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Víctor Manuel: «Hay gente que piensa que todo lo que es cultura tiene que ser gratis, y el enemigo es el que quiere cobrar»

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Víctor Manuel San José (Mieres, 1947) ha escrito parte del cancionero popular en español y se comporta como si no hubiese pasado nada. Esa elegancia de paisano asturiano la desarrolla durante todo el rato que conversamos sobre el oficio de cantautor, el compromiso político, el franquismo, la Transición, Ana Belén, el concierto de celebración de sus cincuenta años de carrera en Oviedo… Mientras estamos en ello, en determinado momento me mira y dice «en vuestra revista, Mongolia, sois un poco brutos, ¿no? Tened cuidado». Te recomienda que seas precavido alguien al que le han puesto dos bombas por decir lo que piensa. Vamos, un paisano.

Empezamos con la relación con tus dos abuelos: Vítor, que es el popular, y, Ángel, el que está enterrado en la fosa en Oviedo. ¿Cómo la viviste?

Desde muy pequeño mi padre me llevaba a la fosa común a dejar flores en el día de Todos los santos, y debía de tener cuatro o cinco años la primera vez que fui. Todos los años íbamos en tren desde Mieres con un ramillete de flores y lo dejaba siempre en el sitio en el que él decía que debía de estar. Había dos mil más, pero él escogía un trocín de terreno y siempre lo dejaba ahí. Cuando volvíamos en el tren a Mieres le preguntaba por qué mataron al güelo, y me contestaba que por robar una cesta de huevos. Y punto, ahí se quedó todo. Nunca me contó nada, debió de pasarlo tan mal, el pobre, porque se quedó con quince años huérfano y cabeza de familia de cinco hermanos con su madre. Debió de ser una vida tan atroz y tan jodida que nunca me contó, hasta de muy mayor, que a mi abuelo lo habían fusilado y estaba en la fosa común.

¿Por qué motivos lo fusilan?

Hace unos años, cuando se removió todo esto de la memoria histórica tuve toda la documentación del proceso de mi abuelo, y es increíble lo que es la vida. La gente que lo había denunciado era la familia de una novia mía de Mieres, Carmina, la que sale en la canción. Bueno, la guerra… Era terrible, me enteré de que esa familia, que eran ferreteros, le había denunciado porque en la revolución del 34 se habían llevado unas estufas de la tienda, y además le acusaban de comunista, que no lo era. Pero le denunciaron y estuvo tres años en la prisión de Oviedo con su hermano y en 1941 los mataron a los dos.

El otro día estábamos con el dibujante Vázquez de Sola y nos contaba que a su maestro, republicano, le condenaron a muerte, y uno de los argumentos del fiscal era que se llamaba Rabanillo, y que si Dios le había puesto el nombre de un fruto rojo es que era comunista. Claro, le fusilaron. ¿Cuándo te das cuenta de lo absurdo de esa guerra?

Muy tarde, yo no sabía nada de política. Lo que sí recuerdo es que en Mieres el sitio lógico de reunión de los chavales era el local de la OJE (Organización Juvenil Española), y allí íbamos a ver los partidos de fútbol, a comer bocadillos porque eran más baratos… Yo quería apuntarme porque tenían equipos de baloncesto y así viajabas un poco, pero mi padre nunca me dejó. Me dejaba jugar con ellos o tomar bocadillos, pero que yo no me apuntaba a la OJE. Nunca me dijo por qué. Llegué a Madrid con diecisiete años sin saber lo que había sido de mi güelo

Hace poco, en una entrevista, llamas hijo de puta a Martínez Camino. ¿Cómo era la Iglesia en aquel tiempo?

De ahí viene que yo le llamara hijo de puta.

¿Pero fue gratuito?

No, fue porque él había dicho una cosa muy graciosa según su parecer, que era que cuando Zapatero decide dar tres mil euros a los matrimonios que tenían un hijo él estaba de acuerdo, pero que a las madres solteras no. Y me preguntaban qué opinaba. Pues que es un hijo de puta, no tiene ningún matiz. Hasta que fui al instituto de Mieres yo iba a La Salle, y mi relación con ellos era buena. Algún curilla que alguna vez intenta meterte mano… pero ya parece casi normal después de este destape que ha habido. En aquella época no se denunciaban las cosas. Y mi madre no iba nunca a misa, pero me obligaba a ir los domingos. Pero en cuanto pude dejar todo eso lo dejé porque no tenía ningún interés ni he sido creyente nunca.

¿Cuándo te das cuenta de que Dios no existe?

Me doy cuenta de que si Dios existe es malo porque —y lo digo en algunas de las primeras canciones que hice— si lo que me rodea es lo que veo y Dios no hace nada para remediarlo tiene que ser una mala persona, no merece la pena tenerlo en consideración. Después he ido descreyendo de todo, pero es que nunca he creído en nada. Fui a misa e hice la primera comunión porque me lo dijo mi madre, pero nunca he tenido fe en el más allá. Alguna vez he creído en la reencarnación porque me convenía. Por convertirme en Stevie Wonder. Como ves, nada serio.

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Siempre te ha interesado mucho el fútbol, y debo decir que me encanta tu himno del Sporting. Debo de ser de los pocos.

Sí, de los pocos. Anteayer leí un titular brutal que decía que los Ultra Boys del Sporting decían que hay que ganar de cualquier manera. Precisamente, mi canción empieza diciendo que no se puede ganar de cualquier manera. Es de lo menos ultra.

Esa es la gracia que tiene el himno, que de alguna manera es un antihimno.

Claro. Yo ya les dije que no sabía si les convenía que se lo hiciese yo, y lo cierto es que no gustó a nadie. A los que van al fútbol, a la Mareona sportinguista y los que se hacen esos viajes interminables yo debía de parecerles un payaso.

¿Qué te gusta de jugar a fútbol?

Para mí la imagen de la felicidad es un crío o una cría detrás de una pelota por un prado. Toda mi infancia la pasé jugando al balón y muy relacionado con la naturaleza, debido al sitio donde vivía. Todos los ratos libres los pasaba jugando al balón y corriendo detrás de una pelota. Entonces, me empecé a meter en equipos pequeños en Mieres en cuanto pude y después fui a parar al Caudal juvenil, donde hicieron una especie de casting —aunque sé que no se llama así— para ver a quién cogían. Me eligieron y estuve allí dos años.

¿Estaba ya el Hermanos Antuña [el estadio actual del Caudal de Mieres], no?

Sí, jugaba con Tati Valdés. Era Tati – San José en la media. Lo que pasa es que ya me daba cuenta de lo que era jugar al fútbol. Tati jugaba un partido por la mañana y otro por la tarde y vi que yo no estaba dotado para eso. Si esa mula era capaz de jugar dos partidos en un día y yo jugaba uno y no me podía mover del sitio…

¿Qué Asturias era la que veías cuando ibas a jugar a campos rivales?

En el momento en que salías del cogollo, de los sitios grandes, del Muro de San Lorenzo en Gijón, la calle Uría de Oviedo o de la avenida José Antonio en Mieres la realidad era otra muy diferente. Pero en ese momento no te das cuenta, te das cuenta cuando echas la cámara para atrás desde la distancia y comparas cómo vivíamos, qué cosas hacíamos, cuál era el ocio que teníamos, de qué gente estábamos r odeados… Era un país muy oscuro y gris. Había la alegría de la solidaridad. Recuerdo llegar a casa y llegaba de repente Paulo, que era un minerón que me enseñó a mí a decir cagamentos. Había desaparecido quince días y aparecía con la espalda desollada. Había estado en la cárcel de Oviedo. Yo tenía cinco o seis años y no sabía por qué había estado en la cárcel. Veías a todas las vecinas poniéndole cosas y curándole la espalda, y te das cuenta de que allí había un mundo que, lógicamente, ya ha desaparecido. Además donde yo vivía eran cuatro casas, y había mucho patio de vecinos, hacíamos los chorizos juntos, la matanza… una serie de cosas que engarzaba la sociedad de una manera muy poderosa.

¿Cuándo empiezas a componer y te das cuenta de que sabes hacerlo? En ese momento escuchas mucho la estirpe de cantantes asturianos (Juanín de Mieres, El Presi)…

Escuchaba mucho Discomanía, en Radio Asturias, y a Raúl Matas. Ponía de todo moderno —como el Dúo dinámico, que entonces era moderno—, pero ponía también cantantes franceses muy raros o cantantes italianos. Y yo oía a un cantante francés que, objetivamente, cantaba mal y que me encantaba. Era Leny Escudero. Y Raúl Matas decía que era el propio Leny quien componía las canciones. ¡Hostia, así que se puede escribir una canción, cantarla y además no ser como José Guardiola! [Risas] Me llamó mucho la atención y empecé a componer porque vi que se podía ser un cantante diferente, no al uso. Empecé a componer y no tenía ni puta idea, ni de componer ni de tocar la guitarra ni de nada. Era como una necesidad que uno tiene desde el principio de hacer algo que no has oído en ningún sitio. Es una intuición, y lo explica Stefan Zweig en El misterio de la creación artística: o tienes el impulso o no lo tienes. Hay muchos músicos maravillosos que son incapaces de escribir una nota propia. Sin embargo, puedes tener idea de escribir canciones y no ser un músico maravilloso. Tienes la intuición de que quieres escribir y escribes. Y me puse a escribir. En esa época escribí un montón de canciones, incluso seguí escribiendo cuando llegué a Madrid, y eran horrorosas. Las oyes ahora… son canciones de escuchar cosas y de tener influencias, pero no sabes cómo encontrar el camino. Y en eso estuve de 1963 a 1967. Yo veía que cada vez salían un poquitín mejor, y en 1967 gané dos festivales de la canción como compositor —en aquella época había festivales por todos los sitios—, uno en Orense y otro en Vegadeo. Y de repente me encontré con ciento veinticino mil pesetas (750 €), que era la hostia. En aquella época yo vivía en Madrid con mil quinientas pesetas (9 €) al mes, más o menos. Me encerré en casa a ver qué salía, y lo siguiente que salió fue «El abuelo Vitor», «Paxarinos», «La planta 14»… todas las canciones de aquel primer disco, muchas de las cuales las sigo cantando hoy, y por las que me reconoce mucha gente como cantante. Mi historia es como la de tantos, la historia de un aprendizaje. Tienes intuiciones y escuchas a gente que te gusta, que piensas que te puede enseñar algo en lo que hace. Podría haber elegido compositores de canciones muy comerciales, que también las había, pero el gusto no me llevó por allí.

Ese primer disco fue una forma de tener Asturias en Madrid.

Sí, es nostalgia. De alguna manera, yo había perdido el paraíso. En Madrid estaba bien, porque era una ciudad cómoda para vivir.

Te imagino con diecisiete años al bajar del autobús en Madrid casi como Paco Martínez Soria con las gallinas.

Claro, yo venía con chorizos, con tocino… con comida para un mes.

¿Era una ciudad amenazadora?

No, nada. Todavía había serenos en la calle, gente que te abría el portal porque en aquella época no tenías llave. Vivía en la zona de Chamberí, que todavía tenía bulevares y era muy agradable, en casa de una tía-abuela mía, estaba muy protegido. Cuando llegué me dediqué a hacer la rutina que hacían en ese momento los cantantes, que era ir por las mañanas a las editoriales de música, escoger una canción que me gustara e ir a ensayar. Había allí un pianista, la repasabas varias veces con él y te ibas a una emisora a cantarla. Así de tonta era la cosa y así nos íbamos metiendo en esto, tratando de cantar un poco mejor cada día.

Luego tuviste esta especie de mentora, Fina Calderón.

Fina la verdad es que no tiene ninguna importancia. Le agradezco el primer impulso. Yo cantaba en La voz de Madrid, en un programa que se llamaba La nueva ola musical, y ella tenía amistad con la gente que llevaba el programa, y era compositora. Tenía influencia en una casa de Barcelona que se llamaba Belter, y en un EP de cuatro canciones metió dos canciones suyas y propició que yo grabase el primer disco, que se titula Primer disco, donde metí una canción mía llamada «Ninnete», completamente estúpida, y otra que no recuerdo cuál era. Ella incluso hizo una presentación a la prensa en su casa, y fueron cuatro gatos a ver a un mindundi que estaba empezando a cantar. Al poco tiempo se enfadó conmigo porque cuando hice eso yo ya empezaba a escuchar a otros cantantes. Me acuerdo de que al volver de Barcelona de grabar ese disco me traje discos de Serrat y de Raimon, que eran la hostia. Yo escuchaba Al vent y… Un día me hicieron una entrevista para una revista y dije que el que más me gustaba de todos los cantantes que había en España en ese momento era Raimon, y me llamó su marido. Me dijo que era un descastado y un desagradecido, porque podría haberla nombrado a ella. Pero es que a mí me gustaba Raimon. Y nunca tuve más contacto con ella. Lo siguiente fueron dos discos single de dos canciones, pero ya no tenía nada que ver con ella.

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«Paxarinos» y «La romería», que son dos canciones que se quedan. Se han mantenido y forman ya parte de las fiestas de prau, tradicionales en el verano asturiano. Ya son del cancionero popular.

Lo mejor que le puede pasar a una canción es que pase a formar parte del folclore. Recuerdo que ese disco está escrito desde el corazón, cosa que yo nunca había hecho. De repente, la nostalgia y las cosas que tienes en la cabeza desde pequeño salen por un sitio o por otro. Me acuerdo de que cuando escribía El abuelo Vítor yo lloraba. Escribía y lloraba, porque la escribía para mis güelos, nunca pensé en que fuera publicada, porque hablaba de una cosa muy rara en una canción, hablaba de un señor que picaba en la mina. Hasta ese momento la clase trabajadora no estaba en las canciones. Un día vino un amigo a casa y se la canté, y él también se puso a llorar. Ese disco está todo hecho en esa tesitura: volver a casa, al monte, y encontrar lo que te pasa a ti, lo que tienes dentro y sacarlo fuera.

¿Cómo le sentó al abuelo la canción?

El abuelo era un ser muy complejo y maravilloso que nunca había ido a la escuela porque a los nueve años ya estaba trabajando en la mina como ayudante de picador. A los cuarenta y dos tuvo que dejar la mina porque estaba silicoso y estaba con nosotros por casa y por el pueblo, y yo nunca le conté que había escrito una canción sobre él. Pero se ve que un día la debió de escuchar por la radio y, aunque nunca me dijo que la había escuchado, sí me preguntó que por qué tenía que ir por ahí contando que la abuela le escondía el tabaco.

Lo más curioso es que cada cierto tiempo a los medios se les olvida tu canción sobre Franco y, de pronto, vuelve a aparecer.

La primera vez que salió a relucir esa canción fue en 1978, y yo la había cantado en 1964. Entonces, en 1978, cuando yo estaba haciendo campaña por el Partido Comunista y había hecho la canción para las primeras elecciones, lo sacaron. Me llamó la atención, porque es una canción absolutamente absurda de un chaval desinformado. En ese momento yo quería hacer un disco dedicado a gente famosa y solo hice dos, una a Picasso y otra a Franco. Y ahí se quedó, porque ni el disco ni la historia le interesaron a nadie, así que nunca llegó a editarse ese disco, solo se editó esa canción. Y bueno, sí, lo sacan, cada cierto tiempo se entretienen con eso y hacen montajes, ponen la voz de Franco al principio de la canción y lo cuelgan en internet.

Es divertido, ves cómo funciona cierto periodismo.

Hace unos años se me presentó un chaval de El Mundo como un admirador y me preguntó si yo le había escrito una canción a Franco. Le dije que sí y me pidió algún dato, y luego veo todo eso en El Mundo a página entera. ¿Pero tú eres gilipollas? Bueno, supongo que en algún momento se les pasará. O no.

Por otro lado está el incidente de «El cobarde» en el Festival del Atlántico en Tenerife (1968), que ahora parece una cosa casi épica y describe muy bien cómo funcionaba todo.

La escribí como una canción pacifista. Incluso recuerdo el momento: iba en el tren hacia Asturias, leyendo un reportaje de Oriana Fallacci en La gaceta ilustrada que hablaba de la guerra del Vietnam, que ella había estado allí y le preguntaba a un soldado americano que había pasado la noche dándose calor con un compañero recién muerto en medio de la selva qué hacía allí, tan lejos de casa. Y eso fue el disparadero de la canción. Y, vista desde ahora, es una canción muy ingenua y naif, pacifista. El año anterior yo había estado en el Festival del Atlántico, en Tenerife, y mandé esa canción. En aquella época para ir a un festival no podías mandar canciones de más de tres minutos, y tuve que tocarla más rápida para mandarla.

