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Daniel Sánchez Arévalo: «Me he fundido todos los ahorros para poder escribir»

Daniel Sánchez Arévalo para JD 0

Esta entrevista fue publicada originalmente en nuestra revista trimestral número 14

Cada noche, Daniel Sánchez Arévalo (Madrid, 1970) necesita dar dos vueltas en la cama para conseguir dormirse. Es uno de sus TOC. Después, también todas las noches, sueña con Amy Adams. Pero al despertar no la telefonea, porque es un tipo acostumbrado a tener buenos recibimientos y sabe que hay que preparárselo bien. Su debut en el cine con AzulOscuroCasiNegro le valió un Goya y ahora es el flamante finalista del Premio Planeta con La isla de Alice, su primera novela. Quiere que Amy sea su Alice en la gran pantalla, e interprete esta historia de una norteamericana que pierde a su marido repentinamente y descubre que tenía un gran secreto. ¿Cuál? Es un thriller, así que habrá que esperar al final. Porque al final va a llamarla, aunque aún esté temblando ante el teléfono.

Estamos en un momento en el que sois varios los directores de cine que os lanzáis a la novela: Manuel Gutiérrez Aragón, David Trueba… ¿Se os queda corta la pantalla?

Para mí al final lo importante es contar historias, y cada historia tiene que encontrar su formato y su lugar. He estado cuatro años tomando notas antes de ponerme a escribir, he hecho dos pelis entre medias antes de ponerme a escribir. Era un proyecto que yo iba cuidando, iba mimando, que como era algo que me gustaba mucho, cuanto más te gusta algo, más miedo te da enfrentarte a ese material. También había que encontrar el momento, pero yo pensaba que iba a ser mi primera peli americana, la que me ayudara a dar el salto a Estados Unidos. En las entrevistas políticamente correctas digo que es un salto de ida y vuelta, porque yo estoy muy a gusto aquí… Pero en las incorrectas como esta, la realidad no es así. Es que tengo casi siempre muchas ganas de salir corriendo de España. 

¿Por tu experiencia como director? 

No tiene que ver solo con mis pelis, sino con el maltrato a la cultura en general, la situación en España, son muchísimos frentes abiertos en los que todo es muy precario y sufrimos mucho. No hay ningún apoyo institucional, todo al final es un camino muy cuesta arriba. Y luego también en la calle. Que en general hay cierto desprecio a la cultura. Con la gira de Planeta, es maravilloso, porque la maquinaria de los Planeta es increíble, es gigantesca, hemos estado tres meses yendo de un sitio a otro. Y a cada sitio que íbamos, igual eran diez horas de entrevistas, igual pasábamos por quince medios cada día. Es maravilloso por un lado todo ese interés por parte de los medios de comunicación, pero yo te juro que cada día cuando me iba al hotel y me quedaba solo lo que pensaba era otra cosa. Creo que a la gente no le interesa realmente que hemos escrito novelas. 

¿Estamos creando una burbuja entre medios y editoriales?

Sí, creo que hay que llenar espacio, llenar hueco, y sí, has ganado un premio así que eres noticia. Es actualidad. Pero no interés real por lo que haces, por tu trabajo. 

Pero concrétame. ¿Qué es lo que te falta para notar ese interés en el público? 

Yo creo que tenemos un ejemplo a un lado, que son los franceses, que nos dan mucha envidia por el respeto que tienen a la cultura. Y el respeto es desde la educación, desde las bases. Que es el problema fundamental. En España tenemos un problema fundamental, que es la piratería, muy heavy. Y la única manera de corregir esa tendencia es enseñando a los niños que hay ciertas cosas que no se pueden hacer, que no están bien. Pero si un profesor pone una película a sus alumnos y se la ha bajado de un torrent, y es una película que está en los cines, los niños ven eso y dicen: «Claro, es normal, está ahí, así que lo cojo y lo bajo». O tú pones La isla de Alice y lo primero que sale es el PDF. 

Ya tienes experiencia en dos sectores, en el cine y en la literatura. ¿Sueles buscar tus obras en internet a ver si están disponible de forma ilegal?

No, no las busco. Pero es un problema mucho más grave en cuanto a libros que en cuanto a películas. Para que te hagas una idea, esto son datos, la piratería ha afectado en el mundo literario en torno a un 10% de las ventas, de media. En sitios como EE. UU. es menos, es como un 4%, pero en España es un 50% el descenso de las ventas literarias con la piratería. Tú pones el título de una novela en internet, y lo primero que te aparece es el PDF. Es muy frustrante. Yo no animo a que la gente deje de hacerlo, lo que animo es a que la gente se dé cuenta de que eso no está bien, porque no tenemos conciencia de que eso está mal. Yo también robo cosas, a veces robo y no me importa, pero sé que estoy robando, o que estoy haciendo algo que no está bien. 

¿Crees de verdad que la gente no sabe que no es legal lo que hace? ¿O que lo sabemos y nos da igual, lo justificamos?

Si yo me meto en internet y está ahí lo que quiero, digo ya está. Yo ya estoy pagando la línea ADSL. No hay conciencia real. Yo lo sufro a través de mis sobrinos, cuando se bajan todas las series y todas las películas, y dicen «no, pero es americana, qué más da». Y no, no da igual. Incluso colegas de profesión que se bajan las series, «no, es que quiero verla». Y digo ya, pues hazte de cualquiera de estos miles de canales que hay ahora, y sí, hay que pagar un poquito. 

Contrarréplica: «Pero es que la serie que yo quiero no la ofertan en ningún canal de pago». 

Ya, bueno. Es un debate interminable. Y yo mismo a veces me he descargado cosas, pero sabiendo que lo que hago no está bien. No he podido frenar mis ganas de ver alguna serie o alguna cosa que no he encontrado. Y por otro lado, yo, ahora mismo, que mis películas ya se han estrenado y ya han pasado por la televisión, lo que quiero es que se vean gratis. Yo. Lo único que quiere un autor es que lo que haga, se vea. Para mí no es una cuestión económica, es una cuestión económica para el entramado que hay detrás de la industria del cine, de la televisión y la musical, que ni te cuento. Pero el tema es tan impopular… Tanto, que ningún partido político lo pone en su programa porque pierden votos. Entonces no pueden hablar de este tema, porque ya no les votan. 

Daniel Sánchez Arévalo para JD 1

Ahí tenemos la experiencia de Sinde. 

La maldita ley. 

Pero entiendo que no solo quieres medidas a nivel primario, apuestas por medidas punitivas a quien descargue. 

