En el contexto de los Encuentros de Pamplona, un evento que conjuga tradición y vanguardia en el ámbito cultural, Ramón Andrés y Berta Ares desempeñan un papel crucial en la continuidad y redefinición de un legado que trasciende el tiempo. Como director y subdirectora, su labor no solo consiste en organizar un espacio de reflexión, sino en revitalizar el diálogo entre las distintas expresiones artísticas y el pensamiento contemporáneo. Los Encuentros, desde su fundación, han sido testigos de un cruce de caminos entre la creación, la crítica y el análisis, ofreciendo una plataforma donde lo más vanguardista del arte se entrelaza con profundas disquisiciones filosóficas.
Ramón Andrés y Berta Ares nos sumergen en el trasfondo de su trabajo, ahondando en las motivaciones y desafíos que implica dar forma a una cita cultural de tal envergadura. Con una vasta trayectoria que abarca la literatura, la filosofía y la musicología, Ramón Andrés aporta una perspectiva erudita y meditada que halla en los Encuentros un cauce natural. Berta Ares, con su enfoque comprometido y su mirada detallista y contemporánea, completa una visión compartida de la cultura como un puente entre lo íntimo y lo universal. En sus palabras se vislumbra no solo la construcción de un programa, sino una profunda reflexión sobre el sentido del arte y su capacidad para transformar el espíritu en estos tiempos de banalidad, clickbait y polarización.
¿Cómo ha evolucionado la filosofía detrás de los Encuentros desde la edición original de 1972 hasta ahora?
Ramón Andrés: El de estos Encuentros es un planteamiento muy distinto, porque en el año 72 la situación política era muy distinta, muy delicada. Entonces la programación fue sobre todo de naturaleza artística y musical, no en vano los impulsores de aquella iniciativa pionera fueron los artistas del Grupo ALEA, en especial Luis de Pablo y José Luis Alexanco. Puede decirse que la música fue la gran apuesta. Dado que el momento era muy diferente al de nuestros días, no parecía necesario un planteamiento tan detallado y profundo, se buscaba la ruptura, es cierto que a veces de manera ingenua. Sin quitarle ni un atisbo de importancia a lo sucedido entonces, faltó, a mi modo de ver, arroparlo con propuestas que procedieran del pensamiento y otras disciplinas. Esto pude hablarlo con el mencionado Luis de Pablo, al que tuve la suerte de conocer en sus últimos años. Él era muy crítico con lo sucedido en el 72. Guardo una buena correspondencia con él, llena de respeto y sinceridad por ambas partes. Él mismo estaba de acuerdo y, según expresaba, hubiera corregido muchas cosas de lo acontecido entonces. Yo esto no lo olvido. La importancia de aquellos Encuentros es innegable, aunque fueron efímeros por razones fáciles de adivinar, sobre todo debido a las cuestiones políticas. Hoy queda un recuerdo idealizado de aquel acontecimiento, pocos saben qué sucedió realmente en la ciudad. El planteamiento ahora es otro. Se trata, además, de preparar unos Encuentros que nada tengan que ver con un festival ni con un pase de nombres traídos al albur.
¿Por qué se ha decidido estructurar el programa en nueve bloques temáticos para esta edición?
Berta Ares: ¿Por qué no? La verdad es que hacerlo como itinerarios es en parte lo que nos diferencia de un festival. Hay una curaduría de cada recorrido, que se acompaña de voces muy seleccionadas, en pos de la polifonía, del maridaje de saberes y de posiciones diferentes. Cada itinerario tiene un sentido de ser al cual llegamos tras numerosas lecturas y conversaciones. En buena medida es una propuesta de autor, cada itinerario lleva el sello de Ramón Andrés, por así decirlo; por más que nunca es una imposición, sino que surge del diálogo y del consenso. Lo único seguro a la hora de comisariar el programa es que hay que abordar el pensamiento contemporáneo y las artes, y de ahí salen propuestas tan sugerentes como «En el principio fueron las manos», «Los árboles que nos quedan» o «Literatura sin vuelta de hoja».
