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Iñaki Arteta: «En Euskadi el pasado es imprevisible»

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Iñaki Arteta (Bilbao, 1959) es fotógrafo, guionista y director. Lleva quince años haciendo documentales sobre las víctimas de ETA. Nada más, y nada menos. No lo ha tenido fácil, no es un tema comercial, ni cómodo. Y menos mal que alguien lo hace. Acaba de estrenar su última película, Contra la impunidad.

¿De dónde surge este gusanillo de elegir el tema de ETA y las víctimas? ¿En qué momento decides coger esa senda?

No tengo ninguna duda de que surge de la rabia y de la impotencia. A mediados de los ochenta, más o menos. Rabia, de empezar a comentar con algún pequeño círculo de amigos el horror que vivimos, que sentíamos con lo que estaba pasando allí. Con un amigo pensamos que podíamos hacer algo en cine que tuviera que ver con esto, con expresar lo que sentíamos como ciudadanos, horrorizados por vivir en un sitio donde se mataba a gente y parecía que no pasaba nada. Y además ni nos atrevíamos a decirlo en público. Es una paradoja, porque pensábamos: joder, si no te atreves ni a discutirlo por ahí con otra gente, y vamos a hacer algo público, una película… Pues sí. Vamos a hacer algo que sea importante para nosotros, y que pueda tener trascendencia, que lo vea otra gente. Y estuvimos durante cuatro o cinco años intentando levantar un largo de ficción. Era una película que entonces era en clave política-ficción: ¿qué pasaría si ETA desapareciera, qué habría pasado si ETA hubiera desaparecido hace diez años? Una especie de thriller, con tintes políticos. Yo creo que pensaba todo el mundo que aquello no se iba a acabar nunca.

La única manera de abordarlo era la ficción.

Sí. Pero no pudimos hacerla. Yo todavía lo compaginaba con la fotografía, trabajaba en la Diputación de Vizcaya, en el gabinete de prensa. Habíamos hecho muchos contactos, pero no despegó. Entonces pensamos en hacer un documental, y el primero, en 2001, lo rodamos en tres meses, un mediometraje de treinta minutos, Sin libertad. Esa fue nuestra salida del armario, nuestro grito de rabia.

¿Qué acogida tuvo?

Ganamos un concurso en Nueva York de cine independiente, al mejor director de documental internacional. Estuve finalista en el Hollywood Festival, en Los Ángeles. En España tuve cuatro o cinco premios. En América otros dos. En Rochester, en Hamburgo, una docena de premios. Y entonces ya nos animamos a hacer un largo.

¿Y en el País Vasco?

Causó mucha sensación. Di entrevistas en la prensa y noté, digamos, no voy a entrar en detalles, que se me empezó a hacer un cierto vacío social.

¿Notaste que eras como un apestado?

Sí. En cuanto salí en el periódico hablando de la película. Yo había hecho cortos y alguna vez había salido en el periódico, y mis compañeros de trabajo se alegraban, te comentaban, pero cuando salió una entrevista en El Correo sobre la película de ETA empezaron a cambiar los gestos, las relaciones se enrarecieron. Recuerdo que una compañera me dijo: «¿Sabes dónde te has metido?». Le pregunté si había hecho algo malo, y no respondía.

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Eras fotógrafo y el teléfono dejó de sonar.

Exacto. En ese tiempo estuvimos ya pensando, no desanimados sino animados por el éxito de la película, en hacer un largo. Sin libertad eran intervenciones de víctimas y de gente perseguida, Savater, Azurmendi… queríamos hacer una película de casos de víctimas, pero desconocidas, las más desconocidas que pudiera haber con historias. Y eso es lo que hicimos.

Trece entre mil, en 2005.

Sí, estuvo nominada a los Goya.

Como artista, y como ciudadano, te has sentido solo. ¿Has tenido problemas de distribución, exhibición?

No vincularía una cosa a la otra. Creo que todos los que nos dedicamos a esto tenemos más o menos lo mismo. Hay gente que hace cosas buenas y no les salen nunca, o les salen diez años después. El documental en general es muy difícil. Nunca he pensado mal. No tengo ese carácter de hacerme la víctima, no le echo mucho cuento a las cosas. Para producir esta vez nos ha ayudado mucho, y de forma desinteresada, la Fundación Villacisneros.

Al margen de los problemas para hacer las películas, ¿te has sentido solo?

La soledad, si te refieres a la social, joder, es tremenda. De explorador en el Polo Norte.

¿Cómo es posible que con el gran tema que hay ahí, ETA, en el cine, en literatura, se haya hablado tan poco de ello? Como el elefante en la habitación.

Porque nadie quiere hablar de ello. No está escrito que hable nadie de ello, pero todo el mundo lo sabe. Hay unos códigos que son muy difíciles de explicar cuando sales de allí. Hemos visto muchas películas dramáticas de sociedades muy opresivas, de nazis, de los judíos y tal, acerca de que el ser humano es capaz de aislar a otros por la puñetera ideología, pero es que no acabas de creértelo. Yo creo que la gente puede entender mejor un asesinato de una señora aquí, en la Gran Vía de Madrid, que lo que les puedes contar de allí. Hemos vivido una situación muy extrema, en todos los sentidos.

También hay un instinto de supervivencia. Lo ves con los inmigrantes, que llegan de todas partes de España, y ahora extranjeros, miran alrededor y ya saben lo que tienen que hacer, lo que no, de qué hablar y de qué no hablar. En una semanita te enteras. Pero allí eso lo sabemos todos. Que yo me ponga a hablar de esto… Detectaba quién había leído mi entrevista en el periódico y quién no, por la mirada de la gente, por cómo se dirigía a mí.

Desde fuera del País Vasco se podía tener una visión simplificada: había un partido que apoyaba a ETA, pero el resto no. Ahora bien, aun estando contra ETA, había cosas que no se podían decir, y podías colaborar a ese silencio, a ese aislamiento, a ese mirar para otro lado de muchas maneras.

Claro, claro. Y ha durado tanto tiempo esto que todo se ha ido montando para que parezca un accidente. Si a uno le aíslan, le sacan de una actividad… No me gusta mucho la expresión, pero le matan civilmente. Deja de existir en su espacio profesional.

Por ejemplo, en la ETB, la televisión pública vasca, hubo una polémica porque no emitieron el documental 1980, sobre el año más sangriento de ETA.

Ha puesto alguno, sí, y nos ha comprado los derechos de la última película, no sé para qué, igual hacen un pack con siete películas de presos. Lo que pasó aquella vez es que dijeron que era «un poco sesgada» y por eso no la ponían. Salió un diputado del PNV diciendo que la película tampoco era nada del otro jueves, y los especialistas de la ETB ya saben lo que compran y lo que no. Fue gracioso.

¿Qué piensas cuando te acusan de que un documental está sesgado porque solo habla de una parte?

Es que es verdad. Claro que es sesgado.

Lo dicen como defecto, como algo que invalida la obra.

Sí, sí. Claro, porque allí lo que se lleva mucho es repartir la culpa —en ese asunto, en el resto, no—. Nada es blanco, nada es negro. No hay buenos, no hay vencedores ni vencidos. Solo en este asunto, insisto. En este asunto hay un relativismo alarmante. Merecen la santidad esos tipos de corazones tan grandes, que no ven malos porque a todos hay que tenderles la mano.

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En Trece entre mil ves a trece personas que han sufrido y lo cuentan. Humanamente, lo ves y… ¿dónde está el problema de eso?

No lo sé. Claro, lo he pensado mucho. Y además se lo he reprochado a varios nacionalistas: «Ah, ya entiendo cuál es el asunto: ¿tú detectas que yo no soy nacionalista porque me dedico a contar historias de víctimas? Pues el problema lo tienes tú, ¿no?». No me han contestado nunca a eso, se me escapan. Yo no he tenido amenazas físicas, a mí los malos no me han hecho la vida imposible, me la han hecho los otros, los que parecen buenos. Que conocían a mi familia, que mi familia ha sido nacionalista…

¿Eras la vergüenza de la familia?

Sí. Y alguno ha dicho, me he enterado no hace mucho: «Ah, ese traidor». Traidor. Quiero decir que la cuestión clave es esa. Ellos se dan cuenta de que yo no soy nacionalista, a pesar de mi familia y de lo que podrían imaginarse; se dan cuenta cuando me preocupo por el mundo de las víctimas.

Que es un silogismo absurdo.

Pues no debe de serlo tanto. Algo tendrán en la conciencia. Es eso. ¿Qué he hecho de malo? ¿He hecho una soflama antinacionalista en la película…? Como ligo una cosa con otra, puedo decir cosas que no les gustan a los nacionalistas.

¿Por qué crees que las víctimas a veces están… tan mal vistas? ¿Por qué son incómodas?

Puede parecer exagerado, pero creo que si hubieran podido nos habrían eliminado a todos. Los que sobreviven, molestan.

Hablo más de la sociedad en general. ¿Por qué esa falta de empatía hacia gente que ha sufrido tanto? Más allá de la ideología de las propias víctimas, porque ni siquiera se sabe cuál es. Hay de todo.

No es fácil de responder, claro. Algo tiene que ver con lo que te digo: la molestia de ver a los supervivientes. Los supervivientes al final son un espejo donde nos miramos todos. Pero mira los atentados de extrema derecha, por ejemplo. La gente hablaba de ello, le parecía horrible, se manifestaba, y con las víctimas de la extrema derecha no hay ningún problema para ponerles nombres de calles. Se les ha reconocido popularmente. El componente nacionalista en ese asunto implica a todo el mundo. No son electoralmente una mayoría nacionalista, pero todo está impregnado de nacionalismo. Eso, que parece que no, está vinculado al impulso que han tenido los terroristas para hacer lo que han hecho.

Yo, después de toda esta experiencia, no puedo considerar bueno a nadie que no haya sido sensible con esto. No puedo. Y ya puede ser amable, y gente de mi familia a la que quiero mucho, pero no le puedo considerar una buena persona. Porque lo ligo con la coexistencia que hemos tenido todos con este asunto. Si dicen: «Yo no he tenido nada que ver…», es imposible. Desde la decisión de mandar a un niño a un colegio o a otro ya estás pensando si conviene, si no conviene. Las decisiones más íntimas.

Tomarse una caña también era una decisión política.

Tomarte una caña en un sitio o en otro, ir a unas fiestas, no ir. Ir a las fiestas de Bilbao y ver allí los carteles. Cualquier cosa de esas, si las comentas con otro amigo, por ejemplo, es una incomodidad. Me quedé sin amigos también. Sin algunos buenos amigos, con los que tenía muchísima relación. Se desvaneció el asunto. Y estoy seguro de que fue por esta actitud.

En esta última película, Contra la impunidad, tocas un aspecto muy descuidado, y es que las víctimas, aparte de lo que han pasado, se quejan también del tratamiento recibido por el Estado español. Más de trescientos atentados estén sin resolver. ¿Cómo ha ocurrido esto?

