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Jot Down nº 38, especial Armenia

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Nos hemos ido de viaje al solar sobre el que Dios desplegó el Paraíso. Palabra de Byron. Armenia es uno de los países más antiguos del mundo, uno de los que más sufrió a lo largo del siglo XX, y el que más miembros tiene en su diáspora. Cher, Charles Aznavour o System of a Down, el brillo estridente de Kim Kardashian, el genio de Steve Jobs o las proezas de Andre Agassi y Garri Kaspárov. Y hay más, dentro y fuera. Pintoras y grafiteros, actores, escritoras, científicos, arquitectos, guerrilleros, monarcas y hasta estrellas del pressing catch. Y para seguirlos a todos hemos recorrido mundo desde Israel y Turquía hasta Japón, Argentina y los Estados Unidos. Aquí está el resultado, la Jot Down nº38 especial Armenia, del que os avanzamos algunos de sus contenidos, por secciones.

Artes

Desde una perspectiva absolutamente personal, Areg Balayán explica en sus propias palabras la razón de su proceso creativo pictórico, y los blojiks, bichitos, en que lo plasma. «Yo soy armenio y cargo con todos los defectos de nuestra nación, los miedos, los valores vanos, las tradiciones no correspondidas con la actualidad y la luz «armenia». Aún sigue garabateando. «Aún sigo buscando».

Música

Ella es Cherilyn Sarkisián, la artista que cuando le preguntaban de pequeña qué quería ser, respondía «famosa». También es una de las que con más ferocidad abrazó la causa armenia, una vez reconciliada con sus orígenes. Tuvo un meteórico despegue con Sonny, pero también sudó sangre para evadirse de la discográfica y poder controlar su carrera, momento en el cual se convirtió en la megaestrella y actriz que es hoy. Empieza por C, con tres letras, «Una artista que prefiere no revelar su nombre». Por Bárbara Ayuso.

A Krikor le salvó la vida en 1915, en el genocidio armenio, fingirse músico, porque tenía un violín. A su nieto le sirvió aprender a tocarlo, y conseguir una beca en Hannover, para huir de la guerra. Y cuando ya se había convertido en uno de los mejores violinistas del mundo, ese nieto, Ara Malikian, se lanzó a los escenarios para contar la historia del violín que lleva más de un siglo salvando a su familia. «Armar el alma». Por Virginia Mendoza.

Entrevistas

Garik Israelian quería ser estrella del rock, y su capacidad autodidacta le ayudó cuando, fascinado por la ciencia ficción, decidió que quería profundizar en las explicaciones sobre lo que aparecía en sus películas y novelas. Hoy es investigador en el Instituto Astrofísico de Canarias y uno de los astrofísicos cuyos descubrimientos han sido comentados más veces en diarios de todo el mundo y citados en revistas científicas y de divulgación. Es, además, organizador de un festival al que se pelean por ir astronautas, premios nobel, músicos y artistas, pero del que en nuestro país casi nadie ha oído hablar. Por Martín Sacristán. Fotografía de Ángel L. Fernández.

Joaquín Caparrós inició la revolución más barata de la historia del fútbol. Fichó a coste cero y puso al club Sevilla FC desde la segunda división en tendencia ascendente, donde sigue hasta hoy, dos décadas después. Y tras una amplia trayectoria de diecisiete años en primera división, Caparrós fichó por Armenia. Una apuesta sorprendente, pero en la que volvió a alcanzar gestas épicas. «Al fútbol actual le falta rock and roll». Por Álvaro Corazón Rural. Fotografía de Ángel L. Fernández.

Viajes

La cueva de Satán está más allá de Ereván, capital de Armenia, junto a una piscina natural de aguas turquesas. Es una joya, un museo pictórico construido por la naturaleza donde cada sala alterna los colores diferenciándose de la anterior. Y esas características son tan importantes como las de su aldea contigua donde reside el otro alma del país. La rural. «Anochece, que no es poco». Por Sergio Andrés Pérez.

