Críticas Música

Lou Reed & Metallica: Lulu

Lulu
Lulu nos mira aterrorizada: nunca podrá escapar de este disco, pues está condenada a vivir en su portada.

Se veía venir. Como un meteorito que vemos acercarse a la Tierra a través del telescopio o como un camión que va saliéndose progresivamente de su carril, podíamos adivinar que el cataclismo era inminente. Aunque siempre había que conceder el beneficio de la duda, desde luego, y esperar para comprobar qué tenían que ofrecernos los autores de este invento. Pero ahora que Lulu —el disco conjunto de Lou Reed y Metallica— finalmente ha visto la luz, podemos decirlo con tranquilidad: el camión se ha estampado en la cuneta.

Ya el extraño single The view, adelanto del disco, nos había dejado bastante confusos: una aburrida sucesión de riffs metaleros de segunda —nada parecido a los Metallica de los buenos tiempos— coronados por el monólogo atonal de Reed y algunas intervenciones vocales de James Hetfield que sonaban como si King Diamond puesto de licor de hierbas hubiese salido al escenario durante una obra teatral de avantgarde para berrear cuatro incoherencias a través del micrófono. ¿Realmente iba a sonar todo el disco así?

Y bien, ahora conocemos la respuesta.

Al empezar a escuchar los compases iniciales de Brandenburg gate, eso sí, pensamos ingenuamente que quizá el disco vaya a ser más variado y sorprendente de lo que esperábamos. Escuchamos unos acordes de guitarra acústica… eh, esto parece que va a ser una canción normal. Y de repente Lou Reed, con voz de estar haciendo equilibrios sobre una cuerda floja, empieza a recitar textos como “me cortaría las piernas y las tetas cuando pienso en Boris Karloff y Kinski en la cara oscura de la luna”, perlas literarias que hacen que Ozzy Osbourne parezca León Tolstoi, nos sobrecoge un escalofrío. Y cuando, al minuto de canción, reaparecen las guitarras saturadas y repetitivas, con Hetfield una vez más en plan “el jevi del pueblo irrumpe en una performance artística mientras Lou Reed sigue intentando que se le oiga recitar su poesía en un rincón”, sabemos que la cosa está volviendo a salirse de madre. Confusión total. Escuchando esta canción me venía una imagen a la mente: Metallica metidos en un garaje ensayando el mismo estribillo una y otra vez, mientras en la calle está el borracho del barrio (Lou Reed) añadiendo su propia letra a la música de fondo en forma de estertóreo cacareo sin sentido. Sí, suena así de mal.

Este concepto, el de Metallica soltando guitarrazos oídos ya mil veces (y algún fragmento atmosférico para compensar) mientras Lou Reed va dejando caer con voz lastimera sus incoherencias —en justicia, no puede decirse que ejerza de “cantante”— empieza a repetirse en despropósitos como Pumping Blood o la cómica Mistress Dread, quizá la canción más hilarante que he escuchado en años… si no decides escuchar sus largos siete minutos enteros, claro. Porque, para colmo, las canciones del disco son agónicamente largas. A nadie le importa que una pieza musical bien construida dure siete, diez o quince minutos, siempre que los autores hayan sabido distribuir la estructura de forma que no aburra al oyente. Pero siete minutos del mismo monótono fraseo de guitarra acompañado de las estrambóticas ocurrencias de un Lou Reed cuyo concepto de arte decadente está en línea con lo más granado de X-Videos (“I’m your little girl, spit into my mouth”) constituyen una verdadera tortura china. Y esto se repite una y otra vez, canción tras canción: los once minutos de Dragon, los once y medio de Cheat on me, los ocho de Frustration, los ocho de Little dog, etc. ¿Qué pretende esta gente? ¿Provocarnos una embolia? ¿Volvernos locos? ¿Matarnos?  ¡Es insoportable!

Metallica y Lou Reed
Metallica y Lou Reed: chicos malos, música aún más mala.