Hay dos cosas en lo que has preguntado. Una, que el Estado también haya fallado creo que también es la clave de todo esto. La debilidad de los diferentes Gobiernos hasta ahora, quitando alguna época, como la de Aznar, que fue más contundente a la hora de estrecharles el cerco legal.

El documental cuenta casos en los que el sumario se abría y se cerraba en cuestión de días, o que no había investigación porque no había testigos, o hacían cuatro fotos, autopsia y se acabó, o pasaban cinco años y no había novedades, o se cometían negligencias. Cosas de burocracia.

Estaba todo impregnado de la reivindicación nacionalista. Algo sobrevolaba a la sociedad de manera que transmitía que lo nacionalista tenía algún sentido. Y si mataban pues pensabas que Franco y tal, que han sufrido, y se llegó a creer el muestrario victimista de los nacionalistas. La policía, los jueces, el Estado también se excedieron en algunas ocasiones, como respuesta al terrorismo. También está el miedo que podían tener, pero aparte de eso yo creo que también había esa idea de: «Bueno, ya se arreglará, esto no puede durar toda la vida, algo habrá que darles a los nacionalistas para que esto se pueda solucionar, si hay gente que es muy buena, a ver cuándo dejan de matar, vamos a facilitarles las cosas…». ¿Cuántas facilidades se les ha dado para que acaben?

Y estos casos sin resolver: los papeleos, los plazos, los trámites, las negligencias… ¿cómo han sido posibles?

Dejadez, malas investigaciones, muchas cosas. En la época había demasiados atentados para los equipos que había en la policía, no daban abasto. Eso dicen ellos.

Explican que no les daba tiempo ni a terminar los atestados porque había atentados cada tres días.

El Estado era débil en el sentido de que no se supo atacar el terrorismo de una manera radical, contundente, con la ley. Se daban concesiones a los nacionalistas en virtud de pensar que si se les daban cosas, se iría acabando.

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Hay un efecto en tus películas que es muy interesante: cuando metes imágenes de archivo y te traslada inmediatamente a la época. Esas imágenes tienen el efecto de que, de repente, ves cosas que te parecen increíbles vistas hoy, pero que sin embargo en el momento casi ni las veías porque te parecían normales. En ese salto está toda la distorsión. Asambleas municipales, gestos, declaraciones, personajes que dicen cosas inconcebibles…

Sí. Hemos vivido cosas que hasta a mí, que estoy empeñado y rebosante de documentación, no dejan de sorprenderme. Y es eso: ¿cómo hemos podido vivir así? En la película sale un tío, un etarra, que venía de la cárcel, dando un discurso en el Parlamento Vasco, en el 89 me parece, y todos escuchando como si nada. A algunos de los que están ahí en el Parlamento les matan años después. Ha sido un estilo de acometer algo que ha estado cuajado de errores, todo han sido errores.

Luego hay muchas historias escondidas. Primero se produce una acumulación de atentados, pero luego ya pasa un tiempo y se homogeneiza todo. Se va despersonalizando. En tus películas uno recupera las historias y los matices de lo que fue ETA. Una de esas historias de tu última película es la de los dos niños de cinco y siete años que se quedaron huérfanos porque mataron a sus padres, a los dos, acusados de ser toxicómanos. Manuel Paredes y Elena Montero, treinta y tres y treinta años. En 1990. Salían de un bar en la parte vieja de San Sebastián. Cada historia podría ser una película.

Sí, sí. Una película con muchos ingredientes, novelescos casi. Y no es que mataran a sus padres, es que tienes que ver cómo la justicia no te asiste, cómo acusan falsamente a tus padres, cómo los vecinos igual son los que han dicho: «Maten a esos, que vienen a las nueve y media a casa, o van al bar no sé qué». Convivir con todo eso.

Cuando te enfrentas con la cámara a alguien que te cuenta su historia es cuando descubres su horror.

Sí. Descubres unas ramificaciones de esas pequeñas historias que hemos conocido. Han matado a dos señores y han dejado a dos hijos. Qué pena. Pero cuando vas metiéndote en la historia… Alucino.

¿Cuáles son las historias que más te han impactado? Por ejemplo, en Contra la impunidad está la del taxista Manuel Albizu, cincuenta y tres años. Lo llaman un día que llueve desde una carretera comarcal, y cuando llega lo matan por la espalda. Lo acusaban de ser un chivato, ¿no?

Sí. En Zumaia, 1976. A mí, no sé, he oído tantas… Yo creo que en España nadie ha oído tantas historias de víctimas como yo. Porque, para cada película, para conseguir veinte igual he hablado con cuarenta o cincuenta más.

Cuando llamas a las puertas, ¿con qué personas te encuentras?

De todo. Pero muy receptivas, sobre todo. Con ganas de hablar. Yo recuerdo las primeras que hicimos para Sin libertad. Me acuerdo de la mañana exacta en la que hicimos la primera. Llamamos a la puerta, y la sensación de ser consciente de que íbamos a hacer algo que sería importante, la sensación de estar en una cocinita pequeña, con una madre y un hijo, la familia del enterrador de Bergara, que no me conocían de nada.

Tuviste la sensación de abrir una puerta que no había abierto nadie.

Exactamente. Y no les habían preguntado nunca nada. Y me abrieron el corazón, si puedo decir. Me abrieron la peor experiencia de su vida. Se la cuentan a un desconocido, que eso también tiene algo de… A mí cantidad de gente me ha dicho: «Esto no se lo he contado nunca a nadie, ni a mis hijos».

¿Cuál es la historia de Luis Domínguez, que simplemente era el enterrador del cementerio de Bergara? He leído que lo mataron porque enterraba a guardias civiles. Fue en 1980. Tenía treinta y nueve años, cinco hijos.

Enterraba a guardias civiles y luego él era cazador, iba al cuartel para las licencias, charlaba con ellos, se tomaban un vino, era como colega de guardias civiles. Chavales eran. Todos los guardias civiles que iban al País Vasco eran chavales. Y por eso lo mataron. Supongo que en los entierros los enterraría bien y de ahí la ofensa. Lo amenazaron y le hicieron alguna otra cosa antes de matarlo. Lo mataron en la puerta del cementerio, y uno de los asesinos, años después, cuando hicimos la entrevista, vivía en el piso de arriba de la viuda.

Y la historia de Ángel Astuy, en Oñate, cuarenta y ocho años, cinco hijos.

Sí. En 1980, prácticamente igual. Un policía municipal que hablaba con los guardias civiles. Les dirigía la palabra, en el pueblo. Y en la película dice su hijo que les decía el padre: «Cómo no voy a hablar con esos chavales, que vienen de no sé dónde a trabajar aquí, si yo soy un policía municipal, cómo no voy a hablar con esos chicos». Porque eran del gremio. Y ya le decían: «Ten cuidado con quién hablas».

Estáis haciendo un archivo de testimonios, ¿cuántos lleváis?

Unos doscientos y pico serán. Entre las películas y otros.

Esos documentos quedan para el futuro, para que no se olvide.

Claro, claro. Es fundamental. Yo creo que ahora mismo además, que los testigos están vivos aún, es importante saber. Por lo menos, que hayan contado lo que les pasó. Luego ya le echaremos literatura, ficción, lo que quieras. Eso lo vimos al principio, y me he dado cuenta a medida que hemos ido haciendo más películas. Lo primero, para nosotros, era por lo menos saber las historias casi en bruto de estas personas. Todas las que pudiéramos.

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Hay historias olvidadas que hoy sorprenden. Como los atentados simultáneos en 1979 con bombas en Atocha, Chamartín y Barajas, en los equipajes. Nueve muertos. Nadie se acuerda.

Sí, sí. Han cambiado mucho las cosas. A la gente ahora le puede costar más olvidar algo porque la información es más profusa con todo lo que tiene que ver con el terrorismo. Pero fíjate, un atentado en un aeropuerto y en dos estaciones de tren, y yo casi ni me acordaba tampoco. Me sonaba que fue una de las últimas cosas que hizo ETA PM. Luego dejaron las armas.

Igual es lógico que olvidemos cosas, que la sociedad se… resetee, que perdamos informaciones por el camino de nuestra vida. Yo creo que más importante es saber qué hay que recordar o qué hay que olvidar, qué significa la memoria y hasta dónde llega. Ahora se dice: «Los jóvenes no saben quién era Miguel Ángel Blanco». Creo que más importante que recordar fechas y nombres es dejar claro a la siguiente generación lo que estuvo mal y por qué. Sacar la esencia de todo esto tan trágico que hemos vivido. Lo que te tiene que importar es que aquello estuvo mal, que no se puede defender nunca que alguien mate por una ideología, o que años después digan: «Bueno, no estuvo tan mal». No. Estuvo mal. Mataban a la gente por la calle, a inocentes. Acorazados por una ideología. ¿Cuál? Esta. ¿Y los que lo hicieron, dónde están? Uno en el Parlamento Vasco, veinte en Ayuntamientos, seis en Madrid, y dices, ¿cómo es posible? Todo eso hay que entenderlo, más que memorizarlo. Entenderlo. Para que sirva.

Me digo: ¿de esto qué vamos a sacar? Se va a pensar la gente que quiero meter el dedo en el ojo a todos. Pues igual, pero yo creo que lo positivo es la lectura de mis películas, que es ver el horror. Hablan de ideologías: esto es lo que hace una ideología. Detrás de estas historias hay una ideología, bien sembrada, bien regada por gente incluso buena, que ha hecho que otra gente con ganas de apretar el acelerador acabe eliminando a gente. A ciudadanos. Lo importante es que la gente entienda que estuvo mal el terrorismo, que no se puede repetir.

Hay una pelea en marcha ahora sobre cómo acordarse, de qué manera elaborarlo, el famoso relato. Y también hay cierta prisa por olvidar lo malo, porque estamos en paz. Pero no puedes mirar hacia delante sin saber qué ha pasado.

Claro. Dicen: «Bueno, es que hace poco que ha ocurrido todo, hay que dejarlo pasar, que haya tiempo de por medio, con más distancia, con más calma». Es que igual no llega nunca ese momento. En el sentido de que a veces, si no hay una exigencia por ordenar las cosas, por ser franco, por ser autocrítico, si alguien no te aprieta a lo mejor no lo eres nunca. Y la tendencia ahora es la pereza. Es lógico, es humano. Esto lo tiene todo para que no se acometa, pero si no se fomenta desde el Estado… Hablan de memoria, pero ¿qué es eso? Pon herramientas, coge los libros de texto…

¿Alguien ha venido a decirte, después de tanto tiempo, y con la paz, que siente el vacío que se te hizo, que quizá no se portó bien contigo?

No. Y has dado en el clavo. Es algo que yo lo llevo pensando mucho tiempo.

Recordar no es solo una cosa de las instituciones. Tu vecino te deja de dirigir la palabra, pero si un día lo reconoce, que fue cobarde, o injusto, y te pide disculpas, es un paso importante.

