Entrevistas Arte y Letras Historia

Roberto Muñoz Bolaños: «La historia oficial del 23F estuvo bien para 1981, pero cuarenta años después hace agua»

Roberto Muñoz Bolaños para Jot Down

Las conversaciones filtradas de Juan Carlos con Bárbara Rey, aunque no se pudo escuchar la conversación completa, recogían palabras sobre el general Armada, condenado por el 23F, que han abierto la caja de los truenos con respecto a lo que se conoce y lo que no sobre el golpe de Estado. Sobre este episodio, abundan por desgracia las versiones inductivas, cuentan con la conclusión, pero no con los hechos que la respalden. El historiador Roberto Muñoz Bolaños (Madrid, 1970), profesor de las universidades Camilo José Cela, Atlántico Medio, Francisco de Vitoria y Antonio de Nebrija, y del Centro de Educación Superior de Enseñanza e Investigación Educativa (CEIE), lleva décadas estudiando este suceso. Ha tenido acceso al sumario y también a muchos de sus protagonistas. En su relato no hay grandes heroicidades, más bien mucha confusión. Y si algo avala su tesis, además del trabajo deductivo del historiador, es que la realidad no tiene por qué esforzarse en parecer real. 

¿Cómo valora las palabras que se han filtrado de Juan Carlos a Bárbara Rey en las que menciona a Armada?

Lo entiendo como lo que realmente fue, el rey conocía la Solución Armada y, en el juicio del 23F, Armada faltó a la verdad y negó haberle dicho al teniente general Milans del Bosch y al teniente coronel Tejero que el rey conocía la operación. Guardó silencio. Mantuvo la lealtad, no mencionó al rey y, en consecuencia, quedó ante sus compañeros como alguien que faltaba a la verdad.

¿No podía tener que ver con que Sabino, después de haber roto con el rey, estaba hablando mal de él por todas partes y Juan Carlos lo comparaba con Armada quien, tras acabar con él y terminar en la cárcel, nunca había tenido malas palabras?

No, no se refería a eso porque Armada nunca iba a hablar mal del rey, era un aristócrata y su relación con él era de vasallo y señor. Yo creo, personalmente, que se refería a que nunca hizo mención a las conversaciones que antes del 23F mantuvo con el rey sobre la situación política española. 

¿Qué queda por saber del 23F? 

Creo que el golpe de Estado se conoce perfectamente. Igual queda conocer hasta qué punto llegaba la implicación de determinados sectores económicos, pero el problema es distinguir el golpe de Estado de la Solución Armada, el plan de los militares y el plan de los civiles. 

También quedaría por conocer las conversaciones entre los capitanes generales de las diferentes regiones militares en la noche del 23F, pero a mí me dijeron que eso era imposible de saber, porque no se comunicaban por la red telefónica, sino por la Red Territorial de Mando (RTM), una línea especial del Ejército y esas conversaciones no se podían grabar. 

¿Qué podemos esperar de los secretos que permanecen clasificados?

Lo único que queda clasificado son las reuniones que mantuvieron determinados sectores económicos y políticos desde 1977 con el objetivo de sustituir a Suárez y dar un giro conservador al proceso de cambio político. Esos documentos existen, porque uno de los asistentes, el entonces comandante Juan María de Peñaranda, asistió a esos encuentros y en su tesis doctoral hizo referencia a los mismos, señalando las personas que asistieron y los temas que se discutieron. 

¿Los secretos van más en la dirección de la trama civil que en la militar?

Sí, lo de los militares se conoce casi todo, quiénes y hasta dónde llegaba la extensión del golpe. 

¿Y la Casa Real?

No hay tantos secretos sobre la Casa Real, porque Armada luego ha reconocido las reuniones que tuvo con el rey, no en la obra que escribió en 1983, sino en la que publicó en 2001 junto al catedrático de Historia Cuenca Toribio, Conversaciones con Alfonso Armada, donde no solo las reconoce, sino que no duda en afirmar que el rey «sabía lo mismo que yo».

Usted en su trabajo, para explicar el 23F, habla de la Transición Paralela. Arias Navarro quiso llevar la dictadura a una «democracia española», un sistema con libertades limitadas en el que el rey tendría poder ejecutivo. Luego, con Suárez, se llegó a la Constitución, bien distinta, la soberanía reside en el pueblo español y el rey tiene un papel simbólico. ¿Esta Transición Paralela sería el intento de volver al proyecto de Arias Navarro?

Suárez nunca fue la persona elegida para culminar el proceso de cambio político, solo se pensaba en él para aprobar la Ley para la Reforma Política (LRP). Una vez aprobada, Suárez se tendría que haber retirado siguiendo las órdenes de Torcuato Fernández Miranda. El liderazgo de todo el proceso recaería entonces en José María de Areilza. Sin embargo, Alfonso Osorio influyó en el rey y Torcuato para que dejasen continuar a Suárez. 

Sí, y a Areilza lo retiran.

Era él quien había creado y liderado inicialmente Coalición Democrática, lo que luego sería la Unión de Centro Democrático. Siempre fue el político elegido por el rey para culminar el proceso de cambio político. El problema es que a Suárez no le salieron las cosas como deseaba. Tenemos una idea equivocada de ese periodo. Suárez no era partidario de aprobar una Constitución ni del consenso. Se convirtió en partidario del consenso cuando en las elecciones de 1977 no obtuvo la mayoría absoluta, que consideraba segura. 

Aceptó la Constitución porque fue una condición sine qua non de Felipe González y Santiago Carrillo, pero tenía pensado que fuese como él quisiera. En esos comicios, la suma de la izquierda y los nacionalistas era superior a la de Alianza Popular —el partido conservador liderado por Manuel Fraga— y UCD, aunque tuvieran mayoría absoluta en escaños. Inicialmente, pensó en que un grupo de notables escribiera una constitución, pero finalmente tuvo que aceptar una elaborada por una comisión formada por representantes de diferentes partidos y apoyada en el consenso. 

Tenemos entonces un sector político y económico que tiene un plan y se frustra. 

Y ese plan era el que inicialmente había aceptado Suárez. Porque otro error que se comete es afirmar que a Suárez le eligió el rey. Elegir, le eligió, pero antes la elite económica del país le examinó. Ocurrió en una cena que tuvo lugar en casa de Ignacio Coca, donde asistió de la mano de Osorio, que ya actuaba como su mentor. Allí, Suárez explicó cuál era el proceso de reforma política al que él aspiraba. 

Llama mucho la atención que, cuando terminó la cena, uno de los asistentes, posiblemente, Emilio Botín padre, se acercó a Osorio y le dijo: «Muy majo este Suárez, pero me parece muy conservador». 

Luego, evidentemente, cambió. Tampoco era una persona de unas convicciones muy profundas, era bastante flexible y se adaptó a las circunstancias. 

Ruido de sables como tal, podemos decir que ya hay en el franquismo cuando el Eje pierde la II Guerra Mundial, con los generales monárquicos, y eso obliga a Franco y a Carrero a tomar ciertas decisiones, como la definición de España como un reino. Y después, tenemos que esperar hasta el asesinato del propio Carrero cuando Iniesta Cano intenta actuar por su cuenta al frente de la Guardia Civil…

Iniesta Cano era un falangista bastante visceral y fanático. Ese día, mandó un telegrama a las comandancias de la Guardia Civil ordenando que no restringieran el uso de las armas ante cualquier conflicto en las calles. Aquí llama la atención el poder que tenían los militares dentro del franquismo porque, teóricamente, era el Ministerio del Interior el que tenía que frenar eso y no pudo frenarlo. Entonces, Carlos Arias avisa al almirante Pita da Veiga, ministro de Marina —el titular de la cartera del Ejército teniente general Francisco Coloma Gallegos estaba fuera de España en ese momento—, quien le ordena retirar el telegrama. 

Ese día se supone que el general Díez-Alegría envió un mensaje a los comunistas diciéndoles que no les iba a pasar nada. 

Así fue o el entorno de Díez-Alegría o el del rey, es complicado saberlo. 

El caso es que Díez-Alegría cayó en desgracia después de un polémico viaje a la Rumanía comunista y su sucesor fue Gutiérrez Mellado, ahí hubo una línea de continuidad.

Es más complejo. Díez-Alegría coge la línea de reforma militar que ha iniciado Ángel González de Mendoza cuando es jefe del CESEDEN (Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional), y que había combatido con Mola en el Ejército del Norte, donde la guerra fue muy diferente a la del sur, porque se hacía con unidades de tipo europeo. En ese teatro de operaciones también estaba destinado Díez-Alegría. 

Desde los años 60, dirigidos por el sucesor y amigo de Mola, Muñoz Grandes, estos militares ocupan los principales mandos del Ejército y se dieron cuenta de que el modelo militar del año 40 ya no funcionaba en un mundo cambiante e iniciaron la reforma militar. 

Tanto González de Mendoza como Díez-Alegría, en sus planes dejaban el mando del Ejército en manos del rey. Gutiérrez Mellado, sin embargo, cuando llega a vicepresidente se inclina por la postura de Suárez de que la democracia fuese homologable con las europeas, es decir, que el mando fuese civil, algo que no se estableció definitivamente hasta la época socialista. 

Ese Ejército en los años 70 está lleno de oficiales que en la academia, dirigida por Iniesta Cano, han recibido adoctrinamiento franquista y de ultraderecha por parte de personajes como Blas Piñar y otros miembros de Fuerza Nueva. 

Sí, pero son jóvenes. En el 81 son tenientes y capitanes. Los que tuvieron influencia fueron los cadetes de la República. Serían estos generales los que ocuparon los principales mandos del Ejército durante la Transición. Todos habían hecho la guerra muy jóvenes. 

El ejército era franquista, pero dentro había algunos que pensaban que había que realizar algún tipo de reformas para adaptarse a la nueva situación, como el recientemente fallecido Andrés Cassinello. Solo había un pequeño grupo, vinculado con la UMD (Unidad Militar Democrática), que estaba dispuesto a aceptar una constitución. Al resto les valía una reforma del franquismo, cierta apertura, pero una constitución con un estado autonómico y un rey simbólico difícilmente lo podían aceptar. 

Se dice que los militares que estudiaron en Estados Unidos llegaban con la mente más abierta ¿Es un lugar común sin fundamento?

Estar bien formado militarmente es una cosa y ser demócrata es otra. Alfonso Armada hizo el curso de Estado Mayor en la Escuela de Guerra de París y fue el número uno de su promoción, con oficiales de todo el mundo y exámenes en francés. Luis Torres Rojas, que luego participó en el 23F, realizó distintas diplomaturas en Estados Unidos y sacó matrícula de honor, siendo también el número uno de su promoción. 

Se podía estar bien formado y pensar que el franquismo era sólido y positivo para España, aunque hubiese que reformarlo. Por ejemplo, como el franquismo coronado. Es decir, elecciones libres, sin comunistas, una cámara legislativa y el rey con poder ejecutivo, que era el proyecto de Torcuato Fernández Miranda. 

Aquí hemos vinculado constitución con reforma política y no fue así, en el proyecto de Torcuato el rey conservaba el poder ejecutivo. Las elecciones libres lo homologaban con Europa, pero no era una democracia plena. El proyecto «De la ley a la ley» no pasaba por una constitución. 

¿Lo de «De la ley a la ley» no fue una estrategia de dotar de legalidad supuesta a la desintegración del régimen para que nadie pudiera impugnarla?

Sí, pero también se mantendría el orden socioeconómico vigente. Es más, la elite política franquista aspiraba a mantenerse en el poder. Esta posición chocaba con los jóvenes reformistas que apoyaban a Suárez, como el liberal Joaquín Garrigues Walker, que les negaba la legitimidad para seguir mandando porque no podían ser el «futuro». La Constitución rompió el principio «De la ley a la ley», fue una ruptura completa, pero pactada, porque implicaba partir de cero, salvo en la forma de Estado porque se mantuvo la monarquía. 

El planteamiento de Torcuato se discutió, pero se pasa por alto porque se da por bueno un relato de la Transición. Cuando se elaboró la LRP, Osorio planteó la posibilidad de incluir una relación de derechos y libertades fundamentales, sentando así las bases de una constitución acumulativa. Posteriormente, se irían haciendo otras leyes con categoría de Fundamental que complementasen a la LRP, a semejanza de lo que ocurre en el Reino Unido, donde no existe una constitución única de modelo norteamericano y francés. 

Pero cuando Juan Carlos hereda la jefatura del Estado le da igual una cosa u otra, su objetivo es conservar el trono, es flexible.

Claro. Al principio, se inclina por la continuidad, por el proyecto Arias-Fraga. Tenía que desaparecer el término dictadura de la imagen de España, pero no debía convertirse inicialmente en una democracia liberal. 

¿Qué fue la operación Lolita?

Convertir a José María López de Letona en presidente del Gobierno en lugar de Arias Navarro. Pertenecía a los tecnócratas del Opus Dei. Querían colocar a un hombre del rey al frente del Gobierno, pero se dan cuenta de que es imposible hacer dos movimientos a la vez, porque también querían situar a Torcuato en la presidencia de las Cortes, y el búnker no lo iba a permitir. 

Es curioso que todos los intentos que hizo el franquismo por perpetuarse chocaran contra el búnker.

Todo empieza en los años 50. Los falangistas tras la entrada en la ONU y la aceptación del régimen, consideraron que había llegado su momento. En la Escuela de Mandos José Antonio Primo de Rivera se había ido creando una elite de personas entre veinte y treinta años con formación universitaria, procedentes del Frente de Juventudes, la organización mandada por José Antonio Elola-Olaso.

José Luis Arrese y José Antonio Girón querían que se hicieran paulatinamente con el control de la administración, pero se vino abajo cuando Carrero, el Ejército y también la Iglesia derrotaron el proyecto del primero de construir un Estado nacional-sindicalista. Poco después, en 1957, los falangistas fueron sustituidos por los tecnócratas del Opus Dei —monárquicos y conservadores— como principal grupo político del franquismo. 

Sin embargo, el proyecto continúa en las mentes de los falangistas: fascistizar, aunque fuera de forma moderna, el régimen franquista. Posteriormente, aparecerían otros grupos dentro de la clase política de la dictadura: aperturistas, reformistas, inmovilistas. La consecuencia del surgimiento de proyectos antagónicos fue que la elite franquista se dividió y así fue más fácil derrotarla. 

¿Y el papel de Fuerza Nueva, que surgió en los 60 ante los vientos de cambio?

Estaban en el búnker, pero Blas Piñar, en los años 40, era monárquico. Él fue extrema derecha clásica, un ultraconservador, pero no un falangista. En Blas Piñar no existen las veleidades sociales de la Falange. 