Vuelvo a citar lo que hacen en Francia, o en otros países de Europa. Si te pillan, te mandan un aviso: «Oye, que te estás descargando material ilegal». A la siguiente te cortan el ADSL, a la siguiente te ponen una multa y a la cuarta te has quedado sin ADSL para toda la vida. Todo combinado con una campaña de concienciación para toda la gente joven. En este país es normal. Por ejemplo, ponen los parquímetros y nos ponemos todos histéricos: «¡Cómo nos van a cobrar por aparcar el coche en la calle!», o prohibir fumar en los sitios: «¡Cómo no vamos a fumar en los sitios!». Lo pasas muy mal, la gente se cabrea, se mosquea mucho, pero al cabo de un rato, la gente ya lo asume, vas al parquímetro, echas tu monedita y ya está. En esto es lo mismo, la gente se cabreará, pero después lo asumirá. Lo bueno es que están empezando a aparecer plataformas, aunque Filmin ya lleva mucho tiempo, plataformas que ponen al alcance de tu mano muchísimo contenido audiovisual por muy poquito dinero. 

Pero mira lo que les costó a algunas como Netflix llegar a España…

Sí, tardó tanto en llegar a España porque no era rentable. Es vergonzoso. 

¿Ya lo tienes asumido desde que empiezas la novela, que habrá quien te lea sin pagarte? 

Sí, lo tienes muy asumido y no puedes pararte a pensarlo. Yo no he escrito la novela con fines comerciales. Yo he escrito la novela para que me lea muchísima gente, por supuesto quiero que sea popular, pero casi nadie vive de escribir novelas. Lo estoy haciendo por amor al arte, porque me apetece y porque de esta historia creo que era su medio natural, la novela. 

¿Hay alguien que después de leerte no te haya dicho que la novela «tiene una película»? ¿Lo concibes así? Porque ya en la sinopsis dices que consideras que el libro es «la mejor de tus películas». 

Me lo dicen nueve de cada diez veces. En las entrevistas y toda la gente que lo lee. ¿Tú qué opinas?

No lo tengo claro, pero me cuesta verlo como película, sobre todo por esa primera parte tan reflexiva de la protagonista. Creo que obligaría a condensar todo el inicio y su investigación, y así perdería bastante gracia. 

Yo es que por eso lo veo también como una miniserie. Y si surge sí lo rodaré. Estoy poniendo todos los medios a mi disposición para hacerlo, lo que pasa es que sé que es un proyecto audiovisual a medio-largo plazo. Para levantar la financiación será difícil. Yo creo que tiene que ser que una actriz de «clase A» de Hollywood se enamore de Alice y quiera ser ella, y a partir de ahí se levante el proyecto. Que es como se suelen levantar este tipo de proyectos que son un poco casi indies, porque vienen desde fuera, no hay un gran estudio detrás. Necesito a alguien para ir con el nombre, de no sé quién, y ya todo eche a rodar. 

¿Quién? ¿Con quién sueñas como Alice?

¿Yo? Con Amy Adams, de toda la vida. Sueño todas las noches. 

Igual un poco joven para ser Alice. 

¡Al revés! Si ella tiene cuarenta. 

¿Amy Adams tiene cuarenta años?

Sí, igual que Jessica Chastain. Está bien que me lo digas, porque cuando yo tuve esta idea hace seis años, ya soñaba con Amy Adams. De hecho, el personaje se llamaba Amy, mientras se estaba escribiendo. Pero han pasado siete años ya, y ha crecido. Amy está cerca de cuarenta y tiene que hacer un papel de una mujer de treinta y dos, treinta y tres. 

¿Se lo has dicho?

Sí, he ido a… No, no lo he hecho. Hay que elegir muy bien el momento, porque cuando te digan que no… Hay que tener cuidado, porque, con esas agendas, como no te llegue por el sitio adecuado, se puede bloquear antes de que se mire la portada. 

Pero entonces entiendo que hay una traducción de la novela al inglés en ciernes, porque como le pidas a Amy Adams que se lea setecientas páginas en español…

Estamos en ello ya, se ha vendido a varios países. Mi objetivo, cuando me preguntan cuál es mi mayor ilusión, es estar un día caminando por Nueva York, pasar por una librería y ver mi novela traducida al inglés. O ir a mi librería favorita en Nueva York y verla allí. Así que se está ya preparando, se está acelerando más de lo normal la traducción al inglés. Porque estas cosas también llevan bastante tiempo. Desde que te compran los derechos hasta que se publica, suele pasar un año. 

Cuatro años tomando notas, dos escribiéndola, y uno para que lo lea Amy. 

[Risas] Sí, ya han pasado siete años. Fue en febrero de 2009 cuando abrí el primer archivo. 

Una cosa, que fue lo primero que pensé cuando arranqué con la novela y vi que el epicentro era una persona que muere prematuramente y deja secretos a su paso… ¿Has visto A dos metros bajo tierra?

Sí, me encanta. 

¿Ha tenido algo que ver, te has inspirado en algo en lo que ocurre cuando el personaje de Richard Jenkins muere, en el primer capítulo? Porque también deja una especie de isla, en este caso es una habitación secreta, que trae de cabeza a su familia porque no sabían qué hacía allí. 

¡No me digas! Pues no lo recuerdo… Qué rabia. ¡Y yo pensando que era original! [Risas] Pero aunque no me acuerde, seguro que algo ahí se queda, en el subconsciente, y puede que me haya influido. Qué bueno, lo pienso revisar. 

Volviendo al tema. Has escrito una «novela americana» y has pasado varias temporadas en EE. UU. ¿Sientes que eso te legitima?

Yo he vivido cuatro años allí. La primera vez estuve de intercambio, viví cuatro años perdido en un pueblo en mitad de la nada. 

¿Dónde?

Era en el estado de Nueva York, arriba del todo, al lado del lago Ontario. Un sitio donde había seis meses de nieve. Desde finales de octubre hasta abril, y bajo cero todo el rato. Condiciones muy duras, viví en una granja en mitad de la nada. Con una familia que me ponía a trabajar. Yo siempre digo que hice la mili allí. Yo me acabé escaqueando de la mili aduciendo todo tipo de taras mentales, a mí me dieron la exención total porque empecé a entregar informes médicos con visitas a urgencias con infartos que no eran tales más que en mi cabeza. Informes psiquiátricos… Lo vieron y dijeron: «No, no, déjalo». Exención total. Porque a veces te dan la parcial, un par de años, y luego tienes que volver a convencerles. Durante la entrevista que te hacen yo exageré un poquito, para que tuvieran la impresión de que podía acabar suicidándome. En esa época pasaba a veces de hecho, que la gente se suicidaba y no podía con la presión. Yo ya había hecho la mili en esa granja. 

