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Alejo Alberdi: «Estoy harto de la expresión “movida madrileña”; la explosión fue en todas partes»

Alejo Alberdi para JD 0

Contó el crítico Rafa Cervera que la biografía de Derribos Arias no podría ni ser albergada en una novela, que la única palabra que describía al grupo era «caos». Novela todavía no hay, pero sí tenemos Licencia para aberrar (66 RPM), su primera biografía, por Carlos Rego. Un texto que ha vuelto a poner de actualidad a un grupo del que solo podíamos intuir su azarosa trayectoria trazando una línea por lo comentado en contadas entrevistas, las memorias de Sabino Méndez, o el libro de la movida del aludido Cervera. Pero al margen de la épica, Derribos firmaron dos hits, «A flúor» y «Branquias bajo el agua», que no tenían ni precedentes ni comparación posible con grupo alguno extranjero. Canciones que para los que fuimos adolescentes en los noventa mostraban que en el pasado hubo una locura mucho mayor a la que creíamos estar viviendo entre tanto postrock, sonidos extremos e indies de toda clase. Sus letras inclasificables se quedaban grabadas en el córtex y su carácter de grupo insólito estimulaba la curiosidad del oyente atento. Alejo Alberdi (San Sebastián, 1960), guitarrista y productor, es un gran conversador sobre todo lo que aconteció en aquella época, además de un concienzudo activista en contra de la prohibición de las drogas. Nos presentamos en su casa.

Háblame del bar El Huerto.

Era un antro amplio, oscuro y ruidoso, situado en un sótano en una calle del centro de San Sebastián, junto a la iglesia del Buen Pastor. La música sonaba a un volumen atronador. La gestión del bar era caótica, en aquella época pagar las copas era algo exótico y algunos parroquianos se consideraba con derecho a barra libre. De vez en cuando se podía ver a grupos actuando en un escenario muy pequeño. Por allí pasaron Gabinete Caligari, mucho antes de tener éxito. Con Jaime Urrutia, que tiene cierta tendencia a acordarse más de los inicios que de cuando estaban en la cima, he recordado alguna vez aquel día.

Por allí se movía gente muy variopinta a finales de los setenta. En la barra solían estar Borja Zulueta, hermano de Iván y cantante de Brakaman. Ángel Altolaguirre, de Ángel y las Güais, productor de Desechables, Alaska y Dinarama, actualmente profesor de yoga. Rafa Balmaseda, que luego sería bajista de Parálisis Permanente, era el que pinchaba, y en ese momento tocaba en Negativo junto con los otros dos citados. El dueño del bar era Javi, un hippie con unas melenas hasta la cintura. El Huerto era el centro neurálgico de la pequeña escena donostiarra de aquel entonces.

¿Cómo llegaste a ese bar? Porque tú de crío escuchabas rock sinfónico, como casi todos los niños de tu edad entonces.

Escuchaba rock sinfónico y progresivo. Alguna vez llegué a asistir a eventos como disco-fórum donde ponían el Dark Side of The Moon, de Pink Floyd, y luego un señor con barba lo comentaba. Era una cosa realmente alucinante, pero es que en aquella época o tenías el disco o lo escuchabas en la radio, o no tenías acceso a él de ninguna manera. Ahora no tengo a Pink Floyd en muy alta estima.

También andaba metido en un fanzine anarquista capitaneado por Mikel Insausti, luego crítico de cine de Egin, que me machacaba por mis gustos musicales. Para ellos, los buenos eran Dr. Feelgood. En mi cambio de gustos fue determinante que mis padres me enviaran a Inglaterra a aprender inglés en el 77 y en el 78, primero a Bournemouth y luego a Cambridge, donde había bastante oferta de conciertos.

¿Cómo percibiste el cambio que pegó la cultura popular en Inglaterra ese año?

En que los discos de progresivo estaban tirados de precio. Pero para mí lo sorprendente fue ver a The Clash con Richard Hell de telonero, a Stranglers, a los Jam cuando sacaron el segundo, Radio Birdman con Flamin’ Groovies de teloneros… Todo en locales pequeños o de tamaño medio. Entonces empecé a comprar otro tipo de discos como un loco. En ese momento se estaba produciendo la transición del punk a la new wave. Cuando vi a los Clash, unos tíos que eran como armarios de tres cuerpos arrancaron varias filas de asientos, se montó un pollo bastante respetable. También vi a AC/DC con Bon Scott en un ballroom, un local diáfano para unas ochocientas personas. Sonaron increíbles, lo que pasa es que yo no era consciente de estar viendo uno de los últimos conciertos del grupo con Bon Scott.

Me guiaba por lo que me decía la gente de la tienda de discos de segunda mano donde solía ir a comprar, que eran amabilísimos. Te ofrecían té, te informaban de si un grupo valía la pena o no, te hacían recomendaciones, como que fuera a ver a The Pirates, el grupo de Mick Green, el que enseñó a tocar a Wilko Johnson. Green desarrolló una técnica que consistía en hacer la rítmica y una especie de punteo a la vez. Salían disfrazados de piratas, con botas enormes y su directo era apabullante. Hay en YouTube algunos vídeos espectaculares de ellos con muy buen sonido. En fin, que solo vi prácticamente actuaciones de este tipo. Quizá una de las más especiales fue ver a The Rich Kids, el grupo de Glen Matlock después de irse de Sex Pistols y el que luego fue cantante de Ultravox, Midge Ure. Tengo alguna foto por ahí. Antes no era como ahora que sacas fotos a todo, te lo tenías que pensar mucho. Aun así, las que hice eran todas una basurilla [risas].

¿El punk entró en España a tiempo, como se dice, o no?

Por lo general se suele presentar como si hubiera unas líneas de corte definidas y no es así. Hay solapamientos y mutaciones. Por ejemplo, cuando se habla de la movida se obvia completamente a La Cochu (Laboratorios Colectivos Chueca), el Ateneo de Prosperidad, la Vaquería o PREMAMA (Prensa Marginal Madrileña), el colectivo donde estaba El Zurdo. Es decir, que aquello salió del underground. Al principio de forma confusa y luego se fue definiendo, pero entre Kaka de Luxe y Dinarama hay una distancia enorme. Cuando leo esas cosas de tebeo de que, de repente, llegaron unos con el pelo de colores y todo el mundo se desmovilizó políticamente, o que todo se gestó en unos despachos del poder para aniquilar a la contestación —la teoría de Pepe Ribas— no puedo decir más que ¡váyanse ustedes a la mierda!

Volvamos a San Sebastián. De repente, el rock sinfónico se quedó atrás y aterrizaste de Inglaterra con un máster acelerado en pub rock, power pop, punk y new wave

Mi cambio de gustos fue radical, aunque ahora, con el tiempo, he recuperado lo más salvable del rock progresivo. Y el máster… más bien es que no tenía mucho que hacer cuando estaba en Inglaterra y los conciertos eran baratos, poco más de un par de libras. El problema del rock progresivo es que exigía una formación musical, tirarse horas practicando, dominar los instrumentos, aunque para mí muchas veces es más pirotecnia que virtuosismo. Pero el virtuosismo es para la música clásica o el jazz. El rock no es una música de virtuosos, y no hay más que ver a Jerry Lewis o a Little Richard; lo suyo tenía que ver más con el ritmo, con la estridencia. Así que para mí fue fácil dar el paso definitivo, porque una cosa podía hacerla y la otra no. No me podía meter tres meses en un estudio como Pink Floyd solo para afinar los instrumentos. De todas formas, volvemos a lo mismo. En esto también hubo solapamientos entre el punk y el rock de los setenta. Iggy Pop era un fan acérrimo de Neu!. Y escuchas los Stooges y dices: «Coño, es verdad, aquí hay algo de Neu!». Damned eran fans de Jethro Tull pero no se atrevían a decirlo. Johnny Rotten reconoció que no podía decir cuál era la música que le gustaba porque eran grupos que no molaba que te gustasen. La influencia del rock alemán en PiL es evidente. Y luego está el glam, porque el punk y la new wave tienen mucho de regreso al glam. Está todo mucho más conectado de lo que se cree. Hay vericuetos por todas partes. Tendemos a clasificarlo todo en estilos, pero las fronteras son porosas. Al volver a España, lo más importante fue que conocí a Poch, porque un tipo con el que alternaba no paraba de hablar de él. Yo ya le había visto en directo con La Banda Sin Futuro en El Huerto, o con Cocoflash, no recuerdo bien, y el caso es que al final acabé en su grupo.

Pero no tenías nivel tocando.

Apenas sabía tocar y aprendí con Poch, que valoraba más la afinidad de gustos que el nivel musical. Y supongo que querría a alguien que fuera maleable antes que a un tío que viniera del rock duro o del jazz. Cuando debuté en directo en El Huerto estaba hecho un manojo de nervios. Después sobrevivíamos a base de salidas de tono. Por ejemplo, el día en que murió John Lennon, dedicamos el concierto a Mark David Chapman, el asesino del ex-Beatle. Eran provocaciones, más infantiles que juveniles. Porque éramos los últimos monos de la pequeña escena donostiarra, con Puskarra, Negativo, Asco, Mogollón, UHF… Algunos de ellos tocaban en verbenas para pagarse un equipo con vistas a hacer lo que realmente les gustaba, aunque solía ocurrir que, al final, se quedaran en las verbenas, que era lo que daba pasta y los grupos quedaban arrumbados. A Tensión, de Pamplona, también los conocí por aquella época porque Josetxo Ezponda era guipuzcoano. Vivía en Burlada pero pasaba mucho por Donostia. Iba siempre hecho un rey del glam y dedicaba muchísimo tiempo al cuidado de su imagen. Literalmente horas, porque lo tuve aquí en casa y diría que estuvo una hora solo para peinarse con laca.

En el ambiente político que se vivía en el País Vasco, cada vez más politizado, grupos como vosotros chirriabais.

