Arte y Letras Historia

El Cid como síntoma

el cid
El Cid. Imagen: Monogram Pictures.

En la plaza del Mío Cid en Burgos (antigua plaza de San Pablo) se yergue una gran estatua de Rodrigo Díaz de Vivar en la que se puede leer este texto: «El Campeador, llevando consigo siempre la victoria, fue por su nunca fallida clarividencia, por la prudente firmeza de su carácter y por [su] heroica bravura, un milagro de los grandes milagros del Señor». En una crónica de la época de la remodelación de la plaza, que fue inaugurada el 24 de julio de 1955 por Francisco Franco, el autor se abandona al entusiasmo y compara la figura del Cid a la del jefe de Estado. Los mitos sirven para casi todo, incluso para fotocopiarse en nuevos mitos, en este caso, fallidos.

El texto no tiene desperdicio: «Mediado el siglo veinte el enemigo de la Cristiandad ya no son los medievales sarracenos mahometanos, sino el comunismo encarnado en la Unión Soviética. Y el Cid, fiel a su patria, guerrero y vertebrador de la España medieval a pesar de la torpeza y los intereses particulares de los reyes, parece haberse reencarnado en el Caudillo, fiel a su patria, guerrero y vertebrador de la España que, por la torpeza e intereses particulares de sus reyes y gobernantes, a punto estuvo de sucumbir ante el internacionalismo expansivo del Imperio soviético». Representa la época, la asfixia intelectual de la España de 1955.

Existen pruebas de que el célebre Cid (1043-1099) fue un extraordinario señor de la guerra, un mercenario por cuenta propia que luchó a favor de todos los bandos, cristianos o moros, según le convino. No fue ningún adalid de la llamada Reconquista, sino un exponente de lo que fue esta Reconquista, más allá de las reconstrucciones míticas: una largo periodo de convivencia entre reinos cristianos y taifas musulmanas en la que las segundas pagaban tributo a los reyes cristianos a cambio de protección militar, garantías de que no serían atacados. La Reconquista, con su barniz religioso llega muy al final, cuando el Vaticano habla de Cruzada. 

La película producida por Samuel Bronston,  dirigida por Anthony Mann y protagonizada por Charlton Heston, ahonda en la idea mítica (y falsa) que proyecta la estatua, la del noble cristiano sometido a un mal rey, Alfonso VI, que debido a sus muchas envidias lo desterró de su reino porque no le perdonó la ofensa del juramento de Santa Gadea (que jamás sucedió). La única aportación sensata de ese filme es la figura de Sofía Loren, una doña Jimena imbatible. 

El rey maldito resultó ser, en la realidad, un monarca extraordinario, conquistador de Toledo, que al entrar en aquella plaza, que otros mitos venden como ejemplo multicultural, se declaró el rey de las tres religiones, hecho inaudito para la época y que revela un talante apaciguador. 

Todos los países exhiben héroes, mitos, la mayoría inventados o distorsionados. No importa la gesta en sí, su veracidad, sino la narración propagandística que se hace de ella. Desde hace un par de siglos los héroes pueden ser visibles gracias a la imagen (y a la invención del cine), como los soldados de la célebre foto de la bandera en Iwo Jima, un montaje. Las fotos forjan leyendas y levantan la moral de la opinión pública, de la retaguardia. 

Cuando los guerreros creen en causas superiores se sienten invencibles. Como los Mai-Mai de Congo, convencidos de que la pócima mágica que les ofrece el brujo de la tribu los hace inmortales, convierte las balas en agua. 