Las instituciones y el nacionalismo vasco en general, que han tenido esa posición cuando menos ambigua con todo esto, el empeño que tienen es: vamos a homenajear a las víctimas. Pero a todas, a las de ETA también. Y les damos una medalla y les hacemos un homenaje, y alguna vez han dicho que hay que hacer alguna autocrítica. Dicen que no se han portado bien, pero con la boca pequeña. Y pienso: «Hombre, qué curioso, empiezan por lo más gordo». Quieren que una señora que ha perdido a su marido, a su hijo o a los dos a la vez, les crea y les perdone. Y con otros, entre vecinos, yo creo que debería resultar más fácil, lo que dices tú: que vinieran adonde estoy, por ejemplo, y reconocieran lo que hicieron mal. Yo estoy convencido de que eso ni se les pasa por la cabeza a los nacionalistas.

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¿A qué crees que se debe la incapacidad del cine español de abordar el conflicto de ETA desde la ficción? Hay algunas películas, pero es un tema que siempre se ha evitado o no ha dado grandísimos títulos.

No lo sé. Hay trescientas películas este año estrenadas en España y solo la mía habla de esto. No sé si no interesa temáticamente, o hay más. Igual hay quien piensa que es muy complicado, o que no quiere meterse en líos. Yo creo que con ETA lo que han estado haciendo los guionistas y los productores es hacer tiempo, esperando a ver qué iba pasando. Porque en su momento era muy delicado. Yo puedo tener la sensación de que este problema no se entiende en términos morales, por ejemplo, y no entiendo cómo la gente tiene dudas en términos morales de si esto ha estado bien o no. No solo en Euskadi, también en el resto de España. Si no lo tienes claro, qué vas a hacer. O miedo, quizá. Pero ¿qué le va a pasar a un tío que haga esto? Pero el miedo que tienen los artistas es a no caer bien a todo el mundo. No quieren tener problemas luego para actuar en el Teatro Arriaga y en el Real. Me decía un actor, vasco y concienciado: «Yo pienso como tú, pero tengo que ir con cuidado, porque luego tengo que ir al Real, y si no me contratan…». Uno quiere caer bien en todos lados. Ya me hubiera gustado a mí también no haber tenido problemas de esos. Es falta quizá de valentía, de alguna manera. O de honestidad.

En el País Vasco, por ejemplo, ¿tenéis alguna sala para tu última película?

Queremos hacerlo en enero y tenemos una pequeña distribuidora que nos ha movido un poquito lo que ha podido. Siempre hemos estrenado en alguna sala. En los Multis, en Bilbao. En Donosti en alguna sala, y en Vitoria también. Algún centro comercial o así. Siempre hemos estrenado.

Socialmente lo que haces allí casi no existe.

Antes, cuando me has preguntado qué impresión causó allí Sin libertad, te he dicho algunas cosas, pero causó muchísima impresión. En el mundo no nacionalista. Fue tremendo. He estrechado lazos con personas desconocidas, Savater, otros, porque dijeron: «Ostras, lo que yo pensaba». Como pasa a veces con el arte, que tienes ganas de que alguien dijera algo y alguien lo dice. Allí hay gente ávida de ver esto.

¿Tienes la sensación de que por hacer películas de víctimas te consideran de derechas?

Me meten en el saco en el que han metido a todos los que han expresado públicamente que están contra el horror de ETA, que fíjate tú, si yo estoy contra ETA, ¿por qué te molestas? ¿Qué tienes que ver con ellos?  A todos los que han manifestado públicamente rechazar a ETA, ya les han visto como antinacionalistas, que igual también. Ellos hacen una ecuación: antinacionalista, españolazo, de españolazo a extrema derecha, antidemócrata también, y luego ya, en mi caso, que tengo apellidos vascos… traidor. Nada bueno.

¿Has pensado en asomarte al otro lado, al de ETA?

Claro. Sí, me interesa muchísimo. Poder plasmar en una película lo que piensan. Hay dos libros muy interesantes. Una temporada de machetes (Anagrama, 2004) de Jean Hatzfeld, un periodista francés, sobre la matanza de los hutus y los tutsis. Diez años después, un periodista está cubriendo aquello, vuelve allí y entrevista a los que habían matado. Uno era maestro, el otro agricultor, les pregunta por qué lo hicieron… apasionante. Y hay otro libro que escribió Fernando Reinares de entrevistas a presos de ETA. Se titula Patriotas de la muerte (Taurus, 2001). Muy académico. Hace unos perfiles y luego les hace unas preguntas comunes a todos, y está muy bien, porque no hay un relato común. Y ves que no hay nada detrás. Nada de que en el año 1500 nos conquistaron, y a partir de ese momento… no. Que si a mi padre le pegaron una paliza, es que mi abuela hablaba euskera y le pegaban en el colegio de pequeña, es que Franco… No, no hay nada. Por eso es interesante. Conocer lo que piensan al otro lado es interesantísimo. Puede serlo. ¿Para qué? Precisamente para desmontarlos. No hay nada que les haya llevado a esto. El pasado, como dice un amigo mío, el pasado en Euskadi es imprevisible. Cada uno te cuenta una película del pasado, y se queda tan ancho. Hay muchas cosas por contar, y una es esa.

¿Qué más cosas quedan por contar?

Muchas, muchas. Yo creo que vamos a hacer películas cada vez más complicadas. Con un punto de vista más difícil. Hemos ido a las víctimas y les hemos preguntado su experiencia. Hemos ido al material bruto, digamos. Pero ya vamos escarbando un poquito. Hay muchos puntos de vista.

Lo que te llevó a esto fue la rabia. ¿Hubo algún momento puntual, algún atentado, alguna imagen?

Una acumulación. Yo tenía miedo de no poder hacer nada personalmente por esto. Bueno, me dije, pues una película, y tampoco es fácil. No es lo mismo que hacer un cuadro grande como esta pared. No era fácil, pero cuando acabamos aquella película, la primera, pensé: «Me puedo morir. Ya he hecho algo».

Iñaki Arteta para JD 6

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82 Comentarios

  1. Catalannister

    Soy guipuzcoano, soy lo que aquí podemos llamar un «españolista», es decir, al margen de muchas cosas que no me gustan de España no puedo evitar reconocerme en el país como mío; y en mi entorno se ha criticado a ETA y lo que llaman «su entorno» (la izquierda abertzale) desde que era pequeño. Por eso me deja estupefacto leer estas cosas publicadas por el sur, por gente de aquí, hablando casi de nazismo. Yo no dudo que en ETB y ambientes tan endogámicos hayan pasado de él por no ser cómodo para el PNV, incluso que ha pasado miedo a ETA por expresar sus ideas, es evidente. Pero ya basta de pintar a la sociedad vasca como un Tercer Reich lleno de colaboracionistas y cobardes. Que cualquiera que conozca Euskadi sabe cómo somos, y no cuela, señor. A veces me pongo en situación de que esta gente haya vivido en una burbuja terrorífica por el miedo, pero otras afirmaciones me llevan a pensar en mezquindad directamente.

    • «A veces me pongo en situación de que esta gente haya vivido en una burbuja terrorífica por el miedo» No, usted nunca se va a poner en esa situación. Viviendo con los etarras

    • No has oido hablar de advertencias; de que alguno que no entraba a tu bar, de pronto entra, y despues te encuentras una caja de carton pegada debajo de tu coche. De los aguinaldos para los presos, y lo caro que salia no colaborar: se te rompian los cristales una buena noche. De como se acosaba a aquellos que silenciosamente manifestaban su rechazo a la muerte; hubo gente a la que era imposible hacerlo en su pueblo y se iban a otro mas grande donde se sentian arropados. Recuerdas como un jurado popular absolvio a un joven de Itsasondo que tras una noche de juerga se cargo a dos ertzainas. Podria contarte todavia un buen numero de ejemplos, pero me da la nausea. Si, habia un buen numero de colaboracionistas que odiaban sin saber porque, otro importante de cobardes, ademas estaban unos cuantos que mataban, y es cierto, no habia nada detras otros que morian por diversas causas, ideologicas, economicas,… y una gran mayoria que hacia como que no se enteraba e iba a lo suyo a la que no se si poner con los cobardes.

    • Como gipuzkoano ‘españolista’ con apellidos vascos, me parece que lo que dice Iñaki Arteta es cierto coma por coma. La sociedad vasca ha sido un tercer reich, sí señor. En mi pueblo se asesinaba a una persona y salían cuatro a manifestarse. Y por supuesto, si tenías un comercio, a pagar religiosamente la hucha de los presos, a cerrar cuando ellos te lo pedían, etc (mi familia tiene un comercio).

      Eso que dices de la ‘mezquindad’ en las afirmaciones de Arteta no sé de donde lo sacas. Yo creo que el retrato que ha pintado de los vascos no te ha gustado y te ha dado rabia. Pero yo creo que es un retrato muy certero: así de cobardes unos y malvados otros hemos sido. Y a diferencia de los alemanes del tercer reich, nosotros no hemos purificado nuestra alma sino que hemos salido del conflicto con el mismo odio.

      • Catalannister

        Bueno, pues nada oiga. Que uno cuenta sus experiencias pero solo las que gustan a los señores son las válidas, y si no gustan, ya te estás posicionando con los etarras. Construyen muchos puentes ustedes, con tanto maniqueísmo, entre España y quienes se quieran ir pacíficamente y sin ápice de violencia. Feliz año.

        • Yo no tengo que construir ningún puente ni he dicho una palabra sobre los independentistas. Ni he dicho que tu te posiciones con los etarras. Eso es victimismo gratuíto. He hablado de la actitud de la sociedad vasca y más concretamente nacionalista ante lo que significó ETA durante varias décadas. Tú has dicho que en tu entorno se criticaba a ETA. Puede ser. No sé que entorno es ese. En el corazón de Gipuzkoa nadie decía ni mu. En bares, restaurantes, cuadrillas, los que levantavan la voz eran los de batasuna. Los comercios se plegaban a la hucha de los presos. Las empresas hacían sus pagos, y eso es todo.

          El nacionalismo de Ardanza fue combativo, pero después vino Ibarretxe y todo fue una aproximación táctica a Batasuna y un mirar a otro lado respecto a ETA.

      • Bravo, Ander. Tu comentario evidencia precisamente esa enfermedad que ha padecido y aún padece el país vasco, especialmente Guipúzcoa. Soy del Gran Bilbao, donde hay oposición al discurso de Batasuna. Aunque aquí la kale borroka y el terrorismo se padecieron igual, había cierta refracción al discurso batasuno. Había y hay oposición. Por eso, esa «omerta» de lugares como la Guipúzcoa profunda me duelen tanto. Es algo atroz, y muestra que gente como Priede, Zamarreño, Paga a, Ordóñez y tantos otros fueron héroes. Son héroes de la libertad. Y debemos reconocerlo cada día. Lucharon por nosotros.

      • Es maravilloso poder leer con claridad opiniones como la tuya. ¡Gracias Ander!
        Iñaki Arteta es un verdadero héroe y gracias a personas como él puede verse la realidad.

