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Elegía del futbolista leñero: fiebre en las gradas, sangre por el césped

Elegía del futbolista leñero
Un partido entre el Ionikos FC y el Proodeftiki FC en Nikaia, Grecia, 1960. Fotografía: Getty.

El carnicero de mi barrio era Julio Iglesias.

Pum, como principio no le pueden negar interés. Solo que, encima, es cierto. El tipo que regentaba la carnicería de enfrente de mi portal se llamaba Julio Iglesias. Solo que nadie le decía así. Uco. Uco Iglesias. Y Uco Iglesias no cantaba, no.

Uco Iglesias fue futbolista.

Futbolista en los setenta. Betis y Atlético de Madrid. Dos Ligas, una Copa, casi doscientos partidos en primera, cero goles, porque lo de meter goles no era su trabajo. Uco Iglesias era defensa. Defensa central. Defensa central durísimo, lo que es una aliteración por aquellos tiempos. Solo lo expulsaron dos veces, pero porque, antes, para que te expulsaran debías decir Dracarys, como poco. Así que sí, el carnicero de mi barrio ejerció antes como carnicero futbolístico. Un futbolista leñero.

En realidad Uco casi nunca hablaba de estas cosas. Tenía, sí, un viejo póster en la carnicería, entre aquellos carteles grandes en los que la vaca aparecía despiezada en distintos trozos, seguro que se acuerdan, fondo azul, foto sangrante. Ya no hay de esos carteles, y yo no tengo nada claro qué me venden y qué no. En fin. Y eso, que un viejo póster, con él posando antes de un partido junto a sus compañeros, camiseta a rayas blancas y rojas, pantalón azul, cara de «no me toques los cojones, driblador, que te pongo mirando a Reinosa». No contaba historietas, pero estaba allí. Prefería preguntarte por las salchichas. Hacía unas salchichas riquísimas Uco.

Uno de los tipos más amables que yo haya conocido. Pero carnicero… carnicero vocacional. Así que hablemos de futbolistas leñeros.

Es que eran otros tiempos

«No me pegue más, señor Benito, por favor».

Cuentan que eso se lo dijo Biri-Biri a Goyo Benito. Biri-Biri se llamaba Alhaji Momodo Njie, pero no andaba la España de 1973 como para ese nombre tan complicao. Así que Biri-Biri. Era gambiano, y debutó con el Sevilla por 1973. Aquel mismo año, partido en el Bernabéu. Las cosas claras desde el principio. Antes de entrar, Pirri le dice a Benito, ambos jugadores del Madrid, unas palabras proféticas: «Goyo, las hostias al negro, que no se le ven los moratones». Pirri estudió luego Medicina, así que debía de saber de lo que hablaba. Y eso, primera. «Para que me respetase». Y luego otra. Y otra. Hasta que el pobre Alhaji suplica. Que no me pegue más, que no le he hecho nada.

El señor Benito era Goyo Benito, un central del Real Madrid en tiempos duros. A ver, los tiempos eran duros, pero él acompañaba. Tenía bigotón (los centrales deben tener bigotón), mucho pelo (los centrales deben tener mucho pelo) y cara de no leer a Rilke (un central no puede leer a Rilke). Era, en realidad, ejemplo paradigmático de un fútbol que se fue, un fútbol más recio, un fútbol donde la violencia se aplaudía como si fuesen chistes de Sinacio, un fútbol sin teles, sin móviles, sin chivatos fue aquel, fue aquel. Barro, piernas que vuelan, ojos a la virulé y más golpes que en WrestleMania.  

Otros tiempos. ¿Recuerdan eso del tiki-taka? Pues antes. Hachazo-puñal, u otro símil. «El fútbol no es para bailarinas», que dijo Gentile después de darle lo suyo y lo de siete más a Maradona, año 82, Mundial de Naranjito. Cero sutilezas, cero corrección política.

Pero es que era un mundo diferente, amigos. Miren, si no, a Nobby Stiles, que es un mito en Inglaterra, ídolo de la selección y del Manchester United… y jugador, por decirlo suave, limitadillo. Obrerete de la hierba, leñador en el campo, minero cuando llovió, acoso de finos estilistas, traumatólogo en sus ratos libres. Impensable hoy, al menos con esa intensidad. Aquí se cita también, obligación, a Eladio Silvestre, lateral del Barcelona. «Tiene una pierna para apoyarse y otra para pegar», decía de él Amancio Amaro. O «Tarzán» Migueli, que si a ti te ponen Tarzán, pues ya sabes lo que toca. E incluso equipos completos. El Granada espeluznante que hubo durante años de patillas y melenudos. O aquel Pontevedra cuyo eslogan era «hay que roelos». Ahí, las cosas claras…

Que muchos de aquellos paisanos fuesen ídolos de sus respectivas hinchadas (muy por encima de quienes realmente sí sabían pegar al balón) dice bastante de nosotros seguramente.