Los héroes deben ser personajes ejemplares, limpios de pecado, repletos de honor, cargados de dramatismo. Los héroes deben servir de modelo. En la guerra también funcionan los demonios, lo horrendo, aquellos que generan miedo en el enemigo. Nunca llegarán a nada en el imaginario mítico, pero funcionan en el corto plazo. Se trata de unidades militares o paramilitares cuyo nombre provoca desbandadas: los Gurkhas británicos, por ejemplo, con fama (exagerada) de no hacer prisioneros. Ese pánico al monstruo afloja las defensas, facilita las victorias. En Bosnia-Herzegovina existía una unidad dirigida por Zuca: los Cisnes Negros. Operaban entre Jablanica y Konji, en el curso del Neretva, el río verde. Su lema era violar, matar y su emblema un cisne negro penetrando con el pico a una mujer. Zuca hablaba un castellano aceptable aprendido en la cárcel de Málaga. Cuando su unidad se disponía a atacar, la radio bosnia anunciaba: «Un gran zumbido baja de la montaña. Zzzzzz». A veces ese anuncio era suficiente para que los civiles salieran en estampida.

Hay dos tipos de mitos: los vivos y los muertos. Los primeros espantan a los rivales gracias a los relatos de su crueldad extrema que hacen correr de boca a oreja o porque tienen un halo de misteriosa invencibilidad que les protege de la muerte. Pero los más grandes nacen de la muerte. 

Sucedió con el Cid: la leyenda afirma que ganó una batalla después de muerto a un ejército moro que huyó despavorido ante la presencia de un inmortal. Este tipo de relatos son un arma eficaz. La propaganda no es un asunto moderno inventado por el nazi Goebbels, viene de muy lejos. Fue inventada por el primer ejército de la historia, los sumerios. Un émulo del Cid fue el albanés Skanderbeg (1405-1468), luchador infatigable contra los turcos y cuya estatua en Tirana se parece a la de Rodrigo en Burgos.

Las religiones no son inmunes a este juego de engrandecer el pasado para crear un presente brillante, imperial. En la Biblia se suman los mitos y las leyendas de muchos pueblos antiguos. Se trata de un gigantesco corta y pega de escaso rigor científico que sirve de libro de fe.

Un Estado que nace y se expande necesita héroes y asesinos para vencer las batallas. Todos los reyes que se sintieron poderosos buscaron un tronco mítico, de origen divino, algo inapelable, que les permitiera gobernar por las armas y por el temor a los infiernos. Lo sobrehumano justifica el esfuerzo, la crueldad frente a un enemigo infiel, ajeno. Lo sobrehumano deshumaniza al enemigo, justifica su aniquilación.

Los serbios están convencidos de que su joven rey Lázaro, el que perdió la batalla de Kosovo Polje (hoy Kosovo) en 1389, era un hombre refinado y no un inculto señor feudal que seguramente comía con las manos. La cultura, el refinamiento y la civilización estaban en el otro lado, en el Imperio otomano del sultán Murad. Para los ultranacionalistas serbios aquella Serbia celestial y falseada es la verdadera, el mito, como lo es para los nacionalistas españoles la batalla de las Navas de Tolosa o la figura del Cid Campeador. El escritor albanés Ismaíl Kadaré cuenta la verdad de la batalla de Kosovo Polje en su libro Tres cantos fúnebres por Kosovo (Alianza). En ella participaron croatas, albaneses aún no islamizados y un número de pequeños señores de la guerra que protegían sus privilegios. No fue solo un asunto serbio.

La invención de España y de su versión anterior llamada Castilla se la debemos al obispo de Toledo, Rodrigo Ximénez de Rada, que creó la historia oficial de los siglos anteriores con tal entusiasmo imaginativo que generó un nacionalismo castellano antileonés antes de que existiera el reino de León. La figura mítica del Cid nos llega en el anónimo Cantar del Mio Cid, escrito un siglo después de la muerte del héroe. La mitología es como la religión, no se explica, no se estudia, no se discute, se cree sin vacilación.

España es un país que se ha equivocado en sus héroes y mitos. Quemó en la hoguera a los heterodoxos y elevó a los altares a los Torquemadas y Francos. Encerramos en prisión a Juana la Loca, a la que condenamos a una locura eterna, y optamos por el militarismo de Carlos I (ya saben: y V de Alemania). Los mitos ganan guerras, conquistan tierras, construyen naciones, pero también son un virus que corroe la inteligencia colectiva, que apacigua a la masa, la adormece. 