Estados Unidos, en estas primeras etapas, sabemos que aconsejó a las autoridades que lideraban la reforma que fueran despacio.

Sí, pero no se opuso a que se legalizara el PCE. He encontrado unos documentos del otoño de 1976 en los que Osorio le comunica al embajador estadounidense Wells Stabler que la oposición exige la legalización de todos los partidos y no le dicen nada en contra. Hay que tener en cuenta que Nixon salió por Watergate, sigue Ford, pero en el 76 pierde las elecciones y llega Carter, que es demócrata y prescinde de Henry Kissinger. 

Que es el que les había dicho que fueran despacio, que «las democracias tampoco son tan buenas», les advirtió.

Kissinger era muy especial: siempre anteponía la seguridad del Bloque Occidental, y particularmente de Estados Unidos, a la libertad de las personas.

Cuando Arias Navarro dimitió, usted comenta en su obra que hay peso militar en esa decisión.

Sí, les molestaba que no contase con ellos en su proyecto de reforma. Era 1976, hubo una oleada de huelgas y los militares, encabezados por el vicepresidente del Gobierno teniente general Fernando de Santiago, empezaron a ponerse nerviosos y hablaron con el rey. 

Entonces llegó Suárez y usted dice que para los sectores económicos, en ese momento, lo importante era conservar las «esencias» del régimen, que se traducían en bajos impuestos. Era algo muy prosaico. 

Para ellos era prioritario. Cuando se elige a Suárez se tiene en cuenta que las relaciones socioeconómicas no tienen que cambiar. El franquismo había sido muy rentable económicamente y esas estructuras no debían transformarse, que fue lo que ocurrió con la Constitución. Carlos Ferrer Salat, presidente de la CEOE, llegó a decir que los marines tenían que intervenir en España porque Suárez estaba creando un régimen socialista. 

También fue significativo de 1976 el cese del general De Santiago, vicepresidente del Gobierno para Asuntos de la Defensa, al que se había nombrado precisamente por ser monárquico.

Cuando se plantea la LRD está incómodo. Al enterarse de que el Gobierno negociaba con las centrales sindicales, se enfrenta con Suárez y es cesado. A partir de ese momento comienza la época de las cartas. De Santiago escribió la primera a sus compañeros explicando por qué había sido relevado, le contestó Iniesta Cano en El Alcázar apoyándolo. Poco después, Gutiérrez Mellado, que había sustituido a De Santiago como vicepresidente del Gobierno, y el ministro del Ejército Álvarez-Arenas también enviaron misivas a los acuartelamientos defendiendo la bondad del proceso de reforma política… 

El Gobierno reaccionó con visceralidad, porque quiso sancionar a De Santiago e Iniesta Cano, pero sin cumplir las normas establecidas en el Código de Justicia Militar, de modo que el teniente general Joaquín Fernández de Córdoba, concuñado de Armada e instructor del caso, les dio la razón y el Gobierno quedó en muy mal lugar. 

Lo que sí que hizo bien el gobierno de Suárez/Mellado fue la política de ascensos. 

Para que el Ejército no pudiera intervenir en las decisiones políticas, había que romper su unidad. Cambiaron los criterios objetivos para los nombramientos militares por subjetivos, primando la confianza política. El resultado fue que los principales mandos de las Fuerzas Armadas fueron ocupados por militares del agrado de Gutiérrez Mellado.

Se le coge tanta animadversión a Gutiérrez Mellado que el rey piensa en su cese.

Sí, porque tenía un defecto que lo reconoce hasta su biógrafo, Fernando Puelll: no tenía práctica de mando. En la guerra había sido espía. Luego estuvo siempre en puestos de Estado Mayor y no sabía tratar a sus subordinados, tenía ataques de ira. Eso provocaba tensiones. 

Armada tampoco había tenido mucha experiencia en el mando de unidades operativas. Todo lo contrario que Milans del Bosch, que había estado toda la vida combatiendo. Los subordinados cuentan que se tomaba cada día un vino con ellos, cantaban juntos… 

¿Cómo se convirtió Milans del Bosch en una referencia para sus compañeros?

En primer lugar, había sido defensor del Alcázar de Toledo. Fue a defenderlo en un Rolls Royce blanco descapotable que le había comprado su madre. No sé cuántos habría en España en 1936. Quizá los mismos que ahora. 

Luego, fue voluntario en la Legión y participó en operaciones de extrema vanguardia en la guerra civil. Ganó la Medalla Militar Individual —segunda condecoración más importante de las Fuerzas Armadas tras la Cruz Laureada de San Fernando—, fue herido varias veces, algunas graves. Acaba la guerra y pide destino en Rusia, en la División Azul, y ahí también combate en primera línea, vuelve a ser herido y consigue la Cruz de Hierro de segunda clase. Salvo una época en que fue agregado militar en América del Sur, siempre estuvo al mando de unidades operativas, incluida la más poderosa del Ejército español, la División Acorazada Brunete. Como militar, tenía mucho prestigio. 

Aparte, era un aristócrata. Su madre era riquísima, era una Ussía, de la alta burguesía vasca. Los Milans del Bosch eran los dueños de La Moraleja, de la finca, él tenía una mansión allí, y eso le conectaba con la elite madrileña. Pero como había sido defensor del Alcázar, también tenía buenas relaciones con los falangistas. 

Era un rara avis, un monárquico muy bien visto por Girón y por Tejero, que eran la antítesis ideológica, dentro del franquismo, de Milans. Tenía relaciones excelentes con todos los sectores de la dictadura y, cuando empiezan los movimientos entre los militares de rechazo al cambio político, él se convierte en un imán. 

Tal vez por eso cuando le toca ascender a teniente general en enero de 1978, aparece Gutiérrez Mellado y a quien nombra es a un hombre suyo, a Ibáñez Freire. Milans se pilló un cabreo monumental y ¡decidió no ir a trabajar más! Tuvo que intervenir el rey. La foto del monarca con el general compartiendo el bocadillo mañanero en el Cuartel General de la Brunete se convirtió en icónica. A continuación, se reunieron y Juan Carlos I le tranquilizó, informándole de que pronto le iban a ascender al máximo empleo del Ejército, como así ocurrió. 

Lo ascienden a teniente general, pero lo mandan a València. 

Y eso le molestó mucho, él quería estar destinado en Madrid. 

Si hubiese estado en la cúpula del Ejército, el clima golpista de esos años podría haber tenido un desenlace completamente distinto. 

Es especular. Igual no habría habido ningún intento de golpe, porque desde la cúpula militar podría haber presionado al Gobierno, con todos los tenientes generales detrás, para cambiar sus políticas. Lo que es seguro es que el Ejército hubiese sido muchísimo más poderoso en ese periodo de lo que fue, porque habría estado unido en torno a su figura. 

Habría sido un líder militar. Desde la lealtad y la subordinación al monarca hubiera presionado, pero el rey habría entendido, como pasó con Fernando de Santiago y Arias Navarro. 

El peligro de insurrección militar tuvo un combustible esencial, ETA.

Sí, porque a partir del 79 empieza a jugar fuerte y se pone a matar generales. Creo que entre los objetivos de ETA, más que un golpe, estaba provocar una radicalización de la política antiterrorista que le pudiera beneficiar. 

Era muy duro para los militares que les estuvieran matando y no poder hacer nada. Tras el asesinato de varios mandos en el País Vasco, incluyendo el gobernador militar de San Sebastián, general de brigada de Infantería Lorenzo González-Valles Sánchez, el 23 de septiembre, dos tenientes generales del Ejército, Pedro Merry Gordon y Jesús González del Yerro —capitanes generales de la II Región Militar (Sevilla) y Canarias (Santa Cruz de Tenerife) —, hacen unos discursos durísimos contra el Gobierno, a lo que se une la publicación por ABC de una entrevista con Milans del Bosch en la que se muestra muy crítico con el proceso de cambio político. Para mí esas declaraciones constituyen el momento clave para que se ponga en marcha una nueva etapa en la involución militar durante la Transición, porque los sectores contrarios a las reformas de Suárez se dan cuenta de que había militares muy importantes en sus mismas tesis. Poco después de esto, empieza a tantearse por parte de Armada a Milans del Bosch. 

Resulta significativo que en el discurso de González del Yerro estuvo presente el jefe del Estado Mayor del Ejército teniente general José Gabeiras Montero, enviado para vigilar a su compañero considerado el colíder del Ejército junto a Milans del Bosch. Sin embargo, cuando le tocó hablar fue tan duro como su conmilitón, lo que dejó al vicepresidente del Gobierno de piedra cuando se enteró. 

Por su parte, Merry Gordon manifestó que a los rojos se les iba a caer la peluca, en alusión a Carrillo. Finalmente, la dirección de ABC tomó la decisión de publicar la entrevista que habían hecho a Milans del Bosch meses antes con el objetivo de aumentar la presión contra el ejecutivo. He encontrado en los informes para Washington de Todman, el embajador estadounidense, que Pedro J. Ramírez le había dicho que con esa entrevista habían «puesto al Gobierno contra la pared». 

Por tanto, es ahora cuando arranca el último y más peligroso momento de la involución militar durante la Transición.  

El cuadro en ese momento es que los movimientos obreros están obligando a Suárez a hacer cambios, lo que enfada a la elite socioeconómica, y por el otro lado ETA está atacando a los militares para forzar una involución. 

Y todo degenera en una crisis global. Es una crisis política, porque se desintegra la UCD; es económica, por las crisis del petróleo del 73 y 79, lo que lleva a un aumento de los delitos, una crisis social y de orden público, lo que molesta mucho en el Ejército. Para ellos, suponía  un contraste con un franquismo porque no había ese nivel de criminalidad. Y a todo esto se añade el terrorismo. 

Armada era secretario de la Casa Real y Suárez le destituye por enviar cartas con el membrete regio pidiendo el voto para Alianza Popular. 

Eso lo dijo Suárez, pero Armada lo negó siempre. La relación entre ambos estaba deteriorada desde el primer momento, porque Armada era un gran defensor de Arias Navarro. Tanto a Armada como al marqués de Mondéjar se les había colocado en la Casa Real porque eran leales a Franco. Mondéjar era más diplomático y no intervenía en las discusiones con Suárez, pero Armada sí que lo hacía, hasta que la situación fue imposible. 

Yo ahí le doy la razón a Armada en lo de los membretes, dice que si hubiera enviado esas cartas habrían aparecido y no lo han hecho. Creo que se utilizó esa excusa para destinarlo a la Escuela Superior del Ejército. 

Surge la Operación Golpe de Timón. Con Luis María Anson promoviéndola. 

Anson pertenece a esa elite conservadora civil que no está de acuerdo con el cambio que se ha establecido. Eran partidarios de un franquismo coronado sin ningún proyecto de estado del bienestar, ni autonomías, ni nada por el estilo. 

Cuando ven que ese no es el resultado de la Transición, empiezan a organizar encuentros, cenas de la elite civil y personajes de los servicios secretos con el objetivo de frenar el proyecto de Suárez, que es el proyecto del parlamento en ese momento. 

Peñaranda fue uno de los miembros del servicio secreto que estuvo en esos encuentros. Su tesis doctoral aparece citada en muchos libros de Historia ¿Qué credibilidad tiene lo que pueda decir ahora alguien que perteneció a un mundo tan oscuro como los servicios de información de entonces?

Toda. Lo que viene ahí son hechos contrastados, porque los tuvo que demostrar. Otra cosa es cómo les enseñó esos documentos a los miembros del tribunal, que no lo sé. Peñaranda estaba en contacto con la elite civil desde 1973. 

Pertenecía a ese grupo de militares de Carrero, junto con Cassinello, Juan María de Peñaranda, Leandro Peñas o José Faura Martín, que se han dado cuenta de que no va a haber «franquismo sin Franco» y empiezan a negociar con miembros relevantes de la elite civil. Peñaranda se entrevista con Jesús de Polanco, con Jordi Pujol, con Ferrer Salat, etc… 

Cuando empiezan las reuniones de Anson, a Peñaranda, que también es aristócrata, le invitan, porque saben que para descabalgar a Suárez van a necesitar a los servicios secretos. En ese momento, el SECED (Servicio Central de Documentación), luego CESID (Centro Superior de Información de la Defensa), tampoco le era muy leal a Suárez. 

El general José María Bourgon López-Dóriga, director general del CESID (1977-1979), asiste el 20 de abril de 1979 a un almuerzo con Peñaranda, Faura y Ansón, donde el periodista les dice que dar fuerte para que los comunistas y los socialistas entren en vereda y voten en el Parlamento, cito textual: «en una situación de excepción, sin que pareciese un golpe de Estado. Igual que De Gaulle lo logró en 1958 en Francia». Un gobierno que cambie la política de la UCD y limite el desarrollo de la Constitución en el aspecto autonómico y socioeconómico. Cuando se entera Suárez, destituye a toda la cúpula del CESID. 

Solo cabe preguntarse si Peñaranda estaba ahí como observador o como parte. Por mi conocimiento de su persona creo que estaba cerca, muy cerca, de la ideología de los reunidos. 

En la elaboración de la Constitución, los militares querían que el rey tuviera el mando supremo del Ejército. 

Llegados a ese punto, lo del poder ejecutivo ya no lo discuten, pero lo que no quieren es la posibilidad de depender de un ministro civil. Ellos dicen que los ministros cambian, pero que el Ejército es eterno y para que no haya conflictos tiene que depender del rey. 

Esto lo luchan hasta el final y, de hecho, en la Constitución no queda claro. Son los socialistas los que finalmente establecen que el mando de las Fuerzas Armadas corresponde al presidente del Gobierno a través del ministro de Defensa, quedando el rey como comandante en jefe simbólico. Es decir, es el Gobierno el que tiene el mando.

Roberto Muñoz Bolaños para Jot Down

Hay un texto de la Constitución, cuando dice que la misión del Ejército es «garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional» que se dice que se logró aprobar cuando Herrero de Miñón sacó un sobre en el que ponía «secreto» con el membrete de la vicepresidencia. 

Creo que esta es una historia que sale a posteriori y la gente ha hecho las interpretaciones que ha querido. No creo que nadie se opusiera a nada porque esa misión de los militares está recogida en la legislación de los países occidentales.

Carme Molinero y Pere Ysas decían en esta revista que sí que se introdujeron redundancias en la Constitución sobre ese tema, aparte del citado artículo, la «indisoluble unidad de la nación» y, por otro lado, que la soberanía nacional pertenece al pueblo español. 

