Cine y TV

Casi trece

Sue Lyon en Lolita 

Hay muchachas —decía Nabokov en su Lolita—, entre los nueve y los catorce años de edad, que revelan su verdadera naturaleza, que no es la humana, sino la de ninfas (es decir, demoníaca), a ciertos fascinados peregrinos, los cuales, muy a menudo, son mucho mayores que ellas (hasta el punto de doblar, triplicar o incluso cuadruplicar su edad).

Nabokov propuso bautizarlas nínfulas (que les digo desde ya que no es lo mismo que ninfómanas) y aclaró que no siempre eran las más listas o las más lindas y que el hechizo, en algunos casos, moriría con su adolescencia en algún punto intermedio entre el amanecer de la carne y la universidad. Dicen que en cuanto vio a Sue Lyon, reconoció a una y rechazó a la más famosa y atractiva Tuesday Weld, que ya iba por ahí diciendo que «no tengo que hacer de Lolita, yo SOY Lolita» y quedó como una imbécil cuando la sustituyeron por otra antes de empezar. La pobre Sue, que tenía 16 años, se perdió el estreno más importante de su vida por ser menor de edad y perdió su encanto tan deprisa como la propia Lolita, aunque sin tener que morirse. Pero qué Lolita. Yo sé que Nabokov no habría aprobado el remake con Dominique Swain, donde sí se confunde a la nínfula con ninfómana y se la pasa entera comiendo plátanos y enseñando el aparato dental. Esas, como decía el autor, no son nínfulas, sino pavas, gatas callejeras, modelos baratas, o simples delincuentes de largas piernas.

Hay, por supuesto, otras Lolitas en la historia del cine que cumplen la cuota demoníaca. La reina en blanco y negro es la muy perturbadora Carroll Baker en Babydoll (Elia Kazan), que duerme en una cuna con el pulgar en la boca. En color, como son más, dan lugar a confusiones. Es difícil saber, por ejemplo, si la Nastassja Kinski que rodó Tess con Roman Polanski era nínfula o no porque su belleza hace tanto ruido que no nos deja pensar. Años más tarde, en el remake de La Mujer Pantera, Paul Schrader la seleccionó por ser la única actriz capaz de parecer virgen y perversa al mismo tiempo, lo que demuestra al fin y al cabo su naturaleza de elfo fatal. Mucho más sencillo clasificar a Jodie Foster, que en su papel de prostituta de 13 años haciendo la calle en Taxi Driver resulta tanto más peligrosa que el propio Travis pero que creció, tristemente, para convertirse en un palo de escoba que pone burro a Hannibal Lecter, pero solo porque es un excéntrico y le gusta hacerse notar.

La gran pantalla es pródiga en Lolitas como la bonita Jane March de El Amante, hasta la falsa fresca Mena Suvari de American Beauty, aunque la condición de nínfula es de naturaleza huidiza y no incluye el acoso sexual como mecanismo de autoayuda. Brillan más Cristina Ricci en La Tormenta de Hielo, Natalie Portman en Beautiful Girls y Anna Paquin en El Piano, donde el diablillo baila con los pies desnudos en la playa de Muriwai, maltrata a su pobre perro y practica el amor con los árboles. En su malhacer se divisaba una bella dominatrix que el tiempo, tristemente, se encargó de aniquilar. Cómo un duende malicioso tan autosuficiente y retorcido se convierte en el trapo lánguido de X-Men o la tontipava de True Blood es un misterio sin fondo. La Portman ha salido más bien parada: tras una época de indecisión de princesa ensaimada se ha revelado una espléndida mujer con un bellísimo trasero, si se me permite la grosería. Ahora solo falta que escoja mejor sus papeles.

Con todo esto casi parecería que el cine español no ha producido nínfulas, una injusticia que Carlos Saura y especialmente Victor Erice se encargaron de solucionar. Aunque impresiona ver a Ruth Gabriel, repelente niña vicente de Barrio Sésamo, convertida en desnudo integral y yonqui en Días Contados, las niñas más deliciosas, inquietantes y perversas de la madre patria están congeladas en El espíritu de La Colmena, Cría Cuervos y El Sur: Ana Torrent e Icíar Bollaín son demoníacas hasta la médula de sus pequeños huesos y ni siquiera el tiempo ha deshecho del todo el hechizo.

A veces me pregunto si tienen hijas y no me atrevo ni a mirar.

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21 Comentarios

  1. Yo añadaría a la colección de Españolas la Aida Folch de «El Embrujo de Shangai»

  2. En el cine español tenemos a María Valverde en «La flaqueza del Bolchevique».

  3. C. Albers

    Me parece más patrio «Yo soy la Juani», y más actual.