Sí, la verdad es que chirría que pongan una bomba, con gente dentro, en el bar donde te reúnes con tus amigos. Fue una suerte que el local fuera muy amplio, porque ETA puso la bomba en los baños y la barra estaba al otro extremo. La del Huerto no fue la única, también pusieron otra en el Tanit. Todo estaba relacionado con la campaña de ETA, anunciada en Egin mediante un comunicado en 1981, de que iban a por los camellos y los locales sospechosos de tráfico de drogas. Mataron a unos treinta supuestos camellos porque les colgaron este sambenito, y si ETA es juez, jurado, fiscal y ejecutor no hay forma de saber si era verdad o no. Como mucho serían camelletes de medio pelo, no narcos precisamente.

Cuando se cargaron al primer objetivo de esa lista nosotros estábamos al lado. En la zona de Reyes Católicos, donde estaba El Huerto, fuimos a tomar un bocadillo y en la calle le metieron cinco tiros a Juan Carlos Fernández Azpiazu, dueño del bar Kopos, un local muy pequeñito. Un amigo mío se asomó y le vio muerto, yo no tuve el cuajo. Otra vez ahí al lado ametrallaron a unos guardias civiles, no sé si serían cuatro o cinco, que estaban cenando. Los mataron a todos. Nosotros vivíamos todo aquello con bastante inconsciencia. Creo que se reaccionó contra todo esto mucho después. Más a toro pasado que cuando realmente estaba ocurriendo.

Los años de plomo.

Turbulento es poco para describir aquel tiempo. Una vez conseguimos tocar como La Banda Sin Futuro en la plaza de la Trinidad, en una fiesta local. Estábamos muy contentos porque apenas teníamos posibilidades de tocar, sobre todo después de que El Huerto hubiera cerrado, y nada más terminar la primera canción aparecieron dos tíos y nos dijeron que la policía había matado a Gladys del Estal, una ecologista navarra, y que había que anular el concierto. Nos echaron, pero cuando salimos de la plaza la fiesta no se había parado. Los bares estaban llenos de gente emborrachándose y de juerga y el luto era solo para los cuatro pringaos del grupo de rock que estaba tocando. Tuvieron que descubrir el rock después, porque por aquel entonces pensaban que era música imperialista y extranjerizante, las típicas bobadas de la izquierda de ayer y de hoy. Ante un clima así, lo que buscas es cambiar de aires. A finales del 81 nos surgió la posibilidad de ir a Madrid y así lo hicimos.

¿Qué fueron Los Confiscadores de Polos?

No es más que un nombre que nos pusimos para una actuación que nos salió a los dos días de llegar a Madrid, en octubre del 81. Era muy frecuente usar alias para no gastar el nombre principal. Como Derribos Arias ya habíamos tocado en septiembre en el Peine del viento, con Asco, Negativo y UHF. Poch también hizo un concierto conjunto con los miembros de Gabinete, mezclando repertorios, y salieron como Derribos. Hay una época de andanzas de Poch que cronológicamente es un lío. Creo que Carlos Rego lo ha resuelto muy bien en su libro. Porque Poch estuvo estudiando Medicina en Huesca, tocando con Ejecutivos Agresivos en Madrid y una temporada con Alaska cuando Carlos Berlanga se fue a la mili.

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Poch estudiaba Medicina. Tenía una enfermedad congénita. ¿Fue al estudiar cuando se dio cuenta del alcance que tenía su problema, de que era una enfermedad degenerativa e irremediable?

Es que Poch heredó el mote de su hermano, al que llamaban Pochete. Es el chico que sale en la portada de Nuevos sistemas para adelgazar. Se llamaba Javi y también padecía la enfermedad. Entonces, o bien Poch ve la evolución de Javi y sabe o intuye que le va a pasar lo mismo, o bien lo descubre al estudiar Medicina. No lo sé, porque todo esto era un tema tabú con Poch. Me habían llegado rumores, pero no coges y le preguntas a alguien si tiene una enfermedad degenerativa del sistema nervioso. Era algo que se obviaba. Lo cierto es que al principio no mostraba ningún síntoma. Era un tío ingeniosísimo, con un humor absurdo increíble, y muy inteligente. Sacó tres cursos de Medicina con la chorra.

A donde quiero ir es a que él, en un momento dado, ve que la enfermedad no tiene remedio y decide vivir la vida a lo loco, aprovechando al máximo.

Intuyo que en un momento dado se tuvo que plantear: «¿Para qué voy a estudiar Medicina si no voy a poder ni ejercer?». Esto le generó un conflicto muy fuerte con su padre, que era médico, y por eso Poch no tuvo apoyo familiar cuando se vino a Madrid. Andaba como puta por rastrojo en casas de amigos, incluso durmiendo en el local de Gabinete. Y siempre estuvo a verlas venir. La enfermedad tiene una evolución muy lenta y se manifiesta con movimientos involuntarios. Al principio no es demasiado, pero al final los involuntarios dominan sobre los voluntarios. Algo como coger un vaso, o un cigarro, era imposible. Cualquier actividad cotidiana era titánica para él, pero en esa fase estuvo durante sus últimos seis años de vida. Murió en el 98, tras un periodo largo en el que se fue reduciendo su capacidad de movimiento hasta que quedó confinado en casa con sus hermanas.

Diego Manrique dijo en El País que la única forma de eludir las consecuencias de la enfermedad era llevar una vida muy tranquila y cuidarse mucho y que él decidió hacer justo lo contrario.

No sé si lo decidió o simplemente dijo «de perdidos al río». O sea, «voy a vivir lo que me quede de vida, me lo voy a pasar bien». Hubo antes algún episodio de intento de suicidio, como me contó Carlos Entrena, alguna vez lo rescataron los surfistas cuando se estaba bañando en la playa de Gros o en Zarauz, pero son todo especulaciones. Ya te digo que de estas cosas no se hablaba.

Antes de que tú llegaras a Madrid estuvo en Ejecutivos Agresivos con Carlos Entrena, al que has aludido.

Era un grupo perfecto para una compañía independiente, pero no las había todavía. Una vez les acompañé para una actuación en la plaza de toros de Ciudad Real y fue una odisea. No quisieron pagar, Poch robó las llaves de la plaza para poder negociar y al final les pagaron en sacos de monedas del bar, aunque no todo lo convenido. Como Derribos Arias luego nos encontramos infinitas de esas. Los mánager tenían que hacer malabarismos para cobrar.

Lo de Ejecutivos fue una pena, porque valían mucho más que «Mari Pili», la canción que más sonó. Pero las compañías estaban pensadas para otro tipo de músicos, estaban acostumbrados a profesionales de estudio, como los del sonido Torrelaguna. La industria era una maquinaria bien engrasada y de repente aparecieron todos estos desahogados que no tocaban una mierda y en Hispavox no sabían cómo llevarlos. Además, tenían como productor a Honorio Herrero, que fuera el productor de Parchís y que venía de La Charanga del Tío Honorio. También produjo el primero de Radio Futura y a Los Zombies, pero en aquel momento, con un tío así, fue un choque de trenes. De ahí no podía salir nada y Ejecutivos terminaron mal.

Cuando tú llegas a Madrid, caes en el momento justo en el lugar adecuado.

Dos años antes o dos años después y nuestra carrera hubiese sido muy distinta. Lo de estar en el lugar adecuado en el momento preciso se cumplió con nosotros a rajatabla. También fue una suerte que Poch tuviera toda esa experiencia previa con Ejecutivos y con Alaska; no era desconocido para los medios y cuando empezamos a tocar nos encontramos con el viento de cara. El apoyo de la crítica en aquella época tenía mucha más importancia que ahora. Si hablaba de ti José Manuel Costa en El País, encima entusiásticamente, tenía mucho más impacto de lo que hoy puede hacer cualquier reseña, así que todo nos fue rodado. Éramos un grupo modular. En Caminos tocamos como dúo, sintetizador, caja de ritmos, guitarra y voz. La siguiente vez fue como trío. Luego cuarteto y después otra vez trío. Hasta que no se incorporó Juan Verdera al bajo no empezamos a sonar de verdad. Con él fue amor (musical) a primera vista, hubo una sintonía perfecta y a partir de ahí todo fue rodado durante al menos dos o tres años.

¿Ese Madrid del 81 era una ciudad gris, sin atractivos, muy poco urbana?

Para mí no lo era. Al venir de Donosti, Madrid me pareció Jauja. Había una escena reducida de unos pocos cientos de personas, entre grupos y fans, pero ibas al Pentagrama y ahí estaba Ana Curra, ibas al Sol y te encontrabas a Ouka Lele con un cerdo de plástico en la cabeza con luces en los ojos. Flipaba a cada paso. Al principio estuvimos en casas de amigos como Eugenio Haro o Mariví Ibarrola, hasta que alquilamos un piso en Reina Victoria que fue el horror. Estábamos Poch, Ángel Altolaguirre y yo, luego se apuntó Rafa Balmaseda y el piso solo tenía dos habitaciones. Al principio éramos cuatro, pero podíamos juntarnos seis o más. Había un armario empotrado en un alto en el que dormía gente. Como no teníamos televisor, salíamos todos los días y al llegar a casa nos podíamos poner a tocar hasta las cinco de la mañana con los amplificadores a todo trapo. Nunca supimos nada de los vecinos hasta el día en que nos marchamos y salieron todos gritando: «¡Ya era hora, hijos de puta!». A mí me hace eso un vecino ahora y lo mato.

Carlos Rego viene a decir que fueron unos años en los que querer era poder, valía todo y no había fronteras.

La época de UCD fue un descontrol. La primera etapa del PSOE también, pero ahí ya se empezaron a acotar determinados espacios de poder. Con UCD hubo una especie de vacío de poder. De todas formas, hasta que el PSOE no reformó la ley de estupefacientes, en España, del 69 al 83, si te cogían con un porro te podían llevar a la cárcel sin juicio. Se supone que te tenían que internar en una casa de templanza, que era lo que preveía la ley de peligrosidad social, pero como no existían, ibas a prisión hasta que le apeteciera al psiquiatra de la cárcel. En cuestiones como la homosexualidad, fueron los de la generación anterior los que se partieron el pecho. Ahí estaba Ocaña, al que en el primer desfile del Orgullo Gay en Barcelona lo llevaron a la comisaría de la Vía Layetana y le dieron una espectacular manta de hostias. Aquellos pioneros se batieron el cobre y cuando luego llegaron Almodóvar y McNamara fue todo mucho más fácil.

