
Este viernes, en la caseta de la Asociación de Editores de Andalucía, sucedió lo que en cualquier país mínimamente civilizado del mundo editorial sería motivo de escándalo menor, de esos que se arreglan con una disculpa. Pero estamos en Madrid, en la Feria del Libro, y aquí las cacicadas no solo se practican con entusiasmo, sino que se institucionalizan. Eva Orúe, directora del evento, se acercó con ese aire inspectoral que en otras épocas vestía uniforme, vio que se vendía la revista Jot Down y exigió su retirada inmediata. ¿El motivo? No tiene ISBN1.
Como nuestros lectores conocen Jot Down es una revista cultural con 256 páginas, lomo, diseño cuidado y donde han escrito y escriben firmas de primer nivel. Tiene una trayectoria de más de una década en la que ha sido reconocida en ferias internacionales, como en Miami Book Fair y en 2024 ha estado a la venta, entre otras, en la FIL de Guadalajara o la Feria del Libro de Buenos Aires, donde se vende sin problema alguno. Pero en Madrid no. En Madrid, si no llevas ese número que sirve para registrar libros —no revistas— no puedes estar en la feria. Que se vayan El viejo topo, El Ciervo, La Maleta de Portbou o Filosofía & Co. Que recojan sus cosas y se marchen por la Puerta de Alcalá, que aquí se viene con código de barras y sumisión casposa.
Es imposible no recordar a Manuel Vázquez Montalbán cuando hablaba de los guardianes del canon. Orúe representa algo peor: la guardia pretoriana del reglamento, aunque se salte el sentido común por el camino. Porque la FLM no es una feria de libros, sino una feria de la administración del libro. Ahí está la paradoja: una feria que presume de ser un evento cultural de primer orden —la más importante del mundo hispanohablante tras la FIL— prohíbe que se vendan revistas culturales. El resultado es una feria donde lo que menos importa es la cultura. Importa el negocio, el protocolo, la pegatina. No es la primera vez que se denuncia a la Feria del Libro de Madrid por obviar el sentido común en pos del reglamento. En el certamen de 2023, varias editoriales pequeñas se quejaron de las barreras de acceso a la Feria por el cambio de algunos criterios técnicos que nadie entiende del todo. La Editorial Barrett lo denunció redactando junto a consonni y Dos Bigotes un comunicado que readaptaron, editaron y firmaron otras muchas editoriales independientes. Barrett decidió no participar en la edición de ese año, expresando su descontento por la falta de apoyo a las editoriales independientes y por la rigidez de las nuevas normativas.
Como ya denuncié en el artículo «La contralgoritmia es la nueva contracultura», los nuevos patrones de exclusión ya no obedecen a criterios ideológicos en el sentido político tradicional. No se trata de censura por contenidos incómodos, ni de vetos por posiciones ideológicas: lo que se impone ahora es una exclusión silenciosa, administrativa, basada en criterios tecnocráticos y lógicas de mercado. Se expulsa lo que no encaja en los formatos rentables, lo que no rinde en SEO, lo que no tiene una métrica asociada. Lo cultural queda sometido a una burocracia que simula objetividad pero que, en realidad, responde a intereses económicos y a una visión domesticada de lo que debe circular. No se persigue lo disidente, simplemente se le ignora, se le deja fuera del Excel, del registro, de la feria.
Quizás las editoriales pequeñas seamos peligrosos agentes antisistema. O, en realidad, el sistema que protege Orúe es uno en el que el libro es menos importante que la caseta, la caseta menos que la tasa, y la tasa menos que el ego del funcionario. Cuando hay dinero de por medio, entonces la norma se dobla. Lo sabemos bien. Ahí estuvo en 2023 el stand de Publisher Weekly, que no solo no tiene ISBN sino que además está muy conectada con la autoedición, otra de las palabras prohibidas en el Retiro. Pero paga. Y donde hay billete, hay alfombra roja. O al menos un vinilo adhesivo con el logo de la feria.
