#FuturoImperfecto

Futuro Imperfecto #12: El Twitter que quiere Elon Musk

Elon Musk tiene un kink con Twitter.
Elon Musk tiene un kink con Twitter… Imagen: Beeple (Mike Winkelmann), 2022 (CC).

Si algo caracteriza a Elon Musk son sus anuncios de productos y servicios espléndidos que después se concretan en algo mucho menos espectacular. La característica más importante de un Tesla, en origen, es que fuera autónomo. Optimus, el robot humanoide recién desvelado, iba a proporcionarnos un humanoide de compañía, pero en su presentación el propio Musk decía, palabras literales: «aspiramos a tener versiones realmente divertidas de Optimus, útiles para hacer tareas, pero también que puedan ser una especie de amigo y compañero con el que pasar el rato». Aspiramos, no tenemos.

En la presentación de su indestructible coche se rompió el cristal de la ventanilla. La conexión directa entre cerebro y ordenador, de Neuralink, solo hizo sufrir a un pobre mono. Podemos usar todo esto para ridiculizar a Musk, o intentar entender el ecosistema mental de Silicon Valley, y así hacernos una idea de qué pretende con su giro de guion al decidirse a comprar Twitter.

Musk ha sugerido que basándose en Twitter creará X, en una evolución que lo acercará a WeChat. Esta aplicación de mensajería china fue incorporando utilidades, hasta convertirse en una mezcla de Instagram, Deliveroo, Uber, LinkedIn, y PayPal. Es decir, que con ella puedes desde buscar trabajo hasta pedir la entrega de un menú a domicilio, y realizar pagos. Es la plataforma más popular en China, y todos sus datos son compartidos con ese gobierno, en lo que es la práctica común allí. Elon Musk aspira a tener algo como eso para tener los datos de los usuarios, los de comportamiento y los financieros, asociándoles un medio de pago con blockchain. Sus planes para inversores, recogidos por The New York Times, calculan aumentar a 931 millones de usuarios los 231 que tiene Twitter actualmente. Cómo lo conseguirá lo entenderemos mejor explicado en dos párrafos.

Uno, el gran proyecto es convertir las redes sociales en barrios virtuales donde poder hacer lo mismo que en un barrio físico. Consumir, trabajar, vivir nuestro ocio. Zuckenberg fue pionero en esa iniciativa con el anuncio de Meta. Una idea compartida con Amazon, Roblox, Nvidia, IBM, el Banco Central Europeo, la Reserva Federal, y hasta el gobierno japonés. ¿Qué tienen que ver estos últimos? Pues la parte más importante del proceso, el de crear un medio de pago basado en blockchain. Mediante criptomonedas propias, o convirtiendo en digitiales a las divisas corrientes.

Párrafo dos. Antes de pensar en la quiebra de las criptos y considerarlas un fiasco, tengamos en cuenta que su base tecnológica, blockchain, sigue actuando a diario para garantizar transacciones de dinero seguras. Bizum, por ejemplo. Y que a diario un desarrollo basado en ella, los robobanqueros, trabajan en los mercados financieros mundiales. Estos robots, o bots si prefieres imaginarlos como lo que son, programas sin un cuerpo físico, trabajan a diario en las entidades financieras. No son más que programas de análisis de datos estadísticos sobre tendencias de mercado recogidas en tablas de Excel. Pero que ahora, gracias al aprendizaje automático, se han convertido en inteligencias artificiales. El mayor argumento de venta para colocar los robobanqueros, y el más comprado por los responsables bancarios en todo el mundo, es que no tienen que levantarse a hacer pis. Porque su mismo trabajo lo hacían, y hacen, los analistas, también manejando Excel. El bot banquero te dirá lo mismo y estará al tanto de la información de las diferentes bolsas planetarias, con sus cambios horarios, las veinticuatro horas. Aún no trabajan solos, pero ya apoyan a los humanos realizando el trading algorítmico de forma automática.

Esta inteligencia artificial de robobanqueros se está aplicando además a un fin más comercial: alimentarse de datos que permitan establecer tu perfil de crédito. Cuánta hipoteca se te puede conceder, cuánto en préstamo personal, y qué límite pueden tener tus tarjetas de crédito. Sin ningún humano analizando tu nómina, historial laboral o trimestres como autónomo. Por el momento se está aplicando en Estados Unidos para microcréditos, que toman los datos de desplazamientos en Google Maps, uso de Uber, o la velocidad a la que tecleas en el teléfono para hacer tus búsquedas. Una forma de determinar tu edad. Pero ¿estos datos no son anónimos? Solo si decides no compartir tu ubicación o revisarte todos los permisos y términos y condiciones de uso de la app gratuita que utilizas. De no hacerlo, no sabrán tu nombre y apellido pero sí te meterán en una categoría, por ejemplo «madre trabajadora de clase media que reside en un piso de Zaragoza, porque, casualmente, de ese punto etiquetado como casa parten la mayoría de tus rutas en coche planificadas en Maps».

Y ahora mezclemos el blockchain con la idea Meta y su metaverso, y convirtámoslo en la idea de Musk, un Twitter X. Añadiendo que la Unión Europea y la FED no quieren perder ese tren, porque en un mundo digitalizado el dinero de los Estados, las divisas, tendrá que transformarse poco a poco en criptodinero. Y ahí es donde entra la idea de Elon Musk y de todos los demás, con el objetivo de crear un medio de comunicación que genera la publicidad, facilita el centro comercial en donde esa publicidad se convierte en consumo, y lo mejor de todo, donde podrías pagar con una moneda emitida por ellos mismos.