Pero luego volviste. 

Sí, fui a estudiar el máster de cine en el año 2000. Y luego he vivido en diferentes etapas, me iba cuatro meses, cinco meses. Siempre a Nueva York. 

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¿No hay un respeto a la hora de escribir sobre un país, una sociedad, en la que has vivido pero no conoces tan profundamente?

De hecho no les suele gustar que vengan otros a hacerles un retrato. A mí no me daba miedo porque me sentía bastante legitimado para hablar de un universo que conozco muy íntimamente. Pero de todas maneras, cuando tuve el primer manuscrito, yo siempre tengo un círculo de gente en el que nos enseñamos los guiones y las películas, son casi todo directores. Casi todos chicos. Esta vez decidí cambiar completamente mi círculo de lectores y buscar diez mujeres. Porque es una novela de una mujer; de las diez mujeres cuatro eran madres, porque ella es una madre, y de ellas cuatro eran estadounidenses. Y me quitaron cualquier miedo porque me dijeron que adelante. Sobre todo el miedo que tenía de la sociedad norteamericana les ha parecido perfecto. Y luego tengo muchos amigos también, hay muchas historias que me las han contado. Que son reales. La historia de John está ficcionada, pero todo lo que ocurre de puertas adentro es así. 

Por favor, si llega a película o a serie, el personaje de Antonio tiene que ser Antonio De la Torre. 

Hombre, por supuesto. Porque además, cuando me puse a escribirla, te da un poco de vértigo pensar en algún día hacer esto. Irte allí, todo nuevo, todo gente nueva, y un entramado más grande de lo que estamos acostumbrados aquí. Yo necesito siempre estar rodeado de familia, y pensé que necesitaba a alguien, una muleta a la que agarrarme. Y entonces inventé el personaje de Antonio y la tienda del espía, porque si yo esto algún día lo hago en cine, Antonio se viene conmigo en la maleta. Y de hecho era mucho mejor, porque la primera versión la escribí en inglés, y ya hice una especie de adaptación de cómo sería en castellano el chapurreo en inglés. Y me lo pasé muy bien escribiendo. 

Entiendo que no querías que fuera una novela de un europeo escribiendo sobre los norteamericanos. Querías ser norteamericano.  

Sí. Había una cosa que para mí era fundamental, y es que si hacía una inmersión tenía que ser cien por cien y de tú a tú. No la visión que un europeo tiene de la sociedad estadounidense. La obsesión era que pareciera escrito por una mujer, y no solo una mujer, sino una autora norteamericana. A mí por ejemplo la novela de Harry Quebert que lo ha petado en todo el mundo, y yo me divertí muchísimo con ella, me parece superentretenida. Lo que no soportaba es que es un belga francés mirando por encima del hombro a los norteamericanos, diciendo «pero es que mira qué tontos son». Y eso es lo que me irritaba y me parecía injusto, porque joder, si te permites escribir esto y los personajes son todos norteamericanos, no te pongas por encima de ellos. Con esa cosa un poco despectiva. 

La idea de ubicarlo en una isla, con resolución de misterio a lo Agatha Christie, ¿de dónde viene? ¿Encontraste esa isla de verdad en EE. UU.?

Eso no estaba al principio de la novela, era más bien un barrio. Ella acababa en una especie de barrio, en que no había entrada y salida, estas colonias que existen. Como comunidades cerradas. En principio era así, pero había algo que no acababa de encajar. Cuando se me ocurrió la idea fue uno de estos procesos que tienen una serie de puntos clave que te disparan muchísimo, hasta que sientes que «ahora, sí». Que todo ese caos que yo tenía de información, cuando se me ocurrió lo de la isla dije «ya está». Recorrí la Costa Este, buscando la isla, porque quería que fuera una isla de verdad, y encontré islas maravillosas. De hecho hay una en concreto, llamada Shelter Island, que está en Rhode Island, y el 80 % es igual que lo que aparece. Lo que pasa es que luego había otros elementos, los he visto en algún sitio. Pero me hice mi propia isla de diseño, como hace ella. 

Has dicho que ganar el Premio Planeta ha sido como que el sector literario te daba la bienvenida. ¡Menuda bienvenida para una primera incursión!

Sí, me pasó algo muy parecido con AzulOscuroCasiNegro, que va a hacer ahora diez años del estreno. Y recuerdo nuestro paso por el Festival de Málaga, que salimos de allí con tres premios, y yo lo sentí como una especie de calurosa bienvenida, de abrazo, de «hola». La noche de los Planeta me pasó exactamente lo mismo, la misma sensación. Es muy bonito porque piensas que son sensaciones que piensas que no vas a volver a vivir, sensaciones de la primera vez. Y además todo lo que me está pasando ahora me parece que es como si hubiera recuperado algo de la ilusión perdida. 

¿Estabas desilusionado con el cine?

Hombre, cuando tienes cuatro largometrajes, has hecho miles de promociones, has estado en ello… Ahora es que voy por las librerías y me asomo a ver si está bien colocada la novela, si no, cojo y la coloco. Y yo hacía eso con mi primera peli. Iba a la Fnac y la cogía y la ponía la primera. Tenía ganas de recuperar esa cosa naif, inocente, de recuperar la ilusión que había perdido.  

Repasando tu trayectoria, hay algo llamativo. Las dos veces que te has salido de tu línea cinematográfica, ahora con la novela y en el pasado dirigiendo teatro, son las que te has atrevido a innovar: en una introduces un elemento de ciencia ficción, cuando tus películas no se salen del realismo, y en la novela te lanzas a EE. UU. y al thriller

Sí, es así. Es cierto que una de las grandes razones que hay detrás de la novela es mi necesidad de sentirme libre. Yo me siento superprivilegiado, superafortunado, me va muy bien con mi carrera, pero el cine es un arte como muy constreñido, con muchas limitaciones. Y más en la situación actual. Tenía ganas de liberarme de las ataduras y rodar, no estar pendiente de cuánto puede durar la frase que escribes, cuánto cuesta… De hecho he volado tanto que me he ido al otro lado del océano en la piel de una mujer. Y metiéndome en géneros que no había transitado, como es el thriller. Para mí es una especie de necesidad de dar un golpe encima de la mesa. De salirme de la rueda. Porque aunque yo hago lo que quiero, no puedo dejar de sentir ciertas energías que tiran de mí, hacia un sitio muy concreto porque quieren que vaya por una línea muy concreta. A mí eso me empieza a incomodar. Para evitar eso hay que tener tiempo, libertad y dinero. Permitirte estar dos años escribiendo una novela sin ningún ingreso extra…

¿Lo has pasado mal económicamente?