Una feria donde se supone que celebramos el libro, pero se castiga todo lo que no se pliegue al formato, a la norma, a la burocracia de salón. Como si la literatura hubiera salido siempre de vitrinas impecables y no, más bien, de mesas tambaleantes, cuartillas manoseadas, tiradas pequeñas. Como si los grandes escritores no hubieran empezado en los márgenes. Roberto Bolaño publicó en fanzines y revistas de tirada ínfima, como Rimbaud vuelve a casa o Caca de perro, espacios donde la escritura no pasaba ningún filtro institucional pero sí el más importante: el de la pasión literaria. En aquellos papeles grapados, sin código de barras ni bendición oficial, circulaban los textos que luego marcarían una generación. También Vila-Matas, Rodrigo Fresán, Lemebel o incluso el primer Aira se movieron en ese subsuelo editorial, ajeno a ferias y reglamentos. Hoy, ese espíritu está en muchas revistas como Jot Down, que aún editan por vocación, que cuidan la escritura, que no buscan viralidad sino densidad. Y que, por eso mismo, son vistas como una amenaza menor, una excentricidad a regular.
Y no se trata solo de Jot Down. Es el desprecio estructural a las revistas culturales. A todas. A las que aún hacen periodismo narrativo, ensayo, pensamiento. A las que invierten en papel, en ilustración, en diseño, en fotografía A todas las que subsistimos fuera de algoritmos y modas. Aplicando las normativas de Orúe, las revistas culturales no pueden, no deben de estar en las Ferias del Libro. Da igual que como Archiletras se dedique a la investigación de lengua y las letras, o como Telos se analice la cultura digital o la Revista Mercurio de cuenta de los libros que salen al mercado. Da igual su objeto, su calidad o su historia: lo único que cuenta es el número que no tienen. Bajo esa lógica, ni siquiera el legado de Ortega en Revista de Occidente serviría de salvoconducto. La consigna es clara: si no cabes en una hoja Excel, no cabes en El Retiro.
Lo trágico es que detrás de este gesto se esconde una concepción miope de la cultura, como si solo fueran cultura los productos debidamente catalogados, archivados, registrados. Un mundo donde todo lo que se escapa del registro es sospechoso. Y así, mientras se habla de inteligencia artificial, se siguen aplicando criterios que valdrían para una papelería de 1985. La directora de la feria, en lugar de abanderar una idea expansiva y contemporánea del hecho cultural, actúa como una portera del escalafón, una censora involuntaria cuya vara de medir solo detecta si hay ISBN o no. Ni siquiera parece que haya leído una página de Jot Down, pero eso da igual: la norma es la norma, aunque sea una estupidez y ella en su papel de inspectora recorrerá cada caseta para poder acabar con la «disidencia» administrativa. Menuda directora.
Desde que Eva Orúe dirige la Feria del Libro de Madrid esta dejó de ser una fiesta de la lectura. Hoy es un simulacro de cultura envuelto en marketing institucional. Y en ese marco, lo ocurrido no es una anécdota, es un síntoma. Eva Orúe puede seguir tomando decisiones arbitrarias, pero no nos va a convencer de que esto es normal. Que una revista como Jot Down sea vetada de la Feria del Libro es la prueba de que quienes dirigen la Feria del Libro en Madrid no entienden nada. Y lo que no se entiende, se teme. Lo que se teme, se expulsa. Si algo deja claro esta situación es que la Feria del Libro de Madrid necesita menos reglamento y más criterio, menos burocracia y más cultura. Y necesita, sobre todo, menos mediocridad intelectual.
1Las revistas, en lugar del ISBN que se utiliza para identificar libros, emplean el ISSN (International Standard Serial Number), un número internacional normalizado que identifica de forma única publicaciones seriadas, como revistas, boletines, anuarios o cualquier otro tipo de publicación periódica.
Dios santo. Vaya personaje. Delirante. Espero un gran Streisand con esto.
Estamos en tiempos oscuros para la cultura. Los estómagos llenos por el capitalismo practican un conformismo muy peligroso.
