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Matanzo, el concejal que enterró la movida

  Ángel Matanzo
Ángel Matanzo en un cartel del PIE, tras su salida del PP. (DP)

Me comentaba hace unos días Carlos Galán, capo de Subterfuge, que cuando se vino a vivir a Madrid en 1989 se encontró una ciudad gris donde ya poco rastro quedaba de la movida. El equipo de gobierno municipal que había fomentado todo aquello había caído en una moción de censura del CDS y el PP y se había desatado una ofensiva contra el distrito Centro. En aquellos tiempos, la droga campaba por sus respetos y una población envejecida y en casas viejas y de mala calidad estaba harta de la delincuencia. Sin embargo, el concejal que quiso marcar un antes y un después arremetió contra todo, mercadillos, locales y teatros incluidos. Se podría decir que Ángel Matanzo mataba moscas a cañonazos, pero en realidad no es difícil intuir ánimo de venganza por el relieve que había cobrado la recuperación de la libertad en la capital y cómo todo aquello se había celebrado en los medios. 

Según Enrique Tierno Galván, citado por El País, «era mejor tenerle de amigo que como enemigo». Había nacido junto al mercado de La Cebada, su madre era verdulera y su padre, carnicero. Su primera cuna fue un cesto de fruta. Decía haberlo aprendido todo en la calle, «la mejor escuela». También presumía de ser conocido por todo el distrito como «Angelito», sin embargo, cuando accedió a la Junta Municipal de Centro, ya vivía en Húmera, una zona residencial de Pozuelo de Alarcón. 

Nada más sentarse en el despacho de responsable del distrito Centro, ya avisó de que iba a haber emociones fuertes: «No soy un fantoche y no puedo decir que vaya a solucionar esto como si fuera la Virgen de Fátima. Lo que sí voy a hacer es trabajar como el que más, para que luego te llamen facha por teléfono y amenacen con romperte la cabeza». No por casualidad tenía licencia de armas. Había sido cazador, en una cacería había conocido a Manuel Fraga, el hombre que le hizo entrar en Alianza Popular, y tenía «armas en regla en su casa». Al periodista que cubrió su presentación, le dijo: «Eso sí, quien se meta conmigo en la calle que esté preparado».

Su primera aparición fue en la Plaza del Dos de Mayo. Se celebraba una fiesta para conmemorar el décimo aniversario de la Revolución Sandinista. El concejal se presentó in situ con varias patrullas. La discusión subió de tono y alguien le empujó por la espalda. Matanzo culpó a la policía nacional, que estaba en los alrededores sin hacer nada. Algo sí hicieron, le advirtieron de que la responsabilidad de cualquier alteración del orden público que pudiera acontecer en la plaza era suya. 

Aparte de las fiestas, también apuntó a la venta ambulante. La policía tuvo como objetivo prioritario los tenderetes de bocadillos que se ponían en Gran Vía. Tampoco le gustaban los mercadillos: «Que no me vengan diciendo que todo lo que hay en el mercadillo de Santa Anta es arte. Mucho objeto raro se está vendiendo por ahí, y con todo eso hay que acabar». En el mercadillo de artesanos de la plaza de Santa Ana entró también con la policía, pero esta vez cargó. Hubo tres detenidos y varias personas salieron con contusiones. Por parte de los agentes, doce terminaron heridos. Días después, se supo que Matanzo había autorizado al establecimiento La Suiza la licencia para poner una terraza en la plaza. El propietario era familiar del presidente de las juntas de Moratalaz y Vicálvaro, también del PP. A su vez, la mujer de Matanzo tenía acciones de dos locales de Santa Ana. 

El concejal consideró muy ofuscado que denunciar los intereses de sus familiares como los de otros cargos del PP eran intolerables ofensas a sus apellidos, e hizo la siguiente réplica: «A mucha honra, me apellido Matanzo España, que significa un hombre de mucho honor, y España, que es el país más grande del mundo. Yo podría decir (en alusión a los apellidos del exalcalde, Barranco Gallardo) que barranco es un precipicio y la gallardía es cobardía».

