
Esta vez vamos a adentrarnos en el apasionante mundo, psicológico y mercantil, del dos por uno. La razón es que la autora, Dorothy Canfield Fisher, tiene dos novelas que estuvieron en las listas de los libros más vendidos pero, curiosamente, la que más ejemplares imprimió no cuenta con edición en español, aunque sí la segunda que, a día de hoy, también parece más interesante.
Pero empecemos hablando de la autora.
Dorothea Frances Canfield nació el 17 de febrero de 1879 en Lawrence, Kansas, hija de James Hulme Canfield, profesor de la Universidad de Kansas y de Flavia Camp, escritora, artista y ferviente activista a favor de los derechos de las mujeres. A este ambiente familiar debe precisamente su nombre, Dorothea, en honor a Dorothea Brooke, de la novela Middlemarch, de George Eliot, seudónimo masculino de la autora Mary Ann Evans. Todo un guiño doméstico.
Se licenció en Literatura en 1899 y se doctoró en 1904. En 1907 se casó con John Redwood Fisher, con el que tuvo dos hijos. Hablaba con soltura cinco idiomas, especialmente el francés, debido a su paso por la Universidad de París. No en vano su doctorado había girado en torno a los poetas Corneille y Racine en inglés. Sus traducciones más conocidas son, sin embargo, del italiano.
En 1911 visitó en Roma las «casas de los niños» de María Montessori, haciéndose una firme defensora de este método educativo, que trató de llevar a los Estados Unidos traduciendo el método al inglés y dedicándole dos ensayos y tres novelas.
Pero su principal activismo social comenzó con la Gran Guerra. Al ser movilizado su marido en 1916 lo siguió a Francia con sus dos hijos pequeños y se estableció en París, donde creó una imprenta en Braille para veteranos ciegos, así como un hogar para niños refugiados de las zonas ocupadas por los alemanes. Finalizada la guerra, promovió también la amnistía para los objetores de conciencia y dirigió el primer programa de educación para adultos en los Estados Unidos. Participó también en la reforma del sistema penitenciario, con programas educativos para presos, muy en especial en las cárceles de mujeres.
Todos estos trabajo, en especial sus esfuerzos con los veteranos y los refugiados de guerra, le valieron menciones de agradecimiento del presidente Roosevelt, de Chiang Kai Shek y del Gobierno de Dinamarca, donde además, a nivel literario, se le puede considerar la mentora y descubridora de Isak Dinesen, que después sería conocida por sus cuentos góticos y muy en especial por sus Memorias de África.
Como curiosidad, cabe mencionar que firmaba sus novelas como Canfield y sus ensayos como Fisher. En total escribió más de cuarenta obras, incluyendo novelas, colecciones de relatos, ensayos sobre diversas materias, y algunas traducciones, como Historia de Cristo» de Giovani Papini.
Se decía de ella que era una verdadera fuerza desatada de la naturaleza, con una capacidad de trabajo muy difícil de igualar y con una tenacidad en la persecución de sus objetivos, especialmente los sociales, difícil de pasar por alto.
Falleció en 1958, a los setenta y nueve años.
Después de contar todo esto, puede ser un buen momento para relatar lo que pasó con su memoria, hace solo unos pocos años. Un año antes de su muerte, y como homenaje a toda su obra, se creó el Premio Dorothy Canfield Fisher de literatura infantil, en el que los niños de Vermont votaban al ganador. El premio se convirtió en un importante referente de la literatura infantil y mantuvo el nombre de Dorothy hasta 2020, después de que un educador indígena acusara a Canfield Fisher de haber estereotipado los personajes indios y haber colaborado en el programa de esterilización y eugenesia de los nativos norteamericanos. Aunque estas últimas acusaciones se demostraron completamente falsas, el bibliotecario estatal prefirió ceder a las presiones y afirmó que la escritora ya no era ni leída, ni conocida, ni relevante, y que se le cambiaría el nombre al premio por uno más neutral. Por ello, desde 2020, el premio se denomina Premio Cúpula Dorada de Vermont. Queremos suponer que la cúpula en cuestión es muy leída, conocida y relevante, y que quienes lucharon por cancelar la memoria de esta increíble mujer y escritora estarán tremendamente satisfechos.
