Política y Economía

Sobre la supuesta singularidad de las ciencias sociales

Ursula K. Le Guin

Siendo un ingeniero rodeado de científicos sociales a menudo me veo envuelto en un debate viejo: la discusión de si la ciencia social es una ciencia como las demás. ¿Son la sociología, la economía o la política disciplinas como la biología, la ingeniería o la medicina? ¿o es el método científico menos apropiado para las primeras? Muchos humanistas consideran que hay algo en las ciencias sociales que las hace “menos ciencias”. Me atrevería a decir que esa opinión domina tácitamente en muchos ámbitos, desde el mundo de la cultura al de la Universidad. Sin embargo, y como explicaré en seguida, los argumentos que suelen darse me parecen muy poco convincentes.

Un primer argumento que usan los defensores de la singularidad de la ciencia social consiste en señalar que esta es particular porque estudiar personas supone un reto mayor. Se dice, por ejemplo, que las personas podemos adaptarnos y cambiar de comportamiento, incluso como respuesta a la acción de la ciencia —quizá para ignorar la publicidad o reaccionar a un nuevo impuesto—, y que una suerte de principio de incertidumbre complica hacer previsiones. Pero dejando de lado los detalles, la idea que subyace es que las personas y sus interacciones son más complejas y menos predecibles que otros fenómenos de la naturaleza.

Un segundo argumento dice que lo que distingue a la economía o la sociología es la falta de experimentación. No podemos hacer experimentos con personas, con grupos sociales o países, sino que la ciencia social tiene que conformarse con experimentos naturales (que ocurren por azar) o experimentos de laboratorio (muy distintos a la realidad). La lógica es que con una evidencia experimental tan pobre no es posible hacer ciencia de verdad.

El tercer argumento se refiere a la ideología. Si se asume que los científicos no están libres de sesgos ideológicos, cualquier resultado que emane de la ciencia social estará siempre supeditado al prejuicio. Llevado al extremo del relativismo, este argumento cuestiona la existencia misma del conocimiento objetivo respecto a fenómenos sociales, una idea que subyace a los comentarios sobre “sus expertos” o “sus datos” que tan a menudo escuchamos en la esfera pública.

Los tres argumentos me parecen exagerados.

Insuficientes para trazar una división nítida entre ciencias sociales y las demás.

Para empezar, las ciencias sociales no son las únicas que tienen a las personas como objeto de estudio. La biología y la medicina también tratan con personas y no por ello se las considera menos ciencia. El estudio de la salud o los trastornos mentales, aún teniendo carácter social, son tareas de la ciencia. Por otro lado, es cierto que las personas tenemos (seguramente) libre albedrío, que podemos adaptarnos a las circunstancias y cambiar, y que eso complica estudiarnos y actuar sobre nosotros. Pero esta propiedad de realimentación no es patrimonio humano: muchos sistemas responden al entorno y cambian, como los zorros y las liebres de un ecosistema o los microbios que mutan frente a un antibiótico.

Todavía es posible argumentar que la ciencia social estudia (sobre todo) las interacciones entre individuos y que estas son más complejas que las de liebres, zorros o microbios. Pero, ¿realmente creemos que son los sistemas sociales los más complejos de la naturaleza? Parece dudoso. La ciencia enfrenta la complejidad en cualquier dominio: ya sea la intrincada relación entre temperaturas, presiones, mareas y corrientes que dan lugar al clima, o el equilibrio que resulta de la interacción de las infinitas especies que pueblan la tierra. La naturaleza está llena de fenómenos complejos.

El argumento de la falta de experimentos tampoco se sostiene mucho más allá. Basta pensar en la teoría de la evolución, una rama de la ciencia casi arquetípica, pero que surgió y avanza sin apenas experimentos. Y lo mismo le ocurre a la antropología o al estudio del origen del universo. Son fenómenos de difícil experimentación. La ciencia social no es la única que tiene que conformarse con observaciones indirectas, experimentos naturales o un poco de juguete. En especial el estudio de la salud enfrenta problemas casi idénticos —uno no puede intoxicar con plomo a la gente durante décadas para medir sus efectos a largo plazo, ni exponerlos a microondas u obligarles a comer diez huevos por semana a ver qué tal sientan—. Lo habitual es que el conocimiento sobre qué nos mantiene sanos se obtenga de experimentos naturales y metaestudios de difícil control. Observamos, por ejemplo, que en Asia la obesidad es un problema menor, pero cuesta averiguar si es gracias a sus hábitos, sus genes o a que consumen poco azúcar.