Me he fundido todos los ahorros para poder escribir. Menos mal que me dieron el premio finalista, porque es una pasta, y porque te juro que estaba sin un duro. 

¿A qué se teme más, a los críticos cinematográficos o literarios? 

Yo soy muy sensible a la crítica, a todo tipo de crítica. Pero me afecta lo mismo que opine alguien que me escribe por Twitter o que pone en su blog una crítica que no lee nadie. Aunque siempre duele más cuando es un medio general, que lo lee mucha más gente. Pero yo soy muy sensible. Lo que sí he aprendido con la experiencia es a protegerme un poco, a no leer. 

No me creo que no leas lo que dicen de tu libro y de tus películas. 

No me busco. En las dos últimas pelis, sobre todo en la última, a eso de buscarte, de ver qué dicen, ya he dicho «no».

Pero te llega. 

Irremediablemente. Si alguien te ha puesto a parir, te llega. En plan de «oye, no hagas caso a esto», y yo pienso: «No me lo cuentes, no lo había visto, yo estaba tan tranquilo en mi casa».

Pero has dicho antes que sentías que a la gente no le importaba la novela. ¿Huir de lo que dicen de ella no es un poco contradictorio?

Yo sí pienso que para mí el lector es fundamental para terminar ese proceso creativo. Y a mí me parece fundamental el contacto con la persona al otro lado de lo que tú haces, ese feedback me afecta y me influye muchísimo, de cara a lo siguiente que haga y del camino que quiero seguir. Muchísimo. Yo no soy de plegarme a cualquier estímulo externo, no, porque no quiero ser un grito en el desierto y yo quiero llegar a la gente. Y necesito ver qué ha pasado. A mí hay una cosa que me parece superpeligrosa de los creadores, que es rodearse de acólitos o de un grupo de gente que no te diga la verdad. Eso yo creo que es el principio del fin. 

¿Eso es lo habitual? 

Es común. Y por eso te digo que yo tengo un grupo de amigos que nos destrozamos las películas, los guiones, sin piedad. Sobre todo cuando estás en fase de que has escrito un guion o estás en proceso de montaje. Ahí, a degüello. Porque de ahí sale luego lo mejor. Y es muy duro, muy doloroso, cualquiera de nosotros se va siempre deprimido a casa. 

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Dime qué te hicieron cambiar. 

En las primeras fases, cuando hice un primer intento de convertirlo en un guion de cine, no había resolución. Porque yo mismo me agobié mucho, porque avanzaba y pasaban páginas y páginas, y casi tres horas de película, y aquello no terminaba nunca. Decidí que era muy guay, todo este misterio, Alice de alguna manera encontraba la pista que le ponía en el camino para resolver el misterio, pero decidía que no quería saber nada más. Entonces, claro, mis colegas decían: «Me has tenido aquí, leyendo ciento ochenta páginas, y no me lo has resuelto». Y yo tenía mis excusas justificadas por el personaje, por qué decidía no querer saber. Pero es verdad lo que me dijeron, que estaba todo el rato buscando algo, buscando algo, y cuando lo encuentra dice «bueno, que no». Entonces ahí sí accedí a solucionarlo. Yo pensaba que en el fondo todo esto era una excusa, un engaño necesario para superar el luto y que realmente no es lo que estaba buscando. Pero no colaba. Y yo lo entiendo. Lo que pasa que tenía mucho miedo de que, cuando estás todo el rato con una zanahoria prometiendo algo, el final no estuviera a la altura. Cuando esa misma gente se leyó el manuscrito cuando ya tenía una resolución y les gustó, dije «vale». 

¿Cómo haces para desbloquearte, para pasar ese bloqueo creativo? Con un guion cinematográfico o con la literatura. Qué te hace seguir adelante. 

Es muy angustioso. Lo que me suele funcionar bastante bien es hacer deporte. Es como que la sangre empieza a fluir y con la elíptica que tengo en casa, cuando estoy en procesos creativos, me tengo que bajar bastantes veces, porque tengo que apuntar algo que se me ha ocurrido. Y eso que estoy viendo la tele y escuchando música, no estoy pensando en nada. Estoy viendo vídeos de Britney Spears y Katy Perry, para pumpearme, o viendo Al Rojo Vivo, viendo a gente gritar. Y me tengo que bajar, porque de repente mi cabeza… Y luego tengo esa cosa de: hay que seguir. 

Cuando escribiste la historia de la novela, ¿sabías cuál era el misterio? ¿O primero fue el misterio y luego todo lo demás? 

Cuando empecé a escribir la novela, yo no sabía qué hacía Chris en la isla. Cuando planto a Alice en la isla y yo me planto con ella, digo: ¿Y ahora qué? Muy guay, hasta aquí me gusta mucho, pero ahora qué. Pero sí me acuerdo el día que se me ocurrió, iba manejando muchas variables y opciones, pero cuando se me ocurrió la resolución fue como ver tierra. Muy lejos, que queda mucho, pero sabes que vas a algún lado. 

Hay una cosa que obsesiona al personaje de Alice, que sospecho que es tuya. A ella le transmite su padre la obsesión de hacer arte con la intención única de trascender. ¿El único arte válido es el que trasciende? 

Es algo de mi padre, que es pintor. Le han dado el Premio Nacional de Ilustración hace poco. Sí, hay unos pasajes de Alice, que se deprime cuando va a los museos porque ve gente que ha trascendido… Y yo recuerdo cuando tenía quince años y mis padres vinieron a verme, fuimos al Metropolitan y cuando salimos mi padre estaba muy serio. Deprimido. Porque había estado viendo grandes obras maestras de la pintura, y decía «yo no puedo aspirar a esto». Pero, sin embargo, mi padre me enseñó también que vale, que él no es un genio, pero no hace falta serlo. Al final, lo que mi padre me ha enseñado muchísimo es a amar el oficio, a ser un artesano. Mi padre es un tío que trabaja muchísimo, pinta todos los días, tiene una obra vastísima. Yo siempre me he sentido mucho más cómodo, desde que empecé, con la expresión «artesano», porque es más un oficio. Hacerte bueno en el oficio de buscar historias. 

Pero si uno es artesano, ¿cuál es el objetivo? Porque si uno es artista, el objetivo es que tienes algo que necesitas sacar a la luz y trascender. Pero un artesano no tiene por qué hacer eso. 