    • Totalmente de acuerdo con tu comentario.
      Lo de todo es ETA y pintarnos a toda la sociedad vasca que no vota al PP-PSE, o sea, la mayoría como nazis, ha sido la versión oficial.
      Muchos, que en otras circunstancias no serían conocidos, han echo negocio con este problema.

      • Ay mugarri, así, con minúscula.
        Dan ganas de llamarte cobarde, pero eres más bien un pobre de espíritu.
        Está bien que te escondas entre «toda la sociedad vasca» para no reconocerte entre esos miserables que miraban/mirabamos para otro lado, porque es el modo de no avergonzar a tu esposa, a tus hijos, sin humillarte por tu propio pasado.
        Pero lo del negocio es la bajeza del miserable vasco que eres.

    • Miguelote

      «el sur…»

  2. Impactante esta entrevista, el nacionalismo quiere pasar página rápido, pero hay demasiado lastre,demasiadas barbaridades.

  3. He leído la entrevista y sinceramente me deja pasmado que el entrevistador no haya profundizado en, por lo menos, tres afirmaciones de Arteta que son rotundamente falsas:

    – Arteta dice que las instituciones vascas han reconocido que se han portado mal «con la boca pequeña». En 2007 el Lehendakari Ibarretxe pidió perdón a las víctimas de ETA «por el silencio de la sociedad vasca» (noticia del El País: http://elpais.com/diario/2007/04/23/espana/1177279204_850215.html). ¿Le parece a usted poco? ¿Conoce a alguna otra institución en España que haya hecho algo semejante con, por ejemplo, el terrorismo de Estado?

    – Arteta afirma «A todos los que han manifestado públicamente rechazar a ETA, ya les han visto como antinacionalistas, que igual también». Esta afirmación es rotundamente falsa. Ha habido gente que se ha manifestado públicamente contra ETA a la que no se ha considerado antinacionalista (Xabier Lete,Gorka Landaburu, Joxemiel Barandiaran…). Otra cosa es que algunos de los que se han manifestado contra ETA hayan aprovechado para meter a todo el nacionalismo vasco en el mismo saco que a ETA; confundiendo lo uno con lo otro, que es lo que hace Iñaki Arteta en la entrevista, dejando patente su antinacionalismo (vasco).

    – No he leído el libro de Fernando Reinares, pero de las respuestas que cita Arteta, de las que dice «no hay nada detrás», yo saco un patrón: España oprime a Euskal Herria (lengua, territorio, dictadura…). Otra cosa es que eso sea cierto o Arteta comparta la opinión, pero el patrón existe, por lo que «hay algo» detrás de ETA.

    Para terminar, Miquel, el nacionalismo vasco no quiere pasar página rápido. Ahí están los homenajes a todas las víctimas (de ETA, GAL, Policía…) que hacen las diferentes instituciones, incluidas en las que está EH Bildu. Casualidad o no, quien más pegas pone es algún sector del PP que no quiere que se reconozcan a las víctimas del GAL como víctimas del terrorismo (mira lo que dijo Alfonso Alonso a Pili Zabala en EiTB: http://www.elmundo.es/pais-vasco/2016/09/16/57dbbd0eca4741ab518b459c.html)

    Un saludo

    • «meter a todo el nacionalismo vasco en el mismo saco». Yo creo que ahí está a clave. Ellos solos se metieron en el mismo saco. Porque la única respuesta decente que el nacionalismo vasco podía dar al terrorismo era sólo una: renunciar. Renunciar a sus objetivos, renunciar a construir una patria vasca o cualquier tipo de proceso de independencia o autonomía, mientras ese fin fuese compartido por gentes que mataban en un estado de derecho. Porque los medios no son inocentes, contaminan y envenenan los fines. Porque en democracia la vida y los derechos de las personas son más importantes que cualquier proyecto político. Por que hay momentos en que debes renunciar a todo y ponerte sin matices del lado correcto. ¿Por qué no lo hicieron? Esa es la pregunta.

      • «la única respuesta decente que el nacionalismo vasco podía dar al terrorismo era sólo una: renunciar. Renunciar a sus objetivos, renunciar a construir una patria vasca o cualquier tipo de proceso de independencia o autonomía, mientras ese fin fuese compartido por gentes que mataban en un estado de derecho.»

        Menuda barbaridad, esto es como si yo te digo que has de renunciar a tu idea de lo que debe ser España mientras actuen de forma violenta grupos de ultraderecha que al fin y al cabo comparten el mismo fin con gente que no atizaria ni a una mosca : España una. Os emperrais en juntar en el mismo grupo a ciudadanos pacificos con violentos; eso si, la vara de medir solo parece funcionar en una dirección, sí mañana un político vasco dijera que los españoles han de renunciar a sus objetivos políticos porque comparten un mismo fin (España unida) con los ultrerechistas, le iba a caer la de Dios es Cristo.

        La misma sandez en sentido contrario sin embargo es percibida como «lo normal» o «natural» ……..

    • – Ibarretxe fue un grandísimo hipócrita. Mientras él pactaba con Batasuna y Josu Ternera iba al Parlamento Vasco, asesinaban a líderes de su oposición como Buesa. Aún recuerdo le vergüenza de su presencia en el funeral en Vitoria. Esos son los crudos hechos políticos. Luego se lavó la cara con declaraciones generalistas sobre la ‘sociedad vasca’, mientras maniobraba en Bruselas a favor de los presos de ETA.
      – Todos los que se han manifestado contra ETA han sido vistos como antinacionalistas. Más bien al revés: los nacionalistas no se manifestaban en contra de ETA. El nacionalismo se ha metido él solito en el saco. Es lo que sucede cuando cargas continuamente contra Madrid, no apoyas ninguna de las medidas contra ETA (de hecho las combates en Bruselas) y vas a las manifestaciones por los presos, mientras a las víctimas de ETA les mandas un ramo de flores y a ETA les pides por favor que dejen las armas. Por sus hechos les conocerás.
      – ‘No hay nada detrás’. Aquí tienes razón. Sí que hay algo detrás: el adoctrinamiento brutal y constante al que el nacionalismo somete a la sociedad vasca. Nuestros jóvenes sólo han conocido el régimen de mayor autonomía del mundo, con parlamento, impuestos, idioma, ertzaintza, televisión, etc., y sin embargo se sienten continuamente oprimidos. Es un truco burdo pero funciona. Y si cualquiera les empujase a coger las armas, incluso hoy en día, muchos descerebrados le seguirían.

      El nacionalismo vasco está reinventando la historia: fue un conflicto entre unos y otros, mientras que el PNV estaba en medio intentando mantener la paz. Es una mentira vergonzante, pero la sociedad vasca ya se la ha tragado. Somos un pueblo que da vergüenza.

      • Perdona, José Antonio Urrutikoetxea, más conocido como Josu Ternera, fue al Parlamento Vasco porque en España no tenía nada pendiente, y según las leyes españolas pudo presentarse tranquilamente a las elecciones.
        Por otra parte, no sé porqué insultas de esa forma al lehendakari Ibarretxe, gran persona, magnífico economista, austero y trabajador, que fue elegido por los vascos.
        Adoctrinamiento y versión oficial es lo que se hace con el resto de los españoles.

        • Quizás Ibarretxe sea magnífico economista, austero y trabajador, pero lo de hipócrita no se lo quita nadie.

    • Es inutil lo que digas o escribas, los «no-nacionalistas» (eso si, no les toques ningun simbolo nacional, que entonces se les cae la piel de cordero) te van a poner a parir igual macho ……..