Hiciste lo que se llama «un Ramones».

Claro, para acortarla. Fui y fue maravilloso, porque fue la primera vez que me sentía querido en un escenario, porque la gente aplaudía y aplaudía. Juan Cruz siempre me lo recuerda, porque estaba allí de espectador. Recuerdo que incluso había pancartas para animarme. Acaba el festival, llega la hora de la votación y la canción sale ganadora. Todo esto lo sé porque Elfidio Alonso, de Los Sabandeños, estaba en el jurado y me iba contando lo que iba pasando. Pues eso, gana la canción, se entera el gobernador militar de Canarias, que es Héctor Vázquez, y dice que esa canción no puede ganar porque es antimilitar, que rompan las actas y voten otra vez. Lo hacen y gana la que tenía que ganar, «Tenerife tiene seguro de sol», que la cantaban Los mismos. Me dejaron cuarto porque las tres primeras las televisaban para la península. Aquello me cargó las pilas de una manera brutal. Yo había grabado la canción con Belter, pero solo esa canción, e inmediatamente me sale un contrato con Philips. Volví a grabar la canción y a los quince días entré en la mili. Asocio esa canción a hacer guardia en un cuartel de Valladolid escuchando la radio, donde sonaba «El cobarde» en Los 40 principales.

Esas contradicciones te han pasado muchas veces.

Muchas. Por ejemplo, hice solo un año de mili porque fui voluntario, y esa Nochevieja la pasé haciendo guardia. Había un capitán en la avenida de Portugal que se llamaba Piñón, y me pidió que cantara algo esa noche, que cenaban juntos los oficiales y suboficiales con sus familias. Llevé la guitarra y me fui a cantar al comedor donde ellos estaban comiendo, sin dejar de hablar ni hacerme ni puto caso. Estaba tan rebelado que canté «El cobarde» y «La planta 14». Como nadie me estaba escuchando… si me llegan a escuchar me dan una hostia y me mandan para el calabozo. Cuando me tocan los cojones toco los cojones yo un poco más, y a ver hasta dónde estira la cuerda.

Si la provocación te sale bien, es muy divertido.

Pero si no te sale bien no tiene ni puta gracia. Alguna vez estiré la cuerda de más y fue un desastre.

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En los años setenta llamaste «fachón» al alcalde de Noreña [un pueblo asturiano al lado de Pola de Siero].

Eso fue un lío de la hostia. Hace dos años me lo recordaron. A principios de los años setenta hicieron allí un festival en medio de un prado. No recuerdo tanto ese momento como que al bajarme del coche en Noreña, que en ese momento era una ciudad muy facha, la patria de Alonso Vega, ministro de Gobernación, yo estaba con García Sánchez y Rosa León, sale una señora de casa y dice: «Anda, desgraciaú, rojo, teníes que morite»… y «Vencidos, que sois unos vencidos, vamos a dabos otra vez». Vaya bienvenida a Noreña… Fui al prado a cantar y fue muy violento, porque el alcalde, que aún vive y está de concejal, era un tío muy feo, de aspecto desagradable, y dije: «Tenéis el alcalde más feo de España». Y el día acabó con la Guardia Civil entrando y sacando a la gente a hostias. Todavía lo recuerdan en Noreña.

Con Philips, año setenta, grabas «Quiero abrazarte tanto», y dice la leyenda que era para Marisa Medina.

No, que va, es leyenda urbana. Marisa era amiga mía, pero nunca tuve nada sexual con ella. Ella sí quería, pero a mí las chavalas me gustaban de otra manera, no me gustaban las gorditas. Pero le tenía mucho cariño y éramos muy amigos. Esa canción la escribí para una primera novia que tuve en Venezuela. La escribí porque vi que había ahí algo sexual y animal potentísimo. La música la hice en un hotel en Ámsterdam y la letra en uno de México, pero acordándome de esta tía venezolana que era guapísima.

Y empiezas a jugar con el lenguaje, aunque supongo que eso es inconsciente.

Sí, es inconsciente. Después te lo analizan y encuentran cosas que tú no habías pensado cuando la escribías. Pero sí, era una canción de amor que tenía sexo, cuando en ese momento no había canciones de amor que dijesen nada más allá del «Te quiero» y «Me quieres». Funcionó muy bien a todos los niveles menos en la COPE, donde tenían prohibido ponerla. Recuerdo ir a Radio Avilés, que era de la COPE, y me decían: «Mira lo que ha hecho un cura», y me enseñaba un disco en el que habían rayado con un estilete el fragmento del surco donde estaba esa canción. Podías poner todo el disco menos esa canción.

Me acuerdo del disco Bridge over troubled waters de Simon & Garfunkel, al que la censura movió la foto de la contraportada para que no se leyese la letra de «Cecilia» («Making love in the afternoon / with Cecilia up in my bedroom / I got up to wash my face / When I came back to bed / someone has taken my place»). Con el tiempo son cosas casi tiernas, pero supongo que cuando las vives son tremebundas.

No me afectaba tanto porque estás a otras cosas. «Son los curas y ya está». Me acuerdo al inicio mandar un paquete de canciones a la vuelta de México —después del famoso asunto de la bandera que nunca se pisó aunque dijeron que lo habíamos hecho— y una de ellas se titulaba «No quiero ser militar, madre». La mandé solo por tocar los cojones, porque sabía que la iban a prohibir, pero la mandé a ver si les jodía la mañana.

A la vez que componías esa canción John Lennon componía «I don’t want to be a soldier, mamma» (para su disco Imagine, 1971). Son estas coincidencias locas que me encuentro. En los dos casos, era por tocar los huevos.

Sí, por tocar los huevos y por enfrentarme.

¿Por qué no entendemos que a veces es solo por tocar los huevos?

Porque entonces todo el mundo entendería a Albert Pla, y solo se entiende él mismo y la gente que va a verle. Hay gente a quien incluso le incomoda que toques los huevos. Yo mandé esa canción y la respuesta fue fulminante. A la semana la letra salió publicada en la revista Fuerza nueva, y de ahí una deriva brutal. Todas las canciones que iba mandando quedaban incautadas, no respondían… estuve dos años sin poder grabar un disco de canciones propias porque no me contestaban, silencio administrativo, y si no te decían que sí no podías grabar la canción.

¿Cómo aparece Gonzalo Suárez en tu vida y te embarcas en esta dupla de dos películas tan diferentes, Morbo, de 1972, que es estupenda, y Al diablo con amor, también de 1972?

De una manera absolutamente casual. Varias veces me han pasado cosas cojonudas por casualidad. Yo estaba cantando en los alrededores de Barcelona y estaba en el hotel Cristal, cerca de Rambla Catalunya. Bajé a tomar algo a una cafetería y entran dos señores, uno con sombrero de cowboy y otro con bombín… que manda cojones en Barcelona en agosto a las cuatro de la tarde. Se me quedan mirando y uno de ellos se me acerca y me dice que es Gonzalo Suárez, y si querría hacer una película. Le dije que sin cantar sí. Entonces se acercó el otro, me dijo que era Oriol Regàs y me dio el guión, citándome para el día siguiente en su despacho para comentarlo y firmar el contrato si estaba de acuerdo. Lo leí esa noche y acepté.

¿Dónde rodasteis?

En Sant Feliu de Guíxols. Daba la casualidad de que quince días antes yo había estado cantando por Galicia con Julio Iglesias y en un hotel de Coruña me presentaron a una chica llamada Ana Belén. Maravillosa, fue como ver el cielo. Al poco, en una revista leí que iba a hacer una película con Gonzalo Suárez en Cataluña. De allí ella se fue a actuar a Mieres y yo me presento allí porque quería seguir viendo a aquella chica tan guapa. Juan Cueto Alas, que era uno de los guionistas de Morbo, nos juntó para hacernos unas fotos para Asturias Semanal. El argumento de Juan para juntarnos era que éramos pareja cinematográfica. Nos fuimos a Sant Feliu de Guíxols y nos pasamos allí un mes y pico rodando… y no nos hemos separado. Lo mejor que me ha pasado es que Gonzalo nos juntase para hacer una película.

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Ya que le has mencionado, ¿cómo era Julio Iglesias en esa época?

Como es ahora. Era un tío muy limpio, muy atildado. Hay unas fotografías que yo tengo de cuando la revista Mundo Joven nos hizo un seguimiento por toda Galicia, y éramos agua y aceite. Julio con sus Lotusse impecables, sus rebequitas… muy bien. Y yo con ropa militar, unos patillotes… Parecía que en cualquier momento le iba a atracar. Julio era muy majo. En aquella época hablábamos mucho y me contaba lo que pensaba que iba a ser su vida, y una vez me dijo que se iba a retirar cuando ganara cincuenta millones de pesetas. Le pregunté que por qué cincuenta millones, y me dijo que con eso él ya se organizaba y podía tirar. Después dejamos de vernos, pero cuando sucedió lo de la bandera en México uno de los que dio aquí la cara por nosotros fue él. Ese espectáculo lo vieron más cantantes españoles, y él fue el único que se molestó en ir a la policía y decir que lo que decían que había pasado en realidad no había sucedido, que él era testigo. Se lo agradezco eternamente, porque en aquel momento dar la cara por dos desahuciados para todo lo oficial como éramos nosotros…

Pese a que tus diferencias ideológicas con Julio son enormes.

Sí, pero eso no se habla, no se toca. Si te querías llevar bien con la gente en 1972… Era algo que estaba ahí, sabía cómo pensaba él y él debía de intuir cómo pensaba yo. Ya está.

Lo siguiente fue Al diablo, con amor.

El loco de Gonzalo hizo un musical atípico, lo que pasa es que como nunca cuenta las cosas completas… nos contó parte de la historia, pero no nos dijo que iba a meter en medio la historia de Romy (la actriz Carmen Romero), una cosa sacada de otro sitio y metida ahí en medio. Tuvo muy mala suerte porque la película se estrenó justo cuando había ocurrido lo nuestro de México, y estuvo un día en cartel, en el cine Montera de Madrid, porque entraron los Guerrilleros de Cristo Rey y, directamente, en la primera sesión, rajaron las butacas. Y el tío del cine la quitó y a tomar por culo, se acabó la película.

Aunque fue mucho más tarde, tu experiencia como productor también debe de tener buenas historias.

Sí, es mucho más tarde, porque Divinas palabras fue en 1987. Entré en la película cuando la producción ya estaba avanzada, porque se fue quedando sin dinero y decidí empeñarlo todo en el banco y meterlo allí, y al final me quedé con la película porque nadie ha puesto dinero más que yo. Hice esa primera película y me gustó tanto la experiencia —incluso fuimos a Venecia, a la sección oficial, y tuvo ochocientos mil espectadores— que produje inmediatamente dos películas más, pero ya encargadas, que eran Bajarse al moro y El vuelo de la paloma. Yo ya veía que ahí había ruina, que el dinero no volvía aunque fuesen bien en taquilla, el ministerio no te pagaba hasta dos años después… un desastre. Intenté hacer un cine industrial y más comercial, que fue cuando busco a Isabel Pantoja. La Isabel de entonces no era la de ahora, estaba, entre comillas, virgen: tras la muerte de Paquirri ella se había recluido y empezaba a salir del luto. La película le hizo mucha ilusión y fue un éxito espectacular, llevó al cine a gente que hacía muchos años que no iba, llegaba gente a la puerta del cine preguntando si había empezado el NO-DO. Intenté hacer más películas comerciales: con Alejandro Sanz, con Mecano, con Butragueño

Espera. ¿Con Butragueño?

Sí, ¿no has visto Saeta rubia? Yo veía Saeta rubia o El fenómeno, con Fernán Gómez, las películas de Kubala… total, que me gustaba un tipo de cine muy raro, muy comercial. Yo he sido consumidor de las películas de Joselito desde muy pequeño. Yo tenía el recuerdo de que se podía hacer un cine comercial con una cierta dignidad, e intenté tomar ese camino, pero solo me funcionó con la primera película, Yo soy esa. Con la segunda perdí todo lo que había ganado con la primera. Luego ya hice Tirano banderas, Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?, lo de Marsillach… hice varias películas, pero llegó un momento en que la asfixia era total y dejé de hacer cine. Lo último que vendí y traspasé fue La niña de tus ojos. La puse en marcha. En la cabecera pone «A Víctor», Fernando me la dedicó.

Aparte de lo que ha significado en tu vida personal, ¿por qué a veces a Ana Belén no se le reconoce su valía artística?

Es demasiado guapa. A Ana le ha ido muy bien y ha trabajado mucho, y se considera muy compensada en cuanto al cariño de la gente, pero es cierto que no se puede ser guapa, cantar bien y buena actriz, así que a quien le pase hay que castigarla un poco.

Cuando en Estados Unidos es algo habitual, pienso en Judy Garland, entre miles.

Pero es así. Ahora ha hecho discos maravillosos.

¿Cuál es tu disco favorito y tu película favorita de Ana?

Géminis me gusta mucho, pero también me gustan mucho algunos de ahora, como Anatomía, un disco que produjo Javier Limón, o Peces de ciudad. Ana tiene un montón de discos extraordinarios. Y en cuanto a película no sabría decirte, suele estar bien. Quizá La casa de Bernarda Alba, donde está sensacional porque es capaz de meterse en historias que no tienen nada que ver con ella. O una película que no fue bien tratada, como La pasión turca, donde estaba estupenda. O Libertarias. O de cría, que la ves y es un yogurcín, El amor del capitán Brando, con Fernán Gómez. Cuando ligué con Ana ella tenía veinte años, y ahora casi parecería estar atacando a una menor. Cuando veía a mi niña Marina con veinte años decía: «Joder, tío, que no me la toquen».

Vamos justamente a este momento estupendo y horrible a la vez de Ravos, que enlaza con lo de que todos tenemos un precio. Ahí hay una canción llamada «Por eso estoy aquí» que, de alguna forma, te define.

Sí, es el momento en que hago clic. En el primer disco no estaba nada politizado y en el segundo empiezo a viajar a América donde me encuentro con gente que me cuenta qué pasa en España. Recuerdo ir por Buenos Aires, entrar en una librería de viejo y el librero me pregunta: «¿Vos sabés quién es Marcos Ana?». Y como no lo sabía me regaló un librito suyo y un poema de Alberti dedicado a él. Estas historias me empezaron a pasar en América por todos los sitios. Empecé a conocer gente en México, Argentina o Uruguay que yo no sabía que existía. En México se me aparece un hijo de Manuel Llaneza, me pilla una tarde y me dice que estuvo en la guerrilla en Asturias hasta 1949. Y se pasó la tarde entera contándome historias fragmentadas de lo que era su vida en la guerrilla. 1970 y 1971 para mí son años de descubrimiento absoluto de lo que había pasado en mi país. Me voy calentando y radicalizando y el siguiente bloque de canciones ya es: «Dame la mano», «Por eso estoy aquí», «Nuevas oraciones número dos»…

O «Buenos días Adela mía», que es una canción con muy mala hostia.

Sí, tiene mucho que ver. «Por eso estoy aquí» es el parteaguas, estoy aquí pero debería estar haciendo algo más que cantar una canción.

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Lo que definitivamente te enfrenta con la dictadura es Ravos.

Sí, pero leído desde hoy en día es una tontería, se te cae de las manos. Era una vomitona. Había visto Castañuela 70 y me dije que iba a hacer yo otra vomitona. La mandé a censura y, desde luego, dijeron que no. La acortamos, volvieron a decir que no… Teníamos gira en México y la montamos allí. Estuvimos dos semanas en el Teatro Manolo Fábregas, fue un desastre y la quitamos, no podíamos perder más dinero. Pasó el tiempo y de repente aquí salió una noticia de que allí habíamos pisado una bandera. Pero la noticia nace porque hay una carta anónima que se publica en Sábado Gráfico. Esa carta la ve Pueblo y Pueblo empieza una campaña brutal contando lo que «habíamos hecho»: traición, pisar una bandera…

Era de Emilio Romero, ¿no?

