Sociedad

La inteligencia artificial como periodista cultural

 

inteligencia artificial como periodista cultural

Dice un amigo mío, escritor satírico de pura cepa, que la diferencia entre leer una crítica de un libro compuesta por una inteligencia artificial y una escrita por un periodista es que la inteligencia artificial se ha leído el libro y el periodista no.

Bromas aparte, porque los escritores tienen de los críticos la misma opinión que las farolas de los perros, la cuestión es que el periodista, cuando comenta un libro, conoce a menudo al autor, conoce su carácter, sabe con quién estuvo casado, cuándo se divorció, y por qué desde entonces odia a las mujeres, por ejemplo, lo que se refleja en el comportamiento de sus personajes femeninos.

La cuestión es que el escritor humano puede permitirse un inicio como el de este artículo, atinado o no, pero impensable en una inteligencia artificial, que se ciñe a lo concreto sin correr el riesgo de despeñarse en el lenguaje metafórico o en ideas más sutiles, fuera del manual de lo trillado.

Una inteligencia artificial, en el ámbito cultural, y casi diría que en todos, puede ser mucho mejor que un mal profesional, lo mismo que una hamburguesa ultraprocesada puede ser mejor que un centollo en mal estado. Pero para que una comparación sea honrada hay que poner ambas partes en un nivel similar.

Incluso frente a un profesional de baja calidad, la inteligencia artificial carece de cualquier originalidad, de manera que hasta las tonterías del periodista más desastrado pueden contener pepitas de oro que retenga la criba del lector más avezado. Y si hablamos ya de un profesional de alto nivel, la diferencia es abismal.

¿Qué te va a decir una inteligencia artificial sobre cómo se siente la Regenta? ¿Qué va a interpretar cuando lea que ella se sentía como un puro a medio fumar, en un cenicero, demasiado para un hombre, y repugnante para el siguiente? ¿Qué parte de esta descripción psicológica entiende la inteligencia artificial? Te dirá que se llamaba Anita Ozores y que vivía en Vetusta, un sobrenombre que Clarín inventó para Oviedo. ¿Pero qué te contará de la frustración sexual de una mujer joven casada con un hombre mayor? 

Porque ese es otro tema que hay que afrontar con un mínimo de honradez intelectual: la inteligencia artificial tiene vetados una serie de temas que sus creadores consideran polémicos o inconvenientes. Puede acercarse a ellos, pero los termina rodeando, y como cuenta con información de sobra para crear sus artículos, acaba desviando su prosa hacia puertos más seguros. El periodista, en cambio, y más si es de aquellos que no se someten a mordazas, podrá hablar de cuadros que retratan desnudos, de esculturas claramente lascivas y hasta, si se anima y es valiente, podrá escribir un comentario sobre una nueva edición de Lolita.

¿Qué creemos que nos va a decir una IA sobre Lolita?

Probemos a ver qué nos cuenta ChatGpt:

El comentario más común —y necesario— sobre Lolita es que no debe leerse como una apología de la pedofilia, sino como una crítica feroz al autoengaño, al poder de la narrativa, y al modo en que la belleza del lenguaje puede disfrazar actos moralmente atroces. Nabokov logra el difícil equilibrio de crear una obra estilísticamente deslumbrante sobre un tema profundamente perturbador. En ese contraste reside buena parte de su fuerza y su escándalo.

Está bien escrito, y me parece certero. Muy interesante, aunque no menciona las fuentes, lo que ya arroja ciertas sombras sobre el conjunto. ¿Pero dónde habla de que se puede ser a la vez víctima y abusador, un concepto básico en la obra? ¿Dónde se atreve a decir que Humbert es víctima de Lolita, tanto o más que Lolita de Humbert? ¿Lo ven? Yo me atrevo. Puedo tener razón o no, puedo indignar a algún lector, pero no me voy a reducir a escribir lo obvio, porque solo lo inesperado puede contener algún mensaje: lo que se ha de decir necesariamente es nulo.

