Música

In memoriam: Ray Manzarek

Ray Manzarek
Los grandes nombres de toda una época irrepetible se van yendo, uno detrás de otro. Hoy ha sido Ray Manzarek, teclista y una de las dos cabezas pensantes en una de las bandas de rock más míticas de todos los tiempos, The Doors.

En esta ocasión, creo que no puedo rendirle mejor homenaje que siendo completamente sincero y diciendo cosas que, quizá, a algunos les puedan resultar chocantes. Desde muy joven fui un gran admirador de The Doors. Escuché sus discos hasta la extenuación y, como creo que casi todo el mundo que ha disfrutado con su música, sufrí el “síndrome Jim Morrison”. Dicho de otro modo: durante muchos años compartí la teoría general de que The Doors no podían existir sin Morrison y casi me parecía lógico que la banda no hubiese conseguido continuar una carrera exitosa después de que su carismático vocalista muriese prematuramente en París. Un pensamiento producto de la fuerza del icono, o tal vez sencillamente de que —como a tanta otra gente— los árboles no me dejaban ver el bosque.

Comprendí la realidad bastantes años después, cuando pude ver en directo a unos reformados The Doors en los que —para sorpresa de todo el mundo— cantaba Ian Astbury, voz de los hard rockeros The Cult y a priori, solamente a priori, alguien demasiado alejado del espíritu original del mítico grupo de los 60. Recuerdo el escepticismo de mucha gente ante aquellas nuevas actuaciones de los “nuevos Doors”, y no era inhabitual escuchar o leer comentarios despectivos acerca de lo que consideraban una gira nostálgica que no iba a pasar del pastiche patético. Y bien: todo aquello era mera palabrería. Al menos cuando yo pude verlos, ofrecieron un espectáculo que iba mucho más allá de la nostalgia y cuya vibración resultaba difícil de creer. Yo mismo no daba crédito cuando terminó el concierto y me di cuenta de que no había echado de menos a Jim Morrison en ningún momento. Me di cuenta de que, sin haber confiado en ello, acababa de ver nada más y nada menos que un concierto de The Doors. No se trataba solamente de que Astbury hubiese llevado las canciones a su terreno con maestría, porque la verdad es que hay pocas cosas que Morrison cantase que Astbury no fuese perfectamente capaz de reproducir a su manera y sin desvirtuar la esencia del grupo. Pero no fue eso. Lo realmente grande, y esto para mí constituyó una revelación por no decir una epifanía, fue comprobar que Ray Manzarek y Robbie Krieger eran The Doors. Lo comprobé con mis ojos pero sobre todo con mis oídos: la música estaba allí. Ellos dos fueron los principales responsables de todo aquello que emanaban los míticos vinilos de The Doors, y la prueba irrefutable era el modo en que conseguían reproducirlo en directo. Aunque a muchos les sonará probablemente a anatema y a inexcusable atrevimiento, yo, un viejo fan de The Doors, tuve que admitir que había estado equivocado durante muchísimos años y que Jim Morrison no era insustituible. Al menos no sobre un escenario. Pero Ray Manzarek, me temo, sí lo era.

Aquella mágica noche, Manzarek se mostraba feliz y exultante interpretando aquellas canciones ante un público entregado, lanzando consignas políticas como si los 60 no hubiesen terminado para él, y abiertamente orgulloso de la música que estaba interpretando. Era quizá muy consciente de que la prensa podía decir lo que quisiera pero que ellos dos no eran una banda de tributo a The Doors: ellos dos eran la banda. Su música estaba allí: los desarrollos instrumentales, los cambios de intensidad, el encantamiento. Todo intacto, sin perder su esencia, sin sonar descafeinado o caduco. Eran un grupo vivo tocando una música viva, y haciéndolo en una época donde muchos críticos se permitían el lujo de burlarse de aquel retorno por no considerarlo “lo auténtico”. Y yo me preguntaba: ¿qué puede ser más auténtico que ver a Manzarek y Krieger regalándonos la música que ellos mismos crearon?

