Política y Economía

Fast and Furious y el futuro político de Estados Unidos

FF
Una escena de Fast & Furious 6. Fotografía: Universal Pictures International.

La saga Fast & Furious es una de las grandes obras del cine contemporáneo. La epopeya de Dominic Toretto y su banda de delincuentes hipervitaminados es una de las grandes historias de nuestro tiempo, un retablo brillante de la sociedad y cultura occidental a principios del siglo XXI. En Fast & Furious vemos una brillante radiografía de la sociedad americana, una imagen clara y poderosa del presente y futuro de Estados Unidos.

De acuerdo, es bastante probable que la franquicia Fast & Furious no sea exactamente la trilogía de El Padrino, o una oda a la aventura como las tres películas de Indiana Jones (sí, tres, he dicho tres. Solo hay tres). Es más, dentro de la saga hay alguna que es una soberana castaña (Tokyo Drift, vamos). Fast & Furious es, en sus mejores momentos, una serie de películas de acción técnicamente impecables, visualmente espléndidas, gloriosamente estúpidas e increíblemente divertidas; cine palomitero del bueno, de ver montones de metal circular a alta velocidad para empotrarse contra objetos inamovibles. La mayoría de críticos gafosos tiende a despreciar este cine «de género», a pesar de su dificultad. Fast & Furious tiene un objetivo, entretener, y lo cumple a la perfección. La importancia de estas películas, sin embargo, va más allá de sus cualidades cinematográficas. El elemento más relevante de esta saga va más allá del número de vehículos destruidos en cada secuela, sino el hecho de que estas películas hubieran sido inconcebibles hace treinta años, y son increíblemente populares ahora.

Empecemos por The Fast and the Furious, el film que abrió la saga en el 2001. Es una producción con un presupuesto relativamente modesto (treinta y ocho millones de dólares), construida como un vehículo para el lucimiento de Paul Walker, una de las estrellas emergentes de Hollywood aquellos días. Vin Diesel, su compañero de reparto, acababa de hacer Pitch Black, una serie B con una taquilla modesta. No era una apuesta demasiado ambiciosa o arriesgada, pero acabó siendo un taquillazo tremendo en Estados Unidos de forma inesperada, recaudando más de ciento cuarenta millones. Por algún motivo, tener un montón de gente conduciendo parecía ser increíblemente popular.

¿El motivo real de su éxito? Un vistazo a los números indica que es cuestión de pura, simple demografía. Para empezar, en Fast & Furious Paul Walker es una minoría étnica. En contraste con casi la totalidad de películas de acción que la precedieron (y muchas sucesoras), los repartos en las películas de Fast & Furious son verdaderamente multirraciales. Todos los héroes en Fast & Furious 6 excepto Paul Walker son minorities: Dwayne Johnson es samoano-canadiense, Jordana Brewster es americano-brasileña, Michele Rodriguez es portorriqueña, Sung Kang es coreano, Tyrese Gibson y Ludacris son afroamericanos, Gal Gadot es israelí, Elsa Pataki es española, y nadie sabe qué demonios es Vin Diesel pero definitivamente no es blanco. El único blanco en el reparto, aparte de Walker es Luke Evans, y es el malo de la película. Esta diversidad en la pantalla atrae a su vez un público igual o más diverso: el fin de semana de su estreno, Fast 6 recaudó más de cien millones de dólares con una audiencia compuesta por un 32% de latinos, 22% de afroamericanos, 13% de asiáticos y 29% de blancos.  Fast & Furious está llevando a las salas a todos esos grupos que nunca aparecían encabezando un reparto.

