
Adolescencia, Adolescence en el original, es el nuevo fenómeno de masas de la factoría Netflix. En mi opinión, su éxito es merecido: es un producto de gran calidad en sus distintas vertientes artísticas, desde las interpretaciones hasta el montaje. Y, sobre todo, es una historia brutal, que diría un aprendiz de la adjetivación. Es fácil estar de acuerdo hasta aquí, no tanto con el resquemor que me ha producido su guion y, especialmente, algunos comentarios que ha suscitado esta miniserie.
A partir de aquí, destripe, espóiler o como prefieran llamarlo:
El niño protagonista aparece por primera vez palpando el papel roto de la pared junto a su cama, impresionado por las armas policiales que le apuntan. Parece que quisiera tapar algo en la pared, inadvertidamente. Aparenta un cuchillo, ese roto en la pared. Todo muy simbólico. Seguirá siendo simbólico al final de la serie, con el padre en su cama, representando una quiebra total.
Decía que el niño está impresionado, tanto que se mea en los pantalones del pijama. Como esto va a ser puro espóiler, empiezo con la gran descarga: ese niño, que tiene trece años y aparenta incluso menos (a pesar de que el actor tenía catorce en el rodaje), ha asesinado horas antes, de noche, a una compañera de colegio. No ha sido un balazo, una pedrada, un empujón al abismo ni nada por el estilo, repentino. El niño pidió un cuchillo, siguió a su presa, discutió brevemente con ella y le asestó siete puñaladas hasta el hueso, con esos tiernos bracitos que porta. Sin embargo, el chaval es suficientemente monstruoso, como se verá en el famoso tercer capítulo, como para que la ira le inyecte la necesaria adrenalina asesina.
De modo que tenemos a un niño que ha cometido un asesinato atroz y premeditado, se ha deshecho de la ropa pringada de sangre, así como del arma homicida, ha llegado a su casa, se ha puesto el pijama y a dormir, que mañana hay cole. Unas horas después, pipí en los pantalones cuando llega la policía. Curioso cuando menos. Quizás estaba tan nervioso después del asesinato que no pegó ojo, aunque luego en la comisaría no da síntomas de sueño. Quién sabe. Apuesto que durmió a pierna suelta, como verán más adelante.
La aventura en la comisaría está plagada de gimoteos del niño. Ahí el espectador veterano puede empezar a sospechar su culpabilidad: nos lo pintan así, desvalido, para que impacte más la verdad cuando esta se nos muestre en todo su esplendor. Es un buen recurso narrativo, al filo, eso sí, de la imprescindible verosimilitud.
También se observa en la comisaría que el niño es inteligente y entiende perfectamente su situación. De modo que es interesantísimo que no se derrumbe y confiese, ni siquiera cuando la policía muestre al padre la terrible grabación de las cámaras en la escena del crimen. El niño solo hace pucheros y dice que no ha hecho nada malo.
El segundo capítulo está centrado en el instituto, el conmocionado centro que incubaba en sus aulas al monstruo. Este capítulo sirve para dejar claro que la policía no se está enterando de lo importante: las jóvenes mentes que allí habitan se encuentran intoxicadas por el virus del discurso machista del incelismo paranoico. Por eso la compañera asesinada se había reído del chaval en redes sociales con emoticonos crípticos, al considerarlo un incel, un célibe involuntario debido a un supuesto carácter repulsivo de joven macho omega. Supongo que este tipo de burlas son una característica de rabiosa actualidad y nunca habían existido en la historia de la adolescencia, ¿verdad? Aquí la serie nos está hablando de la insondable brecha entre adultos y adolescentes, donde los adultos son incapaces de vislumbrar el poderoso veneno que afecta las conciencias de la juventud.
Llegamos ya al punto que más me interesa, auténtico motor de este artículo. He observado el testimonio de profesionales de la psicología, o supuestos profesionales, trasladar en redes su indignación por el hecho de que cierto público, desavisado, haya catalogado a semejante monstruo como un psicópata. Como me comentó una amiga que sabe de estos temas, faltan elementos de juicio. Así que acepto que no les falta razón, aunque, en mi opinión, hay elementos bastante potentes como para sospechar la psicopatía. Pronto los veremos. Sin embargo, quiero incidir aquí en la indignación de estos psicólogos: servidor, siempre malpensado, tiende a creer que la psicopatía del chaval arruinaría la lectura ideológica que hacen de la serie. Dicho más claro: de lo que se trata es de hacer creer al personal que un chaval más o menos normal puede cometer una monstruosidad por culpa del discurso machista que permea ese instituto. Estamos en peligro y volarán los cuchillos si no les llevamos por el camino de la luz, creo que piensan.