La feria del libro ya no tiene nada de cultural, es puro negocio, colas enormes y firmas de libros (más colas). Eso si, hay stands de bancos, etc, eso sí es cultural
Jot Down tiene más valor literario que el 90% de los libros leídos en españita. Y la tipa ésta probablemente sea una inútil enchufada, como toda su familia. Cosas de la emeritocracia
Vergüenza de feria y de organizadores, y de reduccionismo económico que solo busca la homogeneización de la cultura.
Es absolutamente orwelliano: en una Feria del libro prohibir revistas de altísimo valor cultural que nos informan de los libros.
a ver, altísimo….
Menos mal que os podemos leer sin censura.
Malos tiempos, los fascismos confucianos nos cercan. Nosotros siempre abajo seguiremos arriba.
Saludos
Color azul «Prusia» Indudablemente. Habrá vestido con ese color?
No es por el ISBN, es porque todo lo culturalmente original es tachado de woke o subversivo por la nomenklatura orgánica extremo-neoliberal de Madrid, y tanto la dirección de la Feria del Libro de Madrid como cualquier otro bocachancla con ínfulas en esa Comunidad forman parte de esa nomenklatura
No tengo mucha idea, ¿pero no viene más bien de la mano de El País y esa galaxia?
Efectivamente
Coincidí con Eva Orue en la facultad de Ciencias de la Información de Bellaterra en la primera mitad de los 80. Ya entonces era una persona provinciana, de miras muy cortas. Con el tiempo fui leyendo y sabiendo de sus andanzas y mí opinión no cambió en absoluto. Cuando supe que la hacían directora de la feria me temí lo peor por parte de alguien tan mediocre y la realidad sólo ha venido a confirmar mis temores.
Desde que llegó ella, la flm no es lo mismo,…… silenció la VOZ que nos anunciaba las firmas..ahora todo es negocio… sin ocio y sin la maravillosa voz que nos mecia cual Nana… «LORQUIANA»…
Eva Orúe solo hace valer lo que una comisión organizadora integrada por librerías, editores y distribuidores deciden. Comisión en la que Eva tiene voz, pero no tiene voto.
Por tanto, si no os gustan los modos de hacer de la feria no estáis obligados a ir. Y si no os gustan las reglas de la feria podéis insultar a la feria, pero no focalizar en una persona.
Por otro lado, debido a que parece que no lo sabéis, hay una sección llamada “Indómitas” en la que hay publicaciones sin ISBN . Habéis visto si podríais entrar ahí? Igual es vuestro sitio. ¿O es que es una sección insuficientemente elevada para Jot Down?
Esta es una sección que aparece en la feria en la primera edición que cuenta con Eva Orúe como directora. Es a su llegada que esta isla de independencia aparece.
Antes de Eva esto habría sido imposible. Fue ella la que acabó con lo rancio, machista y arbitrario de la gestión anterior.
Si se os dejara entrar en las casetas de las librerías sin ISBN podría caber entonces cualquier revista, CUALQUIERA, por muy alejada que pueda estar de la cultura y la literatura.
A lo mejor para el año que viene también podéis optar por poner ISBN a la revista. Las hay que lo tienen.
Así que parece que os habéis enfadado sin razón, y no solo eso, habéis puesto a caldo a una persona de una forma totalmente injusta.
Compañeres, igual tenéis que pedir perdón vosotres.
Confundir ISBN, libros, con ISSN, revistas! Merece cese.
Indocumentación, prepotencia, sectarismo.
Mediocres y mediocras arriba.
Cultura desguazada.
La B de ISBN es de books. De toda la vida.
Off topic:
Nunca he entendido porque usan en texto justificado siendo que está demostrado que reduce la legibilidad. Tan es así que en WordPress no está como opción por defecto desde hace años.
Los creadores de la «cultura de la cancelación» (aka wokismo) devorados por su creación.
En España desde el año 2004, con la Ley de Memoria Histórica, se volvió al guerracivilismo, caldo de cultivo de votos para la izquierda indefinida (+nacionalistas racistas supremacistas hispanófobos).
