
En estos días se está expresando una profunda preocupación, que en realidad son dos relacionadas: los muchachos se están dejando adoctrinar y pudiera ser, quién sabe, que les esté ocurriendo algo. Uno podría pensar que solo preocupa el primer enunciado, que se están dejando adoctrinar incorrectamente, lo cual explicaría el repentino interés por la circunstancia social del varón joven. Veamos algunos ejemplos de lo que se está diciendo.
El 6 de marzo, Isaac Rosa concluyó en elDiario.es al respecto:
Hoy nos fijamos en que los más jóvenes se están volviendo misóginos, pero es que también se están volviendo racistas, xenófobos, homófobos y ultraderechistas (…). No los culpemos a ellos (…), y mejor comprendamos su malestar de fondo y sus necesidades, para así darles otra respuesta. Estamos a tiempo.
Obsérvese el tremendo retrato de la novísima juventud masculina, retrato al que el autor, prudentísimo, regala su magnanimidad y disculpa como el padre celestial que quiere y conoce bien a sus hijos.
Una semana después, el 13 de marzo, Eva Anduiza analizó el mismo fenómeno en El País. Después de apuntar al proyecto político internacional de corte antifeminista que se está abriendo paso, y a la influencia que tienen las redes para captar conciencias con este tipo de discursos, termina apuntando a ese «malestar de fondo» que ya indicase su compañero de angustias:
Finalmente, hay que tener en cuenta también un tercer elemento que es el malestar de los chicos jóvenes, evidenciado en muchos indicadores, desde el fracaso escolar a las tasas de suicidio.
Fracaso escolar, tasas de suicidio… Temas de pasada, peccata minuta. Puestas las bases de este desasosiego, de esta profundísima inquietud, seré claro: los jóvenes varones no importan y seguirán sin importar. La única razón por la que ahora parecen importar sus «necesidades» es la amenaza que supone el fracaso del adoctrinamiento al que han sido sometidos, tan caro. Años de campañas y concienciación, para que terminen opinando y votando en sentido opuesto, es sencillamente una perspectiva inadmisible para los que, como Isaac Rosa reconoce de sí mismo, habitan la «superioridad moral de quienes nos sabemos en el lado bueno».
Ahora los «malotes» de la clase votan a los ultras, como reza el artículo de Virginia Martínez, de nuevo en El País, el 22 de marzo. Uno, que pisó colegio católico, y cuyo comportamiento fue cuando menos mejorable, no se recuerda como devoto cristiano, vaya usted a saber por qué. Volviendo a este último artículo, que de momento completa una serie de autoría plural, aunque monotemática y que apunta a nuevos capítulos, debo señalar que, al menos, ya menciona algo importante, «la falta de referentes alternativos».
La burbuja ideológica alineada con el poder político que gobierna últimamente España es todo un fenómeno. Y mi intención con este artículo es mostrar que su intelectualidad está tan perdida en este tema que uno se marea ante la posibilidad de desmontar semejante castillo en el aire. Antes de empezar, me veo obligado a decir lo que debería ser obvio: lo que opinen o lo que voten los jóvenes importa poco, lo que importa de verdad es lo que les pasa, lo que están viviendo. Es una cuestión de énfasis en el tema, como siempre. No, no se trata de que nos debamos preocupar por su bienestar para que opinen y voten como nos gustaría a los del «lado bueno». Es una visión tan mezquina que hasta a mí me dan ganas de votar cualquier alternativa. ¿Se imaginan a unos padres que comiencen a preocuparse por el bienestar de sus hijos, por primera vez, al verlos intentar comunicarse con demonios a través de la güija? ¡Si los llevamos todos los domingos a misa, cómo es posible! Si el ejemplo les parece exagerado, comencemos con datos olvidados hasta esta imprevista y profunda preocupación, esos «muchos indicadores» sobre los que Anduiza pasa de puntillas, como una simple molestia que obstaculiza lo importante, el buen votar y el buen pensar:
– Suicidios, según el INE, entre 15 y 29 años de edad: 235 hombres, 74 mujeres.
– Tasa de abandono escolar en 2023, según Statista: 16% son hombres, 11% mujeres.
– Adicciones, según Proyecto Hombre: «Para todas las sustancias, hay más inicios de tratamiento para los hombres»: 54.985 hombres y 14.446 mujeres.
– Muertes laborales, según Newtral: más del 90% son hombres. Las muertes en el lugar de trabajo rondan el medio millar cada año, y la proporción entre sexos se mantiene desde los 16 años hasta la edad de jubilación.
– Asesinados: 220 hombres, 111 mujeres.
– El total de mujeres graduadas en educación superior ya eran en 2022 un 9% superior al de hombres. Virginia Martínez actualiza en su artículo este dato, lo cual es de agradecer: «Un 58% de las mujeres entre 25 y 34 años tenía un título superior en 2023 frente al 46% de los hombres, según datos del INE». Aquí la brecha ya es, por tanto, del 12%.