Pero el muchacho, me huelo, es un psicópata de manual. No confiesa en ningún momento, y, cuando decide declararse culpable al final de la serie, tiene toda la pinta de seguir una estrategia puramente instrumental: sabe que lo han pillado, empezando por esa maravillosa psicóloga que lo visita en el centro de reclusión. Ha llegado el momento de intentar reducir la pena. Ni se le ocurre pedir perdón a su familia por el sufrimiento causado.
Pero cerrar el pico no hace a un psicópata. Un psicópata intentaría manipular a la psicóloga y estallaría en ira cuantas veces sean necesarias cuando comprueba que no lo consigue. Pero, sobre todo, un psicópata se manifiesta cuando recrea un crimen crudísimo que ha cometido (sin reconocerlo) y le da mientras tanto un bocado a un sándwich, con toda tranquilidad de alma y de estómago, y eso que no le gusta el pepinillo. Nada de arcadas. Las arcadas, para la psicóloga cuando toca el sándwich, psicóloga que tiene todavía los pelos de punta porque ha sentido en sus carnes la cercanía de ese monstruo. Difícil una escena más clara. Igual le hace falta al chaval el peinado de Bardem en No es país para viejos.
Es por ello que es tan interesante la mencionada indignación: ¡cómo va a ser un psicópata! ¡La culpa es del machismo!
El discurso machista es mercancía averiada, bastante tóxica. Pero «me temo» que no crea a chavales capaces de cometer una carnicería de estas características y de responder maquiavélicamente a su crimen. Quién sabe, uno no lo sabe todo, solo cree ingenuamente junto a Terencio que, siendo humano, nada humano le es ajeno.
Creo que la historia del chaval no es sociológicamente interesante. Me parece una anomalía absoluta. Y me preocupa un poco que alguien crea que esta es la nueva normalidad de la juventud. Mucho más valioso es el retrato de la vida en el instituto. Se podría hacer una gran serie, también con escenas desagradables, sobre los efectos del machismo en las relaciones. Pero el asesinato y su autor en la serie constituyen un efectismo a la altura de El silencio de los corderos.
Para combatir la percepción de ese efectismo, el director de la serie ha concedido alguna entrevista que otra donde, de forma un pelín sonrojante, incide en la oleada de ataques con arma blanca (bien conocidos) que están sucediendo últimamente en Reino Unido. Otra cosa es que esta violencia real esté mínimamente relacionada con el móvil que la serie nos susurra al oído sin afirmar del todo. Porque lo que la serie calla o deja en brazos de la ambigüedad es, de forma obvia, interesante para el efecto de la narración, y no para la lectura sociológica. En su derecho está.
Por último, me gustaría concluir señalando que el personaje del chaval no es del todo verosímil. Como muestra con la psicóloga y en el propio asesinato, sus explosiones de ira son intimidantes y tienen un efecto devastador. También se pelea constantemente en el centro de reclusión, como es obvio. Resulta sorprendente que en toda la serie no se haga mención a esos arranques violentos en el pasado del joven. Desconcierta que su hermana le quiera y que jamás, aparentemente, haya sufrido episodios así con él (el asesino tiene una familia maravillosa, si bien imperfecta como todas). En el instituto tampoco se sabe nada. Da la impresión de que el protagonista tuvo una conversión con trece años y transmutó de repente en un asesino demencial. En fin. Todo consagrado al dios del efectismo, supongo.
Nota bene: Los asesinatos cometidos por adolescentes, algunos de ellos en masa, son tremendamente impactantes para la opinión pública, y una tragedia portadora de un dolor inenarrable para las víctimas. Resulta prácticamente imposible ponerse en la cabeza averiada de los autores de este tipo de hechos. Su ideología, si la tienen, o la facilidad para el acceso a armas de fuego, son elementos importantes para el análisis del fenómeno. Pero no son decisivos. Como se ve en Adolescence, también se puede asesinar con un cuchillo. Y las ideologías pueden ser variadas, o no existir en la ecuación. Lo que siempre ha sido, es y será peligroso es que una cabeza con este tipo de avería (por fortuna escasísima en su género) se vea marginada a esas edades donde importa tanto la integración entre los iguales. Más común que los asesinatos es que esa marginación lleve al suicidio de quienes la padecen. Pero este tipo de tragedias también son excepcionales si se las compara con el gran número de jóvenes que, como Adam en la serie, el hijo del policía, soportan con resignación y silencio su dolor. Merece la pena tenerlo en cuenta.