Esto puede parecer solo como un hábil modelo de negocio por parte de los ejecutivos de Universal, pero la popularidad creciente de la saga tanto dentro como fuera de Estados Unidos es indicativo que no estamos hablando solo de golpe de suerte empresarial. Fast 1 recaudó ciento cuarenta y cuatro millones en Estados Unidos, y apenas sesenta más en el resto del mundo. Fast 6 consiguió doscientos treinta y nueve millones en su mercado doméstico y más de quinientos en el internacional. Las cifras en Estados Unidos son una muestra del inexorable cambio demográfico en el país, y el lento pero sostenido crecimiento de los grupos «no blancos» en el mercado americano. En 1980 un 83% de la población americana era blanca,  12% afroamericana, 6% latina y 1,5% asiática. Hoy el reparto étnico en Estados Unidos es 72% blanco, 16% latino, 12% afroamericano, 5% asiático. La tendencia además es que este realineamiento demográfico se acentúe en las próximas décadas;  en Texas, California y Nuevo México los blancos ya son menos de la mitad de la población, y las proyecciones indican que esto será así en el resto del país a partir del 2043.

La industria del cine es cualquier cosa menos estúpida, y sabe perfectamente hacia dónde va el mercado. Hace treinta años las películas dirigidas a minorías normalmente se reducían a bazofias de blackexplotation de bajo presupuesto; hoy Hollywood sabe que puede invertir casi cien millones de dólares en ese público y tendrá cines llenos.

Este cambio demográfico del país tiene importantes consecuencias políticas. En las elecciones presidenciales de 1980, un 91% de los votantes eran blancos. En el 2012, ese porcentaje había caído hasta un 72%. Mitt Romney ganó ese electorado de forma abrumadora, 59-39. El problema para el partido republicano, sin embargo, es que Obama ganó 93-6 en el voto afroamericano (6% del electorado), 73-26 el asiático (3%) y 75-23 (10%) el latino. Tenemos una mayoría étnica cada vez más pequeña que vota republicano, una minoría creciente que vota demócrata. Según Estados Unidos se va acercando al reparto de Fast & Furious, las fortunas del partido conservador parecen destinadas a empeorar.

Los republicanos han ido sobreviviendo merced de distritos electorales favorables y sobrerrepresentación de zonas y estados rurales en el Congreso (y la baja participación electoral de las minorías en elecciones legislativas), pero a medio/largo plazo la ola demográfica se los llevará por delante si no cambian su estrategia electoral. Los líderes conservadores en el Congreso (pero no sus bases) parecen finalmente haberse dado cuenta de estos cambios, y están hablando incluso de acometer una reforma migratoria más o menos seria para intentar romper la coalición demócrata emergente. Tras años de irse a la derecha para ganar elecciones, los republicanos ahora tienen una presión demográfica real para apuntar hacia el centro.

Si miramos con atención las películas de Fast & Furious, sin embargo, veremos que el viaje de los conservadores hacia la moderación no puede limitarse a temas migratorios. No voy a defender la idea que las películas de Fast & Furious son un ejemplo de arte revolucionario que preconizan la necesidad de crear una conciencia de clase y la necesidad de subvertir el orden burgués establecido (eso lo hacen Hunger Games y Jackass, gracias), pero los valores de esta saga multiétnica van más allá del libre mercado y el capitalismo. Para empezar, las películas tienen como hilo común una profunda desconfianza hacia las instituciones y una fuerte preferencia por las ideas de honor, familia y compromisos personales. Los Toretto son leales a los suyos y a su código por encima de todo, desconfiando de aquellos fuera de su circulo. Como señala David Madland, los valores de solidaridad familiar y desconfianza interpersonal son típicos de sociedades desiguales. Fast & Furious no solo es un reflejo de la nueva América cada vez más abierta y diversa, sino también de la nueva América, cada vez más desigual. Cualquier político que quiera atraer a su público debe atender no solo al color de su piel, sino a sus preocupaciones sociales. El mundo de Fast & Furious es uno de élites distantes y votantes alienados; reconstruir la confianza con estos grupos no será fácil.