En cuanto a sus obras, y cumpliendo lo prometido al principio, hay dos que estuvieron en la lista de libros más vendidos de Estados Unidos y Reino Unido. Se trata de The Brimming Cup, que me atrevo a traducir como La copa rebosante, que fue número dos en 1921 y The Home Maker, en 1924, publicada en español como Dulce hogar.
The Brimming Cup no ha sido, que yo sepa, editada en español.
La historia nos cuenta las peripecias existenciales de un joven llamado Mark Chalmers, hijo de un rico empresario neoyorquino. Como si se tratara de un personaje de nuestro siglo, se ha prometido con una chica guapa, es un abogado exitoso y reconocido, pero se siente vacío e insatisfecho sin saber por qué. Buscándose a sí mismo, decide dejar Nueva York y trasladarse por un tiempo a la granja de su familia, en el Vermont rural.
Allí, en el campo, conoce a Nellie, que es la maestra del pueblo, y la encuentra encantadora. Tras comenzar una relación todo se complica porque, como era de prever, su prometida de Nueva York no encuentra tan encantadora ni a Nellie ni la relación, lo que obliga a Mark a decidir qué es lo que quiere en la vida y qué lugar le gustaría ocupar en el mundo.
Se trata de una obra sobre la introspección y la búsqueda de algún sentido a la vida, con una clara confrontación entre los placeres sencillos del campo y las vibrantes oportunidades que la ciudad ofrece para crecer individualmente y tratarse con otras personas que puedan aportar otros puntos de vista y enriquecer sus capacidades.
Vendió cerca de un millón de ejemplares, aunque las cifras no están claras, como suele suceder cuando comentamos libros de esa época. A día de hoy se puede encontrar aún en inglés, tanto en nuevas ediciones como en copias facsímiles de las originales. Si alguna editorial española se animase a traducirla y publicarla, seguramente tendría su público, dada la perspicacia de la autora y el interesante estudio psicológico de los personajes.
En cuanto a Dulce hogar, alcanzó unas ventas de unos doscientos mil ejemplares en 1924.
Se trata de una novela aún de mayor actualidad, si cabe, que la anterior, porque trata del reparto de las tareas domésticas en una pareja, los roles de género, la conciliación de la vida familiar con el trabajo y los conflictos por la educación de los hijos.
Un matrimonio, aparentemente feliz y satisfecho, cría tranquilamente a sus hijos. Evangeline es un ama de casa dedicada y meticulosa, que quiere que todo esté en su lugar y que reluzca hasta la última esquina de su hogar, pero se encuentra un poco frustrada porque, en lugar de agradecerle sus desvelos, su marido y sus hijos se irritan a menudo con su perfeccionismo. En cuanto a su marido, Lester, tampoco es feliz, ni con su afición a la poesía ni con el trabajo.
Entonces, un grave accidente de Lester lo obliga a quedarse en casa, en silla de ruedas, mientras que Evangeline debe empezar a trabajar fuera de casa para sostener a la familia. Y es ahí donde ambos descubren las cosas por las que el otro pasaba y deben hallar un nuevo equilibrio, tarea que no será ni mucho menos sencilla, y que afectará también a sus hijos.
Como en el caso anterior, la agudeza psicológica de la autora, poco dada a tópicos y concesiones melodramáticas, aunque sí, tal vez, a un tono didáctico, convierte la historia en una obra que sigue teniendo fuerza y gancho en la actualidad. Dulce hogar fue muy polémica en su momento por atacar frontalmente los roles de género y por incitar abiertamente a las mujeres a salir de casa para conseguir su propia independencia personal y económica a través del trabajo. De hecho, Dorothy trabajó siempre en sus escritos y en sus proyectos, mientras su marido, gustosamente, cuidaba de la casa.
Dulce hogar fue editada en España por Ediciones Palabra en 2015 y reeditada nuevamente en 2021. La traducción al español fue realizada por José Gabriel Rodríguez Pazos.
Existe también una película muda del mismo título, basada en esta novela. Fue realizada en 1925, el año posterior a su éxito, dirigida por King Baggot y protagonizada por Alice Joyce, Clive Brook, y Billy Kent Schaefer.