De Anakara a Kars, el tren más icónico de Turquía, el Dogu Express, tiene uno de sus extremos próximo en un territorio armenio donde no quedan armenios, ni pertenece ya al país. Hablar de ello le costó a Orhan Pamuk el exilio, y al periodista Hrant Dink la muerte por desvelar el linaje armenio de muchos personas cruciales de la historia y cultura turcas. Miguel Fernández Ibáñez nos monta en el Dogu para comprenderlo en «Un tren hasta donde se esconde el sol».

Cine

Sergei Parajanov comenzó su particular revolución en los años del deshielo soviético, bajo Jrushchov. Una pequeña apertura por donde se colaron por primera vez la memoria del gulag, y él mismo. Así comenzaría a rodar películas totalmente contrarias a los valores morales soviéticos, pero también dotadas de una realización explosiva, que acabaría por conducirlo al éxito internacional. Sin privarlo de la persecución, el campo de concentración y la cárcel, donde creció aún más como artista. Él era singular, y «Libre como un Parajanov». Por Álvaro Corazón Rural.

En el retiro a meditar en las faldas del Himalaya que hicieron los Beatles el productor de la banda les entregó un ejemplar de El Señor de los Anillos. Y les propuso que, con Stanley Kubrick tras la cámara, cada uno de ellos representase para el cine un personaje principal de Tolkien. George Harrison interpretaría a Gandalf, Paul McCartney a Frodo y Ringo Starr a Sam, mientras John Lennon sería bendecido con el papel más importante, el de Gollum. «Andy Serkis y el factor Gollum». Por Diego Cuevas.

Historia

Ninel Gharajyán tenía solo diecinueve años cuando se convirtió en la primera armenia en surcar los cielos. La aviación empezaba en todo el mundo, se desarrollaba en la URSS, y ella comenzó como paracaidista, más tarde como piloto. Fue una carrera fulgurante con un final abrupto. «Salta, Ninel, salta». Por Kristina Abovyán.

La ciudad que hoy es capital de España tuvo que convertirse, por decisión del monarca Juan I de Castilla, en señorío del rey León V de Armenia. La confusión de las autoridades madrileñas fue total, y luego pasaron a la ofensiva para evitarlo a toda costa. Aunque la parte más jugosa de esta historia es el motivo por el que se designó «Un rey armenio para Madrid». Por Dolores Glez. Pastor.

Poesía

Henrik Nordbrandt, danés, tiene un libro dedicado a un solo lugar, este país. Lo escribió sugestionado por el genocidio de 1915, y por sus rincones, por esas singularidades que derramó en sus versos. Su complemento perfecto es otro poeta, Ósip Mandelstan, soviético, vetado en la URSS y acogido aquí con los brazos abiertos. Juntas, ambas voces en verso hacen un retrato fiel del Ararat, de los huertos de frutales, de la ciudad de Ereván, Ashtarak, Burakán… en suma, de toda Armenia. «Dos huellas cruzadas». Por Alejandro Luque.

Sociedad

Pinar Selek, escritora y activista turca, nos cuenta cómo fue crecer en el país que durante tres generaciones ha negado el genocidio armenio, y cómo ella misma se desarrolló en ese negacionismo. En un intento por contarlo sufrió cárcel y torturas, y aprendió que la correlación de fuerzas puede ser tan importante como ver y comprender. Se hizo partícipe de las luchas feministas, libertarias, de kurdos y personas LGTBIQ. Y luego conoció a los armenios. Nos narra su aprendizaje en «Poder comenzar». 

Esta es la historia de quien se destacó como uno de los mejores comandantes militares de la autoproclamada República de Nagorno-Karabaj, hoy héroe de Armenia. Admitido en Berkeley, licenciado con honores, admitido en Oxford para un doctorado que nunca hará. En lugar de eso entrará en el Frente Popular para la Liberación de Palestina, y se convertirá en guerrillero, para llevar a la victoria y la independencia a su pueblo. «El hombre que quiso ser Monte Melkonián». Por Karlos Zurutuza.

