Ciencias

¡Atención!

Atención víctima capitalismo

La atención es la capacidad de mantener un proceso mental, en el tiempo y en el espacio, a pesar de estímulos distractores. Por proceso mental me refiero a cualquier tipo de actividad cognitiva, una entre las muchas tareas perceptivas, analíticas o mnemónicas que lleva a cabo nuestro cerebro, y que la psicología intenta identificar y clasificar en habilidades específicas. Mantener en el tiempo quiere decir sostener esa actividad un lapso suficiente para que pueda dar un resultado útil, y mantener en el espacio se refiere a que, en general, este foco de atención tiene que centrarse en algo que esté localizado y definido (un espacio que puede ser físico o mental). Los estímulos distractores pueden ser externos, cuando proceden del mundo sensorial, o internos, cuando se asocian a vagabundeo mental y rumiaciones.

Con estas premisas, tenemos que reconocer que la atención es una capacidad crucial de nuestra mente, porque, sencillamente, limita todas las otras capacidades. Es decir, uno puede tener una excelente habilidad de cálculo, lingüística, de visualización o de razonamiento, pero si no es capaz de mantenerla activa durante más de unos pocos segundos, no le va a servir de mucho. Es decir, la atención es un factor limitante de nuestra capacidad cognitiva general. Un cuello de botella. Tener poca atención es como tener un grifo estrecho: solo puede salir poca agua cada vez. La mayoría de los comportamientos clave de nuestra especie tan sapiente, dependen, de hecho, de la capacidad atencional, que es la base de los procesos de aprendizaje y enseñanza, producción y uso de herramientas, desarrollo social, o análisis y solución de problemas. Por ende, tenemos que suponer que nuestra capacidad atencional ha sufrido importantes cambios a lo largo de la evolución humana, teniendo además una relación muy íntima con procesos más profundos que implican conciencia (darse cuenta) y consciencia (percepción de sí mismo). 

A pesar de este rol crucial, la atención es también un factor complejo y complicado, con lo cual su biología y su definición siguen sufriendo bastantes incertidumbres y zonas de sombra. William James, un pilar de la psicología moderna y un estudioso con una increíble capacidad de visión, dijo que todo el mundo sabe qué es la atención, y tenía razón. Otra cosa es dar una definición coherente y completa, y saber qué pasa en las entrañas del cerebro cuando activamos el foco atencional. Sobre todo porque está claro que «atención» es un término muy general, que en realidad agrupa procesos y mecanismos muy distintos. De hecho, se supone que existen por lo menos tres redes atencionales, una para la alerta general del organismo, otra para filtrar las informaciones que recibe, y otra más para gestionar intencionalmente sus recursos mentales. Sin contar con que todo ello a veces se aplica a las señales que entran desde fuera (procesos bottom-up: el ambiente llama la atención del cerebro), y a veces a los propósitos que diseñamos por dentro (procesos top-down: el cerebro escanea intencionadamente el ambiente). En todos los casos, la atención es una parte fundamental de esa interfaz compleja que regula, equilibra e integra nuestro cerebro con el ambiente que nos rodea, cuerpo mediante. Así que ya tenemos dos roles cruciales para la atención: factor limitante de todas las otras habilidades mentales, e interfaz entre cerebro y ambiente. Suficiente para llegar a una conclusión tajante: hay que cuidarla.

La psicología ha otorgado desde siempre un papel central a la atención, pero el asunto se va haciendo cada vez más crítico. Por un lado, aumentan las evidencias científicas que destacan su importancia, y al mismo tiempo aumenta la evidencia de que nuestros modelos culturales están afectando seriamente nuestra capacidad atencional. Como ocurre con la comida o con el medio ambiente, también en el caso de la atención nuestra economía se fundamenta en su degradación, en lugar de propiciar su desarrollo. A nivel de divulgación, hace unos años Daniel Goleman publicó Focus, un libro sobre la importancia de la atención en el contexto individual y social, con ejemplos que incluyen aplicaciones en las escuelas, en los hospitales o en las cárceles. Recientemente, Charo Rueda ha publicado Educar la atención, para subrayar el papel de la atención en el desarrollo infantil y escolar. Y, recientemente ha visto la luz El valor de la atención, de Johann Hari, un libro que representa, en mi opinión, una señal de cambio bastante interesante.

