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Quim Monzó y Enric González o cómo construir un idioma

Quim Monzó para Jot Down

(Versión en catalán)

Quim Monzó (Barcelona, 1952) viene a ser el metro de platino iridiado de la lengua catalana, al menos en su versión barcelonesa. Escritor, periodista (publica una columna diaria en La Vanguardia desde hace cinco años), personaje mediático, referencia lingüística, antiguo diseñador gráfico, pornógrafo y turético (el síndrome de Tourette y las descargas de dopamina le provocan tics abundantes, una cierta tendencia a la procacidad y un carácter más o menos obsesivo), se aproxima bastante a la idea que uno tiene del genio creativo. Esta conversación se desarrolló un día festivo de agosto en su piso barcelonés, junto al Paralelo.

Amos Oz me dijo una vez que era más o menos consciente de que estaba construyendo un idioma, el hebreo.

He leído cosas suyas sobre eso.

Qué responsabilidad. ¿Tú sientes a veces que estás construyendo un idioma?

A ver… Una cosa que me divertía mucho, bueno, más que divertirme me fascinaba, de Amos Oz, es cuando explicaba que cuando empezaron a escribir en hebreo, la primera generación de escritores que lo hizo se encontró con que no tenían tacos ni palabrotas, porque era una lengua absolutamente resucitada.

Una lengua religiosa.

Sí señor. Tenían graves problemas a la hora de decir tacos, de blasfemar, de cagarse en todo. Poco a poco, claro, la calle los fue generando, cosa lógica, y Oz explicaba que fueron incorporando estos tacos de manera que en cierto sentido les daban el visto bueno…. La pregunta era: ¿me siento constructor de una lengua?

Del patrón de una lengua. Eso de captar palabras de aquí y de allá y decir: eso lo convertimos en estándar.

Tengo claras mis dudas iniciales, a finales de los setenta y principios de los ochenta. Partía de una lengua literaria, previa, engolada y rígida. Trabajar en radio, más que en prensa, hizo que me diese cuenta que cuando escribía guiones de radio utilizaba una lengua ágil y correcta, pero cercana a la de la calle, sin demasiados adornos. En cambio notaba que cuando me ponía a escribir relatos o novelas automáticamente me agarrotaba. Ese proceso duró unos cuantos años, hasta que entendí que lo que tenía que hacer era escribir de la misma forma cuando lo hacía para una novela o unos relatos que cuando lo hacía para la radio. En este sentido sí que, claro, algunos escritores rompimos con todo aquel tipo de postnovecentismo que aún arrastrábamos y que habíamos adoptado porque ese era el panorama ambiental más presente. Nadie, ninguna lengua ni ningún escritor, escribe como la calle habla, pero tampoco escribe como las instituciones dicen que hay que escribir… Josep Maria de Sagarra decía —¿en los años veinte?, ¿en los treinta?— una cosa que tengo muy grabada: la lengua es como un caballo y tiene dos riendas. Una rienda es la normativa, la academia, el instituto o el organismo oficial que dicta cómo se tienen que decir las cosas, y la otra rienda es el lenguaje de la calle. Decía Sagarra: si quieres que el caballo avance no puedes utilizar solo una rienda, porque entonces el caballo siempre dará vueltas, sea hacia la derecha, sea hacia la izquierda, pero no avanzará nunca. Por lo tanto, tienes que saber qué dice la academia y qué dice la calle, e ir avanzando cogiendo ahora un poco de aquí, cogiendo más tarde un poco de allí. Con las contradicciones que eso puede implicar. Porque, si no, el caballo no avanza. No puedes hacer sólo caso al lenguaje de la calle, ni puedes hacer caso del todo a la academia. Tienes que ir sabiendo qué dicen unos y otros. Todas las lenguas tienen conflictos. ¿Te has fijado, ahora, con el italiano? En la calle todo el mundo habla italiano-inglés.

Sí, la “scalation”.

¿El otro día oí, a quien era…? ¿Monti? Dice «qui non abbiamo questo ‘sense of humor’…». ¡Como si el italiano no tuviese una fórmula genuina para decir sentido del humor!

Dice ‘sense of humor’ la gente de la calle.

Perdona si me enrollo.

No, no. Si de eso se trata.

Hostia, en las series de televisión, en inglés, «he’s my boss’ o «he’s the boss»… En Italia, «il capo», «il capo di tutti i capi»… ¿Eso era siempre así, no? Pues ahora veo que los italianos ya no dicen capo, dicen «boss». Cuando precisamente «capo» era la palabra que todos los otros idiomas usábamos para denominar al capo mafioso. Pues ellos dicen «il boss», ahora, tócate los cojones. Esa degeneración del italiano me deja boquiabierto. Es una lengua tan rica y tan precisa… Este mismo esnobismo lingüístico está por todas partes… Ahora, mucha gente que habla en catalán o en castellano, tiene tendencia a introducir pequeñas frases en inglés. No sé qué, «please»… Porque, claro, es una bromita que remite a una ironía, pero evidencia una diglosia que antes solo veía en catalán. Esta bromita barata de ir insertando palabras en castellano, para hacerse el chupiguay. Ahora, de la diglosia hemos pasado al ménage-à-trois: aliñan la conversación con palabras en castellano y en inglés.

¿Cómo empezaste a relacionarte con el catalán? ¿Qué hablabas con tu madre?

Con mi madre, en castellano. Con mi padre, en catalán. Mi padre era del Poblenou, del mundo de las fábricas textiles, que fue desapareciendo, como todo va desapareciendo con el paso de los años. Mi madre era modista, iba a coser por las casas de los ricachones. Yo hablaba en un idioma o en el otro. Cuando empecé a escribir en la prensa, lo hacía en catalán en Oriflama y en castellano en el Tele/eXpres con unos reportajes sobre Vietnam y Camboya. ¿En qué castellano? Pues en el que había aprendido de mi madre, y el que enseñaban en la escuela. Después pasé muchos lustros escribiendo artículos solo en catalán. Luego volví a escribir también en castellano.

Te dedicaste al diseño.

Empecé a ganarme la vida con eso. A los catorce años entré a trabajar en un estudio en el barrio de Gràcia, en la calle Siracusa, antiguamente llamada calle Voltaire, hasta que llegó Franco y dijo que, de Voltaire, ni hablar. Las personas mayores del barrio seguían llamándola, no calle Voltaire, sino la calle “d’en Voltaire” (pronunciado literalmente), porque supongo que «voltaire» les debía de sonar a persona que “volta molt”, que pasea mucho, lo que no está nada mal para Voltaire. Ahora aún se llama calle Siracusa porque no recuperó el nombre anterior. Iba a un estudio de dibujo como aprendiz, a los catorce años, que es la edad legal en que ya se podía trabajar y, como en casa no había ni un duro, pues tenías que espabilarte. Pasé de este estudio a otro, en la zona del paseo Verdum, en la calle Valldemossa, un estudio de diseño con imprenta. Estudiaba en la Escuela Massana, en horario nocturno, una carrera que se llamaba Plástica Publicitaria. El oficio ese fue cambiando de nombre y, cada vez que cambiaba de nombre, aumentabas los ingresos. Siempre se había llamado Dibujo Publicitario. Entonces a alguien se le ocurrió que tenía que llamarse Gráfica, la Gráfica o bien Plástica Publicitaria. Eso supuso que la factura, que en principio era, no sé, de seiscientas pesetas, ya podías hacerla por mil doscientas. (Si esto es una puta mierda de rollo, me lo dices y paro….)

No, no, no.

Bien, entonces, si haciendo plásticapublicitaria facturábamos mil doscientas, alguien dijo, ¿y por qué no lo llamamos Grafismo? Patapam: mil seiscientas pelas por hacer lo mismo que cuando hacías Dibujo Publicitario y cobrabas seiscientas. A pesar de esas mejoras, alguien dijo: no, grafismo es muy impreciso, ahora lo llamaremos Diseño Gráfico… ¡Patapam! Entonces la factura ya subió al límite, y ahí se quedó. Se trataba de redactar muy bien la factura, hinchándola con retórica barata, de forma que pudiesen pasar a ser cien mil trescientas. Con Ramon Barnils dimos cursos de redacción de facturas para diseñadores gráficos. Dimos un curso que duró todo un trimestre.

¿Ah, sí?

En la escuela Eina. Eran unos años locos. En la escuela Eina las fiestas de final de curso eran históricas. Al día siguiente encontrabas bragas colgadas en los árboles. El curso se llamaba, oficialmente, Curso de redacción de facturas dirigido a diseñadores gráficos. Debe ser el único lugar del mundo donde se ha hecho. ¿Es buena o no, esa?

Extraordinariamente creativo.

Explicábamos: estáis haciendo un logo para una empresa de relojes. Muy bien. ¿Cómo lo facturaréis? ¿»Por la creación de un logo tal y tal»? Pues si lo redactáis así podéis facturar tanto pero si, en cambio, lo hincháis —»por el concepto tal, tal, tal de la cual y la creación sublimada del pimpampum…»— podéis facturar muchísimo más. Se trata de hacer precisamente lo contrario de lo que marcan las normas de buena redacción. Un buen periodista tiene que hacer todo lo contrario. Las normas de Orwell… Entre la palabra corta y larga, la corta. Entre la palabra comprensible y la incomprensible, la comprensible… Aquí se trataba de redactar justo al revés. Fue un año muy divertido. ¿Y todo este rollo de donde venía? Ah, sí. Debía de tener diecinueve años cuando fui a parar a la Harry Walker. ¿Conoces la Harry Walker y la época gloriosa de las huelgas de la Harry Walker? Trabajé en la central que había en la avenida Tarradellas, que entonces se llamaba Infanta Carlota. Era jefe del estudio publicitario. Después me fui y monté estudio propio, hasta que finalmente me dieron una beca para ir a Nueva York. No esperaba que me la dieran porque no tenía ningún tipo de estudios, de nada, y eso siempre ha sido un problema.

Yo tampoco.

¿No tienes estudios de nada? ¿De periodismo tampoco?

De nada.

Qué bueno. Pero qué hiciste, ¿el bachillerato?

El bachillerato.

¿Elemental o superior?

Superior.

¡Ah, hijo de puta! Yo hice el superior pero me suspendían siempre. O sea que me quedé en el elemental y listos. El superior también me lo pelé entero, pero había dos asignaturas malditas: el latín y el griego. Hostia, el griego. El latín del elemental me lo había sacado bien, pero el latín del superior… Además, a mí ya me interesaban otras cosas. Ahí se acabaron mis estudios… Pensaba que tú eras licenciado en periodismo.

Qué va.

¿Pero qué edad tienes?

Tengo 53.