Se habla de movida madrileña, pero en realidad la movida es lo que pasaba en toda España.

Para mí esto es primordial. Estoy harto de la expresión «movida madrileña». La explosión de grupos se dio en todas partes. Había escenas en Valladolid, en Murcia, en Barcelona, en Valencia, Asturias, Galicia… en todas partes. Era cosa del baby boom tardío, que en EE. UU. fue en los cincuenta y aquí fue diez años más tarde. Recuerdo un debate en televisión en el que salían Enrique Gil Calvo y Loquillo. Cuando Loquillo dijo alguna loquillada, Gil Calvo le contestó: «No, no, no es eso, es que sois muchos y tenéis que destacar». Me quedé: «Joder, este tío lo ha clavado». Éramos tantos que había que destacar para que se fijaran en ti, para ligar y pasártelo bien.

Por eso, a partir del año 84, empezaron a salir tal cantidad de discos que muchísimos nacieron condenados al olvido. No imagino cuántas maquetas le podían llegar al principio a Ordovás, pero la cifra era tan abrumadora y su tiempo tan limitado que esas microescenas o escenas locales se quedaban sin difusión. Hace tiempo, entre los miembros de un grupo de melómanos que tenemos en Facebook, creamos una lista de Youtube con un buen puñado de canciones olvidadas o poco conocidas, pero estupendas. En su día no había canales para dar salida a todo eso. Solo ahora he podido descubrir un montón de cosas de la segunda mitad de los ochenta que son interesantísimas y que pasaron sin pena ni gloria, como Los Raros, de Bilbao, o Los Cafres, de Vigo, producidos por Alberto Torrado, de Siniestro Total. Ciudad Jardín tienen cosas de alucinar, ahora los estoy descubriendo gracias a Spotify. La idea que ha prevalecido de la época es que se dividía entre los de los pelos de colores, por un lado, y Los Secretos y Nacha Pop, por otro, y esto es una caricatura. Todo era mucho más variado. Había techno-pop, punk, rockabilly y muchos estilos inclasificables. La visión que se está dando de todo aquello es injustamente reduccionista y maniquea.

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Derribos promovisteis las Hornadas Irritantes. ¿Qué fue todo aquello?

Fue una charlotada. Una noche, en un bar, creamos el tribunal de las Hornadas Irritantes, acompañado de un manifiesto contra los babosos. Fue una gilipollez que trascendió porque se hicieron eco los periodistas, que en aquella época se hacían eco de hasta cuando te tirabas un pedo, y ha quedado como si fuese todo un movimiento artístico. Si me llegan a decir aquel día en el Iris, con los canutos y los botellines, que aquello iba a ser recordado treinta años después, habría pensado que mi interlocutor estaba loco. Se ha magnificado hasta el delirio.

Hicimos algunos conciertos con ese lema, pero era para alborotar el gallinero. Íbamos contra el locutor Gonzalo Garrido, que en gloria esté y que era un tío majísimo, pero tenía una querencia por este tipo de grupos más popis, los que Fernando Márquez «el Zurdo» llamaba «los sanos», por mucho que algunos de sus miembros fueran bastante insanos. Fue una bobada que se hinchó hasta el punto de que me fascina que a Álvaro Urquijo de Los Secretos, años después, le hagan una entrevista y siga diciendo que le dolió mucho todo aquello… pero ¡si han vendido más discos que todos nosotros juntos! Si los cadáveres de los grupos de las Hornadas los he visto pasar por delante a todos, a veces con sus integrantes incluidos. Tío, no llores. Además, a mí los Secretos me gustaban. «Déjame» es una canción excelente.

Hombre, decía que a raíz de aquello le empezaban a llamar «baboso de mierda» cada vez que salía de casa y le cortaba un poco el rollo.

Nosotros no nos lo tomamos en serio nunca. Además, íbamos más a por grupos excesivamente blandengues, como Trementina, yo qué sé, no necesariamente Nacha Pop y Los Secretos. De hecho, con Nacha Pop tocamos muchísimo y nunca me vino Antonio Vega a decirme: «Oye, ¿por qué vais diciendo que si somos babosos?». Está todo muy sacado de quicio, pero así ha quedado para la historia.

¿Cómo recuerdas el Rock-Ola?

Fue la primera sala con una programación estable, había conciertos todos los días y fue el aglutinante de todo aquello. Fue el primer sitio donde se podía ver a los grupos con un buen equipo y en un local decente, aunque esto último es un poco más discutible. Desde luego que el alcohol no era decente, porque el propio equipo de la sala te reconocerá que rellenaban las botellas a la vista de la gente. Convenía no pasar de la cerveza.

Yo en aquella época decía: «Joder, ya vale con los sesenta, a ver si se acaba ya el puto revival». Y, quién me lo iba a decir a mí, lo que nunca se me pasó por la cabeza es que nuestro revival, el de los ochenta, se iba a convertir en perpetuo, porque lleva ya por lo menos quince años largos. Estaba aquel artículo de Francisco Casavella, muy crítico y sarcástico con el revival de la movida, pero ¡es que lo escribió en 2000! [risas] Si el pobre llega a ver lo de A mi manera de La Sexta…

Leo que usasteis secadores de pelo para grabar efectos en alguna canción.

¿Secadores? No me suena. Sí usamos papeleras metálicas como percusión, pero secadores no. Igual fue en «Cinco tiernos minutos», la canción que hicimos para el disco del Villa de Madrid, que ahí utilizamos juguetes y de todo. Es una locura de cinco minutos prácticamente improvisados porque no queríamos quemar canciones de nuestro repertorio. Preferíamos sacarlas nosotros, no que aparecieran en un recopilatorio con Tritón y heavies de estos. El tema no está mal, es parecido a lo que luego hicimos en nuestro LP con algunas canciones, pero mejor, aunque hay que admitir que aquella canción no era una canción [risas].

Ese Villa de Madrid que fue tongo a vuestro favor.

Fue un concierto desastroso, de los peores que dimos nunca. Lo recuerdo como atroz. Fatal. Los Nikis quedaron segundos y La UVI en el tercer puesto y sí, realmente fue un tongo. No es que sobornáramos a los miembros del jurado, pero no fue justo. De heavies ganaron Tritón con su hit «A tope de amor y lujo» [risas].

Otras canciones vuestras, «Dios salve al lehendakari».

Una traslación del «God save the Queen», de Sex Pistols, a la situación vasca.

De «Europa» me gusta esta parte: «Norteamérica es el ideal, si es que eres subnormal, Rusia no sé cómo será, no me puedo enterar».

Esta la hicieron a medias entre Iñaki Glutamato y Poch, aunque no sé qué parte corresponde a cada cual. Cuando luego hicimos el disco de homenaje a Poch la regrabamos y quedó bastante curiosa. Cambiamos Rusia por China porque ya había pasado la perestroika. Pero si miras esa letra con un poco de atención es un poco antiinmigración. Hay una parte, que fue omitida en las grabaciones, que dice «Europa, dorada como una copa del más precioso cristal, manchada de tanto usar». Iñaki nunca fue nazi ni facha, pero de repente se iba al Valle de los Caídos a una concentración falangista y luego llevaba el bigotillo y tal…

Algo ultra sí que sería…

Iba bastante pasado de rosca. Entre eso y la versión que hicieron del himno del Atleti, Glutamato tenían una reputación de fachas injustificada, porque eran más jipiosos comedores de tripis que neonazis.

«Branquias bajo el agua» fue vuestro primer hit. ¿Cómo surgió?

Hay algo de lo que me he dado cuenta ahora escuchando reggae, que llevo bastante tiempo metido en el género, y es que la precariedad de medios y la premura son un incentivo. Incluso cuando se trabajaba en cadena, como en Motown. Los estudios de reggae, a otro nivel, también eran como factorías. Allí no había tiempo para divagar, se tomaban todas las decisiones en el momento, y creo que la precariedad de medios combinada con la urgencia multiplican la creatividad. Así surgen cosas de repente que se meten en las canciones y pueden ser mucho más fructíferas que alquilar un estudio y pasarse ahí tres meses, como cuando la gente se iba al Ibiza Sound. Así pierdes la perspectiva y terminas por no saber si lo que haces está bien o está mal. Nuestro EP con «Branquias bajo el agua», «Dios salve al lehendakari» y «Vírgenes sangrantes en el matadero» se grabó y mezcló en quince horas y me encanta. Si sale bien, sale bien. Depende un poco de cómo tengas el día, de lo que hayas comido…

¿Y las letras, de dónde salían?

Se suele decir que son surrealistas, pero es mentira. Eran chistes privados o cosas que le habían pasado a Poch, pero como no se entiende nada le ponen la etiqueta de «surrealista».

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¿Qué pasó entonces para que escribiera «A flúor», otra de vuestras mejores canciones?

Poch tenía un buen puñado de obsesiones. Le podía dar por los jureles, las pinzas, los martillos de feria que hacen ruido al golpear… Aquí, de repente, le dio por la pasta de dientes e hizo una canción. Tenía muchos tipos de letras, unas casi telegráficas como esta, que son dos frases, dice: «A flúor es la sensación que tienes después de comer». Como un eslogan publicitario. Y luego «nanananana» y ya. Otro tipo podían ser puros ripios: «El lehendakari no es un rastafari, es un txistulari». Y finalmente otras que no rimaban ni en asonante.

Poch era muy variado a la hora de hacer letras. La de «Branquias bajo el agua» es muy peculiar. Podría tener relación con el origen de la vida, con las cianobacterias que transformaron una atmósfera irrespirable mediante la fotosíntesis y así prepararon el planeta para la vida. Es una conexión bonita, aunque seguramente no sea cierta [risas]. En cualquier caso, meter la palabra «cianofíceas» en una canción pop tiene su mérito.