La fe frente a la ciencia. En España elegimos la fe, expulsamos la ciencia, el conocimiento. Sustituimos los hechos probados por fantasías. España es un país de tradición oral, como sucede en los Balcanes. Los mitos sobreviven en cantares sin que nadie los discuta. Ahora, con la televisión, los nuevos mitos se propagan a gran velocidad amparados en el prestigio del medio. Y además existen internet y las redes sociales como fabricantes cotidianos de bulos sin confirmar. 

A la antigua Grecia, que fue imaginativa y variada en sus mitos, le debemos la creación del pensamiento moderno, la estructura mental, la lógica y la filosofía. Pero no fue gracias a Zeus sino a los humanos Sócrates, Platón y Aristóteles. Ellos son el verdadero camino: pensar.

SUSCRIPCIÓN MENSUAL

5mes
Ayudas a mantener Jot Down independiente
Acceso gratuito a libros y revistas en PDF
Descarga los artículos en PDF
Guarda tus artículos favoritos
Navegación rápida y sin publicidad
 
 

SUSCRIPCIÓN ANUAL

35año
Ayudas a mantener Jot Down independiente
Acceso gratuito a libros y revistas en PDF
Descarga los artículos en PDF
Guarda tus artículos favoritos
Navegación rápida y sin publicidad
 
 

SUSCRIPCIÓN ANUAL + FILMIN

85año
Ayudas a mantener Jot Down independiente
1 AÑO DE FILMIN
Acceso gratuito a libros y revistas en PDF
Descarga los artículos en PDF
Guarda tus artículos favoritos
Navegación rápida y sin publicidad
 

13 Comentarios

  1. «Un gigantesco corta y pega de escaso rigor científico que sirve de libro de fe». Magnífica definición de la Biblia.

    • Una boutade… Como el artículo en su conjunto.
      Sócrates no escribió nada. Los manuscritos de Platón fueron de copia en copia y tienen interpolaciones por todos lados. Y acerca de los textos académicos de Aristóteles, cualquier filólogo principiante se da cuenta de la tarea de normalización y cohesión de la escuela. El malogrado López Eire decía que quizás en la «Poética» se conservara algo del texto original de Aristóteles.

  2. He leído su texto con agrado, Sr. Lobo. Sin embargo, estoy un poco hastiado de la visión en blanco y negro de los españoles, de Cides y Francos, y de aparatosas sinécdoques tales como “ España es un país que se ha equivocado en sus héroes y mitos” o “ En España elegimos la fe, expulsamos la ciencia, el conocimiento”. Yo soy español, no por elección, sino por nacimiento, y ni deseo serlo, ni dejar de serlo. Pero sáqueme, por favor, de cualquier generalización que haga de los españoles como personas sin sentido crítico, de Cides, Jimenas, Francos, etc. Y sí, desde mi punto de vista, la Unión Soviética fue imperialista. Y sí, quiso añadir España a su imperio soviético. Y mi abuelo materno luchó en el bando de la República, pero no permaneció ciego a lo que pasaba. Y mi abuelo paterno, republicano que era, fue obligado a luchar en el bando de Franco, aunque no quería. Y todo ello les costó la vida a ambos. Y no creyeron que Franco era El Cid. Ni Stalin el libertador del oprimido proletariado. Supieron los dos comprender lo que pasaba, y cómo fueron utilizados por los poderosos sin escrúpulos, ya fueran militares, gobernantes, políticos, millonarios, curas u otros salvadores en general. Y fueron españoles los dos. Como mis padres, yo mismo y mis hijos.