Ramón, Tanto en El sexo y el espanto de Pascal Quignard —Prix Formentor 2023— como en tu libro Filosofía y consuelo de la música ―Premio Nacional de Ensayo 2021―, se exploran las profundidades del deseo y el conocimiento a través del arte y el pensamiento. ¿De qué manera la figura de Eros es un símbolo del impulso creativo y del conocimiento?
R. A.: Eros es la fuerza, el deseo, es la metáfora de la creación, el fuego que alienta las acciones humanas. Hay un Eros que interviene en el arte, en la literatura, en el hecho del pensar profundo. Cupido, de la raíz indoeuropea «cup», significa «hervir», «bullir». Y crear es un acto físico, no solo intelectual, no solo espiritual. Es una necesidad física la que conduce a escribir y a arriesgar por encima de todo, a pintar, a componer. Eros está en todo lo relacionado con la vida y con la necesidad de expresarla hasta las últimas consecuencias.
Berta, ¿cómo se relaciona Eros, este «hijo de la pobreza y el ingenio» con la búsqueda del saber y la belleza que subyace tanto en la música como en la palabra escrita?
B. A.: Eso es lo que vamos a explorar en el diálogo entre Pascal Quignard y Ramón Andrés con el que se inauguran los Encuentros y que tengo el honor de dinamizar. Ya avanzo que, a pesar de que hay un homenaje a Sócrates y al saber, este diálogo no surgirá tanto de la pregunta, que también, sino de la erótica que suscita la exploración y la construcción de ese saber a través de la palabra y del discurso. Como en el inicio de El Banquete, de Platón, en el que se invita a hacer un encomio del dios Eros.
R. A.: Eros es el generador, es el movimiento. Donde hay movimiento, hay pregunta; y donde hay pregunta, hay pensamiento, y el pensamiento va hacia la mano que escribe, que resuelve, que sueña o certifica lo real.
Eva Lootz, reconocida con el Premio Nacional de Artes Plásticas y autora de la preciosa ilustración/cartel de los encuentros, participará en la bienal. ¿Cómo se articula su enfoque artístico en el contexto de la programación de 2024?
B. A.: La respuesta está en la propuesta de Lootz. Ella misma sugiere que esa forma geométrica triangular es una representación de la proporción y de la medida, que tanto conectan con la racionalidad. Los círculos grandes pueden ser leídos como arte, ciencia y pensamiento, y el pequeño es el duende, esa creatividad saltarina que hace que las tres esferas mayores fertilicen entre sí. Tanto el cartel de Eva Lootz de esta edición 2024, como el de Frederic Amat de los Encuentros del 2022 son una maravilla. Cada bienal tendrá un cartel de autor.
Berta, Asli Erdogan es una figura muy destacada por su activismo y su obra literaria, especialmente tras su exilio. ¿Qué aspectos de su trabajo la llevaron a invitarla a los Encuentros de Pamplona 2024?
B. A.: Es una voz sensible, poética, con hondura, y a la vez fuerte, valiente, disidente, contraria al autoritarismo. Su formación conecta mucho con otros temas y disciplinas que se articulan en los Encuentros, pues es poeta, física cuántica y bailarina de danza contemporánea. Su obra es una reacción al desorden del mundo y a la violencia humana, nos confronta con la oscuridad y a la vez nos trae algo de luz. Asli Erdogan interviene en el itinerario «Todos venimos de muy lejos». Su origen enraíza con la cultura caucásica y la sefardita y a lo largo de su vida ha residido en su Turquía natal, en Brasil y en Berlín. Sabe lo que es el exilio, la errancia, el destierro y el vacío que cada migración provoca. Desde hace años goza del reconocimiento internacional, está traducida a numerosas lenguas y, sin embargo, apenas se la conoce en nuestro país. Su participación en los Encuentros es un regalo.
Ramón, Fabià Santcovsky, con su enfoque innovador en la composición musical, forma parte de los Encuentros de Pamplona 2024. ¿Qué le atrajo de su obra para incluirlo en el programa, y cómo cree que sus creaciones musicales dialogan con las reflexiones filosóficas y artísticas que plantea esta edición?