Esta ofensiva murió de éxito. Los productos decomisados fueron tantos que saturaron los almacenes de la policía. Se le ocurrió que se podrían donar a instituciones benéficas. «Si no se da salida a estos productos, se acumulan en exceso y es difícil controlar las existencias e incluso encontrarlos en el caso de que sea necesario». Coger otro almacén tampoco tenía sentido porque se llenaría igualmente. «Lo decomisado bien decomisado está, porque casi todos son artículos robados», zanjó el concejal. Al final, a la policía no le quedó más remedio que bajar el ritmo. 

No obstante, unos quinientos vecinos organizaron una cena en el hotel de la Plaza de Santa Ana en honor a Matanzo para agradecerle la nueva línea. Una mujer le entregó un clavel y le dijo: «Rezo por ti todas las noches, menos mal que hay más policía municipal que pulula por el barrio. Las fulanas tienen que respetar a los guardias; que les dan hasta cachetitos, que lo veo yo». La solución al problema de la venta ambulante en esa plaza al final fue una táctica de la Edad Media: setenta maceteros hexagonales de piedra. Se instalaron, pero un mes más tarde hubo que retirarlas. Ahora las ordenanzas iban contra el concejal, el Teatro Español no podía tener obstáculos en sus salidas. En La Puerta del Sol tomó idénticas medidas. Colocó pinchos alrededor de las fuentes para que no se sentasen los marroquíes que frecuentaban el lugar. 

Contra los bares, primero fueron amenazas. Dijo que iba a cerrar cerca de una treintena del distrito Centro. La sala Elígeme, en la calle San Vicente Ferrer, fue una de las primeras. En realidad, no tenía licencia para actuaciones, pero los dueños fueron los que denunciaron motivos políticos: «Porque somos el local más representativo de eso que llaman movida y se nos considera vinculados al PSOE. Es lógico que piense que, si puede con nosotros, podrá acabar con todos los demás locales de la zona con actuaciones en directo». 

Sin embargo, el problema era que no se había desarrollado una legislación para clubes de ese tamaño, como eran y son los del barrio de Malasaña: «Según la ley, solo las salas de fiestas pueden programar actuaciones, pero para tener esta categoría hay que cumplir una serie de requisitos que, en nuestro caso y en el de otros muchos locales como este, son de imposible cumplimiento, como que la calle debe tener un número de metros de anchura, que no cumple ninguna de Malasaña. El problema es que no hay legislación para salas como la nuestra». Al final, un juez precintó la sala. Cayó junto a Viva Madrid. 

También por cuestiones de licencias se cerró el sex shop «más grande de Europa», el Hollywood, situado en la calle Atocha 70. El pretexto también era que no se podían realizar actuaciones. El mismo que cuando se precintaron Los Sótanos de Gran Vía, donde había conciertos. Después cayó el Ya’sta. Carlos Díaz, el propietario, lo explicó con claridad: «Los Stones comenzaron a tocar en un local londinense que se llama, porque todavía existe, Marquee, en el cual no caben más de quinientas personas, o sea, como mi local. Esto quiere decir que están cortando de raíz donde se genera toda la música, la cuna».

Años después, cuando saltó la Operación Guateque en Madrid, hosteleros de la época denunciaron que los cierres que realizaba Matanzo eran selectivos. Quienes tenían lazos con el concejal no los sufrían, al contrario. En una reunión, el Gran Wyoming le advirtió de que tenía que parar a «los descargadores del mercado de la Cebada de Madrid» porque querían ir a destrozarle el local después de haber insultado a Matanzo. Ese mismo testimonio cuenta también que fue la propia policía la que se hartó de aparecer con las sirenas como si buscara a terroristas internacionales para cerrar bares por denuncias banales. 

Para el verano de 1990, Matanzo recibía amenazas continuamente. Incluso un grupo de okupas llegó a entrar en la Junta de Centro, en la Plaza Mayor. El concejal pidió protección, pero denunció que el responsable de seguridad del Ayuntamiento le contestó que lo que quería era «una guardia petroriana». Este concejal, el centrista Fernando Bocanegra, también dejó de enviar a las patrullas a retirar los puestos de los artesanos de Santa Ana. Empezaron enfrentamientos con los suyos y declaraciones altisonantes. «Cuanto más barro me tiren, más monumentos me harán», dijo, y reconoció que se consideraba el sheriff del centro de Madrid porque «todavía quedan bandidos» y pedía una escoba «con la que acabar con toda la escoria». 