Bastante de acuerdo con el artículo. «Adolescencia» no es la obra maestra que se está vendiendo. Sospecho que su impacto se debe más a la (delicada) temática que trata y al (innecesario) formalismo del plano-secuencia en todos sus capítulos, incluyendo el 3º (el mejor) que transcurre en una sala cerrada. Para empezar, es un caso de publicidad engañosa a la altura de «La Historia Interminable», como denunciaba Lionel Hutz en Los Simpsons, porque la serie no va de los problemas que aquejan a los adolescentes hoy día, sino de un asesinato, por lo que se corre el riesgo de identificar esta etapa con el crimen cuando las cifras distan mucho de esa realidad. Tan solo se trata de manera muy tangencial el asunto de las redes sociales. La subcultura «incel» es la otra pata sobre la que se sostiene el andamiaje de la serie, sin que a nadie le chirríe que un chaval de 13 años conozca ese mundo, más propio de «Criptobros» y jóvenes a partir de los 18 años en adelante. Efectista a más no poder (esa irrupción de la policía como si fueran los Navy Seal en una casa de familia obrera), inconexa y alargada por momentos, la mayor virtud reside en las interpretaciones del siempre magnífico Stephen Graham y el chico Owen Cooper, que dará que hablar en el futuro. ¿Merece la pena verla? Sí. ¿Es para tanto? No. Sobrevaloradísima,
Me ha encantado, gracias
El autor del artículo y el del primer comentario no han entendido nada. Esta serie no va de qué y cómo, va de por qué. Si asesino no tiene 23 años, tiene13.
Hola, Jordi.
Efectivamente, es posible que no haya entendido nada. Sospecho mis limitaciones (decir que las conozco sería demasiado presuntuoso).
De tu comentario deduzco que conoces el por qué. Me encantaría conocer ese por qué. En la serie creo que no queda nada claro, pero se me puede haber escapado algo. Lo que queda claro es el hecho en sí, el terrible y anómalo crimen. Y más con esa edad, como bien señalas.
Gracias por la lectura y el comentario.
No, no conozco el por qué, quizá porque no hay por qué. En mi opinión, eso es lo más inquietante de la serie.
Gracias por el comentario al comentario.
Ilumíname ser supremo. Titular «Adolescencia» una serie que va de un asesinato de una adolescente a cargo de otro es legítimo, faltaría más, pero es una sinécdoque peligrosa porque intenta trasladar la idea de que en esa etapa se producen hechos así con frecuencia, lo que directamente es falso pero apela a algo tan sensible que tiene ganada de antemano por sensibilización extrema la atención de los padres con hijos en ese tramo de edad, tirando de un efectismo tan barato como torticero.
Yo creo que no entiendes ni lo que describes.
Llevas razón, adolezco de la omnisciencia que se desprende de tu comentario. Instrúyeme ser supremo, y disculpa mi arrogancia por no estar a la altura del estándar OLM que ha de regir en el ámbito forero – audiovisual.
Pues bastante malo el artículo la verdad. Me alucina la gente que se sube al carro de las cosas que están en la conversación y darle la vuelta para parecer más listos que nadie. La sensación es que este chico no escribe muy bien como para que se le ocurra criticar a alguien que ha hecho una obra maestra bastante lejos de lo que el articulista jamás podrá llegar a crear. Además el texto tiene un aroma paternalista y de ansia en poner en tela de juicio un machismo imperante en la sociedad que él cuestiona porque si, por que yo lo valgo. No se… si lo que vas a escribir no es más bonito que una página en blanco sobre la que caben un montón de ideas bonitas, estimulantes, creativas o lo que sea que pueda aportar a este asunto o a otros, no escribas. Y que conste que podría haber alguna idea interesante en el texto. Pero lo que quiere transmitir es repulsivo.
Hola, Luis:
Tienes mucha razón cuando señalas que mi calidad estilística está lejísimos de los creadores de la serie. La verdad, aunque sea dolorosa, nunca deja de ser verdad.
Pero el hecho es que yo alabo la calidad artística de este producto. No cuestiono eso. Disfruté mucho viéndola.