  4. michelle

    Artículo lamentable que, ni se atreve, ni tiene capacidad de adentrarse en lo que busca. Como demonios iba a ser lolita sue lyons con 5 años más que la original!!!! una ninfula como la que vislumbraba «El hechicero» que es el verdadero diamante de nabokov sobre está temática ( lolita fue diezmada por la censura)
    debe tener entre 8 y 11 años. Ya me contarás quien es el valiente que tiene huevos y ganas de hundir su carrera rodando ese texto con una niña….. los ejemplos tampoco son acertados. Indudable que la lolita moderna es NATALIE, pero nunca en la peli de demme, donde ya era demasiado mayor, sino en LEON. A partir de ahi nos sobrarían ejemplos de niñas, como jodelle ferland en TIDELAND, pero esas no son lolitas, son alicias….. exactamente igual que con ERICE. resumiendo, el texto de NABOKOV es inadaptable con nuestra falsa moralidad al cine, porque en el brillante intento de besson, jean reno ejerce de padre, ni se le pasa por la imaginación dejarse atraer por la niña.

  5. Rubén Luengo

    La verdadera esencia de las Lolitas era la provocación, no tanto la insinuación. Y ahora, como parte del Spam, un artículo que se adentra en las verdaderas entrañas de la esencia de las Lolitas: http://compostimes.com/2013/03/luz-de-mi-vida-fuego-de-mis-entranas-las-lolitas/

  6. De acuerdo en parte con michelle. La lolita de Kubrick como la mayoría de los ejemplo propuestos tienen muy poco que ver con la lolita de Nabokov, siendo más bien versiones de proyectos de femme fatale o vampiresa. La nínfula, en cambio, es una criatura que aún no ha descubierto las «armas de mujer», es decir, que la sartén por el mango la tiene Humbert Humbert.

  7. michelle

    O eso se piensa él fidel…. la ninfula atesora una capacidad, que también adorna a los niños eh, la capacidad de distanciar la mirada. Esa capacidad ya la pierde el adulto, y como señala perfectamente Ruben, la mayoría de las adolescentes tampoco la conserva, pueden llegar a provocar, todo el tema RORICON de los japoneses, pero nada más. Es que en realidad la LOLITA no deja de pertenecer a las alicias.
    Saludos

  8. alronquintterl

    pedobear seal of approval

  9. Una más: Eugenia, La Filosofía en el tocador, esa sí que es (la convierten en) una auténtica diablesa. Y Justine, aunque ésta última es quizá un tanto mojigata para ser considerada una lolita, de Justine se aprovechan, no es ella la «seductora»

  10. Pingback: Casi trece | Petite Media

  11. Jeremías

    Sue Lyon tenía 16 años cuando hizo «Lolita», no 14.

  12. Porqué salen sus nombres que sino pensaría que el artículo habla de obras de arte y no de personas.

  13. La mención a Natalie Portman en Beautiful Girls es acertada, pero me sorprende que no se incluya también su papel en la soberbia Leon: El Profesional.

    Cierto que en aquella tenía sólo 12 años y apenas estaba sexualizada, pero creo que precisamente por eso encaja mejor con la idea original de artículo, deduzco.

    Y el olvido de María Valverde es totalmente imperdonable, sin duda.

  14. que me dices de Juliette Lewis en «cape fear»

  15. Josep Maria Pinto

    Jennifer Connelly en «Érase una vez en América» y, a partir de ahí, casi siempre.

  16. Creo que cualquier de nosotros, incluído yo, que haya leído el libro de Nabokov antes de tener una edad similar o cercana a la de Humbert Humbert no creo que esté en condiciones de entender completamente el libro. Así que ya va siendo hora para mí de releerlo.

  17. Me ha dado mucho asquete este artículo. Una cosa es hablar de buen cine. Otra muy distinta es contribuir a la sexualización de niñas pequeñas en esos términos. Lamentable.

  18. No hay nínfulas ni putínfulas, todo está en los ojos de que mira. Por eso no hay colecciones de películas con chavales de 12 años «objetos de deseo», porque las mujeres no ven nada «nínfulo» en un niño. Porque no es un objeto, porque no necesita que lo deseen sino que lo cuiden, porque, por mucho que imite comportamientos sexualizados que ve en adultos, no los comprende, precisamente como Anna Paquin restregándose con un arbol porque había visto a su madre con un hombre.

  19. Gracias Oti y CrisG, me estaban dando tanto asco los comentarios como el artículo.

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