R. A.: Hace muchos años que conozco a este magnífico compositor, él era muy joven, su música me llamaba la atención cuando escuchaba música compuesta en su generación, sus obras nunca me pasaban inadvertidas. Su manera de componer, la transparencia, la ingravidez, la inteligencia y extrema sutilidad son cualidades de sus partituras. La fortuna hizo que nos uniera la amistad y cuando me propusieron hacerme cargo de los Encuentros enseguida pensé que él sería un magnífico colaborador, y los hechos me han dado la razón.
Berta, Sergio C. Fanjul publicó recientemente un artículo sobre la devaluación de la alta cultura en El País que fue ampliamente contestado. ¿Estás de acuerdo con la supuesta devaluación? ¿De qué manera conectan las propuestas artísticas y filosóficas del programa con el público general?
Me resulta difícil generalizar, especialmente porque también depende de a qué edades y a qué generaciones te diriges. No creo que la alta cultura esté devaluada y la prueba es que cuarenta y ocho horas después de poner las entradas a disposición de la ciudadanía se habían reservado más de cinco mil para diálogos y conferencias. Una gran parte de los eventos ya tiene el aforo completo y se está buscando la manera de dar más cabida. Estamos viviendo tiempos muy complejos y la gente sabe que no hay respuestas sencillas y que necesita orientarse en la complejidad.
Esta complejidad y esta orientación en la complejidad pueden abordarse a partir de las propuestas artísticas o a través de la palabra y del discurso. Por ejemplo, en la exposición Tensión continua, que podrá verse en la Sala de Muralla de Fundación Baluarte, hay una pieza de la artista visual iraní Shirit Neshat sobre el desquiciante silenciamiento y opresión que padecen las mujeres en su país. La pieza gana en significados si se contempla antes o después de la conferencia de la escritora especializada en teoría queer y crítica postcolonial Sara Ahmed. En el itinerario «El espejo feminista» participa también la antropóloga Yayo Herrero. Tanto Ahmed como Herrero plantean propuestas posibilistas. Sus voces como mujeres y feministas son fundamentales. Ambas se alejan de las narrativas del colapso y de planteamientos fatalistas o distópicos tan peligrosos al que nos puede llevar el simplismo. Todo esto liga con la idea arendtiana de natalidad y la necesidad de aportar nuevos relatos ante un mundo que no para de hacerse complejo, pero no por ello menos fascinante.
R. A.: No nos hemos abandonado intelectualmente, sigue existiendo el rigor, pero es verdad que hoy existe una sobreabundancia de autores y autoras que no siempre responden a lo que tú mencionas como «alta cultura». Hay un gregarismo intelectual muy evidente y pocas propuestas sólidas. Sin embargo, el público detecta, sabe, intuye la solvencia de una propuesta intelectual o artística seria, y eso es extensivo a la música, por supuesto.
B. A.: En el fondo esto es como cada uno percibe a su público y nosotros lo vemos maduro, no infantilizado, y eso lo agradecen.
Ramón, en su conferencia, François Jullien propone un «cara a cara reflexivo» entre las culturas china y europea, dejando de lado nuestros grandes filosofemas como Dios o verdad. ¿De qué manera este ejercicio de abandonar el lenguaje del ser permite, en su opinión, llegar más cerca de lo impensado en nuestras propias preguntas filosóficas?
R. A.: François Jullien es siempre enriquecedor porque su extraordinario conocimiento de la cultura oriental puede beneficiarnos, hacernos más sutiles, menos determinantes. Nuestra filosofía ha quedado constreñida a las grandes preguntas sobre Dios, sobre el ser y la verdad. Pero en el siglo XXI pregunta de otro modo, está espoleado por otras inquietudes no menos cruciales. Nuestra filosofía, vuelvo a decir, salvo excepciones, tiende al determinismo, y eso ha terminado por empobrecerla. Ser o no ser; el ser o la nada. Por qué no pensar que existe un camino intermedio, por qué no admitir que las cosas son así y solo así. Jullien menciona en un libro un pensamiento de Shakespeare que siempre me ha gustado y he entendido bien: cuando la nieve se deshace, ¿a dónde va el color blanco? Esta pregunta es la que necesitamos.