A día de hoy, con la Ley de Memoria Democrática se cancela a los mismos, con consecuencias penales más graves; pero, no verán un artículo en esta revista al respecto.
En fin, ya lo dijo el comunista italiano Diego Fusaro:
«En España hay mucho tonto de izquierdas luchando contra un fascismo inexistente y aceptando el totalitarismo del mercado».
Buena cita de Fusaro. ¿Dónde lo dice exactamente? (Lo pregunto sin mala intención)
Que la directora de la feria del libro vaya personalmente y de forma decidida a retirar la revista Jot Down de una caseta solo puede deberse a una inquina manifiesta por alguna razón. No es algo normal. Está claro que Jot Down no es del agrado del poder.
Tenéis todo mi apoyo y desde hoy, también, mi suscripción.
Respeto su opinión pero sospecho que el Poder no tiene la menor idea de quien es jotdown y si la tuviera tampoco les importaría una m…. Mosquito contra elefante.
Queridas y admiradas editoras de Jot Down,
no consigo entender el motivo de esta queja. La directora de la Feria del Libro está contratada por la Asociación de Librerías de Madrid para organizar la Feria para, entre otras cosas, cumplir un reglamento que la directora no promulga, sino que sólo tiene que velar por que se cumpla. Os sugiero que vayáis a un funcionario de cualquier administración y le digáis que las leyes que tienen que cumplir son pura burocracia y que, por el bien de la cultura, no las cumpla, a ver qué os dice…
Y como señala un comentario más arriba, desde hace unos años, la Feria del Libro dirigida por Eva Orúe, con un grupo de buenas profesionales que trabajan con ella, están haciendo un auténtico esfuerzo para dar cabida a gentes del libro que no tendrían cabida sin ese impulso. Y estoy seguro que la petición de que las revistas culturales tuvieran espacio en la Feria podría ser valorada por esta dirección con respeto y actitud colaborativa.
Dicho todo lo anterior, leo con sorpresa todos los comentarios sobre que la Feria del Libro ha convertido la cultura en un negocio (en un tono peyorativo que demuestra incomprensión y genera, como mínimo, tristeza). Da la impresión que pensáis que la gente que trabajamos durante la Feria del Libro de Madrid cerramos las casetas y nos vamos a tomar copas por el Barrio de Salamanca con las enormes ganancias de cada día, junto a asesores financieros, titulados recién salidos de institutos de empresa o grandes propietarios de inmuebles. Buscadnos por ahí, a ver si nos encontráis.
Quizá Jot Down, como un referente de las revistas culturales en castellano, podría hacer un reportaje en profundidad sobre el sector del libro en España y cierta precariedad que nos rodea. Eso sí sería defender la cultura en este país.
Hola, Igor
Gracias por tu mensaje. La queja, como explicamos en el artículo, se basa en que de forma intencionada y decidida, la directora de la FLM ha ido a la caseta de la AEA personalmente a pedir la retirada de la revista Jot Down con el argumento de que no tiene ISBN. Sin embargo, en la caseta de ARCE sí se pueden vender revistas sin ISBN. Nuestra estupefacción es doble: por un lado que no se puedan vender revistas culturales en la FLM cuando sí se venden en librerías y por otro lado que sea la propia directora la que haya ido de forma directa a prohibir la venta de Jot Down (había tres ejemplares en un stand con cientos de libros). Nos alegramos de que las librerías estén contentas de la gestión de Eva Orúe lo cual no es incompatible que nosotros pensemos que la decisión y la actuación de la directora contra Jot Down y, en general, contra las revistas culturales sea una actuación mediocre por parte de alguien que «defiende» la cultura.
Pues lo que hay que hacer es ir a Arce a pedirles que dejen de vender artículos sin ISBN… y si es Eva Orúe quien ha de hacerlo porque la feria trabaja en precario y no andan sobradas de personal, pues tendrá que ir ella misma
https://patrulladesalvacion.com/2011/05/31/indignante-eva-orue/
Ya en 2011, Patrulla de Salvacion y la Sargento Margaret, tenían fichada a Eva Orue.