¡Hombre! [se ríe]… Y el que llevó esa campaña fue un hombre que ahora se dedica a los toros: Manolo Molés.

No se te olvidan.

¿Cómo se me van a olvidar? La memoria es lo único que tenemos para saber dónde está cada uno. No pasa nada, me he encontrado con Molés y no hemos hablado nunca de eso, pero yo sé lo que ha escrito y lo tengo en casa. Bueno, pues empezó una campaña brutal de acoso. Todo esto sin ninguna imagen, sin nada.

Simplemente unas palabras, un rumor.

Nada más. Dije desde México que iba a demandar a Pueblo, a Emilio Romero y tal y entonces me llamó Jesús María Amilibia para pedirme que no pusiera la demanda. Me ablande y la quité, era muy joven. Total, que aquello fue un desastre. Tuvimos que quedarnos allí seis meses porque aquí había el peligro de llegar y que te encerrasen, y luego que lo aclarases. Entonces desde allí, gente con contactos aquí a nivel oficial, empezaron a aclararlo y vieron que no había ocurrido nada de eso, la información era falsa. Regresamos al cabo de seis meses y nos cita por separado en la División General de Seguridad el comisario Yagüe, nos interroga a Ana y a mí y coincidimos en todo, no podía no coincidir.

¿Te cayó alguna hostia?

No, no. Pero de las otras, por todos los lados. Era como empezar no de cero, sino de menos veinte. Empezar a cantar de nuevo y, por supuesto, no te contrataba nadie. Ana se defendió con el cine, que era otro negociado, pero no había posibilidad de cantar. Empezar a meterte otra vez, alquilando teatros para cantar… Cantar en el teatro y, encima, tocando los huevos.

Sí, cantabas esta copla tuya también tocahuevos, «Soy de España».

Sí, tocando los huevos completamente. Momentos muy complicados de empezar de nuevo.

Pensaste que te habían jodido la carrera.

Sí, pero también me di cuenta de que tenía poder, en el sentido de que me podía meter en un teatro y la gente se interesaba por lo que hacía y se lo pasaba muy bien. Me fui haciendo un poco incombustible, me pueden tocar hasta aquí, pero entero no. Como un corcho, me pueden sumergir un poquitín pero nunca me llegan a ahogar porque puedo seguir haciendo mi trabajo, aunque sea en un sector mucho más minoritario. Estuve cinco años sin sonar en la radio nacional, sin poder aparecer por allí, sin poder aparecer en televisión… nada. Volvimos a aparecer en televisión porque una terca, una burra como Pilar Miró se empeñó en 1976 en hacer un especial. Había una cierta abertura y estaban Enrique de las Casas y Pilar, y a esta se le ocurrió hacer un especial, además en Asturias, que era fantástico. Cada vez que lo veo lloro como un becerro. Pilar se empeñó en que cantase todo: «La planta 14», todo. También se empeñó, por ejemplo, en meterse en vestuario de mineros, en el pozo Barredo, y verlos cómo se quitan el uno al otro en la ducha el carbón de la espalda. Está todo: hasta los pitos de los mineros. Lo hizo y se lo prohibieron, y el especial estuvo dos años metido en un cajón hasta 1978 que se pasó. Y esa fue la primera salida en televisión desde 1972.

¿Qué sentiste cuando murió Franco?

Como venía agonizando, era muy curioso. En aquella época Ana y yo teníamos un Dyane 6 y vivíamos en Torrelodones, pero bajábamos mucho a Madrid, y me acuerdo de que la noche en que murió fue increíble porque habíamos estado fuera de casa y no nos habíamos enterado de nada, y de repente, por la zona del Palacio Real, nos hacen desde un coche que estaba parado a nuestra derecha un gesto [Víctor pone cara de asombro y nos reímos]. En aquella época vivíamos con bastante peligro. A comienzo de ese año, 1975, habíamos hecho el primer viaje a Cuba y, estando en la piscina del hotel, llega una tripulación de Iberia y nos preguntan si habíamos visto el periódico. Les decimos que no y nos dice que es que nos han puesto una bomba en casa. La vimos en las fotos: toda espatarrada.

¿Conociste a Fidel Castro?

No, pero tampoco tenía ningún interés. Lo que he hecho siempre que he ido a países ha sido pelearme con ellos. Algunos han tenido más paciencia, pero otros no.

Aquí te han dicho eso de «Si no te gusta, vete a Cuba» y allí te han dicho «Si no te gusta, vete a España».

Las peleas eran porque cuando empezamos a ir a Cuba la Nueva Trova Cubana no sonaba en la radio. Como reivindicación pedían media hora al día en la radio cubana para sonar. Cantaban en los cuarteles y en sitios marginales, pero no para la sociedad cubana. Yo me cabreaba mucho con ellos porque en la radio sonaba mucho Las Grecas. ¿Cómo es posible que estén sonando Las Grecas a todas horas y no se pueda escuchar a Pablo Milanés, a Silvio Rodríguez o a una serie de gente que me parece que es quien mejor os representa? Ni puto caso. O leías revistas donde ensalzaban el realismo socialista soviético. Yo les preguntaba qué tenían que ver ellos con eso, si estaban todo el puto día metiéndose mano unos a otros, y un relajo… Peleas muy fuertes que llegaron hasta 1985: el primer día que me pidieron dólares en un taxi vi que eso se había acabado. Nunca había cobrado ni un peso —ni un dólar— por ir a cantar a Cuba y he puesto la cara por ellos… para que ahora un taxista me pida dólares.

Tienes muchas canciones sobre la esperanza que te produjo la Transición («Hace tres años he vuelto a nacer», «Pido la paz y la palabra», «De una sola manera se pronuncia tu nombre»). ¿Cómo la viste entonces y cómo la ves ahora?

Está idealizada. Ahora es como un pastelón donde todo era de color de rosa. Recuerdo la cara que se nos puso a los militantes del PCE cuando Carrillo nos reunió en un hotel en Capitán Haya para decirnos que teníamos que aceptar los símbolos de la monarquía, de un día para otro. Nos quedamos mirándonos…

¿Qué le dijiste?

Éramos muy obedientes.

Disciplina soviética.

Había disciplina porque el objetivo siempre era algo superior, un paso más trascendente… aunque nunca llegó. Empecé a militar en la Junta Democrática, y después pasé al PCE. Fueron unos años maravillosos, y allí conocí a gente que son amigos para toda la vida. También hay gente horrorosa, pero mucha valiosísima. La mayor parte de ellos ya dejaron el PCE, porque había un momento en que te echaban por cómo se operaba y trabajaba, y por la corteza de diferentes movimientos que había allí. Pero para mí son unos años inolvidables que viví desde muy dentro y con mucho peligro físico. Eso lo veías. A veces he estado algo protegido, pero otras veces nada, me iba a mi casa en la más absoluta soledad. Nos pusieron esa bomba en Torrelodones y más adelante otra, porque en ese momento en Torrelodones operaba la extrema derecha, era un caldo de cultivo. Recuerdo con la segunda bomba ir con la Guardia Civil a la casa, decirles que había mechas y ellos decirme que eso había sido el aire, que los tabiques los había tirado el aire. Había un boquete en la casa, de arriba abajo, y había sido el aire. Fue increíble porque diez años después estábamos Ana y yo cantando en Vitoria y el día anterior habían detenido a un tío, le habían dado unas hostias y había confesado lo que había hecho. Y una de las cosas que había hecho era poner dos bombas en nuestra casa de Torrelodones. Después de poner las bombas, ese mismo tío tuvo una discusión de tráfico con otro en Cardenal Cisneros, sacó una pistola y le pegó un tiro. Lo siguiente fue poner una bomba en Malasaña y matar a una embarazada. Después poner una bomba en El País matando a un bedel. Me enteré por el periódico de que había sido él el de las bombas en mi casa, nadie me llamó para que me presentase y le denunciara.

Víctor Manuel para Jot Down 6

Dejas el PCE en 1982. ¿Cuál fue la mayor traición?

Fue que de repente Carrillo pudiese irse y nombrar un sucesor. Y el que venía era un chaval estupendo, Gerardo Iglesias, pero fue el procedimiento. Venía de largo porque muchos estábamos pidiendo un congreso extraordinario. Yo iba a la agrupación de barrio, donde coincidía con Cristina Almeida o los Sartorius, y era una burla permanente. Llegaban a decir que votáramos lo que quisiéramos, que iban a hacer lo que les diera la gana. Me preguntaba qué hacía yo allí, ni que estuviese a sueldo. Así que adiós.

¿Qué es ser de izquierdas?

Sigue siendo lo mismo: que nadie te desvíe el corazón, tratar de colaborar y ser solidario. Pero cuando puedas, tampoco hay que ser solidario todo el tiempo porque tampoco te da el cuerpo para tantas cosas, pero sí estar ahí, ver las injusticias y tratar de remediarlas en la medida de lo posible.

¿Te jode que te llamen progre rico?

No, nunca me ha molestado. Afortunadamente tengo un trabajo muy libre en el sentido de que no dependo de nadie, solo de la gente. Dependo de poner una entrada a la venta y de que la gente venga a verme. O poner un disco a la venta —cuando se vendían discos— y que la gente lo comprase. Y ya está. Esa es mi única obediencia. Nunca he tenido ningún negocio paralelo, y cuando he intentado meterme en algo ha sido una palmatoria brutal. He generado trabajo en el cine u otras cosas, pero a costa de mi vida, de perder todo lo que tenía.

Respecto a esta última participación —a Julia Otero se le ha dicho lo mismo— del Banco de Sabadell, ¿es compatible? 

Es suave, tampoco es agresivo. Por supuesto, estás vendiendo el banco y haciendo una campaña, pero los publicistas, que son tan hábiles, te lo presentan diciendo que hablas de tus cosas, simplemente detrás estará el logo. Sí, entiendo que ahí hay una contradicción insalvable y, probablemente, una insalvable falta de dinero y liquidez en ese momento.

Felipismo. ¿Te ilusionaste con Felipe?

Yo no votaba a Felipe. He ido votando siempre a los que iban perdiendo, incluso voté al PSOE cuando ya perdía. Durante una época tuve complejo porque solo ganaba elecciones en Chile. Hacía campañas cojonudas, como la del «No» o la de Bachelet, y allí sí ganaba, pero aquí no. El felipismo fue el dinamizador de una España que salía de un túnel muy oscuro y él nos colocó en otro lugar: dejamos de ver militares por la calle, la Hacienda pública empezó a funcionar razonablemente… aunque la justicia nunca ha funcionado porque no le ha interesado a nadie. Hizo cosas estupendas, aunque tuvo unos años finales catastróficos.

¿Cómo viviste el momento de la OTAN?

Lo viví muy en primera persona. Primero, porque fuimos objeto del engaño del PSOE en aquel primer macrofestival que se llamaba «OTAN, de entrada, no». Fue en la universidad, y aquello no lo entendimos muy bien.

El matiz era trilero: «De entrada, no».

… «pero después, ya veremos».

Y lo vimos, ¿no?

Te consuela ver la cantidad de pardillos que caímos. Algunos de colmillo retorcido, como Luis del Olmo, que lo presentó. Lo siguiente fue enfrentarse a la entrada en la OTAN, que fue muy curioso, porque organizó dos comidas. A la primera, en La Moncloa, no pude ir…

Pero en la bodeguilla has estado.

Sí, estuve una vez, al principio. Pero a esa comida no pude ir porque estaba trabajando. Ana sí fue, y estuvieron Paco Rabal, Juan Diego y un montón de gente. La siguiente la hicimos en mi casa, y una de las cosas que él decía era que la izquierda, potencialmente, tiene cuatro millones de votos aparte del PSOE, entre PCE, Izquierda Unida y los grupos diseminados. Que si conseguían agrupar todos esos votos eran la hostia de votos, pero nunca se ha sabido hacer, se ha tendido hacia la dispersión y disgregación, y seguimos igual.

¿Y el Felipe actual?

Los expresidentes son muy pesados. Pero Felipe ya se puso muy pesado cuando llevaba años. Era todo el rato hablar escuchándose, hablando ex catedra y sabiéndolo todo. Evidentemente saben mucho más que tú de lo que está pasando, pero tampoco es necesario que te lo estén pasando constantemente por el morro, como si nunca se hubiesen equivocado en nada mientras gobernaron.

Luego hicisteis lo de la ceja, que ya casi es un deje automático para descalificar a toda la izquierda. ¿Confiabais en Zapatero?

El primer mandato de Zapatero fue muy potable, sobre todo en los temas sociales y el ensanche de las libertades. Evidentemente, no sabíamos qué iba a pasar con el segundo… y fue un desastre por todos los lados. Aunque ya en el primero veías que en cosas que te interesaban personalmente, como la propiedad intelectual o la piratería, te estaban tomando el pelo, había algo por encima de todo eso que pensabas que acabaría siendo útil para la sociedad. Así que se hizo esa campaña, que fue muy eficaz, más de lo que yo pensaba. Me han dicho que alguien que manda mucho en estos momentos piensa que perdió esas elecciones por nuestra culpa, por los comicastros. Y eso me parece excesivo. Porque por mucho que salgas cantando las bondades de alguien, que luego el que vaya a meter el voto decida por eso… en ese momento Zapatero tenía un halo —que después fue perdiendo— porque había hecho cosas estupendas para una parte muy importante de la sociedad.

Víctor Manuel para Jot Down 7

Volvamos a la música. Soy un corazón tendido al sol es una obra maestra. Así de claro. Como ves, una entrevista imparcial.

Yo había salido de una época durísima. Estaba en Polygram y había hecho varios discos que no se habían vendido nada. Yo acababa contrato y en Polygram me preguntaron qué quería hacer. Yo estaba dando la vuelta personal, había nacido ya mi hijo David y me apetecía más quedarme en casa con él que ir a una reunión política. Empiezas a ver que por ahí flaqueas, que te apetece más irte al parque con el perro y el chaval que ir a ver al hijo de Santiago Carrillo. Entonces, de alguna manera quería dar también la vuelta en el terreno profesional y volver a vender discos y a trabajar como artista y compositor. Se lo conté a Polygram y no se lo creyeron porque ya eran muchos años de desgaste, así que me fui a CBS. Recuerdo lo que dijo Tomás Muñoz, que era el director de CBS: «Si a este tipo se le han ocurrido canciones como «Canción para Pilar» o «Quiero abrazarte tanto»… no se le habrá olvidado». Firmé contrato con ellos y me puse a escribir canciones.

Y a producirlas en el extranjero: otra dimensión.

Eso fue cosa de ellos.

Pero fue una buena decisión.

Fantástica. Aurelio González era una persona maravillosa que había allí y llevaba el departamento de artistas y repertorio. Era de los pocos tipos que he encontrado en la industria que sabía de qué hablaba. Vio las canciones que le había llevado y dijo que a eso había que darle vuelo. Buscó en Italia a un productor de lustre, pilló las canciones y les dio una vuelta: sonar diferente, cantar diferente… Y fue muy curioso, habían pasado ya diez años desde El abuelo Vítor y los medios me volvieron a llamar cantante revelación.

Es que, por ejemplo, «El niño que volaba» de Soy un corazón tendido al sol, ya no eres tú.

Sí, canto de otra manera. Enlazo, además, varios discos muy potentes (Luna, 1980; Ay, amor, 1981; Por el camino, 1983) y con buena inspiración. Entré en una etapa completamente diferente de mucho trabajo.

Empiezas a llenar estadios.

Bueno, no había estadios, digamos recintos grandes: palacios de deportes y sitios potentes. Pero sobre todo trabajar como un bestia. Recuerdo que hacía entre noventa y cien actuaciones en un año, era una brutalidad. Y estuve así varios años.

¿Cómo aguantaste?

Tenía muy buena edad. Y se aguanta, cuando tengo que cantar no me pongo malo.

No sigues la filosofía rock de cantar y después salir.

No, nunca lo he hecho. Además tenía poca vida.

No eras Sabina, vamos.

No, había un dicho que era: «Jodes menos que los músicos de Víctor Manuel». Siempre se produce una derrama, porque vienen a ver al cantante, pero si hay muchas ahí están los músicos como carroñeros.

En ese momento empiezas a tener gran público y derechos de autor. ¿Qué ha pasado para que cada vez que alguien defienda los derechos de autor cause tanto rechazo?

