Arte y Letras Filosofía

Relaciones y relatos

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Foto: Anna Fox (CC)

Decía Marx que en un mundo libre no habrá escritores, sino personas que, además, escriban. Y otro Carlos, Charles M. Schulz, el padre de Snoopy (y como tal uno de los grandes narradores de nuestro tiempo), aludiendo con rara modestia a su propia labor narrativa, decía que los escritores son «casi inteligentes», en el sentido de que se acercan al conocimiento, pero no lo suficiente; quisieran explicar el mundo, pero solo alcanzan a describirlo.

A mí me gustaría ser una persona que además escribe; pero, como no vivo en un mundo libre, soy un escritor, es decir, alguien que se expresa y se reafirma —amén de ganarse la vida— mediante la escritura; alguien que sobrevive en nuestro mundo-mercado porque escribe, publica y es recompensado —material y moralmente— por ello. También me gustaría ser inteligente sin el casi delante y acercarme más al conocimiento, de una forma más directa y eficaz; pero lo consigo pocas veces, e incapaz de establecer o descubrir relaciones sólidas fuera del reconfortante ámbito de las matemáticas, a menudo tengo que conformarme con elaborar relatos que solo son primeras aproximaciones, sugerencias que acaso animen a otras personas a seguir avanzando (como este artículo, más literario que literal, más narrativo que especulativo).

Un escritor profesional es un relatador compulsivo que acaba —o empieza— enamorándose de su oficio sucedáneo, de su endeble demiurgia y, en última instancia, de su neurosis. Los escritores vivimos, por definición, en las fronteras de la realidad, que limita al norte con la imaginación y al sur con el deseo (valga la metáfora geográfica). Y, como las fronteras son difusas, a menudo las cruzamos sin darnos cuenta e incurrimos en la simplificación «narrativa» de una realidad tan compleja que solo puede ser relatada linealmente a costa de mutilarla.

Del mismo modo que las personas bilingües suelen ser especialmente conscientes de ciertas peculiaridades idiomáticas, que destacan al comparar —o confundir— ambas lenguas, quienes nos dedicamos a las matemáticas percibimos con especial claridad —o crudeza— el contraste entre lo literal y lo literario. O, más que contraste, salto cualitativo, puesto que las matemáticas y otros lenguajes estrictamente formalizados son los únicos realmente literales. El lenguaje común es necesariamente literario, por más que nos esforcemos en ser asépticos y precisos. Al igual —o más bien al contrario— que el burgués gentilhombre de Molière, que hablaba en prosa sin saberlo, hablamos en verso sin darnos cuenta, pues continuamente utilizamos metáforas, metonimias, hipérboles, lítotes y otros recursos de la poesía tendentes a rebasar los límites de lo meramente denotativo.

Análogamente, los escritores que venimos del mundo predigital somos muy conscientes del salto cualitativo que ha supuesto la proliferación de los ordenadores y la eclosión de internet. Hace apenas unas décadas, la relación con los lectores era lenta, singular y esporádica. Lenta, porque habitualmente se establecía por correo postal, lo cual hacía que también fuera esporádica y singular en ambos sentidos del término: con muy pocos lectores y de uno en uno. Actualmente, los artículos —e incluso los libros— pueden suscitar debates en tiempo real y con varias personas al mismo tiempo, que a su vez pueden dialogar entre sí. Es un privilegio que en mi juventud no podíamos ni imaginar, y que los escritores no podemos desaprovechar; lo repito a menudo e incluso le he dedicado al asunto un artículo en estas mismas páginas, y no deja de sorprenderme la escasa participación de la mayoría de mis colegas en los debates suscitados por sus propios escritos.

Diríase que, del mismo modo que fue muy difícil —y sigue siéndolo— romper las rígidas convenciones del teatro a la italiana, que levanta un muro invisible entre el escenario y el público, nos cuesta romper el cristal blindado que separa a los escritores de los lectores. Porque el escritor es también un actor que desgrana su monólogo ante un público invisible; y, como todos los actores, busca el aplauso y asume el riesgo del pateo, pero se resiste a bajar del escenario. Y no solo por orgullo, sino también porque se sentiría fuera de lugar —es decir, «descolocado» y por ende inseguro— al ver alteradas unas reglas del juego respetadas durante siglos.

Balance y moraleja

Como las mudanzas, su antítesis, los confinamientos son una buena ocasión para hacer balance de lo acumulado e intentar desprenderse de lo superfluo (sobre todo si coinciden con el final de una década turbulenta). Y en la línea de lo dicho más arriba, quisiera ofrecerles a mis amables lectoras/es un apresurado balance personal que acaso les invite a revisar/sanear su propia urdimbre de relaciones y relatos, su propia narración (al igual que internet, su caricatura digital, la mente humana es una gigantesca telaraña que todo lo atrapa, y para digerir la información, los cientos de datos que cada segundo quedan enganchados en su laberíntica red, la araña de la consciencia tiene que conferirles una mínima estructura narrativa).