    • Con el término «imperialismo» hay un problema. Se toma habitualmente en el sentido leninista.
      Y el imperialismo no es sólo depredacion, también puede ser generador. Esto no quiere decir que los imperios generadores (Roma, Monarquía Hispánica, URSS…) sean ursulinas, ni que un imperio depredador no difunda algunas instituciones. Pero unas formas imperiales se expanden para difundir su programa cultural, político, ideológico y otras formas sólo extraen recursos o fundamentalmente.
      El que diga que España y Reino Unido trataron igual en sus imperios a los pueblos conquistados, lisa y llanamente se está equivocando.
      La URSS fue un imperio generador, cosa que me parece muy bien. Sin embargo, decir que quiso incorporar a España al imperio soviético… No niego que ese hubiera sido un objetivo a medio o largo plazo, pero en 1936 tuvo claro que la democracia burguesa española que era la II República tenía que ser apoyada. Y ello frente a la negligencia de franceses y británicos y el apoyo alemán e italiano a los rebeldes.
      Los comunistas intentaron en el maremágnum de la guerra poner orden y ganar el conflicto. ¿Que después hubieran pretendido otra cosa? No lo niego. Pero su prioridad fue aquella. Otros luchaban al estilo anarquista o izquierdista infantil, «hoy no me apetece ir a pegar tiros, ya iré mañana», vamos, el panchovillismo ultraizquierdista típico.

      Por lo demás, comparto mucho de lo que usted ha dicho. Yo soy español y eso no me hace mejor que nadie, pero he nacido en esta comunidad política y eso es lo que hay. Ni rastro de que mi condición ciudadana tenga que ver con etnias o religiones o idiomas, pero mi condición política en el mundo que nos rodea es la que indica el pasaporte, no otra y eso (frente a idealismos, subjetivismos, identitarismos, posmodernidades…) tiene su lugar.

      • Gracias, Máximo, por sus comentarios, que me parecen todos atinados. En cuanto a la voluntad de la URSS de incorporar a España a su imperio, mi impresión es que la hubo, pero que, efectivamente, no cuando el poder soviético (Stalin en esos momentos) habría programado. Soy de la opinión de que la Lenin y Stalin tenían planeado invadir toda Europa, y Asia, aislando a América del resto del mundo.

        Si no recuerdo mal, Lenin era de la opinión de que la Revolución triunfaba mejor después de que una guerra crease el descontento entre la clase obrera, y se generase el caldo de cultivo adecuado para una insurrección del proletariado. Con la agitación y propaganda adecuadas, y la creación de una minoría pro bolchevique en los territorios en cuestión, y comenzando con operaciones de sabotaje, el ejército soviético sería llamado a «liberar» a los proletarios oprimidos. Una guerra en el occidente europeo desgastaría a Francia y Reino Unido, permitiendo a los soviéticos avanzar en la «liberación» de Alemania, luego toda Europa, y, por fin, el mundo entero.

        De hecho, solo la presencia de los norteamericanos paró los pies a los soviéticos en 1945, partiéndose Alemania en dos hasta el final de los años 80. Stalin había invadido Polonia y Finlandia en el 39. Lo de Polonia le salió bien gracias al acuerdo Molotov-Von Ribbentrop en agosto de ese año. No tardó más que unos meses en lanzarse a liberar a los proletarios finlandeses. Pero esa jugada le salió mal. Ese revés (y la expulsión de la Sociedad de Naciones) no desanimó al imperio soviético en su empeño de liberar a todos los pueblos de la tierra, y Stalin no tardó ni un año en «liberar» a Letonia, Estonia y Lituania. Sin duda, Stalin soñaba con llegar hasta el Reino Unido y España Portugal, en un avance sostenido de Este a Oeste.

        Sin embargo, con la llegada del Frente Popular al Gobierno el 1936, y el posterior estallido de la Guerra Civil española, a Stalin se le planteó un escenario alternativo. Ingleses y franceses le dieron (supuestamente) la espalda al Gobierno de la II República, aunque, en realidad, apoyaban (especialmente los ingleses) a Franco. Los franceses no tanto, pero no querían ponerse a los ingleses en contra, teniendo fronteras comunes con Hitler y Mussolini. Mucho le debía Franco a Hitler, pero también a los ingleses, cuyo apoyo encubierto a Franco se pagó con la neutralidad española en la II GM. Siguiendo el tópico (en forma de broma, quede claro) nadie sabía si Franco subía o bajaba las escaleras, todo dependía de quién le preguntara…

        Para Stalin la situación representaba una oportunidad única de meter tropas y comisarios políticos en un país tan occidental como España, sin necesidad de invadirlo, esto es, respondiendo a una verdadera petición de ayuda… paradojas del destino.