Berta, sobre la participación de uno de los más grandes científicos patrios como es Juan José Gómez Cadenas que charlará junto con Mónica Bello sobre ciencia y arte, ¿crees que hemos avanzado hacia una integración real de estas dos esferas del conocimiento, o seguimos enfrentándonos a la brecha que denunciaba C. P. Snow el siglo pasado?
B. A.: Pienso, al igual que Juan José Gómez Cadenas y Mónica Bello, que seguimos en esa brecha. Ellos lo van a llevar aún más lejos en su diálogo, porque parten de que se da una imposibilidad de comprensión y también una incapacidad de representación: ¡cómo imaginar, cómo representar aquello que no vemos y no conocemos siquiera! El científico y la comisaria de arte dialogarán sobre la limitación del lenguaje, del arte, de la ciencia, y de la batalla por la verdad. Será interesante.
R. A.: El humanismo nació con una voluntad científica también, impulsada por la necesaria idea del bien común, y el bien común no solo es lo que procede de las letras, de la filosofía, sino de la ciencia también. Leonardo era un científico y era un artista. No está demás decir que cuando el pensamiento especula con seriedad y se halla al límite de su potencia, está haciendo ciencia. Pensar de verdad es ciencia.
A ambos, ¿cómo veis el impacto de la tecnología —especialmente con el advenimiento de la IA— en el arte y la cultura?
R. A.: Yo no soy refractario a la IA, no me opongo a la tecnología, bien al contrario. El problema estriba en nosotros, que somos aborrecibles y tendemos a la destrucción. La ambición, en el peor sentido, es la carcoma de lo humano y es ella la que nos conduce a cometer los peores desmanes. Pero la dificultad grave en la que nos encontramos solo podrá ser superada, si es que se logra, con ayuda de la más avanzada tecnología.
B. A.: Tal y como está siendo manejada por la inteligencia humana, la percibo como una amenaza.
Berta, ¿cómo balanceáis las propuestas tradicionales con las más experimentales en la programación de 2024? ¿Hay algún cálculo estratégico?
B. A.: No, no hay cálculo estratégico, pero ciertamente es un programa que no se hace de una vez y eso permite ir modelando el proyecto, que madure con el paso de los meses, que es el tiempo que lleva su preparación. No tenemos ningún complejo con la tradición, muy al contrario, la acogemos con gusto, es una parte esencial de todo, también de la experimentación. Destaco en este sentido la participación del filósofo y teórico del arte Gerald Raunig, que va a ofrecer una conferencia dinamizada con texto y canciones mediante piezas experimentales de piano para explorar la multiplicidad, especialmente en el campo de las posiciones antiidentitarias y las identidades queer. Hay espacio también para una cultura de «inmensa minoría», tan importante en una sociedad sana.
Boris Groys, filósofo y teórico de los medios, hablará sobre la «filosofía del cuidado». ¿Por qué es relevante su discurso en los tiempos actuales?
R. A.: La de Groys es una llamada a la responsabilidad. Él es un filósofo de mente amplia. Su análisis de la filosofía del cuidado obedece a una mirada madura, dista del análisis a menudo convencional que se hace sobre este asunto. Nos sitúa en la Ilustración y manifiesta quiénes somos desde entonces, gente peligrosa sin duda. No teme decir las cosas por su nombre, no hay ni una concesión a la sentimentalidad, que es enemiga de la inteligencia. Los sentimientos son otra cosa, bien distinta a lo sentimental. La situación actual, heredera de aquel siglo XVIII, está cuarteada por el individualismo, que ha degenerado en un narcisismo grotesco. Estamos rodeados de personas pagadas de sí mismas. La filosofía del cuidado de Boris Groys llama a la responsabilidad de cada uno y a la responsabilidad del prójimo, pero sin rodeos ni ingenuidades.