Ah, pues siendo un tío más joven que yo… Calculaba que en vuestra época sin el título no entrabais.

Yo empecé a los 17, haciendo prácticas en la Hoja del Lunes. Después me llamaron a El Correo Catalán. El problema es que hice un curso de periodismo, y lo aprobé. Pero en segundo tenía como profesor de redacción a un colega del diario. Claro, era absurdo, si no me ponía un 10… Era un disparate. Era la época de las huelgas políticas y lo dejé estar. Sigamos con el diseño: tú eras buen diseñador.

No, bueno no. Era un machaca. Uno es un buen diseñador si lo es y, además, se crea una imagen de diseñador, una imagen pública. La imagen pública en aquella época consistía en irse al Bocaccio por las noches y tomar copas con los editores de prestigio que también estaban allí tomando copas, y conseguir que te dieran tal portada o tal otra cosa. Pero todo eso no lo hacía, trabajaba de sol a sol y no podía salir de noche. Por eso era un diseñador machaca. A veces venía el puto cliente y te decía: “Mira, mi hijo ha pensado que podríamos dibujarlo así… Yo no sé dibujar pero el niño me ha dibujado eso…”. A veces hacías una marca buena y te la hacían modificar hasta que quedaba adocenada.

Yo vi un logo de Carburos Metálicos que era cojonudo.

El original era simplemente en azul y blanco: las rayas que formaban la C y las tres rayas de la M. Yo creo que se leía bien: CM.

Sí, con la C cerrada.

Entonces dijeron, no, no, tenemos que abrir la C y juntar la M por arriba para que quede bien claro. Lo hice, evidentemente, porque había que vivir, y a hacer puñetas. Lo más bestia fue cuando, décadas después, mi padre, con ochenta y no sé cuántos años, coge una neumonía que casi se muere y… Hostia, estaba fatal… Lo arranqué de las garras de mi madre. Mi madre era una mujer muy inteligente, pero demente de toda la vida. En el Hospital Clínic consiguieron que mi padre se repusiese. Y el primer día que llegamos, él medio muerto, veo la puta marca de Carburos Metálicos allí, enchufada en la boca de mi padre. Pensaba: qué vueltas que da la vida… Literatura barata: la vida, cómo cambia y tal… Muchas cosas te las modificaban. Recuerdo un logo que hice para la editorial Montesinos, que me gustaba mucho. Era una M en minúscula, de un palo muy alemán. Una M subrayada. Y al cabo de unos años veo que me la habían encuadrado [dibuja el logo y la modificación]

Entonces te dan esta beca para Nueva York.

Sí señor.

Pero en Nueva York te pones a escribir.

Ya había publicado. Me fui con una beca fantástica que consistía en estudiar literatura norteamericana. Era una época, aunque ahora parezca mentira, en que a la literatura norteamericana, en ciertos ambientes, se la despreciaba. Era el Gran Imperio del Mal. La literatura suramericana, en cambio, era buena, porque era un mundo de resistencia contra el puto capitalismo, anticolonial y tal y cual. La literatura sudamericana es una maravilla. Es la mía, por así decirlo. He aprendido tanto de Cortázar, de Bioy Casares, de García Márquez… Quiero decir que la valoraba y la valoro muchísimo, pero es evidente que, más arriba en el continente, los norteamericanos no eran precisamente unos idiotas. Sin embargo entonces había un gran desprecio hacia ellos. Sólo Herralde publicaba cosas. Donald Barthelme, por ejemplo. Y la beca no era para ir a estudiar a ningún centro en concreto. Como con lo que me daban de beca no llegaba ni a pagar el alquiler —entonces Nueva York era carísimo—, pues hacía traducciones. Pero básicamente paseaba por las librerías y las bibliotecas y leía. Miraba todo lo que había, iba atando cabos, iba a escuchar lecturas públicas de Robert Coover, de John Barth, de Jorge Luis Borges, que recitaba de memoria cuentos suyos, sin leer, evidentemente, en inglés. Un inglés espléndido. Una cosa que aprendí enseguida es que para ir a escuchar una conferencia o una lectura de textos tienes que pagar al menos diez dólares. Yo tenía un presupuesto alcohólico de tres dólares diarios, que en aquella época me daban para una cerveza y un chupito de whiskey Paddy, que dejaba caer dentro de la jarra. Dejas caer el chupito, glup, glup, va bajando, hasta que llega al fondo de la jarra y el whiskey se diluye en la cerveza. Eso me permitían mis tres dólares básicos. Pero pagabas encantado esos dólares para escuchar a John Barth, y Robert Coover… Ahora no recuerdo si Borges, ciego, recitaba de memoria, leía exactamente el cuento o lo explicaba. A veces cuando explicas un cuento de viva voz, sin seguir el texto, es también muy bueno…

Me pasé un año leyendo, atando cabos entre una cosa y otra, y cada tres meses escribía un informe que enviaba a una de las personas que, digamos, controlaba que yo hiciese lo que había prometido en la solicitud de beca. Cada tres meses tenía que rendirle cuentas. Era un senador mallorquín del PSOE. Se lo enviaba por carta, porque en aquella época no había ningún otro medio. Los artículos que escribía en El Món también los enviaba por carta… No tuve ni teléfono, imagínate. Estuve un año fuera. Evidentemente ni una llamada a mis padres. Una llamada suponía, no sé, un plato de arroz con frijoles en La Taza de Oro, por lo tanto, no. Me he perdido.

Quim Monzó para Jot Down 2

Lo que hacías y escribir.

Traduje Jude the obscure de Thomas Hardy. Escribí Gasolina allí. En principio la novela tenía que ir sobre unos músicos. Pero cuando llegué vi que la cosa no funcionaba del todo. Aquellos años ochenta eran la época del gran boom de las galerías del West Broadway y el SoHo, y toda aquella pintura neoexpresionista… Me dije: no pueden ser músicos, tienen que ser pintores. El mundo de la pintura me lo conocía lo bastante bien. Cambié el oficio de los protagonistas. Con Perico Pastor íbamos a galerías de arte cada miércoles. Seguíamos el recorrido de las exposiciones. El miércoles inauguraban y, a veces, escribíamos una crítica de arte en el diario Avui. Unas críticas de arte que, hace unos años volví a leer cuando la exposición que hicieron en Arts Santa Mònica y, hostia, eran bestias, nos reíamos de todo el mundo.

¿Cuánto duró eso?

¿Las crónicas? Hasta que nos hartamos. Escribíamos una hoja entera. Toda una sábana con las últimas novedades del mundo del arte en Nueva York. A menudo hablábamos más de la curadora o la chica de la sala de exposiciones que… Bueno, era una época divertida [ríe]. Al volver a Barcelona, claro, ya había desmontado el estudio. No podía volver a ganarme la vida diseñando. Colaboré en diarios de forma más sistemática, y escribiendo libros según hubiese más o menos intensidad de columnas, y haciendo traducciones. Hasta que pude vivir de los artículos y de los libros y entonces dejé las traducciones, porque pagaban una puta miseria. Traducir literatura está muy mal pagado. Están mejor pagadas las traducciones técnicas. No se entiende, no se entiende.

También hay traducciones que…

Que son infumables. Estás en Barcelona, traduciendo, hay palabras de la otra lengua que no sabes qué significan y que ningún diccionario te aclara, y a veces ni un nativo de aquella lengua sabe qué quieren decir. Entonces tienes que llamar a un amigo: oye, donde dice tal cosa ¿qué crees que quiere decir? Por eso muchas traducciones son como son, porque están muy mal pagadas. Es una lástima y una injusticia.

Estos días he estado leyendo tu obra y ciertamente hay un cambio lingüístico de Gasolina, por ejemplo, a El porqué de las cosas muy notable. ¿Tú has tenido conciencia de ir creando una cosa que solo es tuya? Que cualquiera que lea un cuento tuyo, dice, ostras, eso es de Monzó, no hace falta ver la portada.

Eh… El cambio lingüístico. Es evidente que hay un cambio, sobre todo cuando empiezo a trabajar en radio. Trabajar en radio me quita de encima un montón de tonterías.

El senyor de Puerto Rico.

En Catalunya Ràdio hacíamos El lloro, el moro, el mico i el senyor de Puerto Rico. Después hicimos un programa que se llamaba El mínim esforç, que es el mejor título que puedas encontrar nunca, porque hagas lo que hagas nadie te puede pedir más. El programa se llama El mínimo esfuerzo y hay que ser fiel al título… Se le ocurrió a Vendrell y no quería ponérselo. ¿Estás seguro?, preguntaba. En cualquier caso, lo que te decía antes: el hecho de trabajar en radio, un cambio de registro, una manera de explicar más oral, más cerca de la calle… Por eso, años después, meto mano en todos los relatos y novelas previas e intento, digamos, pulirlas de los retorcimientos innecesarios del principio. Y por eso salen ediciones nuevas y sale este famoso libro de los Ochenta y seis cuentos, un libro que creo que no tendría que publicarse ya más, porque no es un libro en sí mismo, sino un acopio de libros. Pero en cambio, no sé qué coño pasa, se va reeditando una y otra vez, en catalán y en otras lenguas; cuando es un libro casi funcional: su función solo era reunir todos los cambios de redacción de los libros previos… En Alemania la cosa aún es más espectacular. Le dije al editor: oye, en alemán no tiene ningún sentido este libro. En catalán, sí, pero en otras lenguas no. Además, he escrito más cuentos desde que se publicó… Me dijo: ¿en total, cuántos? Dije: cien, en total. ¿Resultado? Allí el libro se titula Hundert Geschichten: Cien cuentos.

Es como con Hergé y Tintin. El Tintin que se conoce hoy es el redibujado por Hergé, no el original.

A veces pasa eso que dices. Mira, Frankenstein Mary Shelley hizo una primera versión, que es la que yo traduje, pero también hizo otra años después, pulida desde el punto de vista moral. Mi pulimento solo era lingüístico. La traducción que hice debe de ser de las pocas que se han hecho de la primera versión de Frankenstein, no de la segunda.

Al mismo tiempo que se pule el lenguaje, se va creando un tipo de narrativa, un tipo de universo de ficción que en Gasolina todavía no está, pero que después se reconoce. Son esos cuentos que te dejan una desazón que no sabes a qué se debe. En el relato no ha pasado nada extraordinario, pero lo acabas y dices “uf”.