El argumento de la ideología quizás sea el más sutil. No obstante, lo primero que hay que tener en cuenta es que el método científico es precisamente un mecanismo para minorar el efecto de los prejuicios, sobre todo cuando se entiende la ciencia como una labor colaborativa (si los sesgos nos llevan a hipótesis equivocadas, estas acabaran demostrándose falsas, por acción nuestra o de los demás). Y no solo eso, en realidad las discusiones desde prejuicios y posturas a priori ocurren en todas las disciplinas de difícil experimentación. Pasa en psicología y en economía, pero también entre paleontólogos que discuten si Homo sapiens y Neanderthal se mezclaron poco o mucho, entre biólogos que debaten si la mitocondria fue en origen un parásito, o entre médicos que discrepan sobre si las dietas bajas en grasas son sanas o peligrosas. Ocurre, simplemente, que alrededor de las preguntas abiertas surgen más discusiones: porque cuando el conocimiento deja huecos para la incertidumbre, las personas corremos a completarlos con intuiciones, opiniones o ideología. La ciencia social tiene muchas de esas preguntas abiertas, pero ni mucho menos tiene el monopolio.

En definitiva, los fenómenos sociales presentan características que hacen su estudio exigente y son quizás tendentes a la discusión. Pero no hay una brecha entre ciencia social y ciencias de la naturaleza, sino fenómenos más o menos complejos. El estudio de según que asuntos es más difícil, pero la gradación no es binaria, sino un continuo que afecta a todos las ramas del conocimiento. No hay nada categórico que diga que la ciencia es un buen instrumento para estudiar la naturaleza pero no para estudiar a los hombres; afirmar lo contrario supone casi afirmar que hay algo “fuera de la naturaleza” en nosotros los seres humanos.

Más aún, existe un peligro en exagerar estas dificultades para erigir lo social como algo distinto —algo anumérico— y restar valor a la aproximación científica de los fenómenos sociales. Porque, ¿cuál sería entonces la alternativa? La falacia en la que suelen caer quienes critican o relativizan la ciencia social es que lo hacen sin proponer un alternativa, o peor, proponiendo alternativas que no solo afrontan las mismas dificultades que esta, sino muchas otras.

Es cierto que la ciencia ofrece a menudo respuestas vagas, pero no es un defecto suyo, sino una consecuencia de la complejidad del mundo. La realidad huye de las explicaciones sencillas y emerge como resultado de la interacción sutil de un montón de factores. Es por eso que muchos fenómenos de la naturaleza nos sorprenden y nos asombran. Y es por eso que nos cuesta tanto predecir el futuro. ¿Preferiríamos quizás que la realidad tuviese un orden cartesiano? ¿qué fuese simple y perfectamente predecible? No lo creo. Al contrario, como dijo Le Guin, creo que es precisamente la incertidumbre lo que hace la vida tolerable: no saber qué viene después.

 

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70 Comentarios

  1. Bayard Sartoris

    Estoy de acuerdo. Yo solo domino una ciencia social, la Historia -aunque engloba aspectos tocantes a la sociología, la economía y similares-, porque es en la que me he especializado, y entiendo y comparto las resoluciones de este articulito. Un tal Haydn White sugería que la Historia (y creo que es aplicable a las demás ciencias sociales) se encontraba en una fase muy temprana como disciplina, la misma en la que se encontraban las ciencias «puras» allá por el siglo XVI; una fase embrionaria en la que aún no se han sentado las bases y en la que no existe un método específico. No se hasta qué punto esa afirmación es válida y no peca quizás de cierta teleología, pero sí es verdad que carecemos de un método científico aplicable a las mismas, y que no hay un argumento estable que legitime algunas de las líneas de interpretación o de análisis de ciertos fenómenos históricos -o sociales, o económicos, o políticos- más que otras.

  2. Es un problema de terminología. Hablar de «método científico» en sentido estricto sólo tiene sentido en ciencias deterministas: mates, física, química… Eso no quita para que lo demás sea conocimiento. Entonces, si quieres, cojemos todo y lo llamamos «ciencia». Así podremos seguir discutiendo sobre donde está la línea.

    • Kartoffel

      En todo caso, podrías hablar de un método científico en física y química, pero las matemáticas son un campo completamente diferente (lo único que tiene una vertiente experimental es el análisis numérico).

      • El método científico no es un formulario de experimentos que haya que rellenar para comprobar algo. Se trata de la construcción de una verdad sobre otra verdad. Esto ya lo empezarón los griegos con la lógica, germen importantísimo de las matemáticas.

        • Bayard Sartoris

          Pues eso decía yo. No existe método científico en las ciencias sociales, pero sí que existen silogismos que explicar ciertas realidades humanas -si no, estaríamos en lso tiempos de Heródoto- que se han ido asentando como válidas, aunque no como irrefutables.