Lo que no tengo nada claro es que la explicación del machismo baste y sobre para explicar la barbaridad de crimen que retrata la serie. Con ello no pretendo disculpar al machismo ni restarle gravedad.
Es posible que mi extrañeza ante determinadas lecturas que se están haciendo de la serie me ha llevado a una actitud paternalista. Te agradezco la crítica y me la apunto.
Y, bueno, espero que al cabo no te parezca tan repulsivo este texto. Ni que estuviera aplaudiendo el asesinato de la serie… ¿Habrá cosas repulsivas en esta vida? Pero, en fin, no tengo más remedio que aceptarlo.
Gracias por la lectura y el comentario.
Gracias por el talante Pablo. Resguardado bajo el anonimato que me dan las redes me he venido arriba y te he puesto a parir. Como ves, gente como yo somos parte del problema. Te he escrito indignado porque insisto que aunque está bien reflexionar sobre la univision de las cosas y que cuando hay un quorum total sobre algo puede parecer sospechoso, creo que no es así en este caso para nada. El machismo existe y hay encuestas que demuestran que crece entre los adolescentes. La serie no plantea que el machismo sea el único problema en alguien que asesina a otra persona (aunque casi siempre justifica el que un hombre mate a una mujer) por eso es tan tremenda. Habla de padres, educadores, entorno, sociedad, cultura y cualquier otro elemento que pueda permear en la psique -permeable per se- de un adolescente. No es perfecta seguramente pero como leí por ahí es necesaria. E ir contra ella es mirar el dedo en vez de la luna. Es una serie. Y de Netflix. Entretenimiento. Pero esta vez trata de poner, y lo consigue, algo tan importante como la educación de chavales que pronto serán adultos, y por tanto, jefes, profesores, padres, políticos o jueces por decir algunos elementos que incidirán en la sociedad de forma notoria, dentro de la conversación de forma muy directa en el espectador. Y no es menor que sea de Netflix porque llegará a gente que no se cuestiona nunca absolutamente nada. La serie no concluye que un adolescente vaya a matar porque le llamen incel, igual que breaking bad no concluye que un profesor de química al que le detecten un cáncer se convertirá en narcotraficante inmediatamente. Adolescencia nos cuenta cómo están yendo las cosas. Y si hoy no os parece creíble tomároslo como un serie estilo Black mirror donde se aventura a pronosticar un futuro cercano. Los que escribís en medios tenéis la responsabilidad -del tamaño que sea- de hacer llegar a la gente un mensaje. Y desaprovecharlo cuestionando aquello que es valioso me parece una decisión equivocada. Un saludo
Dime cuántos chavales de 13 años que tú conozcas conocen la subcultura incel, término que es más propio de edades bastante más avanzadas. Soy profesor de instituto y te aseguro que ni los de 16 saben qué es eso. La trampa que hace la serie es descarada para intentar impactar al espectador que tiene hijos de esa edad. Recurso legítimo, pero burdo.
Aqii en UK, esta a la.orden del día.
Tiktok mediate.
El movimiento incel es solo una cara del problema.
Hay muchas.
Acceso a Internet sin filtros. Redes sociales. Presion del entorno. Falta de cultura.
Familias desestructuradas. Pobreza.
Falta de valores.
Absentia de expectations vitales, mas alla ee cobrar un subsidio del estado y aguantar mes tras mes.
Me dejo muchos…
Si amigo. Resulta que la vida no es tan bella. Al menos no para todos
«si lo que vas a escribir no es más bonito que una página en blanco sobre la que caben un montón de ideas bonitas, estimulantes, creativas o lo que sea que pueda aportar a este asunto o a otros, no escribas»
Vaya con cuidado, eso se puede aplicar a todo lo escrito: al artículo, a su comentario al artículo, a mi comentario a su comentario y, así, y citando al filósofo Buzz Lightyear, hasta el infinito y más allá
Bastante de acuerdo con el artículo. Son los mismos razonamientos que me pasaron por la cabeza al ver la serie.
El último comentario es taxativo, las opiniones son como los culos, todos tenemos uno. Expón tus ideas al menos.
Articulo bastante pobre, lo que es una pena, ya que la serie da para un multitud de analisis, revisiones, opiniones debates muy interesantes.
La serie habla de el mundo real que hay ahi fuera ,pero que es invisible para los que tenemos una cierta edad. Los que nacimos y nos criamos en un mundo diferente. Sencillo. Hasta cierto punto inofensivo.
