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Alunizajes y otras ficciones

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Viaje a la Luna (1902).

Este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad.

Más allá de las teorías conspirativas que hablan de un masónico Stanley Kubrick rodando el dichoso vídeo (seguramente, añadirían algunos, en el patio de su propia casa), el alunizaje en nuestro satélite natural por parte de la misión Apolo 11 supuso varias cosas al mismo tiempo: el fin de la carrera espacial, con victoria para los Estados Unidos de América; el mayor hito histórico del siglo XX, y la culminación de un puñado de fantasías que venían arrullando los sueños de gloria de la humanidad como conjunto desde tiempos inmemoriales.

La ficción llevaba siglos soñando con pisar la Luna. Algo hipnótico en el astro que rota alrededor de nuestro mundo nos ha llevado a imaginar, desde antes de lo que algunos sospecharán, diferentes caminos para romper el vacío espacial que nos separa. El imaginario colectivo, quizás, tenga bien arraigada la imagen de la faz pícara y tontorrona de la Luna siendo golpeada por un cohete en la película Le Voyage dans la Lune, de Georges Méliès (1902), y basada (de forma lejana) en los escritos de Jules Verne y H. G. Wells. Pero mucho antes de la invención del cine, y por supuesto, mucho antes de la coletilla pegadiza de Neil Armstrong, el primer ser humano en pisar la Luna, la ficción había mirado a la redondez de la diosa Selene con añoranza.

El quincuagésimo aniversario de la llegada del primer hombre a la Luna parece un buen momento para repasar algunas de estas ficciones que, adelantándose a su tiempo, habían alunizado muchas veces y descubierto algunos de los insólitos secretos de la Luna.

Ἀληθῆ διηγήματα, de Luciano de Samósata

O Relatos verídicos, si se prefiere, lo que podría considerarse la primera novela de ciencia ficción, escrita en el siglo II d. C, aproximadamente en torno al año 180. En esta insólita narración, antecesora de las historias de conquista y lucha interplanetaria, Luciano y sus congéneres llegan hasta una isla con ríos de vino y árboles con forma humana para, fortuitamente, verse atrapados en un tornado que los eleva hasta la Luna. Una vez allí, se ven envueltos en una dispuesta entre lo reyes de la Luna y el Sol por la hegemonía de Venus.

Tras la guerra entre los dos ejércitos y la llegada a una paz relativa, Luciano describe los pormenores de la vida en la Luna; de las costumbres y aspecto de los selenitas y las extraordinarias fantasías que se le pasan por la cabeza ante la descripción de lo que, para aquella época, solo podía catalogarse como imposible.

El estudio de esta obra como precursora de la ciencia ficción es bien conocido, aunque no se puede pasar por alto su carácter satírico: en realidad Relatos verídicos (cuya traducción podría ser también Una historia verdadera, no confundir con la cinta de David Lynch) es una parodia de las historias de viaje y colonización. Pero nadie puede quitarle el mérito de ser la primera aproximación al alunizaje del 16 de Julio de 1969 desde la ficción.

竹取物語, autor desconocido

O La historia del cortador de bambú, es un monogatari (un tipo de narración en prosa propia del folclore japonés) que data del siglo X d. C. En esta historia un humilde labriego que se dedica a cortar el bambú encuentra dentro del tallo de una de estas plantas a una niña, a la que cría como si fuera su propia hija. La niña crece bella y próspera: en algunas versiones de la historia, cada vez que el cortador de bambú sale a trabajar al campo, encuentra una pepita de oro en los tallos de las plantas que corta. La belleza de Kaguya (el nombre con que el agricultor bautiza a su hija adoptiva) hace que príncipes de todas las regiones, e incluso el mismísimo Mikado, emperador de Japón, le propongan matrimonio, pero las múltiples negativas de la muchacha hacen que sus padres se preocupen.

No es para menos, pues Kaguya revela que en realidad es de la Luna y que su gente está esperando su regreso. Misma gente, su verdadera familia, que pagaba en oro escondido en tallos de bambú la manutención de la muchacha. Ante la partida de esta, lega a sus padres su manto y al emperador el elixir de la vida, pero este lo quema, pues no desea vivir eternamente sin poder volverla a ver.

Una trágica narración que tiene puntos en común con la épica y otras narraciones del folclore asiático; así como una posible explicación del origen etimológico de algunos hombres japoneses, como el del monte Fuji (que puede provenir del vocablo fushi, inmortalidad, pues fue en ese monte donde el emperador mandó a los soldados deshacerse del elixir de la vida eterna). Esta obra ha sido recientemente adaptado al anime por el conocido Studio Ghibli, bajo el título El cuento de la princesa Kaguya (Isao Takahata, 2013).