Tocasteis en el Festival de Benidorm.

Fue una locura que les dio a los del festival, que no sabían por dónde tirar y pasaron de hacerlo melódico y competitivo a montar un concierto con grupos, sin ganadores ni votaciones. Fue una experiencia divertida. Era un escenario fallero con todos los colores del arco iris. Después de actuar, acabamos en una discoteca donde se celebraba un concurso de misses, con el que luego fuera magnate de RCA, el señor Cámara, que por entonces todavía aceptaba que le llamaras sin el «señor» por delante. Tengo un recuerdo borroso de todo aquello. Es la única vez que he estado en Benidorm.

Sales en una foto de una actuación con el sintetizador Korg y unas gafas con luces como las de Chimo Bayo unos años después.

Eran unas gafas que se anunciaban en páginas llenas de productos pop, como gafas de rayos X para ver a la vecina en bolas, los Space Monkeys, etc. y esto debía de ser lo único útil de todo el catálogo. Me las prestaron para cambiar los presets del ordenador cuando apagaban las luces entre canción y canción y el efecto era alucinante. En realidad eran unas gafas para leer por la noche sin molestar a la parienta, así que no llevaban cristales. Aparte del efecto visual que pudiera tener alguien con unas gafas de las que salían chorritos de luz en un escenario apagado, eran utilísimas y valían más de lo que costaban. Lo que pasa es que se las tuve que devolver a su dueño ese mismo día y nunca las volví a ver. Tendría que haberme comprado unas, porque eran la bomba.

Cuando tocabais con Nacha Pop, ¿cómo reaccionaba la gente al tener enfrente dos grupos tan diferentes?

Hicimos muchos bolos juntos, pero no sé qué pensaría el público. Tocamos Nacha Pop, Dinarama y nosotros en fiestas de Calatayud y fue tremendo. Cuando salió Alaska, no sé si con algún pregrabado o con caja de ritmos, el público se sublevó al creer que era playback y hubo que llamar a la Guardia Civil. Salieron de la plaza de toros con protección y casi los linchan. Otras veces, después del concierto empezaba la verbena y en Castuera, un pueblo de Badajoz, los que nos llevaban el sonido tuvieron que esperar seis horas hasta que acabó la orquesta para desmontar. Y no podían hacer nada, porque la gente se cabreaba… No para tirarte al pilón, pero había una tensión brutal.

Una vez, a Nacha Pop, por un error de la oficina de contratación, les tocó actuar un mismo día en San Sebastián y en Zaragoza. Tuvieron que ir a probar a San Sebastián, de allí a Zaragoza, a tocar a San Sebastián y de nuevo a Zaragoza. No sé cómo lo hicieron pero fue algo de locos. Fue precisamente viajando para ese concierto cuando se mató Eduardo Benavente. Nosotros en un año fuimos los segundos de nuestra oficina de management que más conciertos dimos después de Alaska. Todo ello sin apenas repertorio ni discos en el mercado.

Entre el 84 y el 85 todo lo que se llamó movida tocó techo.

Hay un momento determinante que es cuando Rafael Revert, al frente de la Cadena Ser, se decide a apoyar a estos grupos en Los 40 y demás. Hasta entonces estaban confinados a Radio 3, los programas de emisoras locales y así. También, a la hora de explicar la relevancia de la movida hay que tener en cuenta la importancia de la televisión. Había una gran cantidad de programas musicales, como Caja de Ritmos o Musical Exprés. El director de este último, Ángel Casas, era muy refractario a las nuevas corrientes musicales, pero dedicó mucho tiempo en su programa a estos grupos y dejó cantidad de material grabado. A Poch lo entrevistó e hicimos una actuación en directo.

Aunque solo hubiera dos cadenas de televisión, la oferta de programas musicales era abrumadora. Esto ha contribuido mucho a la perpetuación de esa escena a través de YouTube. Cuando Miguel Ríos quiso hacer Qué noche de la de aquel año tuvo que pedir imágenes de archivo de los grupos españoles de los sesenta y setenta a la televisión alemana porque en España se regrababan las cintas. Se perdieron cantidades ingentes de material de archivo. Esto cambió radicalmente en los ochenta. Se grabaron muchísimos clips y actuaciones, como los vídeos de La bola de cristal, y ahora esa generación de músicos es predominante en YouTube por todo el material que les grabaron en la tele.

El declive lo marca el momento en el que aparece la «cultura del éxito».

Nosotros estábamos en GASA (Grabaciones Accidentales), un proyecto de Paco Trinidad, Carlos Entrena y Lars Mertanen, ambos de Décima Víctima, y la gente de Esclarecidos, otros dos grupos a reivindicar. A Esclarecidos no se les suele tener en cuenta y también se salían de todos los esquemas. Eran inclasificables y no hay forma de encajarlos en un estilo. GASA fue una compañía muy especial. También sacó a El Último Sueño. Editaron todo el catálogo de Discos del Crepúsculo. Tenía el espíritu del sello Nuevos Medios, buscar cosas especiales. Por eso sacaron nuestro LP, para el que hicieron un esfuerzo económico brutal, aunque eran cifras que comparadas con lo que ha habido después en España eran ridículas. Aun así, les costó bastante recuperar lo que pusieron para nuestro disco, que no estuvo a la altura de las expectativas. De las mías no, desde luego. Siempre he abominado de nuestro álbum. No es que quiera excusarme, pero cambiamos de estudio, no tuvimos al ingeniero de sonido que queríamos y para que saliera más barato reservamos horas nocturnas. Llegábamos a las nueve y estaban grabando Jeannette, Massiel, Lauren Postigo… y cuando nosotros entrábamos ellos salían.

El auge de GASA empezó cuando DRO (Discos Radioactivos Organizados), que era otra compañía independiente con más repercusión, recibió las maquetas de Duncan Dhu y La Dama se Esconde. No les hicieron gracia los grupos y se los pasaron a GASA, que apostó fuerte por ellos y tuvieron un éxito sin precedentes. Para un sello que se centraba en lo selecto, este crecimiento repentino era un problema, porque se vieron obligados a ampliar personal teniendo solo un grupo estrella. Los sueldos se comían los beneficios, luego vinieron los problemas y tuvieron que fusionarse las tres compañías: Twins, GASA y DRO. Las tres habían surgido con espíritu independiente y con el tiempo se vieron en otra historia por el éxito que tuvieron. Ese era otro terreno y al final fue Warner la que absorbió a las tres. Estuve trabajando en DRO en el 95, y me encargué de un recopilatorio de Los Nikis, otro de Los Enemigos y llevé la promo de Arco iris de lágrimas, de Corcobado, y todavía se conservaba parte del ánimo inicial, pero aquello era ya una estructura de multinacional. Cuando me dieron la patada, a los cinco meses, me alegré muchísimo.

Alejo Alberdi para JD 4

¿Subterfuge se lo montó mejor en los noventa?

También les pasó algo parecido. De repente pegaron el petardazo con Dover y ocurre lo de siempre, tienes que contratar a más gente, pero solo tienes un grupo que funciona a tope, así que tuvieron que pedir un balón de oxígeno a Prisa, cuando quiso meterse en el negocio de la música a golpe de talonario. Cuando la industria se empezaba a hundir, los de Prisa empezaron a comprar el Festimad, la distribuidora de Subterfuge, Manzana… y luego llegó la debacle. Fue uno de los movimientos empresariales más absurdos que he visto en mi vida.

Entonces, los sellos independientes de los ochenta mueren de éxito.

Menos Nuevos Medios, que tenían una política de mantenerse independientes. Si un grupo suyo crecía, se lo pasaban a una multinacional y sacaban beneficios por el aumento de ventas de los discos que habían grabado con ellos. Rentabilizaban el fondo del catálogo sin contratar a más gente y sin poner en peligro la estructura de la compañía. GASA podía haber hecho eso, pero optó por crecer y de ahí le vinieron los problemas. DRO empezó como una compañía en la que el jefe cobraba como el que etiquetaba los discos, pero luego se transformó, había que meter pelas y Servando Carballar salió de allí con un buen puñado de millones, mientras que los curritos que no habían invertido siguieron de curritos.

Por la etiqueta de grupo surrealista que teníais, a vosotros siempre os preguntaban por las drogas en las entrevistas y sin embargo a Nacha Pop, como dice Carlos Rego en el libro, nadie les preguntaba por la heroína.

Pero en aquella época no sabía que Antonio consumía heroína. Por ejemplo, de Sabino Méndez, de Loquillo y Trogloditas, sí. Una vez estuvo en mi casa y, muy educadamente, me dijo: «¿Puedo ir al baño a hacerme un chute?». Aunque Sabino era un yonqui atipiquísimo. Tuvo una actitud muy lúcida sobre su adicción, sin ninguno de los topicazos ni las exenciones de responsabilidad que se suelen dar en estos casos. Eso de echar la culpa a la droga, etc. Pero de Antonio no se empezó a saber nada hasta que era algo evidente por su deterioro físico, ya en los noventa.

¿Cómo percibiste tú la epidemia de heroinómanos en los ochenta?

Todavía está pendiente una evaluación crítica de lo que pasó con la heroína en España y me parece increíble que se repitan una y otra vez las mismas idioteces. Aquí llegó un poco más tarde que a Alemania e Italia y sobre la misma época que entró en Irlanda e Inglaterra. Ni País Vasco, ni Galicia ni pollas, llegó a toda Europa. No hubo nada excepcional con la heroína en España, salvo que el Gobierno de entonces, aparte de crear el Plan Nacional sobre Drogas tarde y mal, en el 85 y 86, cuando ya estaba todo despendolado, no aplicó medidas de reducción de daños que sí se implantaron en Inglaterra en 1986. Como resultado de esta torpeza sufrimos una infección masiva por la conjunción de heroína inyectada y VIH que provocó una catástrofe sanitaria con decenas de miles de muertes e infecciones evitables. En 1995 teníamos cincuenta y una veces más casos de infección intravenosa por VIH que Inglaterra, un 5100% más. Margaret Thatcher había hecho caso a sus asesores y aplicó a tiempo medidas de reducción de daños, como programas de metadona, de intercambio de jeringuillas, reparto de condones, etc., y eso evitó los contagios allí. Esta es la verdadera tragedia de la heroína en España.