Johann Hari es un periodista de renombre, conocido por haberse metido en berenjenales bastante peliagudos, desde las guerras de las drogas hasta la depresión. Y no es alguien que actúa ajeno al sistema: las críticas entusiastas de la contraportada del libro están firmadas por Oprah Winfrey o Hillary Clinton, que no son precisamente especialistas en ciencias cognitivas, pero son iconos del sistema estadunidense y que avalan la maniobra por parte del mainstream occidental. Hari entrevista a científicos de campos muy distintos y localiza doce factores estructurales de nuestra cultura que están perjudicando profundamente nuestra capacidad de atención, y que incluyen la velocidad y filtrado del flujo de información, el cansancio físico y mental, el desplome de la lectura, el papel de las divagaciones mentales, las empresas tecnológicas, el estrés y el estado de alerta constante, la dieta, la contaminación, o los modelos de educación y protección de los niños. Todos sabemos que estos factores son importantes, pero hay que decir que, leyendo este libro, descubrimos que tal vez no imaginábamos hasta qué punto es grave y preocupante la situación, incluso a corto plazo. Entre los doce factores, sorprenden las dinámicas del «capitalismo de vigilancia», es decir, el mercado de internet y de las redes sociales. Es un sistema económico que se basa en la degradación de tu atención: cuanto más se merma tu capacidad atencional, más dinero gana la empresa. En este preciso momento hay hordas de psicólogos e informáticos que están diseñando métodos y aplicaciones más potentes para dañar cada vez más tu atención. Los que lo logran ganarán más dinero, y los que no lo logran probablemente serán despedidos. Los que se plantean cuestiones éticas acabarán despidiéndose, para no participar en el banquete caníbal que devora la capacidad mental de sus congéneres.

También impacta reflexionar sobre cómo los niños actuales viven una existencia con una agenda ya preparada y sobreprotectora, sin poder tener todas aquellas experiencias (el juego libre, los retos de la calle, las dinámicas jerárquicas, sacarse de apuros, inventar, explorar y descubrir) que, en un primate, son necesarias para desarrollar una oportuna estructura mental, perceptiva y emocional. Estos niños son como los macacos de los laboratorios, que nacen en una jaula y viven su desarrollo en un ambiente constreñido y artificial, sometidos a tareas y pruebas constantes. Sin su ambiente físico y social, el animal no puede recibir aquellos estímulos que, conforme un programa evolutivo de millones de años, son indispensables para activar y canalizar la formación de su capacidad mental.

¿Y cuál es la capacidad que regula todas las otras? La atención, que, cuando se merma, desconecta al individuo de su ambiente, y lo deja, incapaz y pasivo, a la merced de cualquier manipulación ajena. Y así se genera una la tormenta perfecta, una pescadilla que se muerde la cola: el sistema (económico y social) merma adrede la capacidad atencional, y la merma atencional promueve el sistema que se sustenta en el deterioro cognitivo. El mercado genera adictos dependientes, que a su vez fomentan el incremento de ese mismo negocio. Todo ello a la luz de una falsa libertad democrática: avalado por el respaldo institucional, cultural y social, el adicto cree que es libre de decidir, y de una forma supuestamente consciente decide picar en todos los cebos que le ofrecen, empeorando su situación y volviéndose más enfermo y dependiente. La atención es, hoy en día, un recurso natural más que las empresas saquean de forma despiadada e irresponsable. Un bien tan personal que en las lenguas latinas, cuando se usa, habría que devolver (prestar atención), mientras que en las anglosajonas se puede, de hecho, comprar (to pay attention). Al lado de estos factores intencionales (y, por tanto, criminales), no tranquiliza saber que hay otros (como una mala dieta y una contaminación cada vez más intrusiva) que, a pesar de no estar intencionadamente dirigidos a degradar nuestra atención, son igualmente peligrosos para su delicada integridad. 