        • Kartoffel

          > Se trata de la construcción de una verdad sobre otra verdad.

          Si esto es lo que defines como método científico, no es cierto ni siquiera en matemáticas. Cuando uno lee un libro de texto de matemáticas, puede que se presente cada verdad apoyada en la anterior (primero la pata, después la mesa), pero históricamente suele ocurrir que se encuentran las patas después de, o cuando se busca la mesa (p. ej. conceptos del análisis como convergencia uniforme o variación acotada y campos como la teoría de la medida o las series de Fourier – un ejemplo particularmente claro en el que prácticamente toda la teoría es históricamente posterior a «la verdad»).

          Si ya nos vamos a las ciencias naturales, directamente no tiene sentido la definición, ya que campos enteros de la física están basados en mentiras (toda la mecánica de medios continuos -y con ella una grandísima parte de la ingeniería-, toda la mecánica newtoniana y parte de la cuántica). Lo que ocurre es que esas mentiras son útiles porque están suficientemente cercanas a la realidad. ¿Y cómo determinamos la «cercanía a la realidad»? Ahí es donde entra en juego la parte experimental del método científico (que como ya digo, es absurdo plantearse en la mayoría de los campos de la matemática no aplicada – con la excepción, de nuevo, del análisis numérico).

  3. Bueno, estas son las acusaciones que tenemos que enfrentar constamente los que hacemos/estudiamos CCSS.

    Tengo algún que otro amigo físico, matemátigo y biólogo lo que sucedió es que tuvimos una discusión sobre el tema, leyeron al respecto y finalmente llegaron a las mismas conclusiones que tú.

    Hay complicaciones metodológicas también en las ciencias formales, y de cualquier forma lo que comenta Bayard Sartoris es cierto, estamos en pañales. Quizá la Economía menos que el resto, pero en ello estamos. La aparición de la neurociencia y nuestros primeros pinitos con la minería de datos puede (que no lo sé, ya veremos) que nos ayuden bastante.

    De cualquier forma sucede que, por ejemplo en sociología, hay muchos estudios que aún con todas las complicaciones han sido bastante eficaces para los objetivos que se marcaron. Ésto quiere decir que aún en pañales nos esforzamos por hacer las cosas bien.

  4. Kiko Llaneras

    Asubola, yo no creo que las interacciones humanas sean menos «deterministas» que otros fenómenos de la naturaleza. O mejor dicho, creo que hay fenómenos de la naturaleza que estudia la física o la biología que son tan difíciles de «determinar» o predecir como los fenómenos humanos.

    ¿Por qué vamos a ser los humanos menos o más «deterministas» que el resto de fenómenos? Afirmar eso es casi afirmar que hay algo “fuera de la naturaleza” en nosotros los seres humanos.

    Por cierto, esto nos lleva a otro debate, aún más complicado, sobre la misma existencia del libre albedrío.

    • Fernando Lizarraga

      Me choca un poco que por un lado comentes en el artículo que crees que probablemente tenemos libre albedrío y por otro te parezca que el comportamiento de las personas pueda ser determinista.

      • Kiko Llaneras

        En el artículo prefería no entrar al debate del libre albedrío, que aunque interesante, hoy en día no deja de ser un debate abstracto y (casi) sin implicaciones prácticas.

        Por eso en mi comentario tampoco quería hablar de determinismo en sentido estricto y por eso lo he puesto entre comillas. Me refería más bien a fenómenos azarosos o difíciles de predecir.

        Digamos que hay un determinismo estricto (filosófico) y otro blando (práctico o de grado).

        En ciencia es habitual que modelemos muchos fenómenos como caóticos o azarosos (no deterministas) por razones prácticas: porque son difíciles de predecir y casi «parecen» estocásticos y no deterministas. Ocurre, por ejemplo, con un dado, que asumimos que es azaroso, aunque en rigor la física que rige su comportamiento es determinista (dependerá de su geometría, la fuerza del tiro, su posición inicial, el viento, etc, etc, etc.). Lo mismo ocurre con las partículas de un gas o, quizás, con las personas. Predecir lo que hace una es difícil, pero en agregado aparecen patrones que las hacen predecibles.

        En definitiva, muchas veces modelamos como no deterministas sistemas que simplemente son complejos.