Es importante entender que la inteligencia artificial maneja el conocimiento mientras que el crítico maneja la opinión. Y ahí es donde nos encontramos frente a la clase de cosas que escriben las editoriales en sus solapas, o la clase de ideas que los autores tratan de hacer colar cuando hablan sobre sus libros. A la inteligencia artificial le encanta ese lenguaje medido y comedido, donde las cosas parece despojadas de riesgos legales, y todo va sobre raíles desde el punto A al punto B, aumentando la curiosidad y reduciendo la polémica, o al menos la polémica real, mientras se espolea la polémica aparente. Los debates que le gustan a la inteligencia artificial son los que había en el parlamento franquista de 1958, por ejemplo. Somos todos del mismo partido, apoyamos la misma dictadura y parece que debatimos mucho. Democracia orgánica, le llamaban, pero se trataba de debatir sobre lo que no contenía riesgos. Porque a las inteligencias artificiales y a los periodistas malos les da mucho miedo, o mucha pereza, el riesgo.

La inteligencia artificial, es importante entenderlo, es una función de probabilidad que elige entre distintas opciones para maximizar unos objetivos que, en general, son la utilidad, la no peligrosidad, y la veracidad. Por ese orden. Y cuando la inteligencia artificial escribe un trabajo, intenta, sobre todo, no correr riesgos, para así obtener la máxima puntuación matemática en sus objetivos, igual que calcula una posición de ajedrez dando valores numéricos a las casillas del tablero, las piezas, y la probabilidad de los siguientes movimientos.

Así las cosas, la inteligencia artificial puede ser una amenaza para aquellos autores y periodistas culturales acostumbrados a intentar complacer a todo el mundo. Será una amenaza para los que desgranan un rosario de frases obvias y conceptos manidos, como un cercanías que para en todos los puñeteros tópicos de la línea. Los que trabajan así nunca podrán competir con la máquina. Los que no son capaces de decir algo un poco más original que lo que dijo el autor en una entrevista no podrán competir con la máquina en buscar vídeos en YouTube o declaraciones de este o aquel artista en la inauguración de una exposición. El artista, hay que asumirlo, no es una fuente fiable a la hora de opinar sobre la calidad de su arte, igual que el fabricante de zapatillas no es una fuente fiable a la hora de juzgar su calzado.

La inteligencia artificial puede ser una amenaza para los críticos de arte que quieren quedar siempre bien, hacer amigos, y ser invitados a todas partes, porque reparten elogios y parabienes como si fuesen gominolas. Lo siento, señoras y caballeros, pero no pueden competir con una máquina en servilismo. No pueden competir con un algoritmo si se trata de echar flores y hacer la pelota a las estrellas del firmamento cultural. No pueden competir, si lo que desean es ser invitados a la próxima representación o a la próxima gala. El periodismo cultural de invitación y localidad no tiene nada que hacer frente a la inteligencia artificial. Eso es imposible.

Si el periodismo cultural tiene que sobrevivir, y tiene que hacerlo, debe ser capaz de conectar ideas más allá de los datos, de incomodar y de sorprender a los lectores.

Fuera de eso, queda sólo el vacío. Fuera de eso, queda sólo el cementerio de silicio donde irán a parar los aburridos, los aduladores y los previsibles. Hasta que remueran.

SUSCRIPCIÓN MENSUAL

5mes
Ayudas a mantener Jot Down independiente
Acceso gratuito a libros y revistas en PDF
Descarga los artículos en PDF
Guarda tus artículos favoritos
Navegación rápida y sin publicidad
 
 

SUSCRIPCIÓN ANUAL

35año
Ayudas a mantener Jot Down independiente
Acceso gratuito a libros y revistas en PDF
Descarga los artículos en PDF
Guarda tus artículos favoritos
Navegación rápida y sin publicidad
 
 

SUSCRIPCIÓN ANUAL + FILMIN

85año
Ayudas a mantener Jot Down independiente
1 AÑO DE FILMIN
Acceso gratuito a libros y revistas en PDF
Descarga los artículos en PDF
Guarda tus artículos favoritos
Navegación rápida y sin publicidad
 

Un comentario

  1. E.Roberto

    Si en la realización de la IA sus creadores limitaron ciertos temas polémicos para la sociedad, ¿qué clase de inteligencia es? Hubo una definición de ella, una de las tantas bastante satisfactoria pero no definitiva. “…inteligencia es la capacidad de resolver problemas…”, y los temas tabú, como sexo y religión son un problema. Habilidad electro mecanica artificial sería mejor. Inteligencia es inquietante. Sospecho que es otro artefacto para llenar nuestra zona de bienestar, como el celular. Ayuda pero habría que tenerlo a la larga, no depender tanto de ella, pues en ciertos sectores es válida. INTELIGENTE artículo, estimado. Muchas gracias.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*


Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.