Sociedad

Deje de preocuparse de una vez y aprenda a mirar el lado luminoso de la vida

Jot Down Magazine para Fox Life

«Dentro de mí hay una batalla constante entre dos lobos» dijo un anciano cherokee a un joven miembro de su tribu. «Uno lucha con el odio y la envidia mientras que el otro lo hace armado de amor, esperanza y felicidad. Está en mí y está en ti y también está dentro de todas las personas del mundo». «¿Y cuál de los lobos ganará la pelea?» preguntó el joven; a lo que el viejo respondió: «Aquel al que alimentes».

Más allá de la filosofía new age que pueda desprenderse de una leyenda india, o de si deberíamos considerar como consejeros vitales a unos señores con plumas y que vivían en tipis hace dos siglos —la respuesta es sí—; lo cierto es que, desde que la Ilustración desterró la amenaza de la muerte y la enfermedad como castigo religioso y la sustituyó por la confianza científica, los seres humanos hemos tomado un camino de vida casi uniforme: la búsqueda de la felicidad. Seguramente no deberíamos sucumbir a la dictadura de la felicidad porque puede tener consecuencias frustrantes pero, desde luego, tampoco deberíamos hacerlo ante el imperio del cinismo y el desánimo.

Quizá no se trate de buscar la felicidad, sino de encontrarla en pequeñas cápsulas de ese concepto tan elusivo que es la diversión. Y digo elusivo porque somos nosotros mismos los que lo acabamos eludiendo. Lo postergamos para después. Después de comer, después de correr, después de trabajar, cuando estemos de vacaciones. Y así, postergando, siempre estamos preocupados. Preocupados por lo que hacemos y lo que nos espera. Por el pasado y por un futuro que nunca llega y, por tanto, nunca nos deja divertirnos. Y es que, en realidad, deberíamos hacerlo constantemente y sin propósito.

El canal de televisión FOX Life nos propone divertirnos mientras comemos y cocinamos y corremos y trabajamos. Disfrutar del puro entretenimiento, del hacer las cosas porque sí. Sin más objetivo que pasarlo bien con lo que nos rodea. Atrapando los pequeños momentos que, haciéndole una pedorreta al cliché, son los que verdaderamente dan sentido a la vida. Puede que sea saboreando un twinkie, como Woody Harrelson en el cachondísimo apocalipsis de Zombieland, o cabalgando una bomba nuclear como el Mayor T.J. «King» Kong al que daba vida Slim Pickens en la película que nos ha proporcionado la mitad del título, o cantando en la cruz como Eric Idle en la que nos ha servido para la otra mitad. Puede que sea viendo la tele o tal vez poniendo en práctica alguno de los consejos que les proponemos a continuación.

Haga lo que mejor sepa hacer

Luis Moreno Mansilla solía decir que «uno se gana la vida con la segunda cosa que mejor sabe hacer». Teniendo en cuenta que, junto a su compañero Emilio Tuñón, formaron uno de los estudios más interesantes y más valiosos de la arquitectura contemporánea española, cuesta imaginar cuál sería la actividad en la que Mansilla era realmente bueno. Tuñón nunca se atrevió a preguntárselo. Por eso, en las preciosas palabras que pronunció en su funeral, llegó a la conclusión de que, pese a ser arquitectos, el espacio no formaba parte de sus preocupaciones vitales, solo el tiempo. Por eso hay que atraparlo.

Como lo atrapó Dennis Rodman, que fue una estrella de la NBA antes de ser pintoresco vehículo de acercamiento entre Corea del Norte y Occidente, grotesco actor de películas de hostias junto a Jean Claude Van Damme, y dedicado modelo de tatuajes, piercings y cortes de pelo alternativos. Comenzó a jugar al baloncesto en el instituto pero claro, al medir poco más de 1.68, no tuvo oportunidades reales de dedicarse a lo que más le gustaba y a lo que, en el fondo, sentía que era lo que mejor sabía hacer. Así que trabajó como camarero y como conserje hasta que en menos de un mes creció de golpe hasta los dos metros. Entonces, a los dieciocho años, atrapó el momento en forma de balón anaranjado. Y llegó a ganar cinco anillos de campeón con los Pistons y los Bulls, dos títulos de mejor jugador defensivo del año, dos apariciones en el All-Star y siete galardones como máximo reboteador de la temporada.

Tome fotografías

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Fotografía: Vivian Maier.

