Música

El abecedario de C. Tangana (I)

C. Tangana
C. Tangana. Foto: Oz Villanueva.

Un fantasma recorre España: el fantasma de C. Tangana. Como cantó Enrique Urquijo, ha muerto y ha resucitado. Se ha dicho de él que está revolucionando la música popular, que su fusión de ritmos latinos con españoles es sublime (sin interrupción), que es un apóstol del neoliberalismo y un aprovechategui. Algo habrá oído usted al respecto, ¿no? En octubre de 2020 sacó «Demasiadas mujeres», una canción superlativa atravesada por la tradición cuyo videoclip muestra su propio entierro, al que asisten dolientes mujeres con mantilla y gafas tipo Gucci (en un rato nos ocuparemos de eso, no corra). La cuestión es que la idea de matar su personaje no es nueva, ya en 2017 jugaba con el concepto del sacrificio del ídolo. Así, tras acaparar titulares y portadas, tras conquistar el centro del debate y acumular millones de reproducciones en las plataformas, surge la pregunta: ¿qué o quién es ahora C. Tangana? Pues un mosaico, una interrogación insinuante, un oportunista y un talento brillante. Paul Auster dejó dicho en Brooklyn Follies que cada hombre «contiene varios hombres en su interior» y que la mayoría saltan de uno a otro sin saber jamás quiénes son. Ahora bien, existen hechos constatables, objetivos, como que el disco que sacó en febrero, El Madrileño, ha batido récords de escuchas en Spotify. («Tú me dejaste de querer», la canción más exitosa del álbum, suma ciento catorce millones de visualizaciones en YouTube).

Atención al título: El Madrileño es a la vez el nombre de su histórico álbum y el nuevo alias del artista. Es un disco sentimental, desprejuiciado y capaz de llegar a un público amplio. Copioso a nivel referencial, inequívocamente español y gozosamente internacional, con videoclips potentísimos que constatan el interés de Tangana por lo que no es la parte musical. Por contar historias, en realidad. El mes pasado redondeó la jugada con una actuación en Tiny Desk, un programa de conciertos de una radio estadounidense. Tangana se marcó una sobremesa simultáneamente excesiva y armoniosa, monumental e íntima, en la que participan Antonio Carmona o la Húngara y donde las guitarras y los violines comulgan felizmente con un sintetizador. Una sobremesa en la que dan ganas de participar, ponerse en pie torpemente y proponer un brindis. Todo esto, además, grabado en un icono del brutalismo español en cuyo salón la luz se derrama como en un cuadro barroco. Eche un ojo, es cierto. Esto es lo que hay. El Madrileño es un hito. ¿Creía usted que se quedaría haciendo trap? Se equivocó, no pasa nada. ¿No tiene ni idea de qué es el trap? Casi mejor. Con todo, cabe la posibilidad de que los ecos de esta revelación musical y estética aún no haya tocado a su puerta.

Si, a pesar de todo el revuelo, usted no ha escuchado más que un puñado de canciones y anda un poco desorientado sobre quién es C. Tangana, este es su momento. Si su hijo anda canturreando «ni una escalera, para poder alcanzarte» y usted está extrañado, porque antes no escuchaba nada que sonase remotamente español, no se preocupe. Es normal. Traemos unas nociones básicas, una exégesis para no iniciados, un manual de cetanganismo for dummies para aproximarse tanto a la obra como al personaje. Si, por el contrario, ya es usted uno de los convencidos, debe igualmente leer la pieza para localizar sus fallos y exhibir su descontento —que debe ser furibundo— en el apartado de los comentarios, para salvaguardar la verdad del credo. Existe una tercera posibilidad: que sea usted un purista (del flamenco, del rap, de la rumba o del bolero) y deteste a C. Tangana porque ve en él la encarnación de la herejía, e incluso la representación de lo comercial, signifique eso lo que signifique. Igualmente debe usted leer lo que sigue. Con nuestras coordenadas se orientará: traemos un mapa. Coja apuntes. 

