
Ojo a este hilo de X de Dmitry Medvedev publicado el domingo por la mañana:
¿Qué han conseguido los estadounidenses con sus ataques nocturnos a tres instalaciones nucleares en Irán?
- La infraestructura crítica del ciclo del combustible nuclear parece no haber resultado afectada o solo haber sufrido daños menores.
- El enriquecimiento de material nuclear —y, ahora podemos decirlo abiertamente, la futura producción de armas nucleares— continuará.
- Varios países están dispuestos a suministrar directamente a Irán sus propias ojivas nucleares.
- Israel está siendo atacado, el país tiembla con explosiones y la gente entra en pánico.
- Estados Unidos está ahora enredado en un nuevo conflicto, con la perspectiva de una operación terrestre asomando en el horizonte.
- El régimen político de Irán ha sobrevivido y, con toda probabilidad, ha salido incluso reforzado.
- El pueblo se está agrupando en torno al liderazgo espiritual del país, incluidos aquellos que antes eran indiferentes u opositores.
- Donald Trump, antaño aclamado como «el presidente de la paz», ha empujado ahora a EE. UU. a otra guerra.
- La inmensa mayoría de los países del mundo se opone a las acciones de Israel y Estados Unidos.
- A este ritmo, Trump puede olvidarse del Premio Nobel de la Paz —ni siquiera con lo amañado que está—. Vaya manera de empezar, señor Presidente. ¡Enhorabuena!
Dmitry Medvedev ha vuelto. No como estadista de finos modales ni como tecnócrata domesticado, sino como portavoz de los augurios más sombríos del Kremlin. El antiguo presidente ruso, ahora reciclado en vicepresidente del Consejo de Seguridad, ha publicado un hilo en X que no puede despacharse con la condescendencia habitual hacia los exlíderes fuera de foco. No es un desliz, ni un arrebato. Es un mensaje cuidadosamente escrito, al calor de los bombardeos nocturnos de Estados Unidos sobre instalaciones nucleares iraníes. Y en medio de las grandilocuencias patrióticas, de las pullas contra Trump y del desfile de lugares comunes, se desliza una frase tan breve como demoledora: «Varios países están dispuestos a suministrar directamente a Irán sus propias ojivas nucleares».
No es retórica. No es humo. Es dinamita diplomática. Una advertencia lanzada con la frialdad de quien conoce el peso exacto de cada palabra y su onda expansiva en las cancillerías occidentales. No hay nombres, no hay fechas, pero sí una intención clara: dinamitar la arquitectura de no proliferación que, con todos sus defectos, ha contenido la fiebre nuclear desde 1968. Lo que Medvedev sugiere no es una posibilidad. Es una jugada en curso. Un órdago al TNP con acento euroasiático. Como si, de pronto, el tablero de ajedrez se hubiera inclinado y las piezas comenzaran a deslizarse hacia un abismo sin reglas.
Desde la firma del Tratado de No Proliferación (TNP), el mundo se había aferrado a una ficción funcional: solo cinco potencias podían tener la llave del fin del mundo, y esa llave estaría guardada bajo siete candados, custodiada por la responsabilidad mutua del terror compartido. Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido y Francia. Un club exclusivo, con reglas tácitas y con una coreografía cuidadosamente ensayada de advertencias, sanciones, inspecciones y comunicados solemnes. Mientras tanto, los demás miraban desde la barrera, con la promesa de acceso a tecnología civil y la amenaza de aislamiento si cruzaban la línea.
La afirmación de Medvedev rompe esa arquitectura con un sola tuit. Si Irán, un Estado que ha firmado pero violado repetidamente el TNP, comienza a recibir ojivas nucleares de terceros países —de nuevo, sin precisar si se trata de transferencia directa o de apoyo técnico en el ensamblaje—, el sistema se convierte en papel mojado. La doctrina de disuasión deja de depender del equilibrio entre superpotencias y pasa a dispersarse por zonas de alta inestabilidad geopolítica, como Oriente Medio.