        Escribí algo al respecto aquí: «¿Dónde están los límites de la predicción? Caos y efectos mariposa»
        http://politikon.es/2012/12/04/cuales-son-los-limites-de-la-prediccion-caos-y-efectos-mariposa/

    • Fernando Lizarraga

      Ya, en este caso no me importa tanto la cuestión de conocer hasta que punto es predecible o no el comportamiento de las personas sino la posibilidad de que sea fruto de un libre albedrío o bien un fenómeno que aunque no se pueda predecir, sea determinista.

  5. Estoy muy de acuerdo Kiko. Pero como apunta Iago, creo que todavía no tenemos las herramientas para estudiar al hombre de una manera metódicamente fiable. Soy muy fan de la neurología, y creo que desde ahí se podrá empezar a arrojar algo de luz al tema del que hablas: la descripción científica de los fenómenos del cerebro y el comportamiento del hombre.

    Lo del libre albedrío es muy interesante. Pero la ciencia quizá podría darte una descripción absoluta de la estadística del fenómeno y a su vez no ser capaz de preveer el instante siguiente. Tal y como ocurre en mecánica cuántica. Quién sabe.

    • Bayard Sartoris

      Cuidado, porque la neurología también tendrá sus limitaciones a la hora de explicar ciertos fenómenos competencia de las ccss; por ejemplo, puede servir para explicar nuestra forma de responder ante ciertos estímulos por extensión, qué estructuras creamos o adoptamos en consecuencia, pero sería menos fiable como herramienta en lo que toca al análisis de sociedades extintas

    • «No tenemos las herramientas para estudiar al hombre de una manera metódicamente fiable».

      Por curiosidad, ¿qué opinas de la psicología? ¿No es «metódicamente fiable»? ¿En qué sustentas tu opinión? ¿Cuántos artículos científicos de psicología has leído? ¿Y tu formación en metodología de las ciencias del comportamiento cuál es?

  6. Yo creo que hay que tener cuidado con las ciencias sociales porque demasiado a menudo se producen «modas» que aparentan consensos. Pero estos no están basados en datos sino en otras cuestiones ajenas a la investigación. Muy en especial la economía se presta a servir de instrumento para justificar privilegios de unos sobre otros, como se está demostrando con el tristemente famoso estudio de Reinhart y Rogoff.

    • Ese estudio, que yo sepa, no pasó revisión alguna. Simplemente alguien empezó «a rularlo por ahí». Otro problema de las CCSS es que de lo que se publica a lo que llega al público normalmente hay bastante distancia, y los estudios se blanden para determinados intereses, lo cual es triste, pero es así.

  7. Todavía no he tenido tiempo de leer el artículo, pero confieso me habéis ganado por completo al encabezarlo con una fotografía de mi autora favorita…

  8. Parecen todos ustedes ultrahombres… Hablan del hombre y su estudio como si pudieran ustedes lograr un conocimiento limpio del mismo, libre de interpretaciones. Como si no fueran hombres tambien ustedes. Reducen ademas la ciencia al unico metodo valido de conocimiento. Creo que la ciencia solamente puede dar cuenta de lo mecanico. Reducir la funcionalidad del hombre a una funcion mecanica es puro determinismo, no esta mal. Pero reducir su conocimiento a lo cientifico es muy empobrecedor me parece.

    • Alberto MdH

      Es posible que la ciencia no sea el único método válido de conocimiento, pero es el único que tenemos (y funciona muy bien) Salvo que usted pueda proporcionarnos alguna alternativa, creo que es mejor ceñirse a lo que funciona.

      • no estoy seguro de entender qué quiere decir usted (lo repite incluso) con que funciona. Si se refiere a su aplicación prática, lo que es la tecnología, le doy la razón. Cualquier otro sentido que quiera usted dar sobre un conocimiento «que funciona» a mi me resulta oscuro, la verdad.

  9. Alberto Gómez

    Bueno, bueno, decir que la evolución, o incluso el origen del universo cuentan con poca experimentación es, cuanto menos arriesgado ¿no crees?

    • Arriesgado, no. Es una solemne estupidez, una hipérbole utilizada para cubrir el mayor defecto de las ciencias sociales para ser consideradas Ciencia: su falseabilidad.

      Hay miles de experimentos falsables sobre la Teoría de la Evolución, y otros en marcha. Hay miles de experimentos sobre particularidades de las diversas teorías cosmogónicas, a la espera de seguir innovando y desarrollando la técnica que nos permita experimentar otras. Hay cientos de predicciones realizadas por esas mismas teorías que se van ajustando con la experimentación.

      Pero lo más lamentable es la argumentación: como ciertas teorías intachablemente científicas no pueden ser comprobadas experimentalmente hoy en día (por cuestiones técnicas), las ciencias sociales que no pueden ser refrendadas experimentalmente son automaticamente refrendadas. De nobel.