He releído, casi de un tirón, los sesenta artículos que llevo publicados en Jot Down y el millar de comentarios que han suscitado, y me he dado cuenta de que llevo más de dos años escribiendo bajo una amenaza de la que no era consciente: la de una pandemia desencadenada por el brutal canibalismo de nuestra sociedad. Los precedentes y las alertas estaban ahí, a la vista de todos: la gripe aviar, el mal llamado «mal de las vacas locas» (hay que repetirlo una y otra vez: los locos son los humanos que se comen a las vacas), la peste porcina… Pero mentiría si dijera que sospechaba lo que iba a ocurrir. La consciencia se resiste a aceptar las consecuencias de nuestros hábitos más arraigados, incluso en el caso de quienes los rechazamos abiertamente. Aunque sabemos que estamos agotando los recursos y la paciencia de la madre naturaleza, seguimos comportándonos, cual hijos pródigos, como si esos recursos y esa paciencia fueran infinitos.

Podría decir que escribí «El caníbal cautivo» o «El ogro enajenado» para alertar de la que se nos venía encima, y reprocharles a los lectores que me acusaron de catastrofista su falta de visión. Pero lo cierto es que en ningún momento pensé que estuviéramos al borde de una emergencia de estas proporciones. El tópico de que la realidad supera a la ficción también es aplicable a la ensayística, en la medida en que todo artículo es un relato.

Pasando de la carne como alimento espurio a la carne como metáfora —o metonimia— del erotismo, compruebo que le he dedicado al asunto una docena de artículos, a los que las/os lectoras/es han respondido con varios cientos de comentarios (por los que me apresuro a darles las gracias). Y es que, en nuestra sociedad mitómana y fetichista, la carne —en sus distintos usos y abusos— es el fetiche máximo, y el del amor es el mito fundamental.

Releo todo lo escrito y lo debatido en estos años y, como cuentista inveterado, le busco una moraleja a ese largo y fragmentario cuento colectivo. Y la moraleja que encuentro, y que someto a la aprobación de mis lectoras/es, es la siguiente:

No estamos gestionando bien nuestras pulsiones básicas: el hambre, el sexo y el miedo, y si no cambiamos radicalmente nuestros hábitos alimentarios, amorosos y defensivos, es decir, nuestras relaciones con la naturaleza y con los demás, estamos perdidos. Y cambiar nuestras relaciones conlleva contarlas de otra manera, cobrando conciencia de la precariedad de nuestros relatos.

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52 Comentarios

  1. No creo que la mayoría de las personas que se dediquen a escribir profesionalmente, posean la capacidad oportuna para elaborar relatos que describan adecuadamente el mundo, aunque algunas de ellas poseen una capacidad admirable que va mucho más allá de la descripción. Yo diría que presentar de manera concisa una primera aproximación sobre un tema concreto, posee un valor extraordinario. Utilizando una analogía matemática, podría tener similitud con aproximar pi por 22/7, lo cual, aunque no deje el tema zanjado, lo deja prácticamente resuelto. Si además, una persona que se dedica a escribir, consigue primeras aproximaciones en muchos temas diferentes y utilizando distintos registros, creo que, aunque pueda no conformarse con ello, debería poder apreciar el valor de lo conseguido.

    Respecto a las pulsiones básicas, todo parece indicar que de manera colectiva estamos gestionándolas incorrectamente. Me da la sensación que la mayoría somos conscientes de que habría que cambiar muchas cosas, pero incluso pudiendo aplicar cambios individuales sencillos, no siempre hacemos lo que sabemos que es mejor. Quizá algunos cambios requieran modelos lo suficientemente sólidos y representativos que hagan inevitable situarse o mantenerse en el error.

    • Frabetti

      No conformarse con ello sin dejar de apreciar el valor de lo conseguido: me parece una muy buena aproximación al oficio de narrador. En cuanto a tu última frase, esos modelos sólidos ya existen, ya es inevitable cambiar o mantenerse en el error, y el cambio climático es un buen ejemplo de ello; el problema (no el único, pero seguramente el mayor) es que hay poderosos intereses, sobre todo económicos, que se oponen a la superación de algunos errores gravísimos, como el culto al automóvil privado o el carnivorismo.

  2. es una joya de publicación

  3. Disculpa, Carlo, me he expresado incorrectamente. En la última frase pretendía referirme a personas que pudieran ser modelos a seguir. Probablemente haya muchas personas merecedoras de ser tomadas como ejemplos, por su respeto al medio ambiente, por sus hábitos alimentarios, por su actitud en general… pero no parece que haya referentes ampliamente conocidos que impulsen o favorezcan el cambio en la mayoría, aunque quizá sea desconocimiento por mi parte. También es posible que la inercia del sistema en el que estamos inmersos no permita surgir personas referentes que se mantengan el tiempo suficiente, pues se las desprestigia (se pretende) por plantear cambios tildados típicamente de utópicos.

    Sin modelos a seguir y sin el peligro inminente en las narices (o incluso quizá ya con él), no parece posible un cambio, que aunque deba darse a nivel global, tiene su origen en una transformación individual. Lo que puede ser sorprendente es que mucha gente es consciente de que debe cambiar a nivel individual muchas de sus prácticas habituales, pero no lo hacemos incluso sabiendo lo que provocará. Quizá estemos ya en una especie de matrix, pero incluso siendo así, ¿qué se debería hacer más allá de iniciar un cambio individual y favorecerlo en nuestro entorno accesible?