Como tantos otros turistas, no he pisado París sin rendir un tributo a la tumba de Jim Morrison, pero lo cierto es que desde aquella noche inolvidable empecé a ver las cosas de otra manera y creo que tendré que rendir un nuevo tributo, esta vez ante la tumba de Manzarek. Ahora que el cáncer se lo ha llevado, los Doors realmente han muerto. Esta vez sí, y para siempre. Sus teclados, que no se parecían a los de ningún otro, eran casi la mitad de un sonido único. Ciertamente, para él vivir a la sombra de Morrison debió de ser una bendición; nunca hubiesen alcanzado semejante estatus comercial sin aquel rostro y aquella presencia al frente. A fin de cuentas el negocio de la música es un negocio, un espectáculo en donde por mucho que nos pese a algunos no dejan de influir factores visuales y más bien frívolos. Es posible que sin la imagen de Morrison, muchos no hubiésemos llegado a conocer la música de Manzarek y Krieger. Pero esa presencia, especialmente cuando se convirtió en póstuma, también debió de constituir una pesada losa. Basta contemplar el biopic de Oliver Stone sobre la historia del grupo, un desaforado ejercicio de idolatría amusical que cometió el mismo error —sólo que considerablemente empeorado— de considerar que Morrison eran los Doors y que los Doors eran Morrison. Como digo, hoy tengo una idea bien distinta: el núcleo fundamental de The Doors lo formaban dos tipos que no eran los más guapos del cartel. Nadie debería escandalizarse por esta afirmación. Muchos lectores habrán notado ya (no es que me moleste en disimularlo) que soy un rendido idólatra de Jimi Hendrix, pero jamás se me han caído los anillos por admitir que Hendrix sonaba mejor cuando tenía a Mitch Mitchell a su lado. O que Bowie era el mejor Bowie cuando estaba flanqueado por Mick Ronson.

Es bastante posible, o al menos eso espero, que precisamente ahora se alcen muchas voces entre aquellos que contemplaron la fantástica resurrección de The Doors para reivindicar la importancia capital de Manzarek y su verdadero peso dentro de la leyenda. En sus teclados y en la guitarra de Krieger residía todo aquel universo sonoro que nos mantuvo fascinados durante nuestra infancia y adolescencia. Ni siquiera nos dábamos cuenta de ello, pero si Jimbo era el rostro, aquellos otros dos eran el corazón. Sí, podríamos hablar de las letras de Morrison, pero seamos sinceros: cuando empezamos a escuchar y amar aquellos discos, la mayoría de nosotros no entendíamos una palabra de inglés. Estoy seguro de que, como me sucedía a mí, muchos lectores que hayan engullido los álbumes de The Doors no sabían qué demonios se decía en esas canciones y poco les importó, porque las canciones eran grandes, sus atmósferas eran envolventes y sus melodías eran únicas. Sí, podríamos hablar de la voz de Morrison, pero cuando Ian Astbury ocupó su lugar no sentí que faltase un elemento fundamental en el grupo, ni sentí que hubiese un elemento extraño sobre las tablas. Y a juzgar por el entusiasmo de los presentes al terminar el evento, creo que casi nadie más lo sintió. A fin de cuentas hablamos de música; no intento menospreciar a Morrison y me doy cuenta de que era un enorme frontman y un individuo dotado de un carisma único (y de talento), pero él era un gran póster mientras que Manzarek y Krieger manufacturaban discretamente todos aquellas hipnóticas filigranas musicales.

Este es el mejor homenaje que se me ocurre: reivindicar la importancia fundamental de Ray Manzarek aun a riesgo de soliviantar a aquellos que todavía se resistan a bajar a Morrison del pedestal. Me gusta la voz de Morrison tanto como a cualquiera, pero —excepto a nivel comercial— el espíritu de The Doors no desapareció con él. Como muchos otros, fui testigo en primera persona de ello.

Hoy, en cambio, me temo que ese espíritu sí haya desaparecido para siempre. Se ha marchado uno de los teclistas más personales y reconocibles de las últimas décadas, pero sobre todo el hombre que vistió de gala un puñado de canciones memorables que nos acompañarán durante el resto de nuestras vidas. Robbie Krieger no podrá ya hacerlo por sí solo, por desgracia, como Manzarek tampoco habría podido hacerlo sin Krieger. O como McCartney, por muy bueno que sea en solitario —que lo es— no puede hacerlo sin Lennon y Harrison. O como Jagger no podrá hacerlo sin Richards. Y eso que hay miles de teclistas influidos por Manzarek que pueden reproducir sus canciones nota por nota y a los que Krieger podría recurrir, pero es que cuando vi a Manzarek no se limitó a ejercer de hombre-karaoke. Improvisó, matizó, creó sobre la marcha. Y todo —absolutamente todo sin importar que fuesen las mismas notas del disco o no— sonaba a The Doors precisamente porque estaban Krieger y él.

