No hay que levantarse de la butaca hasta el último minuto. Si algo nos queda claro del año comiquero es que hasta última hora nos llegan obras que merecen nuestra atención. Historias de amor irresolubles. Viajes programados o por accidente, que cambian indefectiblemente al viajero. El miedo a la soledad que altera la psique, pero también la soledad como refugio. Las juventudes doradas y los porvenires oscuros. El deseo como una bestia incontrolable. La apatía que protege de la catástrofe. El ingenio a través de cuatro líneas y el trauma trazado con hilo y aguja. Salvar la cultura, liberar el corazón. Estos son algunos de los temas que tratan los cómics más sugerentes del final de 2023.
El abismo del olvido, de Paco Roca y Rodrigo Terrasa (Astiberri)
Ajeno (por suerte) al soniquete ocasional de los que piensan que ya hay demasiadas novelas gráficas sobre la guerra civil, Paco Roca hace equipo con el periodista Rodrigo Terrasa para recoger la historia de aquellos que fueron asesinados por la dictadura franquista. El abismo del olvido pone de relevancia la importancia de la Ley de Memoria Histórica para hacer justicia a aquellos asesinados por el régimen, abandonados en fosas comunes, y a los familiares que han luchado por ellos hasta la fecha. Recuperan aquí el caso de Paterna, en el que ambos autores dedican lo mejor de su empeño para poner sobre el papel todo lo que significa dignificar a través de un relato rico en detalles, que no escatima en desarrollar empatía con los protagonistas y con quien arriesgó su vida por tratar con humanidad a las víctimas. Hallamos aquí muchas de las habilidades y recursos que Roca ha ido atesorando a lo largo de su carrera: su talento para la narrativa pausada, sus clarificadores ejercicios diagramáticos y sus conexiones simbólicas a través del tiempo. El resultado es una obra impecable que aporta mucha luz y reparación necesaria.
El cielo en la cabeza, de Antonio Altarriba, Sergio García y Lola Moral (Norma Editorial)
Contados son los relatos que nos llegan sobre el continente africano a pesar de tenerlo bien cerca. Antonio Altarriba ha extendido su vista hacia allí para narrar el amargo cuento de un niño soldado congoleño que recorre tierra y mar para llegar a Europa en busca de un futuro mejor. Alterna en este cómic el relato más crudo y trágico con otros que conectan más con un realismo mágico. En su ejecución, Sergio García y Lola Moral se entregan a una epopeya visual de la que hay que destacar las complejas composiciones de página que inundan de significado lo expuesto haciendo que continente y contenido queden reforzados mutuamente, así como las variaciones en la paleta que crean un entorno y tono único para cada capítulo. El cielo en la cabeza queda como un interesante camino intermedio entre el tebeo de aventuras y el cómic social que expone muchas de las experiencias y vivencias que se esconden bajo la imagen prejuiciada que muchos han creado sobre los inmigrantes. He aquí la antítesis del coming of age tradicional, uno marcado por la guerra, la explotación y la discriminación.
Sargento Inmortal, de Joe Kelly y Ken Niimura (Astiberri)
Estupendo trampantojo del tándem artístico que nos trajo Soy una matagigantes, que demuestra de nuevo la perfecta compenetración y entendimiento entre ambos. Sargento Inmortal tiene el aspecto y el arranque de la típica buddy movie con poli casi jubilado y poli novato con los alicientes del choque generacional entre boomers y milenials. Sin embargo, de lo que se intuía como arquetipo y lo que se percibía como lugar común pronto se diluye para que Joe Kelly deje a flote un auténtico fondo íntimo, un relato hondo sobre relaciones paternofiliales rotas y el fantasma de la culpa sobre la cabeza. Con Ken Niimura a los lápices toda la historia cobra vida a cualquier velocidad que el relato imponga, desde las escenas más dinámicas y vibrantes a los momentos de drama más personal y complejo. La expresividad de su estilo con dejes de esbozo y su narrativa absorbente van a tener pegado al cómic a cualquier lector, desde el principio hasta el final.