A) Agorazein. Del griego agora. Agorazein es un verbo que significa hacer vida en la plaza, compartir experiencias en el centro neurálgico del espacio público. Crema sacó en 2008 un disco con este título, una recopilación de temas de rap con las que configuró un monumento underground. Tenía diecisiete años. Con sus scratches (un sonido característico del hip hop que surge al mover el disco con la mano), sus ritmos melódicos, sus letras incisivas sobre desencanto, amor o melancolía y sus alusiones al asfalto y a los bloques, pero con una ligereza muy singular. Sutil. De algún modo, Crema llevó aire fresco al ecosistema de pantalones anchos, sudaderas y litronas en un momento en el que los tótems del rap en España eran Nach o SFDK. Sí, Nach Scratch. Sin embargo, a día de hoy Agorazein no es un disco: de manera similar a lo que ocurre con El Madrileño, Agorazein fue primero el nombre de un álbum y después un alias. ¿Entonces? No se pierda, vamos poco a poco: Crema, C. Tangana y el Madrileño son distintos nombres artísticos de la misma persona, Antón Álvarez, el protagonista de esta pieza y hombre del año otra vez. Aún más, C. Tangana y el Madrileño son dos personajes. Como irá descubriendo usted, la performance es el andamiaje del proyecto del artista. ¿Ha visto que le han dado el Princesa de Asturias a Marina Abramovic? Pues al loro. En 2011 Agorazein germinó como grupo, contando en sus filas con chavales que hoy también son nombres propios, como Sticky M.A. Para hacerse una idea de cómo suena el grupo las mejores opciones son «100k pasos», «Los Tru» o «Tentación». Ojo, se encontrará autotune (de cuando el autotune era un sacrilegio en determinados contextos) y un rollito estadounidense. Ya nos contará qué tal. Y para acabar, una apostilla curricular: la elección de la palabra Agorazein evidencia la atracción de C. Tangana por la filosofía, carrera que cursó en la Universidad Complutense de Madrid.

B) Barras. Ni de gimnasio ni de bar. En la jerga del rap, las barras son las estructuras métricas, cada conjunto de líneas o los versos de cada tema. Lo reseñamos porque en el momento en el que C. Tangana se convirtió en C. Tangana parte de su público le echó en cara que «molaba más cuando era Crema». La coletilla se ha convertido casi en un meme con el que el artista convive, pero no ha enterrado totalmente este estilo. En 2018 proclamó que seguía still rapping y en una entrevista reciente ha afirmado que antes de grabar El Madrileño tenía preparado un disco de rap. Cuando lo suelte, usted ya estará instruido.

C) Cocodrilo. El cocodrilo está en la mitología de Tangana como lo está en la egipcia. La vinculación con el animal se originó en 2014 con «Alligators», un tema destinado a marcar un surco profundo. No solo porque apuntaba el inminente éxodo hacia las cálidas regiones de «lo urbano», sino porque la firma de moda Lacoste puso la pasta en el videoclip. Consecuentemente, se convirtió en algo parecido a un anuncio. Minimalista y guay, pero un anuncio. En él, Tangana luce jerséis y chaquetas mientras lleva con correa un ejemplar vivo de este simpático reptil. ¿Se puede imaginar las reacciones, no? Parte de su público le echó en cara que trabajara con una gran empresa y le llamó vendido. Lo fuera o no, «Alligators» es bastante reveladora. La experiencia de escucharla ahora es parecida a ponerse en YouTube los highlights de Neymar cuando estaba en el Santos. «El mundo gira en torno a ideas deseables / si crees no las quieres, muy bien», espetaba Tangana entonces. Lo dijo él, pero podría haberlo dicho Don Draper. El tema contiene otras máximas que glosan sus ideas: «Mi estilo es todos los estilos siempre estoy brillando», proclamó hace siete años. Algo de razón tenía. El cocodrilo aparece igualmente en la mixtape 10/15, un trabajo que supuso un puñetazo en la mesa. Descarado y a la vez totalmente personal, capaz de desarmar a través de su tono confesional. Volveremos a él después.