      • Vamos a ver: no es lo mismo coger tu detector de partículas, ponerlo en un globo y ver lo que encuentras, que construir un LHC, crear partículas y detectarlas. Esto último es lo que el autor llama «experimentación», a lo primero lo llama en algún momento «experimento natural».

    • Fernando Lizarraga

      Una cosa es experimentación y otra evidencia empírica. El origen del universo no se puede reproducir, pero hay evidencia empírica sobre el mismo.

      • Kike, sobre la evolución, fíjate que enfatizo diciendo que «surgió» sin experimentación. Creo que en eso estarás de acuerdo. Y es verdad que hoy existen experimentos que prueban la idea general de Evolución, pero en muchos aspectos particulares todavía hoy se avanza sin experimentos, por ejemplo respecto a preguntas sobre la evolución del hombre y otros organismos complejos.

        Sobre la argumentación del final que me atribuyes, conste que esa no es la idea que pretendía trasladar. Mi idea es que la ciencia social enfrenta dificultades que no son de naturaleza distinta a las dificultades que enfrenta la ciencia en otros muchos dominios.

        Y como dice Fernando, una cosa es la experimentación y otra la evidencia empírica. En el texto hablo de la primera. Evidencias empíricas de otro tipo son comunes en ciencia social.

        • Ninguna ley o teoría nace de la experimentación, sino de la observación. Y de esa observación se van proponiendo teorías que se van refrendando, total o parcialmente, mediante la experimentación. Experimentos que son falsables: si alguien hace ese experimento en otro lugar en las mismas condiciones, el resultado es el mismo.

          Las ciencias sociales no son, en mi opinión, CIENCIA, por su incapacidad de ser falsable, ni predictibles: las teorías que provienen de la observación de ramas como la sociología o psicología son dificilmente experimentables; pero cuando lo son, son incapaces de replicarse en otro momento, o en otra población. Y, por supuesto, jamás consiguen predicciones fiables.

          Por supuesto, hasta el día que nazca Hari Seldon. Entonces si.

          • Bayard Sartoris

            Jajaja, lo has clavado.

          • Alberto MdH

            Creo que son dos cosas distintas, una cosa es que haya mucho charlatán haciendo pseudociencia (con cátedra incorporada) y otra que esas disciplinas no puedan ser estudiadas como ciencias. Por ejemplo, hasta donde yo veo (no es mi campo) la psicología, aplicando control de poblaciones y estudios a doble ciego ya va sacando resultados reproducibles y falseables.

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  11. Creo que Riker lo dejó bastante claro hace más de 4 décadas…

  12. No me ha convencido en absoluto. La ciencia física (astronomía) predice eclipses con siglos de anticipación; miles de «científicos» (economía) no vieron la crisis económica que se nos cayó encima.

  13. (Me) Corrijo, Riker lo dejó claro en 1957.
    Hace más de 5 décadas.

  14. Pingback: Sobre la supuesta singularidad de las ciencias sociales

  15. Si, muy bien, pero hoy por hoy es imposible tomar una foto coherente de la realidad y achacarla al objeto de estudio y no a cualquier otra cosa y menos asegurar que ese comportamiento se vaya a replicar siempre.

    • Augustbecker, pero es solo un ejemplo. Hay montones de fenómenos físicos difíciles de predecir, como un tornado o la vida de una célula o la tirada de un dado. La complejidad, la apariencia de azar y la difícil predicción no son patrimonio de los hombres.

  16. La biología estudia aspectos humanos que no tienen que ver con la sociedad. Es como animales sociales y culturales que podemos estudiarnos, la biología no basta para entendernos, necesitamos lenguaje, referentes y paradigmas para explicar las cosas. No genes. Ahí radica la complejidad de estudiar lo social desde lo social. Palabra de socióloga.

    • Marina, yo creo que es incorrecto pensar que el tratamiento biológico del ser humano se reduce a la genética más crasa. Hay teleosemántica, psicología evolucionista, hipótesis adaptacionistas, epigenética, enfoques cognitivos y etológicos complejos, etcétera. La cultura, por necesidad, es producto de nuestra biología. Un gato no hace catedrales ni circuitos integrados y nosotros sí porque disponemos de ciertas disposiciones materiales que lo permiten. Ahora bien, no hay que confundir esto con el determinismo genético absoluto. Que la cultura tenga un origen biológico y natural (como los peces, los elefantes y la respiración) no significa que estemos programados para hacer catedrales. La plasticidad de nuestro cerebro permite una inmersa diversidad, así como nuestras articulaciones -dadas genéticamente- permiten una infinidad de movimientos posibles.