Sí, tienes razón. Pero haces de eso un oficio, tu vida. El contar. También es cierto lo otro, claro que yo quiero trascender, y claro que mi padre quiere trascender. Y lo ha conseguido. Porque ha conseguido tener voz propia y que alguien vea sus ilustraciones y diga «Ah, mira, un José Ramón Sánchez». 

Venga, pongámonos intensos. ¿Qué es para ti trascender?

Para mí llegar a la gente. A mí cuando alguien me cuenta lo que la película o la novela han supuesto en su vida personal, sobre todo eso es lo que yo llamo éxito. El que alguien que ha visto lo que has hecho o lo ha leído esté mejor que cuando empezó a hacerlo. Por ejemplo, a mi madre le ha ayudado mucho a superar el luto de Héctor Colomé. Porque ella la leyó dos veces, una durante la enfermedad, y él se murió mientras ella la estaba leyendo. Y la leyó, pero no se enteró. Pero una vez publicada, la leyó otra vez, y algún modo, ese luto que pasa Alice y cómo ella aprende a regenerarse, a reconfigurarse y a recomponerse, eso a mi madre la ha ayudado a pasar parte. Yo creía que la iba a ayudar, al margen de que se la he dedicado, al principio y al final. 

¿El tema de la pintura de Alice fue un homenaje? ¿Fue difícil toda esa descripción? Porque tú eres daltónico.

Sí, era un homenaje a los artistas. Yo llamaba a mi padre, y le hacía preguntas y él no sabía para qué. «Descríbeme los colores del otoño», y él hablaba y yo transcribía. Y colgaba. Él me habló del obre, y yo «ah, pues vale». Porque le tuve que preguntar: «¿Qué es el ocre?», y me tuvo que explicar. 

¿Volverás a rodar allí, donde te inspiraste para la novela?

No sería práctico. Ahora lo que se está haciendo es rodar en Canadá, que el paisaje es muy parecido y tienen muchas exenciones fiscales y ayudas. 

La novela está preñada de definiciones de amor, en boca de varios personajes. Pero no sé si coinciden necesariamente con lo que opinas: «Un amor perfecto solo puede ser un amor truncado», por ejemplo. 

Yo creo que nos ha hecho mucho daño…

No digas Hollywood, por favor, que ya hay mucho cliché…

No, el cine en general. Con ese concepto del amor eterno, maravilloso, cargado de emoción constantemente. Eso nos ha hecho no tener una visión realista de lo que es amar a alguien de verdad. En mi caso concreto yo no exijo eso. Pero sí que hay algo del mensaje, de que por mucho que creas conocer a una persona nunca acabas de conocerla, que a mí me parece positivo. El que cada uno tenga una parcela privada que sea inexpugnable. Que aunque duermas con alguien, compartas, y te mires los móviles, hay algo que no vas a poder alcanzar de otra persona. Y a mí eso me parece bonito. Pero en general la tendencia es «yo tengo que saberlo todo de la otra persona». Y yo creo que no. Y es un problema que hay ahora con las redes sociales, que estás controlando mucho de la otra persona. Es algo que a mí me ha ocurrido mucho, la gente que se cree que me conoce, ¿por qué? Porque yo pongo fotos en Instagram, tengo Facebook, tengo Twitter, comparto mi Twitter. Pero no tiene nada que ver con lo que soy yo. Incluso en esta entrevista que estamos haciendo, por muy sincero que sea, yo me doy la vuelta y cambia. Yo soy muy cercano a la gente, pero me irrita mucho cuando alguien se cree que realmente te conoce. ¿Cómo que tú me conoces? ¡Si no me conoce ni mi padre! Yo tengo muy poco pudor, comparto muchas cosas, pero luego no te metas en mi zona, en mi burbuja. Además, creo que los españoles tenemos mucha más vinculación con las redes sociales que los americanos. Esa obsesión con Twitter, Facebook, yo no les veo a ellos tan obsesionados mirando y buscando. 

Todos hemos sentido la necesidad de huir de ellas, y lo hemos hecho.

Cierto. Me gustaría hacer un ejercicio de estar seis meses sin ello, porque creo que sacaría conclusiones interesantes. ¿Me lo recomiendas?

Absolutamente.

Supongo que te vuelves más sociable. Porque el sentir que estoy acompañado, que comparto… Y eso que yo me he marcado un objetivo: a cada persona que me escribe un comentario sobre la novela en Twitter o Facebook se lo contesto. Decidí que es factible, porque con una peli que estrenas un fin de semana, a lo mejor tienes cien mensajes. Pero con la novela es un goteo. El día siguiente a los Planeta, que sí que hubo un chorreo, estuve hasta las cuatro de la mañana contestando. 

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Entonces no hay tanta burbuja como has dicho antes, si hay tanta interacción. 

Sí, igual he sido un poco injusto. Porque la novela se está vendiendo muy bien, y recibo mucho feedback diario. Pero al final creo que, cuando te echas para atrás y ves un mapa de España, que la hemos recorrido entera, lo notas. Yo voy caminando por la calle, y solo estoy viendo que hay gente que no se ha leído un libro en su vida.   

¿Tienes un radar?

Es que es un hecho. Las estadísticas son terribles. No voy diciendo «este no lee, este sí». Pero cuando ves las colas en el Primark… El tema es hacer cola por comprar. 

¿La gente de la cola del Primark no lee? 

No es eso. Es que esa sensación siempre pasa. Cuando vas por la calle y ves mucha mucha gente, con un estreno de una película, pero hace bueno y el Retiro está lleno, dices: «Pero ¿por qué no vais al cine?». Solo ves gente que no está entrando a una librería, al cine. 

Otra cosa. ¿Qué te pasa con las bodas? Siempre en tus películas, y también en los libros, la cosa va mal. 

Al final lo que me interesa es el caldo de cultivo de una boda, que tiene que ver con las apariencias, la foto perfecta y cómo eso se va degradando a medida que avanza la celebración y se empieza a embolingar. La mezcla de gente muy diversa, con muchos conflictos y muchas historias en un día maravilloso para celebrar, y aquello puede salir por donde puede salir. 

Suenas como el raro de las bodas que no bebe y se queda mirando, escudriñando. 

Sobrio no, pero mirando sí. ¿Una boda sobrio? ¿Cómo se soporta eso? Tengo mucha fobia a las bodas. Porque todas mis bodas han salido mal. En la ficción, quiero decir. Todas son no-bodas. No tengo trauma, pero me fascinan cinematográficamente. 