Es absurdo que se mantenga el mito de que la heroína fue la droga «de toda una generación» en España. Se diría que íbamos todos con chutas clavadas en la cabeza, como en la foto aquella de Ceesepe. De una generación que sería de ocho millones de personas o más, ciento cincuenta mil adictos no suponen un enganche masivo. Es cierto que fue muy visible, pero se afrontó desde el principio con una alarma que precedió a la incidencia real del consumo. Hubo un pánico a finales de los setenta que sirvió para publicitar la heroína mucho antes de que circulase significativamente por las calles.

Y los que vivimos en aquella época siempre tuvimos la opción. Muchos, la mayoría, nos abstuvimos. Otros probaron y no pasaron de ahí. Los menos siguieron con un uso más asiduo que en algunos casos pasaría a ser diario. El uso de heroína, como ha recordado Juan Carlos Usó en Nos matan con heroína, es siempre voluntario. Lo que no puede ser es que la gente tome decisiones y luego le eche la culpa a una sustancia inerte. Hay una cadena de decisiones previa. Lo del enganche instantáneo es un mito. Mucha gente prueba la heroína y no le gusta. En el libro de Rafa Cervera se menciona que Alaska y Nacho Canut la probaron, probablemente esnifada, que era como se solía empezar, nadie solía probar a ver qué tal haciéndose un buco, y como no les hizo gracia, pasaron del tema. En mi caso, había leído ya con diecisiete años Yonqui de Burroughs y me dije: «Joder, esto no mola nada». Luego, por lo visto, había otros que usaban ese libro como manual de uso y disfrute. A la gente, a estas edades, le atrae la transgresión. El rollo luciferino, que diría Escohotado. Pero cuando yo leí Yonqui me dije que, si tuviera dos vidas, igual dedicaba una a la heroína, pero lo que contaba este señor no era nada apetecible, sino más bien disuasorio.

No hay más que topicazos sobre este asunto. Javier Cercas, Antonio Muñoz Molina, Elvira Lindo… todo el mundo está empeñado en propagar una visión mítica de lo que fue la crisis de la heroína en España. La imagen del que se mete un chute e inicia un camino al infierno es un cliché. Hay que leer El siglo de la heroína, de Tom Carnwath e Ian Smith, uno de los mejores libros que hay sobre la cuestión, o Heroína, de Eduardo Hidalgo, un tochazo fundamental.

En realidad, hay mayor oferta de drogas ahora. Nosotros teníamos la mescalina, que era MDA con cafeína, los tripis y luego llegó la coca. Antes, anfetas de farmacia y ya. Pero da igual, seguirá dominando la versión de los idiotas de siempre con sus historietas y su relato mítico.

Una frase vuestra en Rock Espezial: «Tocar limpios es una guarrada».

Algunas drogas pueden hacer que toques mejor. Nosotros rara vez dejábamos de tomar algo. Hicimos varios conciertos de mescalina, pero con dosis medias o tercios. Cantidades homeopáticas. O cuartos de tripi, que es una dosis con efectos estimulantes que no entorpecen la interacción social, nada de ver dragones ni leches, y ese ha sido siempre el uso mayoritario de los tripis en España, para aguantar más bebiendo y no quedarte sobado en una esquina. La gente que se pega un viaje de LSD en toda regla es muy poca. Y la coca, una de las pocas veces que la he tomado para tocar fue en Rock-Ola y estuve a disgusto durante todo el concierto, y lo mismo el resto del grupo. En el camerino hablamos luego de lo mal que habíamos tocado, pero al día siguiente en El País aparecieron unas loas de José Manuel Costa comparándonos con los grupos de rock alemán, que habíamos estado muy cerebrales, muy concentrados… [risas]. Nuestro mánager nos echó la bronca porque pensaba que íbamos puestos de heroína.

Alejo Alberdi para JD 5

La cocaína sí que cambió el negocio musical al menos.

Se empezó a ver en hacia el 83. Hubo una etapa de desfase absoluto. En La Vía Láctea por ejemplo la gente se hacía las rayas en las mesas, nada de irse al WC. Y bueno, la coca lleva a tomar decisiones de cocaína. Santi Cano, nuestro mánager, le cogió una gran afición al tema y al final terminó perdiendo la oficina de management y se la quedó su socio, Pito Cubillas, que era un mánager excepcional. Pito entró en el negocio como fan de Alaska y es que no fichaba a los grupos porque pudieran funcionar, que también, sino porque sentía devoción por ellos. Pasó de tener en nómina a Héroes del Silencio, Alaska, Gabinete Caligari, Loquillo, Nacha Pop y no sé cuántos más a perderlo todo. Intentó desengancharse en casa de Escohotado, que le obligaba a cortar leña desde primera hora de la mañana, y se recuperó. Luego llevó a Bebe, volvió a ser el de siempre, Bebe le largó y vuelta a empezar. Aparte, llegó a tener la discoteca Morocco de Madrid y una sucursal en Buenos Aires. En fin, una historia que daría para una película, con esa ascensión y esa caída brutales.

En lo que a nosotros respecta, el que iba a ser nuestro segundo disco y que finalmente salió como debut en solitario de Poch fue una decisión de cocaína. Montaron un contubernio nuestro mánager y un, llamémosle, productor, Peter McNamee, un tío que en Londres limpiaría los váteres de algún estudio y vino aquí con ínfulas de productor. Con nosotros querían hacer lo mismo que se hacía en España en los años sesenta. Como es sabido, Los Bravos no grabaron «Black is black», sino que lo hicieron músicos profesionales, añadieron la voz de Mike Kennedy y lanzaron la canción mundialmente. Esto era algo generalizado y en el 85 volvió, por ejemplo, con Hombres G, Duncan Dhu y muchos más grupos. El plan consistía en sacar un disco de Derribos Arias que sonase de puta madre, pero sin nosotros tocando. La idea era venderlo después por un pastón a un sello gordo y el beneficio se repartiría entre tres: Poch, McNamee y Santi Cano. Todo lo que dice este último al respecto en el libro de Carlos Rego es basura.

Un día, Juan y yo fuimos al estudio por sorpresa y nos los encontramos grabando, con las secretarias de la oficina de management haciendo coros. Nos intentaron convencer durante horas de que nos íbamos a forrar, pero nos mantuvimos firmes. Al final, Poch tuvo la decencia de aceptar que saliera como un disco suyo en solitario, a pesar de que no habría tenido ningún problema para publicarlo bajo el nombre de Derribos Arias, que ni siquiera estaba registrado. Pero cuando empezaron a ofrecerlo a las multis no lo quiso ni dios. Tras meses intentando colocarlo, lo sacó Epic, una subsidiaria de CBS, de puro milagro.

A finales de los ochenta y en los noventa muchos grupos españoles empezaron a cantar en inglés. Se dice que como reacción para diferenciarse de vuestra generación.

Los ciclos son inevitables. Una historia agota su ciclo y entonces viene otro. En Madrid llegó el sonido Malasaña, con Sex Museum y todos estos, que se pusieron a cantar en inglés. Era una reacción clarísima contra lo que se dio en llamar movida y lo que predominó desde el 86, tipo Hombres G, Duncan Dhu, Dinamita pa’ los Pollos, Un Pingüino en mi Ascensor, que ya había una especie de abismo entre estos y Radio Futura, Loquillo o Gabinete. Yo estuve pinchando en La Vía Láctea, en La Vaca Austera, en el Templo del Gato y yo qué sé, vi conciertos fantásticos en el Agapo, unas cosas me gustaban más y otras menos, pero en general me parecía un poco estrecho el espectro sonoro. Diría que los primeros en retomar el inglés y en volver a las raíces rockeras, o rockistas, fueron los Fallen Idols, de Valladolid. También eran los mejores con mucha diferencia, pero no duraron.

Estos grupos sonarían muy bien, pero dejaron de comunicarse con su público.

A mí los grupos que más me gustan de los noventa seguían siendo los que cantaban en castellano. Patrullero Mancuso, Aventuras de Kirlian, Le Mans, La Buena Vida… Creo que el inglés puede estar bien si piensas dar el salto fuera, pero lo que hubo aquí fue un inglés guachi-guachi que no entendían ni los propios grupos que lo utilizaban. Cuando trabajé en Triquinoise/Roto Records, acompañé a Amphetamine Discharge, que cantaban en inglés, a grabar su segundo disco a Nueva York y nos encontramos con que ninguno hablaba inglés, solo lo chapurreaba un poco Aurora, la cantante.

Uno de los motivos por los que se recuerdan tanto las canciones de los ochenta es porque se pueden cantar, te puedes remitir a algo. Al final la gente quiere tararear palabras y frases, no guachi-guachi. Igual los grupos de los ochenta han eclipsado otros movimientos, pero los que cantaban en inglés en realidad se estaban automarginando. Ya no te digo nada si es en una lengua inventada, como Penélope Trip, que era pura fonética, no tenían textos, solo melodías vocales. Y no lo hacían nada mal. También los progresivos Magma de los setenta se inventaron un idioma, el kobaïa.

¿Cómo fue la decadencia de Poch por su enfermedad y el final del grupo?

Después de que el mánager hiciera de cuña para romper el grupo, la cuestión personal se fue deteriorando progresivamente. Un día, estábamos nominados para los Premios Ícaro que daba Diario 16, y me preguntó Yeyé, la novia de Iñaki Glutamato, que por qué me habían echado del grupo. Era la primera noticia para mí e inmediatamente me encaré con Poch, con quien había acudido a la fiesta, y me dijo que así era [risas]. Entre las muchas virtudes de Poch no se encontraba la valentía. Cuando tuvimos que echar a Paul, nuestro batería, pasó totalmente de decírselo, tuvimos que encargarnos Juan y yo. Me dolió muchísimo cuando me tocó a mí el hacha del verdugo, especialmente al enterarme por un tercero. Pero también asumo mi responsabilidad en la deriva que tomó el grupo.

