Cine y TV

Dibujos perversos

Der Fuehrer's Face,. Imagen: Walt Disney Productions.
Der Fuehrer’s Face. Imagen: Walt Disney Productions.

Desgraciadamente la audiencia castellanoparlante nunca tuvo el honor de presenciar el chiste de Animaniacs en el que se insinuaba lo mucho que le gustaría a Prince que un dibujo animado le diese placer anal falange mediante. Aquella era una de las bromas gamberras que los responsables de dibujos animados para todos los públicos jugaban a deslizar por debajo de la puerta para ver hasta dónde se podía tensar la cuerda. La incorrección premeditada en un medio que gozaba de presunción de inocencia tenía mucho de carcajada adulta y de avión que sobrevolaba las cabezas de los más pequeños incapaces de captar el chiste, y eso la hacía más divertida. En ciertas ocasiones la polémica surgía con el tiempo: piezas cuyo contenido se había considerado aceptable en otra época se transformaban con el paso de los años en evidencias de que la sociedad tenía un pasado más racista, machista, insalubre y menos evolucionado en lo que a tacto y delicadeza se refiere. Y en otros casos, como el canibalismo que tarde o temprano ejercían los animales antropomórficos animados, dicha incorrección parecía un accidente fruto de no pensar demasiado en lo que estaba ocurriendo. Sea como fuere, los dibujos animados para todos los públicos en ocasiones han logrado elevar unas cuantas cejas de padres que se preguntan si aquello que acaban de ver es apropiado para las criaturas. Esas incorrecciones revestidas de inocencia multicolor, esos dibujos perversos.

Heil Donald

El Pato Donald repasando un Mein Kampf, en un hogar en el cual hasta el papel pintado de la pared implica un sobreuso de la esvástica como eje central decorativo, es una de esas cosas que afloran de tanto en tanto por internet y cuya condición de fake siempre cuestiona alguien. Dicha imagen lejos de ser hija de algún ducho con el Photoshop es en realidad un fotograma extraído de una pequeña pieza de Disney de 1943 que se apuntaba a la propaganda bélica para motivar a las masas: Der Fuehrer’s Face. Y tiene poco de pronazi y mucho de tomatazo en la cara de Adolf Hitler a base de burlarse del destino que esperaba a aquellos que compartiesen acera con el Führer ario. En aquel cortometraje Donald era despertado por una imposible banda militar formada por Hideki Tōjō, Hermann Göring, Benito Mussolini, Heinrich Himmler y Joseph Goebbels para desayunar paupérrimamente y entrar a trabajar en una cadena de montaje armamentística en la que se combinaba el trabajo imposible con una colección de «Heils» lanzados a la conga interminable de retratos de Hitler. En el desenlace de la pieza un Donald con pijama de barras y estrellas descubre que lo ha soñado todo y le profesa arrumacos a una estatua de la libertad segundos antes de que la cara de Hitler sirva de pista de aterrizaje para la tipografía pringosa que anuncia el The end. La obra se llevó un Óscar en 1943 al mejor corto animado y formaba parte de una serie de varias películas realizadas en tiempo de guerra para aupar el sentimiento patriótico del pueblo. Tampoco el estudio era ajeno a este tipo de cosas: Henry Morgenthau, el entonces secretario del Tesoro de los Estados Unidos, había convencido a Disney de la necesidad de concienciar a las masas y de ahí surgieron iniciativas como The New Spirit y Spirit of ’43 obras animadas en las que lo importante era enviar el mensaje de que los impuestos sustentaban al ejército americano. Y de la misma Disney era hija otra obra propagandística más rotunda y oscura: Education for Death, o «el adiestramiento de pesadilla de un joven infante para ser convertido en soldado nazi».