No, no es un juego de suma cero. El bienestar de las mujeres y los avances del feminismo no tienen por qué entrar en colisión con el bienestar de los jóvenes varones. De hecho, lo natural sería ver cómo ambos procesos se retroalimentan. En el fondo, yo diría que han de ser el mismo proceso. Pero, como vengo diciendo, lo cierto es que los jóvenes varones no importan, y las iniciativas para corregir los datos trágicos que afectan especialmente a los hombres brillan por su ausencia. Sin embargo, vemos que sí existen cómo colectivo. ¿Qué tipo de colectivo?
Existen como amenaza. Ahí está la serie «Adolescencia» y los comentarios que se hacen de la misma: nuestra pretendida y terrorífica nueva realidad. Y esa visión es la que explica la mezquindad de estas columnas periodísticas, que se acercan a esta problemática, por primera vez, cuando detectan que los jóvenes opinan y votan de forma amenazante para sus intereses. Los varones jóvenes no son tontos y saben que se les adoctrina porque albergan el mal potencial en su interior: son un riesgo latente de machismo, reacción y fascismo. Pues toma tres tazas.
Bueno, todo esto parece exagerado por mi parte, ¿cierto? Dejemos que hable Isaac Rosa:
Ahora ponte en el lugar de un adolescente de hoy. A la incertidumbre propia de la edad le sumas o le multiplicas la incertidumbre generalizada del tiempo que les ha tocado, y las incertidumbres propias de un cambio radical de época. También en lo que a la condición masculina se refiere: la demolición acelerada de un modelo de hombre, sin que esté del todo acabado el reemplazo.
¡Incertidumbre generalizada! ¡Sombras, brumas! Qué será, será… ¡Misterio! Y qué decir de la «demolición acelerada de un modelo de hombre». Ay, la transvaloración de los valores… Sabemos los que no nos gustan, pero el «reemplazo» siempre es complicado. Y, como siempre, cuidado con lo que deseas. Resumidamente: según esta ideología se ha creído que se puede hacer ingeniería social con la masculinidad. Las nuevas masculinidades, seguro que les suena. Por aclarar: por supuesto que el ser humano puede alterar en cierta medida su comportamiento, y puede mejorarlo. Lo que no puede cambiar es su naturaleza («naturaleza» en sentido débil, espero que se me entienda). Y, claro, llegan las sorpresas. ¿Qué sorpresas? Pondré dos ejemplos: jóvenes varones que se aferran desesperados a repugnantes referentes testosterónicos en las redes sociales una vez que han perdido (les han extirpado) las referencias masculinas en el día a día (masculinas, no Mr. Wonderful, que todavía, todavía, somos primates hasta donde yo sé, y eso importa, importa muchísimo, because Darwin always wins); o esos amados líderes políticos que se comportan como aliados feministas o como babosos acosadores según las circunstancias.
Pero…
¿Cómo será posible, si los llevamos todos los domingos a misa? ¿Cómo será posible, si estos eran los curas? ¡Sorpresa!
Sin embargo, a este artículo no lo mueve el cinismo. El margen de mejora y refinamiento, en nuestra sociedad, parece bastante obvio que es enorme. Y se puede seguir ese camino. Pero lo primero, en vistas a ese objetivo, es comprender nuestra naturaleza, no pretender ingenierías sociales de parvulario. El varón joven necesita, aquí, en Utopía y en Etiopía, sentirse integrado, responsable. Necesita ser consciente de todo lo que puede dar, porque el hecho es que puede. Necesita trabajar en equipo y necesita autoestima. Necesita referentes, y necesita que le hagan el favor de tener referentes con los que poder identificarse. Referentes plurales, porque existe una saludable diversidad también aquí. Y necesita más cosas, y ha llegado la hora de que este artículo dé un giro sorprendente y, una vez más, necesario:
El varón joven necesita futuro.
Porque lo que está pasando, querido lector (especialmente querido si ha llegado hasta aquí, como espero y deseo) no atañe especialmente al varón joven. De hecho, me espanta la idea de que a los varones nos incluyan en un colectivo identitario. Porque los problemas de una parte son los problemas de todos. Los problemas de las mujeres, las discriminaciones que padecen, son mis problemas también.
Me gustaría en este punto decirlo con mayúsculas, pero por decoro me abstendré: los jóvenes empiezan a opinar y votar opciones extremas porque no perciben futuro. Ni para ellos, ni para ellas. Por eso estas distinciones por sexos me enervan: porque no ayudan en nada. Al contrario, esta distinción sospecho que sirve única y exclusivamente para perpetuar la triste situación. Ya se sabe, divide y vencerás. Nos dividen.