No creo que esa insistencia sea innecesaria. Había que tranquilizar no solo a los militares, también a toda la derecha, que era la mitad del país. Estéticamente no es la mejor constitución, pero ha funcionado y funciona. 

También problemáticos fueron los artículos como el de «la riqueza en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general»…

A la mayoría de los militares esto ni les va ni les viene, pero a la elite económica sí. Hubo mucha movilización de la CEOE contra esos artículos. A Milans del Bosch le podía afectar por la relación que tenía con la alta burguesía vasca y su riqueza personal, a Armada también y a algún otro, pero a Tejero le daba igual. Incluso lo podría aprobar, porque estaba en un discurso muy joseantoniano. Pero, como he dicho, al resto les daba igual. 

Pero esa elite socioeconómica intenta tirar de los militares. Anson escribe que ve el peligro de que con esos artículos España se convierta «en una sociedad oriental»…

Inicialmente, los militares les interesan, pero lo que más les importaba eran los servicios secretos, porque lo que querían era crear una psicosis golpista. Que la población y los políticos tuvieran miedo a un golpe, lo que les permitiese forzar la elección del gobierno conservador que deseaban. Sin embargo, la mayoría de militares no estaba por dar golpes de Estado hasta 1978, aunque la ofensiva terrorista de ETA y en menor medida del GRAPO, que comenzó al año siguiente, radicalizó la posición de muchos oficiales. A Armada, cuando esta elite socioeconómica lo capta en el 79, no era para dar un golpe de Estado, sino para encabezar un gobierno de concentración nacional que pusiera en marcha el proyecto conservador con el que soñaban las elites conservadoras desde 1976. Es muy distinto a lo que ocurre en la II República donde son los militares los que dirigen la sublevación de julio de 1936.

Usted tiene un libro sobre el golpismo en la República, Todos contra el Frente Popular: las conspiraciones del 36 (Espasa, 2019), y ahí explica que se buscó crear agitación y violencia en la calle para generar un clima propicio al golpe de Estado ¿no tenía que ver con esa psicosis que perseguía Anson?

No, aquí se empleaban los medios de comunicación de la extrema derecha, El Heraldo Español y El Alcázar, para difundir la noticia de que había un golpe de Estado en marcha con el objetivo de que los políticos se viesen en la necesidad, o no les quedase más remedio, que aceptar el gobierno de Armada para frenarlo. No se trataba de llevar violencia a las calles, eso no lo entenderían los militares, sería muy molesto para ellos. 

¿Y las acciones criminales y asesinas que protagonizó la extrema derecha durante la Transición qué fin tenían?

Los que estaban montando la Transición Paralela no querían tener nada que ver con las personas del franquismo azul (falangista). Además, eran enemigos desde el año 57 y, por una cuestión de formación o educación, eso de dar palizas o crear disturbios en las calles no iba con ellos. 

La violencia ultraderechista en la Transición, menos el asesinato de los abogados de Atocha, fue incontrolada. Buscaban demostrar que estaban todavía ahí, crear miedo y oponerse a la izquierda. En el 23F, es significativo que Milans ordena que no se mueva nadie de ningún partido político, y menos los de Fuerza Nueva, porque no quiere disturbios. 

En el 79, esta elite socioeconómica hace un intento de colarle a Suárez a López Bravo de ministro de Defensa. 

En la terna del Consejo del Reino para sustituir a Arias Navarro, López Bravo había tenido más votos que Suárez. Fernández Monzón lo explica muy bien, decía que López Bravo era el más guapo, el más simpático y el más atractivo, el único que podía rivalizar con Suárez. Además, tenía más formación económica, era políglota y estaba muy bien visto en Estados Unidos. 

El plan fue colarlo en las listas de UCD, que fuera ministro de Defensa y, a continuación, forzar la dimisión de Suárez y sustituirlo por López Bravo, al frente de un gobierno que contase con el apoyo de Alianza Popular, entonces denominada Coalición Democrática.

Y lo paran Suárez y Gutiérrez Mellado.

No, lo para el rey. Estos movimientos al primero que se los dan a conocer es al rey, la gente que pone en marcha estas operaciones es muy cercana al monarca. Son senadores por designación real, por ejemplo, Alfonso Escámez, presidente del Banco Central; Jaime de Carvajal, presidente del Banco Urquijo, o Carlos Ollero, que fue el que elaboró el proyecto de reforma de la Constitución que Armada le entregará al rey, etc… Esa elite no da un paso sin contar con Juan Carlos I. Aquí el rey no estaba de acuerdo y esos planes se vienen abajo. 

¿Por qué no estaba de acuerdo?

Porque considera que Suárez tiene recorrido y lo está haciendo bien. Es a partir del 79 cuando empieza a desmoronarse todo, coincidiendo con la ofensiva terrorista, y es ahí cuando el rey le dice a Armada: «este tío nos lleva a la ruina». 

Se pone en marcha entonces un nuevo plan, la Solución Armada, del que el rey está en conocimiento. Así lo ha reconocida José Ramón Pardo de Santayana –ex del CESED y del Opus Dei-, que en julio de 1980 se entrevistó con Sabino, quien le dijo: «tú no te preocupes que ya hay un proyecto para que Armada sea presidente del Gobierno». Y Pardo de Santayana contestó: «Me parece muy bien, porque Armada es de los que saben». Tras este comentario, el secretario de Juan Carlos I añadió que estaba hablado y que incluso los socialistas estaban de acuerdo por lo que «eso se va a hacer».

El plan era conocido por las elites del país, y esto salió durante el juicio, todo el mundo lo sabía. A la mujer de Armada, en una cena de despedida cuando cesa de gobernador militar de Lérida el 5 de febrero de 1980, un político le dice: «Paquita, tienes que adelgazar, que tu marido va a ser presidente del Gobierno». 

Antes de eso está la Operación Galaxia, con Tejero como protagonista. Usted tiene un monográfico sobre él. Es curioso que fuera hijo de un maestro republicano. 

Republicano de derechas. Tejero, de hecho, también era republicano. Su padre estaba de maestro en una casa cuartel y el pequeño se crió en ese ambiente. Entró en la academia en 1951, formando parte del grupo de promociones más cercanas ideológicamente a los alféreces provisionales —voluntarios civiles con estudios de bachillerato o universitarios que se formaron como oficiales durante la guerra civil—, el grupo más conservador del Ejército. Tejero, ideológicamente, era cercano a Falange y, desde un primer momento, pidió destinos operativos. Me dijo su abogado que quiso irse a África, a Marruecos…

Como Franco…

Sí. Y luego, cuando empieza el terrorismo, pide destino en el norte y se hace cargo de la comandancia de la Guardia Civil más complicada, la de Guipúzcoa, en 1975. Allí alcanzó mucho prestigio porque defendía mucho a sus guardias y era siempre el primero en actuar. 

Hay episodios, como cuando les besa en la frente a los guardias asesinados por ETA y habla del sabor de la sangre… «Yo no sentí nauseas, aquello era para hombres y allí, que yo sepa, no había ninguno que no lo fuera», dijo. ¿Esta teatralidad?

No, no. Yo creo que eso que dice lo siente. 

¿Pero era su personalidad o se volvió loco en el País Vasco, como se dice, con el Síndrome del norte?

Tampoco. El que mejor lo define es José María García Escudero, el juez instructor del juicio del 23F, que lo considera el más inteligente de todos los procesados. Dijo que era el único que se había adelantado a sus preguntas. 

Tenía gran inteligencia natural, otra cosa es la formación. Él, como muchos militares, no entiende lo que está pasando en el País Vasco, que les estén matando sin que el gobierno actúe de forma contundente. No es que se volviese loco, sino que llegó a la conclusión de que un gobierno democrático no podía resolver ese problema. 

Planifica la Operación Galaxia. Quiere asaltar La Moncloa, crear un vacío de poder y que lo ocupe el Ejército. Quiere hacerlo coincidir con el 20N sabiendo que Madrid se llenará de ultras llegados de toda España.

Tejero entiende que toda esa gente en la calle puede ayudar a que el golpe salga adelante. Lo que no está claro, nunca me lo dijeron, y Tejero aún vive, es qué iba a pasar después. Y yo dudo que improvisasen. Pardo Zancada decía que Tejero le reveló que estaba todo organizado, pero que no le quiso decir más. 

Había unos vínculos con la sociedad civil que no se han conocido. 

Claro. Y él, que era un teniente coronel, no iba a tomar el poder. 

Esta conspiración se desbarata porque alguien habla. Eso luego influyó en el secretismo con el que se desarrolló la trama del 23F. 

Sí. 

¿Qué papel tuvo Cassinello, como responsable de la inteligencia de la Guardia Civil?

Poner en marcha la detención de todos cuando les llega la información, pero el papel en su desarticulación fue nulo, porque no se habían enterado. Y las reuniones eran en una cafetería, lo cual es curioso. 

La sentencia de este juicio fue muy benévola. Esto les creó una sensación de impunidad. 

Sí, es que encima les dan la razón. La sentencia decía «profundamente preocupados por los progresivos ataques a los componentes de las Fuerzas Armadas y del Orden Público perpetrados principalmente en las provincias del Norte por el terrorismo separatista». El consejo de guerra les condena el 7 de mayo de 1980 a siete meses y un día para Tejero, y seis meses y un día para su compañero de conjura el capitán Ricardo Sáenz de Ynestrillas. El teniente general Quintana Lacaci, capitán general de la I Región Militar (Madrid) recurrió la sentencia ante el Consejo Supremo de Justicia Militar —el máximo órgano judicial de las Fuerzas Armadas— porque las penas eran muy pequeñas y, encima, lo pierde. Es decir, quedó desautorizado. 

Este personaje, que sale como uno de los héroes de la democracia el 23F, tenía una trayectoria curiosa también. 

Defensor del Cuartel de la Montaña en Madrid. 

¿Y cómo salió de ahí?

Es difícil de explicar, porque era muy alto, no pasaba desapercibido, medía 1.85, que para esa época era mucho. Pero lo logró, se unió a los sublevados e hizo la guerra en unidades regulares. Luego, formando parte de la División Azul, ganó la Medalla Militar Individual. 

¿Cómo cambió? Porque dijo tras el 23F que era franquista, pero que el mando para él era sagrado, y que si el rey le hubiera ordenado intervenir, lo habría hecho. ¿Cómo es posible que en el juicio de la Operación Galaxia estuviese dando muestras de que no estaba en sintonía franquista?

A lo mejor es que la orden de recurrir se la pudo dar Gabeiras, así de simple. 

En estas fechas, el rey en un discurso habla del bochorno que le produce la indisciplina militar que se ve en los entierros. 

Es que en uno —el del gobernador militar de Madrid general Constantino Ortín, celebrado el 4 de enero de 1979— llegaron a pegar a Gutiérrez Mellado, fue muy fuerte lo que pasó. Aunque también el Gobierno tenía culpa, porque Suárez no asistía a los sepelios, no ponían la bandera en los féretros de los muertos, los sacaban por otro lado… era una tipología de entierros que añadía más tensión a la ya existente. 

Luego, cuando llega Felipe González, lo primero que recibe es un «regalo» de ETA, cuando asesina al general Víctor Lago Román, jefe de la División Acorazada Brunete, un militar de muchísimo prestigio el 4 de noviembre de 1982. Y ahí hubo una diferencia, Felipe González acudió inmediatamente a la capilla ardiente. Entendieron que, como autoridades, era su obligación. Suárez, como ya había habido incidentes, quería evitarlos, pero lo que logró fue que hubiera más. 

Roberto Muñoz Bolaños para Jot Down

Cuando Suárez, en plena ofensiva de ETA, piensa que tiene que hacer algo porque, de lo contrario, habrá un golpe de Estado, tuvo un gesto de intentar implicar a los militares en la lucha contra ETA. Nombra al teniente general Ibáñez Freire ministro del Interior. ¿Esto tuvo que ver con la guerra sucia que ya se manifestaba en aquellos años?

No, no… De hecho, a Gutiérrez Mellado cuando le propusieron realizar acciones antiterroristas ilegales dijo que esas cosas se sabe cómo empiezan, pero no cómo acaban. Con ese gesto Suárez quiso dar una sensación de autoridad. Luego colocan a Sáenz de Santamaría como gobernador general del País Vasco, quieren dar la sensación de que se hacía algo y de que el Ejército formaba parte de ese algo, pero no era guerra sucia. 

¿Qué fue la intentona Torres Rojas?

Él era como Milans del Bosch, tenía un extraordinario prestigio dentro del Ejército, había estado en las unidades más operativas y compadreaba mucho con los soldados. Rompió la tradición de que los oficiales comieran separados de la tropa. Le conocí personalmente en el 97 y tenía mucha facilidad de palabra, se veía que era capaz de ganarse a la gente. Iba al cuartel cada día a las siete de la mañana, se ponía a hacer deporte y, cuando acababa, invitaba a desayunar a los soldados que habían hecho guardia. 

En una ocasión dijo que si ETA actuaba contra sus subordinados, iba a presentarse en el País Vasco e iba a detener a los alcaldes de Herri Batasuna para someterlos a un consejo de guerra. Era como Tejero, nada monárquico, y entendía que había que hacer algo. 

Entonces, el Estado Mayor de la División Acorazada y el Estado Mayor de la División Paracaidista empezaron a planear una operación que pasaba por tomar Madrid. A mí me dijo que no era verdad. Parece que el objetivo era colocar en el poder a un militar de mucho prestigio, ya retirado, que había sido el gran rival de Gutiérrez Mellado, el general José Miguel Vega Rodríguez. La información se filtró a Diario 16 y eso provocó el cese de Torres Rojas. 

Y el cese del que dio la noticia, Miguel Ángel Aguilar.

Sí. Miembros de la UMD, del grupo Saconia, se lo filtraron.

Otra filtración que desbarata un plan. 

Y, de nuevo, no se habían dado cuenta. Si no se filtra, nadie lo para. 

Luego estaban dos golpes más en ciernes, el de los coroneles y el de los técnicos.

Hablé con los coroneles Carlos de Meer y José Ignacio San Martín. Son dos grupos de militares también contrarios a la situación existente que ponen en marcha operaciones. En primer lugar, no tenían la intención de dar un golpe de Estado, sino influir en los Consejos Superiores de los Ejércitos —organismos integrados por todos los tenientes generales y almirantes con mando y por los antiguos jefes del Estado Mayor de sus respectivos Ejércitos— para que estos directamente apelaran al rey. Pero cuando se dan cuenta de que esto no es posible porque Gutiérrez Mellado ha roto la unidad del Ejército, ponen en marcha sus planes golpistas. 