        En fin, esta es la visión que me he formado de la situación, que podría estar equivocada, y que someto a otra mejor fundada. Y desde esta visión me he formado la opinión de que Stalin quiso añadir España a la URSS, y, desde aquí, hacer una buena tenaza sobre Francia, Alemania y Reino Unido. Pero, como sucediera en Finlandia, las cosas no salieron como deseaba. La victoria de Franco, en realidad, contaba con el apoyo de alemanes e italianos, pero también ingleses, y, por tanto, de de franceses. La suerte de nuestra II República estaba echada gracias a un acuerdo más o menos tácito entre los que luego fueron enemigos encarnizados.

        Saludos

  3. Es que pedirle rigor científico a un libro religioso…..

  4. La visión del articulista es la propia de alguien con una idea de España unidireccional y, por tanto, falsa. Una España mítica y unipolar (por negativa) que no ha existido jamás, con personajes blancos o negros (como en las versiones románticas pero al revés).

    También estoy cansado de que se hable de que la Monarquía (en toda su extensión) era un cero a la izquierda en cuanto a sed de conocimiento y ciencia, cuando en realidad era justo lo contrario. Sólo hay que conocer los estudios cientificos (en todas sus ramas) que se hicieron en los s.XVII y XVIII y que prepararon el espíritu enciclopedista e ilustrado. Pero hay que conocerlos, claro.

    «Quemar en la hoguera a los heterodoxos» dice el autor. Se ve que no conoce la historia europea, o sólo lo justo para que su línea narrativa parezca tener sentido.

    En fin, otro artículo subvencionado por la UPL…?????

    • La mayor parte de la izquierda española es franquista. Tiene la contraimagen de España que dio el franquismo. Este exalto y mitifico desde el nacional catolicismo sólo luces verdaderas y falsas. Y la izquierda lo que hace es ir a la contra de esa imagen franquista. Dos espantajos franquistas mirándose desde los dos lados del espejo.

      • Solo hay que ver el panorama actual. Contra Franco se vivía mejor. El hecho de que lleve dando malvas 46 años es lo de menos. En cuanto se presenta un problema, se agita la momia y entretenemos al personal otro buen rato. Le añades que la derecha española también es franquista y nos sale un cóctel estupendo.

  5. ¿Qué más da cual fuera el hecho histórico en un contexto de mito? El romance de El Cid es independiente de la vida real de quien le dio nombre porque lo que buscamos en una historia es un relato inspirador, un modelo de comportamiento, un molde al que adaptar la realidad. La independencia de juicio, la honorabilidad, la lealtad, son los conceptos que entran en conflicto en ese mito, y no nos sirve de nada adaptar el relato al hecho histórico, o solo les sirve a los historiadores.

  6. MacNaughton

    Recomiendo «República Encantada» de Jose María Ridao, que aborda en bastantes aspectos estos temas de la mitologia nacional. Es un libro estupendo y muy necesario.

    Lo que pasa es que, si tienes oportunidad de leer un poco sobre dos culturas y dos historias de dos paises europeos, verán que los estructuralistas tienen bastante razón, que hay ciertos patrones en el desarrollo de los paises europeos durante los ultimos siglos que se diferencia entre si mas bien en los detalles. No es solo España que mitifica y crea leyendas.

    Yo he tenido esa sensación bastante leyendo sobre la historia de España y comparandola con la historia de Escocia sin querer por asi decirlo. Si en España lo que triunfa es la ideologia nacionalcatólica en 1492, en Escocia triunfa la Reforma protestante (1560) no mucho después.

