Cine y TV

«1993 va a ser un año magnífico»

Imagen: Sky Italia.
Imagen: Sky Italia.

Empecemos por el final y que quede claro que esto es solo el principio de una larga lista de spoilers en torno a 1992, la maravillosa serie de Sky Italia: Leo Notte y «Bibi» Mainaghi pasean por las calles de un Milán frío, navideño, agitado. Los dos fuman del mismo cigarrillo, a caladas, hasta que se cruzan con el anuncio enorme de un bebé desnudo, casi a la manera del Nevermind de Nirvana. Bibi pregunta: «¿Qué es eso? Llevo días viéndolo por todas partes» y Leo, el publicista Leo, encantador de serpientes y cavalieres, le responde: «El futuro», mientras el espectador ve por fin el cartel completo, las primeras palabras que parecen salir de la boca del recién nacido, un «Fozza, Itaja» llamado a dominar la escena política durante los siguientes veinte años.

Si en esta historia de corrupción y populismo Roma va a ser siempre la puta, no cabe duda de que los chulos están todos en Milán. Es 1992, como ya sabemos, y la justicia italiana se ha puesto por fin a funcionar comandada por el fiscal jefe Di Pietro, un hombre que de la noche a la mañana se ha convertido en algo así como el juez Garzón en España y que ha hecho de Bettino Craxi su «Señor X». Tirando del hilo de uno más de los múltiples sobornos que los empresarios milaneses conceden a los políticos romanos, acaba desenrollándose una madeja de nombres, partidos y transferencias.

Italia se convierte en un país indignado. Italia, permitan de nuevo el símil, no solo es España a principios de los noventa sino que es España en 2010, 2011, 2012… Un país no solo en crisis sino podrido, el país del bipartidismo de la Democracia Cristiana y el Partido Socialista. Un país aún azotado por la Mafia, como siempre lo estará, por otro lado: el país del coche del juez Falcone volando por los aires, la amenaza constante a unos y a otros y la mano oculta tras casi todos los negocios.

El asunto, Bibi Mainaghi, no es con quién estás jugando sino contra quién.

Imagen: Sky Italia.
Imagen: Sky Italia.

Y en esas, en medio de la depresión, la resignación y la sensación de injusticia, surge la Lega Nord y esa entrañable creación que es la Padania. La Padania entendida no como una negación de Italia sino como su afirmación más solemne: la verdadera Italia, la Italia del norte, de los ricos, de los empresarios, de los hombres valientes… Así, Pietro Bosco, el bala perdida de Pietro Bosco, destinado en Iraq y obligado a regresar sin honores. Un Pietro Bosco que parece sacado del hiperrealismo de los años cincuenta, con su pinta de boxeador, su acento de la calle, su cazzo siempre en la boca, su destino torcido.

Un Pietro Bosco que le salva la vida a uno de los pequeños jefes de la Lega en una pelea callejera y se convierte de repente, sin comerlo ni beberlo, en uno de ellos. Porque Italia necesita manos limpias, sí, pero también manos fuertes, manos que golpeen el escaño del viejísimo parlamento para insultar a la DC, para insultar al PSI, para abrazar a su compañero de juerga y decirle: «Somos los hombres más afortunados de toda Italia, nadie tiene un trabajo como el nuestro».

«Esto no es la RAI»

La Lega Nord, símbolo y expresión de un doble descontento: el de los ricos contra los pobres, la cuestión identitaria como una especie de cordón sanitario, y a la vez el del «pueblo» contra sus gobernantes. Milán, Bolonia, Turín, Venecia, Florencia… las cunas del risorgimento luchando contra la pérfida Roma y sus políticos de salón. Italia ens roba. «A casa, a casa…», gritan los fieros muchachos de la Lega a cada corrupto que tiene que abandonar su escaño rumbo a la fiscalía de Di Pietro mientras sus propias falanges empiezan a romperse: pisos caros, vecinos peligrosos y novias modelos que sueñan con presentar ¿Qué apostamos?, que se la chuparían a cualquiera con tal de presentar ¿Qué apostamos?.

Porque, después de todo, cuando la política se convierte en un espectáculo, el país no es sino carne de televisión. Una televisión berlusconiana, de tetas y desenfado y tías buenas presentando programas junto a viejas glorias. «Esto no es la RAI», se llama el gran show de la cadena de Fininvest, y es toda una declaración de intenciones: quinceañeras casi en cueros bailando canciones insinuantes. Cantera de Mamaciccios y Chicas Chin-Chin.

Ahí es donde entra Leo Notte, antes de sus propios problemas, antes de sus paseos con la dueña del emporio Mainaghi. Leo, al que le encargan ni más ni menos que salve a Italia del riesgo de convertirse en una república bananera y al que no se le ocurre otra cosa que proponer como redentor al rey del «Bunga Bunga»: Berlusconi, el hombre más admirado entre los adolescentes, por delante incluso de Kurt Cobain. Berlusconi, el sonriente y aún arrebatador Berlusconi, no el que acabaría malgastando su vejez en putas y desmayos frente a los micrófonos.

Todos alrededor de Notte siguen buscando confusos en la DC y en el PSI. Todos creen ver al siguiente Craxi o al siguiente Andreotti. Todos, sin excepción, están perdidos, pero tienen algo en común: detestan a los fascistas de la Lega, incapaces de entender que para triunfar en Milán hace falta bastante más que el «Va pensiero» de Verdi. Hace falta algo de elegancia, algo de sutileza.

Hará falta entonces ir un paso más allá: unir el puño con el traje. La cabeza de Notte bulle de entusiasmo pero nadie le hace caso. La vieja política frente a la nueva. El imputado frente al bebé. El futuro como una ilusión amenazante.