The Doors, ahora sí, han muerto definitivamente. Larga vida a The Doors.

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29 Comentarios

  1. Coincido bastante con la tesis. Ray era parte fundamental del sonido Doors, más allá de Jim Morrison al que nadie niega su legado. Además «Queen of the highway» puede que sea mi canción favorita de The Doors…

  2. JOn C. Mujika

    A ver, también ví a «Riders on the storm» en concierto, y tengo que decir que aquello era un «tu cara me suena» a lo bestia. Astbury se limitó a clonar los giros vocales, tics, caidas de cabeza y saltitos de Morrison enfundado en unos pantacas de cuero. Si más… correcto pero personalidad propia cero. Manzarek se salió y siceramente Krieger y Densmore para mí nunca han sido nada del otro mundo.

    Pero si algo tengo claro es que el combo Morrison-Manzarek era el alma de ese grupo. El aire místico de las teclas y las idas de olla bien entonadas de Morrison. Y digo más, probablemente Morrison hubiese triunfado en otro grupo, pero Manzarek lo hubiera tenido mucho más dificil. Y por cierto, el sonido del organo de Ray ya se había escuchado antes, concretamente a Alan Price de los Animals, así que al cesar lo que es del cesar.

    Está bien ser muy modernos y renegar de iconos clásicos y caras mainstream como las de Morrison en favor de artistas «en la sombra» como Manzarek, pero en este caso eso es patinar y mucho. Morrison era un genio ni mas ni menos, aunque lo lleven en las camisetas las nuevas generaciones sin tener ni pajolera idea de quien es, la gente se crea muy mala porque escribe «fuck» con un edding 3000 en su tumba, e ispire a artistas como bunbury en sus conciertos. (Repárese en que acabo de escribir en la misma frase «artista» y «bunbury» y aún no me ha dado una apoplejía)

    Aún y todo, suerte en el viaje Sr. Manzarek. Llévele algún orfidalito a Jimbo de mi parte.

    Paz

    • Lo de la «personalidad propia» es muy discutible: Astbury no era el mismo que con The Cult, y lógicamente intentaba no dar demasiado la nota por respeto a sus compañeros de banda, lo cual me parece bien, por cierto. Era injusto pedir a Ian Astbury que se convirtiese en Jim Morrison porque sencillamente no es él. También sería injusto pedirle que no realizase una imitación, hasta cierto punto al menos, porque supongo que resulta inevitable (como es inevitable que muchos guitarristas imiten tics de Hendrix sencillamente porque lo idolatran). Eligieron al cantante que mejor podía interpretar aquellas canciones de manera parecida al original, lo cual es un mérito de Astbury, no un demérito.

      Me gustaría saber en qué apartados consideras a Morrison un genio, ¿en las letras? Puede ser. Pero ya te digo, no entro a juzgar ese apartado porque lo que me atrae de The Doors es la música y cuando los vi, esa música estaba allí. ¿En la interpretación vocal y escénica? Era muy bueno, desde luego. Pero no era Otis Redding… o Astbury no hubiera podido cubrir su ausencia.

      Estás hablando con alguien que peca poco de «moderno». De hecho, a menudo me reprochan por aferrarme a la música de determinadas épocas y eso es algo que admito sin problemas, porque mis gustos son esos y no tiene sentido que finja que me paso el día escuchando a Radiohead. Tampoco tengo interés en renegar de lo «mainstream». Me gustan AC/DC, los Rolling Stones, los Beatles, Queen, incluso los Guns ‘N Roses de los inicios… grupos mainstream hasta la náusea que incluso hoy llenan estadios, o los llenarían si siguieran en activo.

      Lo que yo vi con Astbury era The Doors y sonaba a The Doors. No podía pasarme el concierto pensando, «bah, Astbury se limita a hacer de Morrison», «Bah, Morrison no está». Y no pude hacerlo porque Manzarek y Krieger estaban tocando las notas correctas de la manera correcta y sobre todo con la vibración correcta, y al final la música se basa en eso. Por su parte, Astbury supo cantar esas canciones, y supo hacerlo bien, punto.

      Si tú me dices que intento menospreciar a Morrison, lo cual no es mi intención, yo podría decir (a lo mejor también equivocadamente) que no fuiste a ver a The Doors sino a Morrison, y que lógicamente te sentiste desencantado porque Morrison no estaba allí. Pero lo cierto es que mi opinión es sincera: yo sí sentí que había visto a The Doors y que Morrison no era completamente insustituible. Claro que no esperaba ver a los Doors de 1969, pero por momentos sí llegaron a serlo. Tú lo experimentaste de otra forma, qué se le va a hacer.