Planeta, de Ana Oncina (Planeta Cómics)
De la autora de Croqueta y Empanadilla puede que pocos se pudieran esperar pusiera un pie en la ciencia ficción. Pero quizás lo más sorprendente es que, con ese trasfondo, elaborara un thriller tan inquietante y capaz de mantener en vilo al lector haciéndole dudar, en paralelo a su protagonista sobre qué es real y qué no, casi hasta el borde de su conclusión. Es cierto que Ana Oncina ya nos había enseñado su habilidad para la intriga con las historias de amor/desamor, desde las relaciones con un punto agridulce como en Just Friends. Un paso más allá, aquí explora el límite de lo inquietante y la incertidumbre y ofrece un juego de contrastes y dicotomías entre los entornos presentados —entre lo aséptico y lo hogareño, lo mínimo y lo rico en matices— asociados a los personajes y reforzado a través de las paletas empleadas. En conjunto, Planeta es una exquisitez en lo visual cuyas formas equilibradas esconden una tensión fuera de lo común.
Princess Jellyfish, de Akiko Higashimura (Planeta Cómic)
A pesar de no ser estrictamente un cómic de humor (o no solo) el de Princess Jellyfish es probable uno de los cómics que más me ha hecho reír de este año. Una de las obras más conocidas de la autora de Tokio Girls, Akiko Higashimura, despliega aquí una nueva actualización y perturbación del clásico «chico conoce chica» a través de esta comedia romántica de enredos en la que una fujoshi (fanática del manga y el anime) amante de las medusas, conoce a un chico al que le apasiona vestirse de chica. Con este punto de partida se inician una serie de enredos, triángulos amorosos, crónicas íntimas y algún que otro apunte de reivindicación social. Como siempre, la clave del éxito de este manga reside tanto en la capacidad de Higashimura de implicarlo consigo mismo y nutrirlo de material de inspiración biográfica como de soltare el pelo sin vergüenza para el mamarracheo más divertido y los giros inesperados. Sin lugar a dudas, una forma de hacer manga que actualiza la comedia de institutos de la gran Rumiko Takahashi al nuevo milenio.
El pájaro y la serpiente, de Borja Gonzalez (Reservoir Books)
Merecidamente galardonado este 2023 con el Premio Nacional de Cómic por Grito Nocturno, Borja González cierra en El pájaro y la serpiente una trilogía de obras que empezó con The Black Holes, pero que se extiende incluso a La Reina OrquÍdea, una suerte de prólogo de lo que algunos han dado a llamar como «el Borjaverso». La presente tiene toda la potencia de una resolución menos contenida que las anteriores, más dramática e incluso teatral, podría decirse. Sus páginas son como puestas en escena cuidadosas donde lo que se enseña es un todo y al mismo tiempo una parte de otro todo que no se ve. Como lectores podemos jugar a intuir el valor del conjunto o simplemente dejarnos llevar por la fuerza de sus acontecimientos y la energía vibrante en el relato. Entre lo crepuscular y lo nocturno, esta novela gráfica cierra con broche de oro un conjunto relatos que ya forman parte de la historia del cómic español, sumando a esta una estética y una forma de narrar diferente enriqueciendo así su acervo.
Röd I Snön, de Linhart (Bang Ediciones)
De la corriente de las novelas y películas detectivescas ambientadas en ciudades recónditas de cualquier norte, Linhart se trae al cómic este nordic noir de talante misterioso y taciturno, que vio su arranque a través de la cuenta de Instagram del autor. Caso atípico, investigador atípico, sospechosos atípicos y emplazamiento atípico. Todo en Röd I Snön se antoja como una galería de extraños encuentros que se van dando la vez siguiendo la estructura cuasicanónica del género y que, en ese proceder, a muchos recordará a la pieza seminal del subgénero que parió David Lynch. Más centrada y con visos a una resolución y cierre que se aferre al sentido común en medio de lo improbable, esta novela gráfica queda ejecutada por parte del autor con un estilo sobrio, de línea clara y composiciones equilibradas y una narrativa inquietante en la que, del silencio en la página, se puede intuir aspectos ambientales externos como el clima, e internos, como la tensión.
Flores que nacen del pandemonio, de Nami Sasou (Fandogamia)
El segundo boom del manga en España ha supuesto, más allá de la consolidación del cómic venido en Japón (que ya gozaba de una buena base), una ampliación de los tipos de obras respecto de su temática y demografía pero también de su época histórica. La veda de los clásicos se ha abierto más allá de la proliferación de obras de Osamu Tezuka, y esto hace que se despierte el interés por como eran las formas de hacer manga entonces. Flores que nacen del pandemonio es un manga autobiográfico que recoge las memorias de Nami Sasou, una mangaka que fue asistente durante los años de la revolución del shojo gracias a las obras de las autoras de la generación del 24. Sasou rescata así no solo sus memorias, sino las de toda una generación, dando a conocer autoras desconocidas en España, mostrando su forma de trabajar y la precariedad en las condiciones de dicho trabajo, pero también el apoyo mutuo entre las compañeras. A pesar de sus diferencias en enfoque o narrativa, podemos emparentar esta obra en la estela de Los locos del gekiga de Masahiko Matsumoto, que hacía lo propio con los autores con los fundadores de dicha corriente.