Qué fácil y qué lamentable es pensar que nuestra amenaza es la opinión de los jóvenes. Nuestra verdadera amenaza como sociedad es que la juventud no cuenta. Somos un país a la vanguardia de la decadencia envejecida. Somos un sistema de pensionistas jubilados. Y no, la culpa no la tiene el abuelo. La «culpa» la tiene, como siempre, la tragedia humana: somos un país en el que ya aumenta más rápido el número de jubilados que de nacimientos. Somos un país en el que los intereses de los jubilados, y por tanto su voto, cuenta muchísimo más que el futuro de la juventud. Hemos superado los 1500 euros de pensión media. Me alegro muchísimo por el abuelo, pero, en el contexto que vive la juventud, sencillamente se amarga cualquier sonrisa. Es dificilísimo construir nada nuevo. Y los jóvenes son tan conscientes de ello que o se abandonan en mundos virtuales o les da igual ocho que ochenta, y votarán lo que haga falta y sin miramientos. Los jóvenes no se rebelan de verdad porque el grado de adoctrinamiento domesticador está al rojo vivo. Antes se manifiestan por la pensión del abuelo, no vaya a dejar de subir con el IPC. Los jóvenes que se abren paso se van fuera. Dos mil médicos se han marchado en los últimos cinco años, el fracaso de toda una sociedad, y es solo una píldora ilustrativa. Se sabe que la extrema derecha sube en aquellos territorios donde la juventud se ve obligada a emigrar, como en Alemania del Este, como en el Este de Europa. Como me cuentan que está comenzando a ocurrir en el Sur de Italia. Como ya está pasando aquí, con nuestro joven talento. Es la emigración, no la inmigración; es la falta de futuro, no el feminismo; es una sociedad injusta, no mal adoctrinada. ¡Háganse cargo!
Pero sigámonos preocupando por las opiniones de nuestros descarriados jóvenes. Va a ser una risa, una risa esplendorosa en nuestro castillo en el aire.
Menuda paliza le ha dado el autor al tremendo hombre de paja que se ha construido.
Por mucho que se piense que el problema de la ultraderecha son los adolescentes, ellos no votan. Partidos de izquierdas apostaban porque se ampliase la edad de votación a partir de los dieciséis años, ya que veían que les beneficiaría. Hoy ni lo mencionan. Pero por muy extremistas que sean ahora estos adolescentes, puede ser un poso importante, pero no determinante de su voto en futuras elecciones. La gente crece y madura, salvo que te sigas creyendo (tanto si lo fuiste como si deseabas serlo) un malote de instituto más haya de los cuarenta y al mismo tiempo te sientas victima ante unas reglas básicas de civismo y tolerancia que percibes como ideología y adoctrinamiento. Éste sí que vota.
Pablo, ¿la injusticia es que los mayores cobran mucha pensión? ¿la culpa es de los pensionistas?¿no será que en este reparto injusto una minoría acapara los capitales y no solo los financieros, (bancos, fondos de inversión, distribuidores que suben los precios mientras aprietan a trabajadores y productores…las oligarquías que realmente tienen el poder económico y político) mientras la mayoría es cada vez más explotada y con menos posibilidades de hacer su vida?¿hablamos de vivienda por ejemplo? la derecha, como siempre, echando la culpa siempre a otro pobre.
También me acuerdo de cuando la derecha tumbaba la asignatura de educación para la ciudadanía, porque educar en valores democráticos era adoctrinar, de esos polvos, en parte, estos lodos.
Hola, Arryn:
Creo que tocas varios temas importantes y que, en efecto, no deben darse de lado.
Me gustaría centrarme ahora en el tema generacional, por alusión directa al artículo, ya que en lo demás creo que coincidimos.
Resumidamente, para no enrollarme: España tiene un presupuesto en el que la partida de pensiones ha experimentado un aumento apabullante. Los adjetivos se quedan cortos, créeme. Y eso tiene una incidencia espectacular en el reparto, en las otras partidas. Por si fuera poco, para afrontar este hecho nos estamos endeudando sistemáticamente. Adivina quién acabará pagando eso. No es ninguna broma.
Los artículos que está publicando Jesús Fernández-Villaverde sobre pensiones y racionalidad tienen la virtud de mostrar el peso de todos estos números, en bruto. Recomiendo la lectura a todo el mundo. Porque nos afecta en todo.
Manuel Arias también ha escrito piezas valiosas sobre pensiones y justicia intergeneracional.
Puede que no sea el problema más grave (aunque para mí es bastante grave), pero creo que al menos merece la pena señalarlo, porque la justicia intergeneracional es un tema demasiado olvidado.
Un saludo y muchas gracias por la lectura y el comentario.
Hola Pablo.
Solo para contextualizar. Fernández-Villaverde es conocido por su defensa del ultraliberalismo económico, favorable a la mano dura de USA o Israel. Al dogma de que el mercado lo soluciona todo y que lo público es ineficiente. Afirma que el que más tiene tiene más valor, y tiene que aguantar el lastre de la mayoría. También qué la inmigración no aporta valor a menos que el inmigrante sea de alto poder adquisitivo. Por supuesto, no es partidario de la justicia social. Para el lo importante es que se «cree» riqueza, no que se reparta.
Vamos, para Fernandez Villaverde la solución es aplicar mayor dosis de lo mismo que nos ha traído hasta aquí porque le favorece a él y al pensamiento de la élite que representa. Digo mayor dosis de lo mismo, porque vivimos en sociedades capitalistas, en Europa occidental desde hace siglos. Mayor dosis de lo mismo, porque está anclado en el pensamiento Reagan&Thatcher de los 80 del siglo pasado. Mayor dosis de lo mismo, porque es incapaz de integrar en sus ecuaciones y analisis el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, los costes energéticos, la desigualdad y lo que implica. Su especialidad y enfoque, la macroeconomía, solo se fija en los grandes números para intentar meter con calzador en un sistema extractivo a las sociedades humanas, ingeniería social pero al servicio de las élites, lo habitual.