    • Frabetti

      Precisamente acabo de escribir un artículo sobre Alfonso Sastre, que dentro de unos días cumple 95 años; es un claro ejemplo -el más claro en este país- de lo que apuntas: un gran referente intelectual y moral desprestigiado por el sistema. Sastre insiste en que para que se produzca una transformación radical de la sociedad tiene que haber dos cosas: batalla de ideas y lucha de clases. Ambas cosas están de capa caída, al menos en los países ricos, pero hay que perseverar en ambas, es el único camino. Y hay algunos signos esperanzadores, sobre todo entre los jóvenes, entre los que la preocupación por el cambio climático y el rechazo del consumismo va en aumento. Por poner solo un ejemplo, cuando yo era joven, tenía que explicar lo que era el vegetarianismo porque la gente ni siquiera conocía el término; ahora en Italia hay un 10 % de vegetarianos.

      • Siempre he tenido la curiosidad de saber cómo fue para que te hicieras vegetariano estricto tan joven, hace tantos años en un país como éste (España), en una época tan oscura como aquella; según te he oído, creo que ya vivías en España y eras muy joven. En esa época tenía bastante más mérito que hace 10-12 años (como fue mi caso).

        • Frabetti

          Por alguna misteriosa razón, mi respuesta no ha salido debajo de tu comentario sino al final.

      • Un botánico

        Por desgracia para las plantas. ¿Aquello que no tiene boca para gritar, no sufre? Todas las guerras también habrán sido justas si tenemos en cuenta que los caídos no protestaron. Un vegano es un botánico muy mal informado.

        • Y un botánico que cree que las plantas sufren es un animista. No tienen cerebro, ni sistema nervioso. ¿También sufren las bacterias? ¿Y los cristales?

          • Otro botánico

            Infórmese bien. En modo popular:
            https://www.quo.es/ciencia/a28281727/polemica-vegana-plantas-sistema-nervioso-central/
            Segregan neurotransmisores (experimento de Pollan). También tienen hormonas (auxinas).
            ¿Usted es de verdad un científico? Se pone a arengar sobre la necesidad de un cambio de conciencia y parece que debe tener una dirección determinada de antemano que se ajuste a sus hábitos.
            A mí, como botánico tampoco me gustan nada los veganos. Van en modo «superioridad moral» y contribuyen a la desaparición de la diversidad botánica para complacer sus estómagos.

            • Frabetti

              Estoy bastante bien informado al respecto. Y decir que los vegetarianos contribuyen a la desaparición de la diversidad botánica es una solemne tontería, o una mentira tendenciosa. Es la industria cárnica la que arrasa los bosques. En última instancia, toda la comida procede de las plantas: o se come directamente, o se alimenta con ellas a los animales que algunos consideran comida, lo que conlleva un consumo de vegetales diez veces mayor.

              • Así es, por no hablar de la cantidad de agua: hasta 20, 30 veces más (incluso alguna vez oí decir que 40 veces más).

            • Ronnie Lee Junior

              La mayor causa de la desertizacion del planeta y la destrucción de ecositemas diversos, y por mucha diferencia, es comerse a otros animales. Seguramente, les veganes contribuyamos a la desaparición de la diversida botánica, pero en mucha menor medida que las personas carnivoras. Añado un enlace a un muy breve articulo sobre ‘comer animales y cambio climático’ con datos incorporados de la FAO y La ONU, organizaciones poco sospechosas de radicalidad antiespecista.
              https://www.nodo50.org/ekintza/2019/comer-animales-y-el-cambio-climatico/
              Por otra parte, no niego que no haya casos de veganes que hablen desde un pedestal, pero no suelen ser mayoría (aunque si les más ruidoses). De todas maneras, ponerse a la defensiva frente al modo «superioridad moral», problablemente, implique que usted se pone en modo «a la defensiva» y eso querrá decir que algo le remueve, lo cual es siempre muy positivo. Gracias por su enlace al interesante artículo, adecuado para ignorantes en el tema y neofites (que, por cierto, significa recien plantado)

              • Gracias, Ronnie, excelente artículo. Como decía José Martí, los que no tienen el valor de luchar deberían tener al menos la decencia de callarse.

            • No es superioridad moral; es simplemente poner de manifiesto un sufrimiento que nos ocultan. Lo que hacen con las vacas en muchos mataderos (ahí han salido noticias en lugares de Andalucía o en Ávila… o en Egipto, da igual) es un horror indescriptible. Es sencillamente ponerse en el lugar ajeno. (Aparte de la relación entre consumo de carne, hambre, destrucción de los recursos naturales, etc…) Yo tampoco me llevo bien con absolutamente todos los veganos; con muchos, ser vegano es lo único que tengo en común,,, pero bueno… eso no invalida lo que tenemos en común.

        • Ronie Lee Junior

          Una persona vegana consume alredor de 4 kilograms de verduras y vegetales al día, una persona carnivora, alredor de 14 kilogramos de vegetales y verduras al día. Si realmente le preocupa el sufrimiento de las plantas, debería, como mal menor, comerselas directamente y no matar y comerse a un animal que previamente haya comido otras plantas (en su mayoria cultivo transgénico). Además si necesita agua para regarlas (recuerde el creciente problema de la desertización del planeta), piense que la huella hídrica de su filete de ternera de 150 gramos supone 2.310 litros de agua. Un botánico bien informado es un vegano potencial.