Volvamos al cine. Tu sello de identidad es mezclar el drama y la comedia, y tienes una trayectoria muy premiada y sobre todo muy nominada en los Goya. ¿Crees que sería posible con una comedia pura o el género sigue estigmatizado?

Es verdad que mis pelis son bastante inclasificables. Menos Primos, que es una comedia pura, en lo demás me niego a encasillarme en un género. Primero, porque me sale lo que me sale. Yo a lo que aspiro en mi vida es a ser mejor en el arte de mezclar drama y comedia. Como espectador es lo que más disfruto, cuando una película te emociona y te hace reír. Y yo creo que con la comedia sucede una cuestión general, no solo en España. Dime tú una comedia que haya ganado en los últimos años en los Óscar, o en los César. 

Pero vivimos en una era en el cine español de post-Ocho apellidos vascos, que parece que lo ha cambiado para siempre. 

Un tsunami. El problema de los tsunamis es que arrasan con todo. Me parece maravilloso y genial, pero esto no puede ser un indicativo de que están cambiando las cosas, porque esto es un evento de una vez en la vida. A ver cuándo una película vuelve a recaudar casi sesenta millones de euros, no creo que vuelva a suceder en veinte años. Y esto que se dice de que está cambiando la opinión del espectador, de que está perdiendo el miedo al cine español, o el rechazo visceral… Yo no lo creo. Creo que a lo mejor un poquito, pero es trabajo de muchos años y de muchas películas. El peligro de todo esto es que ahora las cadenas de televisión y las productoras vayan a la estela, y estas cosas funcionan lo que funcionan. A mí me parece muy bien que hayan hecho la secuela, y que hagan una serie si quieren por todas las provincias de España. Me parece genial. Pero que lo hagan ellos, solos. No todos los demás. Cuando algo tiene éxito todo el mundo le presta atención e intenta replicarlo, y dan ganas de decir: ¡Pero si ya lo han hecho! 

Ya que hablamos de los Goya, estamos ahí al lado. ¿Te aburres en los Goya?

Prefiero no pronunciarme mucho con este tema, pero venga. Cuando estás nominado estás tan nervioso que se te pasa todo muy rápido y es una especie de nebulosa. Lo que quieres es que pase rápido, y lo sufres porque quieres que pase rápido porque estás pendiente de algo. 

¿Y cuando no?

Yo creo que habría que buscar mecanismos para que fuera más fluido todo. Y más breve. Pero por otro lado pienso que si a alguien le dan un Goya, que salga y que diga lo que le dé la real gana. Es su momento, coño. 

Discursos de cinco minutos agradeciendo hasta a la prima del pueblo. 

No, yo nunca lo haría, y siempre que he estado nominado me voy con el discurso aprendido porque sé que me van a traicionar los nervios, y si no, me pongo más nervioso, y mi discurso me lo ensayo en mi casa y siempre es de medio minuto. Agradecer realmente a las personas que han sido fundamentales en ese proceso y ese proyecto. 

O sea, que no te molesta cuando los premiados se eternizan delante del micrófono. No se lo bajarías, como en Hollywood. 

No, a ver, yo me he enfadado. «Vete ya a casa, ya está», he pensado. Todos los años se mandan circulares, emails, a los nominados de «por favor, tenemos que ser breves, esto es un espectáculo, se está emitiendo en directo», pero yo insisto: para cada uno es su momento, y tú sabrás. 

No me has dicho si te aburres o no. 

Me he aburrido en algunas galas mucho. Las últimas yo creo que no han estado mal. Eva Hache me gustó mucho, Corbacho no lo hizo mal, Buenafuente, Dani Rovira el pasado año. Yo creo que de las peores fue la de La gran familia española, fue la peor. Era Manel Fuentes. 

Fue insufrible.

Sobre todo porque, de once nominaciones, nos quedamos con dos premios. Porque si hubiera ganado Mejor Película, me habría parecido la gala más maravillosa del universo. 

¿Qué opinas de la nueva dirección de la Academia con Antonio Resines al frente?

No he tenido mucha oportunidad de saberlo. Creo que muchas veces nos quejamos de cómo funcionan las cosas, pero no hacemos nada para cambiarlo. Y yo siempre les digo a todos mis colegas: «¿Pero tú te has hecho académico?», porque para cambiar las cosas hay que cambiarlas desde dentro. Hay que estar, hay que ser parte, y no solo en la gala de los Goya, sino en todas las decisiones que tienen que ver con nuestra industria. Resines ha tenido poco tiempo para poder hacer cosas. También son puestos que no tienen tanto poder, ni capacidad de hacer que las cosas sucedan. 

Me he dado cuenta de que no te he hecho una pregunta muy tópica que se os hace a todos los escritores para que os luzcáis. ¿Cuánto hay de ti en Alice y en el resto de personajes?

Se mezcla todo mucho. Yo siempre necesito volcar un poquito de mí en todos los personajes, en todos. Algo con lo que me identifique, porque necesito empatizar con cualquier persona. En todos los personajes hay cosas que parten de mí, no digo de acción, sino de interior. Cómo reaccionan a ciertas cosas en la vida. Yo lo necesito. Es mi manera de pensar, porque pienso que todo está contado, lo único que cambia es tu manera, tu visión de esa misma cosa. Cómo cuentas una historia de chico busca chica, incluso tienen esquemas que hay que respetar, porque son géneros. Al final lo que importa es el camino. Cómo cuentas lo mismo. Para mí es fundamental que haya un proceso de búsqueda en el interior. Hay una cosa en esta novela, que yo decía antes, de la necesidad de volar, de alejarme de mi mismo. Pero es curioso, porque cuanto más me he decidido a alejarme, más me ha salido de las entrañas. Con el que más me identifico es con Olivia, es un mini-yo. 

¿Tienes TOC también?

Sí. Olivia es un compendio de todas mis obsesiones desde pequeñito. Esa cosa del miedo al caos interno, y cómo lidias con él: intentando que todas las cosas del exterior estén colocadas. Manías antes de irme a dormir… Tengo cuarenta y cinco años y lo sigo haciendo. Había momentos en que estabas con una chica y la acababas de conocer, que te daba vergüenza decir: mira, yo hago esto porque si no, no duermo. Con el tiempo pierdes la vergüenza, y lo cuentas, te ríes, y ya se asume. Pero al principio me esperaba a que se quedara dormida para hacerlo, o me dormía y después me despertaba porque no lo había hecho. Y con los números, lo sumo casi todo. No cuento cosas… bueno, sí, lo hago. El otro día, en una presentación en Vigo, me di cuenta de que había contado que había ciento ocho personas. Conté hasta las filas. 

