Cine y TV

‘El quinto elemento’: un futuro kitsch

El quinto elemento. Imagen: Columbia Pictures
El quinto elemento. Imagen: Columbia Pictures

Cada cinco mil año,s una especie de planetoide gigante llamada el Maligno —nombre en clave para no despistar al espectador— ataca la Tierra para destruir toda vida en el universo. Para evitar este aciago fin, desde tiempos inmemoriales existe un pacto secreto entre la humanidad y los mondoshawan, una especie de raza robótica, la cual custodia los Cinco Elementos —cuatro piedras místicas y un misterioso quinto—. Cada vez que aparece la amenaza, estos extraterrestres, ayudados por una orden de sacerdotes, se conjuran para emplear desde un templo egipcio la «luz divina», un arma que derrota a ese mal cuando se combinan las cinco piezas de la existencia.

Si uno se queda con esta reseña de El quinto elemento, película dirigida por Luc Besson estrenada en 1997, parece que estamos ante otro bodrio más de ciencia ficción que, como mucho, solo puede ser entretenida. Y sin embargo funciona. Es más, funciona a las mil maravillas gracias a combinar una trama relativamente sencilla con un cóctel de acción y humor. Ubicada en pleno siglo XXIII, la trama transcurre entre una sobresaturada Nueva York cuyos niveles más bajos han quedado anegados por la polución, un espaciopuerto saturado de basura, un crucero-nave de lujo y el propio templo de Egipto. En cada uno de estos escenarios se camuflan referencias familiares a películas como Blade Runner, Aterriza como puedas o Titanic, pero caricaturizadas hacia lo grotesco. 

El universo que se nos presenta en la película, en todo caso, es consistente. Una policía y técnicas de seguridad que no se andan con chiquitas. Un mundo en el que gobiernan grandes macrocorporaciones mientras nos apilamos en apartamentos minúsculos que comparten ducha, cama y cocina en el mismo espacio —el futuro ya está aquí—. Marketing, consumismo, croquetas Floston. Curiosidades como píldoras que generan alimentos de la nada, coches voladores (por fin) o cámaras de sueño en vuelos espaciales. Es decir, todos elementos insustituibles en una película de ciencia ficción. A ningún amante del género se le harán extraños y forman parte de ese pegote que da consistencia a la trama. 

Desde luego el protagonista principal hace muchísimo por la película. Korben Dallas, interpretado por el maestro de la acción Bruce Willis, se mueve como pez en el agua durante toda la película con su tono socarrón y resolutivo. Este taxista exmilitar será el encargado de guiar y proteger a Lee Loo (¡multipase!), la humanizada quinto elemento, la mujer perfecta, en su periplo por recuperar las piedras y salvar a la humanidad. La película es esencialmente de acción, así que su evolución tampoco es sorprendente. Los malos diseñados para morir son unos mercenarios mangalores de orejas y caras muy feas. La mano que mece la cuna es un magnate, Emanuelle Zorg, que emplea todo el poder de sus empresas de armamento para servir al señor oscuro con la simple idea de que el caos siempre trae algún beneficio —la producción es francesa, así que había que poner crítica al capitalismo en alguna parte—.

Los buenos son esencialmente el sacerdote Vito Cornelius, el contacto de los mondoshawan, con el típico pupilo despistado; un generalote amigo de Korben y el presidente de la Federación. Un presidente, por cierto, que es negro —algo que parecía de ciencia ficción en los 90—. Mención especial merece el concierto de La Diva, con unos arreglos de música clásica y sintetizadores que quitan el hipo. Y, por supuesto, el infatigable Ruby Rhod (¿Verde? ¡Superverde!), un presentador de talk-show que logra enloquecerlas a ellas y sacar de sus casillas al protagonista —con cierta empatía de quien les escribe—. Este personaje claramente humorístico logra terminar de redondear un reparto que se complementa casi como en una partida de rol —el guerrero, la amazona, el sacerdote, el pícaro—. 

En suma, El quinto elemento es una mezcla con degradado por la que objetivamente nadie podría dar un duro, pero que sabe combinar de manera muy elegante ciencia ficción, humor y acción. Probablemente su elemento más distintivo sea ese toque kitsch en su ciencia ficción, ese toque grotesco que consigue que una trama relativamente sencilla, sin ningún tipo de pretensión, logre convertir esta película en un clásico de los que dejan escenas que hacen disfrutar a todos los públicos.

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6 Comentarios

  1. La modelo ucraniana Mila Jovovich lanzándose en picado al capitalismo, sabiendo una sola palabra, «multipase» me pareció una metáfora.

  2. La película es un descojone. Funciona como peli de acción y como comedia. Gary Olmand está divertidísimo. Y la Jovovich en todo su esplendor…

  3. ¿Titanic? ¿Cuándo se estrenó? En qué fecha, quiero decir.

  4. jilipollo

    ya fue todo?

  5. Hyacintho Sol

    O un futuro camp.

  6. Se te olvida las muchísimas referencias al cómic de los 70 y los 80. Por ej: Korben… Richard Corben, grandísimo dibujante y autor imprescindible de la época. Es un gran homenaje al cómic.

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