Los días heterónomos, de Juan Bonilla, es un poemario escrito desde la transformación: poemas que parten de una experiencia límite para mirar el mundo con otra luz, más nítida, más libre. Dividido en cuatro secciones, el libro traza un recorrido que va del cuerpo enfermo a la palabra que respira, entre homenajes ocultos, espejos que devuelven versiones múltiples del yo, humor bajo la piel del verso y una sabiduría que no se enseña, solo se vive. Este libro ha merecido el XV Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado.
A continuación puede leer la versuaria escrita sobre Los días heterónomos, una reseña en forma de poema, hilada sin pretensiones académicas ni aparato crítico, compuesta con el pudor del aficionado que no domina el oficio, pero que se deja atravesar por lo leído, y con la inconsciencia del admirador que, antes que explicar, quiere agradecer la verdad de los espejos. No pretende dictar sentido ni clasificar el libro, sino acompañarlo, dejar constancia de su efecto. Está escrita desde el temblor de quien lee con asombro, con alegría, con una torpe devoción que no busca impresionar, sino responder. Porque a veces —solo a veces— un libro nos encuentra y nos obliga a contestar. Esta es mi respuesta.
«Versuaria» de Los días heterónomos
Lectura, fulgor, hechizo, presagio.
Aúrea catarsis, silente prefacio.
Versos que surgen del rayo que parte
en las entrañas de un día jodido.
renace, no vuelve, se mira distinto,
denosta lo vacuo
amarra lo digno
destierra con ira cualquier compromiso
De Partes de guerra
es raíz, es destino.
***
Los días heterónomos,
obran rutinas que nos disocian nuestra voz
subyugándonos a una tensegridad existencial.
En el eco más ínfimo de nuestra calma,
se filtra en la forma, se encuentra en la trama,
porque el poeta también juega, también vuela.
El humor subterráneo pare la belleza.
Juegos de estilo con estructura,
oda a Nabokov que no a Borges
sueños con Paco de Lucía en la playa.
Cuatro partes que respiran solas,
asíntotas del yo que no se alcanza,
desniveles y llanuras,
abismos donde el ritmo se transforma.
Verso a verso, huyendo de los signos vitales
el poema se escribe por prescripción médica
zancada tras zancada.
Querencia de belleza sin solemnidad,
un párrafo, una frase, una palabra no más
el milagro del camino, la luz y el andar.
La edad no es lamento sino faro,
es mirar al pasado sin miedo ni pena,
sonrojo de una adolescencia eterna.
Porque cada lector reinventa la escena,
reconociendo el verso en su caída.
en su origen, en su arraigo, en su partida,
girando las formas con otra cadencia,
uniforme en la sustancia, diferente en su presencia.
No hay voz que no hable desde lo que ha sido,
todo lo escrito responde a un motivo.
Así el poema pregunta, y no a ti, sino al eco.
según tenga a bien su reflejo.
***
Trabajado con manos que ya saben de temblores,
este libro respira lo que calla y lo que enciende.
Como ruina fértil, como fiebre que embellece el error,
ofrece al lector una verdad que no pretende.
No es confesión, es metamorfosis que arde,
trazado de un yo que, disociado, se vuelve arte.
Esplendor de quien recupera la vista, y avanza,
sonríe, mira con asombro, canta.
Todo lo viejo que ahora es nuevo se vuelve palabra,
aguardan anáforas.
Así como el cuerpo responde al deseo,
la palabra se excita en su propio destiempo.
Grito melifluo del yo que confiesa,
un pulso que tiembla, un silencio que expresa.
Igual que el ingenio en el ojo que brilla,
el verso persiste, crece, y se expande,
negando, al cruzar, que hay otra orilla.
Milagros,
abrazos,
Sevilla.
***
Versos que cambian con cada lectura,
igual que la piel al paso del día,
escriben al tiempo nuevas lecturas
junto al lector que busca, que encuentra
ociosos espejos que ha roto Bonilla.
Versuaria
Del lat. versus ‘línea de poesía’ y -aria, sufijo que denota pertenencia o relación.
- f. Reseña en verso que interpreta, comenta o amplifica el contenido de una obra artística, especialmente literaria, empleando un estilo lírico o métrico.
Bonito homenaje a uno de los mejores poetas. Grande Bonilla.
Curiosa forma de hablar de un libro de poesía. Me ha hecho interesarme por él.