Conviene detenerse en el contexto, aunque solo sea para comprender el vértigo. Irán lleva décadas jugando una partida de sombras con su programa nuclear, moviéndose entre lo civil y lo militar con la astucia de quien sabe que el castigo llega tarde o no llega. Ha alternado sonrisas diplomáticas con centrifugadoras encendidas a media noche. El acuerdo firmado en 2015 —el célebre JCPOA entre Irán y el Grupo 5+1— pretendía ser un cortafuegos. Pero Donald Trump, siempre fiel a su instinto de demolición, lo hizo trizas en 2018 con una retirada unilateral que dejó a Teherán las manos libres y a los inspectores del OIEA a la espera en la puerta.
Desde entonces, el uranio ha seguido su curso. Enriquecido por encima de los límites, fuera del radar y con cada vez menos testigos. Y ahora, con los recientes bombardeos estadounidenses sobre instalaciones iraníes, el escenario se enrarece aún más. Medvedev, que no es precisamente un aficionado al equilibrio, sostiene que los daños han sido mínimos. Pero lo relevante no es el resultado material, sino la intención: Estados Unidos ha decidido golpear antes de que sea tarde, antes de que Irán cruce ese umbral técnico que transforma una planta de enriquecimiento en una fábrica de miedo. Es la doctrina Osiraq revisitada, aquella que aplicó Israel en 1981 contra Irak y en 2007 contra Siria. La diferencia es que Irán no es una presa solitaria: tiene colmillos, tiene aliados, y tiene memoria.
Aquí es donde el mensaje de Medvedev adquiere otra dimensión. No se limita a describir una escalada. La bendice. O peor: la patrocina. La frase sobre los países dispuestos a compartir sus ojivas no es un desvarío ni una provocación sin destinatario. Es la apertura de un nuevo capítulo geopolítico, uno en el que la disuasión clásica se fragmenta y las armas nucleares, hasta ahora encerradas en vitrinas de potencias vigiladas, podrían comenzar a circular como mercancía estratégica. Si Rusia quiere entregar el botón rojo a sus socios más exaltados, que nadie diga luego que no avisó. Ya lo hizo. En un tuit. Con la frialdad de quien sabe que el miedo es el combustible más estable de todos.
China, que ha mantenido tradicionalmente una postura más contenida respecto a la proliferación, también podría entrar en la ecuación si se percibe que EE. UU. está rompiendo el statu quo en la región. Tampoco debe descartarse el papel de Corea del Norte, cuyo modelo de disuasión nuclear autárquica podría ser replicado en Teherán con asistencia técnica externa. En un escenario extremo, la región podría ver emerger una suerte de «OPEP nuclear» entre Estados que comparten una posición común de resistencia frente a la hegemonía estadounidense.
Las implicaciones de esta dinámica son múltiples. Primero, un Irán con capacidad nuclear —o que reciba armas nucleares de terceros— alteraría profundamente el equilibrio estratégico regional. Arabia Saudí, que ya ha insinuado su voluntad de obtener el arma si Irán lo hace, podría buscar apoyo en Pakistán, con quien mantiene vínculos históricos en materia de defensa. Turquía y Egipto, aunque menos beligerantes, no se quedarían al margen. La región entraría en una carrera armamentística de altísimo riesgo, bajo condiciones de seguridad extremadamente volátiles.
Segundo, la disuasión nuclear entre actores no racionales o con estructuras de mando opacas (como los Guardianes de la Revolución iraníes o grupos paramilitares con acceso indirecto a armamento estratégico) introduce una inestabilidad cualitativa. La doctrina de la destrucción mutua asegurada, que ha contenido hasta ahora el uso de armas nucleares, depende de canales de comunicación, cálculo racional y mecanismos de verificación. En su ausencia, el riesgo de error o escalada accidental se multiplica.
Tercero, el mensaje de Medvedev no va solo dirigido a Teherán. Es también un aviso a Israel y a Estados Unidos de que el campo de juego se ha ampliado. La afirmación de que «la mayoría de los países del mundo se opone a las acciones de Israel y EE. UU.» forma parte de una narrativa global de reposicionamiento del eje Moscú-Pekín-Teherán frente al eje occidental. Al asociar las acciones de Trump con una nueva guerra, Medvedev busca además erosionar la narrativa interna estadounidense de liderazgo estable, anticipando un ciclo de caos exterior inducido por decisiones erráticas.
