El exceso aburrido
Cierto reyezuelo indio adoraba despeñar elefantes. No por presenciar la barahúnda de polvo y muerte, sino por el placer de escuchar los chillidos de los aterrorizados animales al precipitarse. Ese reyezuelo se despeñaba también, entregándose a un vicio, maldad lo llama la mayoría, que estaba al alcance de su mano. Podía hacerlo porque era poderoso. El poder se ha demostrado […]