Estas conspiraciones preocupan a los que estaban organizando la Solución Armada. Por esto se le da la orden a Milans del Bosch, a través de Armada, para que frene todos estos planes. Milans obedece y lo hace porque Armada le informó de que su operación estaba avalada por el rey. El teniente general se entrevista con sus líderes en persona o a través de hombres de su confianza y les dice que la operación de Armada tiene prioridad, pero si fracasa, pueden poner en marcha las suyas. 

¿Y cómo fue la Solución Armada

La idea era crear pánico en los medios de comunicación con la inminencia de un golpe para que AP, el PSOE, un sector de la UCD y un sector del PCE apoyen a Armada como presidente de un gobierno de concentración nacional en el que todos participarán. 

De todo esto se informó al rey por una sencilla razón: porque no es ilegal. Desde 1945, ha habido muchos gobiernos como ese en Europa. Participaba todo el arco parlamentario español, pero es que el PSOE incluso intentó incorporar a los nacionalistas. Lo ha reconocido Jordi Pujol en sus memorias. Y Marcos Vizcaya, del PNV. 

Sabemos que el PSOE, con Múgica, se reunió con Armada en Lérida y ahí, Raventós, le dijo la famosa frase de que él tenía que ser el presidente, que reveló Leopoldo Calvo-Sotelo. 

En la biografía de Javier Pradera de Jordi Gracia, lo que dice es que Raventós le interpeló sobre esa figura neutral que presidiría el gobierno de salvación de forma retórica: «¿Quién va a presidirlo? Pues tú».

Yo no creo que fuera así. En caso contrario, Leopoldo Calvo-Sotelo, que era bastante inteligente e irónico, con capacidad para el matiz, no lo habría dicho así. Si lo dijo así, es porque tuvo que ser así. 

Aparte, a esa comida Armada es invitado, no les invita él a ellos. Y luego Múgica no lo reconoció en la declaración sumarial, pero después sí admitió que estuvieron hablando de un gobierno presidido por un militar. 

Antonio Gavilán, del PSOE, que era amigo de Armada, me dijo a mí que informó a Felipe González por escrito de que se estaba negociando ese gobierno. Y Luis Solana, hombre de confianza de González, asistió a distintas reuniones con generales. Todo el mundo sabía lo del gobierno Armada, pero la clave está en distinguir una iniciativa que era legal, aunque incluyese una presión externa sobre los partidos políticos que rozaba la ley, y cómo se intentó poner en marcha después mediante la acción de Tejero.

Jordi Gracia también publica la minuta de otra reunión, esta vez de Múgica con Sabino Fernández Campos. Habla de que hay que proteger al rey ante las solicitudes de audiencias con «un posible llamamiento al monarca de militares», y que es necesario «racionalizar el proceso autonómico». 

Yo creo que Sabino estaba en contra de la Solución Armada.

¿Porque eran enemigos?

Sí. Creo que, como he dicho antes, aunque le dijera a Santayana que iba a presidir el gobierno, en su fuero interno estaba en contra. Sabino mandaba mucho menos que Armada, que estaba por encima de él en el escalafón. Además, tenía una relación con el rey mucho más estrecha de la que pudo tener Sabino. 

¿Lo de proteger al rey de esas presiones militares no sitúa a la Casa Real al margen de esas intenciones?

En esa minuta lo que se ve es una voluntad de Sabino, no de la Casa Real. Es distinto. Ahí distinguiría la persona del cargo. La Casa Real no tiene necesidad de que Sabino diga que tiene que evitar las influencias militares, porque el rey es capitán general, al rey no se le puede presionar. 

Los militares eran muy respetuosos con el rey, antes y ahora, porque es su jefe. Al principio a Franco le decían que el rey, entonces príncipe, era muy joven para que le obedecieran los militares, y Franco dijo que daba igual, que  tenía una estrella más en la bocamanga. 

Aquí le estaban presionando. 

Le dan su opinión, pero no le presionan. Son subordinados. 

Pero sabemos que tras este tipo de reuniones muchas veces le expresaba a Suárez su preocupación. No serían presiones propiamente dichas, pero sí de facto, porque buscaban reacciones que sucedían.

Le transmiten la preocupación. Los militares le pueden decir: «Señor, esto no está funcionando», pero nunca desde la presión. 

¿Pero cómo no va a ser eso una forma de presionar?

Influir sí, presionar no. En la Sociología del Intervencionismo militar eso se llama «Influence». El paso siguiente, lo que tú llamas presión, sería otra forma de intervención, que sería solapar una amenaza, «Blackmail»

Otra versión de estos movimientos es que Armada era «un liante» e iba hablando con unos y con otros diciéndoles lo que querían oír, buscando implicaciones tácitas a través de los encuentros…

No, no. De liante tenía poco. Por algo Múgica tuvo que declarar, con Joan Raventós y Antoni Siurana, alcalde de Lérida en ese momento, en el sumario incoado por el golpe de Estado y posteriormente en el juicio. Además, Múgica le pasó a González una minuta de la reunión, que está ahora en la Fundación Felipe González. El PSOE también tanteó a Sáenz de Santamaría. En esa época, los socialistas, sobre todo, estaban obsesionados con acabar con Suárez. Pero hay que tener un detalle muy presente, insisto, los planes que había sobre la mesa eran legales. 

Jordi Gracia señala que años después González explicó que estos movimientos se trataban de iniciativas individuales sin apoyo de la ejecutiva. En el 93, Pradera escribió que «algunos dirigentes» del PSOE «establecieron imprudentes y comprometedores contactos con el general Armada» ¿Pero cómo sabemos que el PSOE estaba comprometido con la operación y no, simplemente, obteniendo información, tanteando, etc…? Recordemos que las actuaciones previstas serían en caso de que hubiera un golpe de Estado. 

Porque Felipe González no se opone. Y en la lista que lleva Armada al Congreso el 23F estaba González de vicepresidente del Gobierno, Luis Solana y el propio Múgica. En el PCE, en cambio, en el verano de 1980, cuando Santiago Carrillo se entera de que Tamames, que estaba también en la lista, está hablando con los militares, le desautoriza en público y llega a preguntarse si es que se ha vuelto loco, que delira. Tamames tenía mucha relación con Peñaranda y otros miembros del SECED desde antes de la muerte de Franco. 

Y hay más. Porque los he investigado uno por uno. El 22 de diciembre de 1980, viajan a La Coruña en avión, sentados juntos, Fraga y Armada. Ahí hablan y Fraga luego reconoce en sus memorias: «Armada dispuesto a presidir un gobierno de coalición». 

Siguiendo con Jordi Gracia, una de sus hipótesis es que quizá desmentir algo tan esperpéntico era más comprometido que obviarlo ¿Hasta qué punto sabemos que los que no se oponen a la operación están de acuerdo y ese es su objetivo?

La clave estaba en lo bien que lo hacen, porque lo que les habían explicado era que esa era la única solución para evitar un golpe de Estado. Recuerda la frase de que «hay que meter en vereda…». 

La idea era que ese gobierno durase dos años, lo que quedaba de legislatura, no se trataba de algo permanente. Querían dar confianza a la ciudadanía y tratar de resolver la crisis económica. Para esta solución también se postuló Osorio, lo que pasó fue que habló con Armada, que le hizo retirarse y luego apareció en la lista como miembro de su gobierno. Todas estas operaciones eran legales. 

Pero hay intereses contrapuestos. Los promotores de esta Solución Armada quieren desnaturalizar la Constitución o reformarla y el PSOE viene de apadrinarla. 

Aquí ya no entraba eso. El programa se lo enseñaron a San Martín, que tampoco era muy monárquico, para que parara el golpe de los coroneles. Querían «perfeccionar el sistema», lo que suponía reconducir las autonomías, lo que luego intentaron el PSOE y la UCD con la LOAPA (Ley Orgánica de Armonización del Proceso Autonómico), reforzar la lucha contra el terrorismo, en lo que estaban todos de acuerdo, y resolver la crisis económica. 

¿El PSOE iba a entrar en una reforma constitucional?

Solo querían tocar el título octavo, el referido a las autonomías. Los promotores del plan se habían dado cuenta de que ya no se podía ir para atrás, no iban a darle al rey poderes ejecutivos, pero había que evitar que el proyecto constitucional fuera más allá en su desarrollo. 

¿Y la descentralización no estaba ya entendida como una forma de templar los impulsos secesionistas?

Eso es más complejo. El PNV, según los documentos a los que yo he tenido acceso, jugaba muy fuerte. Amenazaba con que si no se le daba lo que pedía, pues ahí estaba ETA. Era una forma de proceder que tenía muy enfadado al ejecutivo. Las relaciones eran muy malas. 

¿Cómo sabemos eso?

Por los informes de Fernández Monzón para Gutiérrez Mellado. 

En el País Vasco sí es cierto que ETA fue asesinando a los representantes de UCD uno por uno.

El PNV condenó los atentados, pero tampoco lo hizo mostrando una oposición feroz.

¿Cómo casa esto con las conversaciones del embajador estadounidense con el rey, con el que despachaba cada semana, en las que el rey habla de una situación calamitosa, pero en la que no ve ninguna alternativa?

Porque igual no consideraba que esa alternativa se la tuviera que dar él, eso sería comprometerse mucho. 

Cuando Juan Carlos hablaba muy mal de Suárez, recordemos la frase de Carrillo de «con lo que me ha dicho a mí de Suárez, qué le habrá dicho a Milans del Bosch», en la biografía de Suárez de Juan Francisco Fuentes se achaca a que probablemente el monarca no querría caer con él. Se estaba desmarcando viendo que el presidente estaba calcinado. 

El rey sabía dos cosas, que podía caer con Suárez, y que, si había un golpe de Estado, también caía, como le había pasado a su abuelo. La solución era algo intermedio, el gobierno de concentración, donde participan casi todos los partidos políticos, que es legal, pone orden en el país y en la que él no interviene, porque lo elige el parlamento. 

Suárez entonces dimite. Y en el discurso está la famosa frase: «No quiero que el sistema democrático sea un paréntesis en la historia de España». 

Sabía lo que estaba haciendo Armada. Antes le había dicho al presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) Carlos Ferrer Salat que estaba en contra de un gobierno presidido por un militar: «Antes le tendrán que matar». Por eso su dimisión fue perfecta, porque desbarató toda la operación. 

Luis Herrero, hijo de Herrero Tejedor, primer mentor de Suárez, tenía contacto con él y ha reconocido que dimite cuando se entera de que la UCD le tenía preparada una moción de censura. Luego Alberto Recarte, jefe del gabinete económico de Suárez, reconoce que la persona a la que más temía Suárez era a Armada. 

Y eso fue lo que ocurrió. Suárez, en enero, se da cuenta de que la Solución Armada ha culminado, que cuenta con el apoyo de los partidos políticos y los empresarios y no cuenta con la oposición del rey. Solo falta el último paso: una moción de censura. Todo eso sería legal, insisto. 

Suárez siempre dijo que la dimisión no tenía que ver con presiones militares y, de hecho, consideraba que ya tenía resuelto el problema militar. 

Claro, porque los que le presionan son los civiles, empezando por los de su propio partido y luego los sectores de la elite económica. Entonces, Suárez ve que la única forma de parar el plan es con su dimisión, acompañada de una decisión igual de importante: forzar la elección de Leopoldo Calvo-Sotelo como candidato de la UCD para sustituirle. 

Quiere que toda la UCD le vote porque es el sobrino del proto-mártir y entiende que ningún militar se va a sublevar contra un Calvo-Sotelo. Una jugada que tiene un solo objetivo, evitar que Armada sea presidente del gobierno. 

Paul Preston, cuando habla de lo que ocurre después de la dimisión, echa por tierra las versiones que involucran al rey en el 23F porque, dice, si estuviera metido, en ese momento podría haber presentado a un candidato. 

Desde el momento en que toda la UCD va a votar a Calvo-Sotelo, toda la operación se va al traste. El PSOE no puede presentar a Armada, ni Fraga con ocho votos. Y hay también razones de índole personal, todos en UCD iban contra Suárez menos cuando estaban delante de él. 

Si se supone que tenían al rey detrás… ¿Todo tan bien preparado y Suárez lo neutraliza solo con un nombramiento…?

La Corona estaba en conocimiento, no detrás. No interviene. No va a llamar a nadie para decir que apoyen a Armada, aunque los promotores de la Solución Armada se lo exigen en el tercer artículo del Colectivo Almendros publicado en El Alcázar el 1 de febrero de 1981: «La decisión del mando supremo». Con la elección de Calvo-Sotelo, lo que se ha neutralizado es la primera variante de esta operación, la segunda era peor. 

Renuncian a hacerlo por lo legal.

Sí, pero es más complejo. La información que han recibido los promotores de esta operación es que, en caso de golpe de Estado, Armada lo reconduciría. En ningún momento piensan que Armada va a ponerse a la cabeza de una operación de estas características. 

Armada juega a dos bandas.

No, solo juega a una. Cuando no funciona la vía legal, se pone en marcha la variante pseudoconstitucional, que pasa por provocar un golpe de Estado, para posteriormente «reconducirlo» y a hacer Armada presidente del Gobierno. Esta operación queda exclusivamente en manos de los militares. 

Roberto Muñoz Bolaños para Jot Down

Pero lo que sabemos es que ese golpe de Estado lo estaba organizando también… Armada.

Después del 23F, Ferrer Salat y José María Cuevas, secretario general de la CEOE, cogen un avión a Madrid y se entrevistan con la antigua cúpula del CESID, incluido Peñaranda, y les preguntan qué han hecho. Porque si sale la operación a la luz pública, aparecerían todos los nombres. Les habían dicho que reconducirían un golpe de Estado si se produjese, no que lo iba a encabezar Armada. 

Pero como plan es lógico, doy el golpe de Estado para reconducirlo y ponerme yo.

Sí y no porque Armada se ve obligado a contactar con Tejero, lo que le compromete si fracasa la operación como así ocurrió. El general se ve obligado a tomar esta decisión porque existe un problema: Tejero es falangista y partidario de una Junta Militar, y puede que su comportamiento en la ocupación del Congreso de los Diputados sea violento, arruinando así cualquier posibilidad de «reconducción». 

¿Y que ya está disparado?

Sí, y que dispare es precisamente el problema. Tejero tiene un golpe planificado y esto es lo que sabe Armada. En la reunión de la calle General Cabrera, el 19 de enero de 1981, Milans  se reúne con la cúpula de todas las operaciones en marcha. 

Allí les explica que la operación de Armada tiene prioridad absoluta, que tiene el permiso del rey, y que todos los grupos golpistas quedan subordinados a su persona. Y que ninguno se va a mover hasta que no se culmine la Solución Armada, pero si no se puede llevar a cabo, tienen vía libre para sus operaciones, como ya he explicado. 