Por último, el impacto simbólico. Si se rompe el tabú de la transferencia de ojivas nucleares entre países no reconocidos como potencias nucleares, se abre un precedente peligroso. El TNP ya ha sido vulnerado por casos como el de India, Pakistán o Corea del Norte, pero siempre en un marco de desarrollo propio. Lo que Medvedev propone —o al menos tolera— es algo distinto: la circulación de armamento estratégico como parte de un comercio geopolítico, sin reglas, sin verificación y sin límites.
En definitiva, el hilo de Medvedev no es una simple reacción política. Es un documento de doctrina informal, un globo sonda diplomático y un catalizador potencial de una crisis mayor. Que un alto dirigente ruso afirme sin ambages que hay países dispuestos a entregar armas nucleares a Irán debería ser motivo de alarma global. En el tablero estratégico actual, las palabras ya no son solo retórica: son pasos, y este es uno que nos acerca peligrosamente al abismo.
¿Pero qué clase de artículo es este? Ni siquiera menciona que la entidad sionista es el único país de Oriente Medio que tiene armas nucleares, cortesía de los franceses durante la década de 1950. Eso sí fue ilegal proliferación nuclear que desequilibró la región. Y tampoco menciona la solución más sencilla, sugerida por los mismos iraníes: que los sionistas renuncien a las armas nucleares. El único culpable de todo esto es la entidad sionista y nadie más.
Pero aquí el señor CEO de Jotdown se dedica a asustar con lo malos que son los iraníes, y de paso rusos y chinos, y que la proliferación nuclear es muy mala, aunque sólo si la hacen países no convenientes, claro, es decir, países débiles, sin amigos y situados preferentemente en el Tercer Mundo. Es gracioso que el programa nuclear iraní comenzó con el sha, pero entonces no preocupaba demasiado a Occidente. Lo mismo que el programa nuclear sionista, que nunca jamás ha preocupado a nadie fuera de Oriente Medio. Vamos, que el problema no es la proliferación en sí sino quién la hace.
Un articulillo lleno de mentiras por omisión propio de panfletos tipo «ABC» o «La Razón». El nivel de los articulistas de esta publicación está bajando últimamente, siento tener que decirlo. Y todo para defender indirectamente a un país colonialista, imperialista, racista, de apartheid, militarista, terrorista y genocida como el de los sionistas, un país sin civilizar nacido y mantenido mediante colonización, masacres y limpieza étnica, que ha atacado a todos sus vecinos de la región, que goza de total impunidad y sufre de un complejo de superioridad y que da mucho más miedo que Irán, uno de los países más pacíficos de Oriente Medio. De hecho, quien a estas alturas defienda directa o indirectamente a los sionistas no se merece más que desprecio.
Gracias por tu comentario, Luisito, aunque no comparta sus formas, sí me parece relevante aclarar el fondo.
El artículo no pretende en absoluto justificar el ataque estadounidense ni asumir como incuestionable la narrativa occidental sobre Irán. De hecho, la intención es justo la contraria: mostrar cómo las declaraciones de Medvedev, lejos de ser simples exabruptos propagandísticos, reflejan un cambio profundo y preocupante en el equilibrio estratégico internacional. El foco no está puesto en demonizar a Irán ni en exculpar a otras potencias, sino en señalar que la arquitectura global de no proliferación —ya profundamente dañada desde hace décadas— puede estar acercándose a su colapso definitivo.
Es cierto que Israel posee armas nucleares fuera del marco del TNP, con la connivencia tácita de las potencias occidentales. Eso desequilibró la región desde mediados del siglo XX y sigue siendo un tabú diplomático. Pero el hecho de que esa anomalía haya sido tolerada —y de forma hipócrita, sin duda— no convierte en irrelevante el riesgo de una proliferación aún mayor en manos de múltiples actores regionales. No se trata de aceptar un doble rasero, sino de denunciar que la ruptura de ese marco, ya frágil, puede conducirnos a un escenario donde la disuasión deje de funcionar y el conflicto se multiplique.
No se defiende en ningún momento a Israel ni mucho menos se ocultan sus crímenes o su historial de violencia regional (Hace bastante tiempo publiqué esto: https://www.jotdown.es/2024/04/hipocresia-europa-crimenes-de-guerra-gaza/). Pero tampoco se romantiza a Irán ni se ignora la instrumentalización de su programa nuclear como parte de una narrativa geopolítica que, más allá de sus legítimos derechos soberanos, tiene consecuencias reales para la estabilidad de la región.