          • El primer botánico

            Un artículo de m. ¿Dónde están las evidencias? Alguien que apela a cantidades númericas y porcentajes sacados de la manga, no es un científico. Razona mediante falacias.
            Usted puede tener las opiniones que les dé la gana. Lo que no se puede elegir son los hechos.
            Hecho: Los seres humanos no tenemos enzima alguna capaz de romper la celulosa. Los rumiantes, por ejemplo sí. Punto en contra.
            Hecho: El contenido proteínico de una cantidad x de carne es mayor que su equivalente vegetal. No me refiero sólo a herbívoros. Los insectos también caen en la dieta. Punto en contra.
            Ocurre que la juventud a veces es muy soberbia. Cuando el Sr. Frabetti era joven quiso oponerse al mundo de sus mayores porque se sentiría más sabio o mejor que ellos. Hizo su elección. Luego la ha mantenido. Debe ser muy jodido ser practicante de algo toda tu p. vida y al final darte cuenta de que no era ciencia, sino una opinión personal y una buena dosis soberbia juvenil. Así que hay que apuntalarla como sea. Mal rollo.
            «Y cambiar nuestras relaciones conlleva contarlas de otra manera, cobrando conciencia de la precariedad de nuestros relatos.» Pues comience a aplicarse el cuento a usted mismo.
            » los que no tienen el valor de luchar deberían tener al menos la decencia de callarse.» Yo opino algo mejor, que el que no sepa, que tenga la decencia de callarse. Usted viene contando batallitas asumiendo una superioridad moral que comparte con Himmler y las SS (que también eran veganos). Repite sus mismos argumentos. Y habla de «lucha». ¿Contra qué? ¿Contra las lechugas?

            • Contra las lechugas no: contra los explotadores y sus cómplices, entre ellos los que falsean la realidad y los ignorantes que difunden falacias.

            • ¿Ah sí? ¿En las SS eran TODOS veganos? ¿O porque lo eran Himmler y algunos más, tú, interesadamente, conviertes a todos los de las SS en veganos? Aparte de que, ¿por qué no me pones otros ejemplos de vegetarianos, como Leonardo Da Vinci, o Einstein (en la última etapa de su vida), o Kafka, o Gandhi (también tenía defectos, ya lo sé), o políticos británicos laboristas de los años 30, 40, 50… como Fenner Brockway, o Bashevis Singer (este último víctima de los nazis)?

            • Ronnie Lee Junior

              ¿Usted realmente cree que datos contrastados que aparecen de diversas fuentes en informes oficiales de macroestructuraes institucionales y fáciles de encontrar en webs públicas europeas son sacados de la manga o despretigia para no darse ni un minimo de espacio para la reflexión? Acusar a alguien que opina difrente a usted de basarse en soberbia junvenil no trabajada es un golpe feo y poco cinetifico, salvo que considere el análisis sicológico instantaneo y telematico una ciencia.

              La expresión reductio ad Hitlerum (reducción a Hitler), argumentum ad Hitlerum o argumentum ad nazium, es una falacia del tipo ad hominem creada originalmente por el filósofo político judío alemán Leo Strauss (1899-1973), profesor de la Universidad de Chicago, en donde un punto de vista queda refutado por ser casualmente compartido por Adolf Hitler.​ Fue planteada en 1951 en un artículo de Measure: A Critical Journal.2Es una combinación de varias falacias: la típica falacia de asociación y argumento ad nauseam al suponer que no es necesario mayor debate tras la acusación.

              Por otra parte, usted acusa de sacar datos de lam anga y exige hechos pero termina su repuesta con una leyenda urbana. HItler y las SS no eran veganos. Ni siquiera eran vegetarianos (que es la falacia habitual, usted la ha llevado más allá) Hitler se hizo ocasionalmente vegetariano con la intención de curarse del exceso de sudoración y de la flatulencia, pero su dieta estaba centrada principalmente en la carne. Robert Payne, Albert Speer y otros famosos biógrafos de Hitler, mencionaban la predilección de Hitler por comida no vegetariana como las Salchichas Bávaras, el Jamón, Hígado y la Caza. Uno de sus platos favoritos era el pichón relleno. Si Hitler hubiera sido vegetariano, no habría prohibido las organizaciones vegetarianas en Alemania y los países ocupados, ni tampoco hubiese fallado en instar una dieta sin carne en el pueblo Alemán como una forma de hacer frente a la escasez de alimentos durante la Segunda Guerra Mundial.
              Fue Goebbels quien creó una imagen de ascetismo para Hitler, porque esto haría que la población le viera casi como un dios. Según una leyenda ampliamente creída y promovida por el Reich, Hitler no
              fumaba ni bebía, ni comía carne ni tenía relaciones con mujeres. Sólo lo primero era verdad.

              Cuando Hitler consultó a su doctor por la manera más eficiente de cometer suicidio, su doctor le recomendó que se disparase por la sien y a la vez mordiera una ampolla de Cianuro de Potasio. Es notable que Hitler, este supuesto vegetariano y amante de los animales, no tuviera ningún reparo en probar el Cianuro en su perra Blondi16.

          • Y un botánico bien informado y coherente es un vegano en acto.