En 1990, por los alrededores de los Jardines de Sabatini y los de Templo de Debod, ya se veían africanos que dormían en la zona. También arremetió contra ellos: «Es bochornoso para Madrid el espectáculo que dan estas personas cuando lavan sus ropas, que después tienden en los setos. Yo no quiero mano dura, sino que se cumplan las ordenanzas y que se respeten los jardines. No es bueno para el país que junto al Palacio Real haya gente lavando ropa. Sea la gente que sea. No se puede consentir que vengan personalidades a presentar cartas credenciales y vean ese espectáculo. Si los africanos no tienen dinero para vivir mejor, que se lo dé Felipe González. Para el Ayuntamiento, lo primero es atender las necesidades de los madrileños. Creo yo, ¿no?». 

Las prostitutas fueron después. La Comunidad de Madrid quiso abrir un centro de acogida en la Plaza del Ángel 14. «No voy a dar el permiso para el centro de acogida de prostitutas porque los vecinos no lo quieren y el pueblo es soberano». A continuación, anunció que la asociación de vecinos se podía «levantar en armas». 

En la verbena de la Paloma tuvo un incidente en un bar. La pelea trascendió a los medios y se le acusó de ir ebrio. En respuesta, comentó: «Si iba borracho era porque había estado con el padre de ellos antes, y se conoce que, con el vaho, me habían emborrachado a mí. Lo escribe usted así, que lo he dicho yo. No puedo beber, por la diabetes, por desgracia, y bebo lo justito, saltándome a la torera muchas veces el régimen. Así que tengan cuidado porque tengo un dictamen médico y les puedo buscar un lío». 

A los del incidente, les advirtió: «Primero es la procesión y luego los gitanos, porque esa gente son unos gitanos a los que voy a poner una querella criminal que se van a enterar». Sobre la persona que iba con él, que fue pateado: «No se lanzó, sino que se defendió, porque le estaban insultando, y no es Jesucristo como para poner la mejilla».

En otoño del mismo año, dirigió en persona una operación policial en la Gran Vía. Se pusieron a cachear a prostitutas y a gente que merodeaba por la zona. No obstante, no hubo detenidos. Una semana después, hizo lo mismo en Santa Ana. Su explicación tuvo su eco en El día de la bestia poco después, pues declaró: «hay que dejarse de ideologías y limpiar Madrid». El eslogan de los terroristas neonazis de la película de Álex de la Iglesia. Entonces, su actuación fue más modesta. Con cinco dotaciones policiales, todas las que había en el distrito, decomisó «unas bandejas de paella y marisco que olían a podrido», además de catorce bocadillos, una bolsa de pan, dieciocho cucharas de plástico, tres bandejas de arroz con gambas y catorce paquetes de Marlboro. Después de estos acontecimientos, Matanzo se quejó de que la policía había desconectado los teléfonos para que no pudiera llamarles. En la primavera del 91, ya tenía tres almacenes llenos de objetos decomisados. 

Poco después, se supo por una denuncia de la sección de UGT de la policía municipal que se estaban empleando agentes de paisano y vehículos camuflados para protegerlo. En cambio, sus relaciones con la Iglesia fueron excelentes. En mayo del 91, entregó al cardenal arzobispo, Ángel Suquía, un donativo de un millón y medio de pesetas que había obtenido «en un campeonato de mus». Con Matanzo, las misas al aire libre en la Plaza del Dos de Mayo volvieron a celebrarse después de dos décadas. 

Ese verano tuvieron lugar sus actuaciones más recordadas. Aseguró que estaba dispuesto a fletar autocares para trasladar las prostitutas a Sevilla o Barcelona. Tuvo que salir su compañero de partido Aleix Vidal Quadras, después fundador de Vox, a decir que su actitud era «disparatada». En plena noche, en otra aparición de vigilante con la policía, detuvo a veintiocho personas y roció con zotal las esquinas para «ahuyentar» a las prostitutas. Tres días después, se presentó en la Asociación para la Reinserción de la Mujer Prostituida y recorriendo las instalaciones le fue enumerando a la directora que las ventanas metálicas o la elevación del suelo le permitían cerrar el local. A finales de ese mes, Jesús Gil organizó un homenaje al concejal en Marbella al que asistieron setenta personas. 