Los días felices, de Zuzu (Barbara Fiore Editora)
Muy por debajo del radar nos ha llegado el segundo cómic de la italiana Zuzu, que sorprendió con su opera prima Cheese, un relato descarnado sobre el deseo, las inseguridades y la inconformidad con el propio cuerpo durante la juventud. La presente recoge los mismos temas, pero los enhebra a través de la historia de Claudia, cuyo cuerpo adopta rasgos quiméricos según sus emociones, y con la que la autora elabora una novela gráfica intensa y desacomplejada combinando lo íntimo con lo visceral. Forma y fondo conectan a través de un trazo desgarbado y suelto y unos juegos de texturas en el color que le da un sabor orgánico muy pertinente a la obra. Atrayente, la narrativa que emplea aquí se rinde a la secuencia formal y a un ejercicio del control del ritmo que se permite soltar las correas en ciertos momentos donde los anclajes con el orden y el sentido empiezan a flaquear. Los días felices se escurre ante cualquier posibilidad de definición ¿Grito juvenil ahogado? ¿Manifiesto feminista? ¿Thriller íntimo? ¿Broma nihilista? Sea como fuere, este tebeo revuelve.
La playa más bonita del mar del Norte, de Sun Bai y Lucas Burtin (Fulgencio Pimentel)
La llegada del nuevo milenio ha visto la entrada en el cómic de nuevas formas de entender el medio y las historias que pueden tratarse en él. Han comparecido por él obras que han jugado con lo críptico, con lo mínimo y lo surrealista. Pero pocas veces se ha visto un relato que aspire tanto a lo liminal como La playa más bonita del mar del Norte. Sun Bai y Lucas Burtin son dos autores que indagan en lo íntimo desde la vida cotidiana de personajes en tránsito, en parajes despoblados. El trasfondo postapocalípitco de la presente se desenvuelve en espacios desiertos, un limbo entre lo que fue y lo que puede llegar a ser y que cuaja en una suerte de calma derivada del estoicismo. A ello parece llevar la delicada mano gráfica que practica un estilo artesanal y elegante con acercamientos a lo geométrico, de fina y frágil línea que parece resonar con el innuendo que se esconde tras la historia. Una evocación de la soledad como algo buscado, quizás como modo último de supervivencia emocional.
La bibliomula de Córdoba, de Wilfrid Lupano, Leonard Cheminau y Christophe Bouchard (Norma Editorial)
A medio camino entre el cómic de aventuras y la novela picaresca, La bibliomula de Córdoba sitúa su relato en un periodo histórico en nuestra península muy poco transitado en nuestros cómics, el del Califato de Al-Ándalus. Wilfrid Lupano, Leonard Cheminau y Christophe Bouchard practican una oda a la cultura y el conocimiento con el relato de dos bibliotecarios y un buscavidas que tratan de salvar un buen montón de libros de una quema de origen ideológico y religioso. Sus protagonistas son puertas abiertas a distintas experiencias y formas de entender el mundo y apreciar la importancia de la sabiduría transmitida a través del papel: una oda al conocimiento transmitido de pensador a pensador. El estilo gráfico hará las delicias de los que disfrutaron de El Buscón en las Indias de Juanjo Guarnido y Alain Ayroles: caricaturesco, dinámico, expresivo y sugerente. Una obra repleta de perlas que cita muy interesantemente las obras de relevancia en su tiempo. Divulgación y entretenimiento tan bien entrelazados que es imposible determinar donde empieza uno y acaba el otro.