Pero la humillación del enemigo en tiempos guerreros no era una exclusiva de la fábrica Disney: Bugs Bunny y Popeye también se apuntaron a la propaganda de guerra animada con Nips the nips y You’re a Sap, Mr. Jap respectivamente, dos películas que apuntaban maneras al incluir términos despectivos para los orientales en sus propios títulos y que remataban a bocajarro al convertir en chiste los estereotipos raciales. El Pato Lucas también se apuntaba a torear extranjeros enemigos: en Daffy: The Commando los guionistas ridiculizaban el lenguaje alemán antes de dejar que el palmípedo se desahogara martilleando la cabeza de otro Hitler animado.

Disney decidió ser cauta con Der Fuehrer’s Face, más que nada porque alguien razonó que un Donald soltando tan alegremente el saludo nazi igual era algo que se podría sacar de contexto, y por eso mismo guardaron la lata con la película en un cajón hasta el 2004 cuando se editó en una recopilación en DVD. Pero aquella no sería la última vez en la que el pato con traje de primera comunión sería sospechoso de militar con los arios: con ¿Quién engañó a Roger Rabbit? se generó una pequeña polémica cuando algunos espectadores creyeron escuchar del pico de Donald la ofensiva frase «God damn stupid nigger!» dirigida al pato Lucas. Realmente era una interpretación errónea de la frase real (algo así como «Goddurn stubborn nitwit») provocada por ese problemático galimatías marca de la casa que hablaba el Pato Donald (que tiene nombre técnico, cuidado ahí: buccal speech) que dejaba a la interpretación libre de las mentes sucias el saber qué coño estaba diciendo. Un ejemplo ilustrativo de esto ocurriría a mediados de los noventa cuando la American Family Association forzó a Wall-Mart a retirar unas cintas de vídeo de clásicos Disney al creer escuchar en un cortometraje de 1937 (Clock Cleaners, una joya) a Donald escupiendo un «Fuck you!» y un «Son of a bitch», cuando lo que realmente decía Donald era un «Oh yeah, says who?» y un «Snake in the grass». Pero combinar un frenillo de pato y un oído con ganas de sentirse ofendido es lo que tiene.

Los Picapiedra, tu cáncer y Tiny Toon

Existe una teoría en internet que sostiene que el mundo de Los Picapiedra es en realidad un futuro apocalíptico en el que los objetos de diseño anacrónico son ecos de la tecnología pasada. Dicha hipótesis intenta explicar cómo es posible que una tropa de trogloditas celebre la Navidad, lo que viene a ser el cumpleaños de una persona que no nacería hasta unos cuantos centenares de años después.

Teorías de loco aparte, Los Picapiedra y sus broncoburguesas supusieron uno de los primeros grandes éxitos de la animación en la cadena ABC al conseguir que tanto los culos de los niños como los de sus padres se sentasen frente a las pantallas de televisión. Con aquella naturaleza de programa familiar y teniendo en cuenta que en los sesenta la ciencia aún no había descubierto que la nicotina era más mortífera que cool algún empresario decidió que Piedradura era un lugar perfecto para promocionar cigarrillos. Y de aquel matrimonio entre el cáncer de pulmón y Hanna-Barbera el legado resultante son estas fascinantes promociones de tabaco Winston en un show de dibujos animados, que revisitadas hoy revelan que el concepto de vida sana que destilaban los sesenta era ligeramente nebuloso.

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The Flintstones. Imagen: Hanna-Barbera.

Mucho más evolucionados serían los noventa, en donde un episodio de los Tiny Toons (One beer, del capítulo titulado «Elephant issues») enseñaría una valiosa lección a los más pequeños: si te emborrachas tal y como lo hacían Buster, Hamton y Plucky pegando un sorbo a una botella de cerveza acabarás inevitablemente robando un coche de policía, conduciendo ebrio montaña arriba, saltando por un barranco y muriendo de manera horrible.

