Deportes

Petrovic y Divac: Once brothers

Para crear una amistad hacen falta años, pero se puede destruir en cuestión de segundos.

Vlade Divac, exjugador de baloncesto.

En el año 2010 la cadena ESPN preparó una serie de 30 documentales sobre diferentes historias deportivas para conmemorar los 30 años del inicio de sus emisiones. Dentro de esa serie, denominada 30 for 30, se encuentra Hermanos y Enemigos: Divac y Petrovic (Once brothers), en el que con el testimonio directo de Vlade Divac junto con entrevistas a Toni Kukoc, Larry Bird, Dino Radja, Aleksandar Petrovic, Magic Johnson y Danny Ainge entre otros, este fantástico y emotivo documental de divulgación histórica y baloncestística nos cuenta cómo se truncó la relación personal de Drazen Petrovic y Divac en el marco de aquella generación rota, como tantas otras cosas, por la guerra de los Balcanes.

Divac y Petrovic selección

En el año 1989 Petrovic y Divac emprendieron la aventura americana al aceptar finalmente las ofertas que tenían de Portland Trail Blazers y de Los Angeles Lakers, respectivamente. Su relación personal, que ya era bastante íntima debido a que compartían habitación en las concentraciones de la selección yugoslava (y que estas a veces duraban hasta 3 meses), se hizo aún más estrecha al apoyarse el uno en el otro en ese mundo desconocido y temible que era la NBA; su contacto telefónico era constante, se llamaban a menudo para comentar sus evoluciones: ¡Entreno con Magic!, decía uno, ¡y yo con Drexler!, respondía el otro. El desarrollo de la temporada no fue paralelo, doblando en minutos la presencia en cancha el pivot serbio respecto al genio de Sibenik. Tras una campaña muy desigual, en la que Divac fue incluido en el quinteto Rookie del año mientras Petrovic se sentía frustrado porque por más que entrenaba no le daban oportunidades, llegó el verano y la posibilidad de volver a disfrutar con el baloncesto junto a sus compañeros de selección, en aquella ocasión en Argentina, con motivo del Mundobasket. Y dieron uno de los mayores recitales de baloncesto de selecciones que se recuerda.

En el año 1990 explotó lo que se preveía iba a ser una nueva dinastía en el baloncesto europeo y quizá, mundial, porque una generación excepcional de jugadores yugoslavos encabezada por Petrovic, Divac y Kukoc conseguía ganar el Mundobasket derrotando en la final a una URSS que ya se estaba desintegrando, puesto que las estrellas lituanas (Sabonis, Marciulionis, Kurtinaitis…) habían renunciado a representar al equipo soviético tras la declaración de independencia de Lituania en marzo de ese mismo año.

Divac bandera

Nada más finalizar el partido, con los jugadores yugoslavos haciendo una piña en mitad de la pista rodeados por infinidad de fotógrafos, sucedió un hecho que marcó una amistad para siempre: en el campo apareció un periodista con una bandera de Croacia, Divac lo vio y dejó las celebraciones para retirarlo de la cancha. Debajo de la canasta cruzaron unas palabras, tras las cuales Divac le arrancó la bandera de las manos, le empujó para que no se la quitara y, posteriormente, la tiró al suelo. Un gesto impulsivo y un tanto absurdo de un chico de 22 años que en aquel momento pasó inadvertido para casi todos pero que fue enarbolado por la prensa nacionalista yugoslava y croata como un símbolo que representaba sus respectivos intereses. Petrovic se lo tomó como un insulto a los croatas y la relación se rompió. Si la imagen del futbolista Boban defendiendo a unos aficionados croatas lo convirtió en un héroe en Croacia, la escena de Divac con la bandera lo convirtió en villano para toda la opinión pública de esa república. El estallido de la guerra no hizo más que incrementar la separación entre Drazen y Vlade, por más que este último intentara recuperar su amistad a lo largo de los años. Hasta que un camión se cruzó en la vida del croata y destruyó cualquier posibilidad de reconciliación entre ambos y de redención para Divac, al que solo le queda el triste consuelo de besar la lápida de su amigo.

Una historia emocionante e imprescindible.

Divac y Petrovic

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21 Comentarios

  1. Gran documental el de ESPN. Pone la piel de gallina escuchar a Divac, Kukoc, Radja… El momento en que graban el paseo de Divac por Zagreb es inenarrable…

    Triste historia de amigos, hermanos, separados por una guerra. Reflejo de lo que pasó con muchos otros… Deberíamos aprender todos para evitar que se repita.

    http://saliendodesdeelbanquillo.blogspot.com.es

  2. raulrpolo

    El documental es francamente bueno, por las razones descritas en el artículo. Sin embargo me pareció que se forzaban un tanto las cosas para dar a entender que todo aquello había pasado y tal. Dudo que Petrovic y Divac hubieran recuperado (¿aún?) su relación de estar el primero vivo.