A raíz de todo ello, Hari llega a una conclusión subversiva: considerando que todos estos factores ya están profundamente integrados en nuestra cultura, que todos ellos están vinculados a ganancias económicas, y que muchos de ellos son intencionales, la única respuesta significativa es una respuesta masiva y social. Es decir, intentar contener todo ello a nivel individual, cambiando nuestros hábitos y fortaleciendo nuestras defensas, puede aportar pero no resolver la cuestión. Es un asedio continuo y potente, coordinado por multinacionales que cuentan con ejércitos de profesionales, con lo cual no hay defensa personal que pueda con ello. Tiene que reaccionar la sociedad misma, tal y como se hizo y se hace por las desigualdades y los derechos, el cambio climático, o los abusos de la política. Hari apela a una «revolución de la atención», donde la sociedad se hace cargo de una lucha contra los intereses todopoderosos que están estrechando el grifo de nuestra capacidad mental, antes de que lleguen a cerrarlo. Y se pregunta incluso si todos aquellos problemas sociales a los que estamos acostumbrados a enfrentarnos (sexismos y racismos, guerras, abusos laborales y dictaduras económicas y políticas) pueden ser, en cierta medida, el resultado de una incapacidad atencional. Una mente atenta y despierta nunca apoyaría cierta clase de procesos o de dinámicas, y si estas ocurren es porque hay demasiadas mentes que están dormidas y distraídas. Así como la atención es el factor limitante de la capacidad cognitiva de un individuo, es también el factor limitante de la capacidad cognitiva de una sociedad. 

Ahora bien, reconociendo la importancia de una respuesta social, creo que tampoco hay que descartar o minusvalorar la respuesta individual. El mismo Hari se cura en salud con meditación, yoga, y una larga serie de prácticas que aumentan la capacidad individual de defensa. De hecho, la respuesta social e individual no son excluyentes, se potencian la una a la otra, y desde luego ambas se necesitan mutuamente. Y esto sin considerar un elemento fundamental: la respuesta social es algo que, si funciona, da resultados a medio o largo plazo, que a veces se traduce en años, décadas, o siglos. Nosotros, los individuos, aunque tenemos que comprometernos con ella, no tenemos tanto tiempo para esperar, y no nos queda otra que, a la vez, intentar aplicar una estrategia personal en nuestra propia vida cotidiana. Mientras que diseñamos la respuesta social, es necesario protegernos, fortalecernos, y crear nuestro propio refugio, en nombre de nuestro bienestar y del éxito de nuestras acciones colectivas.

La meditación es, en este sentido, la práctica por antonomasia que, en toda época histórica y en casi todas las culturas humanas, se ha desarrollado, en formas distintas, precisamente para entrenar nuestra capacidad atencional, y ponernos en una posición de conciencia y consciencia suficientemente equilibrada como para no caer bajo el ataque continuo de los vaivenes externos (las dificultades de la vida) e internos (las infinitas rumiaciones de nuestra mente indómita). Y no es una casualidad que la principal práctica meditativa, que en occidente llamamos mindfulness, se traduzca como práctica de la atención plena. Cincuenta años de evidencias científicas respaldan su eficacia, analizando y describiendo sus efectos a nivel de capacidad atencional, de resistencia y resiliencia física y mental, y de estabilidad emocional y psicológica. Todo ello quiere decir, sencillamente, bienestar. Además, es una práctica dichosamente gratuita, que requiere solo el propio cuerpo y la propia voluntad, con lo cual parece, de entrada, algo interesante de tantear para quien quiera mejorar su condición personal, sea cual sea.