Hola, Arryn:
Agradezco la contextualización, porque la desconocía. He leído dos piezas de este economista, sobre demografía y sobre pensiones y racionalidad. En ellas no se observa lo que describes, salvo la apuesta por el crecimiento. No pongo en duda lo que señalas, pero lo que le leí sobre estos temas me pareció bastante sensato. Realmente te animo a que leas la segunda parte de su serie sobre pensiones y racionalidad, pues no parece el texto de un halcón neoliberal precisamente.
En ese texto, el autor presenta el gasto de nuestro Estado, que es un 4% superior de lo que ingresa. Curiosamente, es bastante modesto respecto a los recortes que se pueden y deben hacer en ese gasto. El panorama pinta bastante feo.
Como los números me impresionaron, busqué en otras fuentes si eran ciertas esas cifras, hasta en ChatGpt por curiosidad. Lo eran.
Por supuesto, tengo grandes amigos de izquierdas que defienden que el endeudamiento sistemático es bueno, que un Estado no funciona como una empresa y demás. Sus razones tienen, pero yo no las comparto.
Fe de erratas (las malditas prisas): no es que gastemos un 4% más de lo ingresado. Es que ingresamos un 41% del PIB y gastamos un 45%. Parece lo mismo pero no lo es. Es más.
Por supuesto los intereses de la deuda acumulada, que es el 107% del PIB si no recuerdo mal, es una pago ineludible que se añade al gasto.
Para hacernos una idea aproximada de lo que supone ese 4% de desfase, obsérvese el tremendo quebradero de cabeza que supone incrementar el gasto en defensa un 1% del PIB. El famoso rescate a la banca supuso un 0,9%. El gasto en pensiones ha subido del 7% al 14% en década y media. Y llegará al 17%. Y nadie va a recortar de ahí porque electoralmente sería insostenible. Eso se da por descontado. Lo curioso es que viene subiendo como si fuéramos ricos. La situación es complicada.
Respecto al gasto militar.
La cuestión es la mentira (al pueblo, a la ciudadanía, a la gente… al gusto).
Se ha vendido durante mucho tiempo en España que la izquierda (salvo por la «justificable acción descolonizadora» de los aberchales) debe ser pacifista y rechazar los ejércitos, cuando la revolución siempre ha necesitado las armas, como poco para defenderse.
Es el legado del franquismo (nación española, bandera, ejército, etc).
Ahora mismo tenemos al presidente del gobierno haciendo malabares con las palabras y mintiendo como un bellaco (otra vez): rearme no, mirando a los apoyos sumaritas; inversión en seguridad sí, mirando al exterior.
Lo que no hará en su juego de polarización es apoyarse en el PP (y más allá), como cuando está en el extranjero.
Hola, Pentito:
Me refería a que ese aumento en el gasto en defensa es doloroso para las «arcas públicas». Por supuesto que lo es. Porque el presupuesto es limitado.
Respecto a la necesidad de este aumento, la considero imperiosa. Entre Rusia y EEUU nos hemos encontrado con una pinza muy preocupante, y debería ser preocupante para la izquierda, en mi opinión, dado los partidos europeos que apoya el gobierno de EEUU. Visto lo visto, no parecen países de los que sea agradable depender. Y la independencia comienza por la autonomía defensiva.
Gracias por la lectura y los comentarios.
O los españoles nos tomamos la soberanía en serio y retomamos el proyecto Islero, cosa que no tiene visos de ocurrir, o apostamos por construir una nueva soberanía en Europa y, por tanto, en la medida en que lo hagamos seriamente, tendremos que gastar lo que haya que gastar en cañones para tener nuestra propia mantequilla.
La UE gasta tres veces más en defensa que Rusia, y es la tercera potencia militar tras USA y China. ¿En serio hace falta aumentar el gasto militar? Yo diría que no.
Lo que habrá que hacer será coordinar la defensa y no tener 27 ejércitos , conseguir una tesorería única, avanzar en una Europa más integrada, y sobre todo en no hacer seguidismo de las políticas americanas que han conducido a la guerra de Ucrania (guerra buscada por Bush y Obama), y en entender que hay que buscar intereses comunes, que los habrá, como con todo vecino. Rusia no va a desaparecer y habrá que convivir con ello.
Pues eso he dicho.
Lo primero no va a ocurrir (parece ser).
Lo segundo, un solo ejército, una Europa integrada, una sola fiscalidad, en definitiva, consolidar la UE, exigirá que España doble su gasto militar. Representamos un 7-8% de la UE, pero solo un 4-5% del gasto militar. Tendríamos que pasar del aprox 1% del PIB actual al 2%.
Dicho en corto, estamos en falta respecto al resto de Europa en la cosa militar.
Por lo demás, OTAN no y, efectivamente, lo que nos toca es ser buenos vecinos con Rusia (como con todo el mundo).
Según el Banco de España la deuda con respecto al PIB estaba en 2024 en el 101’08 % tres puntos menos que el año anterior.