Hágase sonrientes selfies en palos de selfies, si quiere, pero busque un poco más, que hace más de ciento cincuenta años que la fotografía es arte. Y es el más instantáneo de todos, el que más tenemos a nuestro alcance. Así que explore y encuentre. En las calles y en los campos. Atrape gorriones y motocicletas y niños jugando y mujeres trabajando. Atrape el mundo porque, cuando tomamos una fotografía, establecemos una conversación con la realidad. Construimos la existencia en un intercambio de partículas y de ideas para, al final, transformarla en cuantos infinitesimales de tiempo.

Quizá pueda sumarse al concurso Atrapa tu Momento organizado por FOX Life. Quizá solo quiera fotografiar porque sí, porque le gusta el sonido del clic en la cámara o en el smartphone. Quizá sea como Vivian Maier, que trabajó como enfermera durante cuarenta años pero lo que mejor sabía hacer era tomar fotografías. Fotografías que no vieron la luz pública hasta 2007 cuando, a los ochenta y un años de edad, se tuvo que subastar parte de su trabajo para poder pagar precisamente el trastero donde se guardaba. Maier atrapó a hombres trabajando y a niñas jugando. Atrapó la vida de los Estados Unidos en cuarenta años y treinta mil imágenes y negativos.

Aunque quizá solo quiera hacerle una foto al último plato que ha cocinado.

Haga una tortilla de patatas

Tamorlan
Fotografía: Tamorlan (CC).

No tiene mucho sentido presentar a Ferran Adrià a estas alturas: es uno de los cocineros más importantes del mundo, principal artífice de la explosión planetaria de la cocina de vanguardia y de la consideración de la gastronomía como disciplina investigativa y casi artística, más allá de su obvia vertiente alimenticia. Además, si ha leído alguno de sus textos o sigue su abracadabrante —y merecidamente sugestiva— faceta tuitera, también sabrá que la preocupación intelectual de Adrià tiene menos que ver con los hipertecnificados sistemas de laboratorio que a menudo emplea en su cocina y más con la pura reflexión epistemológica. ¿Por qué una cosa es una cosa y no otra? ¿Por qué el contenido de un vaso de vino no puede servirse en un plato? ¿Un tomate natural que procede de una granja sometida a mil procesos e integrada en el mecanismo productivo de la sociedad es verdaderamente natural?

Su principal línea de trabajo tiene que ver con algo tan inherente a los fogones como son los mecanismos que modifican una materia prima para convertirla en un plato. De hecho, el cocinero catalán dice con frecuencia que le hubiera gustado ser la primera persona que batió un huevo y lo transformó en una tortilla. Y por eso todo este rollo, porque la tortilla de patata es el plato estrella de nuestra gastronomía y nos hace felices cocinarlo y compartirlo.

Lo bueno es que, si no son muy duchos en las artes culinarias, hay una receta al alcance de las pezuñas más torpes. Se le atribuye a El Bulli y posteriormente al propio Adrià, aunque no está nada claro quién fue el primero en concebirla o ponerla en práctica. Es la tortilla de patatas chips; patatas de bolsa, vamos. Según la receta de José Andrés, no hay más que batir los huevos, echar encima un bol de patatas fritas, dejar que las patatas absorban parte del líquido para que pierdan la rigidez y pasarlo todo por la sartén. Incluso hay versiones de la receta que sustituyen la sartén por el microondas, en el caso de que nos dé miedo el fuego. Seguramente nuestra abuela no aprobará esta tortilla, pero siempre podremos decir que cocinamos como los mejores del mundo. Y además, nos vamos y divertir y no tendremos que mojarnos en la eterna lucha que enfrenta a los cebollistas contra los sincebollistas.

Mójese

Pero de verdad. Váyase a la playa. Encuentre playas nuevas. Guárdese un par de horas y métase en las aguas de la cala de Baladrar, en el municipio alicantino de Benissa, y descubrirá un Mediterráneo que no parece el Mediterráneo. Pasee por la playa de Barra en Cangas do Morrazo, que es como la de El lago azul pero cambiando las palmeras por un formidable pinar y los cuerpos desnudos de Christopher Atkins y Brooke Shields por los de valientes —valientes por la temperatura del océano— gallegas y gallegos. También desnudos, por cierto, que Barra es una de las mejores playas nudistas de la península.

Váyase a las Piscinas das Marés, que dialogan con el Atlántico en frases de Álvaro Siza o a las ondulantes que Alberto Nicolau construyó en Valdemoro. Llene un barreño y remoje los pies en el balcón o cuélese en las piscinas de su vecindario como Burt Lancaster en El nadador o báñese de cuerpo entero en una fuente pública, aunque su equipo no haya ganado ningún título. Anita Ekberg lo hizo en la Fontana di Trevi y no tenía ninguna pinta de ser futbolera.

Cánsese

Marcin Gabruk
Fotografía: Marcin Gabruk (CC).