Los que vivimos una adolescencia donde el major problema «social» en el colegio era no llevar zapatillas o vaqueros de una determinada marca… Se acuerdan?
Se acuerdan cuando no habia, Facebook, o TikTok, o Intagram, o Whatsapp. No habia youtubers predicando odio, ni sequidores en redes, ni «likes», ni hostias.
Ese mundo ya no existe.
Vivo en UK. Los adolescentes que veo no viven el mundo que yo vivi. Todo es peor. Todo es toxico.
Soy padre de preadolescentes y estoy aterrado.
La serie refleja parte de ese mundo que mucho intuiamos , pero que ahora nos golpea en la cara. Tambien refleja, como una trajedia destruye una familia y de alguna forma, la comunidad donde ocurre.
El exito de la serie no tiene que ver con que sea buena o mala. Tiene que ver con que es necesaria.
Ahora, podemos empezar un debate seario.
Hola, OLM, ¡muchas gracias por el comentario!
Me ha encantado porque va absolutamente en contra de mi percepción de las cosas.
En mi adolescencia, hace 25 años ya, la juventud era más violenta. Bastante más. Y es una percepción muy respaldada por los datos.
Y lo recuerdo a pesar de que todos tendemos a idealizar el pasado, pero…
¡Un saludo!
Totalmente. Entonces existían las pandillas, las tribus etc. O es que nadie recuerda los términos Skins, Mods, Rockers etc all? Además de pandillas propiamente dichas.
Estoy de acuerdo en que esta serie no se está interpretando bien en términos generales. El entorno (redes sociales, falta de valores éticos, acoso escolar…) es el que es y es el que tenemos en las sociedades occidentales de forma generalizada y en UK, parece ser, en particular. Sin embargo, el hecho que se relata no está presentado como una mera consecuencia del entorno, hay una vertiente psicológica en la que no se profundiza, pero que se pone de manifiesto y que es la verdadera causa subyacente de la situación que se vive: el niño tiene marcados rasgos psicopáticos. Queda patente en varios momentos en la serie: la ira, la falta de arrepentimiento, la doble cara que presenta en el interrogatorio con la psicóloga…y sutilmente se explica el posible origen en la relación con el padre, que cuenta también con estos rasgos aunque están algo más encubiertos que en el niño. Creo que se aborda desde una perspectiva fría y casi costumbrista un tema socio-psicológico como es el de la psicopatía como un trastorno de espectro, que da para muchos más capítulos y sobre el que aún no existe consenso médico/científico. A mi me ha gustado, aunque se me ha quedado corta, le falta algo de profundidad, tal vez algún capítulo adicional sobre la vida del propio niño antes de cometer el asesinato…
Muy de acuerdo contigo.
La serie en cuestión me suscita varias preguntas a saber: ¿ Es primera temporada? ¿Habrá más temporadas? Porque me faltan por ver desarrollados algunos personajes, pero bueno, a lo que voy: me gustaron los 4 episodios y alucino con cientos de comentarios y reseñas, porque si bien está muy bien reflexionar sobre la serie y la adolescencia, echo en falta abundar con otras tantas notas sobre la masacre de Gaza, la guerra de Ucrania y la violencia generalizada en nuestros días, dirigida por señores muy «decentes». Al igual que en la vida real , todos los personajes de esta serie son violentos en alguna medida. ¿Acaso es proporcional, en cuanto a la violencia, empezar con el ejercito de policias para detener un chaval que está en la cama y se mea en los pantalones? ¡Ah! y para no complicarnos demasiado digamos que la culpa de todo la maldad la tienen las redes sociales, internet la IA y demás, y a seguir que si nuestros chico son violentos es también importante que sepamos de quiénes aprenden a serlo.
Lo que sí está claro es que si el propósito de la serie es dar que hablar, estamos ante una de las series más exitosas de la historia. Pero no lo sé. A lo mejor estaban creando a su aire sin mirar tanto el qué dirán. Creo que todo el ruido que ha generado la prensa a la larga es contraproducente, y que estamos pidiéndole cosas que una obra de ficción no está obligada a dar. Es que al final le pedimos demasiado.