      • Sí, el movimiento juvenil contra el cambio climático es esperanzador; lo desesperanzador es que hay algunas organizaciones tradicionales de lucha que no se han sumado a esta lucha (o casi la desprecian); son organizaciones que quizá habría que adaptar a los tiempos actuales: por ejemplo, los sindicatos siguen teniendo una imagen demasiado masculinizada; además haría falta que todas estas organizaciones de lucha tradicional entendieran que no sólo se trata de buscar un confort material, sino de cuestionar los trabajos de 8 horas sin parar en una fábrica, cuestionar que sea normal que todo el mundo quiera un automóvil, cuestionar la existencia de centros comerciales y grandes almacenes donde se trabaja sin luz natural,,, cuestionar tantas cosas que se dan por normales, incluso en las organizaciones de lucha tradicional,

      • Las expresiones «batalla de ideas» y «lucha de clases» me resultan duras, y ambas me hacen pensar en un enfrentamiento dicotómico entre las de tipo A frente a las de tipo B, aunque quizá las perciba o las entienda equivocadamente. Por otra parte, no soy capaz de ver que puedan suponer el único camino hacia una transformación radical de la sociedad, pues imagino una transformación gradual, que surge de diversas personas con los suficientes conocimientos de manera individual y prácticamente independiente, atendiendo a razones y argumentos cuantitativos bien fundametados, y que pueden ir influyendo en sus entornos cercanos a través de su ejemplo. El proceso se puede acelarar si aparecen referentes conocidos e influyentes con capacidad para motivar el cambio en grandes grupos.

        Ahora bien, asumiendo que estoy desencaminado y volviendo a la batalla de ideas, ¿en qué foros debería producirse? ¿qué personas deberían llevarla a cabo?. Respecto a la lucha de clases, me resulta difícil no pensar en la paradoja sorites.

        Por cierto, he estado leyendo algunos artículos sobre Alfonso Sastre y Eva Forest, y me han parecido sorprendentes. En particular me han resultado de especial interés, y muy representativas, las palabras que les dedicáis diversas personas que seguramente los conoceríais bien.

        • Lucha de clases no significa necesariamente batalla campal con derramamiento de sangre; pero las minorías privilegiadas que explotan a las mayorías desposeídas no van a renunciar a sus privilegios espontáneamente, hay que obligarles de alguna manera. ¿Cómo? No creo que haya una respuesta única que valga para todos los momentos y todos los lugares; la lucha tendrá que organizarse, en cada caso, en función de las circunstancias concretas. En cuanto a la batalla de ideas, se libra en muchos frentes. El mero hecho de difundir información veraz y de debatir honestamente en foros como este es una manera de participar en la batalla; aunque, por supuesto, los llamados «intelectuales» y los gestores culturales tienen una responsabilidad muy especial. Celebro tu interés por Sastre y Forest, tan injustamente olvidados. Alfonso cumple 95 años el 20 de este mes, y con tal motivo le dedico un artículo que saldrá dentro de poco en estas mismas páginas.

  4. Fue en un país como Italia, y tras descubrir que mi madre me había engañado (piadosamente) al decirme que la mortadella («morta» es muerta en italiano) se llamaba así porque se hacía con animales muertos de muerte natural, para darles un final más digno que la descomposición y el agusanamiento. No es cuestión de mérito: como dijo Paul McCartney, si las paredes de los mataderos fueran transparentes todos seríamos vegetarianos, y yo presencié el horror al visitar una granja en un idílico pueblo de los Apeninos.

    • Entiendo… aunque no todo el mundo que presencia ese horror toma esa decisión. Yo también vi, con 10 años, creo, cómo mataban lechones con el cuchillo, los chillidos, etc… Me quedé horrorizado, no lo olvidaré nunca, pero durante un tiempo creo que pensé, o quise pensar, o me engañaron haciéndome creer que eso ya no pasaba, y no me hice vegetariano hasta casi los 29-30 (ahora lamento no haberme hecho antes vegetariano estricto). También me llenaba de tristeza ver los camiones con cerdos de camino al matadero.

      Además, no contribuía que todo el mundo normalizaba la masacre diaria de animales; por otro lado, entonces te informaban mal (incluso gente de la medicina y la nutrición) diciéndote que era necesario comer grasa animal; y por otro lado la izquierda (mi tendencia política) siempre dejó esta cuestión como una preocupación absurda y ridícula. Así que tardé más de la cuenta.

      • Es extremadamente difícil ir a contracorriente en cuestiones tan básicas como los hábitos alimentarios o amorosos de la sociedad en la que nos hemos criado. Hacerse vegetariano es casi tan difícil como salir del armario. Sobre el supuesto vegetarianismo de Hitler y algunos de sus secuaces, no vale la pena contestarles a nuestros supuestos botánicos, dado su negacionismo recalcitrante; pero conviene aclarar que algunos nazis no fumaban ni bebían ni solían comer carne por miedo a enfermar, no por respeto a los animales o al medio ambiente. En cuanto a la actitud de la supuesta izquierda…

        • El botánico de antes

          Un modo muy condescendiente de decir que su moral es superior. El caso es que usted no aporta ningún hecho, sino falacias convencionales: apelación a tantos por ciento que nadie sabe de dónde salen, a la autoridad de Paul McCartney (de ahí que yo me marcara un Godwin), todo un científico de pro, y su experiencia personal.
          Hecho: su tracto digestivo tiene una tamaño mucho más aproximado al de un carnívoro que al de un rumiante. Otro tanto en contra.
          Que usted sea vegano por opinión personal me vale. Me da igual, pero no meta en danza a la ciencia, pues ésta apunta a otro lado.
          Para su información, hay carne hoy en día que se produce ya en el laboratorio, sin matanza de por medio.