Ya en 2010 se dedicaba a firmar manifiestos contra las pensiones públicas, porque como buen muchacho de ICADE se ve que nunca ha tenido problemas para llegar a fin de mes.
Todos los años da una conferencia en la Fundación Luis del Pino, creo que en Youtube podrás encontrar la de este año. Ahí, el que lo aguante, podrá hacerse un muestrario de sus ideas. Mi tiempo es más valioso que lo que pueda contarme.
No niego que dé datos fiables, el problema es como los utiliza para llevar el ascua a su sardina. Por ejemplo, que para hablar del endeudamiento de un país lo compare con el de un particular o una familia. Me parece un argumento falaz que no está a la altura.
Gracias por sus comentarios. Son más sensatos e informados que el artículo.
Gracias a usted por sus amables palabras.
La derecha pepera postureaba con Educación para la Ciudadanía frente a la izquierda sociata.
La asignatura entró en 2006 y salió en 2013; sin embargo, se pudo mantener como autonómica, lo cual de hecho ocurrió.
Ahí no había diferencia entre ambos. Es decir, a la hora del desarrollo concreto, las órdenes de la asignatura tanto del PP como del PS, al menos en mi Comunidad, fueron exactamente iguales.
Finalmente, en 2020, Celáa perdió la oportunidad de volver a incluirla en la ESO. Ahí ya sí se ha perdido en la Secundaria.
Postureo pepero para abominar de algo que luego pueden compartir sin problemas y postureo sociata que, cuando pueden, no lo implantan.
Por cierto, firmes defensores de la asignatura, al estilo francés, son los militares, en coherencia con la difusión de la cultura de seguridad y defensa (parte de esa materia y que aquí en España es prácticamente desconocida).
Esto iba en réplica a Arryn por su último párrafo.
Agradecido por el artículo, a veces uno se deja llevar cómodamente por la corriente principal y es necesario el contrapunto.
Es curioso que no se remarque que los cachorros más visibles de la ultraderecha son los mismos de siempre, los que tienen la vida resuelta pero quieren más a costa de los precarios. Por supuesto que tienen sus perros, siempre los han tenido. No es casual que los altavoces más potentes (redes y medios digitales) pertenezcan a individuos multimillonarios varones blancos joviales. Hasta que punto el malestar social es la causa o son los intereses de los poderosos los que conducen al rebaño.
Malestar juvenil ha habido en todas las generaciones, las causas suelen ser las mismas las reacciones cambian. La reacción actual es pura ingeniería social de una minoría que solo busca su propio beneficio.
Pablo gracias por tu lucido artículo.
Estas escribiendo algún libro? Lo compraré seguro
Gracias, Betico:
Soy escéptico respecto a mi lucidez, si esta se entendiese como sentar cátedra. Lo digo porque soy consciente de que mis formas apuntan a eso, pero son «defecto de fábrica».
Mi intención es aportar una perspectiva que es sincera pero en absoluto inalterable. Ingenuo sería.
Dicho esto, me alegra que la compartamos.
No estoy escribiendo un libro, pero he tenido la suerte de recibir una propuesta especialmente ilusionante por sus características. Quedaría, en cualquier caso, todo el camino por recorrer.
Un saludo y gracias de nuevo.
Considerándome de izquierdas y feminista (o anti sexista quizás debería decir) comparto muchas de las ideas este artículo.
Los líderes progresistas se han ido transformando sin darse cuenta en carcas moralistas, se les ha puesto cara de curas intentando ocupar el lugar que
otrora ocupará la Iglesia católica, así que entiendo a los adolescentes varones que solamente piensan “¿Qué es lo que más jode a esta gente tan turra que me asfixia? ¿La ultraderecha?pues a tope con ello. Por que así es la etapa de la juventud rebelde, no es que hayan articulado un discurso político fascista o les hayan aleccionado en YouTube, es simple rebeldía contra el discurso del poder que los pone en la diana y les sermonea sin descanso.
Me da pena constatar que en la izquierda hemos pasado de ser un movimiento libertario, internacionalista, popular y
alegre a ser unos snobs elitistas, censores, moralistas y gruñones sin sentido del humor que solo regaña y que se ofende por todo. Que reacciona de forma justiciera con algunas causas ya un poco obsoletas y mira a otro lado ante injusticias que no cuadran con su catecismo.
Amén.
La izquierda, por no ser clásica, ha preferido ser reaccionaria.
Precisamente. Leyendo este comentario me hubiera gustado explorar mejor en el artículo ese enfoque.
Mi «problema» es que además de pena me despierta otras emociones, porque la experiencia me ha enseñado a temer al moralismo como a una vara verde. Se lo identifica claramente porque quita las ganas de vivir. Y con esa negatividad que me expliquen qué se puede mejorar y cómo podemos enriquecernos (cualitativamente). Sospecho que ése no es el objetivo.
Y lo que ya es una locura es que haya que declararse feminista y de izquierdas para poder emprender la crítica. Con lo importante que es, en teoría, la crítica para la izquierda. Pero bueno, no querrán supuestos quintacolumnistas que les arruinen la cámara de eco.