A Poch la enfermedad a partir del 84, si no se manifestaba en toda su crudeza, sí le había obligado a ir dejando de tocar la guitarra progresivamente y esto era esencial en el grupo, porque yo era guitarra rítmica. Hubo un intento de volver, me readmitió Poch y contábamos con Ñete a la batería, que ya no estaba con Nacha Pop. Entonces sonábamos como una Panzer Division, pero pasó lo que tenía que pasar, que ya no era nuestro momento. En la oficina no querían saber nada de nosotros. Tenían peces mayores para freír, que dirían los yanquis. Gabinete estaba en pleno apogeo. Nosotros fuimos a Ibiza a tocar con La Frontera, pero, ya sin posibilidad de grabar, aquello hizo puf.

Luego, cuando Poch se encontraba mal, fui muy cobarde y, a diferencia de otros amigos, llegó un momento en que dejé de verle. No sé cuándo sería la última vez que lo vi. Probablemente a mediados de los noventa, en un bar de la Parte Vieja de San Sebastián donde solían llevarlo y luego le iban a recoger. Cuando estaba recluido nunca reuní el valor suficiente para visitarle. Dicho esto, creo que Poch, pese a su carga o maldición genética, le sacó mucho jugo a la vida, dejó huella y un gran recuerdo entre todos los que le conocimos. A él le debo todo lo que ha sido mi vida. Todo, porque gracias a él me metí en esta vorágine y gracias a eso he conocido a gente extraordinaria y con muchísimo talento. No puedo decir nada malo de él.

¿Qué te parecen los análisis y revisiones que se están haciendo ahora de la cultura popular de los años ochenta o la movida?

Hay cierta tendencia a la frase lapidaria y a dejar a un lado los matices. Las visiones conspiranoicas ya salían en canciones de entonces, como «El neón de color rosa», de Miguel Ríos, o «NuBabe», de Ramoncín, que advertían de la despolitización a la que supuestamente llevaban los nuevos grupos. Y qué quieres que te diga, la película El desencanto es de 1976, y su título se incorporó al idioma para describir algo muy concreto. Tras un periodo de politización abrumador empieza a fraguarse la desafección. Ahora todo el mundo se ha olvidado de los pasotas, del «paso de todo tío, déjame con mi rollo», que fue un fenómeno sociológico de gran importancia. Parece que los grupos de los ochenta llegamos para desmovilizar a las masas controlados por el PSOE. No hay nada más idiota ni más lerdo que tirar esas caricaturas.

Se olvidan de que antes de Almodóvar y McNanamara y Alaska también existía una escena en los setenta, en el Ateneo de la Prospe, por ejemplo, una especie de magma con gente que prefería a Bowie o a Roxy Music en vez de a los grupos de melenudos. También me hace gracia que se reivindique como mantenedores del compromiso político a los grupos de rock radical vasco, cuando estaban alineados con los del coche bomba o Hipercor. Me pueden caer muy bien individualmente algunos de ellos, pero vamos, entre la frivolidad de Pegamoides con «me paso el día bailando» al «Explota cerdo» de Soziedad Alkóholika, me quedo con Pegamoides.

Aparte de que, musicalmente, el rock radical vasco me parece insignificante. Me pueden gustar cosas sueltas, pero escucho La Polla Récords y me descojono. Sus discos suenan tan mal y sus letras son tan gilipollas como las peores de la movida. Además, aquello tuvo éxito cuando HB descubrió el capital político del rock e inició la campaña de «Martxa eta borroka». ¿Y éramos tan viciosos los de la movida? No menos que algunos grupos del rock radical vasco, con todos sus miembros muertos prematuramente o formados a partir de conocerse en centros de desintoxicación. Los frívolos de Madrid éramos unos viciosos y ellos, víctimas de un complot policial para que consumieran heroína. Venga, no me jodas.

Lo que prevalece ahora es una evaluación caricaturesca de la época. Se pasa de una exaltación idiota de los ochenta a una vituperación igual de idiota. Echo en falta visiones que abarquen todo, que sepan distinguir etapas, salvar lo salvable y lamentar lo lamentable. Si de algo no estoy a favor es de las duchas escocesas, de que todo era maravilloso o todo era una mierda.

Alejo Alberdi para JD 6

¿Podrías sintetizar todo lo que has publicado en tu columna de opinión en la revista Cáñamo todos estos años?

En «Placeres Disculpables», una sección que llevaba a medias con el magnífico ilustrador Ata Lassalle, me he ocupado de muchos temas, desde leyendas urbanas hasta pánicos morales, pasando por la crítica que merece el tinglado prohibicionista. Nunca hubo un problema real con las llamadas «drogas». A principios del siglo XX, unos empresarios morales decidieron que el uso recreativo de drogas era alarmante. Uno era el obispo de Manila, escandalizado por que hubiera estancos de opio en Filipinas, de herencia española. Otro era Hamilton Wright, un médico que acabó alcoholizado. En aquel entonces solo iban a por el opio, la coca y sus respectivos derivados. Ni siquiera estaba el cannabis, que se añadiría mucho después. El proceso iniciado por esta pareja desembocó en que en Estados Unidos, entre los años 1914 y 1961, se aplicó en solitario y con dureza draconiana esta cruzada antidroga, que daría paso a una segunda fase de internacionalización, cuando Kennedy da luz verde a Anslinger para que este monte la Convención Única de Estupefacientes. Es entonces cuando empieza de verdad la prohibición tal y como la conocemos.

En contra de lo que se cree, la vigencia de la prohibición es muy reciente. La primera convención mundial realmente seria fue la de 1961, luego Nixon, en el 71, le dio otro impulso y en 1988 se amplió aún más el catálogo de sustancias prohibidas. Lo único que lograron fue crear un monstruo que se limita a autoperpetuarse, como cualquier burocracia, y que no solo no ha conseguido ninguno de sus objetivos, que pasaban por limitar el uso de estas sustancias a la medicina y a la investigación científica y por erradicar los demás usos, sino que han provocado una explosión mundial del consumo de drogas e infinidad de problemas gravísimos que no existían antes de la creación de este tinglado.

El «problema» judío en Alemania no existió hasta la llegada de un partido que afirmaba que lo había y decidió aplicar la solución final en la conferencia de Wansee. En este asunto se aplica un criterio moral disfrazado de criterio médico-científico. Aquí tampoco había un problema, sino que se lo inventaron a partir de un pánico moral caracterizado por el racismo, el puritanismo y el fanatismo.

Y es que estas cruzadas siempre han estado dirigidas a las drogas que consumen las minorías, por lo general, raciales o sociales. Se dio con la ley seca de los años veinte, que iba dirigida en gran medida contra italianos, irlandeses y alemanes, el grueso de los inmigrantes europeos de aquella época en Estados Unidos. Ya que no puedes perseguirles directamente, les quitas sus drogas. Pero los alemanes y los italianos bebían cerveza o vino para comer y en familia, algo muy distinto a entrar en un saloon y beber whisky hasta el coma etílico. Son muchas las lecciones que se pueden extraer de la prohibición del alcohol. Lo que pasa es que aquello, después de mantenerlo más allá de lo razonable una panda de puritanos fanáticos rayanos en el delirio, se acabó porque hubo un clamor en contra, era una droga con muchos consumidores. Fue más fácil mundializar la cuestión con otras drogas, porque eran de uso más minoritario.

Ahora hay que luchar contra lo que ha generado esta locura, que son los especialistas, todos los que se benefician de la prohibición, aparte de los traficantes, que son los que Escohotado denomina como «drogabusólogos», por la expresión «drogas de abuso», que se usa entre algunos científicos y que no quiere decir nada, es una palabra comodín. Porque si estas son drogas «de abuso», ¿cuáles serían las de «no-abuso»? Parece que son las que te receta el médico. Entonces esto no depende de la farmacología de las diversas sustancias sino de quién las receta, algo que está más cerca de la religión que de la ciencia. Como el sexo para la Iglesia, que pasa de ser ilegítimo a ser legítimo cuando lo bendice uno de sus sacerdotes.

Un factor muy importante para entender esto es el de la guerra fría, porque las drogas se han venido usando para financiar todo tipo de operaciones desde el principio. Estados Unidos, cuando lo aplicó en Vietnam, lo tomó de los franceses. Hay una asociación estrechísima entre geopolítica, drogas, armas y guerra fría, que se obvia sistemáticamente. En realidad, el sistema internacional de control de estupefacientes es una herramienta más del imperio estadounidense, muy útil para mantener su hegemonía, y que se ha usado en incontables ocasiones: Afganistán, Vietnam, Colombia… Pero los medios de comunicación se han apuntado a este bombardeo sin pensárselo mucho. Dejan de lado lo sustancial y se centran en el alarmismo y en el pánico moral.

¿Crees que la mejor prevención contra los problemas que puede causar el uso o abuso de drogas es la información?

No. La primera solución es que no haya un solo médico en el planeta Tierra que prefiera que circulen drogas adulteradas con productos más tóxicos que las propias drogas o que la pureza varíe en una relación de uno a veinte o más. Hay que presentar esa actitud como cómplice del envenenamiento, el fraude y las muertes colaterales, como los ciento y pico mil muertos en la guerra de México. Si desde la perspectiva de la salud pública pueden defender eso, solo se puede explicar por la locura de masas y el adoctrinamiento, porque ningún médico recetaría un fármaco con esos efectos secundarios.

Por otra parte, el placer físico no pertenece al ámbito de la medicina… El sexo sí pero el placer no, entonces, ¿a cuál pertenece?, ¿al de la filosofía? Dicen que primero te dan euforia y placer pero durante muy poco tiempo, luego te enganchas y sigues drogándote para evitar la abstinencia. Esto es falso. Yo llevo desde los diecisiete años, treinta y ocho, consumiendo todo tipo de drogas y siguen produciéndome placer, euforia y estimulación, lo que busco en cada una de ellas. Y, como yo, la mayoría de la gente, porque a pesar de todos los obstáculos, la inmensa mayoría de los consumidores hacen un uso sensato de las drogas.