Lo inapropiado

¿Cómo colar una palabra malsonante en una película de humor blanco como Madagascar? Obsérvese este vídeo y pregúntese por qué Marty exclama ese incomprensible «Sugar honey iced tea!». Si no encuentra respuesta evidente junte las primeras letras de cada palabra pronunciada por la cebra y obtendrá la revelación. Menos discretas fueron las incorrecciones de los creadores de Shrek: el villano de la primera película se llama Lord Farquaad porque era la única manera de introducir la palabra fuckward (aunque fuese por el camino de la similitud fonética) en una película para niños.

Cartoon Network por su parte no se atrevió a emitir el episodio de El laboratorio de Dexter titulado «Rude removal» en el que un par de doppelgängers de los protagonistas soltaban tacos sin parar. Tacos que aun siendo censurados por pitidos, asustaron a la cadena. El capítulo renació en la red, la propia compañía lo estrenó años más tarde en tierras de YouTube y el vídeo recibió una avalancha bestial de visitas.

La depravada evolución de Ren y Stimpy

Ren & Stimpy era un show de Nickelodeon creado por el canadiense John Kricfalusi. El propio Kricfalusi ideó el programa como una serie para niños y se llegó a sorprender de tener un público fiel de gente adulta. Según él, los dibujos con carácter educativo eran algo odioso y por eso Ren & Stimpy se basaba en guarradas varias, el absurdo por el absurdo, las referencias sexuales y la violencia exagerada. Todo iba bien hasta que Kricfalusi presentó un capítulo en el que Ren propinaba una paliza salvaje con un remo a otro personaje, momento en el que los jefazos de Nickelodeon decidieron que se había pasado de cualquier raya y le dieron la patada como director, poniendo al frente a otro equipo distinto. Los fans sintieron que, aunque la nueva plantilla intentaba mantener el espíritu, la serie había perdido la magia.

Pero en 2003 el canal Spike propuso a Kricfalusi recuperar a sus personajes con una condición: convertir el show en un programa para adultos donde desmadrarse todo lo posible para hacerle competencia a cosas como South Park. El renacimiento se llamaría Ren & Stimpy adult party cartoon. Y el resultado de aquello fue que el canadiense se emocionó demasiado estirando la manga hasta convertir lo ofensivo en la única razón de ser. Una muestra maravillosa de lo muchísimo que se le fue la mano al amigo es este espectacular vídeo:

Lo peor de todo es que ese pequeño extracto ni siquiera era lo más bruto que presentaría la nueva encarnación: en el primer episodio los protagonistas de manera nada velada ya habían disfrutado del sexo anal entre ellos. El público, muy descontento, le dio la espalda al reboot y tras seis episodios el programa fue cancelado.

La moraleja de Ren & Stimpy es curiosa: cuando fue un show para niños que ofendía a los padres cosechó fans acérrimos, pero cuando decidió involucionar para ser un show que pretendía ofender a los adultos murió implacablemente.

Lo deprimente y lo inquietante

Blue Cat Blues es una producción de 1956 de las aventuras de Tom y Jerry. La historia comienza con un Tom amargado y sentado en las vías de un tren esperando el trágico momento en el que una locomotora se decida a transmutarlo hacia algo más próximo al puré. Y la trama entonces salta al flashback para explicar cómo el sufrido gatito ha llegado a tocar fondo a causa de los desamores por una gata, una gold digger hija de guionista cuñadísimo que abandonaba a Tom por otro gato con dineros. Cuando la historia vuelve al escenario inicial entra en escena un Jerry, también torpedeado por el desengaño amoroso, decidido a acompañar a Tom en el suicidio. Y la película acaba ahí, con la inminente y sonoramente anunciada llegada de un tren, ambos personajes esperando ser atropellados con cara de vivir en una canción de Leonard Cohen y el espectador pensando en que cuando uno se acerca a Tom y Jerry lo que espera es ver persecuciones y porrazos, pero no almas arrojadas al abismo. Aparece el cartel de The End, un fundido a negro y el reflejo en la pantalla de las caras de terror de los niños.

Tom & Jerry. Imagen: Metro-Goldwyn-Mayer.
Tom & Jerry. Imagen: Metro-Goldwyn-Mayer.