Y con su amigo, el general Alvarado Largo, cogen a Tejero y le dicen que les cuente cómo es su operación de toma del Congreso de los diputados. Esto está en las declaraciones del juicio y a mí me lo dijo Luis Torres Rojas. Estudian la operación de Tejero, de la que les ha informado Armada, por si tienen que utilizarla en la variante pseudoconstitucional de la Solución Armada.

¿Cómo sabe Armada lo de Tejero?

Por el CESID.  Milans del Bosch a los golpistas les ha contado que Armada va a ser presidente y que el rey no se opone a esta operación. Tejero se enfada porque era partidario de una Junta Militar, pero se subordina a Milans del Bosch. Cuando se elige a Calvo-Sotelo, Tejero llama a Valencia y dice: «Voy adelante». De acuerdo al pacto que tenían. 

El problema de Tejero es que no disponía de tropas en el destino que tenía y se pone en contacto con unos capitanes de la Guardia Civil, que no le apoyan. Luego contacta con un amigo suyo del País Vasco, el también capitán Vicente Gómez Iglesias, del CESID, y le pide radioteléfonos para dirigir las columnas que tienen que ir al Congreso. Gómez Iglesias lo pone en contacto con un comandante del CESID que les puede ayudar: José Luis Cortina. 

Cortina le dice a Tejero que en Madrid la operación la dirige Armada y que tiene que hablar con él. El sábado 21 de enero se entrevistan Armada y Tejero en la calle pintor Juan Gris, en un piso que pertenecía al primer presidente de la Federación de Partidos de Alianza Popular, el notario Félix Pastor Ridruejo, íntimo amigo de Fraga y de la completa confianza de Juan Carlos I. Está alquilado a una empresa de seguridad propiedad del hermano de Cortina, que también trabajaba con el CESID, y que había sido el hombre de confianza del antiguo alcalde de Madrid, también militante de Alianza Popular, Juan de Arespacochaga, que reconoció en su obra Cartas a unos capitanes su conocimiento de la Solución Armada desde el primer día. 

La cuestión es que Armada le dijo a Tejero cómo tenía que tomar el Congreso. Creo que si Armada obró así, en lugar de esperar para reconducir el golpe, fue porque no se fiaba de Tejero, aunque es mi opinión personal. 

Armada decide reconducirla antes de que se produzca. Sabe que si hay muertos en el Congreso, se acabó la operación, lo primero que le dijo a Tejero fue que «sin sangre», y este le contestó «Deme un margen». Y eso no podía ser, tenía que ser incruenta. 

En un principio, Armada dejó fuera a Milans del Bosch. Cuando se entrevistó con Tejero, Armada no le informó. A Milans le llegó la información por un amigo de Tejero, el falangista Juan García Carrés. Entonces Milans llamó a Armada y le preguntó «¿Qué está pasando?». 

El día 22 hablan y se ponen de acuerdo, pero Armada no había querido que Milans supiera nada, ya tenía una misión adjudicada que era sacar las tropas a la calle en Valencia si había un golpe de Estado y animar al resto de los capitanes generales a hacer lo mismo, pero no quería que supiese que él había hecho planes con Tejero. El domingo 22 hablan Armada y Milans del Bosch y es cuando el primero le dice que una vez que se produzca la acción de Tejero, debe movilizar las tropas de la III Región Militar e invitar al resto de los capitanes generales a que hagan lo mismo, para asegurar el orden público.

José Bono habla en sus memorias del 23F. Comenta lo que usted ha dicho, pero su fuente es el catedrático Francesc de Carreras, a cuyo padre se lo habría confiado todo Tarradellas, que estaba al corriente. Luego cita a Sabino Fernández Campo, que le dice, a propósito de la violencia en la toma del Congreso. Este es el testimonio que publica: «El rey lloró el 23-F cuando escuchó el tiroteo en el Congreso, y me dijo que no esperaba tiros. No esperaba disparos, pero ¿esperaba algo? Yo creo que esperaba algo acorde con la ley, porque Alfonso Armada le había llevado un escrito de un famoso catedrático de Derecho Constitucional que proponía que el rey se presentara personalmente en el Congreso de los Diputados y, después de un discurso en el que destacase la mala situación de España, propusiera un Gobierno presidido por un independiente, previsiblemente Armada. Al rey no le gustaba tener que ser él quien se presentara ante el Congreso. Le advertí de que se trataba de una proposición contraria a la Constitución, ¡menos mal que estaba yo allí!». 

Armada, en 2001, reconoce que el rey sabía tanto como él. Le dijo al rey que podía producirse una operación de este tipo y que podían salir Milans del Bosch en Valencia y Pedro Merry Gordon en Sevilla. Hay una conversación que tuvieron Armada y el rey antes del golpe de Estado, el 13 de febrero, que Armada quiso utilizar en el juicio en su defensa y le pidió permiso al rey para hacerlo, pero se le prohibió. La carta de prohibición está en ese libro de 2001. 

La cuestión capital. El rey pudo no oponerse a que Armada se postulase para reconducir un golpe de Estado si este se producía, vale ¿Pero le contó Armada la verdad de lo que había?

Probablemente no le da toda la información. Eso es lo que provoca la hecatombe en la Zarzuela cuando se dan cuenta de que Tejero ha entrado en el Congreso pegando tiros en nombre del rey. 

Llama Sabino Fernández Campo rápidamente a Tejero y le pregunta «¿qué estás haciendo en nombre del rey?» y Tejero le colgó. En el juicio lo reconoció, dijo que Sabino le llamó echándole la bronca y él, que en ese momento no estaba para broncas, colgó. Zarzuela en ese momento se queda desconcertada, no esperaban eso. 

¿Pero esperaban que entrase?

El golpe de Estado de Tejero podía producirse, pero Armada nada tenía que ver con él. Su misión sería reconducirlo, convirtiéndose en presidente de un gobierno de concentración nacional. Juan Carlos I tampoco conocía el plan de Armada de enviar a Tejero y a sus oficiales a un país sin tratado de extradición en un avión donde también había cien millones de pesetas. 

Si Armada pretende instrumentalizar a su favor lo que va a hacer Tejero ¿En qué medida es cómplice del golpe el rey?

No creo que Juan Carlos sea cómplice de eso en ninguna medida. Creo que ahí termina. Es una hipótesis, pero creo que en la conversación del 13 de febrero le autorizaba a reconducir cualquier operación golpista, pero en ningún momento le dijo que dé un golpe de Estado. 

Luego Armada reconoció «A mí el rey no me dijo adelante 23F», lo cual es racional…

Es que todo es racional en la variante constitucional, pero se convierte en irracional en la pseudoconstitucional. Y a partir del 24 de febrero ya no es posible separar lo racional de lo irracional, porque se construye un mito falso, que acabará perjudicando a la monarquía, porque convierte al rey en salvador de la democracia frente a un golpe de Estado que es muy turbio. 

Los que están implicados no quieren que se conozca, porque es muy difícil de explicar que lo que pretendían hacer era legal y que luego se convirtió en ilegal. Entonces la salida es convertirlos en héroes. El primero, Juan Carlos I; después, los partidos políticos,  y los que han participado y no lo pueden ocultar, se convierten en villanos. 

Este relato vale para el 81, pero 43 años después, es insostenible. Es un error de Cercas y de otros, incluyendo a Juan Francisco Fuentes, al que tengo en muy alta estima, decir que el rey es el salvador de la democracia. 

En mi opinión, habría sido mejor explicar años después al pueblo español lo que había pasado. Había un riesgo de golpe de Estado y se tomó una decisión heterodoxa, pero «legal», aunque para que triunfase se iba a presionar a los partidos políticos desde los medios de comunicación con informaciones no del todo veraces. 

La operación «legal» se vino abajo con la dimisión de Suárez y la elección de Calvo Sotelo como candidato de la UCD, y el sector militar que participaba en la misma decidió poner en marcha la variante pseudoconsitucional, que pasaba por «controlar» y «acelerar» un golpe que sí que se iba a producir, el de Tejero, para posteriormente «reconducirlo». Evidentemente, esta decisión colocaba fuera de la ley a todos los que participaron en este segundo diseño. El problema es que resulta, a simple vista, difícil deslindar las responsabilidades de los participantes en la primera fase de lo que ocurrió en la segunda. A mí me resulta muy fácil, pero llevo veinte años en ello.

¿Fraga estaba a favor del golpe de Estado de Tejero? No. ¿Fraga habría participado en un gobierno de Armada? Sí. ¿Cómo explicar esto después de saberse que Armada le dice a Tejero cómo tiene que tomar el Congreso de los Diputados? No se puede. 

La noche del golpe ¿El rey reacciona en el acto?

No. 

¿No hay una llamada a Gabeiras a los veinte minutos? 

Es más complejo. Es cómico. Es una tragicomedia. Cuando se entera del golpe de Estado, Gabeiras manda al Congreso a dos militares, los comandantes Manuel Fernández Monzón y Mariano Aguilar Olivenza, a que se enteren de lo que ha pasado. Y luego anda por ahí el jefe de la Policía Nacional de Madrid, que era un militar, el coronel Félix Alcalá Galiano. 

Gabeiras por teléfono le dice a Alcalá: «Intenta sacar a Tejero del Congreso». No le podía dar órdenes porque el coronel dependía del Ministerio del Interior, pero se acerca al Congreso de los Diputados y lo intenta. La idea inicial era sacar a Tejero del Congreso como si no hubiera pasado nada, como que ha sido una falsa alarma. Aquí no ha pasado nada, ha sido un error, que parecía que iba a haber un atentado, lo que fuese. Pero que no actuase Milans del Bosch, porque sabían que iba a actuar, era parte del plan. 

Luego el rey se puso en contacto con Gabeiras y este con Quintana Lacaci, y es este teniente general el que ordena que las tropas que se habían movilizado de la Brunete regresen a los cuarteles. Con esta decisión, en la que el monarca es partícipe directo, se impide que las calles de la capital sean ocupadas por los militares y sobre todo se evita que otros capitanes generales hagan lo mismo en sus demarcaciones. Es simplemente una hipótesis, pero si este hecho hubiera ocurrido, es muy probable que los acontecimientos se hubieran precipitado y Armada hubiera ido antes al Congreso de los Diputados a proponerse como candidato a la Presidencia del Gobierno, lo que le habría excusado de dar explicaciones a Tejero. Es muy probable que la operación de «reconducción» hubiera sido un éxito.

Después, el rey, tras contribuir a detener la movilización de las unidades militares de Madrid, procede a telefonear a distintos jefes militares y les pregunta cuál es la situación, pero en ningún momento les pregunta si «estás a mis órdenes». Eso es falso. Lo único que quiere es tantear la situación. A partir de ese momento, lo importante es que los tenientes generales con mando en las capitanías generales hablan, pero entre ellos, y se preguntan si esto va adelante o no, si se apoya a Milans o no. Y al final no apoyan a Milans porque no consensúan una postura común. 

Dice usted en su libro que más que la intervención del rey, lo que fue decisivo eran las rivalidades entre ellos. 

La intervención del rey con Gabeiras y Quintana Lacaci fue decisiva para frenar la movilización de las tropas de la Brunete, con la única excepción de las unidades que debían ocupar las instalaciones de Radiotelevisión Española, que cumplieron su misión. Posteriormente, los capitanes generales que apoyaban a Milans del Bosch, no quisieron sacar sus tropas a la calle por el recuerdo de la guerra civil. No querían un ejército dividido. Si salían en una región sí y en otra no, podía haber un enfrentamiento entre unidades. No lo daban por supuesto, pero eso no lo querían. Entonces, cuando Milans les dice que Armada se va a proponer presidente, dicen que perfecto. Solo se opone González del Yerro, porque también quería ocupar esa magistratura.

Pero a Armada lo neutraliza la Casa Real…

A Armada no le neutraliza nadie. Si le hubieran neutralizado, nunca habría ido al Congreso de los diputados a proponerse como presidente de un gobierno de concentración nacional. 

¿El plan no era que Armada fuera a Zarzuela?

Es que en ese momento se han enterado, o empiezan a enterarse, de que detrás del golpe de Estado está Armada, que había hablado demasiado con los otros conjurados. En la Acorazada Brunete, Pardo Zancada dice que hay una operación dirigida por Armada y Milans del Bosch apoyada por el rey. Eso llega a todos los tenientes generales, pero también al monarca. 

Pero ahí hay mandos que ven que esas órdenes no van por el curso legal.

Uno dice que se las den por escrito, pero ninguno se opone. 

La Casa Real sí.

Es que eso no era lo que estaba planteado. Armada tenía que reconducir un golpe de Estado si se producía ¡no organizarlo!

Por tanto, Armada engaña a la Casa Real. 

No les dice toda la verdad. No se porta correctamente, no da toda la información. Por eso se indignan tanto con él de forma justificada. También hay que ponerse en el papel de Armada, que pudo entender por reconducir hacerlo desde antes de que se produzca, desde el primer momento. 

En parte, la actitud de Armada es explicable. Sabe cómo es Tejero y sabe el odio que le tiene a algunos diputados. Teme que se escape algún tiro. Tejero quiere que se monte una Junta Militar que inmediatamente ajuste cuentas, por eso le pidió a Armada un margen de sangre. La Reina lo reconoció. Dijo: «Cuando nos enteramos de que no había heridos, el rey respiró». 

Y no hubo muertos por puro azar. Una bala de las que iban para el techo, podía haber rebotado en un objeto metálico, caer, darle a alguien en la cabeza y matarlo en el acto. Además, los subfusiles Zeta eran un arma «nerviosa» y poco controlable. Si una ráfaga va al hemiciclo a saber lo que habría pasado. 

Con esta información, mi impresión es que a Armada le han dado una orden y que él la ha interpretado a su favor de forma muy laxa.

De forma bastante amplia. Tampoco le dijo toda la verdad de la operación a Milans del Bosch y a Tejero. Al mantener esa actitud sibilina, los otros hablan e informan a otros militares más de lo que la operación exigía. Cuando se da el golpe, empieza a circular el nombre de Armada, llega a Zarzuela y le ordenan que no se presente ahí, sino que lo que ha pasado lo tiene que arreglar él. 

Su tesis es que por eso se pospone la emisión del mensaje del rey, esperan a que Armada consiga sacar a Tejero del Congreso. 

Esa era la mejor solución para todos. Tejero se marchaba y Armada salía de presidente. Carrillo dijo años después que, si Armada se hubiera propuesto como presidente del Gobierno, habría salido elegido. 