Cuando empecé a escribir, hablo de mis veinte años, a escribir sin publicar, aquí la pauta era el textualismo. Antes había que escribir y que nadie te entendiese. Porque si alguien entendía que en la historia aparece un señor con una libreta de papel amarillo sentado delante de otro señor y con unas gafas encima de la hoja de papel amarillo, y los dos están conversando…, si se entendía todo eso, eras casi un fascista decrépito. ¡No se tenía que entender ni una puta mierda! Eso sí que era literatura. ¿Tú, eso lo viviste? Eso sí que era revolucionario. Que no se entendiese qué cojones pasaba en el relato, y que fueses avanzando y nada. Es algo que me recuerda mucho lo que está pasando con esta cocina creativa de la actualidad, que lo importante es que la gente piense: mejor no digo nada porque si digo lo que sinceramente pienso me dirán que no estoy al día. La gente va siguiendo todo el rollo porque nadie se atreve a decir lo que piensa. Poco a poco fui pensando que aquello no iba a ninguna parte. Y que a veces, puedes hacer oscuro el texto, porque es necesario para la narración, pero tiene que haber un hilo que puedas reconocer. De forma que, harto, volví a las antípodas, al relato tradicional: sacar todo lo innecesario y escribir historias que empezasen con un señor que se despierta, se levanta de la cama, como va medio resacoso se pega un trompazo contra la puerta del baño, se rompe la nariz, sangra, entonces sale a la calle, coge un taxi, llega al hospital… No tengo ninguna idea clara, de nada. Mi idea es que el relato o la novela funcionen. Que funcionen quiere decir que tengan un alma, un inicio, un final. Un final no quiere decir que se aclare qué ha pasado antes, sino que sea el final justo y necesario. Tengo muy claro cuáles son los modelos que me fascinaban entonces, que son muchos de los que te he dicho: Cortázar, Monterroso, Bioy Casares, que me parece un gran maestro, Borges también, pero no me hagas escoger entre el uno y el otro. Los relatos de García Márquez son una absoluta maravilla. Recuerdo un libro que se llama, si no me equivoco, Ojos de perro azul.

Ojos de perro azul, exactamente.

¿Sí? ¡Oh! Recuerdo aquel cuento donde aparece un barco que la sola voluntad del capitán consigue sacar del mar, hacerlo circular por las calles del pueblo y aparcarlo justo en medio de la calle mayor. Es capaz de escribir eso y de hacerte creer que el barco sale del mar y queda aparcado en medio del puto pueblo, solo por la voluntad del capitán… ¿Y por qué decía eso? ¿Qué otros modelos? Giorgio Manganelli, Juan José Arreola, Felisberto Hernández… Y después en el norte están Donald Barthelme, Robert Coover… Hay un libro suyo, básico, Pricksongs & descants, que se tradujo al castellano como El hurgón mágico, un título que no tiene nada que ver porque el juego de palabras entre «pricksongs», «pricks» y «songs» no lo da ninguna otra lengua. Así que le pusieron el título de uno de los cuentos: El hurgón mágico. Es un libro que todo el mundo tendría que leer.

Hostia, pues…

¿No lo tienes? Pues te diré otra cosa: en la traducción castellana hay un cuento que en el original inglés no está y en inglés hay un cuento que en castellano no está, porque era imposible de traducir. Una jugada hábil: tócate los huevos y compra ambas versiones.

Modelos… Me estoy dejando muchos. ¡Boris Vian! Aquel libro que publicó Tusquets con el título Los perros, el deseo y la muerte: imprescindible. Creo que está descatalogado, pero se puede encontrar El hombre lobo, creo que se llama la traducción de Le loup-garou… ¡Italo Calvino, claro! ¡Y los artículos periodísticos de Manganelli, además de los relatos! Tiene uno donde explica un partido de fútbol, con una distancia total, como si fuese un marciano acabado de aterrizar. No tiene ni puta idea de qué va y ve a veintidós tíos con pantaloncitos cortos persiguiendo una pelota. También tuvo los santos cojones, ¡en 1968!, de escribir una crónica de la matanza que hubo en México, en la plaza de las Tres Culturas, pero narrada con toda la frialdad del mundo, sin ningún apasionamiento humano. No sé cómo no le rompieron las piernas.

Como si describiese una gran batalla de la Edad Media.

Exacto. Era un tipo de columnismo poco habitual, entonces. Y aún menos antes. El caso Francesc Trabal. Yo había descubierto a Pere Calders de mayorcito. Como te he explicado, no tenía ni tengo mucha idea de nada, e iba leyendo sin parar, lo que descubría en las librerías, lo que me llegaba a través del boca a boca de los amigos… Un día descubrí a Calders y, a partir de Calders, Trabal, que, aparte de narrador, era un gran articulista. Publicaba artículos en un diario de Sabadell, unos artículos que hoy en día desconcertarían a la norma habitual. Cotidianos, coloquiales… Hace unos años sentí una cosa parecida con un actor, Xavier Bertran, que se hizo famoso en la tele con un personaje llamado Cartanyà. Pues este tío tiene esta faceta de actor, de crear personajes, pero también escribe, y en una época publicó artículos en un suplemento de La Vanguardia, creo que pagado por el Departament de Joventut. Unos artículos donde utilizaba un lenguaje absolutamente pasado de vueltas, lleno de incorrecciones, pero incorrecciones buenas, porque retratan la vida de la calle y de la gente con cuatro pinceladas. Entre este Bertran y Trabal hay un parentesco.

¿Sientes que entiendes a las personas? Es decir, no si les entiendes cuando hablan, sino: ¿tú sabes cómo son los humanos?

No mucho. Soy asocial, no soporto los grupos, prefiero hablar poco con la gente. Esa sensación de no entender cómo funcionan las cosas me viene de fábrica. Por lo tanto, no lo sé. Un relato que habla de una relación de pareja, por ejemplo. Pues hago una descripción fría porque yo mismo no entiendo qué es una relación. No entiendo qué son ciertas cosas. No entiendo qué es la felicidad, no entiendo qué es el amor. Puedo entender la pasión, eso sí que lo entiendo clarísimamente. Pero no entiendo mucho la amistad. Hay muchas cosas que no entiendo. Por eso supongo que escribo y que lo que observo no lo acabo de entender. Por eso hay esa mirada de marciano. Por eso también me fascinó tanto ese artículo de Manganelli, el del hombre que mira un partido de fútbol.

Ahora recuerdo el cuento, creo que es de El porqué de las cosas, aquel que explica una conversación telefónica entre dos amantes, que van cambiando personalidad, que son siempre otro…

Ah, sí.

Es una visión antropológica, como si estuvieses mirando un gallinero de humanos. Cómo funcionan estos tíos y qué es lo que les gusta, porque en el cuento resulta que los amantes están colados el uno por el otro, después de todas esas suplantaciones de personalidad.

No lo sé. Escribir es un juego. Te diviertes descubriendo cosas. Por lo que recuerdo, el origen de aquel cuento… ¿Cómo empieza? ¡Ah, sí! Me encantan las frases tópicas, esas de la tele y de las películas. Por cierto, ahora, con los móviles, ese cuento no se podría escribir.

Sí, ese cuento exige un teléfono fijo.

Cada vez que oía el cliché me descojonaba: “¡Te he dicho mil veces que no me llames a casa!” Debía ocurrírsele a alguien, la primera vez, y reproduce una situación real. Pero después de cincuenta veces te das cuenta de que es un cliché que funciona. La lejanía entre la primera persona que lo utilizó en narración y la que lo utilizó la vez cincuenta hace que ya no sea lo mismo. Porque a la vez cincuenta ya va cargado de un uso refrito. Es como estas frases que triunfan…, ¿cómo lo dicen? “Perdona, però algú ho havia de dir” (“Perdona, pero alguien tenía que decirlo”). Sale en ese programa de televisión, Polonia. La primera vez que alguien lo dice, ok, la segunda también. Pero después de cincuenta o sesenta veces, la gente que lo repite empieza a hacerse cargante, porque ese cliché ya está muerto. Y la persona que lo dice ya no es ingeniosa sino todo lo contrario. Forma parte de un rebaño que repite lugares comunes. Pues esos lugares comunes en el cine hacen que me tronche. Hay otros cuentos míos que nacen de un lugar común. Años después escribí uno sobre Robin Hood. Es un cuento de los años noventa, de la segunda parte de los noventa. Recuerdo que estaba en el sofá de casa con mi hijo y, después de muchos años en que creía que Robin Hood ya había pasado de moda, vi un remake, creo que con Kevin Costner. De repente: ¡hostia, Robin Hood! Pensaba que ya estaba aparcado, que lo habían llevado al desguace para venderlo por piezas. Y no: volvían a hacer Robin Hood, ahora en colorines. Y dijeron la frase fatídica: “roba a los ricos para darlo a los pobres”. Pensé: ¿otra vez ese rollo? Empecé a escribir el cuento: lo roba todo a los ricos, vale, y ahora los ricos son unos putos pobres y los pobres nadan en la abundancia (o en la ambulancia, que decía aquella mujer). Pues ahora, si es coherente, tiene que robar a los antiguos pobres, que ahora son los nuevos ricos, para darlo a los viejos ricos, que ahora son los nuevos pobres. O sea que se pasa toda la vida de una parte a otra.

Cuando te funciona la imaginación, ¿piensas a veces, “hostia, eso debe de ser la dopamina”?

Yo, de la dopamina, he ido sabiendo cosas recientemente. Sobre todo a partir del momento en que entré en contacto con una doctora llamada Àngels Bayés, la máxima especialista en Tourette de este país. A base de hablar con ella he ido descubriendo cosas que no sabía, y he ido leyendo artículos sobre el síndrome. ¿Si es la dopamina o no? Es evidente que hay cosas que sí. Por ejemplo: soy muy obsceno hablando, soy muy verraco, blasfemo mucho, en situaciones normales, delante de una mujer y de un hombre, digo procacidades al cabo de dos minutos. Supongo que si tuviera el freno que tendría que tener no las diría. Siempre ha sido así. Si miro atrás y veo mi comportamiento (a partir de cuando dejé de ser tímido) veo que debe de ser consecuencia de la falta de freno. Si miras el caso de otro Tourette, el caso de Mozart… ¿Sabes los títulos de sus composiciones musicales? Son una absoluta marranada. «¡Lámeme el culo, venga, venga!» por ejemplo. ¿No lo has visto, todo eso?

¡No lo sabía!

Lo puedes encontrar en la Wikipedia inglesa, que es la buena siempre, con los nombres de las composiciones. Esa cosa de la lubricidad exacerbada….

Sobre la servidumbre de la columna diaria. ¿Cuántos años hace que escribes columna diaria en La Vanguardia?