Hay una fase absolutamente injustificada de acoso a Autores. He estado veinticuatro años en la junta directiva, y era una sociedad de autores que recaudaba unos dos mil millones de pesetas (doce millones de euros) y ha llegado a recaudar sesenta mil millones de pesetas (trescientos sesenta millones de euros). No sé qué piensa la gente que es Autores. Es una sociedad que recauda para repartírselo a los autores, se llame viuda de John Lennon o se llame como se llame. Autores no tiene beneficios, no puede tenerlos, tiene que repartir todo lo que gana. Lo que pasa es que hay un momento en que Autores es muy poderosa, y sobre todo la figura de Teddy Bautista es muy incómoda para mucha gente que tiene medios importantes en este país. No puedo dejar de relacionar campañas furiosas de El País contra la SGAE cuando acaban de perder ochenta millones de euros contra la SGAE. Yo estaba dentro y sé cómo funcionan las cosas. Las campañas furiosas siempre coincidían con que alguien tenía que pagar mucho porque había perdido un juicio. SGAE no ha perdido juicios casi nunca, ni con televisiones ni con medios de comunicación, porque está obligando a unas tarifas que son las de Europa. Y si queremos ser europeos tenemos que aplicar las tarifas de Europa, nos guste o no. Entiendo que pagar no es nada agradable, y SGAE es un ente desagradable porque cobra a la gente. He estado allí mucho tiempo, dando la cara y pelándome contra la piratería.

¿Te han caído hostias?

Evidentemente, porque no haces un trabajo agradable. Más todo lo que pasó cuando entran en la SGAE y la intervienen. En ese momento yo no estaba, me había presentado a las últimas elecciones, que coincidieron justo con eso. Me había presentado a las elecciones porque continuamente gente desde dentro decía que alguien tenía que entrar allí e intervenir porque estaban pasando cosas horrorosas. Y me metí para ver qué era eso horroroso que estaba pasando y, efectivamente, habían pasado cosas horrorosas los cuatro últimos años, que coincidían con los años que yo no había estado. Si hubiese estado quizá hubiesen pasado igualmente, pero yo no estaba. Lo de Senante ha sido terrible porque la SGAE ha entrado en una especie de espiral asamblearia donde valen los votos de mucha gente. Y perdona que sea clasista, pero me parece que no vale igual un voto de Alejandro Sanz, que tiene muchos intereses en la sociedad de autores, que el de un chaval que no recauda nada. Es una sociedad puramente económica, no tiene nada que ver con un sindicato. Si me apuras tiene más que ver con un banco que con cualquier otra cosa. Y en eso estamos, el derecho de autor se discute desde hace mucho tiempo. Hay gente que piensa que todo lo que es cultura tiene que ser gratis, y el enemigo es el que quiere cobrar. Pero yo he mandado cartas, he hablado por la radio y he dicho las cosas más estúpidas para defender el derecho de autor. Lo de las bodas. No sé por qué piden que no se cobre en las bodas, porque se cobran los langostinos y las bebidas. ¿Por qué la música no? Es más, propongo que hagan las bodas sin música, que suba el padrino, lea un pasaje de El Quijote y se vayan todos a su puta casa, y no hay que bailar ni nada. ¿Para qué coño bailáis?

El otro día, ya ves qué cosas pasan, hablábamos con Krahe sobre Creative Commons y él decía, con su gracia impertérrita, que por qué no hay «Creative panadería».

Si tú quieres, cojonudo, Creative Commons es una opción que tienes ahí. Decides que tu repertorio se use según tú decidas. Pero, ¿y el que no quiere hacer eso? ¿Por qué te empeñas en que tiene que hacerlo? Cuando se lo explicas a la gente individualmente lo entiende, pero como colectivo no lo entiende, es una pelea perdida.

Es muy complicado.

Además este país tiene un punto de incultura muy fuerte y lo de la creación o que alguien tenga derecho a vivir de una canción que hace le cae tan lejos… Te dicen si vas a hacer una canción y vas a estar cobrando toda la vida. No, yo cobro cuando se usa. ¿Y un tío que hace un puente debería cobrar cada vez que se usa? Es que un tío que hace un puente cobra por hacerlo. Yo, por hacer una canción en casa, no cobro nada, únicamente cobro cuando alguien la compra o la escucha. Parece algo sencillo. Pues no hay manera.

¿Cómo valoras artísticamente los últimos quince años? Tienes Cada uno es como es, Sin memoria… ¿Desiguales? ¿Cuándo notas que un disco no ha salido como esperabas, que te agotas? Si es que tú lo ves así, yo te lo digo desde afuera.

Eso lo ves. Pierdes frescura, ganas oficio… las canciones no se te escapan, las haces, mientras que antes era más espontáneo, se te ocurría una cosa y la hacías. Eso se va perdiendo. Dentro de todos esos discos hay algunos más estimables, como El hijo del ferroviario.

Y hay canciones individuales extraordinarias, como «Sin memoria», «Eres una isla» o «Me gusta saber de ti».

Vaudí ha hecho una versión extraordinaria.

La he escuchado. Y antes que tú.

Es una maravilla. Pero son canciones sueltas. Y yo creo que pasa en todos los discos. En Soy un corazón tendido al sol había cinco o seis canciones que estaban muy bien y las otras seis eran canciones del montón. Otra cosa es que soy consciente del desgaste de los materiales. Yo me gasto, pero la gente también se gasta de escucharme, los medios se gastan de ocuparse de mí y soy como un florero que no saben dónde poner. Me respetan, pero no hay ni dios que ponga en la radio una canción nueva que haya escrito yo. Y eso ya es para siempre. De esto hace ya muchos años que me di cuenta. En el momento en que ves que las cosas no entran y que haces canciones tan notables como «La madre», por ejemplo, y…

«La madre» aún entró.

Fue de las últimas, y te estoy hablando de 1987.

Pero aún tienes canciones: «Donde da la vuelta el aire» o «Cómo voy a olvidarme».

Sí, como dices, incluso en el último disco, «No hay nada mejor que escribir una canción», hay canciones que me gustan.

Lo que no te ha dejado de preocupar en cada uno de los discos son determinados temas sociales. Y la situación actual está para canciones…

Claro, lo que pasa es que me pilla sin hacer canciones. He escrito algunas cosas para Ay, Carmela y comedia musical, pero no tengo ningún disco a la vista con canciones nuevas. Y es que hacer un disco ahora es como tirarlo al mar, y me da una pereza… Por un lado tengo ganas de hacer canciones, y de hecho me pongo de vez en cuando, pero por otro lado, editarlas es algo tan esforzado y tan inútil al mismo tiempo… Pero en algún momento me pondré y espero que me sigan saliendo cosas.

Canciones tuyas hablaban de temas que parecían ya superados, como «Sara», sobre el aborto, y que han vuelto. ¿Cómo te sientes en esta España de la crisis, tras Aznar, Zapatero…?

Estamos achicharrados. Es una sensación de déjà vu, de algo muy polvoriento, te preguntas de dónde sale esta gente. Creí que España ya no era así.

Lo del ministro del Interior y la mano de Santa Teresa…

Por un momento hemos vivido la ficción de que estábamos viviendo en otro país, y este otro país estaba ahí, con toda su caspa. Mientras no se ha podido mover no se ha movido, pero ahora que puede hacerlo se mueve con todas las consecuencias. Una de las canciones que voy a cantar con El Gran Wyoming en el concierto de cincuenta aniversario que haré en septiembre en Oviedo, Cincuenta años no es nada, es «Déjame en paz», una canción de 1982. Doy un repaso al repertorio y podemos rescatar fácilmente veinte o treinta canciones que son perfectamente actuales.

¿Qué es lo que más te toca las narices?

Todo en general: el desfonde que tiene la gente, la masacre que están haciendo… En un momento de optimismo podemos pensar que esto se recupera, pero no, esto se va a la mierda. Hay unas cosas que ya han hecho y que no vuelven para atrás, como la precariedad en el trabajo. La destrucción de trabajo que han hecho está hecha premeditadamente, no tiene nada de improvisación, es ideología pura, y además dictada. Como no se puede devaluar la moneda hay que devaluar el trabajo. El trabajo ya está en la mierda, todos ganamos el 30%, 40% o 50% de lo que ganábamos y eso con suerte, porque la inmensidad de parados que hacen cola para encontrar un trabajo de lo que sea y pagado con lo que sea… acabarán pagando en especies. ¿Cómo le dices a un chaval que tiene un trabajo con un contrato de dos semanas que hay un problema sindical en la empresa y que salga a la calle con una pancarta?

¿Qué parte de culpa tenemos en la cultura de esa época, de la corrupción cultural? De lo que Muñoz Molina habla en Todo lo que era sólido, aunque en el texto él se aparta a sí mismo cuando estaba dentro del sistema. Fue director del Instituto Cervantes. Y repito: que no pasa nada, estabas allí y ya está.

Sí, hiciste bien tu trabajo y ya está. Lo que pasa es que en la cultura entran también los arquitectos con sus obras faraónicas, y en eso todos estamos de acuerdo. Pero lo han hecho unos señores que están votados por una gente y que en la elección siguiente les han vuelto a votar. Y se han hecho muchos disparates. Este país está lleno de auditorios. Hice una gira por Castilla-La Mancha hace dos años y es acojonante la cantidad de auditorios que hay en Castilla-La Mancha. Y extraordinarios, supongo que empeñándose todo el mundo: ayuntamiento, comunidad… y eso es lo que estamos pagando ahora. Pero bueno, es una obra que está ahí y que cuando se salga de esta va a servir para el futuro. Se han hecho cantidad de estupideces y barbaridades. Seguramente habría que hacer las cosas de una manera más controlada, igual que las autopistas. El ejemplo de Madrid es tremendo.

Esas autopistas sin un solo coche…

Pero no solo eso, sino que además tendrá que pagarlo el Estado. Si hay beneficios son para Acciona, Sacyr o no sé quién, pero si hay palmatoria lo pagamos todos. Eso es una barbaridad.

¿Cómo han sido estos cincuenta años?

Han sido la hostia.

Si se lo contamos al chaval de diecisiete años que llegó a Madrid…

Yo pensaba que venía a Madrid a cantar un poquitín, con un poco de suerte tener algo de éxito, ganar mis perrines, comprar un Haiga y volver a Mieres a poner una cafetería. Eso era el destino de los cantantes. Yo quería poner una cafetería al lado del ayuntamiento y ya está, porque la vida de los cantantes durante muchos años era esa: tener un pequeño negocio de lo que fuese en el pueblo, y una vida así jamás la pude soñar, tan larga y tan cojonuda. Con todos los altibajos, pero pasándolo bien y disfrutando mucho de este trabajo. Una suerte… no sé qué habré hecho bien en otra vida, pero ha sido un premio cojonudo.

Víctor Manuel para Jot Down 8

Fotografía: Guadalupe de la Vallina

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90 Comentarios

  1. «Lo de las bodas. No sé por qué piden que no se cobre en las bodas, porque se cobran los langostinos y las bebidas. ¿Por qué la música no? Es más, propongo que hagan las bodas sin música, que suba el padrino, lea un pasaje de El Quijote y se vayan todos a su puta casa, y no hay que bailar ni nada. ¿Para qué coño bailáis?»

    Como bien decía alguien en Twitter; si tuviéramos que pagar por cada vez que uso un mantel o un cuchillo, apañados vamos.

  2. LOlonnais

    Cuando los autores han dejado de entender el disco como un medio de publicitarse, – además obteniendo beneficios por esa publicidad, – han empezado los problemas. Internet y lo que ellos llaman pirateria, unipersonal – lo que cada uno hace en su casa sin intentar obtener beneficio – es solo mas publicidad, llega su musica a mas gente, y si, vale, no paga por ello, pero a los que nos gusta un disco nos lo compramos, ¡no hay dinero para todo! si pudiera comprar cada disco que me gusta… Los discos son medios para que luego los conciertos se llenen y ahi es donde el artista debe aglomerar a gente. Nunca los he oido quejarse de que sus conciertos se llenan de gente que ha pirateado su musica. Nuestros padres uno compraba el vinilo y se lo pasaba a casette a los amigos.. y no era todo un problema. Y esto sin llegar a los canones, por que yo, de estudiante y ahora de profesional, que grababa cds para mis trabajos, tambien creaciones artisticas, o cultura, nunca he percibido un duro de esos cánones. Creo que estos artistas que defienden tanto a la sgae ni se han parado a pensar en sus fans, ni se dan cuenta de que los pierden. Tiene que haber derechos de autor, pero no puedes condenar a un bar por publicitar tu musica, perseguirlo e intentar joder a todos allá por donde vas. Bueno, esta es mi opinion pero seguro que alguien la comparte.

    Me ha gustado la entrevista, pero creo que habeis elegido el titular más polémico y es el que me ha hecho comentar, esto le ha robado protagonismo a lo demás,

  3. Francisco Martín

    Cobrar por vicio o por oficio, he ahí el dilema.

  4. Lo de la madre que le compra a su hijo jaco de primera para matarlo de una vez -y sin avisarle de la pureza- es bastante infame

    «Con la prudencia que dá la locura
    buscó los datos, aclaró sus dudas.
    Cun un último esfuerzo, le compró la más pura
    y al mirarle a los ojos, se le borró entre bruma.»

    • Infame o no, está basado en un hecho real recogido por la prensa de entonces.

    • Pensemos antes de escribir, por favor

    • Por que tu no tienes in puta idea de la terrible realidad del mundo de la droga. Esa madre, viendo la constane degradacion de su hijo, que se encuentra en la ultima fase que un drogadicto pasa antes de que le le suceda lo irremediable, o sea, una sobredosis, y en un acto de puro amor, decide darle la ultima dosis para evitar que su hijo muera solo en cualquier esquina de una sucia calle, y que lo haga en compania de sus seres queridos. Es un acto de amor que solo una madre es capaz de realizar.

  5. Pingback: Víctor Manuel: "Hay gente que piensa que todo lo que es cultura tiene que ser gratis&quot

  6. Angel Sancho

    Este señor es un pesado.

    • Isobel Pantoha

      Deso nada, o es que no tacuerdas de aquella tan bonita que hacia asin:
      Solo pienso en ti… juntos de la mano se les ve por le jardiiiiiin… ¡No puede haber naide en este mundo tan feliiiiiz…! Solo pienso en ti…
      Tu si queres pesao!!!

  7. Igualito que la mayoría de los intelectuales que he conocido, tengan veinte que sesenta años: rojos por fuera y neoliberales por dentro. Lo triste es que se creen de verdad que son de izquierdas.

  8. No estoy seguro, pero creo que el artículo tiene una errata. El miembro de Los Sabandeños al que se debe referir Victor Manuel es Elfidio Alonso, que además fue durante muchos años su Líder (ahora retirado, aunque la formación sigue funcionando). Por si las moscas, he buscado y rebuscado en internet, pero no he visto a ningún Ciro Alonso. Por lo demás, una gran entrevista.

    Un saludo!

  9. Detesto la musica de Victor Manuel pero le doy toda la razón en el tema de los derechos de autor; el capitalismo digital se esta forrando gracias a expropiarse sin pagar un euro de la obra de los creadores y además han conseguido criminalizar a los artistas al igual que hizo el capitalismo con los obreros y con las colonías en pasadas revoluciones industriales

    • Hastaelgorro

      Amén.

    • Pues esta «artista» está cobrando su tasa de «derechos de autor» del canon que cobran en bares pubs y discotecas y sin que suenen sus canciones. Asi que, es igual de ladrón que los que tu señalas con el dedo

    • Los ricos también lloran

      Por favor Bernat, no insultes a los obreros. No hay nada más insoportable que un intelectual progre dándoselas de currela.

  10. Creí que era Cayo Lara por la foto de portada.

  11. Que aprendan estos izquierdosos de pacotilla de Serrat, que no dice ni mú, encastrado en su chalet mientras espera que amainen los temporales. ¡Nací en el Mediterráneooooooooo…! ¡Lalaralalara… lalaralaraaaá…!