¿A punta de pistola? ¿Qué validez habría tenido eso?

Se habrían retirado los guardias. 

Sí, pero… A ver, veo unos cuantos defectos de forma en el procedimiento.

Es especulativo. Aceptar ese gobierno para que no hubiera otro golpe de Estado. 

Ya, pero la teoría tiene las patas muy cortas. 

Si se hubiera llevado a cabo como inicialmente estaba planificado, no hubiera tenido las patas tan cortas. 

Roberto Muñoz Bolaños para Jot Down

Juan Francisco Fuentes dice que esa noche, cuando Armada va al Palace, antes de entrar para sacar a Tejero, a la autoridad, Sáenz de Santamaría y Aramburu Topete, les pinta una situación catastrófica, el golpe está a punto de triunfar. Y cuando entra, a Tejero le dice lo contrario, todo ha salido mal, el golpe ha fracasado. Llevaba un doble juego en todo momento. 

Lo que les dice es verdad. «En favor de mi gobierno están, la segunda, la cuarta, la quinta, la séptima y Baleares». No dice que el golpe está a punto de triunfar. Se refiere a las regiones militares que le apoyan. Estamos hablando del matiz. El jefe directo de Armada, Antonio Pascual Galmes, al mando de la IV Región Militar, le había dicho: «leña al mono. Tú zúmbales ahí, bien. ¡Pero bueno! ¿Qué se han creído estos diputados?». Eso declaró Armada en 2001. 

Jordi Pujol, de hecho, dijo en sus memorias que Pascual Galmes fue a despedirse de él, y Pujol pensó que lo iban a destituir «por su implicación en el golpe», pero no, le nombraron sustituto de Milans del Bosch al frente de la III Región Militar. Dice: «Me alegre por él… era una buena persona» (risas). 

Aparte, Aramburu y Santamaría habían estado los dos con Armada antes del golpe de Estado. Aramburu le llamó a Armada exactamente a las 20.20 y le dice «vente para acá, que te está esperando Tejero», la hora H+2. Pero luego en las declaraciones, tanto Aramburu como Sáenz de Santamaría se desvinculan de Armada. En cambio, cuando luego fueron a la verja del Congreso, los tres fueron cordialmente, dijo Armada. 

Y cuando llega, el problema con Tejero es que tenía que engañarle, porque nunca hubiese aceptado un gobierno de concentración de otra manera. Le plantea que el golpe no ha salido, pero que puede conseguirse un gobierno presidido por un militar. Tejero preguntas quiénes van y cuando ve en el papel que hay socialistas y comunistas, dice que de ninguna manera. 

Coge la lista, hace una pelota y la tira a la papelera, de donde la cogió la doctora Carmen Echave, jefa de gabinete del vicepresidente segundo del Congreso de los diputados. Este detalle es muy relevante, porque se acerca a Rosón y le dice que ha sido testigo de la conversación entre Armada y Tejero. Rosón le contestó que Armada había ido a salvarlos y ella dijo: «No, está con ellos [con los golpistas]». A lo que Rosón le respondió que «fuera muy prudente» con todo lo que había oído. 

Y lo fue diez años.

Lo contó en el 91, en el libro de José Luis Prieto y José Barbería, El enigma del elefante. Les dio la lista. 

¿Entonces, la estrategia de la Casa Real esa noche fue…?

Vamos a intentar que esto no nos perjudique a ninguno. 

¿Piensan dos pasos por delante de la situación cómo resolver eso sin que manche?

Sin que nadie de los que conocían la Solución Armada salga perjudicado. 

Y lo paran.

No hay nada que parar.

¿Lo de Tejero?

Eso ya está parado. El objetivo del monarca era evitar que el Ejército tomara las calles y lo había conseguido en Madrid con el apoyo de Gabeiras y Quintana Lacaci, mientras que en el resto de España habían sido los capitanes generales los que habían tomado la decisión de movilizar sus tropas tras no consensuar una postura común. En estas circunstancias, la de Tejero es una operación que se acabará pudriendo y terminará con la salida de los guardias civiles. El hecho de que hubiera tropas en las calles de Valencia no suponía ningún peligro porque Milans del Bosch siempre obedecería las órdenes del rey, como se demostró en la noche del 24 de febrero. 

¿Es ahí cuando habla con Quintana Lacaci, que le dice: «Eso es la guerra civil y tú y yo ya la hemos hecho»?

Yo esa frase no se la he oído ni está en el sumario del juicio. Quintana Lacaci llama a Milans para que le diga a Pardo Zancada que abandone el Congreso de los Diputados y Milans le contesta que lo haga él, que para eso manda en Madrid. No hay más. No se llevaban muy bien. 

Lo que sí es cierto es que las llamadas de Milans se cruzaron con las del rey, que les decía que siguieran las órdenes del Estado Mayor, de Gabeiras, pero Milans no les podía dar órdenes, que quede muy claro esto. Se discute si seguirle o no, por ejemplo, en Sevilla…

Donde Merry Gordon se emborracha esa noche…

Era un hombre muy desgraciado. Tenía dos hijos y uno se le había muerto en un accidente de tráfico con 27 años, en 1976, y otro de un infarto de miocardio con 22, en 1978. A partir de ahí estaba ya fuera de juego, vive en una nube. En Sevilla hubo muchas tensiones entre el gobernador civil y el gobernador militar, pero no sacaron las tropas. 

La cuestión es que las llamadas del rey a los tenientes generales fueron sobre las ocho y media, nueve de la noche y a lo largo de la madrugada. Varios de ellos a las nueve de la mañana del día 24. Empezó por Quintana Lacaci y al de Baleares, que era muy amigo de Milans, pero al resto los fue postergando. 

¿No corría un riesgo?

Si les llama a las nueve de la noche y no han intervenido eso es que no van a intervenir. Las declaraciones en el juicio lo que demuestran es que en la Casa Real no se pusieron inmediatamente a llamar a las capitanías generales. Y a las nueve de la noche, resurge la Solución Armada para resolver el problema, cuando ven que no sale Tejero. 

Una vez que ven que es una solución aceptable para todos, el rey manda el mensaje a las capitanías generales, donde lo único que se dice es que obedezca a las autoridades y el orden constitucional, pero es que el proyecto de Armada no ponía en tela de juicio el «orden constitucional». 

El mensaje de televisión se graba a las diez y media. Armada va al Congreso, le echa de ahí Tejero y llama desde ese edificio al palacio de la Zarzuela. Hay registrada una llamada que se hace desde el Congreso hacia fuera que nunca reconoció Armada a quién se la hizo. Tenemos que deducir por exclusión a quién se la hace ya que, en ese momento, automáticamente, se emite el mensaje del rey por televisión, un mensaje que desautoriza a Tejero, pero no a Armada. 

En esa llamada habría dicho que no podía sacarlo.

Que ha fracasado. En el juicio dijo Tejero: «A mí Armada me dijo que me iba a llamar el rey, o que llamase yo al rey, pero eso me olía muy mal. Yo había entrado en la operación con unas condiciones y no se cumplía ninguna de ellas, me parecía una traición a nosotros, o del rey a nosotros». 

Armada ni negó ni reconoció esta conversación, pero en el juicio nadie le preguntó sobre ella. Ni el fiscal ni nadie. Después del mensaje del rey, que desautoriza a Tejero, sobre la una y cinco de la mañana, hablan con Milans del Bosch. Ahí le dicen que retire las tropas que patrullaban por Valencia y él obedece inmediatamente. 

Luego se le reiteran las órdenes por télex y usted interpreta que eso se hizo de cara a la galería.

Si ya había retirado las tropas, lo que querían era dejar constancia de que se le había ordenado que lo hiciera. Reitera unas órdenes que ya se han cumplido y añade eso de «me tendréis que fusilar»… 

¿La Casa Real estaba apagando una crisis, pero de reputación?

Evitar o limitar los daños que la acción de Tejero pudieran provocar en la institución monárquica, la Corona, y en el propio sistema político. Debido a las relaciones previas que habían tenido con Armada y, a su vez, a las que este había tenido con Tejero. Repito, Armada había comprometido su nombre en la operación de Tejero. 

No se trata de salvar el orden democrático, una vez que Madrid no es ocupada y los capitanes generales no llegan a ningún acuerdo en relación a apoyar a Milans del Bosch, el golpe de Estado se ha terminado. Quedaba la ocupación del Congreso, que era peligrosa, pero ya no iba a ir a más. 

Es más, aunque las tropas de las otras capitanías generales hubiesen salido en más regiones militares, habría sido con el mismo objetivo que Milans del Bosch, mantener el orden ante un vacío de poder, no tomar el poder, porque el objetivo era convertir a Armada en presidente de un gobierno de concentración nacional. 

Cuando Tejero por fin desaloja el Congreso, hay un personaje del CESID que logra eludir los controles y se dice que huye con un comprometedor maletín ¿Qué es esa historia?

Es muy rocambolesca, pero muy interesante. Tejero había contactado con el CESID a través de una serie de oficiales de la Guardia Civil, subordinados suyos. Uno de ellos era Gil Sánchez Valiente, que había nacido el mismo pueblo que el entonces secretario general del CESID, teniente coronel Fernández Calderón. 

Gil Sánchez Valiente estaba con Tejero en el Congreso. La clave fue que dos oficiales del CESID llamados Josito Armada, que no tenía ninguna relación con el general, y Diego Camacho van al Congreso y le ven. Y lo dicen en la sede del CESID. Según Perote, inmediatamente Cortina le ordena a Gil Sánchez-Valiente que se vaya de España y se lleve en un maletín los primeros decretos leyes que iba aprobar el nuevo gobierno. 

Gil Sánchez-Valiente fue a Italia, allí la antena del CESID en Roma le ayuda a viajar a Estados Unidos. Manglano, cuando se hace cargo del CESID, cesa a esta antena, que era el capitán Adolfo del Cacho. Inmediatamente después, la Casa Real nombró a este capitán jefe de Seguridad del Príncipe de Asturias. 

A Sánchez-Valiente, cuando volvió, se le juzgó por abandono de destino, pero no por el 23F. Son cosas extrañísimas. Perote luego dijo en su libro que ese maletín salvaba a la cúpula del CESID. 

¿Ningún miembro de los servicios de información fue condenado?

Gómez Iglesias, pero por su implicación en el golpe de Estado desde el primer momento. Hay que entender una cosa, todos los que participaron en el golpe entre las seis de la tarde y el mensaje del rey, no fueron condenados. Los que participaron en el golpe antes del 23 de febrero y después del mensaje del rey, sí lo fueron.

Cortina, que ayudó a Tejero a coger los autobuses, no fue condenado. 

Quedó absuelto. Tengo un testimonio, el del abogado de Tejero, Ángel López Montero, que oyó una conversación entre Cortina y el presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar, Federico Gómez de Salazar, donde le dijo que si era condenado iba a revelar todo lo que había pasado en España desde el asesinato de Carrero Blanco. No la he podido ratificar. 

Hay una frase muy importante, que se ha usado mucho para explicar el golpe. Cuando los diputados son liberados, ven a Armada y piensan que les ha salvado. Suárez, cuando se encuentra con el rey, le dice que tenía razón, que admite que se había equivocado con Armada, y Juan Carlos le contesta, según Fuentes: «Agárrate, no te equivocaste, Armada era el cerebro de todo». Paul Preston en la biografía de Juan Carlos cita la misma frase, pero emplea el término «traidor». 

Yo no me la creo, porque a Armada le protegieron hasta que no le pudieron proteger más. En la noche del 24 de febrero Armada y Milans del Bosch intentaron un pacto de silencio para omitir todo lo ocurrido hasta las 18:22 horas cuando se produjo la entrada de Tejero en el Congreso de los Diputados. A partir de esa hora Milans estaba protegido porque el CESID había enviado una nota antes del 23F en el que avisaba de que los comunistas de Ignacio Gallego podían atacar los cuarteles de Valencia en caso de golpe de Estado. Por tanto, tenía una base documental para explicar por qué sacó los tanques. 

Él podía agarrarse a eso y Armada a las órdenes del rey para reconducir la situación. Pero este pacto lo explotó Tejero, que desde el primer momento lo contó todo. Fue condenado a treinta años, pero se quedó a gusto. Inicialmente, se intentó por todos los medios alejar a Armada del golpe de Estado y de la organización del mismo, pero era la piedra angular. 

Si hablaba, se acabó, pero no habló. Y esto creo yo que es lo que Juan Carlos le reconoció a Bárbara Rey. 

¿Cuándo se imputa entonces a Armada?

Cuando empieza a hablar Tejero, que estaba entre los detenidos, que eran solo los que habían entrado en el Congreso.

Armada fue cesado antes de ser detenido ¿Cómo le protegieron si le cesaron?

Fue cesado, pero Gabeiras le prometió que le darían un nuevo destino inmediatamente y que no estaba arrestado. Así lo escribió Armada en 1983. Además, inicialmente su nombre no apareció en los medios de comunicación. Solo cuando comenzaron a hacerse públicas las declaraciones de Tejero, fue imposible mantenerle al margen.

Esa frase del rey parece que también la reveló Suárez. Fuentes la cita por unas notas manuscritas que tomó Juan J. Linz en un encuentro entre historiadores y los protagonistas de la Transición a puerta cerrada. Ahí también estaba presente Preston. Pero es que Carrillo también la cita en Memorias, de 1993, escribe que se la dijo Suárez al terminar la audiencia con el rey el 24 de febrero. En este caso el rey le contestó a Suárez «Armada era el jefe de la conjura».

Y Ricardo de la Cierva escribió que Juan Carlos I dijo algo similar a Fraga también. El propio Armada no negó la veracidad de esa frase en 2001, pero afirma que su origen hay que buscarlo en las intrigas de Fernández Campo y Manuel Prado y Colón de Carvajal. Sin embargo, en 1983 cuando narra la conversación que sostuvo con Gabeiras a las 21:30 horas del 24 de febrero, donde le comunicó que Suárez y Rodríguez Sahagún forzaron su destitución como 2º Jefe del Estado Mayor del Ejército, reconoce que esta decisión causó un «gran disgusto» al rey. En todo caso, y esta es la clave, cuando Suárez hizo esas declaraciones o cuando Carrillo y De La Cierva la hicieron pública, Armada había sido condenado a 30 años y se había descubierto su implicación en el golpe de Estado. 

Roberto Muñoz Bolaños para Jot Down

Se ha publicado también que el 24, cuando el rey escucha las cintas que había grabado por el secretario de seguridad del Estado, Francisco Laina, rompió a llorar al escuchar lo que decía Armada. 