Un grave impedimento para el cambio de rumbo está en los grupos de comunicación, que firman convenios de colaboración con la FAD o con el Plan Nacional sobre Drogas para seguir manteniendo este pánico artificial a los estupefacientes y su único compromiso debería ser con su audiencia, a quienes están obligados a informar sobre los muchos aspectos de la cuestión, no solo los policiales o las alarmas artificiales abordadas desde un prisma siempre amarillista.

Nada más crearse la DEA, la oficina antidroga estadounidense, Milton Friedman ya publicó un artículo en Newsweek advirtiendo de los efectos que iba a producir el recrudecimiento de la prohibición impulsado por Nixon. El tiempo le dio la razón, e incluso se quedó corto. Encima, la Junta Internacional de Estupefacientes está formada por trece individuos que toman decisiones que afectan a millones de personas; es una de las oficinas más opacas de la ONU, no rinde cuentas a nadie, no publica sus actas, no se sabe cuánto gastan ni cuánto personal tienen. Van por libre y pretenden aplicar una camisa de fuerza a todos los países del mundo, cuando cada uno de ellos debería decidir soberanamente. Porque, por ejemplo, Arabia Saudí persigue la venta de alcohol, pero los saudíes no exigen a Francia ni a España que eliminen todos sus viñedos.

¿Habría que reunir a todos los países y esperar que Sudán o Rusia den su brazo a torcer? Si Putin decide seguir exterminando a los adictos con unas políticas antidroga que son asesinas, tendrán que protestar los propios rusos. Si mañana cualquier país decide colocar máquinas expendedoras de cocaína en los bares, será cosa de ese país. Hasta ahora solo han conseguido hinchar exponencialmente las cifras de presos por drogas y nada más.

Alejo Alberdi para JD 7

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39 Comentarios

  1. Pingback: Alejo Alberdi: «Estoy harto de la expresión “movida madrileña”; la explosión fue en todas partes»

  2. Jope, se ha terminado la entrevista :(

    En fin, gracias por esos planteamientos tan necesarios. Ojalá la lógica se imponga, que ya va tocando!

  3. La Polla Récords suenan mal, sus letras son gilipollas? Jo y lo dice un tipo de Derribos Arias

  4. Bertorín

    Cómo se agradecen entrevistas iconoclastas como esta. Por fin alguien que carga contra todos para acercarse a la realidad de los 80, sin héroes ni villanos.

  5. Ha puesto a parir como nada al rock radical vasco.

    Impagable sus afirmaciones sobre cierta izquierda que les boicoteaba en Donosti, aludiendo al imperialismo, vamos paletos herederos del casticismo decimonónico pero que utilizaban la dialéctica histórica para maquillar su reacción.

    Y lo de la heroína en Euskadi, me alegra oír a un donostiarra criticando la teoría de la conspiración, como bien dice si los del RH negativo se metían m….. es porque eran tan cenutrios como los que había Ebro abajo, ni más ni menos.

    Y desde luego el relato mítico de los heroinomanos no hay por donde pillarlo.

    Entrevista impagable.

  6. Gondisalvo

    Recuerdo un verano en un local en Vigo (puede que en 1984 o quizás 1985). No recuerdo su nombre (el del local). Yo pinchaba y ponía copas. Durante unos dias, Poch venia al local, por la noche. Creo que estaba alojado en casa de Julián, el de Siniestro, pero tampoco estoy seguro, ni importa mucho. Lo recuerdo solitario en la barra, con un tic y supongo, que con la enfermedad bastante avanzada. Derribos Arias me parece de lo mejor que ha habido nunca en España (opinión personal) A veces en una de mis listas de Spotify (la llamé españois) los pongo y las canciones… Misiles hacia Cuba (la escucho de fondo mientras escribo esto ) y Aprenda Alemán en 7 días, ademas de A Fluor y Branquias bajo el Agua me siguen pareciendo de lo mejor y sobre todo, a temporales, como clasicas. Muy buena entrevista. Muy buen recuerdo de Derribos. Salud.

  7. Javier González

    En general la entrevista es entretenida, pero cae en contradicciones flagrantes e incluye, incluso, alguna que otra animalada.
    Por un lado tacha de tonterías conspiranoicas las explicaciones políticas de la introducción de la heroina en España, para luego, al final hacer él mismo uso de esas mismas teorías para explicar las políticas prohibicionistas a nivel internacional. Yo no entro a valorar si es cierto o no. Lo evidente es que resulta absolutamente contradictorio. Una realidad no puede ser una cosa y la contraria al mismo tiempo. Según el entrevistado, lo que es real a nivel internacional (el vínculo entre geopolítica y drogas), en España es una chorrada. No se, contradictorio me parece poco.
    Por otro lado afirmar que la gente del mal llamado Rock Radical Vasco estaban todos a favor de los coches bomba de ETA, además de falso, resulta absolutamente maledicente, ya que es imposible que no conozca la realidad. Estaba Eskorbuto a favor de ETA? Seguro? No eran críticos con ese rollo los Hertzainak a pesar de ser euskaldunes? Los Cicatriz? Los Deskontrol? La Polla Records? Por favor, hombre. Parece que los origenes de niño pijillo de San Sebastian (quién podía irse a finales de los 70 a estudiar inglés a Inglaterra?) condiciona su visión de un movimiento mucho más heterogéneo y complejo de lo que él describe.
    Por último, coincido cuando habla de la pobre música de la Polla Records y en especial de esas baterías chungas del Salve y el Revolución. Sin embargo eso cambia, y mucho, a partir del No somos nada. Obvimente generalizar es un error absoluto, ya que, acaso podríamos decir lo mismo de los discos de Delirium Tremens, de los Potato, o de las distintas bandas de Fermín Muguruza (Kortatu, Negu Gorriak…)? Yo creo que la respuesta es un no rotundo. Y lo que es más grave, son las letras de La Polla Records tonterías? Ni de coña. De hecho, pocas letras han envejecido tan bien como las de este grupo, ya que, casi treinta años despues, conservan toda su fuerza y su vigencia.
    Como digo, la entrevista es interesante como visión de parte, pero, al igual que el personaje y el periodo al que se refiere, está llena de contradicciones, de luces y de sombras. Aún así, es un placer poder leer artículos así hoy en día.
    P.D. El siglo de la heroina, y en esto acierta de lleno, es un libro imprescindible.

    • Eskorbuto no perteneció nunca al llamado rock radical vasco. Renegaron de el, y además lo criticaron muy duramente como un invento.
      Fueron ‘antitodo’ hasta el final.

  8. vondaniken

    muy entretenida e interesante pero lo de la Polla Records (sin ser en absoluto ningún fan suyo) lamentable del copón. Que suenan mal, que letras malas…. joder… no sé, un tipo que estuvo en Derribos Arias sobre «sonar» no creo que pueda alardear muy alegremente, pero bueno jaja. Para mí un pijo giputxi muy interesante de leer pero con poco poso para afirmar teorías que comenta, muy «sobrao»: Aun así felicidades otra vez porque es una entrevista interesante y amena del copón!

  9. Yo he entendido lo de las drogas de otra manera: creo que él habla de que es un mito que el Estado introdujera heroína en Euskadi para acabar con la rebeldía (que es lo que afirma, por ejemplo, Monedero), porque la realidad es que había gente pinchándose en toda Europa.

    Del rock vasco no tengo ni idea, siempre me ha dado dolor de cabeza.
    Y Derribos Arias nunca me gustaron.
    Pero me ha encantado el personaje.

    • vondaniken

      por supuesto que fue algo global. Pero si incluso en la sentencia sobre la gente que «manejaba» Intxaurrondo se deja entrever que había una introducción deliberada de mierda entre la juventud vasca… da que pensar, cuanto menos. Tampoco sería el primer lugar ni la primera causa… en San Francisco por ejemplo conocen perfectamente esto. Y no son elucubraciones gratuitas, está en documentos desclasificados al alcance de todos.

  10. Christian Osuna

    Espectacular, reveladora, lúcida y entretenidisima…
    Viva!!!

  11. Alejo pertenece a la clase bien donostiarra (llevar al niño a estudiar inglés de Gran Bretaña a finales de los setenta no estaba al alcance de ningún hijo del proletariado), por tanto está muy en sintonía con los de su especie (Zurdo, Alaska, La Buena Vida) y su máximo referente intelectual es ni más ni menos que Escohotado, otro niño bien que de joven iba de maoísta (postureo máximo) y ahora ha acabado abrazando ese invento llamado Ciudadanos para perpetuar la especie noble de la sociedad española, la que mira por encima del hombro a los izquierdistas costras y desarrapados. Que nos conocemos todos ya, hombre

  12. Jorge Sánchez

    Pues deshártate, aquí en Madrid se llamó así. Si quieres ponte de la «movida donostiarra» o valenciana. Algo hubo en nuestra ciudad para que perdure ese nombre. También la pasamos dabuten en Barcelona, Vigo o Bilbao.

  13. Lamentable la percepción que tiene del llamado Rock Radikal Vasco.Me parece que lo que realmente le molesta es que La Polla Records,Eskorbuto o Kortatu tuvieron más exito que Derribos Arias y son todavía hoy mucho más recordados incluso en Latinoamerica donde a ellos no les conoce nadie.Con el tema de llamar babosos a Nacha Pop y Los Secretos les pasaba lo mismo en su época.Y mira por donde,casi nadie te dirá una canción de Derribos Arias pero de los «babosos» te nombrarán unas cuantas.

    • Por esa regla de tres, te nombrarán más canciones todavía de Alejandro Sanz que de los «babosos». Si para ti la calidad depende de la popularidad… Pobre de ti.

      • La calidad no depende de la popularidad,pero en el caso de Nacha Pop,Los Secretos o La Polla Records va unida de ahí mi comentario.