D) Dalí. André Breton, pope del surrealismo, calificó a su camarada Salvador Dalí como «Avida Dollars», reprobando su fascinación por el dinero. Sus razones tenía. C. Tangana no pinta cuadros, pero pasó por lo mismo. El periodo que va desde el inicio de 2016 a noviembre de 2018 es el tiempo que Tangana tomó para escalar la montaña del mainstream. Lo hizo sin mirar atrás, apartando la vegetación a su paso con machete. Durante esa etapa sacó dos álbumes: Ídolo en 2017 y Avida Dollars en 2018. En ambos reflejaba su apuesta personal por lo urbano, recurriendo a sonidos prestados del R&B o el reguetón. Ídolo es un trabajo turbulento en el que su personaje se vuelve caprichoso y alcanza incluso cotas paródicas. Álvarez (vamos a llamarle por su apellido, que tampoco somos colegas) lanzó una campaña de marketing agresiva y soltó lo que quiso por esa boquita. Aunque no lo parezca a priori, es un disco más oscuro que luminoso. Y lo es porque el cinismo le sirve para confeccionar una descripción del poder. Su egocentrismo funciona como una crónica de las neurosis que se instalan en la cabeza de los «ídolos»: los miedos, los pensamientos tóxicos, la impostura… De hecho, el caparazón teórico del disco se armó en torno al becerro de oro bíblico, la imagen por excelencia de la falsa adoración. Las casi cuatro horas de Los diez mandamientos, con Charlton Heston, sí las tiene vistas, ¿no? Pues eso.

Avida Dollars e Ídolo comparten una estética moderna, una parte musical fresca y atrevida y algunas letras pasadas de rosca. ¿C. Tangana se ridiculizaba a sí mismo? Bueno, verá, es complicado. Digamos que la ironía es resbaladiza: puede servir para impugnar, pero tiene limitaciones en tanto que es el receptor el que debe decodificarla. Así, a veces se utiliza la idea de caricatura como coartada cuando solo hay retrato. Tangana se burlaba de todo lo que le habían echado en cara y estiraba el chicle hasta el extremo con temas como «Intoxicao» o «Inditex». «Dime que no quieres follar así / dejando que te desgaste / dime que no quieres pagarlo así /sin saber cuánto gastaste», pregona en «Intoxicao». Por su parte, «Inditex» era apología neoliberal cruda: «Mira mi nombre y piensa en Inditex / hoy he tachado lo que tú en un mes». Repetimos, aquello era 2017. Ahora, discursivamente, Tangana está más cerca de uno de esos negocios centenarios que fabrican boinas y sombreros en los aledaños de Plaza Mayor que de Amancio Ortega. De un año antes, 2016, es «Planes», un tema en el que él mismo reconoce la «obsesión por la exhibición, como un animal de competición».

E) España. Sí, España. C. Tangana ha agitado la discusión sobre lo nacional y ha amagado con resignificar determinados símbolos. No ha tenido problema, por ejemplo, en colocarse la bandera en un chándal. Errejón 0 – C. Tangana 1. Aunque hasta hace poco pasaba del tema. «Yo no creo en ninguna autoridad / yo no creo más que en mi libertad / ni rey ni patria yo no tengo na», expresaba en «Espabilao». ¿Desarraigo? ¿Anarcocapitalismo? No iremos tan lejos, pero sí es cierto que ha defendido insistentemente la libertad individual. Ahora su España es más escenario que rompecabezas, más festiva que doliente y más reivindicable que lo contrario. Una España con sabor a Almodóvar en la que a Hemingway le habría gustado salir de farra. ¿Significa esto que Tangana explota clichés? Pues un poco sí, pero les da bastantes vueltas. Y a veces, con esas vueltas, los deforma.