En su insistente incitación a una respuesta social, Hari llega incluso a plantear algunas críticas a la respuesta individual, y a la meditación en particular, avalando una posición que a menudo ostentan periodistas escépticos y complotistas de salón, y que merece la pena considerar aquí. La versión ligera de la crítica es que la meditación vale solo para los que están bien acomodados en sus casas de burgueses privilegiados, comiéndose el tarro con problemas finos y profundos que no atañen a la supervivencia básica. Es decir, el entrenamiento cognitivo sirve más bien a quien tiene el pan asegurado, y no tiene que enfrentarse a los desastres de la vida. Evidentemente la crítica es estéril en sí misma, porque una mejoría de tu propia capacidad atencional viene bien a quien sea, independientemente del grado de problemas que pueda tener. Esto no quiere decir que un entrenamiento atencional resuelva todos los problemas, pero siempre será un complemento útil, cuando no crucial, para enfrentarse a las dificultades del momento y para mantener una visión despierta que evite (o limite) las dificultades del futuro. La versión más pesada añade un complot: siendo la aceptación un elemento base de muchas prácticas meditativas, hay quien propone que la están promocionando los sistemas capitalistas para aturdir a los trabajadores y llevarlos a aceptar su explotación y sus condiciones laborales injustas y deshumanas.

Evidentemente, esta crítica se alimenta de una información burda y muy superficial sobre el concepto de «aceptación», que no tiene que ver nada con dejarse explotar descaradamente. Aceptar la realidad no es resignarse, sino solo reconocer que en cada momento las cosas son como son, no perderse en rumiaciones y sufrimientos sobre cómo deberían ser, actuar con lo que uno tiene, y tomar las riendas de tus propias decisiones. Es decir, la aceptación del presente es la clave para poder tomar conciencia de nuestra situación, y obrar a favor del cambio. No es una casualidad que una de las terapias que se proponen en psicología a partir de los principios del mindfulness se llama Terapia de Aceptación y Compromiso, y tiene como acrónimo ACT, «actuar», porque cada camino que aumenta la propia capacidad de conciencia tiene que llevar, finalmente, a una acción, para propiciar el cambio. Así que la aceptación practicada gracias a la atención plena es precisamente lo contrario de lo que critican algunos tertulianos en salones y revistas: aceptar es tomar conciencia para activar un proceso de cambio que acabe (o limite) los problemas, tanto individuales como sociales.

Presentar la meditación como una maniobra de domesticación capitalista es un fallo bastante gordo por parte de cierta prensa de renombre, que despierta sospechas sobre un descuido tan superficial. De hecho, puestos a conspirar, yo me decantaría más bien por otro tipo de trama, bastante más sensata: considerando el tamaño descomunal del mercado farmacológico actual asociado a estrés, ansiedad, depresión y trastornos de la atención, proponer algo que puede redimensionar el problema de forma totalmente gratuita puede realmente asustar a los que se forran, económica o políticamente, a costa de un estado crónico de insuficiencia cognitiva. Nada nuevo, solo que a día de hoy resulta cada vez más complicado de encubrir, y más prioritario reconocerlo. Si ya lo decía Gandhi: la libertad exterior que podemos alcanzar depende, sobre todo, del grado de libertad interior que podemos adquirir.

***

Otros artículos míos sobre estos temas estaban disponibles en la página web de la revista Investigación y Ciencia. Hace poco, la multinacional de la prensa científica Springer Nature compró la revista, para cerrarla. Era la principal revista de divulgación científica en español, que es la segunda lengua materna hablada en este planeta. Además de cerrar la revista, Springer Nature ha eliminado todos sus archivos, es decir cincuenta años de publicaciones en papel y un par de décadas de publicaciones online. Curiosa operación de mercado, y desde luego, preocupante. Mis cuarenta y pico artículos, desde entonces, ya no existen. Esto pasa cuando los intereses económicos y las multinacionales gestionan las cosas de la ciencia. Y, también en este caso, la respuesta debería de ser masiva y social.

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19 Comentarios

  1. Es de agradecer una exposición clara de la lamentable manipulación y abuso que sufrimos a través de la actual cultura del consumismo desbocado (en todo caso fruto de gente sin empatía a la que no le importamos lo más mínimo). En la cultura tradicional china esto se correspondería con el «Sheng» que es esa capacidad de atención, que cultivada a través de la quietud y meditación crece hasta convertirse, al menos en pasos intermedios, en intuición que nos permite discernir y diferenciar qué cosas necesitamos o cuándo algo no es correcto o de alguna manera está corrupto.