Daniel Sánchez Arévalo para JD 5

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20 Comentarios

  1. Vaya despropósito de entrevista, no por la entrevistadora, sino por el entrevistado, una auténtica contradicción andante y galimatías. Solo me gustó AzulOscuroCasiNegro. El resto, nada.

  2. Independientemente de la admiración que pueda sentir por Sánchez Arévalo, me deja una sensación muy rara esta entrevista. Primero afirma que «En España tenemos un problema fundamental, que es la piratería, muy heavy», para luego decir que «Y yo mismo a veces me he descargado cosas, pero sabiendo que lo que hago no está bien. No he podido frenar mis ganas de ver alguna serie o alguna cosa que no he encontrado». Y pocas líneas antes ya decía algo como «Yo no animo a que la gente deje de hacerlo, lo que animo es a que la gente se dé cuenta de que eso no está bien, porque no tenemos conciencia de que eso está mal. Yo también robo cosas, a veces robo y no me importa, pero sé que estoy robando, o que estoy haciendo algo que no está bien»

    Quiere esto decir que podemos robar y descargarnos su novela, siempre y cuando sepamos que está mal. No entiendo.

    • De ahí mi comentario anterior. Se sitúa en un plano de superioridad moral típico de quien ha crecido en un entorno pijiprogre que le hace inmune a las soplapolleces que suelta.

  3. A mí me flipa que diga que se ha fundido todos sus ahorros para estar dos años sin trabajar. O no tenía muchos ahorros o lleva un buen tren de vida el granuja.

  4. Chuquito de la calzada

    Soy firme defensor del pirateo, ante compañias como Netflix, que si son verdaderos piratas fiscales. Directamente se rien de los paises donde operan. Titular extraido del periodico «Cinco Dias»

    «Netflix tan solo paga 3.146 euros de impuestos en España en su primer ejercicio fiscal»

    Conclusion es obligatoria la pirateria. No pagueis un duro a quien os roba.

    • Netflix no pagará mucho al fisco español en impuestos directos (cosa que sí, está muy mal y debe cambiar) pero otra cosa es en impuestos indirectos. El catálogo de películas y series españolas de Netflix es abundante. Y Netflix ha pagado (y generosamente, porque Netflix paga bien) por tenerlas en su catálogo a productoras y distribuidoras españolas. También ha invertido millones en producción propia española. Las arcas del estado han visto bastante dinero por eso.

      Si ves una película española pirata sus trabajadores no ven ni un duro ni obtienen ningún beneficio, si la ves en Netflix, seguirá comprando y produciendo más películas españolas. Y los trabajadores podrán seguir trabajando.

      • Chuquito de la calzada

        Que Netflix como empresa pague a sus «proveedores» no lo pongo en duda. Como toda empresa que requiere servicios de otras. Lo que digo es que no pagan impuestos en los paises donde operan. Toda la millonada que recaudan en el mundo acaba en manos de muy muy pocos, y muy lejos de los paises donde se genera ese dinero.

  5. Pues hizo mal negocio, vamos que podía haber invertido en otra película. Yo la lei y reseñe en mi blog y me pareció bastante truñete y no muy bien escrita. Ahora ¿me tengo que creer que dejas de trabajar 2 años y de lo que sale de ahi, tachan tachan, te dan un planeta que es un premio que ya sabemos como se concede? Un poco de por favor.

    Tienen obsesion con el adsl, luego que no se como va eso de poner un titulo y encontrar el pdf, que no, que no es tan simple y bueno, leer en pdf es una mierda. El tema de la lectura no es la pirateria, es que nadie lee, no criminaliceis al resto.

  6. Os pasáis un poco con el pobre hombre,hay que tener un poco de comprensión lectora, él no criminaliza la piratería,sino que cree que sería mejor que se enseñase a que es algo incorrecto desde un punto de vista ético,y así el que lo haga está en su derecho,pero sin autojustificarse ni haciéndose el loco.
    En esencia creo que es claramente lo que quiso decir y no veo contradicción alguna en el relato.

    • Creo que todo el mundo sabe que la pirateria es ilegal, pero el error de bulto a mi juicio es criminalizarla por el hecho de vender pocos libros. No, las bajas cifras tienen más que ver con que no se lee, y no se lee por muchos motivos, para mi los principales porque la oferta de ocio es simplemente apabullante y leer no parte con ventaja.

      Pero bueno, cada uno que se busque sus enemigos, yo he visto paginas que ofrecen libros conocidos en descarga y vas a los servidores donde estan alojadas y ves que el numero de descargas es simplemente ridiculo, 10, 15 descargas, hablo de novelas de estas que lo petan en amazon y que yo no me he descargado porque basicamente no leo ese tipo de libros. De estas decenas, repito, decenas, faltaria ver quien lo baja porque esta ahi y es accesible pero que luego lo olvida, y quien estaria dispuesto a pagar por ese contenido, quiero decir, la gente que lee realmente paga por lo que le gusta e incido, me parece un error pasarte un buen rato hablando de la pirateria como si fuese tu principal amenaza cuando no lo es.

      No se, de todos modos si esa es su preocupación tienen a la musica de ejemplo, la pirateria bajo cuando hubo alternativas accesibles, y ahora la gente paga por su spotify o su plataforma, mientras ellos perdieron el tiempo tratando de poner vallas al campo, esto es, prohibiendo la distribución digital cuando era obvio que el futuro pasaria por ahi.

      En fin, que hable mas de literatura y otras cosas y menos de fantasmas y si quieren vender libros que escriban mejor, mejoren su presencia mediatica que en el caso de escritores practicamente ha desaparecido, que sean visibles, que generen interes…. mi opinión claro.

    • Xoan Bóveda

      Lo que nos quiere decir es: «Roba, pero no robes tranquilo. Hazlo con un punto de culpabilidad, como yo. Luego vas a donde el cura, confiesas tu pecado y sigues robando, como yo. Eso sí: no me robes a mí, por favor; roba a la misma gente a la que he robado yo. Pero con un punto de culpabilidad, ya me entiendes».

  7. «No tiene que ver solo con mis pelis, sino con el maltrato a la cultura en general, la situación en España, son muchísimos frentes abiertos en los que todo es muy precario y sufrimos mucho. No hay ningún apoyo institucional, todo al final es un camino muy cuesta arriba.»