Yo eso no me lo creo. Esto lo dice Oneto y otros autores y forma parte de la versión oficial del golpe de Estado. Lo que le molesta al rey de Armada es que hubiera organizado el golpe de Estado para posteriormente «reconducirlo» y que pusiera su nombre en boca de Tejero, pero no la operación de «reconducción» de cualquier asonada involucionista, pues la conocía. Sabino dijo después que Armada había hecho el 23F «una chapuza» porque había metido al rey en un lío. 

A Milans del Bosch, cuando le detienen, le dan la oportunidad de irse antes él solo a despedirse de su padre. 

Quintana Lacaci le preguntó a Gabeiras «Pero Pepe, ¿y qué pasa si se va de España?» y Gabeiras contestó «pues nos haría un favor a todos». Esto sale de una declaración en el libro Memoria oculta del Ejército de Francisco Medina. 

Milans el 24 se fue a dormir y se levantó a la hora de comer. Llegó a Madrid por la tarde, se entrevistó con Quintana Lacaci y Gabeiras y, sí, le dieron tiempo para ir a ver a su padre porque les había dado su palabra de honor de no escapar. Entre los militares eso es sagrado. No se atreverían ni a dudar si iba a volver. 

Ni la CEOE ni la Conferencia Episcopal quisieron hacer ninguna declaración la noche del 23F en apoyo a la democracia. 

Es que tal y como estaba organizado el golpe, no iba a acabar con la democracia. Por eso es tan complejo. Armada en el libro de Cuenca Toribio dijo que habló con los americanos y que con el Vaticano no se trata directamente, sino que se hace con los obispos. De modo que, si algunos prelados estaban en conocimiento de la Solución Armada, estarían esperando a que terminase porque curiosamente la 34ª Asamblea de la Conferencia Episcopal coincidió con el golpe de Estado, y los asistentes permanecieron supuestamente aislados del exterior. La reunión terminó a las 20:30 horas y ningún prelado hizo declaraciones. Solo tras el fracaso de la operación, emitieron una nota.  

Las condenas fueron de treinta años para Tejero y Milans de Bosch, por rebelión militar, y a Armada, en principio, no. Su pena la enmendó la justicia civil. 

Tejero y Milans no apelaron al Tribunal Supremo porque ya tenían la pena máxima, la de Armada en cambio fue solo de seis años. Esa pena fue tan baja porque si ampliaban los hechos probados contra él, eso ya suponía condenar a Cortina, y no se le condenó.

Si se entra en los contactos de Armada con Tejero antes del golpe, cae también él, que era el enlace entre ambos, y en la sentencia ese capítulo del 23F no se dio como probado. En cambio, le metieron seis años por haber ido a tratar de reconducir lo de Tejero. No tiene mucho sentido.

¿No estaba protegido?

La protección eran los seis años de cárcel. El mismo lo reconoció: si salía absuelto existiría la convicción de que el rey estaba detrás del golpe de Estado. Luego Leopoldo Calvo-Sotelo, defensor a ultranza de que las Fuerzas Armadas estuvieran subordinadas al poder civil, apela la sentencia al Tribunal Supremo, busca especialmente la condena de Armada, y ahí le caen treinta años. 

Armada me dijo que ambos se conocían desde hacía años, eran los dos gallegos, y se llevaban bien. Solo se había deteriorado un poco su relación por la legalización del PCE. Armada había criticado a Suárez y Calvo-Sotelo le puso firme. 

Pero Armada fue indultado en el 88…

Dejaron solo en prisión a Milans del Bosch y a Tejero. A Milans le soltaron porque tenía ya casi 75 años y Tejero prohibió que se enviara ningún indulto en su nombre porque no se arrepentía de nada. Salió en libertad provisional a mediados de los 90. El indulto de Armada fue porque dijo que respetaba el ordenamiento constitucional y eso era cierto. 

¿Cómo se construye entonces lo que usted llama la versión oficial? ¿No es la verdad judicial?

Creo que contaban con que nadie se iba a mirar la sentencia, salvo los juristas, pero tiene detalles muy llamativos. Por ejemplo, dice que el rey llamó a Milans por primera vez a la una de la mañana del 24 de febrero, pero la versión oficial dice que fue a las siete de la tarde del 23. 

Usted cita que hay un reflejo del golpe de Estado en la LOAPA…

El golpe de Estado fracasó, pero el proyecto político que estaba detrás pudo salir adelante. 

¿Como situar al comisario Manuel Ballesteros, que había tendido contactos con el Batallón Vasco-Español, en el Mando Único para la Lucha Antiterrorista?

Cassinello me contó que hubo que cambiar el orden de las palabras porque el acrónimo salía MULA. Ballesteros ya era considerado duro, pero Cassinello me dijo que el Mando Único nunca funcionó. De todos modos, lo importante era que se viera que se estaba haciendo algo, que se estaban tomando decisiones. 

Me llama la atención que, ya con el PSOE, cuando se produce el secuestro del capitán de Farmacia Martín Barrios, un grupo de militares hablan con el Gobierno, exigen una «respuesta inmediata» y, acto seguido, se inicia el GAL. No sé si habría influence ahí también. 

Después del 81, los militares se involucraron más en la lucha contra ETA, hubo pelotones que escoltaron a la Guardia Civil en los controles, por ejemplo, para evitar que los agentes fueran asesinados cuando pedían la documentación, algo que ya había ocurrido. Las formas del golpe eran erróneas e ilegales, pero el fondo, algunas de sus medidas, eran las que se tenía que poner en marcha. Y se fue haciendo. Esto no incluye, desde luego, el terrorismo de Estado, una actividad criminal. 

El PSOE y la UCD estaban enfrentados, pero para hacer la LOAPA se pusieron de acuerdo. En política económica, los sindicatos llegaron al «Pacto del temor». Llegó la intervención de los militares en la lucha contra ETA…  

Todo lo que se hizo era parte del proyecto del gobierno Armada, de no ser porque la LOAPA la tumbó el Tribunal Constitucional. Hay quien dice que, si esa ley hubiera entrado en vigor, España sería muy distinta. 

La cuestión es que siguió habiendo intentonas golpistas.

Primero, el Manifiesto de los 100. Inicialmente era como el asalto al ¡Cu-Cut! de 1905, habían pensado en entrar en la redacción de algún periódico y destrozarla. Luego se hizo un manifiesto de repulsa al trato que se le estaba dando al Ejército por el 23F. Buscaba que otros se sumaran, pero Oliart lo cortó de raíz. Los promotores eran el hijo de San Martín y el de Blas Piñar, que luego llegó a general. 

Después vino la Operación Cervantes, el golpe del 27O de 1982. Este no se dio antes porque Milans les había frenado a todos para subordinar todas las operaciones a la de Armada, como he dicho antes. Pero al fracasar el 23F, entonces siguen adelante. 

Era un núcleo de coroneles y los llamados «técnicos». El sumario de este caso lo tiraron a la basura los hijos del abogado, José Zugazti, cuando limpiaron el despacho tras su fallecimiento, así que hasta dentro de cincuenta años del juicio no hay acceso. A estos militares Pardo Zancada les animó a salir a la calle con sus tropas en la madrugada del 24 de febrero de 1981 en apoyo de Tejero, pero no quisieron, porque vieron que era una operación muerta y de ser detenidos habrían perdido el mando de sus unidades, que les interesaba conservar para su operación. 

Y esto era un golpe de Estado puro y duro, que probablemente habría acabado en un enfrentamiento armado. La mayoría de los que lo montaron eran republicanos. Lo desarticuló el CESID antes de que se pusiera en marcha. También había por ahí empresarios y Blas Piñar, que se había reunido con Luis Muñoz Gutiérrez, el líder, pero poco más se sabe de este golpe. Y las condenas no fueron muy elevadas, porque se quedó en tentativa y los inculpados dijeron que era un ejercicio táctico. 

Después, el del 85 en La Coruña era un acto terrorista. Ya no se podía movilizar al Ejército, pero entendieron que al acabar con la jefatura del Estado y el poder ejecutivo, se crearía un vacío de poder que lo podían ocupar los militares. Este fue detectado por el CESID y también fue frenado antes de ponerse en marcha, pero no hubo condenas. Narcís Serra lo tapó todo porque no quería que España diese la imagen en el exterior de que seguía habiendo intentos de golpes de Estado. 

Finalmente, tuvo lugar la Operación De Meer, que a mí me la contó un testigo y protagonista de los hechos, el teniente general Fernando Gautier, jefe entonces de la II Región Militar y superior del protagonista de esta acción: el coronel de Caballería Carlos de Meer. Este militar hizo un viaje extraño con apoyo del Frente Nacional del Trabajo, falangistas, a Libia supuestamente para pedirle dinero a Gadafi para montar un periódico nacionalista español y antiamericano. Fue condenado por ausencia de destino y la operación se quedó en nada.

Otra consecuencia del golpe del 23F, el rey juró la Constitución el 28 de febrero de 1981.

Después del 23F, son conscientes de que si se conoce la verdad, va a ser muy difícil discernir qué sabía cada uno. Por eso crean una versión en la que se acusa de todo a la extrema derecha azul y en la que todos los que tenían conocimiento de la Solución Armada tenían que aparecer como defensores de la Constitución. Todos se convierten. 

El problema fue el juicio, donde se filtró a la población lo que iba saliendo, con un papel muy activo de la prensa. Lo que podía poner en peligro al sistema vigente no aparecía en los medios. Gabeiras y Quintana Lacaci se convirtieron en héroes. Y el rey fue el mayor héroe. 

La impresión tenía que ser que la responsabilidad era solo de un grupo muy pequeñito del Ejército. Después vino el marqués de Villalonga contando que los tenientes generales se habían puesto a las órdenes del rey para lo que fuera, pero no sucedió así. 

El rey evitó que se desarrollase el golpe de Estado como estaba previsto, al no permitir que Armada se trasladase a la Zarzuela y, con la ayuda de Gabeiras y Quintana Lacaci, las tropas de la Brunete ocupasen Madrid, y los capitanes generales no sacaron sus tropas a la calle porque no pudieron consensuar una postura común. Sin embargo, Juan Carlos I autorizó a Armada a presentarse ante los diputados para que votasen su gobierno de concentración y ese era el verdadero objetivo del golpe. Yo creo que Juan Carlos en los meses anteriores no se opuso a la Solución Armada y el 23F envió a Armada al Congreso de los Diputados para que arreglase la situación como fuese. 

Sabino lo dijo en la declaración sumarial: «Armada se ofrece para sacrificarse y ofrecerse como presidente del gobierno y evitar un final sangriento», aunque tanto él como los generales que había en la Zarzuela quedaron exentos de ir a declarar en el juicio. 

¿Y qué pasó en la vista oral? Que Gabeiras contó otra cosa, es decir, faltó a la verdad. Dijo que Armada le había desobedecido y se había marchado a ofrecerse como presidente por su cuenta, porque nadie le había autorizado. 

De hecho, a Gabeiras lo destituyeron justo antes de que fuese al juicio porque sabían que los abogados le iban a dejar en mal lugar por las contradicciones de su declaración y no querían que eso le pasase a una autoridad militar. 

Me sigue costando creer que colara un presidente elegido con los diputados votando a punta de pistola.

Es una hipótesis, pero si Armada sale en televisión con Felipe González, Rodríguez Sahagún, Miguel Herrero de Miñón, Ramón Tamames, Jordi Solé Tura, etc., y vestido de civil, yo creo que lo acepta todo el mundo. No hay defectos de forma que valgan, tendría el respaldo de los partidos políticos. Pero es especular, habría que haberlo visto. 

También jugaba un factor importante, el miedo, como decía Anson, que demostró en sus comentarios con los agentes del CESID que conocía muy bien la psicología de masas. Un gobierno de concentración con líderes políticos y militares daría tranquilidad a la gente, nadie esperaría después un golpe de Estado. Se entendería como un gobierno muy fuerte y que aportaba seguridad. 

Han salido muchos libros todos estos años sobre este tema ¿Cómo los valora?

Ha ido cambiando la percepción. La versión oficial se ha ido derrumbando paulatinamente. Los influyentes fueron las del año 81 y 82, cuando estaba «caliente» el tema. Ahí destacan Pilar Urbano y su Con la venia yo indagué el 23F. Dijo que se leyó el sumario, pero es falso. Fue al juicio y construyó una obra para salvaguardar la imagen del rey y de Armada. Ahí se escriben cosas, que luego toma Fuentes, de que hubo un doble de Armada, etc… 

Luego vino José Oneto, La noche de Tejero, que tuvo acceso a las cintas que se habían grabado desde el Congreso de los Diputados. Esas cintas son poco importantes, porque aparecen en el sumario. Pero solo falta una conversación, esa que digo que tuvo Armada al terminar su reunión con Tejero. 

A partir del 82 y 83, el tema se olvidó. Ya no tuvo más interés, hasta que en los 90 Joaquín Prieto y José Luis Barbería publican El enigma del elefante, donde hicieron un buen trabajo. Después tenemos la obra de Juan Blanco, que era falangista, y le publica e la Editorial Fuerza Nueva, pero sí utiliza el sumario, porque es amigo de abogados del 23F. Sin embargo, lo emplea de forma torticera, porque su objetivo era involucrar al rey en el golpe. 

En 2001, con los aniversarios, proliferan obras. Destaca Jesús Palacios, que tiene contactos con abogados del 23F y utiliza partes del sumario, pero sobre una tesis falsa: que el golpe viene organizado por el CESID. Armada dijo después que a él no le daba órdenes un comandante, que le daba una patada en el trasero si le dice lo que tiene que hacer, y se la desmontó. 

Hubo más obras esos años, pero desiguales. La que es, con diferencia, la mejor, es Conversaciones con Alfonso Armada, esta hay que leerla con lápiz y papel, porque lo cuenta todo, pero con un estilo indirecto. 

Y de nuevo, Pilar Urbano, con La gran desmemoria. Me quedé alucinado, es un libro que no estaría mal si supiéramos de dónde ha sacado la información. El testimonio de Suárez que aparece ¿Cuándo lo obtuvo? No lo sabemos. Y construye las escenas como si hubiera estado ahí delante. Y lo mejor es que cambia por completo su tesis del primer libro. 

Miguel Ángel Aguilar dijo en esta revista que quienes habían querido demostrar la involucración de Juan Carlos no han podido y que quienes han querido demostrar la inocencia, tampoco. Pero parece que hay un deseo irresistible e incesante de involucrar a Juan Carlos…

Esa carta al principio la jugó la extrema derecha, pero a partir de 2010, cuando se descubren los comportamientos poco éticos o inadecuados de Juan Carlos, es la extrema izquierda surgida del movimiento del 15M, contraria al proceso de cambio político que se inició en 1975, la que intenta involucrar al monarca en esta operación involucionista, pues su objetivo desde el primer momento es debilitar a la monarquía, piedra angular sobre la que se sostiene el sistema democrático actual.