Es muy divertido, con el paso del tiempo, leer cómo de tiquismiquis, intolerantes y rigurosas se ponen algunas. Qué frágil es la memoria.
Hola.
Estuve el sábado en la feria y me hijo se compró la revista de pasatiempos para niños de Blackie Books que le encanta.
La Charo Suprema as its best. A esto llegarían si les dejasen más allá de La Feria. aunque se llamen Leyre o Eva, mira, qué feminastriz.
Desde la pandemia, la FdL de Madrid es pura charcutería. Mucha fila para las firmas de granel, las firmas buenas (como las editoriales de postín) de retirada. Y, por una vez, esto no es culpa del alcalde ni del ayuntamiento. La onda expansiva de Lo de La Casa Árabe es fuerte en el Paseo de Coches. Una pena.
Indignante, y además si te pasas por la isla que hay junto al pabellón infantil, te encuentras un reducto donde se venden todo tipo de cachivaches: bolsas de tela, fancines, muñecos… Todo ello sin ISBN. ¿Cómo se explica esto?
Lo discrecional por encima de la norma. Si bien el reglamento de la Feria del Libro prohíbe la venta de productos sin ISBN luego lo abre a la petición de árnica a la dirección. Si esta lo aprueba, al cielo con ella.
La Feria del Libro de Madrid nunca será perfecta, pero no merece una directora prepotente, chulesca y con cero autocrítica.
En Publishnews algunos también tiraron del hilo el año pasado, herederos de los de Publishers Weekly que nombráis, si le llevas la contraria fuera de su cortijo
https://publishnews.es/quien-maneja-mi-feria-quien/
Compré por primera vez Jot Down en la Feria del Libro de Buenos Aires y desde ese día me he vuelto un lector permanente. Aquí en Argentina también estamos en una constante lucha contra la ineficacia de los ineptos políticos de turno, que manejan y dirigen los principales eventos culturales como si se tratara de una fiesta privada en el patio de sus casas. Les mando mi apoyo (por más mínimo y minúsculo que sea) y recuerden que la única batalla que se pierde es la que se abandona. Saludos!
Somos un pequeño grupo de editoriales, que desde el año 2023 estamos vetados en la flm, a pesar de llevar más de 40 años apostando por la cultura.
Cuál es la justificación de la comisión ? El famoso y trillado Reglamento, reglamento redactado por libreros, editores y distribuidores integrantes de la Comisión, supuestamente representantes de todo el sector, sin embargo muchos de nosotros no nos sentimos representados.
En estos años, hemos acudido a todas las instancias posibles defendiendo un modelo de feria diferente, un modelo inclusivo y plural que respete todo tipo de edición y de público, muy a nuestro pesar nos encontramos ante un muro infranqueable. Sin embargo, estamos convencidos que alzando la voz un poco más fuerte, entre todos, podemos conseguir que alguien nos escuche y cambiar las cosas.
Estamos en disposición de colaborar y unirnos a cualquier iniciativa.
Ser señalado por la pobrísima nomenclatura oficial debería ser motivo de orgullo. Que la directora de la Feria del Libro de Madrid vaya en persona a retirar tu publicación es un éxito para una revista seria. ¿Tenéis prueba gráfica? ¡Enmarcadla!
Desde la posición en que a mi tampoco me resulta atractiva la FLM por varios motivos, creo que vuestra queja no está bien fundamentada. Es una feria del Libro; no de la Literatura, ni de la Narrativa, ni de la Cultura, ni de la Escritura. Específicamente, del Libro. Si no tenéis ISBN no sois Libro.
Puede parecer excesivamente encorsetado o corto de miras (a mi no me lo parece, creo que hay cierta virtud en la clasificación y el orden) pero entonces basta con no asistir.
Vuestro argumento gira posteriormente hacia los agravios comparativos con otras editoriales. En ese caso la queja sería entendible y cabe incluso la denuncia administrativa.
Un saludo.
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Segun este articulo las revistas deberian llenar la feria del libro.
La que debería ser retirada es ella, menudo pájaro…
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