      • Un gato no se estudia a si mismo, un humano si. Por otro lado, yo no digo que el ser humano sea genética pura. Aquí no se está hablando de eso. El tema es cómo se estudia lo que se estudia, y obviamente si uno es investigador y objeto de estudio a la vez, es bien complejo ser objetivo, si es que eso es el objetivo. A veces olvidamos que la objetividad es un medio para alcanzar conocimiento, no una meta en si.

      • Paulo, creo que los ejemplos que das estan llenos de líneas borrosas, que en biología abundan. Es importante señalar que esto no le sale gratis como ciencia sino que conllevan un sacrificio epistemológico muy relacionado con lo que comenta Marina. Pero parece que eso solo le importa a la crítica radical…

  17. Marina, ¿pero porque la ciencia no va a servir para estudiar el lenguaje? ¿hay algo «fuera de la naturaleza» en el hombre? Además, el lenguaje —la comunicación— y el comportamiento social no son tampoco patrimonio nuestro.

    Tienes razón en que estudiar lo social es complejo, eso es innegable: son fenómenos complicados, tienen dificultad de hacer experimentos, dependen de multiples factores y eso hace difícil generalizar, etc, etc. Lo que intento señalar es que esas dificultades ocurren también en otras áreas de la ciencia, aunque a veces nos cuesta más verlo.

    Estudiar el clima o la geomorfología, investigar la salud de las personas, la evolución de la vida o el equilibrio ecológico entre especies, —por citar algunos ejemplos— son todo fenómenos que comparten muchas de esas dificultades.

    • Es que una cosa no quita la otra. El tema es el punto de vista. Uno puede estudiar las flores, pero como no somos flores, podemos poner cierta distancia, pese a que la flor es flor porque la nombramos así, y le atribuimos, como humanos, ciertas características (no se define así ella misma).

      El tema se complica aún más cuando en vez de estudiar elementos externos, como las flores, nos estudiamos a nosotros mismos. Somos juez y parte. No podemos dejar de ser objetos de estudio e investigadores al mismo tiempo, en cambio en la biología el objeto de estudio está desligadas (a priori) de uno mismo. Uno no estudia los cromosomas como cromosomas, sino como humano, y el cromosoma no deja de ser un elemento interpretado externamente como objeto singular en el cual no vemos reflejados nuestro ser.

      Te pongo un ejemplo. Si estudio cómo se comporta la gente respecto al racismo, seguramente como persona tenga una opinión, ideas arraigadas fuertemente a mi personalidad, a mi cultura, a mi entorno, que de alguna manera sin que ni lo sospeche interferirán en mi manera de acercarme al objeto de estudio. De igual manera que interferirá en por qué elijo un tema de estudio y no otro. Se llama autoanálisis, y los humanos somos el único objeto de estudio que pueda hacerlo a este nivel.

  18. ¿Alguien ha leído a Popper? ¿A Compte?
    ¿Alguien conoce las raíces de la ciencia? ¿A Newton? ¿Causalidad? ¿Y qué hay del positivismo?

    Creo que es un artículo con conocimientos peregrinos del asunto. Muy osado.

    • Estoy de acuerdo.

    • ¿Falacia de autoridad?. Si es por nombrar autores puedes aumentar la lista Peirce, Kuhn, Russell, Lakatos, Rosenberg, etc.

      Vamos que un tu comentario no das argumentos, sino una lista de nombres

      • Algoban, creo que los argumentos están implícitos en los nombres y conceptos a los que alude Diego A.

        • Por eso digo que es una falacia de autoridad, ¿comenta un artículo diciendo que si no han leído a Popper?, ¿y?.

          A mí me suena a salir por la tangente y no valorar ninguno de los argumentos del artículo. Si quiere reforzar sus argumentos con Popper, que al menos muestre algún argumento.

          No sé si es consciente o no del uso que se la da a Popper en economía, hemos de suponerlo de su comentario.

      • una lista de nombres clave, no cualquiera, para discutir el tema traído aquí

    • Parnassuss

      Sí señor, alguien con conocimientos que puede opinar sobre el tema con criterio. Y aunque no lo hagas, con ese simple comentario ya me demuestras que tienes conocimientos para opinar mejor que cualquier comentario que leído, incluso el propio artículo. Popper, junto a Adorno y a otros autores, son la cura de humildad que necesitan muchos positivistas ególatras y megalómanos que se creen con el derecho a decidir qué es ciencia, el concepto en sí, lo que tiene que englobar y lo que no.