En definitiva, el artículo no es una defensa de nadie, sino una advertencia sobre todos. No hay buenos absolutos en este tablero, y precisamente por eso resulta tan peligroso cuando las piezas empiezan a moverse sin reglas.
Muchas gracias por responder y por las aclaraciones. Estas útimas, no obstante, no hubiera sido necesario darlas ahora si el artículo las hubiera incluido. La verdad es que el artículo ha sido mal redactado, y de ahí mi interpretación errónea de él.
Pero ni artículo ni aclaraciones subrayan lo suficiente que el único auténtico culpable aquí es la entidad sionista y su voluntad de ser la única potencia nuclear de Oriente Medio, consecuencia de su intento de conseguir poder y seguridad a través de la violencia o de su amenaza de ella. La cuestión clave es el colonialismo sionista, su intención de someter a toda Palestina y su voluntad de destruir cualquier posible alternativa en la región a su poder. Ese desequilibrio de poder es lo que acaba con la estabilidad regional. La cosa no va de tanto de nuclearización como de poder. La visión del artículo es totalmente occidental. El statu quo actual puede que no guste al autor, pero se da por hecho y no se discute. Y quien intenta modificar ese statu quo es el culpable para el articulista, es decir, rusos como Medvedev e, implícitamente, Irán. Que sí, la proliferación nuclear está mal y la conducta iraní es ilegal, pero ¿cuál es la alternativa? ¿Someterse a Estados Unidos y a sus socios? Es el statu quo, la actual estabilidad regional basada en la sumisión a los sionistas, lo que está mal. Esto no lo menciona ni artículo ni aclaraciones, que confunden consecuencias (inestabilidad por culpa de Irán) con causas (inestabilidad por culpa de Estados Unidos y su socio sionista). El artículo debería repartir más las culpas.
Luisito, otro antisemita pagado por el Kremlin, como hay tantos en Occidente. Los rusos en el último siglo han gastado cantidades colosales de dinero con un resultado nulo. Y el derroche continúa…
Me encanta la gente que confunde antisemitismo con antisionismo, porque esa confusión demuestra de la forma más clara posible que no tienen ni idea de qué están hablando. Ni siquiera es cuñadismo, es pura barra de bar entre farias y soberanos.
Confundir una religión nacida en Oriente Medio con unos 2500 años de antigüedad con una ideología política de tipo nacionalista, colonialista y racista inventada en Europa central hace unos 150 años es no sólo insultante para los judíos sino también profundamente antisemita. Porque quien dice que judaísmo y sionismo son lo mismo, que todos los judíos son sionistas, está diciendo no sólo que los judíos como grupo no tienen agencia sino ademas que los judíos no pueden ser ciudadanos leales de los Estados en los que residen porque su lealtad está principalmente con la entidad sionista. Esa falta de lealtad es una de los principales acusaciones antisemitas, como es bien sabido, y fue de hecho una de las razones por las que las principales organizaciones y personalidades judías se opusieron durante mucho tiempo al sionismo. Porque así fue. Por ejemplo, hacia 1900 todos los grandes rabinos occidentales, desde Estados Unidos al Imperio Ruso, se oponían al sionismo, porque para el judaísmo, tradicionalmente, el anhelo de retornar a Sión era exclusivamente espiritual, nunca terrenal. Todas esas organizaciones y personalidades pasaron de la lucha contra el antisemitismo a la defensa de la entidad sionista sólo después de la victoria sionista en 1967. Sí, así de reciente es la confusión entre judaísmo y sionismo.
Todo esto por no mencionar que muchos antisemitas apoyaron el sionismo (el nazi Alfred Rosenberg, por citar sólo un ejemplo) y que muchos sionistas apoyaron a los antisemitas (véase el acuerdo Haavara entre sionistas y nazis) o hicieron comentarios antisemitas ellos mismos (el caso del creador del sionismo moderno, Theodor Herzl). Todo esto lo explican muy bien historiadores serios como Ilan Pappé o Shlomo Sand. Podría seguir, pero ya sé que a la gente como tú todo esto le da lo mismo porque no quiere informarse, no sea que se debiliten sus múltiples prejuicios e ignorancias.