  4. Estupenda entrevista.
    Lo de Iñaki Arteta es impagable. Si fuera de cualquier otro país y hubiera hecho lo mismo pero sobre cualquier otro caso de persecución, no sólo se le habría multipremiado sino que en España se le tendría por santo y seña de la decencia, la conciencia ética y la valentía. Pero, ya ven, como él mismo dice, es no ya un españolazo, léase un facha inmundo, sino directamente un traidor, por aquello de sus orígenes familiares nacionalistas. Tal y como ocurría en su día en el III Reich con aquellos alemanes que desde el principio rechazaron a Hitler y los nazis, y los hubo, claro que los hubo, ellos no eran alemanes como cualquier otro sino alemanes que se odiaban a sí mismos. Y cosas muy parecidas cabe decir de los que sufrieron o sufren persecución en las dictaduras comunistas: enemigos de clase, gusanos, parásitos y demás lindezas, pero jamás, nunca, seres humanos.
    Porque, al final, ésa es la naturaleza de las dictaduras: imponer una cierta lectura, una cierta visión de la realidad, a través de la enseñanza, de las instituciones y de los medios de comunicación, de modo que no sea posible escapar a esa atmósfera o que el discrepante sea visto no ya como una anomalía sino directamente como una amenaza que hay que abortar.
    En el imprescindible documental ‘Shoah’, de Claude Lanzmann, se ve el testimonio de una señora que logró sobrevivir a Auschwitz, un milagro en sí mismo, y que regresó a su pueblo natal. Para horror suyo, al llegar, sus vecinos, aquellas personas que habían sido amigas suyas, compañeras de colegio, con quienes había compartido la vida cotidiana con normalidad, no sólo no se alegraban de verla con vida sino que le reprochaban que hubiera querido volver a su hogar: ‘¿por qué estás viva?’ le preguntaban, ‘¿a qué has vuelto?’. Sin duda, era un testigo demasiado elocuente de que nadie había hecho nada por defenderla a ella y a los suyos y que, además, se habían apropiado de sus cosas, de su casa y no querían desprenderse de nada de eso, por mucho que supieran que no les pertenecía. Y es tremendo ver cómo esa señora, que, en general, es capaz de mantener la entereza contando los horrores del campo de concentración y exterminio, rompe a llorar al rememorar lo que fueron capaces de decirle sus vecinos. Como ella misma dice, que los nazis te traten de una cierta manera es algo a lo que, entre comillas, te puedes ‘acostumbrar’, en el sentido de que ese tipo de trato es el esperable viniendo de donde viene. Lo que no te esperas es que sean tus amigos de antaño, tus vecinos quienes te den la espalda o te reprochen que sigas vivo, siendo un testigo incómodo.
    Pues bueno, algo de todo eso hay en lo que dice Arteta: que un etarra te odie y esté dispuesto a descerrajarte un tiro en la nuca o ponerte una bomba-lapa en los bajos del coche es lo esperable. Que tus amigos te den la espalda por contar la verdad, por no callar ya es algo bastante más grave.
    Porque esa incomodidad, ese rechazo implica que el discurso nacionalista ha calado por todas partes. En los peores años del terrorismo etarra existía la expresión ‘algo habrá hecho’ para justificar el hecho de que a alguien normal y corriente, da igual la profesión que tuviera, lo mataran. Y ese ‘algo habrá hecho’ no sólo se refería a que la víctima hubiera cometido delitos de sangre contra los nacionalistas en época de Franco (si es que eso vale de eximente): bastaba con no ser nacionalista o, tal y como se dice en la entrevista, hablar con normalidad con un guardia civil. En todo este tipo de casos de violencia y represión dictatorial funciona el esquema maniqueo de que quien no está conmigo está contra mí.
    Como dice Arteta en esta entrevista y en otras que ha dado para otros medios, uno puede entender el miedo: es humano y no todo el mundo nace para ser héroe. Lo que ya parece bastante menos aceptable es la complicidad o al menos una cierta anuencia que expresó muy bien en su día Xavier Arzallus, con la famosa comparación del árbol y las nueces: unos deploran o sencillamente prefieren no mancharse las manos de sangre, pero persiguen el mismo objetivo, cual es acabar con la presencia de todo lo que les suene a ‘España’. Ése es, por lo visto, el único objetivo legítimo de la sociedad vasca (o de la catalana, ahora que tanto se está hablando de ello) y todo lo que sea discrepar de esa supuesta arcadia feliz te convierte en un intransigente y, por descontado, en un facha.
    Pero quienes han creado o contribuido a crear ese ambiente no son sólo los nacionalistas: al fin y al cabo, jamás han ganado unas elecciones por mayoría absoluta. Los cómplices necesarios, y que en esta entrevista Arteta no menciona pero sí que ha mencionado en otras, son los partidos de izquierda. En su día, cuando el franquismo, se hizo el resumen falaz de que estar contra Franco ya te convertía en alguien decente o bueno por defecto, cuando nada más lejos de la realidad: que Stalin acabase derrotando a Hitler no hace de Stalin un santo y los 20 millones de muertos causados por el comunismo en la URSS así lo atestiguan. En cualquier caso, en aquella circunstancia, se puede entender hasta cierto punto que se hiciera esa equiparación. Que, acabado el franquismo, el nacionalismo siguiera gozando de tanto predicamento entre la izquierda es de esas cosas que uno jamás acabará de comprender. El socialismo, históricamente hablando, se supone que se caracterizaba, entre otras cosas, por su internacionalismo y por su rechazo de los nacionalismos, considerando, acertadamente, que las aristocracias localistas, los señoritos de toda la vida, siempre habían sido aliados de las fuerzas más reaccionarias y conservadoras en su día. Y siguen siéndolo, viviendo el nacionalismo como vive anclado en un pasado inventado que se remonta medio milenio o incluso hasta la Edad Media y viendo como favorable todo aquello que tenga la pátina de ‘lo ancestral’ o lo ‘tradicional’, aunque en más de una ocasión sea más que demostrable que esas venerables tradiciones en realidad tienen una vida bastante corta.
    Como la izquierda siempre se presentó como la fuerza de la vanguardia y la renovación, todo lo que ella bendijese pasaba sobre la marcha a ser válido. Y eso fue lo que pasó en España con el nacionalismo, que a los ojos de la izquierda pasó a ser siempre preferible o más legítimo que cualquier cosa que sonara a ‘España’. Con lo cual acabaron por hacerle el caldo gordo a Franco, que siempre presumió de su españolismo en tanto que, por definición, sus enemigos eran, como se decía en la época, la anti-España. Y ese discurso lo compró, salvo escasísimas excepciones, la izquierda: hablar de España es de fachas, así que denostar o avergonzarse de España es lo progresista.
    Y ahora sí que tenemos juntas al hambre y las ganas de comer: al nacionalismo y a la izquierda incómodas con las víctimas de ETA porque esas víctimas son españolas, españolísimas incluso, y, claro, hasta ahí podíamos llegar: tienes que callarte, dejarlo estar, no incomodar, que de lo que no se habla, no existe. No deja de ser llamativo que esos mismos que prefieren olvidar y, sobre todo, que tú te olvides, sean los que por otro lado no hacen sino clamar por la memoria histórica, la referida a los muertos republicanos durante la Guerra Civil y la represión franquistas. Se ve que hasta para ser víctima hay categorías…
    De modo que sí, en el País Vasco se ha dado un clima de intimidación muy parecido al que se dio en el III Reich, por mucho que eso moleste u ofenda a algunos: a buen seguro ellos no padecieron esa persecución, para ellos la vida nunca fue especialmente incómoda o incluso peligrosa, de lo cual me congratulo, pero si en un caso de violación uno debe velar siempre por la víctima y no por el violador, que no tiene otra opción que dar con sus huesos en la cárcel, no veo por qué en este caso habría de ser de otra forma.
    Y es que no hay equidistancia posible, como pretenden algunos: ETA es una organización criminal, no un grupo político y menos aún el ejército de libración de un pueblo oprimido, y toda aquella ideología que conduzca al ostracismo, el hostigamiento o la persecución de una parte de la población queda, para mí al menos, automáticamente deslegitimada. Y eso me vale para el terrorismo etarra, la represión franquista, el comunismo, el islamismo o el nacionalismo.
    Víctor Klemperer, en LTI (Lingua Tertii Imperii): La lengua del III Reich, explica con pormenor y lucidez la clase de discurso que impuso el nacionalsocialismo para describir el Estado ideal y, por oposición, a todo aquel que se le opusiera. Y otro tanto hizo George Orwell en ‘Rebelión en la granja’ o en ‘1984’ para referirse al ‘paraíso socialista’ y sus enemigos. Y en ésas seguimos: a la rendición o el silencio de las víctimas llaman ‘paz’ y a todo lo que se le oponga, ‘estar en contra de la paz’, dentro de todo este ‘pensamiento’ dicotómico y tramposo, tan de moda estos días, que todo lo divide en buenos y malos, en que criticar tal o cual aspecto de la Ley sobre la violencia de género, por ejemplo, te convierte de inmediato en un misógino y un maltratador, el no gustarte el matrimonio homosexual en un homófobo o el no comulgar con ETA o el nacionalismo en miembro a perpetuidad de Fuerza Nueva.
    Pues no, lo siento, para equiparar algo con el III Reich no hace falta que haya cámaras de gas o campos de exterminio y crematorios con casi 6 millones de víctimas: con que más de doscientas mil personas hayan tenido que abandonar su hogar en el País Vasco por no ser nacionalistas o no soportar a ETA a mí ya me vale. Con que decenas de miles de personas tuvieran que vivir con escolta permanente durante décadas ya me vale. Con que entre muertos y damnificados en diverso grado ETA haya provocado más de diez mil víctimas ya me vale.
    Y si la corrección política imperante se empeña en decirme que no tengo, o no tenemos, razón, pues tanto peor para la corrección política.

    • Estimado Isaías, he copiado su entrada para volverla a leer cada vez que necesite orientarme en la historia inmediata del País Vasco. No he vivido nunca en esa tierra y apenas si he hablado con gente de allí, así que no me considero digno de emitir opinion alguna, fuera de la obviedad de considerar a ETA una banda criminal y a los etarras unos asesinos agravados por considerar que la política les legitima. Sólo me queda agradecer su texto y confiar en que cada vez su sentido sea aceptado por más personas. Reciba un cordial abrazo.

    • Vaya por Dios, esto de perseguir a victimas del terrorismo a nivel social me recuerda peligrosamente al acoso que sufrió Iñaki Ellakuria tras enterarse los medios de comunicación españoles de que se trataba de un «indepe de mierda», pasaron de ponerle velas y rezar por su recuperación a vejarle con titulares que ocupaban toda la pantalla.

      Como tu decias : por sus actos les conocereis ……

    • Raul Gonzalez

      Se debería copiar este comentario y pegar en toda discusión sobre eta y el nacionalismo vasco. Sobretodo, en esos que x cenar que Otegui es un hombre de paz y los que denuncian a eta son gente que pone trabas a la paz y la reconciliación.no, señores, a eta la han destruido los esfuerzos policiales y la resistencia amtinacionalista en el PV, resistencia que ofrecía su nuca desnuda solo porque creía en la Democracia y en la Paz.

    • Bravo. Verdades como puños. De un vasco de Bilbao.

  5. Por fin alguien hablando claro de los propios vascos. Si hubieran querido podrían haber terminado con ETA hace mucho, pero no les interesaba. Qué mejor momento, por ejemplo, tras la muerte de Miguel Ánge Blanco. Pero no, prefirieron esconderse detrás, levantaron un poco la voz pero sin ganas de verdad. Por qué? Porque en el fondo defendían (siguen defendiendo) los mismos ideales que ETA. Quizá no el modo, pero sí el fondo. Y ese es el problema. Pueden estar en contra pero que no toquen a un vasco que me rebelo. Si este problema no se quiso detener antes o no se ha terminado de finalizar todavía del todo, es únicamente por culpa de la sociedad vasca. Y lo que es injusto es que el resto de España hayamos tenido que soportar y sufrir esa barbarie. Ya está bien de poner paños calientes. Si quieren vivir dentro de su país, que lo hagan (igual que los catalanes). Pero que dejen de defender y proteger a asesinos. Pero para eso hay que decirlo alto y claro. Hay que estar verdaderamente en contra del fondo y la forma. Pero eso no lo harán nunca. Nunca. Porque son vascos y su Rh no se lo permite…

  6. Marcelino

    Terrible. Y luego leer esos comentarios. No son nacionalistas, pero comprenden a los asesinos. En fin.Un pueblo enfermo.

    • No he leído ningún comentario en el que se comprenda a los asesinos. No sé si se refiere a aquello que comenta alguno de que sí hay patrón, sí hay «algo detrás», cosa que no comparto, pero sé que desde otros sectores sí que se ve así. Y todo ello no tiene necesariamente nada que ver con comprender a los asesinos, ni siquiera con ser nacionalista.

      Y sobre lo de un pueblo enfermo… pues no señor. Hay enfermos en el pueblo más exactamente. En en pueblo español, ya que Euskadi es España.

      • Sí que somos un pueblo enfermo. Los terroristas y los que miraban a otro lado han tenido mucho más apoyo social que las víctimas. A los pobres concejales que tenían que vivir con guardaespaldas se les miraba mal. Y basta con ver cómo ha ‘premiado’ políticamente la sociedad la valerosa defensa de la resistencia contra el terrorismo. En definitiva, una sociedad enferma con el odio que invariablemente conlleva el nacionalismo.

    • Sí, un pueblo enfermo y cobarde. Lo puedo admitir, Pero dime tú que pasa en España, que refrendan y legitiman la corrupción y demás lindezas, como hemos podido comprobar a lo largo del pasado año.
      Parece ser que nadie puede hablar muy alto, interesados y descerebrados los hay por todas partes.

  7. Pablo Durban

    No he vivido nunca en el país Vasco lo que conozco es por la prensa de Madrid básicamente

    Pero creo que hAy algo que el nacionalismo vasco debió hacer hace muchísimos años, la única respuesta posible al terror, la única decente, cuando te das cuenta q compartes tus fines con terroristas: renunciar a ellos. No queremos avanzar en la independencia, no queremos una patria vasca, no mientras en su nombre estén matando a seres humanos.

    Por que no lo hicieron?