      • JOn C. Mujika

        Amigo Emilio:

        Totalmente de acuerdo en que es injusto pedir a Astbury que se convierta en Jim. De hecho lo que habría que pedirle es que ni lo intente. No son tics admirativos (como podrían advertirse en mi detestado Bunbury, o Mikel Erentxun por tirar de imitadores patrios) sino auténticas horas de estudios de videos lo que se metió el amigo Ian para calcar el estilo de Morrison. Por tanto el objetivo de «Riders on the storm» era poner a Jim o a algo lo más parecido posible sobre la escena. Iron Maiden por ejemplo cambió a di Anno por Dickinson con registros/aspecto/actitud totalmente dispares y la cosa lo petó. Podría poner muchos mas ejemplos en los que un divo es sustituido con éxito por un no-imitador.

        En que apartados considero a Morrison un genio? En que apartados consideras tú a Dalí un genio? Hace faltra más de un apartado? Solo hace falta uno. Morrison era un animal de escena, punto. Borracho hasta la nausea y todo, sabía llevar el tempo de un concierto (como comprobarás en «Celebration of the Lizard») con un pulso intuitivo que arrastraba a la peña a su antojo. Buen vocalista sobre todo en su última época (si, gallos a espuertas, pero una voz que subía del escroto mismo), escritor aceptable, buen compositor, actor principal en cada uno de sus conciertos. Intérprete SUBLIME…

        Lo que yo ví con Astbury no eran los Doors. Eran la estupenda BSO de los Doors con un actor que no dió la talla. Era una gaseosa sin burbujas, un estornudo cortado a medio camino.

        Vamos, que me quede ahí… a un puntito del orgasmo, pero no. Y de estar a puntito del orgasmo a conseguirlo, para mi; va la ostia!

    • El primo de Densmore

      En cambio, para mí, Krieger y Densmore son parte consustancial del alma del sonido de los Doors. Sin la guitarra imaginativa de Krieger y el toque jazzy de Densmore, nunca hubiesen sonado así. Sólo hay que oír cualquier concierto del grupo para ver hasta qué punto estaban compenetrados. Sólo hay que ver a Densmore mirando atentamente las evoluciones de Morrison sobre el escenario, intentando predecir su próximo movimiento, para acompañarle con la percusión adecuada. O a Krieger, desarrollando esos solos magníficos en el CD In Concert, el primer concierto que escuché de ellos.
      De Morrison y Manzarek ya se ha dicho mucho, y lo suscribo totalmente, pero creo que hay reivindicar también el enorme papel de Krieger y Densmore en la banda.

  3. la mia es riders on the storm… esos teclados miticos nos quedaran para siempre

  4. Y si era tan listo por que se murio? Hablando en serio, buen articulo. Una duda, no estoy convencido del uso que se le da a la palabra anatema…

  5. Ah, como diría el Gran Chilavert, aparte otra cosa: coincido un poco con Mujika. Creo que no hay necesidad de menospreciar a Morrison y que su figura no es reemplazable con cualquier cantante random de Hard Rock que se ponga pantalones de cuero ajustados.

    Como en cualquier banda que hay marcado época, los Doors fueron la conjunción de talento en un mismo espacio tiempo. No tiene sentido teorizar sobre quién de los dos fue más importante para el otro.

    • Por curiosidad, ¿viste el retorno en vivo? Porque Astbury no fue un «cantante random de hard rock», de hecho estuvo sorprendentemente comedido y trató de hacer justicia a los temas, lo cual consiguió para mi gusto. Su timbre de voz quizá no sea exactamente el de Morrison, pero no nos engañemos: técnicamente hablando Astbury es bastante mejor vocalista que Jimbo. No es que eso sea lo más importante, pero bueno, sacó adelante las canciones con total suficiencia. No menospreciemos a Astbury tampoco. Mucha gente cuestionó a Manzarek y Krieger por ficharlo, pero luego tuvieron que recular con sus críticas.

      Astbury ni siquiera me cae bien y sé que cuando quiere es capaz de lo peor, pero joder, no se puede negar que es un gran, gran cantante.

      • Estimado Gordot, no pretendía ser un comentario en contra Astbury, que me parece un buen cantante e incluso The Cult, sin fascinarme, me parece una buena banda.