          • Frabetti

            Sabemos perfectamente de dónde salen los tantos por ciento, aunque algunos prefieran ignorarlos. Y entre los carnívoros y los rumiantes están los primates, más parecidos a nosotros que los tigres y prácticamente vegetarianos (aunque con la opción del carnivorismo, muy valiosa en algunos casos, como también lo es el canibalismo). Y, por supuesto, no tengo nada contra la carne sin matanza, todo lo contrario. Mi moral, en su conjunto, no es superior; mi opción de no comer carne o no tener un vehículo privado que no necesito, sí es mejor que su contraria. En cuanto a la ciencia, apunta precisamente en la dirección de la carne sintética y la reducción de emisiones; al menos, el sector de la ciencia que se preocupa por el bienestar de la gente más que por los ingresos de las multinacionales.

  5. SOBRE LAS SUPUESTAS PRETENSIONES DE SUPERIORIDAD MORAL
    Nadie pretende decir (no yo, al menos) que un vegano sea moralmente superior a quien no lo es. Un peatón no es, por el mero hecho de ir a pie, moralmente superior a un automovilista; pero nadie duda ya de que el uso indiscriminado del automóvil privado es un grave atentado ecológico. Análogamente, solo algunos negacionistas irracionales (o interesados) niegan ya que la industria cárnica también lo es. Como decía Sartre, todos somos medio cómplices y medio víctimas; pero podemos esforzarnos, individual y colectivamente, por reducir nuestro grado de complicidad. Y quienes insisten en ello no lo hacen desde una actitud de superioridad moral (puede que algunos sí, pero no es lo habitual), sino de respeto a la naturaleza y, en última instancia, a la humanidad.

  6. E.Roberto

    A costa de parecer obsesivo y aburrido, sostengo que es un problema “esquisitamente” masculino, o sea de músculos, maxilares y de brazos, inútiles en estas épocas de sutiles y frágiles sinapsis. Además, no hay mujeres en el debate, que, como las mias (perdón amores míos por el sentido posesivo) son las más inclines por intuición a comer sano. Y puede que tengan razón, porque después de un año a base de pasta, arroz, harinas, legumbres, frutas, verduras , huevos, pescado y mucha (puaj) sopa, no experimento ningún daño. Todo lo contrario. Con el vino, tinto por supuesto, me planté en mis trece, y no trancé. Creo que es lo que me mantiene todavía vivo, especialmente con la inspiracion, a pesar de lo que diga el buen doctor. Y la Historia, siempre masculina, viene en ayuda (muy a mi pesar) de “mis mujeres”: Una entera legión romana, en plena campaña de sus interminables guerras que duraban años, se rebeló al comandante que, por la sequía, los obligaba a comer carne de asnos y caballos que no faltaban. Tal vez la conquista y salvación del mundo se hará siendo vegetarianos.

    • Marco C.

      El tema aquí es el del sesgo de confirmación que padece Frabetti. Todo cuanto confirme aquello de lo que ello esté ya convencido lo pondera, mientras que considera irrelevante de entrada cualquier cosa que cuestione sus ideas, valores o conductas.
      Como tu mantra es siempre la misandria que padeces, que radicará en algún trauma que no cuentas, pero que tiene que ver poco con el método científico.

      • Frabetti

        Confundes la misandria con el rechazo del patriarcado. Es como acusar a los antirracistas de odiar a los blancos.

    • Frabetti

      Ten cuidado, Eduardo, te acusarán de misandria. La cuestión es muy compleja, y su relación con los roles de género, más todavía. A lo mejor intento dedicarle un artículo. Gracias por la sugerencia.

  7. Ronnie Lee Junior

    “La verdadera bondad humana, en toda su pureza y libertad, puede venir en primer lugar, solo cuando su recipiente carece de fuerza. El examen sobre la verdadera Moral (el cual reside profundamente escondido de la vista) consiste en su actitud hacia aquellos que están a su merced: Los Animales. Y a este respecto, la humanidad ha sufrido una debacle fundamental, tan fundamental que todos reniegan de ello”.

    La insoportable levedad del ser. Milan Kundera

    • Te habría quedado muy bien si:
      1. antihumanismo y naturalismo no hubieran ido de la mano en el mundo de los hechos:
      https://en.wikipedia.org/wiki/Adolf_Hitler_and_vegetarianism
      https://www.biobiochile.cl/noticias/2011/11/21/undefined
      https://www.losandes.com.ar/article/view/?slug=hitler-era-vegetariano-la-extrana-defensa-de-los-animales-en-el-nazismo
      https://www.abc.es/cultura/toros/abci-nazis-primeros-animalistas-202001292324_noticia.html
      2. Kundera no fuera un literato stalinista. La sociedad protectora de animales fue idea de Hitler.
      Qué cosas tan desagradables tiene la hemeroteca.

      • Para empezar citas como fuente el ABC… en fin, mejor no continuar. Pero voy a continuar porque tanta sarta de falsedades merecen una respuesta:

        1)Hitler, para tu información, sólo fue vegetariano durante unos años porque, al parecer, tenía un problema de salud de estómago (o de hígado) y su médico le aconsejó dejar de comer carne durante un tiempo (creo que fueron unos pocos años).