Las hostias como razón de ser

Pablo Alfaro y Javi Navarro se complementaban a la perfección. Eran altos, tenían el pelo largo, pocos escrúpulos y mucha adrenalina para soltar cada siete tardes. Alfaro, por si fuera poco, era médico de formación, lo que resultaba extremadamente útil si tenemos en cuenta la dureza con que se desempeñaba esta parejita.

(También podía haber trabajado en un matadero, ojo).

Digamos que ellos pertenecen a una doble visión: la del central violento, pero que, además, domina perfectamente eso que llaman «el otro fútbol». El otro fútbol es dejar el pie un segundo más de lo necesario para que el rival lo patee. Casi sin darnos cuenta. Uy, vaya, perdona. También es entrar con el codo por delante (y girar el cuerpo, no vaya a pasársenos la oportunidad). Darle toquecitos (así, pim, pam) en los gemelos al delantero cuando esperas un córner. O agarrarlo de la zamarra. ¿Tirones de melena? Check. ¿Pellizquitos en el brazo? Check. ¿Acordarse de su novia, la que dejó en el pueblo, y decirle que quizá no esté haciendo de la fidelidad virtud? Check

El otro fútbol. Ay.

Aquí entra también Pepe, central del Real Madrid que metía dos o tres golpes gordos por encuentro y tuvo un cruce de cables absolutamente sideral con Casquero de por medio. Patadas, puñetazos, que si quiero arrancarte la cabeza, que si mira qué cerca te pasan mis tacos de aluminio. En fin, fruslerías.

Y luego está Juanma López, aquella roca que jugaba en el Atlético de Madrid. A quienes nacimos por los ochenta nos asustaban con Juanma López. «Cómete la sopa o vendrá Juanma López». «Si no te duermes pronto, aparecerá Juanma López y te hará un tackle». Más o menos. Mito, porque Juanma López lo tenía todo para ser objeto de pesadillas. Era grande, era fuerte, pelo largo y rizado, cara de agredirte, pedirte cien pesetas para el autobús, tenderte la mano, decir que todo fue broma, que eres genial, que best friend forever y darte un codazo como despedida. Ficción aproximada, ojo. Aún hay tíos que cojean dando el paseo dominical por las patadas de Juanma López.

Me duelen a mí, y nunca jugué al fútbol…

A la chita callando

Mira, mira. Mira qué tipo más elegante. Es alto, va bien peinado, esa barbita rasurada a la perfección. Lo ves con traje y dices: «hostia, Pasarela Cibeles». Y hasta luce en las ruedas de prensa, que parece leído, que reflexiona, dice palabras largas y transmite conocimientos más elevados que «somos once contra once» y «en el fútbol no hay rival pequeño». Todo un ejemplo.

Bueno, salvo que mete buenas hostias.

En esta categoría aparece, por ejemplo, Fernando Redondo. Fernando Redondo, que te roba un balón en la medular, te explica las distintas epistemologías que utiliza Borges en El Aleph, te sonríe para la foto, te hace el prólogo de un libro y, ya con la guardia baja, te mete dos codazos, así, pum, pum, porque siempre giraba con los brazos abiertos como el pulpo de las ferias. Sirve también Xabi Alonso, que tiene aire a dependiente de El Corte Inglés, planta de caballeros, habla como tu profesor de Sociales, parece de esos que piden un vino de marca en las cenas (y no calimocho, como la gente estándar) y, en general, lleva escrito en la frente «yerno perfecto» con rotulador fosforito. Y, miren, sí, vale, pero también rascaba mucho, rascaba cantidad, rascaba como solo rascan los mediocentros que juegan en equipos grandes. Me vale Busquets, o Van Bommel, o Roy Keane. Casemiro no, porque Casemiro es exagerao

Mención especial aquí para Fernando Hierro. Fernando Hierro, que tenía siempre su dedo índice preparado para abroncarte. Porque Fernando Hierro no solo te metía la patada (ya hemos visto que eso son gajes de la profesión), sino que luego, mientras te revolcabas entre gritos y gemires, iba donde tú, te echaba la bronca, te explicaba que eso no, ¿eh?, que eso no, que ni se te ocurra. Que yo me imagino a los pobres lesionados ahí, en el césped, calculando si la pensión de invalidez les llegaría para abrirse un restaurante, y encima tener que aguantar el asunto.