Imagen: Sky Italia.
Imagen: Sky Italia.

Cuéntame cómo pasó

Y así llegamos al principio, es decir, al final de la serie. Veronica Castello, la novia modelo de Bosco le ha dejado a la primera paliza —demoledora actuación de Miriam Leone, quien fuera Miss Italia solo hace siete años—, Mainaghi ya ha declarado y lo ha negado todo. Notte ve su creación en forma de bebé sonriente que balbucea las palabras que él dicta y Berlusconi incordia al otro lado del teléfono, intentando asegurarse de que todo estará preparado para cuando él dé el salto.

Efectivamente, 1993 va a ser un año maravilloso —sará uno splendido 1993, son las palabras textuales con las que Notte cierra la primera temporada—, al menos para los publicistas. El año de sentarse a admirar el incendio tocando la lira: la imputación de Craxi, el derrumbamiento de Andreotti y su Democracia Cristiana, el ascenso imparable y brutal de la Liga Norte en el valle del Po y los continuos problemas de Giuliano Amato para mantener prietas las filas de la izquierda.

El 1993 italiano es, en demasiadas cosas, el 2015 español y aquí paro con las comparaciones. Durante años hemos estado mirando a Grecia cuando el referente estaba una península más cerca. Un país dividido en cuatro partidos, sumido en una crisis económica y política devastadora, con una capital en el punto de mira por su corrupción y un norte que busca separarse cuanto antes, como quien pone fronteras a una infección.

Solo que, al menos, en esa capital del norte, en ese Milán ostentoso, lleno de Copas de Europa y de negros con abrigo blanco abriendo puertas de joyerías, hay un Di Pietro y hay un Falcone y hay incluso la conciencia de estar viviendo en Tangentopoli, la ciudad del soborno, la tierra del tanto por ciento. Roma es la puta, de acuerdo una vez más, pero Milán pone la cama. La pone siempre que haga falta. En Tangentopoli termina la llamada I República y empieza el nuevo show de Telecinco.

A veces, cuando quieres entender el pasado y construir algo así como un presente, necesitas algo más que Cuéntame. Chirbes y Canal+ lo intentaron con Crematorio y la cosa no salió mal precisamente, pero no ha habido valor para más supongo que porque el valor siempre es sospechoso de partidismo. Puede que lo haya, puede que algún día venga Sky y nos haga nuestro 1993, ese año maravilloso del cambio sobre el cambio, Luis Roldán y la llegada de Álvaro Lapuerta a la tesorería del PP.

Una serie sobre presidentes de clubes de fútbol que se convierten en alcaldes y alcaldes que aseguran estar en política solo para forrarse a ritmo de «Tengo un tractor amarillo».

Mientras ese momento llega, esperemos pacientemente en la realidad. En este 2015 que ya apura sus últimos meses mientras alguien, en algún sitio, prepara carteles para el 20 de diciembre, convencido, cómo no, de que 2016 va a ser la hostia.

Imagen Sky Italia.2
Imagen: Sky Italia.

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8 Comentarios

  1. R.Maitland

    Maravillosa 1992. En Italia la ha puesto a caldo mucha gente. Quizá es el problema de estar demasiado cerca geográfica y sentimentalmente de todo lo sucedido. Hasta se ha criticado la para mí magnífica interpretación de Stefano Accorsi, también uno de los creadores de la serie, en un papel con más que evidentes resonancias con el Don Draper de Mad Men. Ambos publicistas, ambos conocedores y con capacidad de anticipar lo que la gente «quiere» y maestros en dar con la fórmula de (hacer creer cómo) satisfacer ese deseo. Ambos con un pasado y presente en los que parecen haber sido diferentes personas… (Que el demiurgo de la canonización de Berlusconi, haya sido en su juventud un activo militante de extrema izquierda, puede ser una metáfora de la situación por la que
    atraviesan estas corrientes ideológicas en la actualidad)
    Una música que nos lleva a ese año y que encaja con cada escena y no se limita a lo ultracomercial y archiconocido.
    Una producción muy cuidada, como Sky nos ha acostumbrado con Romanzo Criminale y Gomorra.
    Retrato social y político altamente recomendable de lo que fue (y es) Italia (y por añadidura Europa) con el telón de fondo de la ascensión del Cavaliere.

    Dovviamo salvare la repubblica delle banane…

  2. Una serie brutalmente lùcida y maravillosamente interpretada.Espero con ansiedad la siguiente temporada.

  3. Me sorprende que se diga de 1992 que es una maravilla. A mí me pareció una serie mediocre, con la que no la vale la pena perder el tiempo. Mejor aprovecharlo, por ejemplo, con las primeras temporadas de Masters of Sex, True Detective o Better Call Saul.

    • True Detective: la primera temporada pudo haber engañado a muchos, la segunda no cuela. Abandonada hasta por los hipsters televisivos. Cuentame otra, si aun me dices The Good Wife…

    • 1992 es una serie brutal que ya nos gustaría que se hubiese hecho en España

  4. Better Call Saul es un truño épico.

  5. Me sorprende leer el texto, encontrar la esperada referencia a España, y no leer mención a Ciudadanos.

    Esa operación de ‘Forza Italia’, salvar la República de la Banana, aupar a un partido ‘sin ideología’ para limpiar la vieja política reclutando perfiles tan específicos del mundo profesional, la aseada campaña mediática (aunque no porque el candidato sea dueño, casi más triste aún aquí)…

    Viendo la serie me pareció que Notte estaba ideando la ‘salvación naranja’ del sistema

    • Totalmente de acuerdo con alex, toda la formación del partido me pareció una copia de la «Operación Rivera»

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