Lo más curioso de estos cambios, sin embargo, y del éxito de estas películas, es la enorme, gigantesca capacidad de la sociedad americana para procesar, incluir y remezclar nuevas culturas. Las minorías étnicas americanas, todos estos inmigrantes recién llegados, son asimilados al tejido cultural del país con la energía y pasión que solo la voluntad de ganar dinero es capaz de generar. Lo que para otros países es visto como un riesgo o es recibido con reticencia, en Estados Unidos es una oportunidad de negocio. Tener un montón de latinos permite vender más tacos, burritos y enchiladas, y generar toda una industria de comida mejicana suavizada para anglos en el proceso. Si encima podemos venderles entradas de cine (y además hacer películas inmediatamente exportables al resto del mundo, cada vez más lleno de clases medias no blancas con dinero para gastar), miel sobre hojuelas. Estados Unidos asimila a sus inmigrantes no con programas de inserción social o clases de ciudadanía, sino fagocitando, remezclando y revendiendo su cultura incorporándola al mainstream. Llevan haciéndolo desde hace doscientos años, y saben hacerlo bien. Que a los hispanos les gusten cosas bastante horripilantes en los cines es quizá lo único preocupante de esta historia (Beverly Hills Chihuahua y su secuela así lo confirman), pero no todo podían ser buenas noticias.

Resumiendo, el arte siempre refleja la sociedad en la que fue producido. Las películas de Fast & Furious quizá no sean exactamente arte aceptado por los críticos, pero desde luego son un mejor reflejo del presente y futuro de la sociedad americana que casi cualquiera de las películas nominadas a mejor película este año. Cosa que no deja de tener cierto mérito, siendo como son cine de acción gloriosamente estúpido.

(Y sí, creo que El Lobo de Wall Street, Her, La Gran Estafa Americana y Gravity son películas excepcionales. Pero ese es otro tema).

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27 Comentarios

  1. Vallejowski

    Interesante artículo. No lo había visto desde ese punto de vista… Y me sorprendió el hecho de que hay más latinos que afroamericanos. Tenía en mente que los afroamericanos eran la minoría más predominante, pero veo que están siendo desplazados al igual que los blancos.
    Por cierto, lo acabo de buscar y Vin Diesel es de padre dominicano y madre italiana.

  2. PRESIDENT MAO

    Lo que han descubierto los republicanos (que a cambio de regularizar su situación, los inmigrantes ilegales votarán a cualquier partido que les dé papeles, aunque su líder se llame Adolf Hitler o Jósef Stalin), lo inventaron los socialistas con su política de ‘papeles para todos’ durante la última burbuja inmobiliaria. El problema llega cuando la burbuja estalla, no hay trabajo para todos y te encuentras con dos millones de nuevos españoles que sólo saben poner ladrillos, no hay forma de recolocar en ningún sitio y te joden las estadísticas del paro. Pero si al Imperio Romano le salió bien la jugada, no hay de qué preocuparse, ¿verdad? ¿VERDAD?

    • Sr Tostadilla

      Ya se estaban poniendo los ladrillos de la burbuja cuando empezó el papeles para todos. La burbuja reclamaba las almas del 8 a 9% de la población activa y le daba igual el color de los que se ofrecían. Vamos, que la crisis la íbamos a tener igual, no busques asociaciones traidas por los pelos

    • Lo cierto es que en España la inmigración tenía tan poco peso antes de la burbuja que una política u otra sobre inmigración no hacía ganar ni un voto y el grueso de los inmigrantes no votaban. Lo que se hizo fue regularizar mediante permisos de trabajo, a partir de ahí la legislación no se ha movido y las nacionalizaciones han sido de acuerdo a leyes bilaterales anteriores, de dos años de residencia para hispanos y de más para países no hispanos. Sobre las estadísticas de paro, las cosas no son precisamente sencillas de medir, pero sin 6 millones de extranjeros habría 1,5 millones menos de desempleados pero también se reduce la tasa de actividad y hay un efecto en el consumo, estaríamos en una cifra de unos 3,5 millones de parados y una tasa del 25% de paro, ligeramente inferior al actual, pero no precisamente como para saltar de alegría, en esencia la situación sería idéntica. Por lo demás le recuerdo que de los 6 millones de extranjeros hay casi 3 que son europeos de la UE aproximadamente, 1/3 rumanos, el resto alemanes, británicos, franceses, noruegos, etc. Que no es gente poco formada, precisamente, en gran medida son jubilados. Entre los otros 3 millones hay de todo, principalmente hispanoamericanos que son los que obtienen la nacionalidad «rápido» y un millón de magrebíes, que por cierto… tienen que residir legalmente una década para aspirar a la nacionalidad y hasta entonces no votan.