Juegue una pachanga con los colegas, un partido de solteros contra casados o uno de rivalidad secular. Eche unas canastas o patine o monte en bicicleta o corte troncos o salga a correr, sea usted runner o no. Y si aún no ha vuelto de la playa, nade. Haga como Selina Moreno, que comenzó a nadar a la tardía edad de veinte años y fue poco más que una deportista amateur hasta que en 2005, y con treinta y tres años recién cumplidos, le fue diagnosticado un cáncer de mama. Pero siguió nadando. Como buenamente pudo, con parones y a veces con dolor, hasta superar la enfermedad. Y después siguió nadando. Nadó mucho más y mucho mejor de lo que había podido antes y, hoy en día, es una de las pocas mujeres en haber nadado el estrecho de Gibraltar, el canal de la Mancha y la vuelta a la isla de Manhattan. Dice que el deporte le ayudó no solo a mejorar la movilidad en el brazo izquierdo y a apaciguar los dolores musculares y articulares, sino que también le sirvió como empuje de autoestima.

Sí, la autoestima, la liberación de endorfinas y la mejora física son varias de las obvias ventajas de cualquier práctica deportiva. ¿Pero saben cuál es la mejor? Cansarse. Cansarse de verdad. Cansarse como nos cansábamos cuando teníamos diez años y nos pasábamos la tarde correteando por la calle y triscando por los descampados, que llegábamos a casa derrotados pero felices. Porque hay pocas sensaciones más satisfactorias que meterse en la cama con el cuerpo en pacífico agotamiento.

Duerma

HABITOS_SUEÑO
Infografía: Jason Feifer, cortesía de New York Mag.

Si hay que atrapar todos los momentos, también hay que atrapar el sueño. Así que apague las luces y váyase a la cama a dormir. Haga de su dormitorio un reducto analógico, un santuario del sueño. Sin ordenadores ni tablets ni smartphones. Y duerma las horas que necesite. A pata suelta. Sean cual seas su horas, manténgalas y construya unos hábitos lo más persistentes posibles.

Puede hacer como Thomas Mann, que se acostaba a las doce y se levantaba a las ocho; como Marina Abramović, que se mete en la cama a las diez y se levanta a las seis; como Honoré de Balzac, que dormía de seis de la tarde a una de la madrugada pero luego se echaba la siesta de ocho a nueve y media de la mañana y así parecía que se despertaba como todo el mundo; o como cualquier otro de los grandes creadores de la historia que aparecen en esta formidable infografía que la New York Mag publicó en 2014. Claro, copiar sus hábitos de sueño no les hará ser como ellos, pero se van a levantar de mejor humor y con todo el día por delante para jugar.

Juegue

Dice Richard Jenkins en la amable comedia Amor y letras que «Nadie se siente como un adulto. Es el secreto mejor guardado del mundo». Y tiene razón: ser adulto está sobrevalorado, lo que mola es jugar. A todas horas y en cualquier lugar. Jugar a pistoleros y forajidos en la calle o delante de un tablero; jugar al parchís o al milenario go, que ya aparece en las Analectas de Confucio hace dos mil quinientos años; jugar al teléfono estropeado o a aprender japonés en batallas de cartas mágicas o a huir de dioses primigenios en medio de un pueblo de la ribera madrileña del Tajo.

Jugar a la rayuela con tiza en el asfalto o sobrevolando las ciento cincuenta y cinco capítulos de la obra magna de Julio Cortázar. Jugar al ajedrez como Bobby Fischer o por los cien saltos de caballo que George Perec nos propone en La vida instrucciones de uso. Jugar en paisajes que no existen o en momentos que no puedes perderte. No se canse nunca de jugar, háganos caso.

No nos haga ni puto caso

En esta casa somos así. Tan pronto proponemos hacer listas como nos desmarcamos virulentamente de ellas (proponiendo otra). Un día le conminamos a que abandone los libros de autoayuda y otro le escribimos dos mil palabras intentando ayudarle. Pues bien, si no quiere hacernos caso, no nos lo haga. Porque eso es fenomenal. Quizá sus cápsulas de diversión son distintas a las nuestras; puede que les incomode profundamente que le digan lo que tiene que hacer; tal vez ya ha encontrado la felicidad.

En cualquier caso, habrá tomado una decisión. Y, si nos permite un último consejo, siga haciéndolo. Siga tomando decisiones, siga haciendo lo que a usted considere adecuado. Siga teniendo una opinión propia, inducida, firme, cambiante, reflexiva o irracional. Pero haga el favor de dejar de preocuparse y diviértase. Diviértase en la calle o viendo FOX Life. Diviértase solo o acompañado, cocinando o corriendo, durmiendo o nadando o tocando música o jugando a videojuegos. Trabajando y de vacaciones. Diviértase siempre.