  12. Joder, ya cansa explicar tantas veces la misma cantinela…Es curioso observar a los que pregonan el derecho a obtener gratuitamente (e ilegalmente) algo pero no valoran la opción de no adquirirlo. Eso si que es incoherencia…y pirateo, efectivamente.
    Las webs de descargas obtienen beneficios de la publicidad, y los locales en los que suena música dan un servicio añadido que deberían pagar, pues claro. Además, la cultura claro que está subvencionada. Lo demuestra el hecho de la cantidad de conciertos y exposiciones que puedes ver gratuitamente. Y a algunos, os recuerdo que existen las bibliotecas. Son unos lugares donde te prestan un libro gratuitamente.
    Entiendo que haya gente muy corta que no lo entienda. Entiendo que haya gente que no sabe lo que es la propiedad intelectual y los derechos de autor. Pero, caramba, ¡seguid robando y calláos de una puta vez!

    • Los ricos también lloran

      Sí, pero los langostinos te los cobran una vez, no te vuelven a cobrar cuando te repiten.

  13. Ahora soy de Franco. Ah, no, ahora soy comunista. Ah, no, que ahora soy del PSOE. Ah, no, que también soy capitalista. Ah, no, que soy de UPyD. Toco los huevos. Ah, no, que ahora anuncio un banco…

  14. Interesante. Gracias.

  15. Cambiando ligeramente la frase que encabeza la entrevista nos quedarían reflexiones con las que personas de otra cuerda ideológica podemos coincidir al cien por cien:

    «Hay gente que piensa que todo lo que es cultura (puede cambiarse la palabra cultura por otras como educación universitaria, vivienda, incluso una renta básica por simplemente estar vivo) tiene que ser gratis, y el enemigo es el liberal que no quiere que le esquilmen a impuestos»

    Tanto derecho tiene Víctor Manuel a vivir de su trabajo como cualquiera de nosotros a vivir por nosotros mismos sin que el Estado nos esquilme para «regalar» becas, ayudas y subvenciones a cambio de votos agradecidos. Hay muchos modos de robar y piratear el trabajo ajeno. Y están justificados por la izquierda como el colmo de la «justicia social». En este mundo nada es gratis. Pero, claro, cuando lo que tocan es el propio bolsillo ya se ven las cosas de una manera distinta.

  16. Bueno, vaya nivelón de comentarios. Os tocan el bitTorrent y os ponéis todas muy locas.

  17. Confucio

    Lo mejor de la entrevista al acuñador de la memorable frase «soy comunista pero no gilipollas»:
    a) cuando confunde a Dios con Papá Noel, como taaaantos otros.
    b) cuando confiesa lo del proyecto de película sobre Butragueño. Tremebundo.

  18. La entrevista me parece malísima. No es capaz de sacar matices ni contradicciones ni faltas al entrevistado.
    Y eso que estoy de acuerdo en muchas cosas en él. Mismamente en el tema de los derechos de autor. Pero la pregunta obligada es si todo esa defensa justifica la creación de una estructura mafiosa dirigida por gente de la catadura de Teddy y sus secuaces. Gente contra la que ya hay acusaciones firmes con cifras, datos y papeles.

  19. Solemos vivir en nuestras burbujas, algunos en castillos de marfil. Y nuestro acceso a otras realidades nos la dan los medios de comunicación.

    En España se vive una situación regresiva donde el paro y la precariedad laboral, así como la bajada de sueldos que el mismo Victor Manuel subraya como calamitosa, han empobrecido a las familias y a las personas.

    Los artistas y quizás aún más los que se denominan de izquierdas deberían pararse a pensar cuando demonizan a los usuarios de las descargas ilegales. Porque son mayoritariamente esos mismos que están en paro, o en situaciones de precariedad laboral o a los que les han esquilmado un tanto por ciento de su salario.

    Esta claro que habrá un cultivo de personas que mantengan la defensa de que la cultura debe ser gratuita y que no les da la gana pagar por ella. Pero también tenemos que empezar a entender que debido a un aumento del nivel cultural medio, el ciudadano requiere o demanda más cultura de lo que se puede en realidad permitir, con los precios actuales del mercado.

    Si el sistema se pusiera rígido con las descargas ilegales resultaría, por ejemplo, que en el ámbito audiovisual las clases menos favorecidas económicamente se verían abocadas a la televisión, nutrida mayormente por esos programas que precisamente los artistas de izquierda denostan por su vulgaridad y su embrutecimiento de la masa.

    Y quizás en vez de cargar tanto con el usuario de las descargas ilegales, que es una amalgama de personas con distinta situaciones a las que se les mete todas en el mismo saco, se le pone cara de monstruo y se pone el grito en el cielo por el advenimiento del diablo, quizás esos artistas, sobretodo si son de izquierda, podrían empezar a cuestionarse a las grandes corporaciones que sacan réditos con la presente situación, corporaciones de telecomunicaciones y contenidos. Pero claro, estas mismas son las que patrocinan sus conciertos a muchos de ellos, o los que controlan las discográficas o las que pagan para salir en un anuncio (que por cierto, si esas dotes se dividieran por euros a la hora trabajada, muchos artistas izquierdistas deberían incluso hasta sonrojarse)

    Y ya puestos, quizás también darle un tirón de orejas a una industria que prefiere demonizar a la que ulteriormente es su clientela que a renovarse para adaptarse a las necesidades de los usuarios.

    No sé, pero a mi siempre esto me parece una impostura. El señor Victor Manuel y los Alejandro Sanz y ecéteras, a veces parecen vivir en esos palacios de marifl, cabreándose desde la hamaca de la piscina tomando daikiris de lo perverso que es un padre de familia que tira pa alante con ochocientos euros y quiere escuchar su música. No digo yo que la rectitud fuera intentar cazar sus canciones en la radio, como antaño, para que ellos en vez de tener una piscina tuvieran siete… quién sabe…

    Azarosas reflexiones y perdonen el que lo lea si no están lo hilvanadas que deberían. Y por supuesto gracias a Jot Down no sólo por su calidad, sino por ser ejemplo de que sí se puede. Ojalá perduréis (aunque este lector agradecería un poco de la mala leche y la crítica que ejercéis en otras secciones aquí en las entrevistas… aunque claro, entiendo que así muy pocos entrevistados accederían)

    • Hastaelgorro

      Pregunta: ¿Tú trabajarías gratis? No ¿Por qué quieres, entonces, el mismo castigo para los demás? Pregunta. Si tanto desprecias a estos artistas, ¿qué te importa que pretendan cobrar por su trabajo? Sencillamente, ignóralos y punto. Consume solo productos bajo licencia creative commons que, al fin y al cabo, son aquellos que éticamente se ajustan a tus criterios. ¿Qué puede aportar culturalmente, según tú lógica, a esta sociedad, un artista con tan bajos propósitos morales? Y si aporta tan poco, ¿qué importa que cobren o no? ¿Por qué es tan importante? O sea que, según tú, las descargas fraudulentas que tumban la industria cultural hay que consentirlas porque la gente está en paro. ¡Toma castaña! ¿Y no harías mejor afiliándote a un sindicato o partido político o a cualquiera de las cientos de organizaciones sociales que se empeñan en cambiar esta situación, o mejor, montar la tuya propia y empiezas a pelear (de verdad) en este sentido? ¿Por qué, en lugar de poner tanto esfuerzo por defender una causa tan absurda como las descargas, no sales a la calle y empiezas a guerrear de verdad, con toda tu alma, para mejorar las terribles condiciones de la enseñanza que, esta sí, es la verdadera base de una sociedad más culta, y no descargarse libros o discos de música o series de televisión? ¿Por qué no empiezas a pelear por revertir la actual estructura de clases en vez de cabrearte porque la gente no pueda tener televisión de pago? Eso sí sería solución, para lo uno y para lo otro. Por cierto, ¿de dónde sacas que el nivel cultural medio de este país ha aumentado? Con respecto, ¿a cuándo? ¿A la Edad media? ¿Hablas del Paleolítico? ¿Desde la Transición? ¿O tienes como referencia el día en que tú naciste? Porque todos los indices (y la experiencia) nos dicen lo contrario. Y otra cosa. ¿Quién te dice a ti que los artistas no se cuestionen lo que hacen las grandes corporaciones? El problema es que ellos tienen que pelear desde dentro del sistema. Luchando cada día por sus derechos, con sus asociaciones y en sus contratos, como cualquier trabajador. ¿Qué haces tú contra esas corporaciones? ¿Descargar discos? ¿Eso es todo? ¿Crees que las discográficas o editoriales independientes, no están también pagando el pato? Pues yo te diría que, más bien al revés, son éstas últimas las que salen perdiendo con esto y no los grandes grupos.
      ¡Venga va! Si quieres revelarte de verdad, sigue estos sencillos pasos:1. desconecta tu ordenador de la red, 2. llama a tu proveedor de telefonía 3. deja de pagar tu ADSL. 4. convence a cuantos puedas de que hagan lo mismo que tú. ¡Eso es la revolución! Pero, ¿a qué no tienes huevos?

      • Los ricos también lloran

        Me ha enternecido la situación tan dramática que describes, pobrecitos…. y pobrecito tú.

        • Señor Hastaelgorro, entiendo que mi discurso haya podido orientarle hasta esas conclusiones que usted pone en mi boca. Pero no son exactamente esas. Y aunque le pudiera parecer mentira, no en todo estaríamos en desacuerdo. Por ejemplo en el tema de la educación.

          Lo único que intento señalar es que me parece un poco bobo que por un lado un artista se lleve las manos a la cabeza con la situación social y económica actual y que por otro lado se queje que no le paguen sus discos, porque nos guste más o menos o especificando te guste a ti más o menos no todos los que descargan contenido son unos desalmados que quieren arruinar una industria y que con ello van a desencadenar el apocalipsis (y por cierto, el que esté libre de pecado que tire la primera piedra).

          No se tú, pero a mi no me ha supuesto tanto esfuerzo escribir esas reflexiones no sé si a ti te ha llevado mucho replicarlas. A mi lo que me interesa del asunto es, como siempre, el poder, y la distribución de este. En este caso, en lo que atañe a las industrias culturales y del entretenimiento. Un tema en el que el fenómeno de las descargas ilegales son solo uno más de los ingredientes de este excitante evento histórico concernientes a la novedad de que los contenidos son -con sus más y sus menos- de libre acceso (regular o irregularmente, legal o ilegalmente, es decir, entendiendo libre no como legítimo sino como la -casi- ausencia de obstáculos)

          Y me parecen pueriles actitudes que demonizan y condenan y que no son capaces de ver más allá de sus narices (desde el ámbito que procedan) Ni digo que Victor Manuel haya tenido esa actitud, estoy por seguro de que si el entrevistador o si se hubiese terciado y o que meramente la entrevista hubiera girado sobre ese eje, seguramente hubiera expuesto una opinión mucho más formada. Yo, humildemente, quería señalar esa contradicción que percibo suelen caer muchos artistas (repito, mayormente a los que les ponen etiqueta de izquierda, o a los que se las ponen ellos mismos) especialmente en la situación actual, que podíamos caricaturizar de la siguiente manera: «Soy de izquierdas, hay que mal esta el mundo, pobrecita la gente, que malos son los gobiernos y las multinacionales, pero ojo ni se te ocurra oír mi disco sin pasar por caja, que tengo que terminar de pagar mi segundo chalet en Altea».

          Obviamente, como bien señalas, no todos los artistas son iguales, no todos tienen las mismas actitudes, los habrá críticos, plegados al sistema etc, como que cada uno es hijo de su padre y de su madre. Vuelvo a decir, quería señalar solamente una actitud que me parece un poco informal, incluso cainita, por parte de algunos de ellos.

          En cuanto a lo del nivel cultura medio, eso sería un tema largamente discutible y para ponernos de acuerdo deberíamos primero debatir las reglas del juego. Depende que valores y parámetros utilices para juzgarlo. Ahora con el azote que vivimos no lo tengo claro, pero si tomáramos (ojo que uso el condicional) como un buen signo del nivel cultural el número en bruto de licenciados o ciudadanos que hayan accedido a la educación superior, creo que en los últimos veinte años España ha alcanzado su tope histórico… y supongo que podríamos empezar a contar desde que los homo antecesor estaba buscandos palmitos por Atapuerca -fuera o no fuera esto España-; pero claro atendiendo a la pista de su último párrafo, eso de desconectarse y arrancar los cables de la ADSL, quizás para usted ese periodo histórico fue el cenit en nuestro nivel cultural y educativo.

          Perdóneme las ironías, es mi natural defensa a lo que me ha parecido cierto aire furibundo en su respuesta. Y ya que has enarbolado el problema de la educación, no sé si estarás de acuerdo pero yo creo que es mucho más efectivo y fecundo el debate y el aclarado de ideas que el ataque a degüello, que es precisamente lo que nos aboca a un eterno diálogo de sordos.

          En cuanto a «los ricos también lloran» sí que sí, se me ha ido un poco la mano… Encajo tu breve respuesta sardónica. Pero la situación que describo sí que es dramática y por supuesto lo menos importante es poder ver una película o oír un disco (y en eso he pecado un poco de demagogo, no te digo yo que no)

          • Los ricos también lloran

            Señor Calvanki, no me refería a usted, sino al comentario de Hastaelgorro. Sus dos comentarios me han parecido de lo más interesantes y no creo que se le haya ido la mano. Mi ironía sobre la pobreza estaba referida a lo que usted describe como «el segundo chalet de Altea». Un saludo.

          • Hastaelgorro

            Sr. Clavanki., aprecio sus puntualizaciones y paso a responderlas lo más claramente que pueda.

            1. Efectivamente. Quizá el problema es que usted no ha dedicado demasiado tiempo a redactar sus reflexiones (y no se tome esto a mal, lo dice usted). De ahí que éstas sean tan superficiales y le lleven a conclusiones igualmente pueriles (no se enfade aún; pueril: fútil, trivial, infundado). Por eso el tono furibundo que me reprocha y que exhibo porque, quizá, empiece a estar ya hasta las narices de cómo se aborda este asunto. No es tanto el tiempo que haya dedicado a redactar esas líneas (supongo que, como yo, tendrá otras muchas cosas que hacer, eso lo entiende cualquiera), como el tiempo que, me temo, ha empleado en meditar y poner en cuestión el tema que nos ocupa y que, por lo que aprecio, tampoco ha sido mucho.

            2. No veo por ningún lado la contradicción que supone para usted que un artista lamente, por un lado, la actual situación económica o política por la que atraviesa nuestro país y luego pida que se le pague por su trabajo. Como si lo segundo, parece ser, no pudiera hacerle sensible a lo primero. Un argumento incomprensible. Es como si un fontanero o un albañil tampoco pudiera quejarse de la crisis después de pasarle la factura para cobrarle una chapuza. No tiene lógica, ¿verdad? Y eso que, le puedo asegurar, hay fontaneros, albañiles, electricistas o dependientes de paquetería que pueden llegar a ser tan usureros como el peor de los artistas que usted tanto detesta, se lo digo yo (que aquí listos hay en todos los sectores). Pero, ¿qué hacemos? ¿No les pagamos tampoco? Claro que no. Primero, desde luego, porque la ley les ampara (y bien que hace; a los artistas, no). Y segundo porque usted entenderá que la guerra se libra en otro sitio. Para eso, por ejemplo, están las asociaciones de consumidores. A través de ellas se pelea contra los abusos que intenta imponer el sistema. Pero a nadie se le ocurre decir que no pague lo que debe (aunque la asociación que hace usted, me temo, es otra, según la cual el albañil o el fontanero pertenecerían a clases sociales distintas y de ahí que, por ese mero hecho, o por vergüenza, a ellos les concedería usted un derecho que a los músicos les niega).

