéciles con los «selfies» de mañana, tarde y noche.

  6. MónicaF

    La izquierda en teoría defiende el estado del «bienestar», las subvenciones, las becas, las ayudas sociales, etc. Es decir, la izquierda vive de venderle a los ciudadanos que el papá estado va a estar ahí para protegerles ante cualquier peligro: paro, enfermedad, desahucios, etc. Que podrán vivir de los impuestos de los demás. Que sus malas elecciones no tendrán consecuencias. La izquierda vende igualdad y seguridad. Los partidos liberales venden libertad y riesgo.

    Y como han indicado en el comentario anterior, en España el 11 m cambió el voto a favor de la izquierda. El mensaje emitido no fue a favor de más contundencia frente a los asesinos, sino decirle a los islamistas: por favor, haremos lo que queráis, no nos matéis. De nuevo, el voto a la izquierda debido al miedo y buscando la seguridad abdicando del valor.

    • No, el primer mensaje fue: «PP, no hiciste más segura a España metiéndonos en guerras con aliados tuyos, que no nuestros». Y el segundo: «PP, mientes más que hablas». El primero siempre me ha parecido más cuestionable, en el sentido de que sí, vale, las alianzas de Aznar fueron un asco, pero la gente habría pensado igual de la guerra de Irak y sus consecuencias aunque hubiera sido necesaria o justa (si es que tal cosa se puede decir de una guerra). Es decir, mucha gente cayó en la lógica de los terroristas: «nos ponen bombas como represalia por aquella guerra en la que nos metimos, ergo no deberíamos habernos metido en ella, independientemente de los motivos por los que lo hiciéramos». Pero eso, aun erróneo en esencia, es notablemente distinto de tu «por favor, haremos lo que queráis, no nos matéis». Y si no ves la diferencia es porque votas a quien votas y ves lo que quieres ver.

    • Los impuestos de los liberales son los que se van a paraísos fiscales o desaparecen. Muchas veces son ellos los que se benefician de lis impuestos de los currantes, por no hablar de su trabajo realizado en condiciones cada vez más precarias. Lo triste de todo ésto es que todos paguemos las malas elecciones de los liberales. Y lo vuestro no es libertad, es liberalidad a la hora de gastar recursos materiales y humanos

      • De acuerdo.
        Los liberales son partidarios, en principio, del libre merdado ( o, en román paladino, del sálvese quien pueda, o maricón el último ).
        Pero luego subvencionan a la Iglesia, los toros, la Monarquía, la enseñanza concertada, los empresarios, la Faes, la fundación F. Franco…

  7. CarlosDeutheger

    Básicamente hay que demostrar que el acto de votar a partidos de derechas no tiene legitimidad. Ya sea en XXI o en 1934, cuando en España votó por primera vez la mujer y ganaron las derechas, la ecuación dice que la izquierda es la única legitimada para recibir votos libres y auténticos. Si te inclinas por la derecha entonces eres cautivo de cualquier mal que irradias a la sociedad. Desde el 26-J se oye hablar de: 1° Pucherazo, 2° Viejos analfabetos, 3°Miedo y falta de compromiso. Estamos en esa tercera fase. Hay algo peor que el miedo: la realidad de la que el miedo nos alerta.

  8. Por supuesto que el miedo controla muchas de nuestras decisiones, pero dicho miedo tiene que tener fundamento. La campaña de la izquierda en este 20J también se basaba en infundir el miedo, miedo a que si ganaba la «derecha», se cerrarían hospitales y colegios, se impondría algo así como una nueva Inquisición y las mujeres tendrían que volver a ser amas de casa. Pero los ciudadanos, que ya han vivido bajo gobiernos de «derecha» (si el PP es la derecha, eso es otro tema…), han tomado esos mensajes de miedo a pitorreo, pues no es así.

    En cambio, el miedo a la izquierda sí que ha calado en los votantes. Por algo habrá sido…

  9. ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿Si Rajoy es de nuevo presidente del gobierno seguirá Fernández Diaz
    de ministro de interior ???????????

  10. El mero hecho de votar es debido al miedo. El voto sirve, principalmente, para que los ciudadanos sientan que tienen poder real sobre sus gobernantes, que no están a merced de élites despiadadas, que no son esclavos.
    Seamos valientes. No votemos. Afrontemos la incertidumbre de quién gobernará, y comprobaremos que nada cambiará. Pero eso implica asumir que, en realidad, no tenemos poder como individuos.

  11. Espero que ningún incauto esté leyendo estos comentarios con la esperanza de clarificar sus ideas, porque hasta Elena Costas se debe estar preguntando que es lo que ha hecho mal para merecerse esto.
    Pero bueno, ya que estamos haré mi pequeño aporte al caos: creo que el miedo y la incertidumbre efectivamente sacan al conservador que llevamos dentro, y espero que no haya terceras elecciones porque la izquierda estará en peligro de extinción. Creo que el Brexit le jugó a favor al PP. La única duda que me queda es si el éxito de Trump y Le Pen se explica sólo por el miedo o quizás estemos subestimando la capacidad de estos personajes de convocar al hijoputa y al resentido que todos llevamos dentro. Están haciendo un trabajo diabólicamente bueno.

  12. Es terrible asistir al negro y tóxico odio, cual espeso petróleo, saliendo del interior de estas buenas gentes demócratas y educadas todas ellas cada vez que se habla de política. Con sus verdades absolutas y absoluta ausencia de duda sueltan todas esas majaderías que solo intoxican e impididen a base de desprecio el mínimo debate y acercamiento a una sana democracia.

    En efecto a veces da la sensación que nos educamos a nosotros mismos para ser ignorantes, para ser mediocres aferrados a nuestro penoso ego y en efecto, creo que también esto favorecerá siempre a que aquellos que acumulan el poder en sus manos ( sean despreciables personas de un lado o de otro, lo que les une es lo que hacen con el poder que tienen) puedan ser capaces de pisar al resto sin miedo a que estos restos hagan nada, pues a fin de cuentas, Rajoy es imbécil y Zapatero retrasado.

    Creo que el miedo es el mayor arma de control de la que dispone el ser humano, pero a fin de cuentas, el control es sólo una ilusión proyectada en la mente de quien se sitúa a sí mismo en una posición de mediocridad moral e intelectual.

    Salud!

  13. Pingback: El voto del miedo

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  15. El derecho al voto, en parte lo puedes efectuar, pero realmente queda mucho que desear cuando votas por la persona «correcta» pero nunca es el elegido victorioso elegido.
    Cada país tiene sus mandatarios en los cuales gobiernan por siglos y siglos sin que nadie diga nada, de esto he visto variedad de historias, deducciones y siempre termina llegando al poder la persona menos indicada. El voto es como el realizar una obra, sino la finalizan correctamente pero ya has dejado tus papeles no será reintegrado ni un centavo. Por eso hay que elegir con cabeza en cada momento.

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