Ah, que no se me olvide: los delanteros cabrones. Los delanteros cabrones suelen ser pequeñajos, llevar el pelo corto (o peinado cenicero, depende de la época) y gastar un estilo así, como ratonil. Son los que meten pulgares en los ojillos, clavan puños en riñones, hablan bastante (y no del imperativo categórico kantiano, precisamente). Esos, seguro que les suenan. Menos espectaculares, pero a la larga cargan muchísimo. Tanto como para provocar respuestas agresivas por parte de futbolistas menos sutiles.

Y vuelta a empezar…

A la fama por los huesos rotos

Ya lo dijo Andy Warhol, todos tienen sus quince minutos de celebridad. Mira que era tonto Andy Warhol, también es cierto, pero aquí acertaba de pleno. Sucede que hoy ya ni mérito tiene lo de ser celebrity, porque quedan solo dos o tres personas entre veinte y cuarenta años que no hayan salido en algún reality de Telecinco. No, lo realmente apreciable es coger popularidad haciendo algo aparentemente poco popular. Como meter hostias, vaya.

Primer ejemplo: Andoni Goikoetxea. La gracia aquí es que el tipo (que era duro, pero duro, duro, duro de cojones, vaya) es recordado, sobre todo, por un único lance. Lo de cepillarse al Diego del pueblo, sí. Entrada noblota, no vayan a pensar. Ejem. El balón a ras de césped, Maradona lo toca así, tac, con la puntera de su pierna izquierda, suavidad, sutileza, y Goiko llega por detrás en plan aizkolari, Goiko llega por detrás en plan Jumanji, Goiko llega por detrás con los tacos al frente y la suela unos pocos de centímetros demasiado arriba. Vamos, que trisque, que adiós tobillo, que muy mal, Goiko, no mires para otro lado, Goiko, yo no digo que llevases malas intenciones, pero tampoco querías venderle la lotería de Navidad, Goiko. En fin, mesucos de reposo para el argentino, que utilizó con su proverbial prudencia y sabiduría por las noches de Barcelona. Ah, luego llegó aquella final de Copa, pero eso no puedo contarlo porque este artículo no lleva dos rombos…

Y segundo ejemplo. Este se lo ha montado mejor, no vayan a pensarse. Goikoetxea acabó entrenando al Racing y al Numancia; Vinnie Jones trabajó con Guy Ritchie, Angelina Jolie y Hugh Jackman. Que Los Pajaritos tiene encanto, con toda esa franja de terreno congelada durante cinco meses, pero no puedes comparar…

Porque nuestro querido Vincent Peter Jones hizo de la violencia un arte. Seña identitaria, más bien. Hay un vídeo en internet absolutamente delicioso, uno de esos que debería ponerse a los niños en los coles, porque desprende bondad, empatía y amor al prójimo. Es un bote neutral. A un lado, Vinnie Jones, enfrente, otro personaje totalmente anónimo, al cual podemos llamar «la víctima». Tú ves la expresión corporal de ambos y ya sabes cómo continúa el asunto. Pues bien, es todavía más salvaje. «La víctima» termina con cinco o seis patadas en orden ascendente, desde los pies hasta el pecho, más o menos. Esa era la altura mínima a la que entraba Vinnie Jones. ¿Marcas de aluminio por debajo de la cintura? Buuu, blandengue. Ah, también metía codos, pegaba puñetazos, estrujó los huevos a Gascoigne y ha hecho más segadas que Bruce Harper en siete partidos de Campeones. Jugó en el Wimbledon de los ochenta, y a aquel equipo lo llamaron The Crazy Gang. Para que te dijesen The Crazy Gang en el fútbol británico de los ochenta… en fin, que muy crazy y muy gang. Y Vinnie, allí, mandaba. Vamos, un ídolo, porque al estrellato se llega desde actitudes muy diversas, y la estética no siempre es la más efectiva. Entre otros asuntos porque Vinnie (que era un cabrón, un violento, un peligro público y un deportista para olvidar) sudaba tanto carisma como sus rivales sangre. Y eso, claro, mola. Tú te pones un vídeo de Vinnie Jones (del Vinnie Jones futbolista, o lo que cojones hiciera él), y acabas temblando, sí, pero también con ganas de ir a hacer pesas, ver Conan y dormir envuelto en alambre de espino.