Ramón, ¿cómo abordáis el tema del populismo en un evento dedicado a la reflexión y el pensamiento crítico?
A la hora de preparar un programa se tiene en cuenta, desde luego, en cómo refutar de manera coherente opiniones que van en detrimento de la mayoría. Pensar debe suponer una defensa de la ciudadanía. Las corrientes populistas representan el último y más banal estadio del pensamiento, el más socorrido que, por visceral, atrapa a muchos. Puedo decir que no hay un invitado a estos Encuentros, un solo invitado, que no haya sido valorado y estudiado a fondo para su aportación sea sustancial y determinante.
En Elogio de las manos, Premio Seix Barral de novela, Jesús Carrasco explora la importancia de las manos como herramientas de creación y humanidad. ¿Pensamos con las manos?
R. A.: Desde luego que sí. Pensar con las manos es prolongar el cerebro. Aunque cabe decir que también las propiedades técnicas de las manos nos han hecho pensar. La mano, en ocasiones, se anticipa al cerebro. Los pulgares nos han distinguido de los animales, entre muchas otras cosas. Montaigne escribió un brevísimo ensayo dedicado a los pulgares y cuenta cómo en la antigua Roma algunos se cortaban el pulgar para librarse de la guerra: no se puede sujetar el arma sin el pulgar, que es el que da utilidad máxima a la mano. En un libro de Giorno Manganelli leí quizá el mejor adjetivo que se puede aplicar a unas manos; las llama «secuaces».
B. A.: El origen etimológico de la palabra olvidar y de la palabra recordar en alemán e inglés guarda relación con la mano: la palabra con la que se expresa «olvidar» significa literalmente abstenerse de agarrar algo, mientras que la que se emplea para «recordar» sugiere aferrarse a algo para retenerlo. Olvidar es abrir la mano del pensamiento para dejarlo caer, y recordar es cerrarla para retenerlo. Esto lo aprendí leyendo el magnífico libro del pensador Lewis Hyde, Breviario del olvido. En los Encuentros, la artista Lisa Tan va a presentar en primicia Leyendo a Lewis Hyde, a quien entrevista a la vez que lee las líneas de su mano. Forma parte de la actividad «Pensar con las manos», que organiza Asier Mendizabal junto a Lisa Tan, y las también artistas Johanna Gustafsson Fürst y Patricia Esquivias. Esta última explicará su trabajo Hilar largo, que pone en relación el artesanado y el pensar.
Asier Mendizabal y Johanna Gustafsson Fürst combinan la teoría y la práctica, explorando cómo los gestos y la técnica manual influyen en el proceso creativo y en la enseñanza del arte. ¿Qué os interesa de su trabajo?
R. A.: Precisamente esto, su preocupación por los materiales primigenios, originales, que tan bien han entendido estos artistas. Asier Mendizabal posee una sobresaliente capacidad conceptual, nada en él es en vano. Sabe pensar, sabe guiar su propia intuición, entiende la esencia y ese camino que conduce a la tecnología. Lo entiende perfectamente.
B. A.: Junto a Johanna Gustafsson Fürst, ambos establecen la relación entre el pensar y la mano a partir de un proyecto editorial titulado Manual en el que se recogen publicaciones derivadas de la reflexión en torno a la escultura, la pedagogía del arte, y el aprendizaje de gestos técnicos.
Ramón, Antoine D’Agata, con su trabajo fotográfico radical, ha sido descrito como un «reportero del dolor». ¿Qué impacto visual y emocional os ha causado su obra?
R. A.: Cuando conocí a Antoine d’Agata, pensé enseguida en los Encuentros. Es el fotógrafo del dolor, del dolor del suburbio, del marginado, pero no del marginado que procede del bienestar. No, se trata de figuras dolientes de los bajos fondos, de la pobreza extrema. Él ha recorrido muchos países de Asia y Centroamérica, Sudamérica, mundos oscuros y de dureza difícil de asimilar, víctimas de la drogadicción y la más degradada prostitución. Ha fotografiado depósitos de cadáveres que nadie recordará, hospitales, la oscuridad del mundo. Esta persona afable que es D’Agata se sumerge en la negrura más profunda, que está aquí. Acaba de publicar Un lugar inconveniente junto a Jonathan Little, un libro sobre las atrocidades perpetradas por las fuerzas de ocupación rusas en Bucha.