Lo inquietante son la serie de reglas que sostienen el mundo de la fauna antropomórfica en el cine infantil. Se ha mencionado cientos de veces lo raro que resulta que Mickey, un ratón, tenga a Pluto, un perro, de mascota y entre ellos parezca existir un abismo evolutivo. Pero lo más jodido de todo es el momento en el que todos estos animales se sientan a la mesa y deciden poner en el menú algo de carne, porque muchas veces lo que está en el plato es virtualmente idéntico a lo que está empuñando el tenedor. Estamos hablando de canibalismo, estamos hablando de salir a cazar animales que solo se diferencian del cazador en los complementos textiles. Que sí, que en la reciente serie de Wakfu cierto capítulo hacía que los personajes protagonistas devorasen un dragocerdo que, según descubríamos más tarde, resultaba ser un aventurero random transformado en animal para su desgracia, pero aquello era sano humor europeo del equívoco tonto. Lo de Disney es directamente retorcido e inquietante, basta con revisitar Los tres cerdidos y echar un ojo al decorado, concretamente a los cuadros familiares de la casa de ladrillo. Y entonces lo ves.

Racismo de otra era

The censored eleven son once cortrometrajes de dibujos animados de las series Looney Tunes y Merrie Melodies que en 1968 fueron sentenciados por sus propietarios a ser enterrados en los archivadores de la vergüenza. El motivo era la representación de crudos estereotipos raciales con los que la sociedad (la de piel más blanquita) de los años treinta y cuarenta no parecía tener problema, pero que más adelante se reconocerían como profundamente racistas. Desde ese 68 no han sido emitidos en televisión (aunque pueden encontrarse en VHS y DVDs piratas o búsquedas en Youtube) y solo se proyectarían de nuevo en pantalla grande en 2010 en Hollywood en un evento presentado por Donald Bogle, historiador cinematográfico especialmente preocupado por los estereotipos afroamericanos en el celuloide. El caso curioso es que dos de los once malditos (Coal Black and de Sebben Dwarfs y Tin Pan Alley Cats) eran defendidos cuarenta años más tarde por su director Bob Clampett, al parecer un hombre muy amigo de toda la escena negra de jazz de Los Ángeles . Clampett aseguraba haber creado aquellas dos piezas en colaboración con un grupo de músicos afroamericanos que estaban cansados de que los blancos fuesen los únicos con representación animada.

Disney decidió no volver a comercializar la película Canción del sur por repudiar el estereotipo esclavista. Y en internet algunos cartoons añejos como Scrub me Mamma with a boogie beat cultivan comentarios de gente escandalizada con el poco tacto de décadas pasadas. En el fondo Whoopi Goldberg tenía toda la razón en su comentario sobre el tema: ofensivas, equivocadas e incorrectas como son este tipo de obras, lo que sería más inadmisible es intentar ignorar que este producto tuvo lugar en algún momento de la historia.

Sexual innuendo

Lo sexual es gracioso, también es natural y la sociedad suele considerar que es algo prohibido para los ojos más tiernos, como si ver una teta o un pene al aire fuera más letal que entrar en cualquier bar de España a la hora del café y puro. Quizás por esa asociación infantil de lo simpático que resulta el pito-teta-culo como trinidad vital de lo jocoso los creadores de productos para niños han jugado siempre a meterla con mayor o menor delicadeza. El post-it en el baño de uno de los protagonistas de Ed, Edd y Eddy que advierte con un parental y casi ilegible «Don’t touch yourself» algo que es posible intuir si uno se fija en la colección de kleneex usados en otra escena del mismo show. Las bromas de Bob Esponja sobre recoger jabón del suelo. La (total ausencia de) delicadeza con la que la serie de Las Supernenas soltaba un chiste sobre un preservativo roto. Las gemelas groupies de Cars flasheando con los faros a Rayo McQueen desde la grada y el doble significado de la palabra flash en inglés. El chiste sobre pitos circuncidados de la película de Los Rugrats o la naturaleza de los vídeos que alquilaba el abuelo en la serie. Aquel capítulo de Doraemon (del que no he encontrado prueba gráfica tras rastrear internet) en el que ese dealer del futuro que es el gato cósmico proporcionaba a Nobita una crema corporal y se la untaba en el pene de manera gratuita. Y uno especialmente duro por soez: Pablo Mármol en Los Picapiedra deseando ser más alto, Pedro sugiriendo que se comprara una cabeza nueva, Pablo contestando «¿Para qué necesito TRES cabezas?», risas socarronas de ambos, los censores durmiendo la siesta cuando tocaba revisar esa escena. ¿Un chiste de pollas en el mundo de los inocuos Picapiedra? Pues mira, sí.