De cabeza al abismo. La ansiedad durante la guerra fría porque uno de los dos actores le diera al botoncito disparada al 1000% porque otro fanático religioso que venera el martirio se le ocurra pulsar.
Hay que vivir al límite: vivir sin «ansiedad» es no vivir.
Se vive entorno a la pulsión, no entorno al artificio.
Somos «mártires» de lo finito/inútil, no somos NPCs inmortales (aunque la gran mayoría lo parezcan).
Las armas nucleares son la mayor disuasión posible del conflicto mundial permanente; la paz depende de su proliferación.
Medvedev es conocido por su alcoholismo crónico. Si ladra tanto (y no muerde nunca) es porque Rusia se ha quedado sin un aliado que le vendía misiles y drones, y estando al borde de la recesión económica como está su país, va a tener cada día más problemas para proseguir la guerra contra Ukrania. Al mismo tiempo, Putín dice que no le importa que la OTAN se rearme de manera brutal. Todo ello muestra hasta qué punto los rusos han fracasado en Oriente Medio, una vez derrotados el Hamas, el Hezbollah libanés, el regimen sirio y ahora Irán. Con la guerra de Ukrania y las sanciones arruinándolos, con su influencia en Oriente Medio desaparecida, con China colonizándolos cada día más, con un aislamiento internacional como nunca han conocido, raramente los rusos han estado peor. Normal que ladren…
…cantidades colosales de dinero EN PROPAGANDA…
¿Varios países? ¿Rusia? ¿Pakistán?
¿Resaca dominguera?
Aquí en Francia, ni una sola palabra sobre ese tuit de Medvedev, ni en la prensa escrita ni en la TV (donde abundan los debates sobre la guerra Israel-Irán). Los franceses evitan dar publicidad a la propaganda rusa más estúpida (hacernos creer que Rusia va a dar bombas atómicas a Irán para que destruya a Israel o incluso a la propia Rusia si un día se enfadan con ella, es una simple majadería de alcohólico crónico).
Si yo fuera Medvedev miraría debajo de mi coche antes de montar en él y evitaría coger el avión. Desafiar a los servicios secretos israelíes además de a los ukranianos es mucho desafiar…
No sabría decir lo relevantes que son estas declaraciones de Medvedev. Es una amenaza preocupante si se cumpliese, pero que países con capacidad nuclear estuviesen dispuestos, Rusia incluida, a meterse en el jardín de proporcionárselas a Irán, no lo veo cerca.
Aún así tampoco es como para tomarla a la ligera, Rusia está desde luego débil pero no es nada que estuviese fuera de su alcance, si políticamente lo encontrase necesario: tiene armas de estas de sobra para dar y regalar y a la vez mantener una capacidad de doctrina MAD suficiente como para que nadie, ni siquiera los americanos, se puedan plantear una confrontación militar directa. Que Rusia no sea capaz de invadir Ucrania en una guerra convencional no significa que no pueda arrasar Europa y parte del extranjero si las cosas se salen de madre.
No se trata de entrar en consideraciones maniqueas sobre estar de parte de los EEUU o estar de parte de Rusia o Irán. La cuestión está en : ¿cuál es la estrategia occidental en cuanto a la cuestión iraní y en Oriente Medio?
Yo ahora mismo no lo veo claro. Pongamos que partimos de la posición asumida por la UE y los EEUU de que: Israel tiene derecho a defenderse, Irán no puede tener el arma nuclear y para ello hay que actuar manu militari, y lo del genocidio Gaza… bueno, pues miramos para otro lado y no hacemos nada. Hamás, el 7 de Octubre y todo eso.
Que Israel pretende quedarse con todo el territorio de Palestina desde hace tiempo es algo que ni sus más acérrimos fans pueden negar a día de hoy – otra cosa es que lo justifiquen, pero no lo pueden negar. Dejando a un lado las mínimas consideraciones históricas y de derechos humanos, eso implica básicamente la expulsión, a base del acoso continuo y las matanzas de ayer y de hoy, de todos los palestinos de Gaza y Cisjordania para que se marchen a los países vecinos. No lo digo yo, es una propuesta declarada de Israel.