En septiembre, acudió de nuevo en persona a tapiar un solar en el que dormían mendigos y toxicómanos. Esos días, en el contexto de la huelga de las trabajadoras del servicio de ayuda a domicilio, Matanzo calificó de «maricón y terrorista» al sindicalista de CCOO, Rafael López. A base de decretos, también clausuró el local en el que Cogam (Colectivo Gay de Madrid) tenía su oficina en la calle Carretas. Dijo temer «que cualquier día los vecinos salgan a la calle. Hasta ahora, yo mismo les he pedido tranquilidad, pero no sé hasta cuándo voy a poder pararlos». Consideró que el centro tenía una finalidad muy diferente: «Es una barbaridad pretender recuperar a unas personas que han nacido con esa condición. Incluso va en contra de la Constitución. Si son así, es porque no pueden ser de otra manera o porque ellos lo han aceptado y nadie puede obligarles a que cambien. Hay muchos homosexuales que saben estar y tienen sus lugares de reunión y no les hace falta que les monten un sitio. Hay muchos parapléjicos que necesitan atención, ancianos a los que se puede apoyar y que están reclamando ayudas, alcohólicos que se pueden recuperar con tratamientos adecuados. El dinero que se emplea en apoyo al colectivo gay se podía aplicar para investigar enfermedades como el sida . Si ahora ocurre algo con estas personas que tienen un factor de riesgo importante, será responsabilidad de Elena Vázquez (consejera de Integración Social de la Comunidad de Madrid)». 

A finales del 92, los objetivos fueron cerrar Consulado y Bocaccio y el resto de sex shops, porque «atraen la droga y la corrupción». En el Rastro, se pasó a decomisar la mercancía de los puestos políticos. Uno de ellos fue el de la CNT, a la que se le retiraron treinta y dos libros y cuadernillos y pegatinas. También cayeron once pensiones y sancionó a un centenar de bares de Huertas. Como nota curiosa, el 20-N de 1992, se supo que el consejero de Matanzo, Miguel Bernard, impulsó la fusión de la ultraderecha en un solo partido. Muy pocos días atrás, el 13, un neonazi había asesinado a Lucrecia Pérez

En enero de 1993, una obra en el teatro Alfil caricaturizaba a Matanzo como sheriff . El local abría de madrugada, por lo que el concejal encontró motivos para cerrarlo de noche, pero la obra que hacía referencia a él estaba programada a las 22:30. Admitió que actuó contra el teatro porque se había enterado de que se reían de él, momento en el que descubrió que por la noche se servían copas y decidió clausurarlo. A la cadena SER, que cubrió el tema, le dijo que «tuvieran cuidado», ya que su sede está en Gran Vía. Cuando El País le preguntó si quería cerrar el teatro, contestó «yo no lo cierro, lo cierran los cerrajeros». E insistió: «No me busquen las vueltas, que les juro por la memoria de mi pobre padre, que tengo enterrado, que voy a por todas, que no es de broma esta vez, no jueguen conmigo, que detrás de esto viene otra cosa más gorda». 

Pedro Ortiz, el concejal de Cultura, sin embargo, acudió a abrazar a los actores y manifestó: «He dicho al alcalde que es el momento de demostrar que el PP es un partido de centro, sensible a la libertad cultural, y no un partido de derecha dura, cercenador de esa libertad y de la democracia». Los actores se encerraron en el local. 

Con Sabina tuvo un precioso intercambio de pullas muy enriquecedor, le dijo en Onda Madrid al cantante después de que este hablara de los últimos sucesos: «No voy a tolerar que un golfo de mierda, así de claro, que, presumiendo de cultura y de arte, me insulte siempre que pueda. Si él me llama chulo, yo le digo que chulo de su hermana; si me llama burro, que me parezco a su padre, y si me insulta le digo que recuerde lo que hacían los romanos con las sabinas». Y siguió con Loles León: «No tiene lo que tiene que tener para insultarme delante de mi mujer, y yo le garantizo que ese medio metro de mujer va a ver lo que es la mujer del concejal, a lo mejor no lo vuelve a hacer en su vida».