            3. Pero es que el problema, para usted, reside en que el artista en cuestión (Víctor Manuel o quien sea) es de “izquierdas”, porque si fuera de derechas, se ve, tendríamos que aguantarle el supuesto desplante. O peor, que por el hecho de ser de izquierdas no puede o no debe, según usted, exigirle retribución alguna por la tarea que hace. En fin. Me resulta incomprensible (y no solo lo señalo por usted) que a estas alturas de la película todavía estemos en estas. Como bien dice en su texto, el problema es que recurre usted a una caricatura. Pero ¡ay! Es que las caricaturas las carga el diablo y, al final, lo que parece una mera simplificación para aligerar un debate, se convierte en argumento que pasa de mano en mano y ya la tenemos liada. Si eres artista y eres de izquierdas, nene ¡de qué cojones te quejas! ¡No querrás, encima, vivir de lo tuyo! Pues no. Modestamente: me importa un rábano cuánto gane o cuántas casas tenga el sr. Víctor Manuel (no sé por qué a usted le altera tanto este asunto, sobre todo cuando, además, no tiene ni la menor idea de ello, solo lo supone). No me va en ello mi malestar o bienestar económico (y si lo piensa, el suyo tampoco). Lo que me importa, si acaso, es si sus canciones son buenas o malas. A estas alturas, y a menos que se demuestre lo contrario, no creo que sea este señor responsable de la caída de la capacidad adquisitiva del ciudadano medio. ¿O sí? Aprovecho este punto para señalar también la ligereza con la que algunos hablan por aquí de ciertos personajes públicos. Pero es que acaso ¿no se ha parado a pensar ninguno de los comentaristas lo que ha significado la obra de gente como este hombre o la de Serrat (Serrat, ¡joder!, por aquí se habla ya de Serrat ¡como si se hablara de Julio Iglesias, Shakira, Madonna o Lady Gaga!) para la cultura y la conciencia política de este país? Sí, repito, la CONCIENCIA POLÍTICA, esa que usted dice tener y por la que, ansiosamente, aún está esperando la sociedad a que se mueva. ¿Que a Víctor Manuel le ha ido muy bien con lo suyo? Oiga, pues me alegro. Coño, ¡ni que fuera Emilio Botín! ¡O Rodrigo Rato! Si habláramos de los David Bisbal o Miguel Bosé, aún. Pero ni por esas, porque entonces el debate se centraría en si existe una industria que prima tan bajo talento por encima de la verdadera creatividad. Y del papel y la parte de culpa que tiene el público en este asunto (que también tiene, ¿verdad?) Pero ese es otro cantar. Nada que ver con las descargas.

            4. No creo que apoyar una cultura anti descargas sea llamar a nadie desalmado (no hay en toda las respuestas de la entrevista una alusión a ello, ni yo he dicho nada parecido). Aunque claro, hay ciertas acciones que acarrean ciertas consecuencias. Y, bueno, si el hecho de que alguien se lo reproche usted lo interpreta como una agresión personal o un insulto, no es problema mío ni de Víctor Manuel. Ciertamente me parece una reacción infantil. Es como si usted hubiera entrado a robar a mi casa y yo le denuncio a la policía. A resultas de su acción, a usted le meten en la cárcel, lo cual, claro, no le viene bien, pero usted me reprocha haberlo denunciado porque, según usted, yo le tengo manía. Pues bueno. Y que conste que con el ejemplo no pretendo llamarle ladrón (no se altere). Lo que pretendo señalar es que cuando a uno le afean una incorrección, lo más sencillo es denunciar al denunciante por el simple hecho de tratar de defender sus derechos, en vez de rectificar o analizar los motivos por los que se cometió aquella falta. Una actitud mediocre, ¿no le parece? Propia de aquellos a quienes no les respaldan razones de mayor peso.

            5. Habla usted de niveles culturales y alude para justificarlo a la cantidad de licenciados universitarios que hay en este país, como si eso fuera garantía de algo (como el país está en la cima, ¿verdad?). Dos cosas al respecto. Primero. No sé qué experiencia tendrá usted, pero yo le aseguro que un certificado expedido por el Ministerio de Educación no da como resultado, per se, un individuo tan preparado como supone (¿a que cuando ha leído Ministerio de Educación han empezado ya a temblarle las piernas y a devaluar un par de grados el precio de su título académico?). Conozco licenciados en filosofía que son unos auténticos lerdos (aunque de esto no tiene culpa Aristóteles, ¿cierto?; por si acaso) con la misma capacidad de raciocinio que una ameba. También pasa lo mismo en las ciencias. Pero parece que, según su criterio, esta gente tan inteligente, por el hecho mismo de serlo, está tan ávida de cultura (¿o hablamos de entretenimiento?) que hay que otorgársela porque sí. Segundo. Evita usted precisamente lo más importante cuando se niega a debatir sobre qué entendemos por cultura. Pero, hombre. ¡Si ese es el meollo! De ahí que le hable yo, por ejemplo, de desconectarse al ADSL. A ver si me sigue el razonamiento. Se habla de acceso a la información. Pero cuando se trata de las descargas, ¿a qué información nos referimos exactamente? ¿A tener acceso a la última edición comentada de El Quijote o un estudio académico sobre la influencia en los índices de bienestar social de la ultima reforma de la Constitución o hablamos, quizá, de descargarnos lo último de Pérez Reverte y el última temporada de Juego de Tronos (o de True Detective, que me da lo mismo)? Sea usted honesto conmigo. Se apela a hacer la revolución por vía de una sociedad mejor informada, pero no sé que tiene esto que ver con descargarme lo último de tal o cual cantante o la última película de la cartelera. ¡Por favor! ¿Y no será ésta, digo yo, la demanda de una sociedad con un espíritu conformista y, más bien, pequeño burgués, que quiere tener a su disposición una cantidad ilimitada de objetos de consumo? Padecemos los precios de acceso a la red más altos de Europa, dicen, pero ¿hasta qué punto está dispuesto el consumidor a sacrificarse para hacer algo al respecto? Yo diría que nada. Cuando nos pasan la factura de telefónica, pagamos religiosamente y se acabó, porque si no nos la cortan y eso, ¡ay!, ¿quién está dispuesto a soportarlo? Eso sí, si nos piden que paguemos por la música que consumimos, diremos: ¡NO!, que ya me sablea bastante mi suministrador de fibra óptica. ¡Manda huevos! Esta revolución se atasca a las puertas de lo que esta tecnología nos permite y mientras la ley no se interponga. Pero no va más allá. Tradicionalmente las revoluciones se han llevado a cabo vía grandes sacrificios. No se habría conseguido el fin del apartheid si no hubiera muerto mucha gente (perder la vida), no se habría conseguido el fin del servicio militar obligatorio si no hubiera sido por el sacrifico de los objetores de conciencia, que se negaban a hacerlo y, por ello, acababan en la cárcel (perder la libertad). Pero, dígame, ¿qué sacrifica este nuevo activista informático (salvo Snowden y cuatro más, claro, esos se la juegan de verdad, pero no es este su caso, ¿a qué no?)? Nada. Y eso que aquí no se pide tanto. Lo único que usted quiere es que papá no le quite el juguete que se ha encontrado en la escalera (porque se lo ha encontrado, no lo olvide). Solo que el juguete no era suyo. Era del vecino de al lado. P.D: no descarto que el hombre de Atapuerca fuera más inteligente o sabio que el contemporáneo, ese que llaman sapiens sapines con tanta ligereza viendo los ejemplos que cunden por aquí. Como ve, yo también puedo ser tan mordaz como me proponga.

            6. A usted no le interesa el problema del poder de las distribuidoras, porque si fuera así las atacaría a ellas con el poder que posee como consumidor, es decir, no consumiendo los productos que estas venden y convenciendo a otros para que hagan lo mismo y, de esta forma. romper la cadena. Con su propuesta, sin embargo, al único que jode es al que está al final de la cola, es decir, al creador, que si antes lo tenía difícil, ahora lo tiene peor. El poder siempre encuentra vías para seguir ejerciendo su extorsión (vuelvo al ejemplo de las compañías de telefonía; ¡REVÉLESE, COÑO!). Siento desilusionarle, pero me temo que su brillante estrategia no sirve de mucho. Ya le he dicho antes que también está jodiendo a los productores independientes, que si antes tenían pocas vías para sacar adelante sus productos, ahora lo tiene infinitamente más complicado. Pero usted no contesta a eso. Porque no puede. Porque a usted solo le interesa lo que le interesa. Acceder gratis a unos productos cuya autoría, por otro lado, desprecia. Paradojas.

            7. Los contenidos no SON de libre acceso. ESTÁN al acceso de cualquiera A PESAR de los creadores, porque parece ser que nadie puede hacer nada por impedirlo, cosa que, como usted mismo sabrá distinguir, es algo muy diferente. Ya le he dicho que si tanto le molesta que le pidan dinero por la cultura que consume, lo tiene muy fácil. Restrinja sus gustos a aquello que VOLUNTARIAMENTE ha sido expuesto gratuitamente en la red por su autor. Se ahorrará, y ahorrará a otros, muchos dolores de cabeza (no repetiré el argumento, vea la nota anterior) Pero no, usted no quiere eso, ¿a que no?

            8. Por último le haré otra reflexión. ¿Por qué cuando se habla de las descargas se alude como perjudicados solo a las compañías productoras y a los artistas de renombre? ¿Porque son las caras más reconocibles de la industria? ¿Y qué pasa, digo yo, con los músicos de estudio, por ejemplo, que también (y lo digo con conocimiento de causa) han visto restringidísimo su acceso a un trabajo que necesitaban, con los técnicos de los estudios (no tiene idea de cuántos técnicos de sonido están ahora en paro), y los oficinistas, transportistas, distribuidores, agentes, dependientes, propietarios de librerías y tiendas de discos (que ya no existen), y en el cine, guionistas, responsables de vestuario, atrezzo, iluminadores, electricistas (que también viven de esto) y hasta el chico o la chica de la taquilla (aunque cobren una mierda, eso ya lo sé, pero ese es otro problema). Esos, amigo mío, también se están quedado sin trabajo en este país. Y sí, también esto es responsabilidad suya. Si lo que quiere es pelear por sus condiciones laborales, bienvenido sea. Ya le avisaré cuando se convoque la próxima manifestación. Pero, no. Usted no acudirá. Nota: Pero vamos a ver, señores míos. Pero ¿es que aquí no entiende nadie que la industria audiovisual, por ejemplo, ha sido completamente desmantelada y encima se quiere sustituir por una producción llamada autogestionada (es decir, presupuestos de risa y sin que cobre nadie) con unos infimísimos canales de distribución? Mientras la mayoría de los ciudadanos hacemos el ganso con las redes sociales se sabe que se está preparando un acuerdo de libre comercio entre Europa y Estados Unidos que acabará con la excepcionalidad cultural y dejará en propiedad de las majors el cine, no solo español, ¡sino Europeo! Ahora dime, amigo Clavanki, ¿de qué cambios me está usted hablando?

            9. Finalmente decirle que no sé a qué se refiere usted cuando dice eso de que “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.” No será por mi. ¿O se refiere usted, quizá, a su sentimiento de culpa, aquel que usted pretende lavar en la culpa de los demás? (como todos lo hacen, pues yo también). Le diré que compro mis libros en tiendas, pago mis discos igualmente, paso por taquilla cuando veo una película y, aunque le parezca extraño, alquilo mis películas en DVD. No le negaré que, de vez en cuando, no me pase alguien alguna cosa, porque hoy en día es imposible escapar absolutamente de esto (es como vivir en una ciudad y pretender no respirar su contaminación). Conozco algunas páginas de streaming, pero no tengo ni pajolera idea de cómo funcionan los famosos P2P. Ni me importa. A usted le parecerá raro, pero pago religiosamente el 99% de la cultura que consumo. Y a lo que no puedo acceder, sencillamente me aguanto. Tengo de sobra. A esto se le llama, señor mío, compromiso. ¿Y compromiso con qué?, se preguntará usted. Pues con los artistas cuya obra aprecio (músicos, cineastas, escritores) que tantas y tantas horas me han proporcionado de placer y reflexión sobre el mundo y la vida y con los que me siento obligado. Y a mi pequeño librero, que pelea contra las ventajas de los grandes centros comerciales y hasta con Amazon. Y a esos multicines pequeños que hay en mi ciudad y que pasan películas independientes y en versión original y se las ven putas para sobrevivir cada temporada (eso, amigo mío, es luchar contra las multinacionales, no lo que usted propone; las multinacionales saben muy bien cómo hacer su negocio pasando por encima de usted, aunque no se lo crea) Pero me parece que usted no sabe de qué le estoy hablando.

            10. Ah! Y por cierto. No compartir sus “opiniones” no significa que uno no vea más allá de sus narices. Es, sencillamente… ¡no compartir sus opiniones! Nada más. Por la misma regla de tres, yo podría decirle lo mismo.

            P.D.: Dos favores le pido si va a contestar a este texto. Uno. No me diga que no se le pueden poner puertas al campo, porque al campo hace demasiados siglos que le pusimos esas puertas. Y dos. No me venga tampoco con el cuento de que quien descarga no compraría igualmente los productos de los que se apropia. Si fuera así, las ventas de discos no se abrían desplomado pues, en buena lógica, los consumidores que sí pagan por ellos seguirían haciéndolo en igual número, lo cual, como usted sabe, no es cierto.

            Un cordial saludo.

            • semianonimo

              Yo en los ultimos dos años he pirateado más libros «tecnicos» que ficción de cualquier clase. Si cada vez que necesito algo de Springer tuviera que pagar 100-200€ simplemente no podria continuar mi formación.

              Por supuesto no es lo comun. En el pasado he descargado cientos de peliculas. Y aunque activamente pongo dinero en cosas que podria coger gratuitamente intento pagar entradas para conciertos, teatro, estrenos y crowdfundings varios.

              Y aqui viene el gran interrogante de todo ello, que es porque razon cosas como la formula de la viagra o un nuevo metodo para producir titanio expiran en cosa de veinte años y a dia de hoy tengo que pagar derechos por una copia de «El hombre elefante». Un artista hoy no puede hacer una obra basada en el universo de Star Wars o El Padrino de manera abierta y sacar dinero con ello. Me parece inmoral y contraproducente para el sector.

              Por no hablar que se considera que la literatura, audiovisual y demás no es tan «necesaria» para el avance de la sociedad como la ingenieria o medicina, pero no voy a entrar a discutir eso.

              • Semianónimo, ¿no crees que en el fondo está el debate si se debe considerar la cultura un «merit goods» bajo el concepto de R.Musgrave? Es decir, que la cultura como la sanidad, la educación, y otros es un bien esencial que se le debería facilitar el acceso a todo miembro de la comunidad (que no es lo mismo que gratis)

                Concretar si la cultura merecería ser un bien esencial, definir qué es cultura y que no (si desgajarla del entretenimiento, ¿es lo mismo algo de Springer, una obra de Calderón, lo último de Ken Follet, o la final de la Champions league?) y en caso de que se le concediese ese rango, activar los mecanismos para hacer de ella un bien accesible para todos en condiciones igualitarias es la madre del cordero.

                Pensando que otros bienes esenciales y reconocidos como el acceso a la comida están muy lejos de completarse en el mundo, todavía hay mucho debate que discutir.

            • Hola de nuevo señor Hastaelgorro.

              He leído atentamente sus palabras.

              A mi en la vida siempre me produce cierta perplejidad, a veces hasta me confunde, encontrarme con gente que tenga unas opiniones tan tajantes y formadas.

              Yo no tengo su claridad de ideas, me temo. A grandes rasgos creo que la humanidad en su conjunto afronta grandes retos, y que en las décadas venideras los desafíos que vamos a tener que afrontar son el marco donde nos vamos a jugar nuestra propia supervivencia. Hay un libro muy pesimista «Our Final Century: Will the Human Race Survive the Twenty- First Century?» de Martin Rees que ayuda a alcanzar una perspectiva más profunda de tema.

              Y es eso en lo que yo ando, en encontrar respuestas, que me sirvan para abrigar nuevas preguntas, relacionarme con personas con las mismas inquietudes e ir desgranando poco a poco las amenazas que se ciernen sobre nosotros. Y encontrar los medios de actuación que mi vida me permitan, a pesar de las numerosas contradicciones que cometo por el hecho de las dificultades de conjugar mi ideología con mi modo de vida (me refiero a aquello que usted comenta de respirar el aire contaminado de las ciudades, espero que a buen entendedor pocas palabras basten)

              Las descargas ilegales, como ya le dije, yo las entiendo como uno más de los miles de campos de batalla, dentro de la importancia capital que la revolución digital ha supuesto para la humanidad y supondrá. Ya veremos donde esto acaba.

              Y ahí ando yo intentando entender el asunto, y quise comentar lo que ya le dije y creo que usted entendió que me parecía una posición filibustera. El señor «los ricos también lloran» lo condensa muy bien ahí un poco más abajo en otra contestación a otro comentario, supongo que la habrá leído.