En La Vanguardia desde el año 2007. Había hecho columna diaria en el Diari de Barcelona, diría que durante dos o tres años, a finales de los ochenta. Y después siempre había hecho tres artículos a la semana, más o menos, en El Periódico primero y, después en La Vanguardia, y en La Vanguardia me preguntaron si me apetecía hacer una cada día. Tuve claro que, si decía que sí, significaba aparcar durante bastante tiempo la narrativa. Hay algo que está claro: si haces una columna diaria, el cerebro se tiene que dedicar a ello veinticuatro horas al día. Si te lo tomas en serio, son veinticuatro horas, porque incluso en la cama a veces se solucionan conflictos. Dices: “ah, claro, ese mata al otro porque…”. Enciendes la luz, en este caso la linterna para no despertar a la señora, tomas nota de la idea y vuelves a intentar dormir. En cambio, si escribes columna diaria eso significa que son veinticuatro horas informándote, leyendo periódicos de aquí y de allí y más ahora, con esta atrocidad que es Internet, que incluso puedes leer la prensa australiana o china… Te puedes pasar leyendo todo el puto día. Vas chupando, vas chupando, vas leyendo noticias, vas relacionando cosas…

Quim Monzó para Jot Down 3

¿Y cómo llevas esta disciplina diaria?

No haces otra cosa. Este verano he escrito una historia, un relato. Porque tenía ganas y para romper. La disciplina de la columna la tengo clara: me dedico a eso y nada más. Se trata de intentar no quedar con nadie, no ir a ningún sitio, no perder la rutina. Si alguna vez me tengo que encontrar con alguien, lo hago a primera hora de la mañana. Quedamos a las 9 de la mañana y, a las 10, adiós muy buenas. Me voy al estudio, me encierro en él y ya no salgo hasta que vuelvo a casa y me meto en la cama. Así, cada día. Si te gusta hacer eso, es apasionante. Y el día que le sueltas una colleja a alguien y, si puede ser a dos, con lo que se llama una capoeira, eres feliz… ¿Sabes qué es una capoeira, en columnismo?

No.

Vas leyendo una columna, y dices: mira, este le va pegando palos a A. Y así todo el rato hasta que al final ves que el columnista gira por completo el cuerpo, levanta la pierna y suelta una patada a B, que hasta ese momento se había estado tronchando y diciendo: “mira como se ríe del hijo de puta de A”. De forma que das una patada en la boca de B, que hasta entonces se descojonaba. Con lo cual han recibido A y al final B. Eso es una capoeira. Es un término que quizá aún no esté en las cátedras de periodismo: la capoeira. Es divertido este trabajo nuestro, no me digas que no.

Ah, sí. Bien, yo durante una temporada estuve haciendo unas columnitas y entras en una especie de realidad paralela. Es lo que decías: o hablas de tu realidad más inmediata, de lo que haces, o entras en lo que lees en los diarios, en Internet y tal, y empiezas a hablar sobre lo que otros han hablado. A mí me crea una sensación como de estar descolocado: ¿sé exactamente de qué estoy hablando?

Sobre eso de hablar de uno mismo: hay un modelo de columnista que solo habla de lo que hace él. Si este columnista tiene una trayectoria dilatada y consolidada y una imagen pública consolidada, el público lo acepta. Porque te lo imaginas en acción, haciendo tal cosa o tal otra. Sin embargo, si no tiene una imagen consolidada, a veces da vergüenza ajena. Porque te das cuenta de que va de gran señor y en realidad no es sino un petimetre. Escriben, por ejemplo: “Esta mañana he roto con la mujer que amaba…” Y piensas: ¿a mí qué coño me importa? El lector común ya ha pasado página. Tú no, porque tienes el morbo de seguir para ver cuántas confesiones ridículas más hace. También hay quien, en vez de escribir columnas, escribe sermones. Y está la columna-mitin, a base de consignas. No diremos nombres pero es fácil poner caras a cada uno de esos modelos. Una columna necesita solo una pequeña idea, explicada claramente. Con una columna no salvarás el mundo, y hay gente que cree que con una columna hará la Revolución Francesa. La Revolución Francesa ya hace muchos años que la hicieron.

Al respecto de… Ahora he perdido del todo el hilo.

Perder el hilo me da mucho miedo, sobre todo en radio. Siempre llevo nueve páginas de guión que pocas veces utilizo. Pierdo horas preparándome unas páginas, como un imbécil, y después no las utilizo. Y menos mal que no los utilizo, porque cuando improvisas es mejor… ¿Cuánto rato llevamos hablando? Y sin páginas. Bueno, con las tuyas.

Y para eso sirven. Tú eres un escritor, una persona que escribe, pero también eres un personaje y la gente tiene la impresión de que te conoce. Quizá no te ha visto nunca, pero se crea una especie de familiaridad postiza, que funciona. ¿Funcionarían igual las columnas si la gente no supiera ni qué cara tienes?

Eso es imposible de saber a estas alturas. No hay casi ningún columnista que no tenga una imagen pública. Quizá sí, en el siglo XIX. Pero ahora, hoy en día, en el 2012, todo el mundo ha visto desde hace años la cara a todos los columnistas que lee. Si no es porque la foto está ahí encima de la columna es porque los han visto en la tele. Porque todo el mundo va a tertulias, a todo el mundo le entrevistan… La vida de los columnistas ya nos la sabemos, de todos. Nos la dan cada día los medios. ¿Que cómo funcionaría si no conociesen nuestra cara? Pues no lo sé, pero yo cuando empecé tampoco tenía una cara conocida y la gente leía las columnas independientemente de que me conociesen la cara y la voz. La cosa interesante es cuando te traducen libros en países que tienen poca idea de quién eres. Si funcionan, quiere decir que funcionan independientemente de la imagen. Algunas veces me han traducido columnas de prensa en aquella web norteamericana… ¡Words without borders! Mary Ann Newman les tradujo una crónica que escribí en La Vanguardia sobre una huelga que hubo hace cosa de diez años. Hubo una escena excepcional, en Plaza Cataluña. Los piquetes se manifestaban frente a El Corte Inglés. Querían entrar. Los seguratas estaban decididos a no dejarlos entrar, porque estaba claro que lo que querían era montar un pitote dentro del local. Por lo tanto, puertas cerradas y aquí no entra ni Dios. Entonces, todos los manifestantes (UGT, banderas rojas…) empezaron a gritar: “¡Queremos comprar!” ¡Empezaron a sacar las tarjetas de crédito! Con las banderas rojas y las tarjetas de crédito en la mano, gritaban: “¡Queremos comprar!” Algunos golpeaban los cristales de los escaparates con la tarjeta de El Corte Inglés, y gritaban: «¡Queremos comprar! ¡Queremos comprar! ¡Queremos comprar!”

(risas)

¿Es buena o no?

Buenísima.

Y eso es lo que estaba pasando. ¿Qué quieres hacer? ¿Quieres filosofar sobre si eso es una vergüenza para los sindicatos y para los piquetes? ¡No! ¡Haz la foto y no opines! Mi ideal sería poder hacer artículos de opinión sin opinar. Parece una paja mental, pero sería mi ideal.

Las mejores piezas son descriptivas.

En ese caso es que te lo ponían en bandeja: con las banderas rojas y las tarjetas de crédito golpeaban los cristales y gritaban: “¡Queremos comprar, queremos comprar!” Cuando traducen una crónica así en un país donde te conocen poco, quiere decir que se entiende independientemente de tu imagen. Ahora bien, con Internet, poco o mucho, de todo el mundo tienes una imagen.

Eso no tiene nada que ver, pero tú siempre has sido fiel a Quaderns Crema.

Empecé con Edicions 62. Pero después, sí. ¿Por qué? Me han hecho muchas ofertas, durante mucho tiempo, para cambiar de editorial, y siempre he dicho que no. ¿Por qué? Pues porque los libros de Quaderns Crema están muy bien cuidados y el editor es editor, no alguien que imprime libros sin ningún criterio y, si luego no funciona, pues hace pasta de papel y vuelve a hacer otro libro.

Sobre la cuestión del catalán en España, por las ventas y la comercialización. ¿Tú crees que hay un mínimo de atención?

Creo que aquí hay una gran mentira que se repite siempre. A ver si lo sé explicar bien. Se dice que, en las traducciones al castellano, los escritores catalanes no funcionan. Creo que es mentira. Yo he funcionado de puta madre, sin muchos problemas. Que se lo pregunten a Jorge Herralde, de Anagrama, que tiene la lista de todas las ediciones y reediciones que se hacen de mis libros. Si vas con una propuesta narrativa que se entiende y que interesa, déjate de hostias: en España compran tus libros. Un escritor en catalán puede funcionar perfectamente, que no me vengan con cuentos chinos. Otra cosa es que en España haya no solamente animadversión sino xenofobia contra los catalanes. No de todos los españoles, pero sí de una parte importante de los españoles. Eso sí que es verdad. En España hay una actitud claramente xenófoba contra Cataluña. Pero el mundo literario español solo encaja parcialmente con eso. Hay mucha gente sensata, en España. He viajado a menudo, haciendo presentaciones de libros, y me he encontrado gente sin ningún prejuicio xenófobo. Sin embargo también me he encontrado muchos que lo tenían y lo tienen. Muchos de ellos, en cargos oficiales de las instituciones literarias del Gobierno español —sobre todo en Estados Unidos y en la Unión Europea— tanto de las épocas socialistas como peperas. A los intelectuales españoles de izquierdas, tan solidarios con cualquier cosa que pase en el Universo, cuando se enfrentan con la cuestión catalana les sale la España Imperial y no levantan el brazo porque se les notaría demasiado.

¿Y eso no pasa también al revés? ¿No hay aquí mucha tendencia a decir que todo es culpa de Madrid?

¿A cargar las culpas en Madrid?

Sí, en esta cosa abstracta que no sabes exactamente qué es: son “ellos”, no es culpa nuestra.

¡Sí! Es la excusa fácil de, por ejemplo, Convergència, que son unos tíos que siempre tienen el pie en dos zapatos. Por una parte tienen un grupo de independentistas a los que a veces hacen callar y a veces no. Van jugando con un pie aquí y el otro otra allá. Son los chicos buenos del PP. O del PSOE. O de quien venga y de quien toque. Van jugando con esa ambivalencia y les da un rendimiento. Es evidente que Convergència juega a eso. Pero es que aquí no hay ningún líder creíble. ¿El PSC, qué es? Nada. En Convergència tienen el pie en dos zapatos, el PSC es inexistente, ERC se suicidó y tardará años en resucitar. ¿Dónde están los líderes? Ahora todo el mundo habla de independencia. Parece que será como ir un restaurante y decir “Escuche, tráigame una independencia”. “Sí señor: tenga”. “¿Dónde hay que firmar?”. “Aquí, gracias”. Y listos. Pues no: la independencia costará mucho, si alguna vez se llega a conseguir. Fíjate que se habla de eso en el momento de las últimas décadas en que más nos están dando por el saco. En absoluto puede ser casualidad. Los recortes, nos deben millones y millones, y no nos los dan… Y, entonces, justo en este momento preciso, todo el mundo habla de la independencia. Desconfío. Es la ley compensatoria: “Pongo el pie diez minutos en este zapato y quince en el otro”. La semana siguiente “Mire, esta semana el pie lo pondré sólo cinco minutos en este zapato, porque ya lo tuve quince la semana pasada”. ¡Idos a cagar a la vía! La manera en que los políticos manipulan a la gente da pena.