      Vamos, que en España por ahora ni con la regularización de Aznar (sí, hizo una y con menos exigencias que la de Zapatero) ni con la de Zapatero fue algo tenido en cuenta. Sencillamente hacía falta mano de obra barata… y consumidores de hipotecas para mantener la burbuja y se abrieron las puertas de tal modo que hubo que regularizar la situación.

      Por último, no se angustie, teniendo en cuenta cómo está el patio su último problema serán esos inmigrantes sin cualificar. Nos vamos a tirar una década más tirados en el lodo, los inmigrantes sin cualificar ya se están yendo y más que se irán. Suerte tendremos si dentro de 10 años queda la mitad de los 4 millones de inmigrantes reales que hay (los otros 2 millones de extranjeros son más bien residentes en zonas de costa, expatriados y estudiantes a los que les da un poco igual la economía española) y buena parte de ellos serán los hijos, que ya han nacido y/o crecido aquí y se están formando.

      Lo que EEUU vive con la inmigración desde hace 200 años es algo real. Lo que vivió España entre mediados de los 90 y el año 2007 fue un espejismo especulativo, no va a repetirse. Nunca fuimos ricos y el espejismo de que necesitaríamos criados ya se ha esfumado.

  3. Interesante artículo, pero mucho lenguaje políticamente (in)correcto: los «latinos» pueden ser blancos, negros, rojos o cualquier tono intermedio, los «afroamericanos» son entre negro y café con leche y no necesariamente afroamericanos, los «asiáticos» son del sudeste asiático y ¿la India? Parece que hubiera traducido a la mala las categorías del censo estadounidense, aunque dejándose en el tintero que Hispanic/Latino no es una «raza» (sea lo que sea eso) sino una cultura.

    • ¿Y los esquimales? ¿Por qué nadie se acuerda nunca de los pobres esquimales y de su escasa representación en los medios? ¿Y de los chinegros? ¿O los etiopiojosos? ¿Para cuándo un reportaje sobre la conexión entre Los Pitufos, el marxismo-leninismo y la caída del comunismo en la Unión Soviética?

  4. La diferencia entre la inmigración en EEUU y en Europa es que en Europa llegan poblaciones que no van a cruzar el charco, porque solo se pueden pagar billetes de bus por Euroasia, pero no 500, 600 o 1000 dólares por un billete de vuelo para cruzar el Océano.

    Quien llega a Estados Unidos tiene renta suficiente para alquilarse un piso, y se lo alquilan. En Europa en el mercado del alquiler existe un racismo importante, y los hay que, directamente, viven en campamentos, porque son pobres (pero pobres de verdad).

    En las afueras de Boston nunca verás un campamento de 20.000 rumanos.

    Las políticas de inserción social son insustituibles en Europa, sobre todo en el terreno de la vivienda y el empleo.

    • Menuda sandez! En EEUU los campos de pobres, viviendo en las famosas caravanas son mucho más grandes de lo han sido o son en Europa. Los hispanos que cruzan la frontera jugándose la vida llegan pelados, con lo puesto. La gente que se paga billetes de avión se gasta todo el dinero en eso. Las pelis de Hollywood no te lo enseñan, pero la población marginada en guetos, «zonas de exclusión» es gigante.
      Ve a Detroit, a Michigan, a Boston mismo y pásate por los suburbios, ya verás que no opinarás lo mismo.

      • Creo que no nos estamos comprendiendo o me he explicado fatal.

        El artículo habla de la reacción social ante la inmigración, además de qué inmigración existe.

        «En Estados Unidos lo que se valora es la capacidad de ganar dinero y no el color de la piel».

        Las cacerías humanas que se perpetran en los Estados fronterizos con México son una muestra de cosmopolitismo, el muro que se ha construído, muy similar al que separa Israel de Palestina.

        La política de inmigración defendida por los Estados fronterizos (ya sean Demócratas o Republicanos) poco o nada tiene que ver con la tranquila y apacible percepción que tienen de la inmigración los moderados y más bien progresistas Estados del norte. Donde, claro está, la inmigración ilegal es mucho menor.