    Ambos como ideologias son muy excluyentes del Otro, como supo a su costa María Estuardo quien iba a ser reina de Escocia y de Francia, pero que se le muere al Dauphin y acaba heredando el trono de Escocia sola, una catolica en un pais cuyo elite está en plena Reforma protestante y se produce la famosa cara a cara con el Calvanista John Knox y la bella, alta, y afrancesada María, y Knox la hace llorrar, gana el duelo… momento clave en la historia de Escocia…

    Si en España, los judios y los moriscos son expulsados o convertidos a la fuerza, en Escocia, hay un sentimiento anti-católico muy feo durante muchos siglos (en Inglaterra también) y los católicos son excludios de los oficios del Estado. Hay una intentona desde el sur de extirpar la cultura gaelica de las Tierras Altas, los gaelico parlantes son retratados como bárbaros que hablan un idioma que habria que aniquilar, junto con el resto de su cultura, y llegando al siglo XIX, se echa a los clanes de su tierra para poner ovejas. En España se echa a los Morsicos en 1609, pero estamos más bien en detalles yo creo…

    En fin, hay un intento tanto en España como en Escocia de homogenizar ideologicamente la población, y si en España hay quien creía que España forma parte del plan divino, en Escocia pasa exactamente lo mismo, John Knox y Melville creen que los escoceses son el pueblo elegido por dios para llevar a cabo la Reforma protestante… lo cual, suena a chiste ahora..

    En fin, extrapolando un poco de los dos casos, la creación de Estado nación en Europa. en mucho paises si no en todos, crea a la vez ideologías / mitos que intentan homogenizar la población ideologicamente y que excluye al Otro, a veces expulsandole o incluso matandole…

    Eso es nuestra herencia como europeos, y justo nuestro reto, si el proyecto europeo no vaya a fracasar – que es muy posible y hasta probable visto lo visto – es lo de crear una ideologia europea basada precismante en ese reconocimiento, en el reconomiciento de que venimos todos de ideologias que han excluido al Otro y perseguido al Otro y matado al Otro…

    En ese sentido, un escritor como Todorov es fundamental…

    El problema es que el proyecto europeo está en manos de una burocracia, y no veo muy bien como podemos tener esta conversación y reconocer nuestras correspondencias como Europeos… no veo ningun foro, si no es Jot Down…

    • MacNaughton

      PD: Habrá protestantes todavía hoy en día que creen que el Papa es Satanás, ¿eh? Que Satanás se hizo con Iglesia hace siglos y la Iglesia de Roma es del diablo. No hay muchos hoy en día, pero alguno si, en Irlanda del Norte, seguro. Quiero decir, no es solo España que tiene y ha tenido muchos fanáticos, ¿eh?

      Habría que decir que los mitos que dice Ramón Lobo venían muy reforzados por el imperio y el colonialismo que es parte también de nuestro legado europeo, tal vez la parte mas importante de las cuentas pendientes que tenemos.

      Si tu eres Carlos V Emperador de medio mundo en una época en que todo el mundo creía en diós, ¿como no vas a pensar que formas parte del plan divino?

      Y lo mismo con los franceses y la Revolución de 1789, y los Rusos con la Revolución sovietica y la marcha de la Historia, y los británicos «civilizadores» que se quedaron con medio Africa en el siglo XIX con el pretexto de acabar con el tráfico de escalvos!!! ¡¡Ojo!! Eso también vale para conquistar y colonizar, como hemos visto con el intervencionsimo neoliberal de Blair y Bush, eso también es un mito y una leyenda…»solo queremos tu bien»…

      Por todas estas razones, yo no puedo aceptar la llegada al poder de Vox. Y que un Premio Nobel como Vargas Llosa, se pone codo a codo con racistas en Colón, a 30 años de la matanza de Srebrenica, donde se mueren 8,000 musulmanes, en el continente de los campos de concentración y los multiples pogromos contra los judios en toda Europa durante siglos…

      …pues eso para mi eso es una locura que atenta contra los valores fundacionales de la UE. No podemos permitornos eso.

      Yo le quitaría al Premio Nobel a Vargas Llosa mañana si pudiese… una cosa es ser de derechas, otra cosa es ser racista o facilitar a los racistas…

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.