Comedia, de Dante Alighieri

O La divina comedia, como se la conoce ya. Una de esas obras que se reconoce universalmente aunque pocos la hayan leído en realidad. El épico poema que narra el descenso del poeta a los infiernos y el ascenso al cielo nos deja también un alunizaje. En este caso, Dante se ve guiado por las nueve esferas celestiales por su amada, Beatrice. La primera de estas es, precisamente, la Luna.

Allí se dan cita las almas de los inconstantes: aquellos que abandonaron propósitos, votos y juramentos, y se da una prosaica explicación de las cicatrices que pueblan la superficie del satélite. En este escenario encuentran Dante y Beatrice a Constance, reina de Sicilia entre los años 1194 y 1198, quien fue obligada a casarse con Enrique VI y así romper sus votos de novicia. La Luna despierta en este segundo Canto del famoso poema italiano inquietudes semejante a las que despertaba en la comunidad científica, cuando preguntaba Dante aquello de: «[…]¿qué son las manchas negras de este cuerpo, que a algunos en la tierra hacen contar patrañas de Caín?».

«The Great Moon Hoax», de The Sun

El gran engaño de la luna se perpetró en 1835 en las páginas del conocido diario The Sun, y su autoría, aunque llena de teorías, no puede más que atribuirse al ficticio reportero Dr. Andrew Grant, aunque las investigaciones posteriores dan por sentada la pluma de Richard Adams Locke como artífice del engaño y creador del seudónimo. El primero de una serie de artículos sobre la Luna apareció en agosto del citado año, y la descripción pormenorizada de la vida en nuestro satélite resulta exagerada, aunque imaginativa como pocas. Según el reportero, las investigaciones de John Herschel, un conocido y reputado matemático y astrónomo de origen inglés, habían sacado a la luz que la Luna era rica en flora y fauna; la poblaban una raza de hombres alados, semejantes a un híbrido entre humano y murciélago, así como extraños animales que parecían sacados de cuadros del Bosco. Y, aunque no hay alunizaje por ninguna parte, pues el engaño se destapó finalmente, la importancia de esta ficción lunar va más allá de la mentira o de la imaginación: el autor Edgar Allan Poe proclamó que el engaño había sido plagiado de una de sus obras, concretamente «The Unparalleled Adventure of One Hans Pfaal», un relato corto del que el propio Locke había sido editor años antes. El engaño también ayudó al diario The Sun a ampliar su cartera de clientes y convertirse en un periódico más grande; uno de loas más importantes en Nueva York. Así pues, como ocurriría muchos años después con la pequeña broma de Orson Welles y la novela de H. G. Wells, el gran engaño de la Luna trajo cola e historia.

De la Terre à la Lune, de Jules Verne

Imposible no hablar de De la Tierra a la Luna y su secuela, Alrededor de la Luna, en toda revisión que se precie al tema de los alunizajes. Aunque, como ha quedado demostrado, no es la primera ficción sobre el tema, es de remarcar que en esta novela es la ciencia, y no la magia, la que propicia la llegada del hombre a la Luna. En honor a la verdad por poco se quedan fuera estas dos novelas tan conocidas, por no tratarse de un alunizaje propiamente dicho.

Lo más interesante de la narración quizás sea el momento en que el cohete, disparado desde la Tierra como si de una bala de cañón se tratara, rodea el satélite y se encuentra con la cara oculta, que hoy día no tiene ya secretos para nosotros (gracias a la reciente sonda china Chang’e 4), pero que en la imaginación del autor francés escondía las ruinas de una antigua civilización destruida.

Roverandom, de J. R. R. Tolkien

El creador de la Tierra Media fue más allá de El hobbit o El Señor de los Anillos, aunque de su producción literaria (si exceptuamos la poética y la epistolar) ninguna destacó tanto como las aventuras de Frodo y compañía. Sin embargo, los cuentos escritos para sus hijos gozan de una inocencia y ssencillez que bien podrían valer una tarde de lectura o dos.

En Roverandom se cuenta la historia de un perrito que es transformado en juguete por un mago; tras acabar siendo el juguete de un niño pequeño y perderse en la playa (hecho real que inspiró el cuento), el perro llamado Rover vive un millar de aventuras. Entre ellas, viajar a la Luna.  Allí vive un brujo, el Hombre de la Luna, que cuida del perrito y le presenta a su propio perro, de igual nombre, les da un par de alas a ambos y les insta a explorar, cuidándose de los peligros que puede esconder la Luna.

Este cuento, que vio la luz de forma póstuma, es la única aproximación que se conoce por parte del mítico autor británico al género de la ciencia ficción o la exploración espacial, si bien Roverandom ha de enmarcarse, por sus temas, en la fantasía.