¿Significa esto que su idea de España pasa por la renovación? Responderemos a esa pregunta en la siguiente letra. Por ahora bastará con echar un ojo a las portadas del disco —firmadas por Iván Floro— y apreciar cómo remiten a la tradición española, así como al inventario icónico de El Madrileño: cocido, taxis, monjas en patinete frente al Palacio Real, patios interiores con ropa tendida, la Casa Carvajal, guitarras, café con leche en vaso de caña, algún crucifijo… Y algún texto paradigmático. En «Cuándo olvidaré», Tangana cuela una reflexión del cantante de copla Pepe Blanco (recitada en el videoclip por Imanol Arias) en la que afirma que «la canción española es del pueblo, es racial, es de raza». Escúchela. Lo que hace Álvarez es tomar una idea, saborearla, masticarla y a continuación lanzarla para generar un discurso polisémico. Y que cada cual se quede con lo que quiera. Para cerrar estas líneas sobre lo nacional en Tangana, dos tuits. El primero del 19 de octubre de 2019. La cosa andaba liada entonces: a raíz de la sentencia del procés, Barcelona llevaba varios días sacudida por protestas, con los CDR quemando coches. Se acordará usted. «Todo esto empezó porque querían votar y no les dejasteis», publica ese día Tangana. Más recientemente, en junio de 2020 y al calor de las protestas raciales por la muerte de George Floyd, Tangana escribió en Twitter que no estaría mal quitar de los libros «lo del descubrimiento de América» y llamarlo «por su nombre». 

F) Folclore. Según la RAE, el folclore es el «conjunto de costumbres, creencias, artesanías, canciones, y otras cosas semejantes de carácter tradicional y popula». Tradicional y popular. Aquí está la madre del cordero. Después de esforzarse por estar a la última, C. Tangana ha edificado su obra magna sobre la piedra de la tradición. Ha revisado músicas, experiencias y conceptos. Los ha batido, ha añadido la sal del zeitgeist y su tortilla ha salido bien. Somos libres de acompañarla con un vermú, con una Mahou, con una Corona mexicana, con un Ribera del Duero potente o incluso, si nos envalentonamos, con un ron cubano. De entre todos los ejemplos posibles, quizá el que mejor refleja la conciliación de pasado y presente sea la «Campanera» de Joselito, que Tangana samplea extraordinariamente en «Demasiadas mujeres». «¡Campanera! ¡Si eso es más viejo que la tos!», podría exclamar usted. Bien, pero existe toda una generación que había oído «Campanera» de pasada a la que C. Tangana ha llevado de la mano a encontrarse con ese pasado. A la que ha hecho reflexionar sobre raíces e hibridación, a la que ha forzado a debatir agitando un discurso, a la que ha puesto a dar palmas desacompasadas, a la que ha explicado que sí, que Brian de Palma mola, pero que el cine quinqui también tiene muchas cosas que contar.

¿Cree que no es Tangana el vehículo idóneo para emprender dicho viaje? ¿Que Eloy de la Iglesia no tiene nada que ver con esta movida y que ha habido y hay muchos artistas que miran atrás y no gozan de tanto reconocimiento? Coincidiremos en que «lo popular» puede ser un territorio pantanoso. Las obras de arte se producen en un contexto concreto determinado por razones socioeconómicas. ¿Hasta ahí estamos de acuerdo, no? Bien. ¿Es legítimo el uso que determinados artistas hacen de determinadas obras, en tanto las «extirpan» de su contexto y les dan una aura de modernidad para comercializarlas? Eso tendrá que decidirlo usted. Pero cuando hablamos de apropiación cultural hablamos un poco de alineación indebida, algo así como afearle a un artista que el once que saca no es lícito. Para bien o para mal, en el arte no existe la UEFA. Así que usted dirá.