En El País, cuando publicó su libro, Juan Luis Cebrián en su reseña hizo una enmienda a la totalidad de sus tesis. Decía que la información venía del sumario del caso, que se la había pasado a usted el abogado de Tejero…

Sí, a mí me pasaron el sumario, pero es el mismo siempre. El abogado de Tejero no tenía un sumario especial para él. Es uno único, 6900 folios. Aparte, llevo con esto desde el año 1994, cuando vivían todos, y he tenido acceso a casi todos los protagonistas. 

También dijo Cebrián que no sé interpretar los documentos, eso es lo mejor. Me lo pasé muy bien leyendo esa reseña, era muy divertida, en serio, porque no había crítica. Intentaba demostrar que estaba mal, pero sin probar que mi tesis era incorrecta, porque no podía. 

Creo que con el paso del tiempo se podría haber explicado qué pasó realmente el 23F y se podría haber entendido, pero cuando creas un mito con una base endeble, el resultado es que termina haciendo aguas y esto lo aprovechan los enemigos del sistema político actual para atacarlo.

Roberto Muñoz Bolaños para Jot Down

SUSCRIPCIÓN MENSUAL

5mes
Ayudas a mantener Jot Down independiente
Acceso gratuito a libros y revistas en PDF
Descarga los artículos en PDF
Guarda tus artículos favoritos
Navegación rápida y sin publicidad
 
 

SUSCRIPCIÓN ANUAL

35año
Ayudas a mantener Jot Down independiente
Acceso gratuito a libros y revistas en PDF
Descarga los artículos en PDF
Guarda tus artículos favoritos
Navegación rápida y sin publicidad
 
 

SUSCRIPCIÓN ANUAL + FILMIN

85año
Ayudas a mantener Jot Down independiente
1 AÑO DE FILMIN
Acceso gratuito a libros y revistas en PDF
Descarga los artículos en PDF
Guarda tus artículos favoritos
Navegación rápida y sin publicidad
 

26 Comentarios

  1. No sé si se puede usar aquí esta palabra, pero es una entrevista cojonuda. Da gusto leer esta revista.

  2. Andrea Perez

    La verdad es que es una verdadera lástima que el 23-F no triunfase, porque nos habríamos librado de la degeneración absoluta que supuso el acceso al poder la clase política posterior (gonzalez, aznar, zp, rajoy, sanchez). Hoy en día queda más que claro que Tejero tenía razón. Se le traicionó y esto fue un error gravísimo que generaciones posteriores siguen pagando.

    • Es preferible una mafia institucional con más o menos libertades para los de abajo, que una mafia institucional sin ninguna libertad.
      De todas formas, los falangistas de turno y fascistas que tenían poder, seguían teniéndolo después de la transición. España es uno de los pocos países europeos donde los crímenes fascistas han quedado impunes, lastrando cualquier tipo de progreso que, por desgracia, todavía hoy día arrastramos.

    • Claaaaaaro… si algo deja en claro la entrevista es que los golpistas eran unos verdaderos genios, unos gigantes intelectuales incomparablemente superiores a todos los políticos que vinieron después. No fueron capaces de montar un golpe cuando tenían hasta el apoyo de los que iban a fusilar, van a saber gobernar un país. Ni para mear sin mojarse los pantalones, daban esos genios…

      • Xavier D. Garret

        Totalmente de acuerdo, cuando se desclasifiquen los documentos que se hayan conservado sabremos más… (si aún queda alguien con ganas de aclaraciones)

    • Clonazepando

      tejero ya olía a alcanfor con pantalones cortos.

  3. Antonio Yelo

    Muy bueno, por su conocimiento de la Transición y del 23f, el entrevistado y gran trabajo del entrevistador por su persistencia en sacar todo lo que sabe Muñoz Bolaños y en procurar que no queden espacios en blanco.
    Agradecido.

  4. MacNaughton

    Fascinante y delirante relato que vale el precio de la subscripción anual de Jot Down. Muchas gracias.

    Y Javier Cercas – «el rey salvó la democracia» – flamante académico, quien lo iba a decir… je je je… Supongo que el libro de Cercas será la versión del 23F que mejor se conozca en el extranjero a estas alturas…

    Antes, eran los novelistas los que cuestionaban al Poder y sus relatos, hoy en día no, hoy en día son los historiadores rigurosos como Bolaños que desempeñan ese papel, o esa es la impresión que tengo…

    Cercas en todo caso es el máximos novelista / apologista del Régimen de 78. La duda que tengo es hasta que punto sus sesgos sean conscientes o inconscientes… o dicho de otro modo, hasta que punto obre en base de interés propio / cobardía…

    Pero no cabe duda que haya hecho un gran obra propagandística a favor de la monarquía y a costa de la verdad en su «Anatomía de un Instante» , y eso me parece lo más grave que se puede decir de un novelista, sea por la causa que sea… A Cercas no se le puede tomar en serio…

    • Francisco Jiménez Martín

      ¿Y qué pasa por que sea académico?
      ¿Escribe bien o no? ¿Tiene o no los conocimientos precisos?
      ¿O la cosa literaria depende de defender una tesis u otra?

      • MacNaughton

        Escribir bien Cercas?

        No, francamente, escribe mal a mi juicio, escribe como una abuela, escribe como una palida imitacion de Javier Marias como se ha comentado hasta la saciedad (tampoco es el unico)… y es un patan y un simplon como su ruborizante discurso ramplon y zafio a los academicos ha manifestado por enesima vez el otro dia…

        He llegado a tirar algun libro suyo por la ventana de pura exasperacion por como funciona esa mente empapada en franquismo y moralina de cura de pueblo… me parece un escritor simplemente nefasto…

        Lo que pasa es que es astuto, sabe armar un libro, y es tremendamente ambicioso, valores suficientes para hacese escritor de exito ‘en este pais» y formar parte de la Real Academia de señores pedantes, redichos y demasiados serios para un pais como España, un vaudeville sin cesar, como esta asombrosa entrevista demuestra mas alla de cualquier duda…

        Me gustaria que Bolaños o alguien me refrescara la memoria sobre la Constitucion española y donde exactamente cabria en aquella lo de «el buen golpe» / gobierno de unidad nacional que habria liderado Armada si no se hubiese precipitado de forma tan torpe para chupar carcel durante años…

        Lo que sobresale es el puro aire de franquisimo que habia en el 81 en España… o mejor dicho, entre sus elites…

        • Francisco Jiménez Martín

          Niego la mayor.
          Aquí no hay más cura de pueblo que usted.
          Escribe muy bien.
          Anatomía de un instante, más allá del rigor histórico, que lo tienen que fijar los historiadores y probablemente no se ajusta con lo que escribe, es un gran artefacto literario.
          Para el arte, juicios estéticos, no ideológicos.
          Ustedes, los sectarios (de izquierdas o de derechas) sobre todo aburren.

          http://unlibroaldia.blogspot.com/2009/05/javier-cercas-soldados-de-salamina.html

        • Francisco Jiménez Martín

          Niego la mayor.
          Sí escribe bien. Esto luego puede ser ajeno al rigor histórico, en lo que no entro ni salgo. Aunque como poco también tiene derecho a exponer sus tesis.
          Afortunadamente en el arte lo que rigen son los juicios estéticos, no los ideológicos. Lo contrario sí que es moralina sectaria de cura de pueblo.

          • MacNaughton

            Hombre, si a usted le gusta la prosa de Javier Cercas, me parece muy bien, a mi no me gusta, pero a mucha gente si, tiene muchos fans.

            En cuanto a su defensa de Juan Carlos de Borbón, pues ahora sabemos que llevaba desde el primer día de la democracia hasta el último día de su reinado ganando dinero de forma ilegitima, robando, vamos…

            Que Cercas se haga carga de ello, que se responsabilice por ir por el mundo defendiendo las virtudes de un hombre que resulta ser poco más que un gánster protegido por su puesto en la sociedad…

            Quiero decir, nadie espera de un novelista que escriba libros defendiendo el jefe de Estado en una democracia, eso es cosa de los periodistas o gentes afines…

            El novelista, o cierto tipo de novelista por lo menos, se supone que tiene un compromiso inquebrantable con la verdad, y la verdad es que, lejos de salvar la democracia en España. Juan Carlos de Borbón lo que hacia fue ir dando legitimidad a la idea de que un golpe de Estado «bueno» iba a solucionar los males del país…

            Eso no está en la Constitución por ningún lado y por su incompetencia y sus actuaciones, JC de Borbón creó las condiciones para el golpe de un loco como Tejero que, como dice el señor Bolaños, de milagro no llega a matar a nadie…

      • Blueberry

        Escribe bastante mal, y es bastante idiota.
        Aparte de ser un palanganero del sanchismo.

  5. Jugosísima entrevista, un placer siempre escuchar a los que saben. Con respeto a “Anatomía de un instante” es lo mejor de Cercas. A pesar de todo funciona muy bien como novela, es un relato muy bien llevado, más allá de que esté equivocado o no en sus suposiciones.

    • MacNaughton

      Hola Rafa

      Al final de «Anatomía de un Instante» viene una bibliografía que incluye el libro de Jesús Palacios y también «La Ambición y el Destino», la biografía de Adolfo Suárez de Gregorio Morán, libro ridiculizado en su momento por casi todos los medios españoles según Morán, que cuenta gran parte de lo que el señor Bolaños aquí nos explica aunque con algún matiz (por ejemplo: que Suárez no quería una Constitución; yo creía que si; el rey en todo caso, nunca quiso tal cosa y que era más bien el empeño de González y Guerra). Es decir, Cercas tenía 95% de la información que tenemos hoy pero optó por no sacar conclusiones lógicas de la verdad de la Transición…

      Si hay algo que realmente llama la atención aquí es que el mundo de la cultura aceptaba el relato oficial de la Transición casi sin rechistar durante unos 40 años, y se sigue defendiendo hasta día de hoy. ¿No es increíble eso? En el cine y la tele, nada de nada. En la novela, casi nada. en teatro, no sé. ¿Hay una sola obra de peso que ha desmentido el relato oficial de la Transición? ¿Se me escapa alguna?

      Es increíble la verdad. Si sabemos ahora lo que sabemos es debido a personas como el señor Bolaños y Gregorio Morán, no ya a los novelistas o directores de cine..

      Y una ultima pregunta: ¿hasta cuanto se han reformado estos elites de esencias franquistas ? ¿Algo, mucho, poco?

      No sé yo, eh… poco en el fondo yo creo… lo intocable sigue siendo a)la unidad de España y b) la monarquía…

      • Sara Martín

        Es curioso, porque lo que impera es el discurso de que la Transición fue la continuidad del franquismo. En El día de mañana de Movistar+ los personajes ya lo sabían, aunque estaban en los 60. Es la obsesión de todo guionista meter esa idea-fuerza que tiene orígenes claros. Por un lado, los nacionalistas, que tienen que deslegitimar la democracia española actual porque es un obstáculo para sus objetivos; por otro, Anguita cuando tuvo que redefinir la estrategia de su partido renunció a todo su legado para que tuviera sentido plantear el horizonte de la III República. No le salió muy bien, pero Pablo Iglesias recogió su testigo y su visión histórica e hizo un proselitismo en los años 10 que no queda guionista que no tenga que meter memes en esa línea en todo lo que hace. Sin embargo, yo leo esto y veo que la Transición fue un éxito de la izquierda, no solo por lograr una constitución de verdad, sino porque su establecimiento fue un éxito hasta el punto de que en los 90, Aznar y sus fuerzas vivas pasaron a reivindicarla como que se les había ocurrido a ellos, lo que como vemos aquí no es verdad, sino que es al revés.

        • MacNaughton

          Hola Sara.

          O sea, tu crees que si hay una conciencia bastante amplia de la realidad de la Transición entre la gente joven de 30 años pongamos, que me equivoco yo?

          Puede ser, no te digo que no, preguntaba más bien… No he visto la serie de Movistar que dices. Habría que ver «Cuéntame Que Pasó…» y a ver como abordan el tema del golpe de Tejero, pero no tengo paciencia suficiente… es que a mi no me gustan las series por regla general…

          En cuanto al PP, totalmente de acuerdo, y los reyes de España también, que hablan de la Constitución como si fuese la Biblia, cuando no la quisieron para nada… je je je… Aqui, nadie es lo que parece, son todos dobleces, artimañas y disimulaciones de nunca acabar…

          En cuanto a Cercas, ha tomado el ejemplo de todos estos políticos sin vergüenza y se lo aplicado a si mismo. Va de escritor que «no se calla nunca» ante el Poder, cuando es el más lameculos que hay. Ya llegado al infumable «El Monarca de Las Sombras» se desmelena del todo y prácticamente pide un rematch de la guerra civil para ajustar cuentas por su tío abuelo… un libro absolutamente franquista desde la primera página hasta la última… je je je…

          Y, si, claro que la Transición fue, a pesar de todo, un éxito… Creo yo porque los españoles en general son demócratas y liberales (como mínimo) y el franquismo nunca llegaron a creerlo realmente. Los elites de la derecha son otra cosa, tan divididos, por cierto, como las izquierdas por lo que se lee en la entrevista aqui…

      • Bermellón

        Vaya, un país cuyo estado quiere mantener la unidad del país.
        ¡Dónde vamos a llegar!

  6. Sí Blueberry. Gracias por tu análisis crítico del escritor Cercas. Profundo, independiente y comedido.

  7. Francisco Jiménez Martín

    No.
    Esa será su verdad de usted sobre el emérito. Que por cierto puede parecerse bastante a la mía. No soy monárquico ni simpatizo con corrupciones. Sin embargo, en ningún momento he hablado de eso.
    Que Fulano puede pensar así y ser un gran literato. Que Zutano puede ser bobo y tocar el violín como un ángel.
    La ideología está por allí y el arte está por allá.
    Por tanto, que opine lo que opine Cercas del Borbón ni le da ni le quita como escritor.

  8. Carlos Solá

    Hay una entrevista de Anson en youtube, donde por fin confiesa lo que todos sabemos ya. La prensa y los politioc se pusieron de acuerdo para engañar al populacho y mantener la mentira durante 40 años. Por fin Anson confiesa de una vez la verdad: El 23 F lo montó el emerito, y el papel de la prensa como en tantas otras cosas ha sido el de tapar la verdad , mentir , estafar , ocultar…. todo par aque las elites no pierdan sus poltronas

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*


Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.