2001: A Space Odyssey, de Stanley Kubrick y Arthur C. Clarke

Sería imposible tratar de cerrar o dar forma siquiera a un repaso de alunizajes ficticios sin mencionar la extraordinaria cinta de ciencia ficción del legendario director. Kubrick quería rodar una película de ciencia ficción que hablara sobre contacto extraterrestre y sobre el papel del ser humano en el universo, para lo que se alió con el escritor de ciencia ficción Arthur C. Clarke, conocido ya entonces por obras como Las arenas de Marte.

Tras un par de infructuosas aproximaciones al guion, ambos basaron el borrador final en un cuento de Clarke, «El centinela», en que se narra el descubrimiento por parte de la civilización humana de un artefacto (una pirámide) en la Luna, rodeado por un campo de fuerza. Este descubrimiento supone dos cosas al mismo tiempo: la constatación de que hay formas de vida inteligentes en el universo, y la prueba para estas de que el ser humano ha alcanzado cierto grado de independencia y capacidades tecnológicas. Del mismo modo ocurre en la película, fruto de estudios e interpretaciones diversas: en el momento en que el ser humano es capaz de abandonar su mundo y llegar al satélite, descubriendo así el monolito, se da la señal de que el momento propicio para el contacto de ambas civilizaciones ha llegado.

No deja de resultar paradójico que 2001 se estrenara tan solo un año antes del alunizaje real (o no) del Apolo 11, en 1968, y que fuera precisamente en este director sobre quien recayeran las sospechas de rodar un falso alunizaje. Abundan los que quieren ver una conspiración; los hay que creen en la versión oficial, pero buscan desesperados un matiz, la ocultación de algo que se encontraron en la Luna (véase a J. J. Benítez y su Mirlo rojo) y los hay que, sencillamente, se preguntan por qué no hemos vuelto. A todos nos queda la ficción, claro, que cumple siglos ya de observar ese disco blanco y luminoso, y de explorarlo, conocerlo, conquistarlo e incluso destruirlo, pero para los que aún no se consideren descreídos: feliz cincuenta aniversario de ese gran salto para la humanidad.

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7 Comentarios

  1. Tintin!
    Pero como no aparece? ?

  2. Tal vez se debería haber incluido también las aventuras del barón de Munchausen.

  3. Emilio Rodriguez

    Decir que la cara oculta de la Luna, hoy en día no tiene ya secretos gracias a la reciente sonda china Chang’e 4 es una barbaridad fruto de la ignorancia o de la mala intencion. Los primeros «secretos» de la cara oculta de la Luna ya comenzaron a obtenerse con la sonda Luna III a finales de los 50. Un complejo programa Lunar Orbiter (USA), más varias imágenes tomadas por los módulos de mando durante las misiones Apollo, junto con las sondas Clementine (USA), Lunar Prospector (USA), SMART-1 (EU), SELENE (Japón), LRO (USA), LADEE (USA), entre otras, se han dedicado a realizar estudios orbitales de altísimo detalle de todo el globo lunar, incluyendo obviamente la cara oculta. Chang’e 4 simplente ha aterrizado en una zona estudiada empleando sondas orbitales.

  4. Aparte de lo que comenta el post anterior, es una barbaridad decir que no se ha vuelto a la luna después del primer alunizaje cuando al menos se ha vuelto 6 ¡séis! veces. Incluso con un Rover 4×4.

    El autor no merece escribir en este medio, me han defraudado.

  5. y el viaje de Cyrano?

  6. Despabílense, terráqueos. No estén en la Luna porque… La luna es un gran queso /con manchas de mufa / y el que canta una laucha / que hace tiempo no morfa / la luna se mofa / de la pretensión del poeta / y de su cándida musa / la luna es un gran plato /
    de leche / que es mejor a veces / de un gran plato de sopa.
    Lo que a menudo me hace dudar de la llegada del hombre, es la falta de explicación de por qué el módulo descendió suave y verticalmente. Me parece sacado de las historietas de ciencia ficción, ya que cuando regresan a la Tierra lo hacen al límite de la catástrofe, a 20000 kh, rodeados de fuego, sacudones y silencio radio total. No creo que sea por la diferente gravedad que en nuestro satélite es menor. Gracias por la lectura.

  7. Una obra seminal de la Ciencia Ficción es Somnium sirve Astronomía lunaris Joannis Kepler, traducido como El Sueño O Astronomía de la Luna de Johannes Kepler, en la cual el astrónomo de marras narra el viaje del joven islandés Duracotus y su madre Fiolxhilda a la Luna por medio de un hechizo mágico durante un eclipse solar. Lo hace con tanta exactitud describiendo la órbita y la trayectoria (al fin y al cabo se dedicaba a eso y de ello vivía) que le valió que se les tildara de hereje a él y a su madre Katherine y hasta enfrentara un juicio.

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