No te vayas, de Jordan Crane (Ediciones La Cúpula)
Muy poco apta para cardiacos y personas con propensión a la ansiedad, si bien quizás este cómic esta dibujado precisamente para ellos. La premisa de No te vayas es tan simple como cotidiana y de ahí procede el primer anclaje poderoso en cualquier lector. La pareja del protagonista sale a comprar y tarda en volver. En su ausencia la preocupación del primero crece, crece y crece hasta el paroxismo. Jordan Crane explora en esta novela gráfica los límites de los procesos mentales que llevan a la obsesión y el miedo a perder a alguien querido. Con su métrica formal, una línea clara sobria y sin excesivos aspavientos expresivos, en su estructura encadena una progresión que expone la angustia por la anticipación a la tragedia. Independientemente de su conclusión, No te vayas consigue cierta conciliación, en parte gracias a la carta del realismo mágico, pero el (excelente) calvario que nos llevará hasta allí deberemos transitarlo página a página. Vale la pena.
Home Time Vol. 1 y 2, de Campbell Whyte (Cósmica Editorial)
El último trimestre del año, sin duda, ha sido el de los cómics que han pasado por debajo del radar y sorprende que un thriller fantástico juvenil como este, cuya editorial ha peleado como jabata para completar la publicación de su díptico, debería ser recompensado. Home Time empalma los relatos de coming of age veraniegos, con el del héroe por accidente que termina en otro mundo y el del thriller de misterio que mueve su foco a las interioridades de cada protagonista mientras despliega su trama a lo Perdidos. Campbell Whyte hace gala de un estilo multiforme que va del toon dibujado al pixel art según transita de capítulo a capítulo para contar una aventura que en el paso de la niñez a la adolescencia ahonda con gran riqueza en el desarrollo de la psicología de sus protagonistas. El cómic se compone de un díptico de dos volúmenes cuya conclusión cierra con mucho sentir y la elegancia de dar respuestas a algunos temas y sugerir veladamente las de otros.
El cuerpo de Cristo, de Bea Lema (Astiberri)
Junto a otras como Candela Sierra o Alicia Martín Santos, Bea Lema viene a confirmar la poderosa cantera de autoras que han debutado en nuestro país en este 2023. Lo hace con esta novela gráfica de inspiración autobiográfica que trata la historia de hija y madre, sobre el trastorno mental que asola a esta última. Recoge aquí el dificultoso tránsito hasta conseguir un diagnóstico apropiado, así como la carga de las creencias asumidas por una educación religiosa y un pasado familiar que pesa sobre los hombros de la paciente. Destaca en El cuerpo de Cristo, el desempeño gráfico para el que la autora incluye pasajes ejecutados (especialmente los relativos al pasado) bordados sobre tela que permiten un juego de variaciones gráficas que le da a la obra un carácter propio, amén de demostrar que en cómic las posibilidades creativas son tan amplias como la imaginación de su artista.
El gran libro de Cutlass, de Calpurnio (Reservoir Books)
Hace algo más de un año que nos dejó Calpurnio, uno de los grandes maestros del cómic en España, que hizo de la caricatura minimalista un campo de batalla que exploró prolíficamente hasta el infinito con grandes resultados, llegando desde lo más pequeño a lo más grande. Su personaje más popular, el vaquero Cuttlass, tuvo una vida larga, que dio para treinta y siete años de historietas en las que, desde sus inicios como sátira del wéstern, se fue expandiendo a la ciencia ficción, la reflexión filosófica, social y política, el juego visual y la experimentación en forma. Siempre con su apología del garabato como estilo y con una narrativa limpia y fluidísima, Calpurnio mantuvo siempre un espíritu vitalista y gamberro que certificaban que el humor y el ingenio son dos caras de una misma moneda. El gran libro de Cutlass aglutina una selección exhaustiva del divulgador Álvaro Pons, que incluye páginas de toda la historia del personaje.
Walicho, de Sole Otero (Salamandra Graphic)
Probablemente el mejor cómic de terror publicado este año sea este de Sole Otero, que después de transitar por la comedia, el drama y la ciencia ficción se deja caer por este género. Walicho es una de aquellas obras que atrapan por su interesante premisa estructural que la puede emparentar a La casa de hojas de Mark W. Danielewski. Su aparente forma de antología de relatos en realidad encierra un desarrollo en segundo plano de la trama central, la historia de tres hermanas que llegaron a Argentina desde el Viejo Mundo muchos años atrás. Por si fuera poco, cada relato consigue su entidad propia gracias a como la autora practica formas narrativas diferentes y juegos estilísticos de gran ingenio. Cruza así tiempos y espacios en los que va sembrando detalles que permitirán una mejor imagen de lo que sucede en la gran historia de fondo y que resultarán interesantes para el ojo del lector elucubrante.
Propuestas muy interesantes.