¿Si la semana que viene hubiera un referéndum sobre la independencia, tú qué votarías?

¡Votaría que sí! Clarísimamente. Lo que pasa es que con el culo prieto, calculando qué ineptos nos caerían encima entonces. Pero al menos nos habríamos sacado de encima a otros ineptos: los que nos llevan ahora nos llevan por el camino de la amargura. ¿Por qué quedarse con unos ineptos que no tienen que ver contigo…? Ya sé que la ineptitud es parte básica de la naturaleza humana, pero con la ineptitud de los míos ya tengo suficiente. Liberadme de la ineptitud ajena, por favor…

Sí, pero nos quedaremos con nuestros ineptos, que a veces son más molestos.

¿Más? O menos. Ahora tenemos a nuestros ineptos y a los ineptos ajenos. Como mínimo nos sacaríamos de encima a los ineptos ajenos y nos quedaríamos sólo con unos. Las pasaríamos canutas pero tengo claro que estoy hasta los huevos de los otros. El problema es que todo eso no pasará. Estamos hablando de la nada. Decimos que haremos un referéndum. Ya me gustaría ver este referéndum. Dicen: “Ahora ganaremos, porque la Pepita ha hecho una encuesta que dice que somos el 51% del tal y cual”. ¡Ja! El día del referéndum ya lo veremos. ¿Es la independencia self service? Vas a un restaurante Wok y dices: mira, cogeré un poco de eso y un poco de aquello… “Niña, ¿te pongo un poco de nueces, con la independencia?” (No sé cómo lo pondrás, todo eso…)

Hombre, tal cual.

¿Crees que queda bien esta mierda?

Hombre, estas son entrevistas muy largas, de veinte o treinta folios. Eso queda tal cual. Aquí no hago edición, solo miro que quede comprensible.

Yo hablo muy mal, quiero decir que a veces empiezo una frase y no la acabo…

Eso es un vicio que tenemos mi madre y yo, que cuando hablamos no acabamos nunca ninguna frase. Y no nos entiende nadie.

(ríe) Es como aquel que dice: “Escucha, ¿has visto a tal? Pues, si lo ves, dile que eso…»

Quim Monzó para Jot Down 4

Pues así. Escucha: Twitter. Tú estás y tuiteas mucho. Yo no estoy, pero entré el otro día y estuve mirando las cosas que haces, retuiteando cosas de gente rarísima. ¿Qué diversión hay en todo eso?

Entro generalmente una vez al día, a menudo por la noche, como descompresión. Cuando he acabado de leer, cuando he acabado de escribir. Entro a hacer al gamberro. (Por cierto, un día se tendría que escribir sobre el uso de Twitter que hacen los escritores: “El tiempo solo persevera en el cerebro que no se avista…»)

De galleta china.

No diremos nombres, pero todo el mundo va de «ahora haré historia con un tuit».

Pero también los hay que rompen bastante. Arturo [Pérez Reverte, NdR] pone a todo el mundo a parir.

Es fascinante por la desvergüenza. Hay personajes inteligentísimos. Muchos de estos van enmascarados, con nombres falsos. Muchos son gente con mucho ingenio. Y entonces están los dementes. Está la rama de “putos catalanes de mierda” y la de “putos espanyols de merda”. Es la misma gentuza que corre por los comentarios de los artículos, en la prensa on-line. Tú hablas de la cosecha de la naranja en el siglo XVIII y saltan con “¡puta Cataluña”» o “puta Espanya!”… Te sorprende, en principio. Estábamos hablando de la naranja…. ¿Qué tiene que ver la puta Cataluña o la puta España? Son siempre los mismos. En cambio hay gente que crea mundos pequeños dentro de Twitter que son fascinantes… Y todo eso se tiene que analizar rápido, porque Twitter se acabará pronto. Facebook ya está claramente de capa caída: se ha convertido en una cosa apolillada, sobre todo desde que apareció Twitter, mucho más inmediato y donde hay todos estos grandes cantantes que meten la pata hasta el cuello, tipo Alejandro Sanz, David Bisbal y toda esa pandilla. O Sergio Ramos, que suelta una al día. ¿Sabes la última?

No.

Colgó una foto de la estatua de la Libertad que hay en Las Vegas y escribió, “Estoy Nueva York”. Había confundido la estatua que hay en Las Vegas, al lado de las pirámides de no sé qué… Mete una cada día. Es un prodigio. Por todo eso, Twitter es divertido. Es como ir al bar a buscar brega. Hay el mismo porcentaje de imbéciles que te encuentras por la calle. Y gente que hace grandes aforismos. En Twitter hay que seguir a Paulo Coelho. Es un prodigio de la naturaleza. Cada día suelta una «genialidad» de padre y muy señor mío. ¿Por qué decía eso? Por los aforismos. Hay muchos tuits a la altura de las greguerías de Gómez de la Serna. Y con eso no quiero decir que Gómez de la Serna fuera banal; justo lo contrario. Hay cerebros privilegiados en Twitter, y precisamente son los que no tienen ningún tipo de ínfulas. Generalmente crean un personaje falso. Hay uno, con un montón de ingenio —no te diré de dónde es ni ningún detalle que lo identifique—, pero estoy seguro de que es profesor de escuela y, en cambio, en Twitter es la antítesis. Juega con un perfil verraco, pero despliega mucha inteligencia. Si no hubiese mucha inteligencia no podría hacer esta parodia. Igual que, hace un tiempo —ahora ya están medio muertas—, había dos chonis de los alrededores de Madrid, que hablaban entre ellas con un lenguaje degradado y creativo, que mucha gente no sabía si eran de verdad o parodias. ¿Como podían ser de verdad? Tías como esas serían incapaces de escribir como lo hacen ellas, imitando perfectamente la pronunciación y la sintaxis choni.

Lo que mucha gente no hace es abrirse a nuevos mundos. Hay gente que en Twitter reproduce su mundo de relaciones habitual, el mismo que tiene en la vida. ¿Por qué los quieres seguir en Twitter si ya los conoces en la vida real? Sigue a aquella actriz de Hollywood… Sigue a aquel escritor israelí que no puedes seguir normalmente… Por ejemplo, Steve Martin, el actor, que además es un muy buen escritor, tiene en Twitter una actividad pequeña, pero muy acertada. Y Ricky Gervais. Hace dos años había escrito solo seis tuits de prueba y luego lo había dejado. “No entiendo para qué sirve Twitter”. Hice un artículo, recuerdo, explicando cómo en seis tuits había descubierto que eso era una puta mierda. Pasó un tiempo y, de repente, un día volvió a entrar y a partir de entonces no para nunca. Hace una cosa muy extraña: porque él es quien contesta, no un equipo, pero da una imagen mucho más agresiva y antipática que la que da a través de sus personajes en las series televisivas. No sé si es voluntario o si, simplemente, actúa como le parece.

Sospecho que él es así.

Yo también. En cambio cuándo lo había visto en las series, en Extras o en The office, siempre había tenido una percepción como de un tío inteligente y sutil… El hijo de puta de The office… Lo matarías, lo estamparías contra la pared. Quiero decir que hay que ser un gran conocedor de las actitudes humanas para fingir ser un imbécil integral. Con todo este rollo quiero decir que poca gente se abre al mundo que no conoce… ¡Sigue a los italianos, a los franceses, a los árabes que tuitean en inglés! Pero no, la gente se limita a su círculo de amistades. Haz algo nuevo con esta herramienta que no sirve para nada más que para aprender cosas.

¿Y no tienes nunca la tentación de utilizar materiales, cosas que lees? ¿No es inevitable utilizar por ejemplo juegos de palabras o frases?

Hay tíos tan brillantes a los que ficharán las productoras de televisión.

Te cambio de tema. ¿Qué gracia tiene la pornografía? Yo le encuentro muchas, eh, pero para ti, quiero decir.

Hostia, que es bella. Es bella y es excitante. El arte romano está lleno de pornografía. Muchas veces escondida, muchas veces en los sótanos del Vaticano, pero la hay, está lleno. En los griegos ya estaba. Todas las variantes sexuales que tenemos ya las tenían ellos. Todo lo que creemos inventar ya lo hacían ellos. Porque es bello, porque ver a la gente tocándose es bello. Igual que ver una estatua de una persona bonita es bonito. La Leda, un poco estirada, enseñando un poco el coño por debajo y, sobre ella, el cisne aquel que la acaricia con el pico… Eso equivaldría al soft porno de hoy en día. ¿Y Nicolas Poussin? Es porno puro. Llegando hasta Picasso, con cuadros descaradamente porno sin ningún problema. Porque es bello, porque es bonito. Una buena película porno es tan bella y respetable como un poussin o un picasso pornos.

Y tiene la ventaja de ser previsible. Sabes que eso no se cortará por una desgracia si alguien dice una palabra inconveniente: acabarán follando y listos.

Hay momentos buenísimos. Hablando de lugares comunes… A mí el rollo del pizzero me descojona.

¡Eso es un clásico! Y en el porno de los setenta era el butanero. Los butaneros follaban continuamente.

También está el rollo del fontanero. El fontanero llega a arreglar alguna cosa que se ha estropeado…

Siempre está debajo del fregadero.

Y entonces siempre está la señora que lo mira, mientras va trabajando. Él está debajo, con la llave inglesa y entonces ve a la señora con una perfecta perspectiva de la falda levantada… A finales de los años ochenta tenía una película en vídeo que siempre quise pasarle a Almodóvar. Hay una señora, guapísima, con mascarilla en la cara, y rodajas de pepino encima, y rulos en la cabeza. Está leyendo una revista. Entonces entra el marido, caliente como un perro. Se ponen a follar, pero ella con un total desinterés. Se deja hacer, pero sin implicarse. Él dale que te pego, a toda pastilla, ella con total impasibilidad va pasando páginas de la revista. Es uno de los momentos más cómicos y menos excitantes que haya visto nunca. Dentro de unos años, algunas de esas pelis serán veneradas. Si se han conservado, porque veo que los soportes van pasando y se pierden… Pasó con el celuloide, pasó con el vídeo, pasará con el devedé… Los vídeos de hace veinte años ya se han medio borrado. Quizás se perderá más rápido eso que las estatuas porno de los griegos, porque esas están hechas en piedra.