  19. Alberto MdH

    Tal y como yo lo veo, las ciencias sociales pueden (y deben) ser estudiadas mediante el método científico, aplicando el mismo rigor que a las ciencias naturales. El tratarlas como ciencia «de segunda» lo único que ha traído es una proliferación de charlatanes (Lacan, Reinhart y Rogoff, Freud, Laffer etc…) Es cierto que otras disciplinas tienen charlatanes (Hahnemann, Hiromi Shinya, Séralini etc…) pero, por lo menos se publicitan en Gran Hermano, no en publicaciones científicas.

    Lo cierto es que hay disciplinas (La psicología, por ejemplo) que han avanzado mucho, pero hay otras, en las que queda mucho por hacer.

    En el caso de la economía, que es de la que más se habla últimamente (por razones obvias) El problema que tiene es que está todavía «en pañales» Los economistas son como los médicos del teatro de Molière que, tienen tantas probabilidades de matar al paciente como de curarlo, y solo conocen los resultados de un tratamiento… ¡Después de aplicarlo!

    Esos sistemas son susceptibles de experimentación (ahí está el ejemplo de Daniel Kahneman) pero exigen rigor y son bastante complejos. Lo que implica que hay que leer menos a Marx o a Von Mises (o astrología) y estudiar más matemáticas. Ello haría que las carreras sean más difíciles pero los resultados mejorarían sensiblemente.

    Probablemente, un estudio riguroso de las ciencias sociales traerá conclusiones que contradicen nuestros prejuicios, nuestra ideología o que nos resultarán moralmente repugnantes, pero, a fin de cuentas pasó lo mismo con Copérnico o Darwin.

    • Tú lo has dicho: «leer menos a Marx»… «y estudiar más matemáticas». Y así nos va. Y no hemos aprendido nada.

      Premio tecnócrata del día. No digas a nadie que tecnócrata quiere decir clasista.

  20. Opino que algunas «Ciencias» Sociales (en lo que sigue estoy pensando en la Sociología) buscan una reivindicación de su estatus «jugando» a crear conocimiento científico cuando ni por su objeto de conocimiento ni por los métodos que emplea puede más que aproximarse más o menos vagamente.
    Respecto al objeto de conocimiento, cuando se dice que la persona como objeto de estudio es problemática, esta frase no hace referencia, creo, a los procesos biológicos de la persona o a las enfermedades que sufre una persona (biologia y medicina, ejemplos que pone el redactor del artículo). Del estudio de estos procesos y enfermedades, sí pueden extraerse «Verdades». Y de eso va la Ciencia, según Luhmann, de la distinción entre verdadero y falso. Sin embargo, cuando el objeto de estudio son las personas en términos sociológicos, esto es, sus opiniones o comportamientos agregados, los fenómenos sobre los que poder afirmar verdades como «el agua hierve a cien grados» son limitados (si jugamos a ser Ciencia, jugamos a ser Ciencia, es este el tipo de conocimiento al que debe aspirar una disciplina que se reivindique como Ciencia).
    Eso no significa, pienso, que el conocimiento emanado de esos estudios no sea relevante, de la misma forma que la Filosofía es una fuente importantísima de conocimiento. El problema está en que esos estudios pretenden reafirmarse, generalmente, no en la argumentación (al estilo filosófico), sino en la «cientificidad» de unos métodos empíricos (estadística, mayormente, de la capacidad de los métodos cualitativos de establecer explicaciones generalizables ya ni hablamos) que si bien en el estudio de fenómenos naturales son herramientas útiles, la potencia que exhiben a la hora de intentar capturar la realidad social es ridícula.

  21. Parnassuss

    Todo el mundo a leer a Adorno y Popper antes de soltar burradas sobre este tema. Después ya se puede opinar con cierto criterio.

  22. Puestos a citar a autores, Isaiah Berlin se pasó la vida estudiando la Ilustración y la validez de ciencias sociales desde su enfoque escéptico. El pensamiento Ilustrado asume tres consideraciones: a) que toda pregunta tiene una respuesta racional, b) que dicha respuesta es única y cognoscible, y c) que todas las respuestas consideradas verdaderas o correctas son compatibles entre sí.

    Berlin muestra como cada una de estas tres consideraciones resulta cuestionable. No niega valor al método científico. No es un relativista. Tanto la Historia como la Sociología tienen valor, pero limitado. De hecho el valor de las ciencias sociales puede estar en admitir sus propias limitaciones y saber convivir de forma plural con otras interpretaciones a la hora de escudriñar la realidad: Su no infalibilidad pudiendo existir otras verdades no científicas ¿Cuáles? El mundo dio muchas vueltas antes que Newton naciera. No se trata de reivindicar la Edad Media, sino evitar tratar las ciencias, y menos a las sociales, como única fuente de conocimiento y de ‘posible’ verdad.