Esto supone generar y acentuar un problema enorme para esos países, como ya ocurre en Líbano, Siria y Jordania principalmente pero en general en toda la zona: asumir una población aún mayor de refugiados expulsados de su tierra y en míseras condiciones. Algo que en Europa no queríamos ni en pintura con los refugiados sirios, en menores cantidades y con mucha mayor capacidad para absorberlos, se quiere imponer ahora a unos países con una situación política y económica es, cuanto menos, precaria. No es desde luego una situación que vaya a favor de la estabilidad en la zona y que más bien fomenta la crónica aparición de opciones políticas extremas. La única solución es la de los dos estados, con las fronteras establecidas en su momento. Políticamente es posible, pues la fortaleza israelí depende totalmente del apoyo material occidental, con lo que se les puede forzar sin problemas si tuviésemos dos dedos de frente.
Al mismo tiempo, básicamente lo que se pide a todos estos países, incluido Irán, es que acepten una supremacía militar total de Israel que le permita, como hasta ahora, bombardear a placer cualquiera de ellos cuando así lo considere necesario para unos intereses cada vez más nacionalistas e imperialistas: una sumisión total y la situación de debilidad estructural crónica que ella requiere, de la que parece que se espera que, mágicamente, produzca en todos estos países unos regímenes estables y duraderos alineados con los criterios occidentales. Es todo una patada para adelante, como ya ocurrió con Mossadeq → Sha → Ayatolás. Y, por supuesto, una estrategia que ofrece cero incentivos a que no busquen como sea el arma nuclear (con el JCPOA los hubo, económicos, pero Trump se lo cargó porque venía de Obama; da para pensar quiénes son los actores racionales e irracionales en todo esto).
No hay manera de que se acepte este escenario por parte de ningún país ni con democracia ni sin ella; es más no pueden surgir democracias en un caldo de cultivo semejante. A mí me gustaría que quienes apoyan la estrategia occidental/israelí en Oriente Medio me explicasen cuáles son sus expectativas a corto, medio o largo plazo. Magia, supongo.
Pensaba suscribirme a la revista, pero después de leer este artículo creo que no lo voy a hacer.
Ruso o eslavofobía e Irán o persiafobía, las dos obsesiones que alimentan el mito del Occidente desde sus inicios históricos, y las dos ubicadas en lo que se dio por llamar Oriente o Medio Oriente, una presa-víctima que Occidente jamás pudo doblegar, con poblaciones que no se olvidan de las humillaciones recibidas; aquella, de las invasiones con intentos de dominio, saqueo y exterminio (Suecia, Francia y Alemania) la otra con el estigma primigenio literario de “cobardes, afeminados, falsos, voluptuosos, traidores, crueles, etc etc según la literatura antigua, Tucidides sobre todo, y con el recuerdo de un presidente democráticamente elegido que nacionalizó el petróleo, y por tal afrenta mereció el derrocamiento para poner en su lugar a un Sha que pretendíó occidentalizar a su población, el creador de la policía secreta, de nefasta memoria, y de uso actual con otras consignas, con el resultado de la crisis de los rehenes de la embajada americana, y todo lo que vino después, especialmente el fanatismo religioso; y para colmo de males con una población, la hebrea que desde dos mil años atrás ya no era más oriental, sino occidentales, pero indeseables, un cuerpo social extraño para los árabes. La Rusia comunista y el Irán terrorista son creaciones del Occidente. Cuando debe referirse a un país de la Europa, Putin, generalizando usa el término occidental, para reafirmar el orientalismo del pueblo ruso. Con sus rasgos faciales no sería necesario, agrego yo. Y si vamos más hacia el Oriente, más son las injusticias, con el humillante tratado de Namkin por el opio, con la presencia francesa, inglesa y holandesa sometiendo el sudeste asiático, que terminó con dos bombas atomicas sobre poblaciones inermes de un Japón que no queria quedar afuera de las conquistas que enseñaban las potencias occidentales; las napalm arrojadas en Vietnam, los humillantes “Protectorados medio orientales” como si fueran poblaciones incapaces de gobernarse, con las potencias de turno trazando las fronteras de nuevos países según sus areas de influencia sin respetar las nacionalidades. El horror… el horror.