Los talleres con compositores como Mauricio Sotelo, Georg Friedrich Haas y Liza Lim son una oportunidad única para explorar la creación musical contemporánea. ¿Qué valor cree que aportan estos encuentros directos entre compositores y participantes en el contexto de los Encuentros de Pamplona, y cómo pueden influir en la comprensión del proceso creativo musical?
R. A.: Estos talleres sirven para familiarizarse, sobre todo, con las nuevas maneras compositivas, con los nuevos modos de pensar el sonido, de replantear y analizar los conceptos armónicos que han regido en Occidente. En unos tiempos de tantos cambios como son los nuestros, es primordial emprender una seria investigación sonora, una investigación del sonido más que de la música, si queremos decirlo así. Estos talleres van a servir para que muchos alumnos de los conservatorios entren en el asombro y amplíen la mirada. Cuando comprueben que su instrumento produce unos sonidos para ellos inimaginables, y que nunca podrían aprender en un conservatorio, entrarán en la música con mayor madurez y capacidad imaginativa.
Berta, cuéntanos de qué va la exposición de Herta Müller El funcionario dijo.
B. A.: La muestra reúne ciento cuarenta poemas-collages, una práctica artística que Herta Müller, premio Nobel de Literatura 2009, realiza desde hace más de treinta años. Visitar esta exposición es una excelente manera de acercarse a su universo creativo y a su compromiso con la literatura y con la democracia. La muestra permite apreciar con detalle el modo en que la escritora penetra en ese espacio de libertad creativa que es la imaginación humana. Además, conversará con la traductora y editora Cecilia Dreymüller en torno al trabajo sensual de las palabras, el compromiso ético que implica para ella escribir, e, inevitablemente, hablará de la situación en Europa.
Ramón, ¿qué desafíos ven en la transmisión de ideas filosóficas complejas a través del arte contemporáneo?
El arte contemporáneo está muy unido al pensamiento filosófico. El artista piensa; el compositor piensa; cada vez más. En términos filosóficos, en términos de conocimiento, día a día es más estrecha esta relación con la música. Y en las artes visuales ocurre otro tanto: el arte no cesa de preguntar, y esas pregunto a menudo proceden de los planteamientos filosóficos contemporáneos, tan estimulantes. Interesan las ideas suscitadas por un pensamiento no antropocéntrico; esta cuestión es visible en el arte. Y esto se va a apreciar en las exposiciones, en las instalaciones, en las acciones artísticas que se ofrecerán en la ciudad.
¿Qué esperáis del diálogo entre Francisco Jarauta y Gilles Lipovetsky en términos de cómo sus reflexiones pueden ayudarnos a entender mejor los efectos del capitalismo global y la secularización en la cultura contemporánea?
R. A.: La cultura contemporánea, la de verdad, la alta cultura que has mencionado antes, está tratando de contrapesar estos fenómenos que nos han mediatizado. Pensar exige una postura ética, una postura ética que es difícil de combinar con este inducido consumismo radical, con la prisa, con la inmediatez, que lleva a la irreflexión. Y si algo es el ser humano, si algo lo constituye, es la reflexión.
En la conversación sobre las ciudades vivas del futuro, Stefano Mancuso sugiere una colaboración armoniosa entre plantas, humanos y tecnología. ¿Creéis que hay un espacio para la conexión entre inteligencia vegetal y la inteligencia artificial para el beneficio de nuestro planeta?
R. A.: Esto, en realidad, ya está ocurriendo. La Tierra, la naturaleza, como nos recordó hace unos pocos años Bruno Latour, y en nuestros días Yuk Hui, entre tantos otros, ya están intervenidas. Desde un punto de vista ecológico, ya cuidamos de los bosques ayudados por la tecnología. Tratamos de predecir el tiempo, las catástrofes, sabemos los índices de humedad de las regiones más remotas, el grado de sequía en recónditas tierras. La Tierra ya está intervenida. Por fortuna. Las ciudades también lo están y deberán estarlo más en el futuro. Aquí precisamos de la más refinada tecnología. En el caso que nos ocupa en Pamplona, veremos de cerca la alianza entre la tecnología y el mundo vegetal.