Cada uno interpreta la serie a su manera. Veo una serie muy realista, sobretodo la incredulidad de la familia que es también la nuestra ante un caso extremo al que lleva estupidez adolescente. Así una actitud machista del adolescente al sentirse humillado por una mujer que lo señaló por su actitud, ha tenido un desenlace horrible, que quizas con la madurez se resolvería con una disculpa o al menos con vergüenza al recordar el como éramos. Porque al crecer evolucionamos y nos damos cuenta de que lo que creíamos o hacíamos podía estar mal. Salvo que pensemos que ser el malote de instituto más allá de los cuarenta, moda cada vez más imperante, y que todo lo que se hace tiene un matiz idiológico y adoctrinante del que además somos las victimas, como se percibe de este artículo.
La serie (que solo tiene un capítulo: el tercero) empieza y termina con dos disrupciones de credibilidad bastante gordas. Arranca con efectismo como afirma (certeramente) esta crítica: ir a detener a un chaval de trece años de un suburbio (suburbio en Inglaterra significa lo contrario que aquí) con la Royal Navy. Y terminar acostando y pidiendo perdón a un oso de peluche. NINGÚN CHAVAL DE TRECE AÑOS PONE UN OSO DE PELUCHE EN SU CAMA. Bueno, Sebastian Flyte, pero ya tenía dieciocho.
Si hay que seguir golpeando el clavo del machismo pues casi cualquier cosa vale. Si 50 asesinatos de violencia de género al año cometidos por 50 zumbados justifican leyes especiales y la criminalización de 25000000 millones de hombres, pues sea.
Que ahora todo es tóxico, que la juventud vive en un ambiente violento…Debe ser que la vida de los adolescentes hace 40 años en los barrios era una Arcadia feliz. Aquí y en el Reino Unido. Aunque yo no la recuerde así precisamente…
Ni machismo ni feminismo
Gracias por tu comentario Pablo.
Desde el punto de vista artistico, admito que algun personaje es de carton piedra. El guion, en un par de momentos, viene con dialogos que chirrian. Y que por supuesto, no aborda todos los angulos posibles de la historis. Creo que tampoco han tenido la intencion.
Creo que es simplemente un retrato somero de lo que pasa en las escuelas hoy en dia. Lo facil que es caer enredado en la cultura toxica de internet. Y en ultima instancia, el impacto sobre las familias.
Me parece muy realista. Los comentarios al equipo de «SWAT» entrando en la casa son del todo equivocados. Es totalmente normal ( al menos en delitos como este)
En la serie, el chaval tiene 13 anios. Lo que estoy viendo en mi entorno, es que chicos de 10 ya empiezan a apuntar maneras ( tengo un hijo de 9, no estoy exagerando)
De el mundo que yo conoci de adolescente, no queda nada.
Muy de acuerdo, en general, con tu análisis.
Otro apunte sobre las repercusiones de la serie: No me parece acertado que se quiera pasar en las escuelas de forma obligatoria. Creo recordar que, en la adolescencia, no hay nada peor que detectar que te quieren inculcar unas determinadas ideas, se genera rechazo.
He sido docente durante 40 años y siempre de alumnos de entre 13 y 16 años. Es difícil no caer en la reiteración de ideas y comportamientos y a la larga no generar lo contrario de lo que se pretende.
En cuanto al segundo capítulo no se como són los institutos en Inglaterra pero me chocó mucho la imagen de los profesores en la serie, o pánfilos o pasotas. No se corresponde con lo que he vivido hasta hace muy poco. Pero es una serie.
Yo creo que una cosa no quita la otra: la manosfera puede ser un horror y el chico que se nos retrata en la serie es un psicópata, y así lo quieren mostrar (en la maravillosa actuación del chaval se refleja perfectamente). Si no hubiera sido el odio a las mujeres, hubiera encontrado algún otro motivo para ejercer su psicopatía.
En los 2000 tuvimos en Espana el caso del asesino de la katana, tenían la culpa las artes marciales de que se hubiera hecho psicópata? No, solo utilizó esa via. En los 90 tuvimos a los asesinos de los juegos de rol, tuvieron estos juegos la culpa de que los adolescentes perpetradores fueran psicópatas? Tampoco.
La diferencia es que, si bien las artes marciales y los juegos de rol tienen su parte positiva, la manosfera no la tiene. En mi opinión, los creadores de la serie han querido denunciar el éxito de la filosofía machista (por llamarla de alguna manera) entre los adolescentes, llevándolo a un extremo: qué pasa cuando se junta con la psicopatía, y haciéndonos ver que, en caso de adolescentes «normales» también tiene consecuencias nefastas (chavales, los amigos del asesino, que tienen la autoestima por los suelos; chicas menospreciadas por todo el instituto, por el que circulan sus fotos desnudas, etc.).