Por intentar decir algo positivo, el principio de Junior Dad puede llegar a escucharse con interés. Incluso recuerda agradablemente a la Velvet Underground. Sí. Hasta que,  después de veinte minutos (¡veinte minutos!), te arrastras llorando hacia al tubo de aspirinas. Por el amor de Dios. Y esto lo dice alguien que se traga feliz la media hora de Echoes de Pink Floyd o Mountain Jam de Allman Brothers Band. Pero esas son medias horas de buena música, con partes variadas y diferenciadas, con matices y dinámicas. Esto  otro es media hora del hilo musical de un frenopático.

La hora y media del doble disco pone a prueba la paciencia y estabilidad mental del más curtido de los oyentes. Es evidente que los autores de Lulu no han sabido imponerse límites. Para ser sincero, no sabría si alabar su valor por haber hecho lo que ellos querían hacer sin importarles qué podría pensar la gente, o si sospechar que sus respectivos egos les impiden considerar la posibilidad de que lo que estaban grabando era inaudible. Entiendo que a veces los músicos pierdan la perspectiva, es algo natural, y más cuando están grabando un álbum “conceptual”. Lulu se basa en la obra teatral del alemán Frank Bedekind, que según parece describe la vida de una joven bailarina que asciende socialmente manteniendo relaciones sexuales con hombres ricos, pero que termina convertida en una miserable prostituta. Algo que quizá se prestaría mejor a un formato musical algo diferente al de típico disco de rock, eso puedo entenderlo. Muy bien, muy bonito y cultureta todo, pero es que la música de Lulu no es diferente a la que sería indicada; es que es simple y llanamente horrible. Que Lou Reed y Metallica se hayan atrevido a editar hora y media de “esto” es difícil de explicar. Lo único que puedo decir es que hubiese pagado cualquier cosa por estar en la fiesta de presentación del disco, donde hicieron sonar Lulu por primera vez ante un selecto cortejo de invitados. Las expresiones y cruces de miradas de los presentes después de un buen rato de soportar esta magna obra conceptual no debieron de tener precio. Que me inviten la próxima vez; necesito hacer la crónica de un momento así.

Lulu pasará a la historia sin duda, aunque no por los motivos que preveían sus autores. Dentro de cincuenta años, alguien lo escuchará y deducirá que en esta nuestra época estábamos todos jodidos de la cabeza.

Queda poco más que decir, excepto que al terminar de escuchar el disco, el maniquí de la portada tiene mejor cara que nosotros. Indescriptible.

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18 Comentarios

  1. Metal God

    Metallica hace literalmente 25 años que no sacan un disco decente. Este es una broma.

  2. En verdad, en verdad te digo que este es el truño mas infumable que nunca he oido editado y comercializado, Metallica nunca ha tenido vergüenza, pero es que ahora ya no tienen ni dignidad. Lamentable, patético, ridículo, en fin, no hay adjetivos suficientes.

  3. A mí no me ha gustado nada. Hablo de él El lado oscuro de la Luna, si a alguien le puede interesar

  4. JA!, un disco que sacude a los bienpensantes críticos «especializados», bien eso me interesa. Veo que la critica no desaprovecha la ocasión de vapulear a unos músicos, a los que tienen ganas, por no ser simpáticos ni pelotas con ellos. Fuera prejuicios. Una vez escuchado el disco, mas de una vez y por gusto, me acuerdo de los muchos otros discos incomprendidos en la época de su lanzamiento y que ahora copan excelentes puestos en las listas de los mejores del año, decenio, siglo, historia……en fin, poneos los cascos escuchad y decidid por vosotros mismos

  5. Con mierdas como ésta es comprensible vapulear a Metallica. Cada vez se lo ponen más fácil a los oyentes.

  6. Comentario de YouTube: «Metallica finally figured out how to stop people from downloading their music.»

  7. Bruno Schleinstein

    Es aburrido, incluso ridículo a veces, pero Junior dad es una buena canción. Me parece positivo que hayan hecho un disco sin pretender agradar a nadie y ciñéndose al concepto que tenían en la cabeza, claro que supongo que tampoco pensaban que iba a salir semejante mierda.