Y de seguir rastreando esta carretera de perversiones cartoonescas llegaríamos a la inevitable parada en el sexo oral representado en ambas variantes de fellatio y cunnilingus por los inocentes shows Chowder y Vaca y pollo, que destacan por su delicioso modo de tratar el tema: Chowder, colorido programa de extrañas paletas y estampados culinarios pero a la vez de aparente ingenuidad, se marcaba unos lametazos a un helado gigante con forma fálica que pedía que aquel incidente no llegara a oídos de su esposa. Vaca y pollo optaba por el atajo total y más que insinuar escupía a la cara la broma ruda: un grupo de moteras muy poco femeninas asaltaban la casa para textualmente comer el felpudo. O el momento en el que Cartoon Network decidió columpiarse más fuerte utilizando como cuerda el estereotipo de lesbiana.

Un caso aparte es La vida de Rocko (Rocko’s modern life) un show de inocente animación noventera que, tal y como aseguraba su productor y creador Joe Murray, tenía como uno de sus objetivos principales colar tantos chistes adultos invisibles para los más pequeños como les fuese humanamente posible. Y se esforzaba de manera a menudo muy poco sutil, tanto que la sección trivia de IMDB de Rocko’s modern life tan solo se atreve a listar una de las bromas genitales (un nombre de restaurante, Chockey chicken, que es al mismo tiempo una expresión para referirse a la masturbación) y se excusa diciendo que hay muchas más. Entre ellas nos encontrábamos el capítulo en el que Rocko y su amigo Heffer contrataban una habitación para una noche en un motel-picadero para parejitas. El trabajo telefonista del protagonista en lo que se adivinaba como una línea erótica. O el gloriodoloroso momento en el que Rocko confundía un testículo con una baya silvestre descojonando literalmente a un monstruo escondido entre las hojas. Pero si algo destacaba era el gag de ordeñar a un buey al confundirlo con una vaca, lo que vendría a ser lo mismo que introducir con éxito el Orgamastrón en los dibujos para niños. Escenas que sufrirían un trágico destino: tras una primera emisión sin quejas demasiado alarmantes los responsables de Nickelodeon decidirían eliminarlas (incluso de los DVD recopilatorios) por si acaso.

Y por último Animaniacs, aquella serie protagonizada por dibujos trazados al estilo de los años treinta que ametrallaban con referencias pop de los noventa. Aquella obra que tuvo el valor de jugar con el colmo de lo inapropiado e innecesario, con meterle un dedo en el culo a un artista pretendidamente ambiguo. La broma en cuestión era un chiste intraducible: Un detectivesco Yakko insta a su hermana Dot a buscar huellas (prints) en el escenario. Ella asimila mal la información, entendiendo «Prince» en lugar de prints, y apareciendo con el artista en brazos. Yakko aclara que lo que él necesita son huellas de los dedos (finger prints). Dot entiende «finger Prince». Prince sonríe.

Lo dicho, perversos.

Animaniacs. Imagen:  Warner Bros..
Animaniacs. Imagen: Warner Bros..

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19 Comentarios

  1. Pingback: Dibujos animados perversos

  2. http://m.youtube.com/watch?v=HGioaSl3VV

    Y esto? Creo que no lo nombras en el artículo.