Relacionado con esto, resulta impresionante asomarse a Bluesky y observar las discusiones bizantinas que allí mantienen las personas que se han sumado a la loca carrera por la santidad de izquierdas. También justo en este tema. Vuelan los cuchillos, las admoniciones, las censuras preventivas y las excomuniones. Puedes abrir un paquete de pipas y sentarte a ver cómo se rompen las amistades. Y que no se den cuenta de a lo que están contribuyendo…
En el fondo de todo esto tengo la impresión de que habita una confusión primigenia: el pensamiento crítico no es desarrollar la capacidad de encerrarte en una torre de marfil moral. El pensamiento crítico, para empezar, es tomar conciencia de las propias limitaciones interpretativas de la realidad, y a partir de ahí ir modulando, con suerte cada vez mejor, tus opiniones. Algo parecido a lo que hace la mejor ciencia.
Pondré un ejemplo con este artículo: para mí todo el valor que puede tener es dar otra opinión sobre este tema. Apostaría a que me he equivocado en varios aspectos aunque sea mi opinión auténtica: no poseo la supuesta infalibilidad papal. Y por eso me gustan los comentarios críticos, y ni siquiera desprecio los que son emitidos con emociones negativas (en otros artículos), también a su manera me ayudan y desde luego no me asustan.
En definitiva, tenemos un problema de conversación pública y ojalá uno pudiera poner su granito de arena para cambiar esa situación.
Así es, siempre han causado más dolor los moralistas que los inmorales.
La reacción contra unos moralistas del tres al cuarto que predican una cosa y practican otra era esperable. Normal si me apuran. Que te encierren en una categoría apriorística, la de los malos, así porque sí, y que pretendan reeducarte pues acaba como acaba.
Pero si no se puede acotar los problemas por sexos, hacerlo por edades tiene un problema parecido. Los que hoy son jóvenes dejarán de serlo, y rápido. Y pretender que el sistema de protección social que son las pensiones debe ser desmontado para que ellos progresen tiene varios inconvenientes. La primera ver qué hacemos con los que ya las están cobrando. Soylent green? La segunda ver que hacemos con los que llevamos pagando 30 años para que los ya jubilados cobren y nos acercamos a la jubilación? Más soylent green? Mendicidad? Llevarnos al monte como en Narayama? Tercero lo que habrá que hacer dentro de 40 con los que hayan dejado de ser jóvenes.
Y el presupuesto, ese que hoy no conviene presentar, tiene prodigiosos agujeros por los que se drena que tapados dan para hacer maravillas. Ya sea financiar una vida digna para los viejos, ya equipar una defensa de verdad para el país. La demencial arquitectura estatal del país sería el primero. Aquelarres que son parte de esa arquitectura como el ministerio de igualdad, de donde emanan las campañas que se mencionan en el artículo son un ejemplo fantástico.
Hola, Kilgore:
Desmontar el sistema de pensiones ni es deseable ni va a ocurrir.
Lo llamativo es el poderío que muestra ese sistema, como si fuesemos ricos. No tengo ni idea de cómo una mentalidad supuestamente de izquierdas encaja que las pensiones suban generosamente con independencia de que comporten 1000 o 3000 euros al jubilado. En este tren en el que nos hemos subido se van una cantidad de recursos del Estado que resulta impactante.
Y eso, como señalo en el artículo, supone una comparación aberrante con las condiciones que deben soportar los ciudadanos que se supone tienen que empezar a construir su vida desde cero y sostener el sistema con sus impuestos (me encantaría creer que con impuestos a empresas y ricos se soluciona esto. Como si eso no tuviera problemas derivados. Aunque, si por mí fuera, desde luego los subía).
Si estoy equivocado, podemos despreocuparnos, todo irá bien porque tiene toda la pinta de que seguirá igual. Si no me equivoco, estas políticas tendrán un impacto tremendo en el futuro de nuestra sociedad. El tiempo dirá.
Lo primero de todo agradecer la contestación.
Podemos estar de acuerdo en que el sistema necesita reformas. Y en que el caladero de votos fomenta la legislación clientelar. Esta más claro que el agua. Pero últimamente se fomenta en las columnas de opinión (en El País es costumbre) ese tipo de guerra intergeneracional. Obviando por ejemplo que la educación de esos jóvenes que luego se dejan marchar al extranjero por no ofrecerles oportunidades ha sido sufragada por sus mayores. Que se gastan cantidades ingentes en políticas identitarias mientras no se invierte un euro en vivienda asequible para que esos jóvenes se puedan independizar a precios razonables. Que hay aparatos administrativos a espuertas sin ningún tipo de sentido que no sea colocar a los afines mientras no se invierten esos recursos en economía productiva o mismamente en investigación, mientras los investigadores (jóvenes todos ellos) se te van fuera.
Y es un asunto recurrente. Porque puedes entender que a la derecha le importe un carajo al vivienda pública. Pero llevamos siete años de gobierno progresista, no?
7 años gobernando el PSOE, que es un partido liberal, y los últimos 2 con necesidad de voto de la derecha de Cataluña y el País Vasco. No le pidas peras al olmo. A lo mejor, si quieres ser consecuente con la política en favor de la vivienda asequible, deberías votar partidos que realmente incidan en el problema de hacer de la vivienda un bien especulativo y no un derecho, como recoge la Constitución, aunque no lo ampare de manera fundamental.