    La propia identidad es lamentablemente aplastada por ese abuso de la cultura neoliberal. La atención se ha convertido en un bien precioso que nos está siendo robado y en última estancia nos convierte en esclavos tanto psicológicamente como espiritualmente y por supuesto física o materialmente de cosas que no necesitamos. Los objetos nos sirven para sobrellevar las dificultades de la vida, pero son utilizados para primero generar deseo y posteriormente obligarnos a invertir nuestros recursos en manternerlos y por último hacernos sentir dependientes de algo que apenas necesitábamos. Es por ello que ese robo de la capacidad de atención (a través de todos esos aspectos mencionados en el artículo) acaba quitándonos también atención sobre nuestro verdadero yo y por tanto nuestra verdadera identidad. La cantidad de enfermedades mentales que nos acechan son difíciles de evitar, ya que están en muchas personas a nuestro alrededor (narcisistas en la familia, el trabajo, etc…) que acaban por robarnos esa vitalidad necesaria para entender esas dificultades propias de la vida.

    Creo que es necesario entresacar ciertos valores del liberalismo y el capitalismo, donde el propio esfuerzo y competecia o meritocracia son valorados y es correcto apoyarse en ellos para entre otras cosas, una vez correctamente establecidos, posteriormente ayudar y favorecer a los demás, frente al resto de mierda que introducen estos sistemas en la gran mayoría de las vidas de la gente.

    Gracias señor Bruner por un artículo tan lúcido.

  2. Ma. Aurora Rubio Hernández

    Y no habrá manera de conseguir sus aportaciones científicas de alguna manera?

  3. Brillante!

  4. Muy buen articulo.
    Me quede con ganas de más!

  5. Terrible lo ocurrido con Investigación y Ciencia. Yo fui suscriptor desde el comienzo, y lo fui un tiempo cuando se editó en versión digital. Ahora, conservo todos los números editados en papel, pero el público en general ha perdido todo el acervo y la evolución del conocimiento científico desde 1976. Es lo que nos espera de esta supuesta cultura digital en mano de multinacionales o empresas sin escrúpulos. ¡Pueden volarlo todo de un plumazo! Por lo demás, este artículo es brillante y nos coloca en el espejo del presente y del futuro. ¡Gracias! Y que los dioses nos amparen.

    • Joaquin Vega

      Los que conocomos el floppy disk sabemos por experiencia que todo puede desaparecer de repente. Arrastro una pequeña obsesión por los back up desde entonces

  6. Francisco Clavero Farré

    Bueno, lo de la revista, ¿qué decir? O nos defendemos activa y conscientemente, atención mediante, o, como dicen arriba, que los dioses nos amparen.
    Como profe, ya jubilado, vi los estragos en la capacidad de atención de mis alumnos: no es que fueran tontos, sólo distraídos. Los de familia lectora se salvaban, se ponían a leer, se abstraían, una minoría.
    La vida moderna tiende a destruir la atención, son muchas las imágenes inmediatas. Un ejemplo: muchos, demasiados, hacen turismo histórico-artístico: ciudades hermosas, monumentos, museos. Es entrar al museo, El Prado, o al monumento, Panteón de Roma, son ejemplos, y empezar a disparar; no usan los ojos, ni la cabeza, sólo la máquina de sacar imágenes. Es especialmente idiota porque son imágenes que nadie, ni ellos mismos, mirarán. Vamos, tienen ojos y los desprecian; evidentemente éstos son instrumento de una mente pensante, atenta. Creo que pese a todo quedará una minoría que clamará: ¡mi cabeza, mis ojos, mi atención! Cuando esa minoría deje de existir, mejor dejar el mundo a las cucarachas o las medusas: sería un mundo más digno, al menos.