  3. Alexander

    Jajajajaja, increíble esos «Eastern Eggs» de doble sentido que proponían algunos autores a sus creaciones. Siempre me he preguntado si, cuando éramos niños, hubiésemos tenido plena conciencia del tipo de broma que veíamos, si no fuese por ver las caras de estupor de nuestros padres. Es que, a veces, la maldad está en los ojos de los adultos, y sólo cuando ellos nos advertían de la maldad o picardía de cierta frase o imagen, uno automáticamente quería decirla o verla. Es que el desafiar a la autoridad de turno siempre ha estado en nuestros genes.

    • Guillermina Cruz

      Tienes mucha razón Alexander, justamente hace días le comentaba a mi hijo sobre una película cuyo tema oculto fue una violación, el cual yo no percibí hasta muchos años después, así era nuestra sociedad, a los niños nos ocultaba cosas que además no teníamos edad para ver ni para saber y mucho menos para entender. También recuerdo el tabú que eran las toallas femeninas y la mala explicación sobre esto y sobre temas sexuales que encontrábamos en los amigos, porque los padres ni pensar que pudieran o quisieran hablar de estos temas. A veces es sorprendente saber las cosas que estuvieron presentes sin que la entendiéramos.

  4. Juro que he visto en televisión (creo, aquí ya no estoy tan seguro, que en el canal Boomerang) uno de los Censored Eleven. Y varias veces.

    En concreto este que trata sobre un vendedor particular que topa con una aldea de caníbales. Enlace aquí: https://www.youtube.com/watch?v=ssoFdlyd5uo

  5. Rafael J.

    No es por nada pero casualmente, hoy publica algún diario que en Suecia se ha censurado parcialmente la serie Pippi Landstrung por referencias racistas.

  6. Jerónimo Vargas

    Lo que se tuvo que reír Chaplin viendo «Der Fuehrer’s Face». Resulta que los que le llamaban extremista por ser antinazi tres años antes (cuando Estados Unidos no estaba en guerra, vaya por Dios) ahora, para demostrar lo antinazis que eran, le plagiaban «Tiempos Modernos», ese peligroso panfleto comunista. Ay, tío Walt, qué bribón.

  7. Don Nadie

    Pagarás por tus becarios…
    Bwehehehehe.

  8. New_Rodro

    Me falta una mención a Superraton esnifando «drojas».

    http://comicsalliance.com/cocaine-new-adventures-of-mighty-mouse/

  9. Será brontohamburguesas, de Brontosaurio…

  10. Echo de menos una mención a que Goofy es la parodia de un negro.
    http://minchinela.com/repronto/2007/10/17/capitulo-5-el-comesandias/

  11. Hablando de Donald en la segunda guerra mundial, recuerdo un dibujo animado emitido en televisión española en el que Donald interpretaba a un aviador de bombardero que cumplía con su cometido arrojando bombas sobre el enemigo… ¿quizás sobre Dresde, quizás matando niños alemanes? Ahí lo dejo.

  12. Anónimo Vespucio

    Los tocamientos de Doraemon, está en Italiano, pero servirá igual para el ejemplo

    http://www.youtube.com/watch?v=SyTddg_7k50

    Minuto 2:30 en adelante

  13. No me parece nada malo lo de tom y jerry o lo de los 3 cerditos(father salchicha),simplemente estamos presnetando a los niños parte de la realidad,que es fea y cruel también. Porque tiene que ser todo alegre? yovi ese capitulo de tom y jerry cuando era pequeño y me pareció un capitulo diferente pero capítulo más

  14. Mi padre es tu amigo
  15. muy bueno!

  16. Pingback: LA ISLA MÍNIMA. | Cinefila Ignorante

  17. Pingback: Pobreza, humanos, matrimonios, clásicos literarios, dibujos perversos, postmodernismo y Love Actually. Lo que nos gusto de Internet estos días - Especial Jotdown. - El jardin del pulpo

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