Llegados a este punto, José María Aznar dio orden a Matanzo de «no entrar en polémica con nadie». En la Cope, Jesús Aguirre, duque de Alba, defendió al concejal y amenazó con ponerse al frente de una manifestación si le pasaba algo. El balance del aristócrata de la legislatura no podía ser mejor: «Antes en la plaza Mayor no había más que mugre y crimen potencial, y ahora se pueden comer huevos fritos en el suelo». También recibió constante apoyo de sus vecinos y, cuando su cargo estuvo en entredicho, se manifestaron a su favor. El concejal siempre se reunía con todos los que podía en su despacho y trascendió que a muchos les ayudaba con su propio dinero. No le faltaba, decía que le habían tocado treinta millones de pesetas de un décimo que le regaló una lotera a la que ayudó a que no le cerraran el puesto, el diario ABC lo tituló «Matanzo protagonizó con la lotera Luisa Juste un cuento de Navidad». Tres años más tarde, le volvieron a tocar trescientas mil pesetas. Esto sin contar los premios procedentes de partidas de mus.

Finalmente, el alcalde Álvarez del Manzano hizo oídos sordos y le apartó de su puesto. También a Ortiz, con la ley del péndulo. La nueva responsable del distrito Centro, María Antonia Suárez, cuando el teatro Alfil volvió a presentar una obra que se mofaba del Ayuntamiento, Culebrón portátil, obligó al local a mejorar la insonoridad con un gasto de millones de pesetas. 

El día del cese, Matanzo rompió a llorar sobre el hombro del alcalde, concretamente, cuando se dio cuenta de que no iba a poder presidir la procesión de La Paloma. En la cena que hizo con sus colaboradores en un restaurante, acudieron policías «a ponerse a sus órdenes». Días después, como no salía de su despacho, se dio orden de cargar en camiones todas sus cosas y se enviaron a una sala del Ayuntamiento donde estaba su nueva oficina de abastos y mercados. Matanzo declaró tras este incidente que ya no quería ir a los plenos: «No quiero venir aquí [al pleno municipal] solo a levantar la mano. Estoy con la Almudena, el Cristo [un crucifijo] y el viaducto para cuando me tire». También denunció que en ese nuevo despacho le pinchaban el teléfono. 

Después, llegó a ser presidente del matadero municipal. Allí sus luchas fueron otras «Yo lo he dicho siempre, desde la época de Franco: la mayor estafa permitida por el Gobierno es meter droga al ganado. Eso es engañar al pueblo. [pero] El clembuterol no afecta a la carne, solo a las vísceras, así que no hay por qué retenerla. Al final van a salir las reses andando, pero por los gusanos». 

Su caída total se produjo cuando se pasó al grupo mixto; un grupo mixto que integraba él solo. Otro genio de aquel tiempo, Ruiz-Mateos, ofreció a Matanzo ir de número uno en una lista apadrinada por él, que iría a por la Comunidad. No aceptó en principio, pero le devolvió los elogios con un valioso consejo a su partido: «El PP tiene que reaccionar, recoger a las personas válidas, como Ruiz-Mateos, y es entonces cuando yo creeré que mi partido es lo que yo soñé y el proyecto político en el que yo pensé». Tras estos primeros coqueteos, al final sí que aceptó. Incluso propuso unas siglas muy del gusto errejoniano, DEMA (De Madrid). Cuando lo anunció, el alcalde Álvarez del Manzano le rogó que se decidiera entre el PP y Ruiz-Mateos y admitió sentirse «muy dolido» con su marcha. En su último pleno municipal, Matanzo le dijo al alcalde: «Espero que hoy cuando oiga el pregón de la Semana Santa pueda mirar a nuestro padre Jesús a la cara como yo lo voy a mirar».

Esto fue en 1994. En 1995, se unió Plataforma de los Independientes de España (PIE) con el doctor Cabeza, expresidente del Atlético de Madrid y tertuliano televisivo, de número uno. El doctor Cabeza, en su primera intervención pública como candidato a la Comunidad de Madrid, acusó a Alberto Ruiz-Gallardón de «haber hablado con los homosexuales». Matanzo, en la campaña, aludió a los famosos chirimbolos franceses que se colocaron como mobiliario urbano por toda la ciudad: «para dar la publicidad a los franceses que nos pisan la fresa, se la doy a los taxistas y que tengan un medio de vivir». Le votaron doce mil personas. 