  14. bender rodriguez

    Qué manía meter a Pink Floyd en nosequé llamado rock sinfónico. Qué es ese palabro? Qué porcentaje de los que dicen esto conocen más de 4 canciones de PF? La base de PF es el ritm and blues , por eso podemos tararear sus canciones, sus miembros no eran /son virtuosos de su instrumento y sus progresiones no eran intrincadas …en fín..
    Sigo leyendo la entrevista….

  15. Muchos de la gente del rock radical no eran mas que pijos disfrazados..mpvimiento complejo y heterogeneo? No eran mas que fascistas disfrazados: era un hombre y ahora es un poli, fraga muerte, el jimmy jazz que mando a t8mar por culo todo el cuartel (con los hijos de los guardias dentro, supongo)…no muy diferentes de estirpe imperial. Recuerdo las ironias de kike turmix sobre esa pandilla, y alguna entrevista de un grupo vasco diciendo que eran los grupos mas subvencionados. Por cierto, vi a derribos en ribadesella, caotico y divertido concierto

  16. me ha gustado la entrevista, me gustan mucho DDAA, pero La Polla Records son un pedazo de banda, Evaristo sigue llenando con su grupo Gatillazo y sigue siendo un tipo necesario y lúcido que se merecería una buena entrevista en Jot Down

  17. Alejo:
    Un par de aclaraciones. Javi no era un ningun hippie. Porque tenía el pelo largo ?.No me gusta tu forma de hablar de quien os dio vidilla a muchos como tu para poder hacer rock&roll en Donosti. Y tu definición del Huerto…. La verdad es que tu percepcion de aquella epoca…Tio eres un hablador o un idiota. Por otro lado no inventes. Cuando explotó esa bomba que mencionas era de madrugada y si fue un pasada y había 4 personas dentro que se habian quedado un rato y que no tenían
    que haber estado allí. Pero nada de lleno de gente. Estaba cerrado.Y es que tu si que chirrias en bastantes partes de la entrevista en tus percepciones y en algunas de tus opiniones.
    Ah! Soy la mujer de Javi.

    • Ah, qué tiempos más bonito Yo le conocí mucho a Javi, q solía ir a Marruecos.
      Soy Rafa, del polideportivo Anoeta, amigo de los gemelos.
      Best wishes
      Rafa

  18. La enfermedad de Poch es la enfermedad de Huntington que es como si unieramos Ela Alzheimer y Parkinson. Es heriditaria. Sin cura. Neurodegenerativa. Para saber mas http://www.e-huntington.es

  19. Al amigo Alejo Alberdi siempre le ha gustado pontificar y decir lo que es auténtico y lo que no. Por cierto, Cikatriz y Eskorbuto, a los que se refiere en la entrevista como muertos prematuros del rock radical vasco, siempre renegaron de esas etiquetas de martxa eta borroka y tal. El debut de Evaristo fue «ahora que?» (1983) y no había batería electrónica. Y Sociedad Alcohólica se formó un año después del atentado de Hipercor, señor cronológico. En el libro «Rock y violencia» sobre Eskorbuto, Alberdi dice que «Yo eso lo comprendo en los Eskorbuto pero nosotros no tenemos ningún motivo para pretender una subversión poítica,porque somos de buena familia. Para mí, por ejemplo, los Eskorbuto está bien porque tienen una coherencia en su forma de vivir pero hay otros que lo hacen por pose. Yo lo de Último Resorte no me lo creo mucho, no los conozco pero me creo más lo de Eskorbuto» (Página 94). Y eso que no los conocía pero… tuvo que abrir la boca para dejar claro que hablaba sin saber. Como en otros tantos temas.

  20. Diego Apunto

    Sobre la conexión GAL-Rockola. Hablando con Jorge González, cuando el dueño de la sala estaba preparando una autobiografía, me contó que efectivamente le pidieron ayuda desde Interior pero fue mucho antes, en la segunda mitad de los setenta. Según él, se negó.

  21. ulan bator

    Hombre, La polla tanto musicalmente como a nivel de letras siempre fueron lo que Mondo Brutto calificó con acierto como Rock Tuno, e incluso en eso no tienen ni la mitad de finezza que Siniestro…

  22. Siempre he tenido curiosidad por conocer todo lo que había alrededor, música, ambiente, entrevistas, personajes, batallitas, etc.. de la llamada «Movida Madrileña» (y otras, como Vigo, Valladolid, Barcelona,…) y esta entrevista de un personaje que la vivió, me ha gustado mucho, me ha parecido muy interesante todo lo que ha tratado, su grupo, la movida, Poch, la nueva escena de los 90, el tema drogas.

    En lo que discrepo es en lo de La Polla Records, puedo comprarle lo de el sonido de ciertos discos (quizás también es lo que había, no?) o que Evaristo, en su nombre y no en el de LPR, ojo, esto siempre lo ha aclarado, pudiera estar a favor de la lucha armada, pero en cuanto a las letras, es el mejor letrista tratando ciertos temas, digamos, reivindicativos: directo, irónico, mordaz, ácido, malahostia, lúcido, sarcástico,…quizás el señor Alberdi, se quedo con la de «Come mierda» y ya, y no ha escuchado tooooodo lo que hay después y ahí sigue (al igual que otro compañero de generación martxa ta borroka, el Sr. Villarreal «El Drogas), hace unas semanas saco su último disco con Gatillazo)

    * Por cierto, una gran canción de La Polla Records, sobre la heroína, de su discazo de sonido mejorable «Donde se habla» (1987), «El Escorpión»

    https://www.youtube.com/watch?v=J-FNMQDyADA

  23. Por supuesto que no hay que ser un virtuoso para hacer música, Paco de Lucia decía que prefería un tío que supiera tres notas y que le llegara, antes que un virtuoso sin alma. Pero de ahí a decir que el rock no es para virtuosos ya es otro cantar. Ya que se ha tocado el tema de Pink Floyd, viene muy a mano el ejemplo de Gilmour como exquisito virtuoso de la guitarra, que afortunadamente toca con mucho corazón también. Es que de Pink Floyd es muy difícil hablar mal y hablar en serio al mismo tiempo. Creo que en eso Alberdi tontea. Hablando de rock sinfónico y virtuosos surge inmediatamente el nombre Yes. Esos tíos sí que eran virtuosos. Joder que buenos eran.

  24. Aquí una colaboración para CannabisCafe del conspiranoico Alejo Alberdi antes de que Juan Carlos Usó le hiciera ver la luz y abrazara la verdadera fe y se hiciera más papista que el Papa. Ahora se dedica a insultar a quienes piensan que el poder ha instrumentalizado la heroína a su conveniencia. Se refiere al cura de Entrevías, Enrique de Castro, como alguien que sabe de lo que habla, «un señor que ha desaparecido prácticamente de los medios de comunicación. Leyendo la entrevista se entiende por qué prefieren sacar a pastilleros, ex yonquis arrepentidos y padres de drogadictos muertos». De Castro decía cosas como: «Ha habido brigadas de estupefacientes enteras dedicadas al tráfico. En Algeciras, en Madrid, Burgos, en Valencia, en Sevilla… Y ustedes aquí tuvieron el cuartel de Intxaurrondo. Nosotros teníamos los datos porque chavales de toda España nos los daban. Hemos hecho muchas denuncias que no han salido adelante por falta de pruebas más concluyentes o por el miedo de la judicatura a sacar tantos trapos sucios, pero entre la gente ha quedado la evidencia de que esa corrupción e intencionalidad política estuvo ahí».
    Ahora de Castro es posiblemente un tío que dice chorradas, ¿verdad, Alejo? Patético.
    .
    http://www.cannabiscafe.net/foros/showthread.php/25503-Enrique-Castro-El-cura-de-Entrev%C3%ADas-Legalizar-evitar%C3%ADa-enfermedades-y-muertos

  25. Jaxinto Bonneville

    Alejo, Poch, Huerto, Tanit, el Muro de la Zurri y tantos otros sitios donostiarras donde coincidimos todos con mayor o menor frecuencia. Entre jeringas en el suelo y compartiendo petas. Parece que el tiempo que pasaste en Londres y los inicios en Madrid te han creado telarañas no sé si en los ojos o en la neuronas. Todo es critica contra lo que no te gusta? por simple pasotismo, o por esa rebeldía típica del niño bien?

    Si coincido en que los 70 se vieron concentrados en pocos años, al finalizar la década, y que la gente huía. el que podía, de la heroína. Yo a golpe de azada en una huerta detrás de casa, hasta sangrar eso, ….. heroína por las venas que me metía.

    Una de dos, o te ponías a juagar a pala, o la chuta se acercaba atí,

    PD. No puedo decirte quien soy, me gustaría pero no me dejan hacerlo, lo siento. Pero soy Donostiarra.

  26. Ya, claro, los que dicen gilipolleces son otros, como Evaristo. Por el contrario, este caballero no hace más que dar muestras de genialidad en sus frases… Por ejemplo, en aquella entrevista de la 1ª Fiesta del Diario pop, en la que hablaba abiertamente de «este mundillo asqueroso de la música, repugnante bisnes dee… gente queeee…. que es homosexual… hay muchos homosexuales en este mundillo…»
    ¡Vamos, de cociente intelectual digno de Mensa! Es lo que pasa por soltarse de la lengua sin fijarse en que hay magnetófonos de por medio. (En cambio, Poch divertidísimo, como siempre).
    En fin, que me temo que este señor también tiene una bien gorda que chuparse…

    https://www.youtube.com/watch?v=jr0WHHCRSdM

  27. Pues a mí me ha gustado. En algunas cosas puedo no coincidir como la radicalizad de sus opiniones. Yo soy más de grises que de blanco o negro. Yo vi en Madrid en el campo del gas a Derribos Arias, Glutamato Yeye y a Sindicato Malone con un frío siberiano y me encantaron. Sigo pensando que Branquias bajo el agua es el baile de actualidad, aunque yo ya pinte canas.

  28. Iñaki el listín

    Lo mejor que hizo Derribos Arias: aprender alemán en 7 días para cantar Lili Marleen. Brillante

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