Sigamos. Volvamos al videoclip de «Cuándo olvidaré». Vemos un bar de barrio al que se va acercando la cámara. Los doce primeros segundos nos pueden recordar al cuadro de Hopper Nighthawks. Distinguimos a un chaval jugando a la tragaperras. También se aprecia la espalda de un hombre, Imanol Arias. Lo significativo es que dos de los cuatro personajes que aparecen en el vídeo en el que Arias suelta su perorata sobre la canción racial tienen rasgos latinos. Y la tercera tiene rasgos asiáticos. A eso juega Tangana, a problematizar. Porque, indiscutiblemente, El Madrileño es una celebración de la mezcla. Mezcla de lo de ayer con lo de hoy y de ritmos españoles con sonidos cubanos o mexicanos. De los doce artistas que colaboran en el disco, siete nacieron en el continente americano: Toquinho, Ed Maverick, Jorge Drexler, Omar Apollo, Eliades Ochoa, Carin León y Adriel Favela. Y, en la constelación Tangana, Madrid esa mezcla hecha carne, una capital europea en la que buena parte de sus habitantes no ha nacido allí.

G) «G». Cuando oiga usted hablar de «G» (pronunciado «yi»), el emisor se está refiriendo a un gángster. OGs son old gangsters.

H) Huevos de oro. De Bigas Luna (1993). Javier Bardem interpreta a un macarra codicioso y temperamental que escapa hacia adelante. Está obsesionado con triunfar, y para él triunfar significa construir un rascacielos. Cada uno tiene sus filias. Elon Musk sigue a lo suyo con lo de Marte, ¿no? El protagonista de la película es una suerte de negativo costumbrista del americano hecho a sí mismo, como si Torrente se hubiera comido a Jordan Belfort. Con todo, derrocha carisma, tanto con sus camisas estrafalarias como con su traje. Su histrionismo llega al extremo de llevar dos relojes. «Si tengo dos huevos, ¿por qué no puedo llevar dos Rolex?», cavila este ejemplar de macho ibérico. «Antes tenía un Rolex, ahora quiero dos», pregona Tangana en «Siempre quise todo». No toma solo la frase: el personaje que interpreta Bardem ha sido una de sus inspiraciones a nivel estético. Pero lo más interesante de Huevos de oro no son las citas ni la ropa. El rascacielos, además de un elocuente símbolo de megalomanía, ha sido interpretado como una metáfora fálica. Por ahí va la cosa. Bigas Luna retrata una masculinidad, hasta hace no tanto hegemónica, que Tangana muerde, saborea y escupe. Él también ha reproducido códigos heteropatriarcales y ahora trata de hablar de ello. ¿Puede ser una coartada, un giro interesado que lee el signo de los tiempos? Poder puede. Pero no creemos que sea así. Ya lo iremos comprobando, porque va a seguir arriba. En mayo del año pasado, después de que la pandemia le obligara a comerse la cabeza, sacó Bien:( , un trabajo en el que exhibía vulnerabilidad. Tangana ha cosificado a mujeres en sus vídeos y se ha vestido con el traje de gallito fanfarrón, con el de tipo duro, con el de rapper que no podía permitirse llorar en público… y resulta estimulante asistir al resquebrajamiento esos arquetipos. Puede comprobarlo, por ejemplo, escuchando «Cambia!».

I) Iniciativa. «Convertí el descampao en un jardín / pa que tos esos raperos puedan por fin vivir aquí», canta Tangana en «Intoxicao». «Si quiero algo coño voy detrás / quién ha dicho que hay que preguntar», declara en «Espabilao». Se ha visto a sí mismo como el mascarón de proa de la industria, como el Prometeo que robó el fuego para iluminar al resto con sus técnicas comerciales. Ha venido a decir que, antes de él, los músicos urbanos en España estaban a por uvas. Ha celebrado haber firmado con Sony «el contrato más grande de to el gremio». Y es para celebrarlo. Sin una multinacional como Sony detrás, seguramente no habría podido hacer todo lo que ha hecho. ¿Iniciativa conlleva individualismo? Probablemente, pero es curioso examinar cómo Tangana articula ahora una apelación a la comunidad, a su equipo, a sus amigos, a su familia. Quiere que le dejen entrar al garito con ellos. Si no es con ellos, no pasa. Lo canta con Antonio Carmona en «Me maten».