Todo ésto dicho, estoy de acuerdo contigo en que esto es un debate en el que se intenta poner a los del penúltimo escalón contra los del último escalón. Pelea de ratas por el churro del «estado del bienestar».
Con respecto a que se gastan «cantidades ingentes» en política identitaria creo que esa afirmación es populismo. Y más que nada teniendo en cuenta las cifras del caldo gordo, pensiones, sanidad o educación. O mira el presupuesto en igualdad y compáralo por ejemplo con lo que se gasta anualmente en defensa. No hay color.
Hombre, dicho así, si llegara un alienígena, se llevaría una impresión torcida.
El gobierno gobierna ahora en coalición de PS (liberal) con Sumar (progresistas) y se alía con la derecha y la izquierda periféricas puntualmente. Lo que tienen todos en común es su carácter destituyente y, en algunos casos, directamente antiespañol (y por tanto, antiestatal; nada ilegítimo, pero hay que constatarlo).
En la legislatura anterior (3 años y 11 meses) el gobierno que gobernó fue del PS (liberal) y Unidas Podemos (populistas de izquierda/socialdemócratas).
El tacticismo podemita dirá lo que quiera, pero el peronismo no es la mejor de las izquierdas. Estaría bonito dejar las subvenciones y de buscar el coco y producir algo antes de repartirlo.
Por cierto, si queremos saber hoy en día qué es populismo, en este país, nos basta con escuchar a cualquiera de las hermanas Montero.
Populista puede tener dos acepciones, la primera como anti-elitista, cuando se propugnan medidas ventajosas para la mayoría, y no al revés, como nos tienen acostumbrados. Y la segunda como demagogia, cuando las cosas no se explican, por razones interesadas, con la complejidad debida y se quiere acortar por el camino de en medio. Ésa es la peligrosa, y el daño lo provoca la ignorancia.
Ni que decir tiene que la primera acepción es la válida para mí. Y aunque discrepemos probablemente, yo en la segunda acepción veo a Vox en pleno, cuya españolidad acaba en su cartera como ha demostrado el Sr Abascal. Pero también a la Sra Ayuso, con cualquiera de sus salidas. Desde luego a la derecha, y a los liberales, no los veo en la primera, son elitistas y en buena parte, no todos, demagogos.
Por cierto, y con respecto a las subvenciones ahí tienes los datos que ofrece Fernandez-Villaverde, nada sospechoso de peronista, también el dice que solo es el chocolate del loro. El caldo gordo son las pensiones, de ahí la presión del sector privado.
Y por último se puede ser nacionalista y anti estatal, ahí vemos a Trump, a Abascal, a Feijo o a Milei, dando loas al mercado y el estado solo para reprimir.
Exactamente a qué partidos debería votar? A esa izquierda «deeply concerned» (lo del titular va por ellos también) que lleva siete años con las posaderas sentadas en ministerios y vicepresidencias que se crearon (se desdoblaron artificialmente) para que pudiera tocar poder y colocar a gente a mansalva? Y para qué? Porque se desgañitan con el problema de la vivienda pero ni un ladrillo…
Carteles sí. Campañas de prensa, anuncios, y eslóganes los que hagan falta. Y son para temas identitarios siempre. Aunque por lo visto señalarlo sea populismo….
Los derechos de las mujeres no son los que te pagan un sueldo de mierda trabajando más horas que un reloj, ni son los que te impiden el acceso a la vivienda, ni son los que te desahucian del futuro.
Sinceramente, yo no creo que la protección de los derechos de las mujeres comience con los desvaríos de Irene Montero y su pandilla de groupies con PAM al mando. De hecho estoy convencido de que para ellas y para los colectivos que regaban (y riegan) alegremente con el presupuesto no era más que un modus vivendi. Uno que no habían catado en la vida.
¿En serio la gente se hace de extrema derecha porque la izquierda es moralista?
¿Quién censura a Lope de Vega o a Virginia Wolf?¿Quién lleva a los tribunales a periodistas o humoristas por hacer bromas contra la religión o el Valle de los Caídos?¿quién saca de las bibliotecas libros que tratan de la igualdad?¿Quién censura en el Smithsonian recientemente?
No, yo lo que creo que buscan seguridad e identidad, como todos. Y que se ha dejado hacer comunidad al Mercado (digital) y ésta es la consecuencia.
No.
La gente se hace de/vota a la ultraderecha (nacionalpopulista) por la combinación de unas circunstancias nuevas y profundas que la izquierda (toda ella) y la derecha clásica no afrontan.
El moralismo de la izquierda es un residuo de su ineptitud. La nariz de payaso en su disfraz de colorines arcoíris.
Y la otra derecha, la extrema, se beneficia. Tienen mucho terreno ganado: desgana política, ignorancia y control de los medios de producción y reproducción social. Difunde miedo y odio al que es más pobre que tú, aunque te hagas daño a ti mismo, más daño le harás a los demás.
Señor Pablo Mula,
Le felicito calurosamente por este artículo. Me ha alegrado el día. Hacía mucho tiempo que no veía un artículo como este en Jotdown (lúcido, abierto, invitando a pensar de verdad, más allá de las consignas). Ya casi había perdido la esperanza y cada vez leía menos esta revista que en su día consumía diariamente.