        2) La primera sociedad protectora de animales se fundó en Reino Unido. La primera ley de protección animal es del parlamento británico en 1922. La primera vez que se prohibieron las corridas de toros fue en ese mismo parlamento en 1935. Luego continuaron prohibiéndose en Chile por parte del libertador de Chile, el ilustrado O´Higgins, en el mismo decreto en el que prohibía la esclavitud y las peleas de perros (o de gallos, ahora mismo no recuerdo). Luego se siguieron prohibiendo en Argentina, en Brasil, en Italia entre finales del siglo XIX y comienzos del XX. La ley Grammont es la primera de ley de protección animal en Francia, de 1852 y así, etc., etc… hasta llegar a leyes más protectoras de la actualidad como la sueca de 1988, la austriaca, etc., etc…

        3) ¿Kundera estalinista? Cómo se nota que no lo has leído. Repásate «la vida está en otra parte», o «La insoportable levedad del ser», a ver si te parece estalinista. Ya sé que ahora vendrás con que «un documento desclasificado mil años después prueba que Kundera…» Uffffffffff

      • Hay un error en lo que he puesto: la primera vez que se prohibieron las corridas de toros (y de gallos) fue en Reino Unido en 1835 (no en 1935, como había escrito por error en mi anterior comentario al darle al teclado). Por lo demás, te recomendaría que estudiaras más todo lo que te he puesto, y que te informaras mejor por medios más rigurosos y más exactos que las simplezas provenientes, por ejemplo, del abc.es. Si te molestas en buscar, comprobarás cómo mis fechas y mis datos son exactos, al contrario de lo que hace el abc, que oculta, manipula y se inventa datos. Te animo que a que hagas ese ejercicio de búsqueda rigurosa.

      • Ah, y lo mismo la primera ley de protección animal contra el maltrato del ganado, es de 1822, no de 1922 como había escrito también por error.

      • sí señor, un argumento de lógica aplastante: durante el III reich, los coches tenían 4 ruedas, si tu coche tiene 4 ruedas es que eres nazi. antihumanismo y automovilismo han ido de la mano en el mundo de los hechos.

  8. Ronnier Lee Junior

    Es una pena que no haya incluido en su hemeroteca el artículo de 1991 del New York Times sobre el vegetarianismo de Hitler, ya que ahí empezó todo.
    Evidentemente, Hitler tenía una alta sensibidad hacia otros animales y bajo su gobierno se aprobaron leyes que limitaban la vivisección y el maltratro animal. Esto no le convierte en vegetariano. La sociedad protectora de animales y sus versiones anglosajonas; Humane society y la Animal Welfare no abogan oficialmente por el vegetarianismo ni por el veganismo. Cabe recordar como definían los no vegetarianos el vegetarianismo hace 30 años, donde incluso el famoso New York Times (de nuevo) incluía el jamón en una dieta vegetariana, también un alto número de estadounidenses se consideraba vegetariano aunque a veces comiesen carne. Quizá aquí se generó la confusión. Yo también tiro de hemeroteca y le dejo algunos enlaces sobre esta longeva bronca. Una cosa es que los nazis aprobaran ciertas leyes en favor de los otros animales y otra cosa es que Hitler, Himmler y las SS sinceramente fueran veganas ( que es lo que estamos contraargumentando).

    https://www.nytimes.com/1991/09/21/opinion/l-don-t-put-hitler-among-the-vegetarians-800991.html

    https://www.goodreads.com/book/show/211949.The_Life_and_Death_of_Adolf_Hitler
    https://www.sbs.com.au/food/article/2017/12/13/why-hitler-wasnt-vegetarian-and-aryan-vegan-diet-isnt-what-it-seems

    https://skepticalinquirer.org/exclusive/myth-check-was-hitler-a-vegetarian/
    https://www.psychologytoday.com/us/blog/animals-and-us/201111/was-hitler-vegetarian-the-nazi-animal-protection-movement

    https://www.goodreads.com/book/show/673393.Hitler

    Definir a Milan kundera como estalinista, es pintar con una brocha muy gorda. Bajo el regimen sovietico en Checoslovaquia fueron rescindidos todos sus derechos y fue considerado un sujeto peligroso y traidor. Acabó refugiándose en Francia donde pasço dos años como apátrida hasta que consiguió la nacionalidad francesa. En su libro ‹La fiesta de la insignificancia’ ataca claramente a Stalin y su régimen del terror. Es cierto que fue acusado de delator para el partido comunista en 2008 y él mismo respndió a esas acusaciones. Philip Roth, poco sospechoso de colaboración estalinista, le visitó a él y otros autores en Checoslovaquia durante los años setenta para denuciar la represión bajo la que vivían.
    Una gran numero de intelctuales y7o artistas apotaran a la URSS o pertencieron al Partido Comnista durnate la decada sla segunda guerra mundial y la decada siguente. Pintar hoy de Estalinista a Milan Kundera, viendo su recorrido, es como decir que Dashiell Hammett o Dalton Trumbo fueron estalinistas.

    • Gracias, Óscar y Rennier, da mucha pereza contestar a algunos comentarios, pero creo que hay que hacerlo; es mejor pecar de ingenuos que de injustos, lo que significa contemplar la posibilidad de que incluso los comentarios más absurdos hayan sido hechos de buena fe, y de que sus autores estén abiertos al diálogo.

  9. Qué lástima llegar al final del debate. Convendría reducir estas polémicas a términos científicos. No habría estado de más echar mano de la correlación -que no causalidad- entre el cáncer y la diabetes tipo 2 y una dieta carnívora, por poner un ejemplo.
    Un saludo.

    • Frabetti

      El debate solo termina cuando nadie comenta nada más. Paradójicamente, con tu lamentación por su final lo prolongas, planteando, además, una cuestión tan interesante como grave. Si no lo hace nadie más, la abordaré en cuanto tenga un rato. Gracias por la sugerencia.