J) Jay-Z. Uno de esos raperos que habitan el Olimpo de la música estadounidense. Un afroamericano de uno noventa de altura que posee veintitrés premios Grammy. Una leyenda viva del hip hop que ha vendido varias decenas de millones de discos. No, no es el marido de Kim Kardashian. Ese es el otro. Este es el marido de Beyoncé. Con ella sacó «Crazy in Love». «Uh oh, uh oh, uh oh, oh, no, no». También ha colaborado con Alicia Keys, en «Empire State of Mind». ¿Lo ubica? ¿No? Lo de «I got ninety-nine problems but a bitch ain’t one» sí le tiene que sonar. ¿Qué tiene ver este señor con Antón Álvarez? Pues que ha sido uno de los espejos en los que se ha mirado. No solo por la parte musical, sino por su éxito en los negocios. Tangana ha llegado a definirse como el «Spanish Jay Z» en su tema «Spanish Jigga Freesytle», un regreso fugitivo al rap que sacó en junio de 2018. Téngalo claro, Crema no está del todo enterrado.

K) [email protected]. Es el hombre al que tiene que contactar si se está planteando contratar a Tangana. Prepare billetes.

L) Little Spain. Quédese con este nombre, subráyelo. Quizá dentro de un tiempo veamos pelis producidas por ellos. Y serán peliculones. Es un colectivo de jóvenes con intereses estéticos comunes liderado por el realizador Santos Bacana, al que Tangana ha definido como «su musa». El grupo es a la vez un manantial de referencias y un relámpago. Son capaces de narrar historias atrayentes de forma ágil con el lenguaje de hoy, que es la imagen. Entre ellos, además de Bacana, están María Rubio y Cristina Trenas. Empezaron en Los Ángeles, donde la nostalgia se convirtió en su motor creativo. Dicho así suena bien, pero claro que uno también puede sentir nostalgia desde Londres donde sobrevive con un curro de mierda que no le da para ponerse creativo, aunque ese charco es demasiado profundo para esta canoa. Bastará con mencionar que algunos periodistas y opinadores han hablado, pomposamente, de una nueva movida madrileña para referirse a la actual eclosión artística y musical de la que Tangana forma parte. Una usted las piezas. Ahora bien, Little Spain tiene talento a raudales. A ellos debemos los vídeos de «Para repartir», «Comerte entera», «Tú me dejaste de querer» o «Demasiadas mujeres». Son películas breves y suculentas. El primero es como si el Manny Ribera de Scarface estuviese rondando por La Habana a ritmo de salsa, mientras que los de El Madrileño pasan por colocarle un chándal, unas cuantas cadenas y una colonia sensual al imaginario castizo. Sigue sabiendo a torreznos pero no huele a Varon Dandy.

En definitiva, Little Spain añade un buen chorreón de idealización a su vasta cultura cinematográfica. El riesgo es que, si la gradación de dicha idealización es demasiado fuerte, puede convertirse en exotización. En «Demasiadas mujeres» aparece el grupo de jóvenes enlutadas con gafas de marca de las que hablábamos al empezar, cuya apariencia contrasta con la atmósfera del pequeño pueblo donde está el cementerio. Un pueblo de los que hay a patadas en España. Hay destellos de lujo en los estilismos, pero El madrileño no es un alarde de ostentación, sino que la moda forma parte de la caja de herramientas que tiene Tangana para construir su relato. En «Comerte entera» la casa Carvajal tiene tanto protagonismo como Bárbara Lennie. El edificio es un poema de hormigón construido en los sesenta inspirado en la Alhambra de Granada que añade el plus de haber sido elegida por Carlos Saura como escenario de La madriguera al hecho de ser una joya del brutalismo. «Ingobernable» es un lienzo abigarrado dominado por la intensidad cromática de un salón que casi se puede oler. Y, como puntilla, «Te olvidaste», cine dentro del cine que recrea una episodio de caza, esa actividad capaz de encerrar multitud de pulsiones y significados. Ahora, en época del centenario de Berlanga, los tonos azulados del vídeo pueden recordar a la escena de La escopeta nacional. Con estos cinco vídeos bastará por el momento. ¿Vistos? ¿ No le ha dado un stendhalazo? Bien, podemos continuar.