  8. lector_tertuliano

    Estupenda entrevista. Recomiendo leer también Patria de Fernando Aramburu.

    Se ve claramente, que parte de los vascos, han estado acojonados por los brutos del pueblo.

  9. Voltervel

    Cuando lo han matado,
    algo habrá hecho.
    Ha dicho una señora
    vecina de Guecho.

    • Esas cuatro líneas (absolutamente reales, lo sé de primera mano) son la mejor definición de que fue, y me temo que es, la sociedad vasca.
      Tengo relación comercial con gente de muchos sitios de España, especialmente de la cornisa cantábrica. Los vascos son de lo mejor.
      Salvo si se rasca y se llega a ese tema.

  10. Voltervel

    El genocidio perpetrado por ETA es la más ignominiosa vergüenza en tiempos de paz y democracia nunca vista, que deberán cargar eternamente a sus espaldas, en especial quienes fueron los autores materiales de los crímenes, pero también los que jalearon, apoyaron y justificaron la barbarie, incluso aquellos que callaron mientras a su alrededor contemplaban en silencio cómplice el macabro espectáculo de miseria y vileza extremas, todo ello sin atisbo alguno de compunción,

    • Yo fui uno de ellos. Pero a todos los valientes que habláis me gustaría haberos visto aquí. Es muy fácil criticar a toro pasado y lejos del huracán. Pienso que los vascos fuimos cobardes y descerebrados, pero no más que cualquier otro pueblo en cualquier otra época en una situación parecida. Es la condición humana: floja, cobarde y cómoda.

  11. Voltervel

    Novecientos cuarenta y siete asesinatos, miles de heridos y mutilados, ochenta y cuatro secuestros, quince mil personas extorsionadas, más cuantiosos daños materiales. Este es el balance siniestro del monstruo etarra y sus aledaños, según consta en el libro titulado Terrorismo, excelentemente documentado y exhaustivo, del dirigente socialista Chiqui Benegas, donde aparecen con nombre y apellidos, profesión, lugar y fecha las personas asesinadas por ETA a lo largo de su tenebrosa historia.

  12. Voltervel

    Iñaki Arteta, un auténtico héroe de nuestro tiempo. Gracias por tu valentía y tu hombría de bien.

  13. Recordemos las palabras de Arzalluz: «unos agitan el árbol y otros recogen las nueces». Esta todo dicho.

  14. Definitivamente me cae bien Iñaki Arteta. Es tan poco común como una flor en la nieve. Salirse del camino del nacionalismo en Euskadi tiene un precio. Antes tenía un precio altísimo. Hoy, el precio sigue siendo alto, aunque afortunadamente no tanto como antes. La labor de gente como Arteta es de las que dejan huella, porque nadar contra corriente no es fácil. No lo fue nunca, no lo es ahora y no lo será en el futuro. Sólo por eso, merecería más atención, más aplauso, más reconocimiento. Viva la gente valiente, comprometida y mal considerada por su opinión. La libertad la ganan unos pocos, aunque la disfrutan muchos.

  15. Pedro Luis Fernández

    Aún estando de acuerdo contigo en algunos comentarios. Veo un análisis parcial que tu llamas sesgado. Hay que recordar que el gal mató a 27 personas, víctimas también, que salió de las cloacas del estado, no precisamente para hacer justicia, sino para lucrarse unos pocos. No lo digo para minimizar los horribles atentados de eta. Al fin y al cabo hablas de víctimas. Puntualizar que en el terrorismo hay dos actores: los terroristas y la gente poderosa que se lucra con esos actos. Y luego en medio estamos las víctimas o posibles víctimas, los sujetos pacientes e incluidos nacionalistas. En cuanto al nacionalismo, lo considero uno de los cánceres sociales que tenemos todas las sociedades, la fé de la tierra, vamos que no sólo lo padece Euskadi. Dices que hay muchos casos sin juzgar de los atentados de eta, pero hay te tienes que poner a la cola, por que vivimos en España, donde el gasto en justicia y en la policía es muy deficiente o inexistente, tampoco descarto oscuros intereses. Además nos tienen que enmendar la plana en Europa, para que aquí se apliquen las leyes. Me has matado mentando a Aznar, y olvidando al trío de las Azores, de cómo está el mundo debido a aquellos lodos, quien tergiversa el mayor atentado terrorista de España, podría escribir un libro negro, pero me da pereza. Y esos comentarios te posicionan. Creo que deberías seguir denunciando a eta, pero desde la imparcialidad, con todos los vectores que concurren, por el análisis final es más creíble, menos manipulable.

  16. Sí, yo por edad he vivido completa la evolución de este terrorismo, desde incluso antes de la muerte de Franco, contra el que al principio íbamos todos juntos, Eta incluída. Tenía yo todos los discos de Lertxundi, Laboa y otros y amaba ese territorio al que iba con frecuencia. Acabé renegando de él y devolviendo sos discos a sus autores rotos. Mi desprecio ahora a ese territorio es amplio. Yo suelo resumirlo con la idea de que ha sido un pueblo en donde, salvo honrosas excepciones, la mitad eran asesinos y sus cómplices y la otra mitad eran cobardes.

    • Comprendo tu mosqueo, y me considero un cobarde, pero ahora estamos viendo que en España se hace igual con la corrupción y demás asuntos: salvo honrosas excepciones la mitad del país es cómplice y la otra mitad descerebrado.
      En todas partes se cuecen habas y en mi pueblo (Euskadi) a paletadas.

      Es la condición humana.

  17. Patria de F. Aramburu, editorial Tusquets.

  18. Después de leer algunos comentarios…

    ¿Por qué el pueblo vasco debió renunciar a buscar la independencia por el mero hecho de compartir ese objetivo con ETA?

    ¿Acaso el PP o PSOE han dejado de lucir su españolidad por el hecho de que en nombre de esa patria se torturó y asesinó a muchísima gente?

    • ¿Quién ha dicho que nadie deba renunciar a sus objetivos políticos? Lo que está feo de narices es defender unos objetivos mientras una banda terrorista mata en tu nombre y además se carga a tus rivales políticos, ¿no te parece? El independentismo podría haber dicho «no haremos campaña mientras ETA no pare», pero claro, es una postura de dignidad que no estaban dispuestos a tener. Es más fácil recoger las nueces.

      Y por otra parte, ¿quien eres para hablar en nombre del pueblo vasco?

      • Donde puse ‘debió’ quise escribir ‘debía’.

        En algunos comentarios, entre ellos tu respuesta, se insinúa que había que renunciar a la lucha por la independencia mientras ETA siguiera matando. ¿Hay entonces que aparcar el sentimiento patrio mientras siguen llegando denuncias de Derechos Humanos al estado español por torturas en las cárceles?

        Por cierto, en ningún momento hablo de la postura que debería mantener el pueblo vasco ante este tema, solamente estaba haciendo una analogía para mostrar la diferencia de criterios en función de si hablamos del pueblo vasco o del pueblo español… Nada más…

        • Pues si. Soy de los que piensan que la unica respuesta decente del nacionalismo vasco al terrorismo etarra era renunciar a los fines compartidos con los terroristas mientras estos siguiesen matando. ¿Por qué? para dejar claro que por encima de cualquier construcción patria esta el estado de derecho y los derechos básicos de las personas. Para dejar claro que el fin no justifica los medios y menos en democracia. Al menos para no aprovecharse de un ventajismo electoral bochornoso. Honestamente, los concejales del PNV deberían haberse presentado listas conjuntas con PP/PSOE en aquellos pueblos donde estos partidos no conseguían completar las listas simplemente porque nadie quería arriesgarse a recibir un tiro en la nuca. Cuando dices «en nombre de esa patria se torturó y asesinó a muchísima gente » no se bien a qué te refieres. Espero que no te estes remontando a la conquista de America. Si hablas del terrorismo de estado, los GAL, etc. el estado español hizo algo mucho mejor: persiguió, juzgo y encarceló a los responsables. Seguro que no a todos (repito, no hay duda , nuestro estado de derecho no es perfecto). Pero por favor, no compares ni pongas al mismo nivel un estado de derecho como el español con un grupo terrorista como ETA.

  19. Lo mas flipante que encima va de heroe, como que dedicarse a este monotema le ha perjudicado economicamente….igual alguien se lo cree.

    Dentro de 20 aNos todavia estara haciendo las mismas peliculas/libros etc, y seguira paseandose por todos los medios (ya vemos q no solo gente como 13TV le lame el culo, sino q todo un El Pais), escupiendo mentiras y pasando el cacito.

    • Creo que nadie te ha dicho todavía que eres un mierda simplemente porque no se ha leído tu comentario. Pero aquí estoy yo para subsanar ese hecho.

    • No soy independentista, pero creo que nadie tiene que renunciar a sus ideales si trata de conseguirlos por medios pacíficos y honrados. Otra cosa es, que muchos abertzales que estaban en contra de ETA (y los había), hubieran dado la cara abiertamente condenando rotundamente la dictadura del terrorismo.

  20. Muy necesario lo que hace Iñaki Arteta en estos tiempos en que con tanto ahínco se trabaja para reescribir el relato de lo que pasó, que fue más o menos: las malvadas tropas castellanas invadieron violentamente la arcadia féliz del Reyno de Navarra (olvidemos a las tropas guipuzcoanas, a San Ignacio de Loyola ni tocar!), luego vino la guerra civil que fue básicamente una guerra de españolazos contra vascos (de puntillas por la postura del PNV en el alzamiento) y luego el conflicto reapareció en el tardofranquismo con víctimas en ambos bandos (no puede faltar el GAL en esta parte). En ese contexto los nacionalistas se encuentran cómodos condenando a ‘todo tipo de violencia’. Viniendo de donde venimos hay que conceder que este es un paso en la dirección correcta, pero que no consigan con eso que olvidemos que los asesinatos de ETA fueron acompañados de una persecución ideológica implacable y un lamentable silencio cómplice.

    Mi experiencia no es desde la Guipúzcoa profunda sino desde la capital de la región vecina que quieren fagocitar para armar un tinglado identitario más convincente. Yo en EGB en los 80 he cantado el Eusko Gudariak puesto en pie en clase de música en vez de escuchar a Mozart. He visto al cura reprender a un compañero por ‘provocar’ al pintar una bandera española en un avión de papel. He oído el incómodo silencio de todos, incluidos monitores, una de las escasas veces que hablé claro en el colegio sobre lo que pensaba de ETA. Y, lo peor, me he descubierto escandalizándome de todo esto años más tarde.

    Por lo menos no lo olvidemos. Sigamos indignándonos cuando alguien dice que no hay que mezclar nacionalismo y violencia etarra, como si hubieran sido dos fenómenos inconexos que coincidieron en el tiempo. Avergoncémonos de no haber hecho lo suficiente para combatirla.

