Arte y Letras Filosofía

El amor y sus metáforas

El beso de Francesco Hayez.
El beso, de Francesco Hayez.

Amor y vínculo

Dice el relato que a los niños los trae la cigüeña. Los transporta envueltos en un gran pañuelo que sujeta con el pico mientras vuela. Pero esto es solo la mitad del cuento. La historia completa relata que la cigüeña roba en Oriente a los niños de las madres descuidadas y los trae a Occidente

Mientras aquí es símbolo de alegría, allí representa el miedo al rapto, la angustia súbita ante la amenaza de la desaparición. La celebración occidental constituye la peor fantasía en la otra parte del mundo: «No descuides al niño que se lo llevará la cigüeña», diría el refrán oriental.

Muchos relatos como este han sido modificados, fragmentados o con resolución feliz añadida para adaptarlos a la sensibilidad y necesidades de la infancia. También para desarrollar su capacidad de simbolización.

Otro conocido cuento habla de la historia de unos niños que se adentraron en el bosque y pusieron migas de pan para poder encontrar el camino de vuelta a casa. Los pajaritos se comieron el rastro y los niños quedaron aislados sin poder volver. Otros niños, sin embargo, aprendieron a poner piedrecitas blancas en el sendero para que los pájaros no pudieran comérselas y de ese modo lograron regresar.

Ambos relatos hablan de la importancia del vínculo. Hay personas que garantizan la vuelta a casa después de cada etapa de su viaje vital. Sin embargo, otras personas no pueden abordar correctamente su vida porque no disponen de herramientas que les permitan situarse en el mundo y volver a casa cuando lo deseen. De este modo quedan extraviados durante algunos periodos de su existencia y a veces se pierden en el bosque para siempre.

Saber quiénes somos depende del vínculo que podamos establecer con el clan al que pertenecemos: «Uno sabe quién es por el abrazo del padre». En nuestra memoria más ancestral está registrado nuestro origen seminómada y esto apunta a la necesidad que tiene el niño de ser aceptado y tomado en brazos para afrontar la travesía por la selva o el desierto. Por eso el cachorro hará lo que sea para que los adultos lo tengan en cuenta y lo lleven consigo, porque se juega la vida.

Pero en ocasiones, el niño no es suficientemente atendido por sus progenitores en sus primeros años. A veces no recibe de modo suficiente la mirada que necesita para sentir que tiene un lugar en el sistema. El «síndrome de la madre muerta» nos habla de este fenómeno, y esto suele ocurrir cuando un dolor importante se introduce en la vida de los padres y estos dejan de estar disponibles para su hijo.

Imaginemos que, en los primeros tiempos de la vida de un niño, muere alguno de los abuelos, o tienen que huir porque sufren persecución u otro tipo de privaciones relacionadas con la guerra. Esta experiencia de dolor y máximo estrés atrae toda la atención de los padres y su vínculo con el hijo queda afectado.

El amor y sus tiempos

El amor tiene que venir a tiempo. Si el amante no es correspondido en el plazo que su intuición establece, cuando el amado le responde tardíamente, ya no lo quiere. Como si se cerrase su vía perceptiva aferente.

En la crianza, si se exceden ciertos plazos, puede haber complicaciones en el metabolismo psíquico del niño, porque la persona cierra la etapa sin esta información emocional y pasa herida a la siguiente fase. El próximo relato nos habla de ello:

El pescador y el genio

Un pobre pescador, después de lanzar varias veces la red al mar, saca una tinaja de cobre. Al abrirla brota una nube que se materializa en un enorme genio que amenaza con matarlo. El pescador se salva engañando al genio: Lo burla dudando, en voz alta, que tan enorme genio pueda caber en tan diminuta vasija; de este modo lo obliga a meterse en ella, la tapa y la tira de nuevo al mar. 

El genio describe que, hallándose confinado en su botella durante los primeros cien años, se dijo a sí mismo: «Haré rico para toda la vida a quienquiera que me rescate. Pero, transcurrió el siglo entero, y nadie me liberó. En el segundo centenar dije, revelaré todos los tesoros ocultos de la tierra a quienquiera que me rescate. Pero nadie me puso en libertad, y así transcurrieron cuatrocientos años. Entonces me dije, colmaré tres deseos a quienquiera que me rescate. Sin embargo, nadie me liberó. Me enfurecí y con una rabia inmensa decidí, de ahora en adelante, mataré a quienquiera que me rescate.