  7. C. Serrano

    Muy bien artículo en todos los aspectos: cómo está articulado y razonado, su construcción científica y la manera de abordar el tema. Se agradece leer cosas así.
    Una sugerencia nada más: cuando se habla de la respuesta individual a los mecanismos de falta de atención, se menciona la meditación, pero centrándose en esta corriente orientalista que también ha sabido vender el capitalismo occidental. La introspección siempre ha estado presente en nuestra cultura occidental, mediterránea e ibérica. La visión elementos como el yoga o el mindfulness (Om) en nuestra culta resulta casi aberrantes descontextualizada de la forma de entender la vida que hay en las culturas orientales. Creo que está bien «vender» el producto local.

  8. Tengo unos años de I+C en papel que voy a tener que tirar por falta de sitio de almacenamiento. Pero me resisto a ello, alguna opcion?

  9. Muy interesante el artículo Emiliano. Necesitamos escritos así para no desfallecer. El asunto de la atención para los que hemos dedicado toda nuestra vida profesional a la educación de personas con y sin discapacidad siempre nos ha inquietado. Y sobre todo esa atención que empieza en el propio cuerpo a través de procesos sensoperceptivos. En nuestra pirámide del desarrollo (Lázaro y Berruezo, 2009) se construye desde las estimulaciones básicas y florece en la etapa perceptivo-motriz. Saludo los libros que mencionas porque Charo Rueda, autora del libro Educar la atención con cerebro, estuvo en nuestras últimas jornadas de Psicomotricidad y Comunicación celebradas en marzo pasado con el lema Educación y pantallas: ¿uso o abuso? Y coincido también en la importancia del mindfulness y de la respiración para hacer más confortable ese refugio que habitamos para combatir el asedio de esas multinacionales que saquean nuestra atención. Muchas gracias por tus aportaciones.

  10. Pues si el articulo enlaza bastante bien el problema (la falta de atención) con la solución (mindfulness, meditación, introspección). Algunos añadidos con correcciones.
    1.-En cuanto al nombre del problema (falta de atención) yo daría un paso mas llendo a un nombre cercano y le llamaría falta de CONCENTRACION. La concentración es el fenómeno principal del mundo. El fenómeno/actividad que más mejora el mundo a día de hoy y el que más cuesta: Tanto a nivel individuo, como empresa o país. Incluso el Universo tiende y debe tender a la concentracion (Bing Bang y Big Crunch)
    2.- En cuanto a la causa del problema tu hablas del mercado capitalista (especialmente el de los medios de comunicación y redes sociales), causa que yo no conozco y es muy probable que sea cierta. Pero yo te daré otra causa (causa de tipo económico, es decir una causa que esta en la actividad laboral que hacemos la mayor parte del día) de nuestras poca capacidades corporales de atención/concentración que estoy seguro que es cierta. Nuestros cuerpos, y los ojos especialmente y primero por se el primer canal de información que tenemos, llevan solo 12,000 años (frente a 3,000 millones de años de evolución de la vida) con poca necesidad de concentración. Llevan solo 12,000 años praticando una actividad laboral con una actividad fija en punto espacial fijo a partir del inicio de la agricultura. Antes de la agricualtura , y desde las celulas iniciales hasta la caza y recolección del homo sapines, los seres vivos literalmente vagaban todo el día por todo el planeta en busca de su sustento. Luego llegarían actividades laborales todavía mas fijas como la industria y los servicios en oficinas. Pues bien, las famosas visualizaciones de los ojos (esos anticipos del futuro o recuerdos del pasado) son solo dificultades temporales (pocos segundos) de los ojos y la corteza visual de procesar (concentrarse) en el campo visual que tienen a 1 o 2 mts de distancia del cuerpo, Contrafactual: si fuésemos capaz de procesar la visión externa cercana al 100 % y todo el día adiós a la visualización. No tendríamos necesidad alguna de técnicas de concentración, meditación y mindfulness. Pero los ojos y su corteza visual no tienen esa capacidad simplemente porque llevan poco tiempo haciendo. Repito: solo llevan 12,000 años frente a 3,000 millones. Puede que necesitemos otros 12,000 años para que tengamos una atención/concentración plena ‘’natural’’ sin necesidad de mindfulness o tecnicas similares. Lo anterior es materialismo (la cuasa del lo que sucede en el cuerpo viene del exterior) y ademas materialismo económico. La estructura económica y lo que hacemos en ella la mayor parte del día de actividad diurna es la que manda y es la que moldea incluso a nuestro propio cuerpo y sus capacidades
    3.- Solución social y soluciones individuales. Tienes razón, en contra del autor Johann Hari que mencionas, en que aunque existen causas sociales que fomentan desatención/desconcentración, causas que yo que soy un socialista igualitario radical se que habrá que resolver si o si por mucho mindfulness que practiquemos, eso no quiere decir que por ese motivo vayamos a dejar hoy de comer, vestir, ganar dinero suficiente o ….. practicar concentración/mindfulness.