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  25. Hola Kiko, me parece interesante este articulo que leí que se posiciona en la opinión contraria a la que expones tu.
    Si te interesa leerlo ya me comentas.
    Un saludo.

    http://espejismosdigitales.wordpress.com/2013/07/04/ctrlaltsupr-la-jubilacion-de-las-ciencias-sociales/

  26. Rutherford

    Un ingeniero hablando de ciencia? Ein?
    “In science there is only physics. All the rest is stamp collecting”

  27. Parnassuss

    No voy de troll, como el otro, simplemente quiero decirte por muy objetivo, frío y científico que intentes ser en este artículo Kiko, a los positivistas se os huele a kilómetros. Vuestro ego, vuestra megalomanía os delata siempre. Os creeis con el derecho a decidir qué es ciencia, qué no lo es, de qué manera, etcétera. Dejadnos en paz a los científicos sociales, idos por vuestro camino, y nosotros por el nuestro. Menos mal que en el fondo nos importa un rábano lo que opineis vosotros. El problema está en vuestras ansías imperialistas, en vuestra ambición de imponer vuestra filosofía y metodología. Al final vencereis, os saldreis con la vuestra, y las Ciencias Sociales serán relegadas en la historia como si fueran artes arcanas, alquimia o magia antigua. Ya están bastante denostadas, especialmente en el ámbito laboral, y lo peor es que se está imponiendo en la filosofía mundial, con lo cual ya no hay vuelta atrás. A los científicos sociales no nos mueve la ambición, no tenemos sentimientos imperialistas, no queremos convencer a todos, ni establecer leyes inamovibles y universales, ni queremos que todo el mundo piense igual, y por eso perderemos esta guerra. Pero a mí personalmente me da igual, soy más feliz estudiando e investigando lo que quiero, sin presiones, sin ambiciones, sin metas megalómanas. Bien es cierto que se hace duro la discriminación laboral, así como la continua denostación y exclusión social y científica cada vez más fuerte y presente, pero en el fondo somos felices. Algunos se resisten, y luchan, yo ya he desistido, soy bastante conformista, pero para mí, aquellos que siguen luchando y defendiendo las CCSS son héroes que la historia nunca recordará como se merecen, porque serán los derrotados.

  28. ¿Este Parnassus qué ha desayunado, para ponerse tan de mal humor?
    Anda, tómate un poquito de tisana positivista: http://purlieujournal.com/4/4_zamora-bonilla.html

    • Parnassuss

      JAJAJA qué bueno!!! Eres como esos profesores universitarios que mandan leer a sus alumnos sus propios artículos y libros. Qué guay, eso es modestia y no lo de Mourinho.

  29. Las ciencias sociales son a las ciencias naturales lo que la justicia militar es a la justicia…
    La única constante es el cambio, se siente.

    Un científico social

  30. Kiko,

    Me parece que te olvidad una de las caracteristicas principales que hacen de las ciencias sociales unas ciencias singulares: la performatividad.

    Hasta donde yo se, en las ciencias naturales la forma en que se mire no cambia lo que se mira, o dicho de un modo mas preciso: la teoria no deforma la realidad.

    Esto si que sucede en las ciencias sociales, tanto en economia como en sociologia o en politica. Es por eso que el «problema» va mas alla de la ideologia del autor, porque sus teorias (influidas por dicha ideologia) deforman la realidad exterior.

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  33. A los que se decantan por concluir que no hay diferencia (y no lo digo en sentido normativo) les recomendaría este ensayo de Ian Hacking – http://isites.harvard.edu/fs/docs/icb.topic606668.files/Course%20Readings/1%20Introduction%20Reflective%20Self/Hacking.Looping.Effects.1995.pdf – sobre los efectos de las categorías humanas (human kinds).
    Por otro lado da la sensación que muchos comentarios -particularmente los de aquellos que se indignan ante la sugerencia de una diferencia entre las ciencias sociales y naturales- llevan implícita una jerarquía de valores que sitúa la ciencia (es decir, la física) en la cúspide cual empírica jet set a la que todos los demás sistemas de conocimiento quieren parecerse para así tener acceso al prestigio social que ello conlleva. Estas consideraciones mezclan dos cuestiones que son distintas: por un lado esta el análisis epistemológico de las varias disciplinas y por otro lado la discusión sobre su valor social. Dicho de otro modo, preguntarse si las diferencias entre los objetos de estudio se reflejan en los paradigmas estudiados no es lo mismo que decir que las ciencias sociales son menos válidas o relevantes.

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