Yo fui coleccionando las primeras revistas que salieron ilegalmente aquí en España.

¿Ilegales?

Sí. Había aquellas legales donde se veían tetas y todo eso. Pero entonces había las que circulaban bajo mano y que se imprimían en los talleres de El Correo Catalán y del Avui.

Hostia, no sabía yo eso.

Sí, sí, las imprimían ellos. ¡Pues había cosas fantásticas! Te estoy hablando del año 75 o 76, yo recuerdo uno de una tía que le hacía una paja a un tío, pero no sé cómo se lo hacían venir que le ponía en la polla un minipímer y al final acababan poniendo carne picada. ¡Y dices: qué bestias! Acababa la polla convertida en hamburguesas. Y eso lo hacían bajo El Correo Catalán y el Avui, la pela es la pela. Todo eso lo guardé, que si no, un día no se lo creerán.

La primera vez que salí de este país debió de ser el 71 o el 72. Hice el Interraíl. Fui hasta París. En París hice un cambio de estación: de Austerlitz me fui a la del Norte y, de allí, directo hacia Estocolmo. Mi objetivo no era visitar ningún museo, aunque sí, más tarde, en Oslo fui a un museo del diseño que me interesaba. Pero lo primero que hice en Escandinavia fue ir religiosamente a la tienda del Private. Te estoy hablando de principios de los setenta. Era una tiendecita como de barrio. En pleno franquismo la pornografía era subversiva. Compré el numero 1 de Private. Aún lo conservo.

Acabo ya, ¿cómo te gustaría morir?

¿Cómo me gustaría morir? Si tengo que serte sincero, de una manera rapidísima, sea como sea.

¿Te da miedo la decadencia?

Muchísimo. Morir como sea pero rapidito. Si es en diez segundos mejor que en un minuto.

Y no preferirías diez minutitos para poder decir “venga que…”

¡No, no! No quiero saber nada, ni despedirme de nadie y que sea cuanto más rápido mejor. Mi sueño es la muerte de Mary Santpere, que subió a un vuelo Barcelona-Madrid del puente aéreo y cuando hubieron aterrizado y todo el mundo ya había bajado, la azafata le dijo: “Señora, que ya hemos llegado”. ¡Tachán! El cadáver. Ya está. Listos. Lo terrible no es la muerte, es lo que viene antes.

¿El proceso de tus padres te impresionó?

Mucho. Ya no era un niño, era un señor mayor, pero no había visto nunca la decrepitud humana. Porque soy solitario, no he conocido a mucha gente. En el caso de mi madre vi la degradación del cerebro, y en el caso de mi padre la degradación del cuerpo. Siempre me pregunté qué era peor. Mi padre tuvo la cabeza perfecta hasta pocos días antes de morir, cuando empezó a tener las piernas rígidas (y entonces entendí aquello de ‘estirar la pata’). Es tan triste la decrepitud. Eso es lo que da miedo. La muerte no importa. Pfff…, adiós y sin despedirme. Un bar que me gustaba mucho cuando salía cada noche era el Bikini. ¿Sabes por qué me gustaba tanto? Primero porque el lugar era excepcional, había todo tipo de gente, conocías ganado muy diferente. Y había dos pistas, y el hecho de que hubiese dos pistas permitía que también hubiese dos salidas diferentes. Odio despedirme, por las noches. Por eso si estaba en la pista del rock decía que me iba un momento a la de salsa. Hacía ver que iba hacia esa pista pero entonces salía a la calle por la otra puerta, sin decir nunca adiós a nadie. No soporto el rollo de los besos y de los adioses y del ya nos veremos. No, a ver: ya nos llamaremos si tenemos ganas y para eso no hay que despedirse. La sala Bikini sería el lugar ideal para morirse y así marcharse sin decir adiós. El problema es todo lo que viene antes. Además, salen fantasmas. En el caso de mi padre y mi madre, una pareja que hubiera tenido que separarse a los cinco minutos de haberse conocido, en la residencia mi madre hacía una cosa muy buena. Le decía a mi padre: “Mira que eres idiota, mira que eres imbécil, porque… porque…” Y entonces se quedaba parada porque había olvidado porqué lo insultaba. ¡Pero es que no había ningún porqué! Treinta años atrás, cuando la cabeza todavía le regía un poco, le decía “eres imbécil» porque has dejado la silla así y la tienes que dejar de esa otra forma, o “eres imbécil» porque llevas eso así y tiene que ser asá… Buscaba la excusa para decir “eres un imbécil, eres un idiota”. Ahora no, como ya había perdido definitivamente la cabeza, agredía pero no podía justificarlo con ninguna excusa porque la cabeza ya no le funcionaba lo bastante… ¡Ah, y perdona, otros fantasmas! No es un caso mío, pero un amigo librero me explicó el de un hombre que, ya muy mayor y con su mujer muerta, cogía el autobús y se iba al pueblo de al lado de esa ciudad, donde habían vivido de jóvenes, y se pasaba el día intentando pillar a su mujer con el amante. La mujer ya estaba muerta y él debía tener cerca de noventa años, pero le salían los fantasmas de cuernos.

Salen mucho, hacia el final. Es curioso cómo a los tíos nos salen estos fantasmas de cuernos…

Y a las tías…

¿Sí?

Creo que no hay diferencias. Pero aquel hombre, ¿cuántos años estuvo callando esta desazón? A los noventa años no recuerda que su mujer está muerta y va a ver si la pilla follando con otro… Tu mujer ya está en un nicho, o convertida en cenizas. Ya no está, no puede estar follando con nadie. El cerebro humano es descomunal.

 Quim Monzó para Jot Down 5

Fotografía: Alberto Gamazo

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118 Comentarios

  1. Pingback: Jot Down Cultural Magazine | Quim Monzó (Català)

  2. Oxímoron

    Yo amo a Enric por encima de todas las cosas. Más allá de este comentario, el típico, me ha surgido una pregunta que creo que es interesante ¿En qué idioma está hecha la entrevista?

  3. Así da gusto leer.

  4. Entrevista impresionante, que grandes son Enric González y Quim Monzó!

    • Doctor Grün

      A mi la entrevista que de verdad me gustó fue la de Cristian Campos a González Sinde. Aunque allí casi todos los comentarios fueron despectivos. ¡Qué numeroso y previsible es el rebaño de las mentes independientes, que diría Hitchens!

  5. Qué gustazo de entrevista, pasas un rato de lo más entretenido con dos tipos a los que merece la pena escuchar (bueno, leer).

    Eso sí, Sergio Ramos será cortito pero dudo bastante de la anécdota de la Estatua de la libertad, aunque con él todo sea posible.

  6. Que gustazo de entrevista, felicidades!

  7. Como estos dos quedan pocos, disfrutemoslos. Gracias por la entrevista

  8. David G.A.

    Antológica.

  9. Geniales señores!!!

  10. Ha sido todo un placer la lectura de esta entrevista. Tengo la sana costumbre de iniciar cada jornada leyendo el artículo de Quim en La Vanguardia mientras me tomo el cortadito en el bar; puedo asegurar que sus columnas son geniales, se agradece desde aquí esa concienzuda, documentada, y no exenta de un gran sentido del humor, dedicación aplicada a la tarea de informar desde ese prisma tan original que gastan sus escritos.
    Como de costumbre, muy bien conducida, invitando a la confidencia del interlocutor, la entrevista por parte de Enric.

  11. Bas Culante

    Da gusto!

  12. Qué grande es Quim Monzó!!! Llevaba tiempo esperando a que publicarais la entrevista.

    La parte del porno y el fantasma de los cuernos, genial!

  13. Ya tarda el comentario del bobo de turno que critique que estos dos grandes no hayan acabado los estudios. Como si todo se resolviera con el dichoso diplomita.

  14. Paddy Leigh Fermor

    El formato de entrevista que tiene JD es brutal.

  15. Me encanta la traducción: «fer la puta i la Ramoneta» pas a ser «pongo el pie en un zapato».

    • Joan Ramon Peris

      Es «tener el pie en dos zapatos», no «poner el pie en un zapato». Fíjate en la entrevista. ;)

  16. Miquel Àngel

    Yo esperaba comentarios con soflamas patriotico-españolistas, pero gracias a los dioses no hay. Me encanta Quim Monzo, una mente privilegiada, es perspicaz y agudo como pocos.

    • Federico Martinez

      No oigo ultimamente muchas soflamas patriótico-españolistas, más bien todo lo contrario. En cambio, no paro de oir y leer soflamas patriótico-catalanistas. Y también patriótico-euskaldunistas (o euskalherriaistas o como se escriba, perdón si he ofendido a alguien).

      • Belarmino Daniel

        Pues serás tú, porque yo cada día veo más españolismo «fatu y babayu» en el mundo del periodismo o el deporte (aparte de la política evidentemente), un nacionalismo español ramplón que no pasa de mostrar un trapo rojigualda, un torito, reivindicar Gibraltar y hablar MAL castellano. De asco!

  17. Sigue usted igual a sí mismo, Miquel Àngel. Qué peñazo. La entrevista, por lo demás, estupenda.

  18. Palito Ortega

    Fantástica entrevista. Solo una duda, ¿Enric González no era economista?

    • En alguna entrevista con Enric González se decía que era de formación economista,sí. Deduzco que hizo un par de años o así.

  19. Que larga ha sido la espera! Pero merecio la pena! Por cierto, para mi Quim es un tambien un icono televisivo por n simple he hecho. La primera vez que lo vi fue en el Peor programa de la semana, con el Gran Wyoming. Hablo de la monarquia y el programa desaparecio a la semana siguiente. Y mira como estan ahora.. Felicidades.

    • Uhm… ¿seguro?

      • Después de su comentario he buscado un poco en internet y efectivamente tiene razón, el programa fue suspendido antes de la entrevista. El programa era en directo, y parece ser que TVE no quería arriesgarse con Quim. En fin, quizá algún día sepamos la verdad.
        Esto me recuerda el video de la chica, la mermelada, Ricky Martin y el perro. No existe pero miles de personas «creyeron» verlo. Un saludo

        • Carlos Marco

          El programa fue suspendido, sí. Poco antes Quim Monzó había hablado de la monarquía en el programa de Miquel Calzada en TV3(genial). Este programa supuso una queja de la Casa Real y una disculpa de la Generalitat de Pujol. Wyoming ya había anunciado a Monzó, RTVE le pidió que lo retirara, se negó y se acabó también su programa.

          • Gracias Marco por tu informacion. Buscare el programa de TV3 a ver si hay suerte y lo encuentro en youtube.