¿Qué papel tienen las performances artísticas en una bienal enfocada en el pensamiento crítico?
B. A.: Tienen mucho peso. El programa se divide en conferencias y diálogos, actividades musicales y escénicas, exposiciones e instalaciones artísticas, y, finalmente, talleres. Además hay actividades de mediación. El público asistente tiene numerosas propuestas, para empezar, en el espacio público, a través de intervenciones en la plaza y vestíbulo de Fundación Baluarte, una proyección sobre la fachada del Mirador del museo de Navarra, que se titula Llévale trigo al panadero… de Eva Lootz, dos instalaciones del cineasta Apichatpong Weerasethakul, un recorrido dancístico por la ciudad, de la mano de La Faktoria; pero también habrá actividades como la música de la flauta ney, uno de los más antiguos instrumentos, que pondrá en movimiento a tres derviches giróvagos, hay un pase de cine de Armonías de Werckmeister, del cineasta Béla Tarr… hay una conferencia escénica de Oskar Alegria titulada La quietud de los burros, porque la alta cultura también va de esto, que nos enseñará a pensar como los burros, en zig zag y rumiando lo andado. Hay muchas más actividades. La web es muy clara y organizada y ahí se pueden ver todas las propuestas y la agenda.
Berta ¿la selección de ponentes y actividades conforman un acto político?
B. A.: Desde luego todo pensar es un acto político, y la política de nuestro programa está implícita en su lema: los Encuentros son una llamada al saber, a la concordia y al disfrute. Un espacio donde compartir el saber, donde ejercitar la capacidad de asombro y experimentar el placer de juntarse en pluralidad, lo cual quiere decir en diversidad y abierto a la alteridad, a lo diferente.
Ramón, ¿cómo pensáis que los Encuentros pueden influir en el debate público sobre cuestiones sociales actuales?
No queremos que el día 14 de octubre, cuando haya terminado todo, que todo quede en silencio. Sería un fracaso. Me disgustaría que lo dicho y expuesto cayera en el olvido. Que quedara un poco, me duele decirlo, como el 72. En 2022 pudimos ver pasear a Peter Sloterdijk por la calle Estafeta, a Svetlana Alexievich, a Salvatore Sciarrino y Adriana Cavarero, a tantas personas ilustres callejeando por Pamplona. Ahora veremos a Herta Müller o a Béla Tarr, a Pascal Quignard, a Gilles Lipovetsky, a Susan Neiman y a músicos como Haas y Liza Lim. Esto es extraordinario, una fiesta que se opone a la grisura de este mundo saciado y bélico.
B. A.: Me contó alguien muy cercano a Herta Müller que Svetlana Alexievich le dijo algo así como «Si te invitan a los Encuentros, no lo dudes y participa», y eso es también importante. Los participantes no vienen a dar su charla sin más, a explicar su libro o a hacer su bolo; a ellos también les tiene que calar, y todo el equipo que hay detrás de los Encuentros se esfuerza para que eso suceda, la experiencia en Pamplona.
Qué ganas de asistir a estos encuentros. Me ha gustado mucho como los presentan los entrevistados a los que no conocía.
Lo de Fanjul fue una boutade. Lo que escama es la cantidad de medios que os habéis hecho eco de su texto.
Una máquina puede generar música o arte, pero nunca va a sentir ni entender lo que está haciendo, porque no tiene conciencia ni emociones. Al final, lo que crea el ser humano tiene un alma, una experiencia detrás, que ninguna IA puede igualar. Básicamente, es la diferencia entre reproducir y crear algo con significado.
«He entendido bien: cuando la nieve se deshace, ¿a dónde va el color blanco? Esta pregunta es la que necesitamos».
No acabo de pillarlo. Soy un simple.