Música

Camina siempre en la luz: el funeral de Roberta Flack

Roberta Flack. Imagen Atlantic Records.
Roberta Flack. Imagen: Atlantic Records.

Una de las constantes en la vida de muchos cantantes de soul es cerrar el círculo vital con su funeral. Es decir, volver en él a las raíces, a su punto de partida, a su nacimiento, paradójicamente. Es decir, irse de este mundo abrazados a lo que les alumbró: con la liturgia gospel. Y Roberta Flack no iba a ser menos.

En Arlington, Virginia, la pequeña Roberta Patricia Flack ya hacía sus primeros pinitos musicales a base de himnos gospel en la Lomax African Methodist Episcopal Zion Church, acompañando incluso en ocasiones al piano (no en vano su madre, Irene, era la organista de la iglesia).

El lunes 10 de marzo de 2025 se abrieron de par en par las puertas de la Abyssinian Baptist Church en Nueva York —una de las más antiguas de los Estados Unidas, fundada en 1808— para dar la despedida a la cantante, fallecida justo dos semanas antes de un paro cardiaco a los ochenta y ocho años. La parroquia se engalanó para la ocasión con ramos de flores blancas y amarillas (algunas enviadas por Gladys Knight) y se llenó rápidamente. En el centro, justo encima del coro, una pantalla gigante mostraba a una joven Roberta Flack al piano y reproducía momentos destacados de su carrera.

El afable reverendo Dr. Kevin R. Johnson fue el encargado de conducir la ceremonia, no exenta de chispas humorísticas, ayudado en el elogio fúnebre por todo un clásico, el reverendo Al Sharpton, que ya ha acompañado en su último viaje a una buena parte de nuestros referentes musicales. Tras la emisión de varios mensajes de condolencia grabados en video por parte de amigos de la cantante como el capo Clive Davis, Alicia Keys o Dionne Warwick, y pasada la hora de ceremonia, tuvo lugar el primer tributo musical por parte de una de sus grandes amigas, Valerie Simpson, cuyo «Ain’t No Mountain High» versionara Roberta Flack combinando la naturaleza soul de la canción con su toque personal jazzístico. La Simpson tiró para casa, que no está mal servida, y dedicó, sentada al piano, un «Ain’t Nothing Like The Real Thing» (que Marvin Gaye y Tammi Terrell llevaran al número 1 en 1968), intercalando anécdotas y experiencias vividas junto a la cantante fallecida, emocionando y haciendo reír al respetable a partes iguales. 

El siguiente en sentarse al piano y desatar con su homenaje los aplauso de los asistentes fue el pianista y cantante de New Orleans Davell Crawford, quien hizo una rendida y relajada versión de «Just When I Needed You», la canción que popularizara en 1981 Roberta Flack como parte de la banda sonora de Bustin’ Loose (en España, Perdedor nato).

Tras esta intervención tuvo lugar la sorpresa de la tarde: «No nos pidieron formalmente que hiciéramos esto porque creo que les dio un poco de vergüenza invitarnos. Así que lo hemos preparado a toda prisa, porque realmente no nos era posible quedarnos de brazos cruzados sin participar». Una elegante, enlutada y solemne Laury Hill irrumpió en el escenario junto a Wyclef Jean, guitarra en mano, que no le iba a la zaga en luto y porte. Al frente de los Fugees, fueron los culpables en los años 90 de dar a conocer a Roberta Flack a una generación a la que el grunge no le iba a dar esa oportunidad, ni nada parecido. «Su existencia fue una forma de resistencia», dijo Hill, embargada por la emoción. «Adoro a la señora Roberta Flack. Es una leyenda». A continuación puso al público de pie tras interpretar la fantástica canción folkie de Ewan McCall de 1957, «The First Time I Ever Saw Your Face», que Flack haría suya en 1972. El público, por cierto, no se sentó al acabar porque, casi sin pausa, Hill atacó la canción franquicia de la Flack, la canción que Lori Liebermann escribió en una servilleta tras escuchar en directo a Don McLean y Flack oyó en un vuelo de American Airlines e incorporó a su repertorio yendo de gira con Quincy Jones. La primera vez que la cantó en directo, la gente no paró de aplaudir. «Ro, no cantes esa maldita canción ni una vez más hasta que la grabes», le recomendó el genio. Y así fue. La grabó, la catapultó y quizá ese éxito deletéreo opacó el resto de la carrera de una magnífica cantante de soul. Lauryn Hill volvió a recurrir a ese himno para despedir su intervención en el funeral, apoyada por la armónica de Stevie Wonder, que no dudó en salir de su asiento para sumarse al tributo. Y, ya que estaba, y espoleado por los aplausos, se marcó dos canciones acompañado de una arpista. La primera, extraída de su totémico Songs In The Key Of Life (1974), fue «If Itis Magic», de pie, micro en mano. Una canción repleta de esperanza. Para la segunda intervención, se sentó al piano y tiró para casa de nuevo, pero para su casa (y causa) común con Roberta, ya que interpretó «I Can See The Sun In Late December»,  canción escrita para ella y publicada en 1975. De gran poso espiritual también, trata sobre aquellos de nosotros que pasamos por la vida ajenos a la belleza que nos rodea, aquellos que «ni siquiera podemos ver el sol». 

Las dos últimas intervenciones antes de que el coro despidiera a los congregados con bendiciones sonoras corrieron a cargo de la cantante Lisa Fisher —más conocida quizá por ser corista de Sting, Luther Vandross o Tina Turner— acompañada por el pianista Shelton Becton, quien despidió compungida a su amiga cantando «Somewhere» una pieza de West Side Story que también versionara Roberta Flack en el pasado, y la soprano Nia Drummond, que tuvo el privilegio de cumplir uno de los deseos en vida de la cantante: que sonara «Casta Diva» en su funeral. La famosa aria de Norma, de Bellini, en la que la sacerdotisa Casta Diva invoca a la luna, sonó en la Abyssinian Baptist Church en la voz de Drummond, mecida por las cuerdas del Nebulous String Quartet.  

En el programa del funeral se reproducía una cita suya, que fue repetida varias veces por los oradores en la ceremonia:

«Recuerda: camina siempre en la luz. Si sientes que no estás caminando en ella, ve a buscarla. Ama la luz».

Roberta Flack fue enterrada en el Oak HIll Cemetery de Washington D. C. 

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4 Comentarios

  1. Pingback: La despedida de Roberta Flack: un homenaje musical lleno de alma - Hemeroteca KillBait

  2. Maestro Ciruela

    Reconfortante artículo sobre una de mis voces favoritas. Solo una ligera observación y es que el sensacional álbum del grandioso Stevie Wonder, «Songs in the key of life», es de 1976.

  3. Carlos Monsivais

    Muy Buen Artículo…Para mi.. respetando todo eso del gospel … su mejor tema es Feel Like Makin’ Love… (Le estoy escuchando.. y no solo)…

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