        A lo que me refiero es que la figura de Morrison no es reemplazable. Por nadie. The Doors son un icono del rock por la conjunción de sus personalidades en un determinado momento, que marcaron época. Aquel revival de hace unos años no es más que una gran sombra proyectada desde los 60′, que no emula ni mejora lo que representó Las Puertas (?) en su momento. En todo caso fue una suerte de tributo bien orquestado.

        Un abrazo y gracias por la deferencia de la contestación. Disfruto sus artículos.

  6. Bigote Prusiano

    Hace poco empecé a escuchar algunos discos de The Doors sin Morrison, y para mi sorpresa me parecieron excelentes. No sé si esto tiene algo que ver con algo.

  7. Siempre sospeché que la canción «Light my fire» (banalizada hasta el espanto) era elemental desde el punto de vista armónico e insustancial desde la perspectiva lírica. Excepto -eso sí- su magnífica intro. QEPD Ray.

  8. elApóstata

    Tuve la suerte de asistir a tres conciertos de la gira de «the doors of the 21st century» y la verdad es que merecieron mucho la pena.

    Discrepo en parte de algunas de las cosas de las que se ha hablado aquí, como por ejemplo de lo escrito en relación a Ian Astbury; lo único que realmente aportó como personal, fue su voz, porque gestualmente tan solo interpretó, muy bien sin duda, a Jim Morrison.

    Morrison era indiscutiblemente el líder de «the doors» junto con Ray, pero no creo que Krieger y Densmore estuvieran tan en segundo plano. La cantidad de diferentes registros del guitarrista, desde el blues hasta el flamenco, y la manera única de tocar la batería de John, hizo sin duda de «the doors» un grupo único e irrepetible.

    Recomiendo a los amantes del grupo californiano leer el libro autobiográfico de John Densmore titulado «jinetes en la tormenta» para entender mejor el grupo y apreciar la importancia de tan diferente baterista. En todo caso, para mi, el único pero a los conciertos de «the doors of the 21st century» fue la ausencia de Densmore, al margen de la obligada de Jim evidentemente.

    De Manzarek todo ya está dicho, y muy bien dicho por cierto; una gran pérdida sin duda para el mundo del rock. Único. Irrepetible.

  9. Love Trooper

    Suscribo casi todo lo mencionado en el artículo y estoy muy de acuerdo con la opinión acerca de la reunión de Manzarek y Krieger con Astbury. Yo los vi dos veces (bajo nombres distintos por motivos derivados de disputas legales con Densmore) y en ambas ocasiones salí entusiasmado. No lo ocultaré, para mi Jim Morrison es y será una figura insustituible por el carácter, carisma y aura especial donde las haya que emanaba. Pero encuentro muy injusto menospreciar la labor de Astbury (tampoco negaré el entusiasmo que me suscita su figura y su valía musical). Ian fué sincero y tomó con todo respeto con conciencia las canciones del grupo con el que estaba e hizo el mejor trabajo que estuvo en sus manos para satisfacer a la audiencia de un modo honesto y emocionante. Los que les vimos sabemos muy bien que aquello, sencillamente era lo mejor que podríamos seguramente encontrar de cara a una gira de los Doors en el siglo 21.

    En cuanto a Manzarek también opino lo que se dice más arriba. Es el artífice máximo junto a Krieger del sonido de la banda. Sus pasajes musicales, sus melodías y su ardua tarea musical al servicio de un tipo de música que era (y es) una experiencia en sí misma es algo indiscutible y por desgracia insustituible. Ray es un músico cuyo estilo es claramente reconocible y esencial para la música de los Doors, del mismo modo que la tarea de John Lord (otro gran teclista que nos dejó hace no mucho) lo era para Deep Purple (al menos en su época más gloriosa). Solo puedo decir que me alegro de haber podido disfrutar en persona de unas actuaciones míticas con la música que desde hace mucho tiempo forma parte de mi (como de tantos otros) de la mano de los artífices de un sonido único junto a un vocalista colosal reclutado para la ocasión.

    Podrían sonar inumerables temas para homenajear al gran Ray Manzarek y de paso al resto de la mítica banda. Yo hoy me quedo con The Crystal Ship.

    Saludos.