Fotografía

En 2020 estalló una guerra en Nagorno Karabaj de la que este fotoperiodista, evacuado junto a los últimos informadores que quedaban en la capital del enclave, nos da su testimonio gráfico. Crónica de las últimas horas, niños en las escuelas, reparto de alimentos, funerales, devastación, heridos, sótanos que sirven como refugio. «Cuando la ciudad se desintegra». Por Ricardo García Vilanova.

Deportes

El apellido original de este tenista era Aghassián, y tiene relevancia decirlo, no porque sea armenio, sino porque el padre buscaría a través de la afición de su hijo la gloria que él, como boxeador olímpico, no pudo alcanzar. Presionando hasta extremos insufribles, logrando que hiciera un viaje increíble al éxito y otro aún más sorprendente hacia el abismo. El final se sabe, el desarrollo en «Marvel filma una sobre tenis: la historia de Andre Agassi». Por Marcos Pereda.

Tigrán Vartánovich Petrosián, el «Tigre de Acero», superviviente de la miseria y el hambre, luchador tenaz, noveno campeón mundial de ajedrez. En una Unión Soviética azotada por la carestía de alimentos, Tigrán gastó valiosos puntos de su cartilla de racionamiento para adquirir Práctica de mi sistema, uno de los famosos manuales del ajedrecista letón Aron Nimzowitsch. «Tigrán Petrosián: cuando el ajedrez es una trinchera». Por E. J. Rodríguez.

Televisión

Era amiga de Paris Hilton, e hija del abogado defensor de O. J. Simpson, de cuyo juicio estaba pendiente el mundo. Pero lo que de verdad la catapultó a la fama fue la filtración de un vídeo porno con el rapero Jay-K. a la par que se emitía el reality sobre los Kardashian. Pero si se hizo millonaria, junto al resto de su familia fue por ese cerebro en la sombra, también femenino, y verdadera causa de «La monarquía K». Por Jelena Arsić.

Ciencia y tecnología

Robin the Robot es un robot de origen armenio que se ha colado en la lista de la revista Time sobre los cien mejores inventos de 2021. Nació de una necesidad muy real: aliviar la soledad de los niños en los hospitales. Un problema agravado por el coronavirus, que los obligaba al aislamiento durante su estancia. Entra en la habitación del paciente, juega un rato y se marcha. Para «>>Borrar(‘soledad’);». Por José Valenzuela.

Arquitectura

La necesidad vino antes que la justificación. Había que reconstruir las ciudades tras la guerra, sobre todo las instalaciones de interés público como terminales de transporte, edificios gubernamentales, equipamientos culturales o deportivos, etc. Se buscaba un tipo de edificación barata y relativamente sencilla de levantar, por lo que se llegaba de forma natural a la economía de los materiales y a las líneas puras en el diseño. En Armenia están algunos de los mejores ejemplos de este brutalismo soviético. «Comunismo, hormigón y otras obras (que no son) del montón». Por Octavio Domosti.


¡Jot Down llega a Argentina!

Este número 38 ha contado con Andrea Calamari como coordinadora, y un tercio de sus contenidos corre a cargo de autores y autoras que viven en el país. Cumpliendo así con nuestra idea original, acercarnos a América Latina, donde se encuentran muchos de nuestros lectores y lectoras. A continuación os detallamos los contenidos elaborados desde Argentina en este Especial Armenia.

Entrevistas

Magda Tagtachian se define como tercera generación de armenios y escritora. Fue periodista hasta el día en que contó la historia de su abuela armenia y todo cambió. Nomeolvides Armenuhí. La historia de mi abuela armenia le permitió dedicarse de lleno a la literatura. Sus libros siguientes son dos novelas románticas: Alma armenia y Rojava. «Mi literatura es orgullosamente comercial. Yo escribo para que me lean». Por Andrea Calamari. Fotografía de Carolina Clerici.