En 1997, pasó a PADE, partido del antiguo compañero popular Juan Ramón Calero. En 1999, hubo un cambio más. Ángel Matanzo se presentó como candidato a alcalde por Alianza por la Unidad Nacional, el partido de Ricardo Sáenz de Ynestrillas, procesado por homicidio en grado de tentativa en ese momento. 

Falleció en Pozuelo de Alarcón en 2017. 

Una de sus aficiones menos conocida era la poesía. Escribió cerca de ciento cincuenta poemas.

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14 Comentarios

  1. Yo viví las cargas contra los artesanos de la plaza de Santa Ana (tenía amigos con puestos allí, que los perdieron, claro) , y efectivamente se comentaba que tenia interes en acabar con el mercadillo porque habia cobrado de los hosteleros de la plaza por los «servicios prestados» . Menudo cabrón con pintas, era el Matanzo.
    Siempre me sorprendo con que el nivel canallesco de la derecha madrileña nunca les haya costado votos, más bien al contrario, hay gente que la chuleria de sus politicos les hace sentirse orgullosos, berracos. Como si la politica municipal fuera una guerra de conquista.

  2. Este personaje no merecía una frase.

  3. El titular es totalmente tramposo. Hay bastantes actuaciones más que discutibles del concejal Matanzo que criticar como para echarle la culpa de la muerte de la movida en la que no tuvo ni arte ni parte porque cuando fue concejal de centro de aquello ya no quedaba nada

  4. Ataúlfo Llàdor

    Bonito precursor de la burricie que desde entonces tanto ha influido, con algún paréntesis, en los gobiernos de la ciudad y de la comunidad de Madrid.

  5. Andrea Moss

    Tenemos todos claro que Ayuso tiene el mismo perfil que Matanzo, y que cuando pierda las elecciones el año que viene habrá que mandar a los GEO a sacarla de su despacho, ¿verdad?

    • Sigue soñando… Vivís en una realidad distinta al resto la gente de izquierdas. Lo cual no es necesariamente malo, ojo, al contrario. Mientras seguís en Narnia la Madrid real sigue votando a quienes nos mantienen alejados de vosotros (¡Por largo tiempo!)

  6. Matanzo siempre fue un bruto feroz, representante de una cortedad de miras y un catetismo que siguen vivos y que son indignos de la capital de una nación europea en el siglo XXI.

  7. Manuel Queimaliños Rivera

    Su nombre lo define. Por una vez, el nombre define al hombre. Acierto pleno.

  8. Básicamente en los años 80 el centro de Madrid era un estercolero, por mucha o poca movida músico-cultural que hubiera. Y la gente como el articulista pasa de soslayo que gente como Matanzo, por muy maleducado que fuera, era muy popular entre los cuidadanos que vivían (trataban de vivir más bien) el día a día allí y que querían que sus barrios fueran mínimamente vivibles.

    Ya sé que es más chachi piruli decir «¡¡Que se coloque todo el mundo!! , sobre todo entre cierta gente que vive en Somosaguas, Aravaca o Pozuelo (jeje muchos vecinos de Matanzo) y va a divertirse al centro de Madrid para luego volver a sus chalets maravillosos, pero quedan allí los ciudadanos modestos que ven sus barrios degradarse año tras año.

    Pero claro, es complicado explicarle eso a gente que todavía no se explica por qué SU izquierda no gana en Madrid desde el Neolítico.

  9. Yo, por edad, no viví la época de la movida de manera plena (esos años me interesaba más Espinete), pero un compañero de trabajo y amigo, que ejercía la abogacía por esos años con despacho por la zona, lo que me ha contado tiene que ver con pisos patera de filipinos, mañanas que empezaban por recoger jeringuillas con mucho cuidado del portal y otras cosas por el estilo. De Matanzo no me ha hablado ni bien ni mal, así que tendré que preguntarle la próxima vez que quedemos.

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