  10. Yo siempre fui de John Densmore y no es coña. Su toque jazzístico era una de las señas de identidad de la banda. A parte de que en lo personal siempre ha sido el más respetuoso con el pasado del grupo y no ha querido entrar en el rol de vieja gloria sobreviviente a base de revivals.
    De todos modos, descanse en paz Ray Manzarek, alma mater de los Doors. (Tengo hasta su disco en solitario «The golden scarab» en cuya portada aparece él disfrazado de escarabajo o algo similar. y es que Ray era el que tenía su lado friki más desarrollado).

  11. The doors eran The doors cuando estaban todos. y punto. ni unos más ni unos menos. Un equipo. Como no funcionan del mismo modo los discos de ellos sin Jim, ni la poesia Mr Mojo Risin sin la música.
    The Beatles eran grosos juntos, los Rollings lo mismo, Queen y tantos otros, como un todo común.
    Chau Ray, gracias!

  12. Ray Manzarek sería todo lo bueno como músico, que este crítico musical con el que tan poco comparto, pueda opinar. Pero haber continuado con el nombre de The Doors fue algo absurdo y más como atractivo comercial que como otra cosa, para hacer ‘revivals’. Ray Manzarek’s band hubiera sido perfecto. Queen fue otro grupo que también lo intentaron sin exito alguno.

  13. Un merecido tributo. Ray era insustituible, como lo fue Morrison, Krieger o Densmore. Los Doors «eran» cuando los cuatro estaban allí.

    Queen sin Mercury, o Led Zeppelin sin Bonham, suenan a varios año luz del resto de bandas, no es muy difícil visto lo «moderno» que nos rodea. De hecho los más grandes y exitosos conciertos programados en el último año (salvo casos excepcionales) son de grupos consagrados hace décadas.

    McCartney con los Wings era un pedazo de músico, pero lejos de Los Beatles. Igual sucedía con Robert Fripp y sus experimentos lejos de King Crimson.

    Caso aparte han sido ACDC sin Bon Scott, los Stones sin Brian Jones o Metallica sin Cliff, por poner algunos ejemplos, ellos han evolucionado de otra forma, y siguen llenando estadios.

  14. El problema de The Doors era que tenían un frontman enorme. coincido que era un equipo, pero me pregunto que pasaría si Metallica pierde a Hetfield o si Iron Maiden pierde a Dickinson (otra vez). Supongo que la personalidad de Morrison era tan apabullante que terminó por ser el pegamento que dio coherencia a todo el tinglado. Todos eran y son grandes musicos… pero ¿alguien recuerda no me molestes mosquito?

  15. Yo recuerdo » no me molestes mosquito», ya que fue el primer Lp de rock que compró mi padre, a principios-mediados de los 70 – antes habia comprado discos de Otis Reding , Wilson Picket, Sam and Dave etc.- Creo recordar que me gustaba bastante el primer dico de The Doors sin JIm Morrison.

    • El album se llamaba Other Voices, de 1971: no digo que fuera malo, pero es como escuchar el sonido de un agujero grandotote. La usencia de Morrison se notaba, y en su momento era doloroso: imaginate un disco de los beatles sin John o Paul, sonaran como quieras, pero se nota. No me molestes mosquito era una canción horripilante

  16. ¡Magnífico artículo! Pero te has olvidado del cuarto monstruo, otro que está a la par, musicalmente hablando, de Krieger y Manzarek: Densmore. Densmore es simplemente genial. Y lo de Manzarek, como bien dices, significa la muerte definitiva, ahora sí, de The Doors.

  17. Soy un gran aficionado a los Doors y hace algunos años vi un DVD en directo de los “Riders on the Storm”, cuando vi el vídeo pensé «mejor ver esto que nada», ya que en la época no los pude ver (no había nacido) y en ese momento era un adolescente sin un puto duro, además soy Tinerfeño con lo cual era incluso más difícil desplazarme a la península. Lo que si me quedó claro del vídeo fue que al fin y al cabo los Doors fueron los Doors, cada uno de los componentes fueron imprescindibles, Jim fue el primero en morir, pero podría haber sido otro como Densmore, Krieger o Ray, da igual, pienso que en el momento en que faltara alguno ninguno podría ser restituido. Fue una suerte que estos cuatro tipejos se reunieran para crear una de las bandas más grandes que ha parido la música desde que la música es música.

    Respecto a Bunbury, mejor se hubiese dedicado a imitarse a si mismo.

  18. No han muerto ni nunca moriran, para mí,ya que tengo la inmensa fortuna de que mi hija toca «Riders on the Storm»como el mismisimo Manzarek.

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