    El momento más impactante para mí: van preguntando en Zagreb por su opinión sobre Divac a la gente que acaba de verle pasar. Un tipo responde una sola palabra: «Chetnik!»

  3. El documental es sensacional por muchas cosas (la cantidad de gente conocida que sale, lo emocionante que es la narración de la historia, lo buena que es la documentación a base de vídeos y fotos…) pero sobre todo porque no te da la sensación de que se trate de engañar al espectador en ningún momento. Te cuentan lo que sucedió, con un Divac que no me ha caido nunca bien y al que me creo 100%.

    Se trata de uno de esos ejemplos, como ocurre con el documental de Larry Bird y Magic Johnson o los de Informe Robinson, en los que se ve lo mejor del periodismo deportivo, nada que ver con los peinados de Cristiano Ronaldo que van en portada de As o Marca.

    http://noteniabillete.blogspot.com.es/2012/02/magic-and-bird-courtship-of-rivals.html

  4. Pingback: Petrovic y Divac: Once Brothers

  5. Independència! Llibertat!

    Gran Drazen. Dignitat per sobre de tot.

    • Banderes per damunt de persones? Si n’hi han molts com tu, s’em posen els pels de punta.

      (Ttraducción: ¿Banderas por encima de personas? Si hay muchos como tú, se me ponen los pelos de punta.

  6. Un tío que al leer algo sobre la guerra de Yugoslavia piensa en independencia y libertad, en vez de muertes, violaciones y vidas truncadas, me preocupa, sinceramente…

  7. Recomendable documental, emocionantes declaraciones, humanizando a Drazen que siempre tuvo un aire chulesco y prepotente.

  8. Si hay algún croata que me corrija si me equivoco, pero tengo entendido que la infame bandera no era la de la República Federal de Croacia sino la de un estado croata que se estaba usando por los sectores más extremistas y separatistas. Creo que la interpretación del incidente es desproporcionadísima. Para empezar, el tipo que portaba la bandera (que debía ser alguien acreditado por la proximidad) no busca otra cosa que provocar. ¿A quién se le ocurre tal y como estaban los ánimos aparecer con una bandera independentista justo cuando la selección yugoslava acaba de ganar el campeonato? ¿Quién era este señor y qué hacía en semejante partido? ¿Era periodista? ¿Un simple aficionado? ¿Y qué hace un independentista croata en un partido de la selección yugoslava? ¿Tanto cuesta entender que cualquier nacionalismo es tan artificial y fabricado como las fronteras del mundo? Estoy convencida de que Divac hubiera hecho lo mismo si la bandera hubiera sido Serbia. Era un momento para estar unidos y disfrutar de la victoria. Me encantaría identificar al sujeto de la bandera.

    • Ese partido se jugó en Argentina, fuera de Croacia uno de los lugares con más croatas del mundo.
      Entre los inmigrantes croatas vinieron nacionalistas, filonazis y perseguidos políticos, escapando del comunismo de Tito, del cual todavía no se ha terminado de contar la cantidad de muertos que lleva en su espalda, las foibe, las minas abandonadas, las trincheras antitanque y los ríos se convirtieron en fosas para croatas, alemanes, húngaros e italianos.
      El sentimiento de la colectividad croata argentina era volver a Croacia libre, de ahí el hecho de mostrar la bandera croata para que pueda ser vista en la TV jugoeslava.

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  16. Aunque ya haya pasado tiempo de esto, acabo de ver tanto el documental como las diversas críticas que se de él se han hecho; sobre todo las de Vrankovic que, a la postre, era uno de los amigos íntimos de Drazen. Contrastando unos y otros, la cuestión queda bastante clara para mí.

    El incidente con la bandera de marras tuvo que ver, pero no de la manera que se pinta. Creo que Petrovic habría aceptado la excusa de Divac sobre la inconveniencia de sacar banderas de repúblicas (incluida la serbia) en una victoria yugoslava. Pero, desde el mismo momento en que la propaganda de los radicales croatas sentencian a Vlade como el perfecto paradigma del «chetnik», el nacionalista serbio (y los radicales del otro lado, por su parte, lo elevan a los altares), la cuestión deja de ser cuestión de la voluntad de Drazen. Él es uno de los héroes croatas: *no puede* mantener ningún tipo de relación con el enemigo. Quedaría muy bonito posicionarse en plan racional y hacer oídos sordos a las presiones políticas. Y en época de paz, incluso recomendable. Pero cuando los Balcanes son la viva estampa del Infierno e incluso hay heridos y muertos en la familias a las que conoces, el recurso a la racionalidad deja de ser opción plausible. Héroe o traidor. No hay tonos de grises cuando tu tierra está teñida de rojo.

    Posteriormente, como menciona Vranko, un rifirrafe en un partido entre los Nets y los Lakers, una entrada algo dura y un gesto aparentemente irrespetuoso del serbio, y Drazen sintió que ya podía finiquitar definitivamente la relación sin sentir cargo de conciencia, si le quedaba algo de eso.

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