Literatura

Ana Arzoumanián es, por la complejidad y la profundidad que imprimió a su obra, la escritora más lúcida vinculada a la comunidad armenia. Sus textos suscitan numerosas asociaciones porque están entrecruzados por diferentes dimensiones que no han quedado limitadas al mundo que le dio origen. Sus padres ya habían nacido en Argentina, pero se aferraron a su lengua armenia como a una tabla de salvación, y ella convirtió en poética esta historia familiar y personal. «Ana Arzoumanián: la devoción por las ruinas». Por Miguel Espejo.

Viajes

«No tuve un choque cuando llegué. Argentina es un país basado en inmigrantes. Acá a media cuadra está el Club Polaco, si caminás para allá hay un árabe que vende shawarma, para el otro lado, una asociación de cultura ucraniana. Acá no somos argentinos y nada más que argentinos». El testimonio del bailarín Vahram Ambartsoumián sirve de introducción para entender el barrio armenio de Buenos Aires. «No es Palermo. Es Palermián». Por Marina Dragoneti.

Ocio y vicio

Noé, al bajar del arca, plantó una viña, hizo vino, y acabó emborrachándose. Resulta curioso que trazando una línea desde ese lugar, tan unido a Armenia, se conecten las latitudes de las principales regiones vinícolas de todo el mundo. Más curioso aún es que la Bodega del Fin del Mundo, en la Patagonia, haya conectado su tradición vinícola con la del país, recuperando un método que tiene más de 6200 años. Es la reconstrucción de una cultura. «Welcome to the motherland». Por Julieta Habif.

Cine y TV

Titanes en el Ring era mucho más que un programa de televisión. Era un mundo. No hubo nada igual, ni antes ni después. Martín Karadagián, hijo de un matarife armenio y de una española ama de casa, y no solo se acabaría haciendo con el programa, participó en él con un personaje de luchador malo, luego bueno, pero siempre con un juego fronterizo entre la trampa y el juego limpio. «Martín el titán: no lo intenten en sus casas». Por Matías Bauso.

Deportes

En los potreros de Córdoba, Argentina, siempre se cuidó a los futbolistas habilidosos, pero no solo es fútbol, sino un modo de improvisar, y donde es preferible perder con amigos que ganar con desconocidos. Lucas Zelarayán tuvo ese origen, y cuando llegó a Armenia dijo que no encontraba nada tan diferente a lo que tenían en su país. Hay muchas cosas parecidas entre su patria de nacimiento, y la de sus ancestros. «El fútbol de potrero que viajó de Córdoba a Ereván». Por Juan Mascardi.

¿Te han entrado ganas de leer sobre Armenia en abierto mientras te llega nuestro número 38?

Tienes una estupenda introducción del país en esta entrevista «Dios podría ser armenio; y el primer español, también» de Álvaro Corazón Rural a Virginia Mendoza, autora de Cuaderno Armenio. Ella misma nos hace un vívido retrato humano de los habitantes de Guyumri, segunda ciudad del país, en «Ecos de un terremoto: la vida entre ratas y serpientes». Para un relato directo de la guerra en Nagorno Karabaj de la mano de la cineasta Ángela Frangyan, «Aguanta sentada hasta los créditos», por Karlos Zurutuza. Los ecos del genocidio armenio en Turquía, su perpetradora, y el coste de hablar libremente de ello allí, en esta pieza sobre el escritor turco «Orhan Pamuk, «el difamador»», por Javier González-Cotta. Y para hacer un brindis final al estilo armenio, recordamos esta película de Eric Boadella sobre el kenat, «Toastmaster: el brindis armenio de la boda, bautizo y comunión». ¡Anush lini!*

(*) Que mi convite te agrade, brindis tradicional de hospitalidad armenio.

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Un comentario

  1. Pingback: Las comunidades armenias de Norteamérica en las colecciones de la Biblioteca de la AECID. El caso de México – La reina de los mares

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