  21. Magnífica entrevista. Cualquiera que haya vivido o frecuentado el País Vasco desde 1970 sabe lo que es el terror social, el miedo a hablar de ciertas cosas, las discusiones retóricas con invocaciones a un pasado siempre frágilmente reconstruido, la obligación al silencio, la desconfianza, el odio por hablar de una manera, vestir de una manera o tener cierta matrícula en el coche. Que la cosa ha cambiado y está cambiando, es indudable. Que aún queda, también.

  22. A los vascos nos han dichos tantas veces para qué lado hemos mirado y para qué otro lado hemos dejado de hacerlo
    que, finalmente, hemos acabado mareándonos.

    Entiendo que mucha de la gente que califica a la sociedad vasca como «enferma», «cobarde», «cómplice» o en casos más extremos, «asesina», no tenga ni el más mínimo resquicio de duda, sobre la moral y la ética de la sociedad en la que vive, pertenece y participa activamente. Juzgar desde la lejanía las actitudes de otros, generalizando, siempre resulta bastante sencillo.

    Espero en otra vida, nacer en dicha sociedad. Una sociedad en la que nadie mate, robe o mire hacia otro lado. Y que si eso ocurriera, se juzgara debidamente y se reconociera a los muertos. Reconocerlos y enterrarlos. Nunca homenajearlos. Llena de gente que supo actuar en cada momento de su historia. Una sociedad de la que poder sentirme orgulloso. No como la vasca, una sociedad verdaderamente «enferma».

    • Pasen y vean, la famosa equidistancia.

    • ¿Pero qué tiene que ver que haya o no sociedades más o menos justas en el orbe con el terrorismo vasco? El que ha vivido o viva allí, sabe lo incómodo que ha sido y es el tema, aunque no te maten, aunque no tengas una opinión a favor o en contra del secesionismo. No existe la sociedad perfecta, eso está claro (o sea que no renacerás en ninguna de ellas), y hay muchas sociedades con índices de criminalidad alto, o de injusticia, pero algo diferente es mirar a otro lado cuando a tu alrededor hay terrorismo, muerte y censura social. Es una tema muy particular. Que haya una voz que ponga eso de manifiesto está muy bien.

      • Si me parece muy bien que alguien manifieste lo que ha sufrido o vivido. Perfecto. Pero mi comentario venía de muchos de los comentarios que había leído por aquí de la entrevista.

        Entiendo que en la mayoría de sociedades con índices de criminalidad altos, o que exista un grupo terrorista, como en este caso ETA, siempre se podría utilizar el argumento de «miran hacia otro lado». Porque siempre habrá una parte de dicha sociedad que los apoye, y otros muchos que no hagan lo suficiente por erradicar el problema.

        Dicho esto, mi pregunta es, ¿Qué es lo que hubieran hecho en caso de vivir/nacer en Euskadi muchos de los que escriben por aquí que la sociedad vasca «miró para otro lado»?

        ¿Es la sociedad vasca, en su conjunto, más «enferma» que otras?

        Procuro tener bastante cuidado de juzgar y catalogar según qué cosas de la actitud del conjunto de otras sociedades, cuando en la que convivo yo ha tenido, tiene y tendrá mucho por lo que mejorar.

  23. Gracias, gracias y mil veces gracias Iñaki. Ahora, en la paz conquistada por el estado de derecho, toca derrotarlos en la formación de la memoria, la historia y, sobre todo, de la decencia. Es la hora de los arteta, Aramburu, savater, Juaristi….Mi admiración desde Andalucía.

  24. Gloria Calvar Landín

    Magnífica entrevista echa a este personaje tan extraordinario, tan lleno de sensibilidad, y tan valiente como es Iñaki Arteta, que quiere evitar que el relato de los años negros de Eta en plena democracia, sea suavizado y aparezca una inaceptable equidistancia entre la banda terrorista asesina y sus inocentes víctimas. Es historia viva y verdadera de los años de plomo en el País Vasco lo que nos propone con sus estupendas políticas, carentes totalmente de sectarismo, de sensacionalismo, la verdad pura y dura. Tiene mi total admiración por saber ir contra corriente de la cobardía, del silencio, y del miedo.

  25. Hombre,hay que decir que lo que piensa Iñaki Arteta o Savater,tiene muy poca acogida en el Pais Vasco,un lugar donde ,sobretodo,se lee El Correo/Diario Vasco,periodicos «españolistas»,para entendernos,y se ven las cadenas de tv como en Plasencia o Chipiona,asi que,algo no concuerda entre esto y lo que la gente ve en la calle,y ,eso,se refleja luego votando.
    Está bien que Arteta haga estos documentales,como dentro de poco va a salir uno ,financiado por crowfunding sobre los hechos de Pasaia en los ochenta,muchos recordamos la cancion censurada de Barricada»Bahia de Pasaia»,hay que ver y leer de todo,no solo lo que queremos oir.

    Ahora,ha estado de actualidad lo de Alsasua,una pelea a las cinco de la mañana en un bar ,mas o menos radical,entre un par de guardias civiles y sus novias,con una cuadrilla del pueblo,el resultado lo sabemos,un tobillo roto de un guardia civil y siete chavales al trullo,algunos han salido ya,el fiscal va a pedir entre diez y quince años,¿no es desmesurado?,¿asi va a ser mas querida la Guardia Civil en Euskal Herria?,cuando en el propio pueblo,gente y partidos,nada sospechosos de connivencia con la izquierda abertzale,ponen el grito en el cielo por los encarcelamientos,y el acoso mediatico al pueblo,algo pasa.

    Todos habaiamos oido que en democracia se podia conseguir todo,la independencia tambien,los acontecimientos en Catalunya no parecen que vayan por ese lado,y tambien habiamos escuchado,que con el fin de la violencia,se seria generoso y tal,hoy,cinco años despues de dejar las armas la banda terrorista,los presos siguen dispersados,y la comunidad donde mas hay,es en Andalucia,eso la «enferma»sociedad vasca lo ve,y hace unas reflexiones que seguro que no gustan al Arteta de turno,o a Savater,que,por cierto,en los ochenta,con atentados diarios,debia escribir en Egin cosas muy distintas a las de ahora

    • La enferma sociedad vasca ha estado siempre mucho más cerca de los terroristas que de sus víctimas. Supongo que no discutirás eso. En mi pueblo a los que iban con guardaespaldas se les hacía el vacío, mientras que a los presos se les ha hecho homenajes y a batasuna se le ha premiado electoralmente. ESA es la realidad.

      Sobre lo de Alsasua no puedo opinar, sólo puedo decir que los de siempre han ido corriendo a donde siempre: a defender a los batasunos y atacar a la guardia civil. Lo mismo desde hace 40 años.

      En cuando a que ‘se sería generoso con el fin de la violencia’, te recuerdo que ETA sigue sin entregar las armas y sin disolverse, que los nacionalistas le hacen llamamientos con la boca pequeña, y que el grueso de los ataques y críticas va contra Madrid. Como hace 40 años.

      La verdad es que la paz la ha traído la acción policial, la dispersión y la ilegalización de Batasuna. Todos ellos pasos a los que el PNV se ha enfrentado radicalmente. Ahora todos los nacionalistas, violentos y ‘neutrales’, quieren ponerse la medallita, mientras la sociedad vasca, enferma y lunática, se inventa un pasado edulcorado que no perturbe a los nacionalistas.

      • Entiendo que tú demostraste estar fuera de esa «sociedad enferma» no mirando hacia otro lado, ¿no?
        Hiciste todo lo que estaba en tu mano por cambiar y denunciar eso. Porque si fuera de otra manera, tú serías igual de cómplice y de enfermo.

  26. Martín Plazaola

    La «sociedad» vasca (utilizo comillas porque, al igual que la «opinión pública», la «sociedad» no es más que un constructo que nos inventamos para proyectar juicios y prejuicios) es una «sociedad» particular, porque ha combinado durante mucho tiempo una fuerte práctica religiosa (como pudo hacerlo la bretona o la norirlandesa), con una intensa industrialización (a diferencia de la bretona o de la norirlandesa) e inmigración. El resultado ha sido el de avanzar hacia la posmodernidad cultural en muy poco tiempo, en apenas tres décadas -entre 1960 y 1990-, periodo marcado por una desindustrialización brutal y unas tasas de paro masivas, superiores al 20% entre 1980 y 1998, y una urbanización elevadísima, con más del 50% de la población residente en seis ciudades de más de 60.000 habitantes.
    El individualismo que va a aparejado con la posmodernidad -hundimiento de la identificación religiosa (los barómetros del CIS sitúan a la CAV como la de mayor número de ateos y no creyentes, por delante de Navarra, Madrid, Cataluña o Baleares, todas ellas las comunidades más ricas) y fuerte desconfianza para con las instituciones, según la miden identificadores oficiales de confianza social, en niveles iguales o similares al del resto de España y por debajo de la media de Europa occidental-, la desmovilización sindical causada por la reconversión industrial y el periodo prolongado de desempleo y subempleo que se vivieron a lo largo de los ochenta y noventa han creado una sociedad que participa poco en política, igual que la del resto de España, centradas en el bienestar familiar y de prácticas culturales que palidecen si se observan los países más avanzados de la UE.
    Las organizaciones partidistas tienen pocos afiliados, la abstención es alta -por cada dos votantes hay un abstencionista- y el interés declarado en seguimiento de la actualidad política es de los más bajos de la UE, como pasa con España.
    Hay ciertos sectores muy movilizados, empezando por la izquierda abertzale, que ha desplegado durante décadas una acción continua, desde la violencia homicida o intimidatoria hasta la acción en el exterior -cooperación con kurdos, católicos irlandeses, movimientos sudamericanos, etc., «relaciones públicas internacionales»- y en el interior -apropiación de temáticas medioambientales (central nuclear, autovía, TAV, incineradora) o feministas-, y enfrente solo se ha encontrado a un sector mínimo antinacionalista, de condición pequeñoburguesa (periodiodos los antinacionalistastas, artistas, profesores universitarios…), con alto capital cultural, de proveniencia euskérica (salvo Savater, De Miguel y algún otro, casi todo el sector antinacionalismo intensamente movilizado viste ocho apellidos vascos, partiendo de Arterta, y siguiendo con los Pagaza, Aguirre, Arregui, Aramburu, Uriarte, Ibarrola, Ellakuría, Gorriarán, Elorza, Unzueta, Iriondo, Juaristi, Artolazabal y un laaargo etcétera), muchos de ellos de antiguas creencias comunistas o etarras, que operaron la maniobra de la fe del converso y, defraudados porque la mayoría de la sociedad, poco politizada, sin interés interesado o desinteresado en el tema, no les siguiera, convirtieron el pueblo tan admirado de su juventud en un compendio de maldades y enfermedades.
    La «sociedad» ha estado a otras cosas, empezando por los votantes de los partidos constitucionalistas, que votaban a candidatos inmediatamente situados en el punto de mira y volvían -los votantes constitucionalistas- a sus vidas, familiares y miserias íntimas. La «vanguardia» antinacionalista antes citada, similar a los anticomunistas de la Polonia actual o a la extrema izquierda republicana española, denuncia un periodo de transición lleno de ocultamientos, mentiras y falsas verdades que impiden que se les reconozca lo debido y que la «sociedad» sea como a ellos les hubiese gustado que fuera. No han conseguido los réditos que esperaban de inversiones simbólicas -no en el sentido vulgar del término, sino en uno amplio, que abarca lo material (la integridad física) y lo inmaterial- tan arriesgadas en su momento. La labor de documentación de Artera se asemeja, así, a las investigaciones de fosas comunes que la izquierda republicana española elabora desde hace diez años. Este segmento antinacionalista no vivía mejor contra ETA, simplemente tenía una razón para vivir. Se hicieron demasiadas ilusiones sobre lo que conseguirían.