(Continúa aquí)

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29 Comentarios

  1. A mí estas cosas me pillan viejo. Como Billie Eilish. Está claro que cuando millones de personas disfrutan genuinamente con un artista que ami me la pela es que algo deben ver o apreciar que a mí se me escapa.

    Antes hubiera dicho directamente «vaya mierda de música, la gente no tiene ni p. Idea». Pero las cosas no son blancas o negras.

    A ver, muy en el fondo, dipinmaijart, de dentro me sale gritar que efectivamente esto es una puta mierda. Pero bueno, el viejunismo y tal supongo.

    • Todo esto está muy bien. Pero igual en la G podías haber puesto que el «artista del año» canta como un gato atropellado. Que será un intelectual del copón, filosofo, un tipo de grandes inquitudes. No lo discuto. Pero como cantante va a ser que a mí me pilla mayor también.

      • Yo pensaba como usted, el auto tune suena horrible y suele ser sintoma de una carencia. Pero entonces vi el directo de Tiny Desk y cambié de opinión. No es que sea Sinatra pero las canciones en ese concierto suenan 1000 mejor que en el disco.

        • Yo no le he oído en concierto (Dios me libre), pero en este preciso momento mis hijas me están dando la matraca con él en casa. Y debe ser un artista tan grande que el jodío canta mal a posta en el disco. Con autotune y todo. Un genio incomprendido. Al menos por mí.

      • por eso tiene el premio a mejor artista, por su arte, no por sus cualidades vocales. C tangana no destaca por cantar bien, sino por su música

    • unodecuarentay..

      AMÉN

  2. C: de Carapolla, obviamente.

  3. Entre los invitados del último disco también está Andrés Calamaro, latino y bien argentino.

  4. He visto el video de tiny desk y parecía de La Hora Chanante. El casiotone del comienzo, la vocecilla de niño chico. Me descojono Xd

  5. ¿Es aquí donde venimos a intelectualizar a un tipo más bien limitadito que canta:

    «Hago que la puta se empache
    Hago que se calle y se agache»

    «Me silva como a un perro, es una loca
    La baba se me escurre de la boca (Ah, ah, ah)»»?

  6. Belacqua

    Madre mía, menuda panda de fósiles musicales estáis hechos.

  7. Hola, Jot
    Debe haber un error.
    Habéis colocado este artículo sobre Tangana en Música, no en Ocio y vicio.
    Saludos.

  8. Sip. Yo también me he hecho viejo. O eso o toda mi vida he sido gilipollas que también puede ser. Letras para pensar poco+bandas sonoras de peli porno igual a la gente le gusta. Este mundo se va a la mierda más deprisa de lo que creía.

    • Lelé Tornel

      Bandas sonoras de películas porno no, en absoluto. A quien le guste la música electrónica o sepa de producción musical sabe que hay mucha magra haciendo flotar esas letras -para pensar poco- que dan terroríficamente bastante que pensar.

      Pero ea, más para bien que para mal: cada uno puede hacer con su culo un candelabro.

      • Ahora resulta que utilizar indiscriminadamente el mayor crimen contra la música que se ha inventado nunca, el odioso Autotune (gracias Cher), es sinónimo de producción musical. Gracias por abrirnos los ojos.