(Las Mil y una noches)

Los cuentos describen en forma metafórica las vicisitudes de la vida afectiva y son de extraordinaria importancia para la formación de las personas. Este cuento ilustra lo que siente alguien que ha sido abandonado. De acuerdo con la lógica ordinaria, cuanto más dura un cautiverio, más agradecido debe estar el prisionero a su liberador. Pero no es de este modo como el ser humano reacciona ante la falta de contacto y relación humana. Si en algunas fases de crecimiento o transicionales el amor no está presente, más tarde y aunque sea siempre posible, es más difícil que se restituya. Sin relación no se produce transferencia de contenidos en la comunicación.

El impulso de proteger a los niños nació de una experiencia observada en los hospitales, en los que los niños habían sido abandonados. El «síndrome de hospitalismo» o «depresión anaclítica» describe la pérdida de interés por el mundo que sienten los niños con los que no se establece una relación de contacto físico y emocional aunque se les sirva comida y cama. Este desinterés puede llegar hasta la muerte si se produce la pérdida del tono muscular por falta de caricias y contacto durante su primer año de vida.

Los profesionales sanitarios que a principios del siglo XX cuidaban niños abandonados en hospitales lanzaron esta voz de alarma a la sociedad y fueron la inspiración de los sistemas de protección a la infancia que ahora conocemos. 

Aunque las consecuencias de esta falta de contacto pueden ser reversibles. No estamos hablando de un proceso predeterminista, aunque será preciso reabrir los canales de comunicación sensorial para que la caricia consiga llegar a su destino.

Nunca es tarde para tener una buena infancia.

(Milton Erickson)

Amor o lealtad

En tiempos remotos, los ejércitos del Bien y del Mal se enfrentaron en el campo de batalla. Arjuna, el arquero y guerrero más poderoso de su tiempo, fue el elegido para liderar el ejercito del Bien en la lid. Cuando Arjuna miró hacia las filas del ejército enemigo, se asombró al ver a numerosos parientes, primos, tíos y hermanos. Pensó que sería un pecado matar a los de su propia estirpe, pero que también sería un pecado no luchar por la justicia y dejar que el Mal prevaleciera. Arjuna se sintió paralizado por estas emociones y se sumió en la desesperación.

(Bhagavad-Gita)

La fuerza vital más arcaica del clan reside en la lealtad. El amor es una evolución histórica posterior y bastante más moderna en este proceso. Todo sistema tiende al autosostenimiento y a la propia estabilidad. En consecuencia, la defensa del grupo es la prioridad máxima. Lealtad viene de ley y las reglas que rigen este vínculo están basadas en principios tan antiguos y sencillos como el derecho a la pertenencia de todos los miembros que han nacido en un clan determinado. Por lo tanto, la exclusión o exilio de un individuo constituye para él el peor de los castigos. El mensaje más revitalizante que puede recibir cada miembro de una cultura es: «Tú eres uno de nosotros». Mensaje relacionado directamente con la defensa de la vida del individuo y del grupo. 

La persona hará todo lo que pueda para ser aceptada por su grupo de referencia y así se fragua el proceso de la construcción de su propia identidad, porque esta, ¿se constituye por el individuo o es otorgada por la tribu?

Podemos afirmar que los adultos lanzan al niño mensajes relacionados con la expectativa que tienen de ellos. En definitiva, les dan a entender para qué los necesitan y el niño, por su parte, intenta responder a esa expectativa. Cada miembro del clan tiene un lugar específico que sirve a la cohesión del mismo.

Cuando la persona configura su identidad, no lo hace con la misión que le encargan, ni con el mensaje explícito que le dirigen, sino que lo hace especialmente con lo que no le dicen. La construye con la información que percibe que es importante para la supervivencia del clan, aunque no sea una demanda explícita. Esto es así para bien y para mal. Por ejemplo, no existe ningún elemento que produzca mayor fusión familiar que «la oveja negra», ya que el resto de la familia olvida todas sus pequeñas diferencias para unirse en ayudarla en sus grandes problemas.