    • «Junior dad» no está mal, pero veinte minutos de «no está mal» son demasiados y más para una canción que, de haber sido cuatro veces más breve, hubiese sido la única buena de todo el disco. Hasta eso han tenido que estropear.

      Yo no sé si alabar el que no hayan pretendido agradar a nadie —supongo que es una actitud admirable— pero desde luego han conseguido no agradarme a mí y cuando escucho «Venus in furs» o «Enter sandman» me cuesta creer que esté involucrada la misma gente. Es decir, estos mismos artistas, Lou Reed y Metallica, sabían hacer canciones con principio y fin, con una estructura… si ahora no se toman la molestia de trabajar esos aspectos, no pueden esperar que el resultado nos guste.

      Si no, todo el mundo hubiese editado jams grabadas en sus locales de ensayo desde los inicios de la industria discográfica, nadie se hubiese molestado en escribir música con gancho y con sentido… y yo, en vez de escuchar música, jugaría al dominó o algo así.

    • Es el mejor comentario. Nada mas real.

  8. Extraña combinación habrá que escuchar si el resultado no hace demasiado daño a los oídos………..

  9. Soy un gran fan de Metallica, ojo, de todos sus discos, incluso del repudiado St. Anger. Defenderé al grupo contra viento y marea por todo lo que me han hecho disfrutar. Pero…
    Pero no soy gilipollas y reconozco que este disco es mierda. Si bien he podido encontrar algo llevadero e incluso agradable en The View y Brandemburg Gate, el resto del disco es para tirarlo por la ventana.
    No creo que me lo compre a no ser que lo encuentre de segunda mano y por 5 euros de aquí a un tiempo y lo haré solo por afán coleccionista. Aún así, diré que esto no es Metallica. Esto es un cocktail de cosas difusas, pero para nada espero encontrar algo así en el próximo disco de Metallica.

  10. Sawney Beane

    Me encantan por separado.Como el helado de limón y la sobrasada.
    Valiente cacarruta.Lo próximo será Metallica feat.Pitbull.

  11. Amén de las pataletas de los fans de Metallica (grupo que no saca nada realmente bueno desde Master of Puppets – temitas sueltos aquí y allá aparte -limitándose, como AC/DC, a hacer 20 veces el mismo lp) algunos, entre los que me incluyo, consideran este Lulu una auténtica pasada. Reed dignifica un cuarteto de tipos más pasados que el yogur proponiéndoles algo nuevo. Ellos, claro, a lo suyo, suceder riffs con frialdad, sin el brillo épico-sensacionalista que caracteriza al grupo. Atreverse con Wedekin, que este lp se convierta en una sorta de testamento de Lou Reed por su muerte imprevista (un poco como el Saló de Pasolini) puede que a algunos les sepa a poco. Demasiado ambicioso, menos fresco que el «NY», contiene no obstante muchas perlas (los dos últimos temas, sobre todo Dragon, me parecen de antología). Gélido y deseperado, serial, una celebración del sadomasoquismo que no se halla al alcance de los que se quedarion anclados en Ruta 66 y sus decálogos revivalistas. Lulu, a escuchar en pequeñas dosis, igualito que Fun House de los Stooges. Insoportable porque va más allá de lo que entiende el memo medio (sin pecar de elitismo) que esperaba un producto «art», digestivo, sin excesos. Queríais «Emmanuelle» y os ha salido «Saló». Putadita. Nos lo quedamos yo, mi mujer y David Bowie. Los demás, haced lo que querais.

  12. Ahora me entero que Reed y Metallica sacaron un disco juntos. A tenor de lo acaecido espero que los autóctonos Bunbury y Vaquerizo no osen atentar al respetable con una aberración ruidosa semejante; lo que me faltaba, vamos…

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