    Lo que se hace muy cuesta arriba es leer a un señor que se dedica a una industria muy protegida por los sucesivos gobiernos, como es la del cine, soltar semejante necedad. En España, casi todo aquel que es alguien culturalmente hablando lo es gracias a las ayudas directas o indirectas del Estado. Lo que es casi imposible es abrirse un hueco o hacerse un nombre viviendo de espaldas al establishment y mamoneo que existe en torno a cualquier disciplina artística. Y ya no digo nada si además se es abiertamente crítico con al morralla que se nos vende como arte, en cualquiera de sus disciplinas.

    Otra frase para la posteridad: «Con la gira de Planeta, es maravilloso, porque la maquinaria de los Planeta es increíble». Claro, majo. Nos han fastidiado. Y lo mismo creerá el mozo que le han publicado por su excelente prosa. Si es que no hay por dónde coger a este muchacho, contradicción con patas: la cosa está muy mal, no se ayuda nada nadita al arte pero, a mí, ¡válgame el cielo! me ha publicado Planeta y me lleva de gira.

    Y ya, por último, porque todas las contestaciones son una oda a la estulticia hecha soberbia:

    «¿Estamos creando una burbuja entre medios y editoriales?

    Sí, creo que hay que llenar espacio, llenar hueco, y sí, has ganado un premio así que eres noticia. Es actualidad. Pero no interés real por lo que haces, por tu trabajo.»

    Este, un recién llegado al mundo de la literatura, que ya se cree un Diderot, nos quiere hacer creer que el premio se lo han dado porque escribe muy bien… ¡Hay que fastidiarse! Pero, chico; el problema es que ya todo el mundo sabe que esos premios los dan a la carta, a quienes tragan con lo que les dicen. Voy a recordar una frase de Upton Sinclair que dice así: » El artista que triunfa en una época es alguien que simpatiza con las clases dominantes de esa época, cuyos intereses defiende y cuyos ideales interpreta, identificándose con ellos.»

    No hace falta añadir nada más. Solo espero que, como en otras ocasiones, no se censure el comentario.

  8. MI padre decía que los autores se dividían en inmortales y prescindibles, sin término medio. Bien. Pues este «choni» nunca será inmortal. No ahondaré más en lo que otros ya han percibido.
    Y probablemente este comentario no sea de los que salgan porque Planeta unta al mundillo literario y esta entrevista será parte de su publicidad.

    • mayerclick

      Inmortales frente a prescindibles. Como sentencia queda resultona, pero poco más.Hay basura escrita, cosas que valen la pena y obras maestras. Y si ampliamos el foco, entre cada una de estas categorías puede haber casi todas las que queramos. Vaya, creo.

  9. Lo primero que encuentro al buscar en Chrome y en Firefox el libro de este señor es Google Books y luego los enlaces a Casa del libro y Amazon y sitios de reseñas varias, si en Jot Down son tan amables de ampliar la entrevista preguntándole qué buscador usa… Es para un amigo.

  10. Buena entrevista, y desde luego muy acertada su reflexión de que los españoles desprecian la cultura. No hay más que ver cómo se ha puesto el personal porque ha osado criticar la piratería. Los comentarios avalan su teoría de que en España nadie se atreve a cuestionar la piratería porque lo linchan (y así siempre seremos un país de camareros y albañiles, añado yo). Por lo demás, me cae bien este hombre que duda, que muestra debilidades y que no pontifica (como en sus películas, por cierto). Es muy interesante también que cuente los cambios que hizo en el libro a raíz de las críticas de sus amigos. Gran muestra de humildad y de inteligencia.

    • Inocencio

      Eso dando por buena la osada afirmación de que su libro tiene valor cultural. El problema no es que criminalices la pirateria, que nadie defiende ni justifica, es que a los dos minutos nos des la matraca con la pirateria, cuando el volumen que mueve es irrisorio.

      En España no se lee, pero mira, nunca fue un pais lector, la oferta de ocio nos desborda, el tiempo libre lo copan moviles, tablets, ordenadores, consolas. Hay plataformas digitales, redes sociales, horarios laborales infernales. Hay sobreoferta, se publica mucho mas de lo que se puede asimilar, y mucho contenido de calidad discutible por no decir baja.

      Y la literatura no interesa, no aparece ya ni en las secciones de cultura de los periódicos, no interesan los escritores, ni lo que dicen, ni lo que cuentan, han sido sustituidos en medios por tertulianos mamporreros. Asi que no es cierto que el problema de la lectura sea la pirateria, es un asunto marginal. Y dos, no es cierto que lo que esten haciendo escritores y cineastas españoles tenga valor cultural per se, sino que se vea su pelicula del mundial a ver que valor cultural tiene eso.

      Pero lo peor es culpar al público de tu incapacidad para atraerlo con el chantaje emocional cutron de, es que no aprecia la cultura. Veras Daniel, eres tu quien tiene que hacer que interese como generador de contenidos, y si no lo consigues ni con un Planeta en el sobaco pues igual en lugar de culpar al adsl tienes que mirarte un poco el ombligo, digo yo, porque rara vez encuentras a un autor que se cuestione por si la «cultura» que esta generando es realmente cultura y si es la cultura que la gente demanda.

  11. AndreRioza

    Lo que siempre me ha gustado de Arévalo, es relatar desde una posición de batalla.
    La primera frase que encontré de él fue, cuando su padre le dice en el principio de su carrera. “Naciste con una flor en el culo”. A

    Ahora vemos ha Arévalo intentando tirar ancla a los Estados Unidos. En un punto, donde se pregunta: >>Sera que si luzco o no en una mesa made in USA, como arreglo floral.

    Aún permanece fresco, y revitalizado, pienso yo, que es porque aún nos da ha entender que está en su batalla, está en la búsqueda de una historia. Lugar inconcluso que no existe y él lo sabe, porque como cineastas, esto no tiene fin.

    Sus comentarios mas que precisos, son reales, y lo más importante, los podemos pegar a una línea de tiempo.

    En Barcelona, me he encontrado varios escritores. Pero no son un libro abierto como Arévalo.
    quiero conocerlo, este es mi nombre:

    https://play.google.com/store/books/details/Danny_Ocean_T%C3%B3tem_Lobo?id=pLWlDwAAQBAJ&gl=ES

  12. Alejandra

    Tu padre es un genio. Lo veo caminar por las calles de Santander, donde yo vivo, y me dan ganas de pararle y darle las gracias por tantas cosas que ha hecho… Cuando éramos niños nos encantaba (uno de mis hermanos se aficionó a dibujar por él) y amis hijos les fascina. Vamos a ver sus exposiciones. Ha trascendido, que no le quepa duda.
    Gracias por la entrevista, y por todo lo interesante que se cuenta en ella. Tengo ganas de leer el libro. Y pagaré por él.

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