La función más importante de los rituales es recordar al sujeto que vence un trance vital o realiza un aprendizaje significativo, que no está solo, que la tribu le acompaña.

Así pues, la regla superior es la supervivencia del grupo y en este sentido, podemos pensar como hipótesis, ¿quizá el amor fue inventado para fundar una civilización basada en la prohibición del canibalismo y la antropofagia?

Amor interrumpido o la expresión de un secreto

Lo que denominamos síntomas como la angustia o el miedo pueden entenderse, en muchas ocasiones, como un proceso de amor interrumpido o inacabado. Los cuentos de fantasmas suelen referirse a ello. 

Ante la Alhambra

Subieron al mirador cruzando una maraña de calles sinuosas; desde allí admiraron el palacio rojo, la arboleda verde, el tornasolado cielo del crepúsculo. Una perfecta soledad los guarecía.

—¿Y qué sentiste entre mis brazos?

—Era como una lluvia de pétalos blancos.

—¿Has pensado en algo?

—Nada. En ti. En nada.

—¿Y en nada más?

—En ti, y en que pronto acabará nuestro sueño.

Efectivamente, los dos fantasmas se disiparon igual que la tarde.

(Benito Arias García. «Fidelidad») 

La nostalgia por el amor perdido suscita la trascendencia a través de nuestro recuerdo:

Cuento de horror

La mujer que amé se ha convertido en fantasma. 

Yo soy el lugar de sus apariciones.

(Juan José Arreola, «Doxografías». Palíndroma)

El fantasma puede ser alguien que vuelve a concluir un mensaje, normalmente de amor, que no pudo entregar a su destinatario porque un suceso truncó su vida e interrumpió el proceso de transmisión. 

La estructura de un guion de relato de fantasmas podría referirse a la historia de un hombre que venía a pedir matrimonio a su amada. Durante el camino lo reclutaron forzosamente para la guerra. En la contienda murió y ahora su fantasma vaga por la casa de la mujer y la aterroriza con sus visitas, aunque su intención solo es entregar el mensaje que no pudo culminar en el pasado.

Los fantasmas también pueden revelar secretos. En ocasiones se guarda un secreto relacionado con episodios vergonzantes o inconfesables por un presunto riesgo para algún miembro familiar.

La casa encantada

(Fragmento)

—Dígame —dijo ella—, ¿se vende esta casa?

—Sí —respondió el hombre—, pero no le aconsejo que la compre. ¡Esta casa, hija mía, está frecuentada por un fantasma!

—Un fantasma —repitió la muchacha—. Santo Dios, ¿y quién es?

—Usted —dijo el anciano y cerró suavemente la puerta.

(Anónimo recogido por Edmundo Valdés en El libro de la imaginación)

Los secretos se impregnan en la vida cotidiana de lo que no se dice y marcan comportamientos, preferencias o deseos de los hijos aparentemente espontáneos. Cuando la vida se aproxima al secreto que debe ocultarse, la comunicación no verbal queda afectada y es cuando el fantasma ataca. Ellos no nos dañan por lo que nos pueden hacer sino por lo que no nos pueden decir. En esto consiste la travesía del fantasma. Lo que se transmite es lo que queda en suspenso en la transmisión misma.

En muchas ocasiones, los fantasmas son antecesores familiares que se presentan para despedirse del protagonista del cuento y convertirse, así, en ancestros protectores.

Amor y muerte

Toda historia de amor se dirige a su final. La muerte supone un vínculo tan fuerte como la sexualidad y cuando la muerte está presente genera a su alrededor un campo de atracción en el círculo de personas vinculadas al que murió. La lealtad al muerto se intensifica en esos momentos. 

Esta pulsión tanática genera una dinámica profundamente vinculada al amor que moviliza a los vivos a sentir atracción por el muerto, como si le dijeran: «Si tú no puedes vivir, yo tampoco. Yo te sigo allá donde estés». Esto explica la sensación de culpa que tienen algunos supervivientes a una tragedia o un accidente. Como si una parte de ellos pensara que hubieran preferido ir en lugar del que murió.