  20. Me parece un tio muy inteligente cada vez que lo leo y me gusta leer y escuchar casi todo lo que dice, pero este mantra victimista tan previsible y cansino de que los españoles odian a los catalanes me cansa y me toca los huevos tanto a la vez (actitud xenofoba hacia Cataluña dice el tio con dos pelotas). No percibo en Cataluña un gran cariño de los catalanes hacia España o los españoles precisamente. Perdon por no poner las tildes

    • Federico Martinez

      En la misma línea: ¿se ha preguntado alguna vez Quim Monzó la razón de esa supuesta xenofobia del resto de España hacia los catalanes?

      • Miquel Àngel

        Básicamente por vuestra incapacidad para entender que haya gente con otra lengua materna que no sea el castellano, tras esas actitudes de algunos españoles hay ignorancia, básicamente.

        • Francisco González

          Con respecto al tema de la lenguas, los Españoles llevamos mal dos cosas de los catalanes. La 1ª: que en una reunión de X personas, todas exclusivamente hispano parlantes excepto dos catalana parlantes, estas últimas se pongan a hablar entre ellas en catalán -porque eso equivale a que las otras se pongan a hablarse al oído entre ellas- No sé si me explico. Y la 2ª: que se haya erradicado el español a nivel oficial, no usando un amable bilingüismo en los cartelería pública, en los textos museísticos, indicaciones en la vía pública, etc. lo que lleva al no catalán a sentirse como extranjero al visitar Cataluña.

          • Maestro Ciruela

            Vamos a suponer que usted y su hermano que no son de Cataluña y se han hablado en castellano toda su vida, se encuentran en Barcelona en una reunión de catalanes que, pertinaces ellos, se empeñan en hablar en su lengua. Vamos a seguir suponiendo, lo que es mucho suponer, que ustedes dominan el catalán a la perfección; ¿quiere usted hacerme creer que su hermano y usted iban a hablarse en catalán? A ver si ahora lo entiende un poco mejor.

          • No se moleste Maestro Ciruela, no lo comprenderán. Hay que ser realmente bilingüe para entender que relacionamos cada persona con un idioma, y que una vez establecida esta relación resulta realmente difícil forzar un cambio.

            Por este mismo motivo, hay algún conocido con el que, a pesar de que igual que yo tiene el catalán como lengua materna, hablo irremediablemente en castellano porqué en su momento nos conocimos en ese idioma, y se me hace imposible hablar con el en catalán aun y que estemos entre catalanes o incluso solos.

            Por no hablar de ir cambiando inconscientemente de idioma a media frase porque has pasado de mirar a A a mirar a B. Está bipolaridad no la puede entender alguien que ha crecido con una sola lengua por muchas que aprenda más tarde.

            • Maestro Ciruela

              Muy cierto y puesto en razón, Marc. Pero es que además, si dos catalanes se ponen a hablar en su lengua en mi presencia, ¿por qué coño me tiene que importar a mí, saber a toda costa de lo que hablan? ¿Es que acaso hablan conmigo? ¿Les diría que hablaran en castellano si fueran suecos o nipones? Bueno, estas preguntas en realidad van dirigidas a Francisco González, el de más arriba…
              Saludos.

    • Frank Zappa

      Y porqué tendríamos que tenerle ningún «cariño» a España los catalanes? o al Japón? o al estado de Ontario, CA?

      La diferencia es que vosotros quereis que os demos «cariño» cuando lo que nosotros queremos es que dejeis de tocarnos los ovarios…

      … has oído hablar de algo llamado «violencia doméstica»?

      Lo «doméstico» és el territorio ibérico. Y las ostias siempre las habeis repartido los españoles.

      Menos haceros ahora los inocentes.

      • Federico Martinez

        Joreg M. Reverte contaba que una vez llamó a la redacción de Gara y se hizo pasar por un vasco nacionalista que vivía en Madrid y que sólo leía ese diario, con lo que no sabía como iba en la liga española su querido Athletic porque no daban la clasificación (pero sí las crónicas de los partidos). Respuesta de Gara: tampoco daban la clasificación de la liga australiana y nadie se quejaba por eso. Se te adelantaron, querido Frank. En todo caso, lo que repartirán los españoles serán «hostias».

        • Miguel T.

          Cojonuda la respuesta de Gara!

          • Federico Martinez

            A mí, en cambio, me parece la típica respuesta borde de alguien cargado de razón. Eso sí, prefiero individuos cargados de razón que cargados de pistolas; algo hemos avanzado.

      • Chu Enlai

        Esa es tu opinión. La mía es justo la contraria.

        A diario, ni os tenemos cariño ni dejamos de tenerlo. Simplemente, no pensamos en vosotros. Bastante tenemos con nuestros problemas, como para dedicar un minuto a los vuestros.

        Pero al parecer eso no os gusta. Que no pensemos en un «territorio histórico», que os ninguneemos, os parece lamentable, os rebaja al estatus de simples «regiones» sin alma ni historia. Lo que queréis es que pensemos en vosotros, pero para daros la razón, y deciros lo guapos que sois, y lo justas que son vuestras exigencias.

        Así que entonces empezáis a tocarnos los ovarios. Os metéis con Madrit en general (vosotros sois especiales, pero todos los demás somos una masa amorfa alrededor de Madrid), o atacáis a comunidades con nombre y apellido: Extremadura, Andalucía, últimamente Galicia. Porque tenéis derecho a ello, claro. Y si nosotros respondemos, es que somos xenófobos. Vale, chaval.

    • jarri el sucio

      LJ, ¿qué diferencia hay entre lo que dices tú de los catalanes y lo que dice Quim Monzó de los españoles? Digo.

      • Yo no me quejo de que los catalanes quieran o odien a los españoles porque simplemente me la bufa, lo que en ningun caso hago y por eso decia lo que decia, es utilizar el tantas veces declarado odio de muchos catalanes hacia España o los españoles, que repito me la bufa, para hacerme la victima con un determinado objetivo. El nacionalismo y el separatismo necesitan del agravio que les victimice y justifique, si ese agravio no es real se inventa. Jarri el sucio, lo que yo decia era para hacer ver que ese sentimiento en mucha gente es mutuo pero solo una parte esta constantemente victimizandose y a la entrevista, por ejemplo, me remito

    • beau brummel

      Cierto, cansan tanto victimismo, resentimiento y mala baba.

  21. La entrevista, o diálogo me ha gustado, especialmente los comentarios sobre lingüistica.

    No me ha gustado algo tan genuinamente español en lo que caen los dos, que es fardar de no haber terminado los estudios pero «mira aún así que fenómeno soy».

  22. ¡Qué pesadito con lo que a los catalanes nos tienen manía!
    Es insoportable el infantilismo que asola en Cataluña.
    Los couentos de Quim Monzó me gustan mucho, pero sus artículos en La Vanguardia no me gustan nada.

  23. Chu Enlai

    Madrit ens roba, Espanya ens roba, Galícia i el seu AVE ens roba, todo el puñetero día con el racarraca, y la xenofobia es de los españoles hacia los catalanes.

    Cuéntame más, Monzó, que no me he reído lo suficiente.

    • Belarmino Daniel

      Los españoles teneis un serio problema odiando tanto a los catalanes pero queriéndolos tanto más dentro de vuestro Estado ¿no te parece?

      • Los catalanes tenemos un serio problema con el populismo que se ha instalado en nuestro país y dirigido desde los medios de comunicación afines al nacionalismo ( es decir en Cataluña practicamente todos) que han conseguido lo que la Liga Norte ya consiguió en Padania: que todos piensen que los problemas de Cataluña son por culpa de los malignos españoles que nos roban y porque los madrileños se levantan por la mañana con la única idea de putearnos: ¡Basta de infantilismo populista ya!

        • Una pregunta, Enric: como te identificas, ¿español o catalán?

          • jo soc un ciutadà català, espanyol i europeu, pero te aseguro que tanto «Catalunya», como «España» como «Europa» me la sudan, con perdón, si nos son un espacio de convivencia democrática basada en los derechos humanos. No una etnia cerrada y excluyente como pretenden los nacionalistas allá donde mandan y donde les subvencionan, como pasa en Cataluña: si eres de los «nuestros», como le pasa a Quim Monzó, está bien, si eres diferente, lárgate. Quim Monzó es un excelente escritor, tanto en castellano como en catalán, pero políticamente, para muchos es purria nacionalista, tal como lo demuestra en esta entrevista. Es él el que ha hablado de política, así que no se queje nadie por los comentarios políticos.

        • Entiendo que la entrevista es un medio en que quien tiene que hablar es el entrevistado. También de la necesidad de que haya buen rollo y de que estamos hablando de cultura, aunque esto último no creo que lo excluya.

          Pero como perico a mí me hubiese costado no hacer alguna pregunta incómoda cuando la conversación pasó por esa etapa de hablar de animadversiones, victimismo, twitter y demás. Porque venía a cuento, y más teniendo en cuenta lo de «los ineptos». ¡Ay! Y pese a que En Quim tuviese razón (poca o mucha) en algunas de las MUCHAS que ha soltado.

          También es cierto que el hecho de que lo tuviese en mente puede ser síntoma de que estoy un poco enfermo. Bendita enfermedad, hasta con los tiempos que corren.

  24. «Otra cosa es que en España haya no solamente animadversión sino xenofobia contra los catalanes. No de todos los españoles, pero sí de una parte importante de los españoles. Eso sí que es verdad. En España hay una actitud claramente xenófoba contra Cataluña.»

    Sin comentarios…

    • Peter Guillam

      Lo de la parte importante habría que cuantificarlo, pero viajando por la península se ve bastante lo que explica Monzó.

  25. hermanolobo

    Me encantan este tipo de entrevistas-charla, creo que el punto esta en que en realidad son dos colegas hablando de la vida (en esta caso especialmente del lenguaje) en la casa de uno de llos ….. y el que los lee puede imaginarse que esta con ellos «in situ»

  26. Jorge M.

    Yo he leído en algún sitio (ahora no sé si en la pequeña biografía que acompaña a sus libros o en alguna entrevista que le han hecho) que Enric González se licenció en Ciencias Económicas. ¿A alguien le suena? Sé que es una pregunta muy estúpida teniendo en cuenta que Enric ha dejado bien claro que no tiene estudios superiores, pero..

    • Peter Guillam

      Para nada. Lo que pasa es que Enric González ha leído mucho, bueno, muchísimo y se ha documentado más. El explicaba que los años en que estuvo haciendo la columna en sustitución del fenecido Haro Teglen se pasaba siete horas al día leyendo, documentándose y consultando con expertos (sobre todo en los temas relacionados con la economía) y que adquirió una buena base. Tan buena base que el primer paso fue que le censuraron un artículo y después lo mandaron de corresponsal a Jerusalen. Podría parecer algo nada extraño, cuando ha sido corresponsal en varias ciudades del mundo, pero en aquel momento sus artículos eran de las tres columnas más leídas del El País.