Ah, y eso, que luego se metió para lo de la actuación (imagino que el wrestling también le hizo alguna oferta) y empezó a salir en esas cosas loquísimas del primer Ritchie, que rezumaban imaginación y farlopa por los cuatro costados. Ahí encontró su hueco, y ahí continúa.

Supongo que el propio Vinnie definió perfectamente lo que queremos explicarles con nuestro artículo. Así que le dejamos cerrar a él.

«No corro mucho, no sé pasar, no sé tirar a puerta, no soy bueno al corte… pero aquí sigo».

Bravo, Vinnie. Pero no me mires con esa cara de mala hostia, tío.

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28 Comentarios

  1. Alberto José de Pinillos

    Casualmente.

  2. Y como mucho alguna tarjeta amarilla XDDDDDD

  3. Inmenso artículo, me vienen a la memoria los tacos del Cholo clavados en el muslamen de Julen Guerrero también, historia de nuestro fútbol

  4. En el video colgado hay (entre otras muchas) una bonita entrada del bueno de Vinnie Jones a Eric Cantona. Me ha hecho recordar con nostalgia la «caricia» de Cantona a un seguidor del Crystal Palace en la grada. ¡Qué tiempos aquellos…!

    • Abel "el bedel"

      Es por lo único que se le recuerda, lo mismo que a Zidane por el cabezazo a Materazzi o a Rjkaard por escupir a Völlner. El espectáculo dentro del espectáculo. Zidane odia ese incidente. Media vida jugando al futbol y ha pasado a la memoria colectiva por una acción antideportiva. Comentan que Rjkaard abandona una entrevista si le recuerdan el incidente. Si quiere sacar a Michel de sus casillas, basta preguntar por el incidente con Valderrama. Cantona anda un poco pasado de frenada, pero supongo que a ningún deportista le agrada que su legado consista en una acción bárbara.

      • Es ley de vida, lo malo se suele recordar más fácilmente. Por estos lares posiblemente se recuerde más a Bilardo por el «¡Pisálo, pisálo!» que por ganar el Mundial del 86 con Argentina…

  5. Jordi_BCN

    Visto lo visto, Sergio Ramos debe ser un dechado de nobleza.

    • Albertutxo

      Bueno, supongo que habría que alargarse mucho en el artículo para nombrar a todos y había que dejar unos cuantos párrafos a Vinnie Jones. Simeone no aparece, por ejemplo. Sí, el mismo Cholo que hacía cortes de manga en a los aficionados del Madrid desde el banquillo, que dejó su marca en el muslo de Julen Guerrero o que agredió con su cara el puño de Romario (qué no habría pasado entre estos dos para que un tipo como Romario le soltase el puño de aquella manera). Se habla de delanteros, pero no se nombra a algunos como Hugo Sánchez y su juego marrullero desquiciadefensas (y porteros), o a la propensión de Luis Suárez a utilizar su portentosa dentadura. De Hristo Stoichkov y su ligera disparidad de opiniones con Urízar Azpitarte tampoco dice nada. A ver, si nos ponemos…

      • ah, Hugo Sánchez, el Drazen Petrovic del fútbol… demasiadas pocas hostias se llevó, me parece a mí.

      • Jordi_BCN

        Todos los que nombra usted, y alguno más, tienen una bien ganada fama de sucios, cosa que nunca ha sucedido con el camero. Buen futbolista, pésimo deportista. Maestro en el arte del rodillazo a los riñones antes del minuto 5, sabedor de que en esos minutos raro es el árbitro que saca la tarjeta amarilla. Por no mencionar la experta llave de judo, con luxación de hombro incluida, a Salah en el minuto 30 de la final de Champions, y luego limitarse a decir «Son cosas del fútbol». Del fútbol no, del fútbol de los tramposos.

  6. Uf, vaya colección. Aquella Premier tenía tela. Vinnie Jones y Roy Keane son categoría aparte. Dennis Wise también estaba como un cencerro.
    Pero de la liga nacional me han faltado algunas referencias. Simeone era de podium en esta clasificación. Fernando Couto estuvo poco tiempo pero dejó su huella. Y de mi infancia, hablando de centrales leñeros y con bigotón, Juan Carlos Arteche.
    A pesar de que creo que el péndulo se ha ido demasiado al extremo contrario -cosa que tampoco es buena-, creo que es algo que no echo de menos, la verdad.

  7. La anécdota de Benito y Pirri (que era un pedazo de jugador) es la monda.
    Pero te has olvidado, no sé si por el paisanaje, de Arteche. Sí Marcos el fino estilista cántabro del “vamos a darles de hostias”. Un profesional del reparto que tuvo Los Santos huevos de bautizar a una obstrucción que dejó a uno boqueando como un pez, como parada de contraataque o algo por estilo, que me hago mayor y me flojea la memoria….