En algunas culturas, cuando un miembro de una comunidad provoca la muerte de otro, la familia de la víctima puede adoptar al perpetrador como miembro de su familia. Tal es el efecto del vínculo que puede generar la muerte. La relación entre víctimas y perpetradores suele tener fuertes vínculos difíciles de entender a veces.

El amor florece

en los labios ya secos

ante la idea de la muerte

(Trinidad Ballester)

Amor y poder

La manera con que se etiqueta un dilema humano puede cristalizar un problema y hacerlo crónico. 

(Jay Haley)

Cuando el amor se retira, el poder ocupa su lugar. Si el contexto no permite experimentar el amor o la persona autocensura este sentimiento, el poder entra en escena y toma el mando.

La manifestación del poder tiene relación con el ejercicio de la posesión del objeto amado y esto se realiza a menudo mediante la «nominalización» o conversión de un proceso en una cosa. El etiquetaje es un ejemplo de lo que estamos hablando y permite clasificar a las personas en categorías dominables por la institución encargada de atenderlos. 

Por ejemplo, la medicina del siglo xix en los Estados Unidos creó el síndrome de la «drapetomanía», que padecían los esclavos de los estados sureños. El principal síntoma de la dolencia era un deseo irresistible de huir. Esto, como es obvio, era algo inexplicable para las autoridades médicas de la época y, por lo tanto, se interpretaba que era causado por algún proceso patológico. Drapeta es el término latino para nombrar a un esclavo huido. Otros síntomas consistían en el descuido en las tareas asignadas y la destrucción de herramientas. 

Otro ejemplo lo constituyen los primeros congresos a favor y defensa de la «infancia anormal», que en 1894 aportaron un discurso médico-pedagógico que añadía a los ya existentes algunos «trastornos menos profundos»:

—Retrasados (a no confundir con perezosos o ignorantes). 

—Inestables (que no están en su sitio, no coordinan movimientos, no controlan instintos, tienen cóleras inexplicables y manifiestan “desvergüenza muscular”.

—Por último, están los Combinados (Retrasados-Inestables, etc.)

Normalmente las clasificaciones de la población atendida responden a las necesidades de supervivencia de la propia institución que los atiende. 

Se pueden citar, por ejemplo, las siguientes tipologías elaboradas por el personal de escuelas estatales de los Estados Unidos para inadaptados sociales:

Hiperactivos, peleadores, espásticos, vomitadores, fugitivos, pestes, muchachos de comedor, muchachos trabajadores y favoritos.

Más adelante se cita otra clasificación:

Vomitadores, regurgitadores, testaferros, tramposos, arrebatadores, ensuciadores, golpeadores de cabezas, de grado bajo, vegetales, mal educados y peleadores.

La etiqueta rapta el sentido de las características subjetivas del atendido y lo cosifica. Es decir, reduce el perfil de la persona a la definición de sus carencias.

Amor y satisfacción

Como todo el mundo sabe: uno más uno son tres.

(Milton Erickson)

La gran metáfora del amor es la satisfacción y está íntimamente vinculado con ella. Podemos hablar de tres vías filosóficas esenciales para acceder a la satisfacción. En primer lugar, Aristóteles la entendía como la autorrealización y logro de los propios objetivos. Los estoicos la explicaron desde la vía de la independencia y la capacidad para ser autosuficiente. Por último, Epicuro y los hedonistas la entendieron como la experimentación del placer y, por consiguiente, la evitación del sufrimiento.

Este dolor hermoso

que abre mis carnavales

como una granada

de estrellas rojas.

(Trinidad Ballester)

Sin embargo, cualquiera de estas tres vías está vinculada a la interacción entre personas. El amor produce satisfacción porque vincula a los grupos humanos y los encamina a su autoperpetuación. No hay nada más satisfactorio que un cerebro pensando, a excepción de dos o más cerebros pensando juntos. La pasión en la interacción amorosa es la base de la creatividad y de la continuidad de la vida.

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