También me han gustado sus comentarios. No estoy de acuerdo en todo lo que dice (menos mal) pero me gusta cómo razona y cómo se posiciona. Gracias por su buen trabajo.
¡Un debate abierto! Sin malos modos, sin insultos. Aportaciones constructivas, didácticas. ¡Qué maravilla!
Un viejo chascarrillo ácrata decía «Vive de tus padres hasta que puedas vivir de tus hijos». Leyendo este artículo y algunos comentarios me ha dado la impresión de que a algunos les gustaría darle la vuelta al dicho: «Paga las pensiones de tus padres hasta que tus hijos se nieguen a pagarte la tuya»
En la última visita al especialista me confirmaron el peor de los escenarios: Me quedan seis meses de vida como máximo. Pues resulta que cuando leo todo lo que aquí se está exponiendo, siento alivio ante la perspectiva de desaparecer y no tener que pensar más en toda esta mierda. ¡Ahí os quedáis!
¿Los chavales de 12 a 16 años están muy preocupados por los bajos salarios, los accidentes laborales o la crisis de la vivienda? Va a ser que no. No están haciéndose fascistas por estos problemas que todavía no sienten como propios; las preocupaciones que manifiestan cuando les preguntas no son estos asuntos, sino que las mujeres y los gays tienen demasiados derechos, que se está rompiendo españa o que hay demasiados inmigrantes porque los comunistas quieren acabar con la raza blanca. Están siendo convertidos al fascismo por medio de gigantescas campañas de bulos millonarias, lanzadas a través de las redes sociales con una potencia de manipulación desconocida hasta ahora en la historia de la humanidad. La capacidad de manipulación del fascismo fue poderosa hace un siglo, pero hoy estamos ante un fenómeno nuevo, cuando esta manipulación se lleva a cabo mediante una inédita tecnología de comunicación de masas más personal que nunca que se presenta acompañada del conocimiento científico de más de un siglo en los campos de la publicidad, la psicología social y el márketing.
Para quien le interese y con referencia a la sostenibilidad de las pensiones. Empieza a haber estudios que cuestionan la visión única, como carga fiscal, de las pensiones. Uno de esos es un informe muy interesante de Eladio Febrero y Francisco Bermejo de la Universidad de Castilla la Mancha que incide sobre lo positivo en el crecimiento económico y por tanto en la autofinanciación de las pensiones públicas.
Un saludo.
Tan bueno el artículo como la lectura de los comentarios; es difícil que se comprenda un artículo de opinión en su justa medida -inevitable sesgar con las referencias personales las críticas razonables que haga el autor; tomar las partes por el todo-. Pondré el acento en una sola de las partes: «somos los buenos».Ciertamente lo mal llamado izquierda, socialdemocracia (habrá que aclararle a alguien que ya es un totum revolutum aglutinador de lo que antes se separaba en el siglo XX),etc. es «el sistema».Y que en virtud de ello, y de esa pretendida superioridad moral autodefinida, no pueden evitar deslizar su soberbia (siempre creyeron ser los justos,la revolución ,el fin humano) hasta realizar afirmaciones donde lo que queda patente es que se nutren de lo que intentan achacar a los otros: la imposición, el fascismo -del que caracterizan a cualquiera que se salga del rebaño- y la opinion del «colectivo» (tan inabarcable ya que deja de ser colectivo al no tener otra referencia que no sea él mismo). Es difícil recordar otro momento en que las ideas se impongan desde estructuras con tanta soberbia; el partido, el colectivo, el pueblo,el todo.. Asistimos a los ejemplarizantes exilios de los «aliades», por ejemplo, que cinco minutos antes guiaban la pancarta de proclamas justas en su esencia pero desviadas en las formas y resultados. No hay perdón fuera del colectivo que se reasigna a cada instante, que fluye en el absurdo del cambio constante.
No; no son «los buenos»; no hay colectivos sin individuos, no hay imposiciones que nieguen al otro la posibilidad del diálogo justo (en la que el respeto al otro sea racional,sincero y crítico). Esta época es la de la unicidad, curiosamente la de una parte,grupo o «colectivo», que desea ser erigida- o que le reconozca-como la única posible.
Volvamos al fin del artículo; olvidaron, o interesa que se olvide, que antes que colectivos los jóvenes son individuos, y nadie acepta la inclusión obligada en un colectivo cuando se ataca a su naturaleza , a su libertad, a su posibilidad humana de tener distintas ideas, a la posibilidad de acordar en el diálogo con otros.
A los jóvenes a que se refiere esta nueva mal llamada y desvergonzada izquierda -que no son tampoco el total/el colectivo- no se les puede demonizar , insultar en cada proclama , reclamarles no haberse dejado llevar de la mano ,afearles no consumir sin digerir los eslóganes tintados del mismo título que el artículo : Deeply concerned. No se puede regañar a quien no te cree, a quien te conoce ya tan bien que sabe que ser insultado por esta nueva casta es señal inequívoca y muestra de que ese «lado de la historia» es un relato interesado.