              Y le reitero, no tengo su claridad de ideas. Confronto, dialogo, intento aprender y poco a poco voy alcanzando una opinión propia que siempre entiendo como provisional. Estoy abierto a que me transformen y en su largo escrito he anotado muchas ideas que complementan las mías y muchas otras que no comparto con las que discutiría. Ha sido un poco tedioso tener que rescatarlas de la dosis de enojo, preguntas retóricas, presuposiciones y ataques con los que usted adorna sus palabras.

              Nunca le recriminé sus opiniones, y si así se entendió de nuevo me disculpo. Le recrimino su actitud.

              Porque más allá de Victor Manuel, la Sgae, los torrents y todo lo que estábamos debatiendo, ya le comenté que a mi lo que me parece perder el tiempo son los diálogos de sordos.

              Mea culpa también, quizás no calibré en su justa medida el apelativo que usa. «Hastaelgorro». Yo no estoy hasta el gorro y me encantaría discutir con usted nuestros desacuerdos y afinidades. Pero yo me siento derrotado, porque tengo la sensación de que me chocaría contra un muro sin contemplaciones y al final me quedaría ese regusto amargo de haber invertido, esta vez sí, tiempo y saliva y dolor en las yemas de los dedos para que usted nos e moviera ni un ápice de su posición. Y no es que mi intención sea la de cambiar la suya, la mía es la de aprender, la de llegar a acuerdos, la de alumbrar luz en el bosque y de las pocas cosas a las que he alcanzado plena convicción, que esa sinergia no se puede dar cuando una de las partes tiene una oponión monolita y cree tener respuestas a todas las preguntas (no digo que esa sea su postura, digo que lo parece, y para ser más específico, que me lo parece a mí)

              Disfrute de su triunfo, si entiende como victoria esta derrota. Y de veras espero que encuentre la manera de no estar hasta el gorro.

  20. Lo del abuelo Victor con el raca raca sgae y su nada que contar, baja el nivel, pero lo del entrevistador con ese compadreo entre «paisanos» asturianos,cargado de hostias,tócame los güevos, te jode qué?… resulta patético, hasta la baba.

    Y no querido Victor, eso de «Dependo de poner una entrada a la venta y de que la gente venga a verme», es la teoría pero no la realidad, no es usted , es el Ayuntamiento u organismo tipo sociedad de festejos, camarada y amigo, quien pone a la venta las entradas, tras haber firmado y cerrado conusted un contrato y un pago, a un precio que no cubriría su caché, y aún con el recinto lleno no cubre gastos, eso lo hacen el resto de ciudadanos a los que usted no les interesa nada, con sus impuestos que el Ayuntamiento se encarga de dedicar a cubrir el agujero contable de sus actuaciones, en nombre de la kultura, actuaciones cuasi funcionariales, hay Ayuntamientos «muy amigos» para los que lleva actuando dos veces al año, plaza toros verano, intimista teatro municipal en invierno, desde hace 30 años, igual hasta cobra jubilación…

  21. Hombre, si es victor manuel, aquel cantante que le dedicó una cancioncilla a Franco… y dice que es comunista…
    Comunista millonario, por cierto. ¿No dicen que los ricos son malos y explotan al pueblo? ¿Por qué no reparte sus riquezas entre los compañeros pobres, los del pueblo? ¿Por qué no aloja en su inmensa mansión a todos los desahuciados que pueda?

    • Pablo, usted conoce ese refrán del tocino y la velocidad?

    • Los ricos también lloran

      Que pesados los fachas con esta cantinela. Ahora resulta que ser de izquierdas o comunista consiste en ejercer la beneficencia nacional católica. Que no, que eso es cosa vuestra y se llama «ganarse el cielo». Ser comunista o de izquierdas es otra cosa, entre otras cosas considerar que la cultura sea un bien al que se pueda acceder independientemente de tu cuenta corriente, como la sanidad, el acceso a la justicia o la vivienda. Casi siempre, todo se reduce a tener la capacidad de conmoverse por el sufrimiento ajeno y en tener el convencimiento de que la desigualdad entre las personas no es natural, más bien naturalizada, un artificio humano fruto del acceso privilegiado (y originalmente violento) de unos pocos sobre bienes materiales y simbólicos, es decir, una injusticia. Y esto es lo que Víctor Manuel no entiende o no quiere ver, ya que considera que ser de izquierdas es cantar el abuelo Víctor en un mitin del PCE o levantar la ceja mientras, y sin ningún pudor, cobra a una pareja de currelas en una boda un impuesto sobre la «cultura» por bailar «Paquito el chocolatero». Este es el reproche y no la soplapollez que usted dice.

      • Algún día alguien me tendrá que explicar qué es un facha, sobre todo para saber si llegado el caso me debo dar por aludido (conozco el fascismo y el franquismo, el marxismo-leninista y el capitalismo, pero no creo que con el término «facha» usted se refiera a ninguna de las anteriores ideologías).
        Por cierto, con respecto a su segunda frase que relaciona socialismo y catolicismo (o más bien niega toda relación) le recomiendo la lectura de las obras de Kolakowski
        -«Vigencia y caducidad de las tradiciones cristianas» Buenos Aires, Amorrortu editores. 1972
        -«Las principales corrientes del marxismo», 3 volúmenes, Alianza. 1980

  22. Querido Victor:
    Entiendo que tú quieras vivir de la música, pero eso no significa que puedas hacerlo. Un ingeniero cobra por diseñar un puente, no cada vez que alguien lo cruza. El diseñador de una tipografía la cobra al hacerla, no cuando alguien la utiliza. Las canciones no son tomates. ¿Alguien piensa que si se pudiesen replicar los tomates como se hace con las canciones la gente permitiría que otros se murieran de hambre por tener que pagar al dueño del primer tomate?
    Los derechos de autor no son un bien universal sino algo adquirido, puesto por los gobiernos para proteger la cultura.

  23. Y Teddy Bautista, ¿llegó a pisar la cárcel? No lo sé, pero apuesto a que no. Lo de hacernos pagar una mordida cada vez que compramos un CD o un DVD por si acaso pirateamos ya es un robo con pitorreo y a lo que se ve los de la SGAE pueden robar aún más, y ya digo, que creo que de manera impune. En cuanto a lo de leer El Quijote en una boda, pues según Víctor Manuel habría que pagarlo también. De todos modos, nadie pondría un disco de Víctor Manuel en una boda. Si acaso, en un funeral. No conozco a Víctor Manuel pero, por lo demás, el personaje me gusta (y su señora mucho más, a ver cuándo le hacen una entrevista :) Me ha parecido que Edu Galán lo ha hecho bien.

  24. Miguelín

    de acuerdo al cien por cien con las formas y contenido de Calvanki

  25. Jack a roe

    Deberias sacar un disco en directo, Victor…

  26. Es mencionar derechos de autor, y se lía. Pero pensemos algunas cosas con calma:

    Si los derechos de autor son para pagar el trabajo del artista, ¿cómo puede ser que Paquito el Chocolatero sea la canción que más recauda en España cuando su autor murió en… 1946?

    ¿Cómo puede ser que un invento, que muchas veces requiere una inversión de dinero (no solo de tiempo) tenga derechos de autor por 20 años y una canción hasta la muerte más 80 años para tus herederos?

    Para terminar estas reflexiones, creo que el señor Víctor Manuel debería decidirse. Se puede ser cultura. O se puede ser industria. Pero si eres industria, no te indignes si no te dan ayudas a la cultura. El arte sale de dentro, no se hace por dinero.

    Yo creo que los derechos de autor están bien… pero con limitaciones. Los derechos de autores deberían terminar como muy tardísimo con la muerte del autor. La situación actual es la del Lazarillo de Tormes. Los autores, como el ciego, se indignan porque el lazarillo como las uvas de tres en tres. ¿Cómo lo saben? Porque ellos las comen de dos en dos y nadie les dice nada.

  27. Victor Manuel pertenece a una generación con un ínfimo nivel intelectual que conlleva un cacao ideológico de aúpa y termina con unas ganas locas de cobrar a toda costa para mantener los chalets, las chachas y los jardineros.

    Se ha dedicado toda su vida a fabricar churros (ni siquiera tomates) y se pega al que más éxito tiene para que le caigan las comisiones (porque por las suyas ya quedó muy claro hace tiempo que no hay un dios que pague) sin moverse del sillón.
    Es un tipo con una falta de empatía artística tan grande, que produce sonrojo que el entrevistador le siga la cuerda intentando reivindicar un cancionero que no hay por dónde cogerlo.

    • Exacto. Y no olvidemos a su señora, los dos son expertos en comprar derechos de autor de los que empiezan …. por cuatro perras. Luego cuando suena la flauta a la faltriquera.
      Menudo menda

      • El comentario de Ligarto está lleno de sarcasmo y es bastante gracioso, pero el que vende sus derechos de autor es porque así lo ha decidido. Ha obtenido dinero con ello.
        Manolo García se quejaba de que los de OT no le preguntaron si podían interpretar sus temas. Claro, se lo preguntaron a Sony, que era la propietaria. Lo que no dice Manolo, al que, por otra parte, admiro, es que recibió su buen dinerito.
        «los dos son expertos en comprar derechos de autor de los que empiezan» Claro, tronco, así funciona esto. Si considera que tienes potencial lo venderás caro, si no es así, será mas barato. Oferta y demanda. Pero la opción es tuya.
        Un supergrupo (dúo) como Daft Punk, han pasado de estos rollos siempre y son muy dueños de todo lo que hacen. Otros eligen otro camino y se comprometen mediante un contrato. No sé que tiene de malo…

  28. Yo creo que lo que está en discusión no es tanto si un autor debe cobrar por una creación (todos estaríamos posiblemente de acuerdo en que sí) sino en el cuánto y en el cuándo. Hasta ahora, una canción era un producto monopolístico: uno quiere una canción determinada de un artista en concreto, no le vale otra de un cantante diferente. Por definición no hay competencia salvo en casos concretos y con límites (discotecas y bailes, por ejemplo). No es el caso de otros productos de consumo (una tostadora, por ejemplo, puede valer más o menos en función de la potencia, de que sean capaces de descongelar pan, de que entren rebanadas más grandes, etc. pero compiten entre sí). Con una canción, hasta ahora, o pagabas el precio que te exigía la discográfica o te quedabas sin ella. Con Internet todo eso ha cambiado, y los artistas o se adaptan o tendrán que tener un menor nivel de vida (no sé, por ejemplo, en dónde está escrito que un artista de éxito tenga que tener un jet privado o dos casas en Miami. Los podrá tener si su negocio le da suficiente para ello). Ahora el que pone el precio es el mercado, no la discográfica. Si la discográfica (o el artista, porque con Internet otro problema, y no mejor, es qué valor añaden las discográficas al negocio) se empeña en seguir con el modelo de negocio tradicional, la gente se seguirá intentando bajar canciones gratis. Si pone precios baratos y busca volumen en vez de margen, a lo mejor sale ganando. Y, por último, no me vale el ejemplo del langostino en la boda. La música, como el langostino, se han pagado al comprar el disco, e imagino que a nadie le parecerá normal, como apunta otro comentario, que se cobré además un canon por cada vez que alguien lo mira, lo huele o se lo come.

    • ¿Que es el mercado? Preguntas mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. ¿Que es el mercado? ¿Y tu me lo preguntas? El mercado…

      • … eres tú?
        En realidad no. El mercado no es el señor Gaby, ni el mercado es usted, señor Gus. El mercado son todos los Gabys y los Guses del mundo; y parece (por lo menos me lo parece a mi) que la abrumadora mayoría de ellos han decidido que precio y valor no es lo mismo, y que prefieren/preferimos que gente como el seños Manuel nos tache de delincuentes que pagar un precio (a mi juicio desorbitado y abusivo durante muchos años) por algo que, le guste o no al señor Manuel, está disponible para todo aquel que lo quiera al precio de una conexión a la «red».
        PS. Tengo que dejar de usar subordinadas pero es tarde y estoy cansado, mis disculpas.

  29. El artista por norma general es el individuo más egoísta que se puede encontrar en esta sociedad capitalista. Los artistas mientras que están empezando y no los conoce nadie, claman por una defensa de la cultura subvencionada por toda la sociedad debido a la importancia de la cultura para el desarrollo de un país. Ahora bien, en el momento en que empiezan a vender y ganar dinero a mansalva, todo cambia, la sociedad debe pagar su inflado precio por que nadie trabaja gratis y el sudor de su frente debe de ser valorado en oro, además de ser los primeros en salir corriendo a vivir en países donde los impuestos sean los mínimos. Ejemplos los hay a montones, ya sean del color que sean en sus principios, rojos, azules o amarillos. Es un tipo de individuo parasitario de la sociedad que poco a poco cada vez será menos necesario ya que gracias a internet, todos y cada uno de nosotros podemos llegar a la sociedad con nuestras creaciones.

    • Federico Martinez

      Las canciones, las novelas y las películas se descargan porque se puede. Si se pudieran descargar solomillos o colchones, se descargarían (yo mismo, que no me descargo nada de la web a pesar de mi fibra óptica, me descargaría muy a gusto cien gramos de angulas de verdad; o mejor un kilo, que hoy es fiesta de vigilia). Qué le vamos a hacer, señores creadores: es lo que hay. Sigan poniendo puertas al campo si les place, pero el modelo de negocio de copia-venta-pago está muerto. Y no se quejen tanto, que muchos de ustedes han tenido varias décadas prodigiosas de pasta gansa.

      • Jesus Common

        Egoísmo es querer disfrutar «porque se puede» del trabajo de otros cuya intención no es regalarlo, sin nada a cambio.

        • Federico Martinez

          Para responder a un comentario es conveniente leerlo antes. Podrás ver que escribo «yo mismo, que no me descargo nada…». Claro que descargarse música o cine es egoísta, ¡pero es que los humanos somos egoístas! Soy socio de SGAE (y de otras sociedades de gestión) desde hace más de 40 años, pero vivo en este mundo (digital), no en el de mis ensoñaciones de artista.

          • el de enmedio de los chichos

            Si, eso, vives en el mundo «digital» y lo confundes con el real. Saludos a teddy.

    • pachamamo

      Vaya empanada. Cuando hayas «llegado a la sociedad con tus creaciones» y no puedas vivir de ello, avisame.

      • Yo no pretendo vivir de mis creaciones artisticas. Vivo de mi trabajo de 8 a 5 y en mi tiempo libre disfruto con mis hobbys. Ahora bien, tampoco voy a papa estado para que me subvencione mi trabajo en nombre de la falsa cultura.

  30. El debate sobre la piratería está lleno de mantras falsos. Que hay mucha gente que no quiere pagar por nada nunca socapará que hay mucha gente también que quiere pagar. Pero precios razonables. Modelos de negocio como Steam (videojuegos a la carta) o Netflix (cine a la carta) son demostrativos. El problema de Victor Manuel y tantos otros señores es que quieren para su trabajo un privilegio ficticio que no existe en ninguna otra profesión.

    Hasta tal punto se creen acreedores de este privilegio que tal cual lo pintan; mírese el ejemplo del puente, que podría servir como la lógica más aplastante precisamente para negar su tesis.

  31. Hoy leo que los taxistas empezarán a hacer movilizaciones si no se quita una aplicación que sirve para que la gente que va en la misma ruta comparta taxi. ¡Lo que faltaba!
    Llevan los artístas décadas diciendo que sus enemigos eran las casas discográficas, que les daban apenas un 5% de las ventas, y ahora resulta que defienden su modelo de negocio.
    Como bien dicen algunos lo que se puede producir infinitamente sin apenas coste tiende a valer cero. Eso pasa con la música, y lugo será con el cine, y con los libros.
    Tienen que darle a los clientes algo que quieran comprar. Eso ha hecho que comience a funcionar spotify, que te vende que eso que no vale nada (la música), lo puedas consumir en cualquier momento y sitio, que puedas tener listas de canciones, etc.
    Los libros se comprarán por el encuadernado especial, o porque junto al libro regalen un bocadillo de jamón o lo que sea.
    Nuestro amigo Victor aún no lo ha entendido y sigue creyendo como los taxistas que le roban.

    • Carai eso de los taxis aclara bien el problema de que estamos adentrándonos en la Tierra Media…ya solo falta que le impidan formar un colectivo a la Comunidad del Anillo…o le cobren un canon por ir en comandita…

  32. Ricardo Volterra

    Una entrevista muy complaciente. El personaje es lo suficientemente contradictorio para que un entrevistador con un poquito de mordiente le hubiese sacado los colores al entrevistado. Víctor Manuel ha estado siempre al lado del poder, en eso ha sido muy habilidoso, y si fue productor de cine -por ejemplo- fue porque se hizo del PSOE y la daban todas las subvenciones.