  8. Elvis Gaga

    Don Fernando Amorebieta Mardaras

  9. Manuel Queimaliños Rivera

    ¿Los descerebrados del césped? Que vayan desapareciendo. En lugar de amansar el balón, querín amansar al contrario. Deseando su olvido.

  10. Manuel Queimaliños Rivera

    Pero estupendo artículo.

  11. The Mangler

    Todos estos matones sobre el césped deben su supervivencia e incluso su auge, a la buena disposición de la mayoría de los jugadores para no perder los papeles, pasando a abrir la cabeza de esos energúmenos. Si yo hubiera estado en el campo contra esa monada de Vinnie Jones, no hubiera parado hasta dejarlo lesionado para siempre. Después, desde la prisión y en los días nublados, me consolaría pensando en ese hijo de perra atado a una silla de por vida y entonces, saldría el sol.

  12. Maiolongo

    Goiko goza del dudoso honor de haber lesionado también muy gravemente a Schuster. Y el bueno de Bustillo, aragonés jugando en el Barça, «asesinado» futbolísticamente por Pedro De Felipe en el Bernabéu. Nunca más se recuperó del todo.

    • Claro, claro, Goiko era el carnicero, y los del Barcelona unos seres de luz, Migueli y julio Alberto repartían postales de la virgen Maria…El primero le destrozo la rodilla a uno del Madrid con una entrada escalofriante que no desmerece en absoluto a Goiko, y el segundo se cobró la tibia y el peroné de Urkiaga del Athletic. Ambos fuera de circulación de por vida uno, y año y medio el otro. Eso sí, la diferencia es que a Goiko si le cayó una sanción ejemplar y estos se salieron de rositas. Y para la historia el único que queda como malo es Goiko, porque claro no es lo mismo que el perjudicado sea el mismísimo Pelusa que otro humilde camarada sin tanto lustre.

      • KlingonCome

        Menos lloros, que luego Goiko jugó un mundial, tampoco es que lo de Maradona terminara con su carrera.

  13. Lucio Anneo

    Yo diferenciaría entre duros/sucios (Hierro, Ramos, Busquets, Redondo, etc.) y violentos/criminales (Alfaro, Javi Navarro, Goikoechea, Pepe, Juanma López, etc.). Éstos últimos carne de correccional y presidio.

    • La única diferencia es que (exceptuando Pepe que ya era demasiado psicópata) los primeros tenían patente de corso para repartir sin sufrir consecuencias por el equipo donde jugaban. Ahora mismo Ramos es plusmarquista en recolección de tarjetas solo a nivel nacional, porque si le hubieran sacado todo lo qye se merecía seria líder histórico mundial Lo que ha repartido ese con la venía de los árbitros se sale de escala, podía hasta directamente cazar y quitarse de en medio a la estrella del equipo contrario en una final de champions y que no te piten ni falta, porque si le sacaban amarilla encima se ponía a protestar como un loco. A

  14. Lux Interior

    Olvidarse de Arteche tiene delito, o de Castellanos del Valencia en los primeros 80. Pero por encima de todos Zidane y Guardiola que les decían estilistas y son dos de los tíos más sucios que he visto en un campo de fútbol.

  15. Me estoy tomando una bien merecida caña con mis compadres después de la pachanga dominguera y se me ha ocurrido leer en voz alta este dulce articulo. Me llamo Paco, soy central y nací en 1970.
    P.D echo de menos mi bigote y mi melena.

  16. MacNaughton

    «Eyes of blue
    Six feet two
    Big Jim Holton’s after you»

    Tam Forsyth conocido como «jaws» en el futbol escoces de su momento…

    Y sobre todo de mi época, Graeme Souness que tiene el merito de haber roto la pierna de dos centrocampistas en partidos sucesivos para la seleccion: la primera contra Islandia,y segundo contra Gales en Hampden Park.

    Estuve yo. Se oía el crac de la pierna de – Evans era?- desde la grada…

    Gran articulo, gracias…

  17. Ovejero y «Panadero» Díaz.

  18. Toni Muñoz

    ¿ Y «psicópata» Buyo ?

  19. KlingonCome

    Cuando he visto que la cosa iba de leñeros, rápidamente me ha venido a la cabeza Migueli. Y ahí estaba, mencionado. Bien que lo merece.

    También Patxi Salinas era otro que parecia salir armado al campo. Y en cuanto a delanteros, como no mencionar al retira futbolistas Figo…

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