  11. Pingback: Evviva la libertà! | La graticola di San Lorenzo

  12. no es alguien que actúa ajeno al sistema: las críticas entusiastas de la contraportada del libro están firmadas por Oprah Winfrey o Hillary Clinton, que no son precisamente especialistas en ciencias cognitivas, pero son iconos del sistema estadunidense y que avalan la maniobra por parte del mainstream

    Como si estas dos no tuvieran culpa de lo que critica, o supuestamente crítica el libro. Cuando menos es un poco risible.
    Por lo demás, bien.

  13. Estoy leyendo el libro, llevo 2/3 aproximadamente y me tiene enganchado. Aunque siendo un libro de divulgación, el formato es casi como una novela en primera persona y lo que piensa y hace el protagonista es casi tan interesante como las entrevistas con los científicos.

    Soy un carca de 47 años y no puedo parar de recomendar este libro. Me asusta ver a mis compañeros de trabajo totalmente atontados con sus móviles y sus redes, vas al comedor y donde antes había unas discusiones de la hostia ahora hay un silencio sepulcral, todos con sus RRSS.
    Mi grupeta de bici, es acabar la ruta y durante las cañas a mirar el Strava.
    Los adolescentes, todos sentados en un bordillo y cada uno con su pantalla.

    ¿Qué sugiere el autor? Acciones individuales en contra del sistema y, sobre todo, acciones colectivas. Habla incluso de nacionalización de Facebook, Google, etc, aquí creo que se le va un poco.

    No sé, algo hay que hacer, generalmente cuando pienso en un problema grave de la Humanidad acabo siempre en la misma solución: Educación. Muy complicado, lo sé, cuando veo el nivel de adicción que tienen los profesores de primaria e instituto a las mismas redes sociales y aplicaciones móviles.

    A lo mejor podemos crear un grupo en Facebook para acabar con Facebook?

  14. Pingback: Claves para enfrentar el cambio climático: curar y sanar las heridas de un planeta enfermo - Noticias de la Tierra

  15. Saludos, un tema esclarecedor que da luz y pone las debidas definiciones a las muchas suposiciones que básicamente cualquier mortal en estos tiempos no importa la latitud donde se encuentre, pero si con un grado de ”consciencia” o lo que yo y unos cuantos creo que llaman “despertar” estar despierto o atento. En fin, todo muy bien para poder alcanzar un bienestar o calidad de vida no sentir o manejar la ansiedad depresión ect. A través de meditación, cuidando la dieta, jugar atajar todos esos pensamientos o ideas rumiantes.
    En base a esto último surgen otras suposiciones. ¿Qué pasa con el éxito reproductivo? El estar más atento a los 20 o 30, me lo garantizaría, claro esto tendría que ser materia obligatoria en la universidad o antes si se pudiese. Llevaría a una mejor administración del tiempo en que llevas tu carrera profesional con la personal y hasta dónde quieras llegar. Y estando súper de acuerdo contigo mismo por tus decisiones. Pero no es así. Lo venimos a saber y unos pocos a los 40 50 y 60 (triste)
    La cura para nuestra extinción empieza con este paso. ¿Qué más hace falta?

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