  27. días y flores

    Muy buena, me he reido y aprendido con la conversación y la vida bien vivida, también me gustó mucho la entrevista de Enric a Rosa María Calaf, la encontré después, una señora que hay que escuchar sobre todo por lo que dice a propósito de los medios y la política y las políticas. Lo único desagradable en ésta es que éste senyor forma parte del establishment del nacionalismo y las víctimas sin serlo son como un purgante innecesario, además que hace una afirmación sin argumentos y falsa, un discurso de la propaganda, entonces, entre la libertad de la señora Calaf y la del senyor Monzó me quedo con la verdadera. Y un dato sobre éste mismo tema, habría sido interesante saber en qué lengua se venden más los libros de Monzó no para acceder a una encuesta económica sobre sus finanzas pues con el catalán debe vivir sin problemas entre televisones, radios y publicaciones, sino por los lectores, porque supongo que escribe para que le lean.

  28. Quel Ness

    El problema que teniu alguns és que us encantaria que un paio il.lustrat, viatjat i amb molt nivell com en Quim, passés de rotllos «indepes», perquè això és de nacionalistes petitburgesos excloents. Doncs no, ves per on!

    • Ser ilustrado, viajado y con mucho nivel no exime a uno de hacer y/o decir soplapolleces, ¿no crees? Y el entrevistado aqui ha soltado alguna, a mi modesto entender

  29. Cómo duelen las verdades, ¿eh?

  30. GRACIAS!

  31. Es como estar allí, sentado con ellos, de charla. De lujo.

    En mi opinión, sobre la controvertida cuestión patriótica: a la gente, por lo general, no le gusta hablar de ese tipo de cosas, no son motivo de foro, no le importan las banderas, la geopolítica y toda esa mandanga. La gente vive su vida cotidiana y familiar, está inmiscuida en otro universo ajeno a los grandes debates y esferas, piensa en ir a trabajar, en comer, dormir y cagar, y, de vez en cuando, vivir el tiempo libre, bajar a la calle a disfrutar de la cultura local, del barrio y el solaz. Esa es la patria real, la perceptible, la que nos hace felices. Hasta el gorro de pullas.

    • Esto mismo decía yo hace cuatro o cinco años. Quizás sigue siendo cierto que no hay una verdadera controversia… porque, en realidad, se ha instalado un clima de aquiescencia con la opinión de los políticos, periodistas e intelectuales oficialistas. Si alguien osa poner en duda alguno de los postulados asumidos de forma implícita (expolio, persecución lingüística, animadversión), aunque sea ni siquiera para pedir ejemplos o alguna aclaración, se encuentra con respuestas airadas y miradas enojadas.
      Dicho esto, también estoy hasta el gorro y suspiro para que llegue le día en el que podamos vivir de nuevo sin tener que hacer el esfuerzo responsable (y tan antipático socialmente) de ser conscientes de la realidad en la que vivimos.

  32. hay una solución para el supuesto problema hispano-catalán, seamos andorranos.
    Por otra parte, queremos segunda parte de esta entrevista

  33. El tío empieza a disertar y al final suelta: «me he perdido».
    Me apunto a las solicitudes para una segunda parte.

  34. «¿Por qué quedarse con unos ineptos que no tienen que ver contigo…? Ya sé que la ineptitud es parte básica de la naturaleza humana, pero con la ineptitud de los míos ya tengo suficiente. Liberadme de la ineptitud ajena, por favor…»

    El discurso de PxC: con los que «no tienen que ver contigo» no hay que convivir. Yo al menos no veo a nadie que «no tenga que ver conmigo» aunque tenga otro color de piel, creencias, costumbres o idioma. Y donde vivo hay mucha variedad, por cierto. Claro que el círculo de quienes considero «los míos» no es tan estrecho, a lo mejor está ahí el problema.

    Pero bueno, al menos es interesante comprobar la profundidad intelectual de los argumentos a favor de la independencia.

    Por lo demás, interesante entrevista.

    • hermanolobo

      Hombre, yo creo que se refiere a la deplorable gestion de los politicos (en este caso tanto del gobierno central como los de la Generalitat) y cuando dice que no tienen nada que ver con el; yo entiendo que se refiere a que estos politicos solo miran por su casta y por los que les financian.

      Saludos cordiales

  35. L’entrevista molt guai però els comentaris de sota una merda. Quina gent més pesada!

  36. Crec que aquests que es dediquen a fer comentaris no han llegit l’entrevista.
    hahahaha

  37. fueradejuego

    Quim Monzó es un jefe porque es igual en tos lados. En Twitter es un gamberrete loco y lo que le he visto en la tele también. Supongo que con sus libros también,o quizá ya se pone más finolis no lo sé. Yo diría que es la versión catalana y algo más tamizada de Perez Reverte. Pero con más mala hostia pura y menos indignación,de ahí que suela ser más «sútil». Aunque cuando se pone no se libra ni él…

  38. Valldenbas

    Escriptor -i personatge- que admiro des de sempre i de forma incondicional.

    Estic segur, de qualsevol forma, de que ens amaga l’ou i sempre en ensenya el mateix Monzó que s’ha mig inventat i que ell té mil cops assajat. Jo en el seu cas i mira que seria difícil, faria exactament igual. Res a reclamar. Però fa moltes trampes (que també deu tenir molt assajades) i això, a vegades, deixa als interlocutors un pèl decebuts. I n’està ben cofoi. O sigui que se’n en fot. Dels amics i coneguts i una mica de tot. Dels lectors, en les seves columnes, també ho fa sovint.

    Qui pogués ser ell! (i aquí quatre renecs colossals)

  39. Gustàs d’entrevista. Felicitats!

  40. Bigote Prusiano

    Lo único que me sorprende (negativamente) de la entrevista es la afirmación de Monzó sobre que prefiere que le gobiernen ineptos del terruño a ineptos de dos kilómetros más allá, siendo lo preocupante la ineptitud. Curiosamente funciona como una pequeña adaptación del españolísimo «vivan las caenas». Tantos años de propaganda nacionalista ciegan hasta a los más inteligentes, entre los que se cuenta el talentoso Monzó, uno de lo mejores humoristas que he leído. Y también excelente en el registro más amargo e inquietante.

    • No creo que sus postulados sean excluyentes. Tenemos diferentes niveles de poder (europeo-estatal-autonómico-local). Monzó dice que votaría sí, para así cargarse el estatal. Y lo haría «cagado» con lo que vendría. Pero es que cuando viniera, le pediríamos explicaciones al nivel autonómico, que no podría excusarse en el nivel estatal como ocurre ahora.
      No es un tema de xenofobia ; no pide que se vaya nadie ni quitarle derechos a nadie, sino un gobierno más cercano y responsable (aún sabiendo que, seguramente, el gobierno catalán no lo sería).
      No sé, creo que si alguien dice ser contrario a la Unión Europea, nadie le hará cargar con la cruz de ser antialemanes, antiitalianos, antisuecos, etc.
      En fin, así lo veo yo, que en este caso coincido con la opinión de Monzó, cosa no habitual , la verdad.

  41. Las entrevistas de JD son de las mejores que he leído nunca y ésta no es una excepción. Felicidades.

  42. Moltes Gràcies….25 minuts ben aprofitats…..

  43. Muy buena la entrevista. Felicidades. Es un placer aprender, siempre. Una lástima que casi todos los comentarios se centren exclusivamente en algo tan nimio como la hipotética independencia de Cataluña. Saludos.

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  45. Pudiendo hablar de literatura se acaba hablando de la relación Catalunya-Espanya. Que cansancio i aburrimiento. Como un matrimonio sin futuro. Divorcio de mutuo acuerdo, por favor!

  46. Roque Amor

    Si perteneces a un club y manifiestas continuamente tu desprecio hacia el mismo, tu deseo de dejar de formar parte de él, hieres el orgullo y el sentimiento de pertenencia al mismo que tienen los demás miembros. Es probable que no te guarden cariño por ello.
    Me cuesta comprender el sentimiento nacionalista. El hecho de que sea albergado por personas por las que tengo gran respeto intelectual me desconcierta profundamente. Prevalecen los argumentos de fe, de carácter religioso. Brota de la confrontación, se fundamenta en la ruptura y necesita ser inducido. En cualquier caso, los catalanes deberían poder decidir en referéndum sobre su independencia, pero tendrán que admitir que muchos españoles se sientan heridos y les tengan algo de manía. Por otro lado, aquellos que se ponen cachondos con la palabra democracia y después no quieren oír hablar de el derecho a elegir deberían revisar la coherencia de sus planteamientos.

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  48. Este Sr. siempre me ha caído bien y siempre que lo entrevistan me interesa y me entretiene, aunque no comparto muchas de sus ideas. Sin embargo con sus columnas me ocurre lo contrario, suelo verlo en un dominical, y siempre me parecen totalmente intrascendentes y «fáciles» (con el único libro suyo que he leído me pasó lo mismo) y hace ya tiempo que directamente me la salto.

  49. ¡Enorme entrevista! disfruté mucho al leerla.

  50. Aqui dejo el enlace para el video del programa de Miquel Calzada. Espero que esto no traiga problemas a Quim como le ocurrio a Krahe con si video de hace 20 años. Si algun sindicato/ asociacion/colectivo se siente ofendido por sus palabras, ustedes se lo han buscado, nadie les pidio hacer click en el enlace.

  51. Yo creo que la anecdota que cuenta de Sergio Ramos demuestra su nivel intelectual. Quizás el sentido del humor del español Ramos sea demasiado para él.

  52. Quim, por si te da por irte por la puerta de la otra sala del Bikini: gracias por todo.

  53. Gran entrevista, me encanta leer estas entrevistas tan bonitas, aunque a veces me recuerden al Pulp Fiction http://www.youtube.com/watch?v=BwuSRXf7r9g
    (esta me tocó leerla escuchando Ry Cooder ¿se le podría añadir algo de música para ambientarla?)

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  59. Josep de Sílim

    Mes entrevistes d’Enric i també entrevistes de Quim Monzó malgrat els tinga que realitzar abans de les deu A.M.

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  62. Fulgencio Barrado

    Tardérrimo comentario, pero he de decir que me ha encantado la entrevista y que admiro la inteligencia y el humor del Sr. Monzó. No comparto con él la idea del independentismo, pero no veo en su concepto personal del mismo incoherencia alguna, lo siente así y está, no intenta vender humo como el resto, ni habla de «clases extractivas españolas» contra los «siempre creativos y santificados catalanes». Reconoce la misma mierda, solo que él la quiere más pequeña.

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  74. El escritor del régimen….

  75. És una gran entrevista. Us felicito a tots dos!

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