    • Es interesante lo que dice. Muy bien. Precisamente por lo último que dice, los partidos no nacionalistas deben posicionarse. Hoy el nacionalismo lo Copa todo en el país vasco. Hace cinco años que ETA dejó de matar. Muchos votantes no nacionalistas, inmersos en el discurso del «derecho a decidir» se han apuntado al voto de Podemos: un camino intermedio entre el democraticismo aparente del derecho de autodeterminación (o el referéndum revocatorio de Venezuela) y la absurda independencia, que arruinaría Euskadi. Con unos resultados lamentables y sus pares nacionales por los suelos, el PSE y el PP vascos deberían ofrecer una contrarreplica. No debería ser difícil. El independentismo no se lo cree nadie.

      • Urbi et Orbi

        Hacer una semitesis socioeconómica de los últimos 50-60 años para disimular el comentario que realmente quieres hacer, que es descalificar a Savater, Juaristi y los demás que citas diciendo que simplemente tenían una razón para vivir posicionándose contra ETA, así como también minusvalorar la obra de Arteta equiparándolo a los buscatumbas de la Guerra Civil, ha sido una añagaza a la par que torpe muy miserable.

        • Urbi et Orbi

          Perdóm, mi comentario era para el de Martín Plazaola, no para el de Iñigo.

          • Martín Plazaola

            Guardémonos los sustantivos, que no nos conocemos. El «muy miserable» resérveselo usted para sus amistades, por favor.
            Mi intención no era descalificar ni minusvalorar a nadie, sino explicar. Si hubiese querido descalificar o minusvalorar, habría recordado en qué estructuras etarras militó Juaristi, o las colaboraciones de Savater con ‘Egin’ en los años más terribles del terrorismo; pero no lo hice.

  27. Juan luis

    Este ciudadano no esta haciendo cine. Esta haciendo historia, la que otros contemporáneos nuestros quieren tergiversar y esconder. Lo que haga quedará para siempre como documento histórico, antes de que las voces de las víctimas, directas e indirectas, de los nazis sean silenciadas para siempre. es un Claude Lanzmann español. Gracias por hacer lo que hace.

  28. Cuando Iñaki Arteta alaba la epoca de Aznar,imagino que no se referirá a la de pactos con Arzalluz,acercar mas presos que Zapatero o Rajoy,o llamarles»Movimiento de Liberacion Nacional Vasco».
    Un poco de por favor,problemas para hacer peliculas tendrá Willy Toledo,no Marta Etura,que hace poco hizo unas declaraciones que fueron noticia .
    Hablais de Pais Vasco,pero os recuerdo que en Pamplona,ciudad historicamente de derechas,hoy gobierna Bildu,y en pueblos como Estella,Tafalla,no estamos hablando de pueblos aislados de los Pirineos,¿por que gobierna?,porque UPN/PSN han demostrado ser unos..ahora,pongan el calificativo que quieran
    Se quejan Arteta,Savater..de que se les llame fachas,se les diga que son de derechas,es que nunca se les ve en protestas contra la reforma laboral,deshaucios,en mil historias,propias de la izquierda,con lo cual,es logico que se les mete en ese espacio politico.
    Y se habla de victimas,hay muchas victimas en Euskadi que no comparten los posicionamientos de los Arteta de turno.

    • Pues claro, de ahí que el cine de Arteta sea estéril, un mero intento de rascar el cineasta en su pueblo para ver si encuentra un poco de humanidad. Una huida hacia delante para no reconocer que aquellos a los que señala son los mismos que ahora ponen a gobernar a los que marcaban a los objetivos.
      ¿Acaso el «problema vasco» no viene de mucho antes que Franco, mal que le pese a Arteta?
      Simplificando, y aunque sea una caricatura, el «problema vasco» es que «el pueblo vasco» se piensa que la tiene más grande que los demás.

      • no me da esa impresión a mi,eso de «el nacionalismo se cura viajando» ,por el vasco,claro,no por el español,jajaja,ya pasó de moda

        los patriotas españoles,franceses,ingleses,argentinos,yankees,rusos..por poner unos ejemplos,si se creen que la tienen mas grande que los demas,en Euskal Herria o Catalunya hay,simplemente,un porcentaje bastante amplio,tal vez mayoritario,que quiere ser independiente

        lo de pintar al abertzale como uno/a que no viaja,que vive en un pueblo aislado ,que no lee,eso ya no cuela

  29. Qué no lee, no me cabe la más mínima duda. Sería el único. Además, si leyendo va a resultar que la tienen igual que los demás, pues no se lee y punto, y si alguien lee, pues se le mata y ya está.
    Es que ellos nacieron con ese tamaño y cuando los demás estaban con las tonterías de la romanización, pues ellos ya empezaban con sus caseríos y sus cuadrillas y sus dantzaris, y por eso tenemos todos que dejarlos tranquilos, y se acabó.
    Y la verdad es que a todos nos dan lo mismo las ínfulas de los vasquitos, hasta que deciden matarnos por leer y por no creernos que Dios puso el paraíso en Euskadi.
    Por cierto, los catalanes no piensan que la tienen más grande, piensan que les roban, que también da para un libro. Además, no pegan tiros en la nuca mientras el resto miran para otro lado.

  30. Urbi et Orbi

    ¿Tienen todos los nacionalistas vascos la misma catadura moral? Recordemos el famoso aforismo de aquel noble presidente del PNV apellidado Arzallus: «Mientras ETA agita el árbol, el PNV recoge las nueces»; o aquellas declaraciones de otro gran capitoste peneuviano de nombre Joseba Eguibar en las que recriminaba a la Policía Nacional haber lesionado durante la detención al etarra que acababa de asesinar al psicólogo de la cárcel de Martutene. Estos dos ejemplos se pueden unir a la famosa fotografía de la cuadrilla del empresario Ignacio Uría jugando la habitual partida de mus la tarde del día en el que ETA lo asesinó por la mañana. Creo que con estos botones de muestra la respuesta está clara: No, hay abertxales que son muy miserables pero hay otros que son tremendamente miserables.

    En el País Vasco se ha dado una conjunción de infamia y cobardía para la que es difícil encontrar parangón en la Historia. Esa es una losa que los nacionalistas vascos no se quitarán facilmente de su conciencia, y todos debemos procurar que así sea poniéndoles delante el espejo sin descanso. Si el pueblo alemán se curó de nazismo fue porque se avergonzaron hasta lo más profundo de sus entrañas del horror que causaron; y una vez arrepentidos el resto de europeos se lo perdonaron. Nunca antes. Se lo debemos a las víctimas y a las futuras generaciones de vascos.

    • Exacto. No es sólo un problema de abertxales. Es que además votan a los asesinos. Y les consienten y les animan a que se metan en la mesa de derechos humanos.
      Es como si los nazis, tras la masacre de la segunda guerra mundial, habiendo visto los ojos de los supervivientes de los campos, volvieran a votar a Goebbels y estuviera de presidente del parlamento. Con toda su cara.
      Tampoco es cuestión de independencia. El sumario de los vascos es tan miserable y sanguinario, su biografía tan espeluznante, que no exige más que callar y bajar los ojos. Pero ellos siguen con sus independencias y tan panchos.
      Ante los documentales de Arteta, con las viudas ya sin lágrimas, cualquier insinuación de conflictos que descargue a los asesinos es inmoral y una desvenguenza.
      Cualquiera que piense que la independencia (la partida de mus) compensa lo suficiente aunque haya que votar a los mismos (no hacer duelo por el asesinado), es en el fondo uno de sus cómplices.

      • Ya. No sé porqué tanto escándalo, Aquí votan a los asesinos, es tristemente verdad. Pero en España se vota y legitima a los corruptos; la condición humana es así. Descerebrada y cobarde. A ver si nos enteramos.

        • Urbi et Orbi

          Ya, sí, claro, sí, sí… Ya se sabe, se empieza asesinando y se acaba por cometer faltas de ortografía. Asesinos y corruptos, todos en el mismo saco. ¡Ole, esos campeones de la equidistancia buenos!

  31. Tenemos todavía una memoria histórica pendiente, reciente y necesaria. Y esta memoria histórica además puede arreglar realmente algo, por la calle nos cruzamos con asesinos que aun pueden rendir cuentas. Los de la guerra civil desgraciadamente han muerto de viejos e impunes, pero a estos todavía se les puede echar el guante.
    Qué poca dignidad tenemos como sociedad considerando a esa pandilla de maleantes referentes de nada, y los recientes intentos de blanquear su pasado desde formaciones estatales tampoco ayudan en nada. Los delincuentes a la carcel, no al parlamento.

  32. He vivido diez años en el País Vasco, hace ya tiempo.
    Como sabéis, sólo los políticos de los partidos no nacionalistas necesitaban llevar escolta. Salvo contadas excepciones, la otra mitad de políticos no llevaban escolta, pues no lo necesitaban.
    Solía decir a los nacionalistas que el País Vasco sería uno de los mejores sitios del mundo para vivir si ningún cargo político electo necesitara llevar escolta.
    Yo lo pensaba sinceramente, y mis interlocutores nacionalistas estaban de acuerdo conmigo.
    Lo que no se esperaban es lo que les decía a continuación: que el País Vasco sería uno de los mejores sitios del mundo para vivir si TODOS los cargos políticos necesitaran llevar escolta. Porque eso indicaría que todos los políticos estarían suficientemente en contra del terrorismo. Si un cargo político (del PNV, EA, etc) no necesita escolta… no está suficientemnte en contra de ETA y su entorno.

    • No dice la verdad. Políticos de los partidos que cita llevaban escolta y muchos estuvieron amenazados y con familiares víctimas.

      Por otra parte denuncia la barbarie de ETA, que sin duda la fue, y obvia la sistemática tortura policial, los atentados del GAL, Batallón Vasco Español, Guerrilleros de Cristo Rey, Grupos Antiterroristas Españoles, Triple AAA el 90% de los cuales están sin investigar o archivados. Considera que «no es nada» 40 años de represión franquicia, encarcelamiento por pensar diferente, palizas, abusos, prohibiciones y sistemática impunidad. Crea daño e impunidad durante 4 décadas y generarás reacciones similares. Una catástrofe con muchos más autores de lo que se pretende vender por algunos.

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  36. Parlache

    ¡Gracias!

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