        • El auto-tune no es el mayor crimen contra la música. Toleramos toda clase de pedales en las guitarras y no decimos que el guitarrista «hace trampa» ¿por qué no en la voz?. En estos tiempos el auto-tune se usa tanto como recurso estilístico como para aparentar que se canta bien. Como en todo hay medidas y al final prevalecerá la calidad, como siempre. Se puede retocar la afinación pero si eres Paquirrín te tienen que autotunear hasta los estornudos. ¿a alguien le preocupa la calidad musical del susodicho?

  9. Si se le dedicó un panegírico al reguetón recientemente en Jot Down, no veo por qué no hacerlo con C. Tangana que, perteneciendo a la misma categoría de mierda, huele algo mejor.

  10. Venga, todos a escuchar kiss.fm!
    Vuestros lectores son geniales JD!

  11. Estos «Jipis» peludos…, vaya manera de cantar, seguro que se drogan. En mis tiempos las canciones eran CANCIONES, se podían bailar «agarraos», la sociedad está degenerando. La culpa de todo la tiene «internes», que llena la cabeza de nuestra juventud de porquerías. No sé «ande» vamos a ir a parar

    • Hago que la puta se empache
      Hago que se calle y se agache
      Pa’ mí esta mierda está fácil
      Tu puta me llama papi
      Sangre, sangre, no eres nadie
      Mi puta estable, tu puta hinchable (¡wuh!)

      Lo pones con par de loops y tienes a Oasis, mákina.

  12. Silvia blanco

    Mi aplauso es para el redactor qué bien podría ser escritor por la calidad pero también por la cantidad en este caso de referencias que el lector puede comprobar empíricamente si no le cuadra lo que lee o no conoce. Además de escribir con neutralidad algo que debería ser normal en el periodismo pero desde luego parece utópico ya. Mi ovación es a Juanma del Olmo Piera. Esperaré ansiosa a poder leer la segunda entrega! Con respecto a Ctangana solo diré que aplaudo su inteligencia por conseguir que gente que no lo escuchaba ni a tiros alegando el mantra de: «crema tú antes molabas» ; y gente que ni sabía quién era porque no les gusta el rap, lo escuchen ahora y encima a regañadientes (porque les jode) reconozcan que les gusta. Será por algo y en este caso, por inteligencia aunque de talento ya dudo un poco que no ande sobrado.

  13. Me gotea el txiflo cuando te xiflo, al ver tu pasar tu vagina entre Corcostegui y Pazpadilla. Te voy a plantar una hermita justo en medio de lo que da guita. Te quiero como a un marinero de atunero patacon. Tequila!

    A ver si hay webos para pasarle el tunetown

  14. Mark Txago

    Desde luego que todas las opiniones son respetables, pero según el criterio de cada cual se hacen validas o no, lo que si resulta manifiestamente cierto es la proyección que el «artista» ya ha desparramado a lo largo de su trayectoria., sea irreverente, obscena e incluso hiriente para ciertas sensibilidades, mas allá de toda consideración, todo lo que va a sobrevolar la figura de C. Tangana va a constituir en si mismo la solidez del mito en apenas unas décadas. El tiempo y el estudio que ha debido dedicar el articulista al nuevo genio, así lo manifiesta y alienta.

  15. El trap es el estilo musical definitivo. No requiere de ninguna habilidad lírica, cosa asombrosa. Tangana proviene del rap, que es a lo que se dedica quien quiere hacer música pero no sabe tocar instrumento, cantar ni tiene conocimientos de música en general. Es el género de los flojos sin habilidades que además no quieren estudiar.
    Los temas de Tangana son de una sentimentalismo repulsivo. Sentimentalismo, para adolescentes, barriobajero. Es música para hacerte más imbécil. Obscena. Quien tiene algo de mérito es el autotune que usa el ingeniero de sonido para transformar los susurros desganados del hartista en algo parecido a cantar.
    ¿Puede ser peor? Sí, que ha creado tendencia y hartistas todavía peores se han apuntado al carro.
    En Radio 3 ahora se dedican a poner trap a todas horas.

  16. Lo de radio 3 es terrible…

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