  5. No creo que haya que ser un «crítico especializado» para desmerecer a estos productos fílmicos como encefalograma cinematográfico plano enlatado. Sociológicamente, sus personajes pueden coincidir con la representatividad «étnica» USA actual. Pero resulta que, como el compañero ha apuntado antes, las categorías «raciales» censales de ese país son una alegoría al disparate desde el punto de vista étnico y antropológico, cosa que a los «caucasianos» poco ha preocupado en el devenir de ese país. Más que con películas refritos de pim pam pum automovilístico, un país tan complejo como USA requiere de un vasto conocimiento de sus lugares y sus gentes, a ser posible desdeñando clichés y estereotipos previos. Y si por nuestros lares contamos con la «decepción» con la política y los políticos, en USA eso se materializa en un cinismo larvado y una desafección que sorprendería a más de uno.

  6. Se te olvidó decir, Roger, que hasta la Fox ha sacado un canal en Español el año pasado para competir con Univisión. Como bien dices, lo importante es el negocio.

  7. R. Maitland

    Comparto lo de la multirracial paleta de colores como gancho comercial y anticipo de lo que será USA en pocas décadas. Y desde luego la fagocitación, adaptación o incorporación al mainstream de las culturas emergentes en EEUU, es algo que se acometerá con eficacia y pragmatismo. Como han hecho desde el Mayflower. A excepción de los indios (exceptuaron con ellos el pragmatismo, no la eficacia). Lo de asimilar al «otro» fue algo que a los romanos ya les fue muy bien, por cierto.
    Ahora bien, la desconfianza hacia las instituciones que despliegan Diesel y sus esbirros, está en mi opinión lejos de ser un atisbo de crítica al estado de las cosas y la creciente desigualdad en USA y en Europa también. Al contrario, me parece que es algo más conservador que una reunión del Tea Party antes de una barbacoa a las afueras de Jackson, Misisipi. Es el sutil mensaje del «do it yourself», del Papá Estado no te va a ayudar y tú solito te tendrás que sacar las castañas del fuego, pero si en algún lugar se puede hacer eso, es en «la tierra de las oportunidades».
    Sí que es cierto que va a resultar muy interesante ver en los próximos años cómo se lo hacen los republicanos para ganar elecciones, pero aún más interesante va a ser observar cómo estas minorías van conquistando (o no) cuotas de poder de verdad. Una cosa es integrarlos y convertirlos en buenos consumidores temerosos de Dios y otra muy diferente, que se sienten contigo en la mesa. Y que además decidan qué se come hoy.
    Por ultimo, no me resisto a preguntarme si la presencia de Elsa Pataky no es un augurio. ¿La cuota española en ese pastel de minorías vigorosas del futuro? ¿Nos indica Hollywood el camino para huir de la crisis?

  8. Pingback: Por qué "Fast and Furious" explica el futuro de Estados Unidos

  9. Unai Herran

    Y para darte la razón, Coca Cola ha emitido esto en la SuperBowl

    http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=443Vy3I0gJs

  10. Qui et va fotre Roger! Bravo! Pero me falta un tema por tocar (y no entro en su valoración), la aceptación cada vez mayor de los actos de violencia como protesta social. Robar es malo, pero se acepta si se hace por protesta social, hacer saltar coches de otros es chungo, pero se acepta si se hace como protesta social. Esa es otra tendencia que creo vale la pena tocar. Quizá nuestros políticos hagan bien en echar un ojo a esta idea cada vez más aceptada.

    Un bravo para el artículo, compi de fatigas «escandinavas» ;)

  11. Pingback: 4 de febrero de 2014, núm. 42-50 « Andalán.es

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  13. Puestos a elegir, me quedo con el cine para «gafosos», el resto lo dejo para canis y tuneros que escriben ladrillos y que por otro lado parece que acaban de descubrir América cuando siempre ha estado ahí.

  14. Vin (vincent Diesel? es de origen belga.

  15. «72% blanco, 16% latino, 12% afroamericano, 5% asiático» = 105%…¿?

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