  10. E.Roberto

    El debate se reduciría a la mitad, o probablemente jamás se habría presentado como necesario si todos los participantes fuesen mujeres, lo que me lleva a reprocharles esa apatía por las cosas importantes para nosotros. (¿No será esto el problema?) Se reduciría o no existiría, supongo y digo, si todas las parejas fértiles, de común acuerdo, inhibirían el cromosoma Y potenciando el X nuestro. No sería un crimen, sería indoloro, ético y con visos de cientificidad porque probando y herrando llegamos a donde estamos. No habría guerras, ni riñas de gallos ni corridas de toros, rugby, (fútbol sí) boxeo, vejaciones, prepotencias, etc. etc, se potenciaria salud y educación porque mi primera salud y mis primeras palabras se las debo a mi mamá. Sería un mundo maravilloso. Pero es tan lindo ser varón.

    • Aunque la cuestión no sólo es si eres hombre o mujer. Desde luego, siempre he pensado que la testosterona hace del mundo un lugar más violento. Pero no tengo claro que un Ibex 35 gobernado al cien por cien por mujeres vaya a ser mucho más «humano», más respetuoso con el medio ambiente, o con los derechos laborales, que el Ibex 35 dominado por hombres (o quizá sí pueda ser algo más humano, no lo sé ahora mismo). El problema está en que vivimos en un sistema en el que se anima a las mujeres a ser tan despiadadas y ambiciosas como los hombres. Y bajo un sistema así, el que predomine un género o a otro en los lugares de poder, no cambia tanto el estado de las cosas, pienso yo…

      • La referencia al Ibex 35 es muy adecuada, pues, en general, acceden a puestos de poder las mujeres que se comportan como hombres (malos). No es un problema de géneros, sino de clases sociales. Y la situación de las mujeres en un mundo patriarcal es muy similar a la de una clase dominada (con sus excepciones, sus desclasamientos, su «conciencia de clase» más o menos despierta…).

  11. Hay varias interesantes novelas de ciencia ficción sobre mundos exclusivamente femeninos, caro Eduardo, como «Planeta de mujeres», de Poul Anderson, o «Las haploides», de Jerry Sohl. Y en el mundo en que vivimos no creo que sea lindo ser varón, ni ser mujer: a todas/os nos obligan a asumir roles absurdos y limitadores.

  12. E.Roberto

    Y piensas bien, estimado Óscar. También yo tengo mis dudas con respecto a un predominancia femenina. Hay algunas declaraciones de mujeres que ponen los pelos de punta. (Ver por estos pagos “…mi relación serena con el fascismo…” de la Meloni, hermosa y culta mujer caudilla de la derecha vernácula. Brrr) En resumidas cuentas, lo único que trato de hacer con mis fantasías pseudo científicas, es dar a entender que solo con la cultura podremos de alguna forma “feminizar” al varón con el único válido argumento en su contra: su fracaso histórico, dueño de la Historia y de nuestro porvenir, única posibilidad dentro de una dualidad que, en estos momentos y de frente al desastre nos lleva a la “fantástica” decisión de elegir entre una chalupa de salvataje de goma pinchada o la otra ya con exceso de ocupantes. Confieso que talvez se deba al entorno femenino que me acompañó desde siempre, real y fantástico del cual no entendía esa ingenuidad, desapego, simpatía, entrega y falta de picardía que consideraba innatural. Solo con nosotros la filosofía, la religión y la política tomó vuelo, pero ¿hacia dónde? Tal vez la vida sea solo eso: ignorancia y bondad. De cualquier manera, y suponiendo nuestra extinción, nuestra inquietud intelectual, que hasta prueba contraria es nuestro privilegio, sería la buena herencia que le dejaríamos, con una tecnología que suplantaría la natural falta de vigor físico, permitiéndoles continuar a propagar la vida con una sola tensión: la femenina. (Me estoy yendo pal lado de los tomates. Esto es pura fantasía. Pido comprensión)
    Con respecto a nuestro común amigo Carlo, aguerrido e insobornable marxista, sospecho que tendrá que rever su incredulildad. Yo, por lo menos, soy muy feliz de ser varón, y supongo que los demés también, de otra manera no se entiende que no aproximemos al abismo con tanto optimismo.

    • Caro Eduardo, yo no soy más marxista que, pongamos por caso, newtoniano o epicúreo. Creo que Marx hizo contribuciones importantes a la socioeconomía, y que hay que aprovecharlas, pero superándolas, como hemos superado la física de Galileo y Newton.

    • Me gusta esa reflexión que haces: «la filosofía, la política, la religión tomó vuelo… ¿hacia dónde? Tal vez la vida sólo sea eso: ignorancia y bondad.»

      Planteas dos cosas que son muy importantes, yo creo, y que se resumen en ¿para qué vivimos? O sea ¿Para qué hacemos filosofía, política, etc…?¿Para qué hacemos lo que hacemos? ¿Para qué un hombre o una mujer se mete en el ibex 35? ¿Para qué estudiamos? ¿Para qué leemos?

      Si lográramos que la sociedad se replanteara bien todo lo que hace y reflexionara para qué hace lo que hace, quizá nos encontraríamos con una sociedad menos dócil. Y entonces a lo mejor descubriríamos que es mejor ser bondadoso, reflexivo o imaginativo que, por ejemplo, ser militarista o ser alguien con deseos y ambiciones en la competencia económica.

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