Un momento. Esto de la criptomoneda propia lo intentó Meta, cuando se llamaba Facebook, con Libra, y fue un fracaso. Sí, y por una razón: la emisión de criptomonedas mediante minado exige poner a trabajar muchos ordenadores con muchas tarjetas gráficas y consumir miles de kilovatios de energía eléctrica. Que China echara del país a los criptomineros para que no robasen la energía que precisaban sus fábricas fue una primera piedra en el camino. La subida de los precios de la energía ha sido un mazazo, y en parte razón de la caída de cotización de las criptos. Cuesta más generar una que el valor que tiene. Un desastre. Al menos hasta el evento The Merge, un cambio informático para cambiar el modo en que se generan y custodian los Ether, la segunda cripto más importante tras Bitcoin. Ya no se minan, ya no sirven las tarjetas gráficas, ya no consumen tanta energía, es una cripto más verde y más rentable. ¿Funcionará? Es pronto para decirlo, pero si lo hace, pronto Amazon, Twitter, Meta, etc., podrán crear sus propias criptos porque sí serán rentables económicamente.

Y tú, por qué demonios te vas a complicar usando Amazon Coins para comprarte una tele en Amazon, si puedes hacerlo con tu tarjeta de crédito o cuenta de PayPal. Pues imagina que la plataforma te da un descuento del cinco por ciento sobre el precio de cualquier producto si pagas con su divisa, y que ese precio es menor que el que encontrarás en cualquier otra tienda física o virtual. Quizá entonces sí quieras coins. Y si millones de personas como tú toman la misma decisión, de pronto Amazon tendrá un mercado de divisa propia cotizable que, empleado por millones de personas en todo el mundo, tenga una validez equivalente a cualquier divisa real. Mejor aún, que pueda cotizar en mercados por encima del dólar, y por tanto que les permita hacerte esa rebaja porque tus coins valen más que los dólares de otro cliente que paga con medios tradicionales. Elon Musk ha visto esa puerta, y le gustaría cruzarla. En parte es lo que se llama la Web3, la evolución próxima de internet.

Los especialistas económicos y financieros dudan que las criptomonedas de empresas puedan equipararse al sistema financiero, a un futuro euro o dólar digital1, y seguramente no lo hagan. Tampoco lo necesitarán. Porque su valor añadido será que irán ligadas a tus datos, tu comportamiento, tu perfil, y tu poder adquisitivo. Y de ahí a aplicar un robobanquero para concederte el préstamo con la financiera Amazon pues solo va un paso. Esto lo hizo Ant Group, la financiera de AliBaba (AliExpress) y en parte por el nivel de riesgo que adquiría con esos microcréditos concedidos en tres minutos por una inteligencia artificial, el gobierno chino impidió que saliera a bolsa. No fuera a ser que hundiera el mercado de China.

Pero si con regulaciones y avances las nuevas entidades financieras surgidas de Twitter, Google, Meta, etc., logran un sistema de pagos con criptomoneda propia, ya no tendrán que recurrir al complicado proceso de extracción de datos del robobanquero, ni provocar riesgo en los mercados. Tendrán un usuario que lo hará todo en la misma aplicación. Para la empresa será muy fácil establecer un perfil de cómo reacciona a la publicidad, qué compra, y asignarle un perfil. Es tan fácil como observar si quien ha comprado un iPhone conduce un Dacia o un BMW para establecer un poder adquisitivo. Y sí, su moneda virtual solo será válida en su plataforma. Pero oye, si es como Amazon o AliExpress, donde encuentras de todo, qué más da.

Si he logrado explicarlo con claridad hasta aquí, esto es a lo que aspira Elon Musk con X. Él, y todos los demás dueños, actuales o futuros, de una red social. Porque el modelo de explotación ideal de un mundo digitalizado con ciudadanos digitales es uno donde lo hagas todo online. Comprar, pedir un préstamo, reservar en restaurantes físicos o que te traigan su comida a casa, deporte en bici estática tipo Peloton pero en el metaverso como si salieras a la calle, buscar trabajo, trabajar, y un largo etcétera. El control total del tiempo que pasas en internet y la obtención de los datos que generas con tu tiempo online son las dos variables más rentables para las tecnológicas.

¿Distópico? Pues ahora haz este pequeño ejercicio: sube una foto tuya, a ser posible la de tu perfil en una red social, a esta web de búsqueda, Have I Been Trained? Está pensada para que fotógrafos e ilustradores descubran si sus imágenes han sido usadas en los entrenamientos de las inteligencias artificiales generadoras de imagen. Si en lugar de eso subes la foto de tu cara, descubrirás que hay muchas de personas que se te parecen y sí han sido empleadas para entrenar a la IA. La mayoría corresponden, precisamente, a fotos de perfil de redes sociales y apps de ligoteo. Son nuestros datos, y ellos los usan para ganar dinero. ¿Les dimos permiso? Posiblemente sí, sin saberlo. O visto de otro modo, este es el precio de usar gratuitamente una app. Y tienes que usarla como está diseñada.


Notas

(1) Para saber más de nuestro futuro con el dinero digital, Cloudmoney de Brett Scott, edición 2022 Harper Collins, en inglés, resulta muy clarificador.


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Un comentario

  1. No a todo, incluido al ejercicio de subir mi foto.

    Si hasta ahora no había encontrado motivos para unirme a ninguna red social, cada vez encuentro más, y más contundentes, para no hacerlo jamás.

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