    • No conozco a la persona ni conozco al personaje más que someramente, sin embargo estoy de acuerdo con usted en que la entrevista es flojita, siendo benevolente.
      Nada nuevo bajo el sol, por otra parte, con respecto a las entrevistas en Jotdown.

  33. Dice Victor Manuel:
    «Y perdona que sea clasista, pero me parece que no vale igual un voto de Alejandro Sanz, que tiene muchos intereses en la sociedad de autores, que el de un chaval que no recauda nada»

    «Y perdona que sea clasista, pero me parece que no vale igual el voto de Emilio Botín, que tiene muchos intereses en la sociedad, que el de un chaval que no gana nada»

    Muera la democracia y viva el mercado,y esto lo dice un militante del PCE.

  34. Dice Victor Manuel:
    «Hay gente que piensa que todo lo que es cultura es gratis, y el enemigo es el que quiere cobrar»

    Otros dicen:

    «Hay gente que piensa que todo lo que es sanidad es gratis, y el enemigo es el que quiere cobrar»
    «Hay gente que piensa que todo lo que es vivienda es gratis, y el enemigo es el que quiere cobrar»
    «Hay gente que piensa que todo lo que es educación es gratis, y el enemigo es el que quiere cobrar»

    Seguro que los que dicen esto (como no son de su gremio y no le afecta a su bolsillo) son muy malos.

    • Los ricos también lloran

      Dale caña enif, por ahí van los tiros. Unos hasta el gorro, y la mayoría hasta los cojones.

  35. Comodísimo todo: la culpa es de los demás. Éste y un buen puñado más como él han estado en el centro de la pomada, cultural, política y económica, de España durante décadas, literalmente, pero resulta que ahora la culpa es de «la caspa»… Menudo caradura…

  36. Sin entrar en si me gusta o no el artista esta entrevista es más bien un publirreportaje de un fan. Opino.

  37. Siempre cobrando del PSOE.Via ayuntamientos con las miles de actuaciones con su señora y via las subvenciones del cine.
    Lo mejor es cuando le sale la vena democratica y dice que en la SGAE no puede tener el mismo valor el voto de A.Sanz y cualquier otro autor sin exito.
    Un ejemplo de coherencia ideologica:siempre marxista-elitista.

  38. ‘El abuelo fue picador’ se baila en las bodas? que modernos!!!

  39. Pero vamos a ver…intento contestar a muchos a la vez. Intentaré que lo entendáis (esto último, lo digo sin sarcasmo).
    Si alguien hace una inversión en la grabación de un disco, por ejemplo, es fácil entender que es dueño de esa grabación. Otra cosa diferente es que transcurridos unos años cualquiera pueda interpretar esa obra.
    Si yo invierto en alquilar un auditorio, pagar músicos, técnicos de sonidos, material, seguros, etc., soy dueño de eso, le pese a quién le pese. Por eso no es de recibo que alguien utilice esa obra/trabajo sin mi consentimiento y menos que obtenga un beneficio de ello.
    Yo puedo interpretar a Mozart, pero tendré que grabarlo yo, producirlo y ponerlo a la venta. Lo que no puedo hacer es traficar con una grabación de la Sinfónica de Berlin de una sonata de Mozart que será propiedad de la compañía de turno que invirtió su dinero en ello.
    Propiedad intelectual y derechos de autor.

    • Hola Fran.

      Atendiendo a las reglas de juego que has expuesto con tu ejemplo, que te parecería si yo compro esa obra y luego la pongo en mi casa en una cena que tuviera con amigos, ¿Tendría que pasar el gorro entre ellos para pagarte tu propiedad, o a los músicos de la sinfónica de Berlín o a el que a ellos les ha pagado para tener en propiedad la grabación? Porque ellos la están disfrutando y no han pagado por ella. ¿Cuando es ilícito no pagar y cuando si?

      En el caso de la música (porque aunque nos empecinemos música, libros y cine tiene problemáticas muy disitntas) la industria que hasta ahora ha venido produciendo la música debería haber sido mucho más despierta para enterarse de que el modelo copia-venta-pago como decía Federico Martínez más arriba está obsoleto en cuanto tenemos a nuestra disposición una tecnología que nos permite intercambias archivos (musicales) con la misma facilidad con la que tu vecino de arriba te dejaba el disco que se había pillado de Extremoduro, y eso a nivel planetario. Hay otras maneras de monetizar, existen alternativas, hay que buscarlas y rastrearlas y no empecinarse en continuar haciendo negocios de un modo que está ya casi obsoleto. Eso es doloroso, está claro. Existía un sistema que funcionaba pero es que ya no lo hace y existen dos actitudes, la del lloro, la queja y la amargura o la de descubrir nuevas posibilidades. Estoy seguro que los monjes dominicos que se afanaban a copiar los textos manuscritos entendieron la imprenta como la invención del diablo. Les quitaba el pan, les quitaba el sentido de sus vidas, pero creo que más o menos todos entendemos ese artilugio como un avance para la humanidad.

      Y es que esos medios tecnológicos que permiten que tú te puedas descargas discos y escucharlos sin tener que pagar los veinte dos euros que valía un disco de Pearl Jam, por ejemplo, son los mismos medios que hacen que millones de personas tengan la posibilidad de hacer música, de producirla, y de intentar venderla. Que los medios de producción (ciñiéndome a los musicales) se hayan hecho más accesibles puede verse como un infortunio o una ganancia. Yo los veo como una ganancia. La GRAN industria musical ha tenido el monopolio durante decenios, y si aquellos pequeñas y o nuevas discográficas que algunos se empecinan en defender como máximas afectadas de la piratería son las primeras que deberían haberse dado cuenta de la caducidad de un modelo de negocio. Si yo vendo peras porque tenía el capital necesario para empreder su producción, distribución y venta y por lo tanto le ponía el precio que enriquecía mis balances y me permitía vivir como un marajá (y daba trabajo a muchas personas, obvio) y de repente una tecnología consigue abaratar los costes de tal manera de que cualquier hijo de vecino es capaz de producir las peras, distribuirlas… va a ser muy dificil venderlas al mismo precio. Y ahí están los resultados.

      Yo, en mi caso particular, a pesar de los malentendidos que se podrían haber suscitado en otros comentarios, estoy a favor de la propiedad intelectual y de los derechos de autor, pero uno de los pocos convencimientos que tengo es que estos no se pueden entender de la manera de la que se venían entendiendo. Y obstinarse en eso es haber perdido la partida antes ni de que empiece.

      • Totalmente de acuerdo, Calvanki. Pero una vez más, apelamos a todo tipo de condicionantes para disculpar la opción mas injusta teniendo la posibilidad de elegir.
        No es casualidad que España esté en el top ten del pirateo.
        A la pregunta ¿Cuándo es licito pagar? Cuándo es al propietario, siempre, como en cualquier otro orden. En tu cena, no obtienes un beneficio económico de ningún otro tipo (con suerte, quedas muy bien o ligas gracias a una selección elegida con criterio) pero si usaras esa música para ganar dinero, directa o indirectamente, deberías pagar por ello.
        Otro ejemplo: hoy en día, cualquiera que trabaje en una agencia de noticias, x ej., sabe que su foto será copiada en miles de webs, incluyendo medios profesionales, sin ver dicha agencia un duro. Estos medios se benefician de un trabajo que no han hecho; y se lucran. No hace falta ser un lince para saber que todo ello desemboca en un buen puñado de pequeñas tragedias: el fotógrafo perderá su curro, la calidad de los reportajes disminuirá (lo vemos día a día en los mejores medios), hechos relevantes se quedarán sin una cobertura adecuada, etc…
        Si todo esto se persiguiera con mayores medios e interés, otro gallo cantaría, y, sobre todo, sería más justo.
        Efectivamente, el problema es la facilidad de descarga, puesto que esos mismos que descargan jamás robarían un disco o un libro en una tienda.
        Pero, caramba, los argumentos de los que justifican el pirateo son siempre los mismos: que si este tío es rico, que si el otro es un ladrón, que le jodan que ya vendió lo suyo, que si el otro es feo…

        Un saludo,

  40. Hola Fran.

    Estoy de acuerdo en mucho de lo que dices.

    Permíteme entrar en lo que me parece que nos distancia y ofrecerte mejor mi postura.

    Yo también estoy aburrido y harto de aquel que sustenta como argumento o coartada para piratear clichés sin peso, sloganes, la mayoría de ellos asumidos y proclamados para apaciguar la conciencia de uno, como tu muy bien describías. En el fondo cuando alguien descarga algo, la mayoría, sentimos en distinto grado esa punzada en la conciencia (el Pepito Grillo). Entre otras cosas pq hay montada toda una red de concienciación… Goebles sabía mucho de esto (y no los estoy equiparando al nazismo, lo equiparo al concepto de propaganda) Oirás a menos y en menor número de medios y más pequeños a aquellos que tengan un profundo conocimiento del tema y defiendan posturas y modelos más allá del maniqueismo de buenos y malos, o los pobres artistas contra los piratas malvados. (Me agrada decir que JotDown es ejemplar en eso) Y luego está twiter, donde cada hijo de su madre suelta lo que quiera, desde agudas reflexiones o estúpidas paridas -que dios nos pille confesaos, aquí los hay de todos los colores-.

    No tengo una opinión completamente formada, está en construcción, y menos aún las soluciones; voy poco a poco adquiriendo certezas, las mías. Y una de ellas es la lamentable sensación de que en este asunto oímos a muchos charlatanes (por favor, que nadie se sienta aludido, hablo en genérico y si alguien se lo siente, que se mire al espejo) y me temo que cada vez más. Quizás esto sea una de los peligros de la era digital, la amplificación.

    Cuando dices ahí arriba, y siguiendo con el ejemplo, que sería lícito que yo le dejase a mis amigos escuchar la música porque la he comprado y no les tuviera que pedir retribución por ello o afrontarla yo debido al hecho de que no saco beneficio alguno por su «exhibición», me gustaría aventurar que deducirías como lícito la tradicional costumbre de que yo, sin mediar operación comercial, le dejase ese disco a uno de mis amigos invitados en la cena porque le ha parecido la reostia. Pero si no lo dedujeses así como yo, quizás me argumentes que llegado el caso lo correcto sería decirle: «no te lo dejo, si quieres escucharlo en privado adquiere tu copia». Para mí el núcelo espiritual de la industria discográfica tiene esta filosofía. Y cuando esa filosofía se va desgranando en las distintas manifestaciones de la industria: editores, casas discográficas, multinacionales, independientes, etc… lo hacen obviamente siguiendo las pautas que ese espíritu dicta. Cuando yo me refiero a industria, creo que me refiero a esta definición. Luego están los outsiders, incluso outsiders intermitentes, artistas o proyectos procedentes de la misma industria que intenta implementar otros modelos, y por supuesto los que directamente trabajan paralelamente a la industria entendiéndola así (muchos de ellos, la mayoría, con la intención de vivir de ello). Podíamos buscar ejemplos de esto mil… grandes grupos que sacan su disco en internet gratuito, una tipa que vi en Vimeo en una charla TEd -que no me acuerdo el video, seré capullo- que decía que ella no cobraba entrada en sus conciertos, o que eran precios muy asequibles, pero que luego pasaba la gorra. Obviamente se deducía que la banda de la chica era también buena, y que se lo curraba… eso no debemos olvidarlo… la industria también está formada por gente mediocre o gente que ya no le gusta mover el culo y viven de las reservas… y muchas veces da la sensación, detectas, que ciertos críticos con las descargas ilegales son muy voraces porque lo que temen es perder la comodidad de su silla.

    Y en cuanto al ejemplo de las fotografías. Sí, tienes razón. Pero no debemos olvidar el dato de que hoy en día, casi todos nos podemos convertir en un momento dado en reporteros (tanto gráfico como escritos). Y eso es algo que hay que asimilar. Los fotógrafos del mundo no pueden pretender que se prohiban las cámaras de fotos en los móviles, por ejemplo, o impedir que se vendan libros de técnica fotográfica a precios muy asequibles (o que se puedan piratear) porque que todo el mundo tenga una cámara a mano en cierto modo atenta contra sus intereses… y cada vez tengo más convicción de que la Industria pretende lo que esta fábula de los fotógrafos.

    Y los fotógrafos, esos a los que tanto admiro, los espabilaos, se inventarán otras cosas (una web y vender a precios asequibles tus fotos para que la gente en vez de los cuadros del Ikea tenga fotos tuyas… quizás incluso dejarlas gratis… tu lo que venderías no es sólo la foto, es que la das a muy buena calidad, enmarcada y se la envias a casa a un precio asequible?) Y obviamente afrontar el hecho de que a lo mejor el hecho de que cada hijo de vecino tenga una cámara en el bolsillo hace disminuir la necesidad social de fotógrafos profesionales.

    Yo para dilucidar estas cuestiones intento no olvidarme de la óptica que guía mis reflexiones. ¿Que entiendo como una ganancia o progreso para la humanidad? Claro está que cada uno tiene su concepto de lo que es ganancia y progreso y de lo que es humanidad. Algunos sólo les interesa sus países, a otros sus pueblos, a otros sus familias, para algunos el progreso consiste en acumular cosas, etc… (y no digo yo que haga mal en ello, pero yo tengo el mismo derecho que ellos a mirarlo desde esa óptica, y defender la convicción de que esa perspectiva es mucho más útil y enriquecedora)

    Y creo que esa actitud es mucho más productiva que convertirme en un inquisidor e ir señalando con el dedo a los que se descargan cosas, porque como ya dije más arriba en otro lado, quién se sienta libre de pecado que tire la primera piedra… porque los medios tecnológicos están ya tan arraigados que estrictamente todos (menos los pastores sin conexión del Valle de Jerte) de una forma u otra hemos infringido legislación de propiedad intelectual. Yo he montado videos para mi blog, que no me da dinero, en plan familiar, con una canción de no sé U2 y youtube me la ha silenciado.

    Son muchos retos los que afrontamos y me da el tino de que la Industria musical en particular, y en distintos grados las otras industrial de la cultura y el entretenimiento (con sus excepciones, claro, aquellos que llamaba outsiders) no están adoptando las medidas adecuadas, entre otras cosas porque en vez de preocuparse de entender la problemática gastan muchas energías criminalizando… aunque claro, quizás sea el defecto del dogma vital de estos tiempos de defender a toda cosas y exclusivamente tus intereses.

    • Maestro Ciruela

      Creo que se podría decir que con esta lúcida exposición agota usted de forma magistral el tema, Calvanki; eso sí, dejando bastante con el culo al aire a los que defienden otro tipo de posturas. Aunque aquí ha habido gente que ha expuesto su opinión de maravilla, casos de Fran, Hasta el gorro, etc… mi parecer es que ha tocado usted profundo y en el hueso con esta última intervención.

  41. Qué criterio más triste y cateto para decidir ser ateo. Como si Dios tuviera la misión de hacer de esto una fiesta. Qué coño sabemos de Él y de lo que hemos venido ha hacer aquí como para suponerlo de forma tan fatua.

  42. Los ricos también lloran

    El Juzgado de Primera Instancia número 9 de Madrid ha declarado el derecho del expresidente del Consejo de Dirección de la SGAE Eduardo Bautista a cobrar una pensión mensual de 26.269 euros con carácter vitalicio, después de aceptar la demanda que este presentó contra la entidad, que impugnó su pago. EFE.

    Parece que Víctor Manuel tiene razón: «[…] el enemigo es el que quiere cobrar».

  43. No Victor Manuel, no es cultura hacer algo que se protege hasta 70 años después de muerto, bajo un régimen fiscal privilegiado, regado de dinero público en forma de subvenciones, mientras se cobran impuestos privados para uso y disfrute particular. Así son los de la «cultura» para cobrar dinero público e industria para cobrar el producto a precios «de mercao». Por suerte o por desgracias las expresiones artísticas continuarán aunque desaparezcan los «vividores de la cultura». Cosa que no pasa, pues nunca en la historia hubo tanto malviviendo de esto y con tan poco talento.

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