Slim-Pickens-riding-the-Bomb
Imagen: Hawk Films/Columbia Pictures.

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20 Comentarios

  1. Es un espacio patrocinado de la cadena Fox, evidentemente

    • Demostena

      En efecto, lo pone en la primera frase del artículo. Veo que sus poderes de observación son estupendos. No obstante, si eso es lo único que le llama la atención de un texto como este, hágaselo mirar.

    • Sí, como ya se dice en la primera línea.
      Pero es de agradecer un anuncio así de currado y que aporta cosas más allá de la publicidad.

  2. Recuerdo haber hecho un par de veces la tortilla de patatas chips. La primera me quedó un poco seca pero la segunda estaba estupenda. Recomiendo la receta a todo el mundo.

    Estupendo artículo, por cierto.

  3. Publicidad y autoayuda. Dos de las cosas que más odio de un mundo que amo, la comunicación. Y sin embargo, es un gran artículo! Qué cabrones. Sois muy buenos

  4. Yo me divierto mucho tirándome a las mujeres de los demás. ¿Se puede?

    • Fulgencio Barrado

      Sí hombre sí, pero las mujeres no son de nadie.
      Y ya puestos sea como Atila: mate también a sus caballos.

      • Las mías, sí. Quiero decir que son solo mías y de nadie más. En eso consiste lo que yo entiendo por diversión que es ni más ni menos que tirarse lo ajeno sin que se tiren lo propio. Muy bueno lo de Atila y los caballos, Fulgencio. Tomo nota.

        • Desdegorilla

          Bueno, yo entiendo por diversión recordarte que, en realidad, no eres más que un pequeño y patético hombrecillo que está muy solo. Si no fuese porque además eres un palurdo, sentiría un poco de lástima por ti.

          • ¿Y se puede saber que tienes tú contra los palurdos? ¿Es que no tenemos derecho a respirar, sabihondo, hartosopas, mugroso, cierrabares?

  5. Vivian Maier trabajó durante más de 40 años como canguro, no como enfermera. Y su obra no salió a la luz porque subastara ella misma el trastero, el trastero se subastó precisamente cuando murió. Al menos así lo cuenta la persona que compró los negativos en esa subasta, dio a conocer su obra y lo relató en el documental Finding Vivian Maier. Lamento alejarme del contenido del artículo, pero me parece curioso que una historia con apenas 8 años de vida ya se empiece a distorsionar tanto. Seguramente en FOX Life puedan verlo.

    • Pedro Torrijos

      Hola,

      Pues tiene usted razón, Maier trabajó como niñera y no como enfermera, me bailó la traducción. Sin embargo, debe haber discrepancia entre el documental (que admito no haber visto) y la propia web dedicada a Maier, puesto que esta última dice expresamente que «one of Vivian’s storage lockers was auctioned off due to delinquent payments. In those storage lockers lay the massive hoard of negatives Maier secretly stashed throughout her lifetime.
      Maier’s massive body of work would come to light when in 2007 her work was discovered at a local thrift auction house on Chicago’s Northwest Side»

      Un saludo y muchas gracias por la corrección. De hecho, yo también considero curioso que aparezcan distorsiones en historias tan recientes.

    • Pedro Torrijos

      Por cierto, como ve, es distinta la versión que yo escribo a la del documental e incluso a la de la propia web (salvo en las fechas). Es una de las licencias literarias -no es la única- que figuran en el artículo. En cambio, el error respecto su profesión es, en efecto, un error.

      Un saludo.

      • No pretendía ser el típico tocapelotas tampoco. En este caso, a pesar de diferencias en la historia, ésta no deja de ser muy curiosa, alcanzando el grado de acojonante a medida que se va conociendo su obra. No estaría mal un buen artículo sobre ella (guiño, guiño)

  6. Fino equilibrio entre artículo cojonudo y publicidad subliminal…eliminando esto último hubiese sido un artículo perfecto, aún así, genial publicación ;)

  7. Tocacosquillas

    Por fin admiten su bipolaridad cinismo-optimismo, ¡bravo!

    Por algo se empieza en el sendero de la sabiduría editorial.

  8. Li'l Ol' Lionel

    Le ha faltado un punto fundamental:

    «Haga caca».

  9. Li'l Ol' Lionel

    Y esa tortilla de patatas de bolsa es una marranada hipercalórica que muy probablemente le dificulte hacerla. La caca, digo.

  10. Pingback: Yemas de huevo bajo cero | Y e m a s d e h u e v o

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